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miércoles, 28 de septiembre de 2011

ASI VA LA SANIDAD EN CATALUÑA

La historia de hoy es un caso verídico, me ocurrió a mi personalmente, he intentado ser lo más escueto posible, pero no ha habido forma.

Os envío también una foto de Linda para que veais qué aplicada que es.

Muchas veces decimos: Mi perro es tan listo que solamente le falta hablar, tendremos que decir mejor: Mi perro es tan listo que no tiene que hablar para hacerse entender.

                                                                   Linda navegando

Y ahora la historia de hoy:

ASI VA LA SANIDAD EN CATALUÑA

Por una degeneración macular, en el hospital Dr. Trueta de Gerona, perteneciente al Institut Català de la Satut, me han sometido a tres secciones de inyecciones en el ojo, con las que he recuperado un 60% de visión en el ojo izquierdo, había perdido el 80% y ahora tengo un 20%.

El procedimiento de las tres veces, con cita previa, He llegado a la consulta, por la mañana, después de una espera más o menos larga, dependía de los pacientes que hubiese ese día, después de un trato amable por parte del persona, que te atiende, poniendo dilatador de pupilas, medición de presión ocular, etc. Me llamaban, entraba en una sala de curas, con su camilla, lámparas, y toda la parafernalia, me tendían en la camilla, me anestesiaban el ojo y luego con una aguja finísima, pe ponían unas tres inyecciones en el ojo, luego me lo cubrían, me daban un antibiótico en forma de crema, un colirio y de mandaban para casa. A las cuatro a seis horas después, ya en mi casa, tenía que sacarme la venda. Tiempo de la intervención, con anestesia, pinchazos y recomendaciones unos 5 a 8 minutos.

La cuarta intervención me citaron en Bañolas, a 20 km más al norte que Gerona, en una clínica particular, a las 11 de la mañana y en ayunas. A algunas de las personas citadas, éramos 8 en total, además les hicieron llevar pijama.

A las doce, sin ninguna explicación, nos envían a todos a la planta 1ª nos alojan en una especie de habitación grande con cortinillas separadoras, Nos toman la filiación. Había 5 máculas y tres cataratas.

Nos toman la tensión, nos ponen batas de las de “culo al aire”, nos toman temperaturas, creo que también nos tomaron el pelo, Total, a las tres y media de la tarde, yo ya estaba como una moto, no por aprensión, he pasado unas cuantas veces por quirófano y nunca he perdido ni la tranquilidad ni los nervios, me administraron tranquilizantes porque estaba a 20 de tensión.

Entre los pacientes había 2 diabéticos y como seguíamos en ayunas, a los dos les tuvieron que poner una vía para un gota a gota porque tuvieron un bajón de azúcar.
A las cuatro de la tarde llegaron de Gerona, del Trueta, la doctora y una enfermera, empezaron a “operar”, tuve suerte, a las seis y media me llevaron para el quirófano en una camilla, con su camillero reglamentario, una vez dentro conté ocho personas además de la Dra. y la enfermera, anestesista, supervisoras, yo no sé qué más, a los cinco minutos, la intervención igual a las tres anteriores ya me habían pinchado, tapado el ojo e informado que al día siguiente tenía que ir al Trueta a consulta y a sacarme el parche del ojo.

Inmediatamente después me pasaron a una especie de Unidad de Vigilancia. Una vez dentro, a la media hora, le dije a la Dra. que me atendía que me llevara a la habitación porque si no me levantaba y me iba, que ya estaba harto de chorradas, llamó a un camillero y muy amablemente me llevó a la habitación, los dos anteriores a mí seguía en la “U de V”

Pedí algo de comer o beber porque había llegado allí a las 10 y seguía en ayunas, como todo el mundo, me dijo una enfermera que tendría que ir alguien a la máquina de bebidas, luego se compadeció de mí y me trajo medio vaso de un zumo de sabor indeterminado, me lo tomé y le dije que me ayudara a levantarme que yo me iba, me dijo que tenía que estar allí en vigilancia una media hora más, le dije que como no fuese con una pareja de la Guardia Civil no me quedaba.
Me fui, tuve todo el día a mi mujer y mi hija, que tuvo que pedir permiso en el trabajo, perdiendo el tiempo.

El trato de todo el personal, desde la Dra. al último de los celadores fue exquisito.

El día siguiente fui a la consulta del Dr. Trueta a que me quitara el parche y de diera el colirio y la crema antibiótica. Por cierto, a la entrada del hospital había una manifestación del personal porque la Generalitat quería cerrar una parte.

¿Saben por qué tanto jaleo? Por no abrir la consulta del Hospital Dr. Trueta por las tardes y terminar con las listas de espera. Aquel mismo día, el de la “operación” en Bañolas, la Dra. había tenido consulta en el Trueta por la mañana.

¡¡ATENCION!! Pregunta:

¿A quién beneficia esto?
¿De quién es el Hospital de Bañolas?
¿Se acaban las listas de espera si luego tienes que ir a hacer cola al día siguiente?
¿Cuánto costó la “operación del ojo”?
¿Cuánto hubiese costado en la S.S.?

lunes, 26 de septiembre de 2011

EL HIPOCONDRIACO

La historia de hoy es "El hipocondriaco" y como no, está sacada de la realidad, siempre he dicho que muchísimas veces la realidad supera la ficción, la frase ya se que no es mía, pero yo también la digo, creo que no tiene derechos de autor, no vaya a venir la SGAE y la fastidiemos.

Pero antes del cuento un soliloquio mío:

¡¡¡Atención!!! Pregunta
En Grecia, intervenida por la Unión Europea, se han tomado medidas, se ayuda a los bancos, se suben los impuestos el IVA el IRPF, sobre los carburantes o sea todo, se bajan las pensiones, se bajan los sueldos de los funcionarios, las ayudas al paro, se sube la seguridad social, se sube la edad de jubilación se echan a la calle 30.000 funcionarios, como quien toma esas medidas son los políticos, los sueldos y prebendas de estos no se tocan, no se van a meter el dedo en el ojo entre compañeros, hoy por ti y mañana por mi.

¿ADIVINAS QUIÉN ESTÁ PAGANDO Y TERMINARÁ PAGANDO LOS PLATOS ROTOS EN ESPAÑA?.

Cuando las barbas de tu vecino veas pelar, por las tuyas a remojar.

Vuelvo a repetir que quien tenga historias para publicar, que me las envíe al correo mío.
Yo no me hago responsable de las opiniones que puedan verter mis colaboradores, pero tened en cuenta que este blog lo leen también muchos niños.
Y ahora el cuento del día.

EL HIPOCONDRIACO
(Pedro Fuentes)
Esta historia está basada en hechos reales, por lo cual los nombres de sus personajes han sido modificados para conservar la privacidad de los mismos.

Alfredo estaba jubilado cuando Ricardo lo conoció, por la gran afición de los dos por la náutica y la pintura, pronto congeniaron, además tenían el barco en el mismo puerto y muy cerca el uno del otro.
Alfredo era el mayor hipocondríaco del mundo, su médico de cabecera no sabía qué recetarle, ya le había dado todos los placebos existentes. Era tan hipocondríaco que creía tener todas las enfermedades menos las que en realidad tenía, su mujer era una enciclopedia médica, conocía más enfermedades y medicinas que un vademécum, su marido lo tenía todo y más fuerte que nadie, si le dolía la cabeza, o era un derrame cerebral o una embolia, si le dolía el pecho, bueno, eso era gravísimo, un cáncer, una tuberculosis, un ataque cardíaco, en el estómago podría ser cualquier cosa menos que se había pasado comiendo, porque eso sí, era un comedor compulsivo, sus males no se curaban comiendo, pero, se aliviaban bastante. Cuando le dolían las articulaciones, era reuma o artrosis seguro, según él, la espalda, la tenía totalmente rota, además, se auto medicaba, Ricardo no le podía hablar de nada que fuese relacionado con la salud o la enfermedad, tampoco del hijo de Alfredo, que por cierto era médico forense.
Cómo sería Alfredo que una vez le contaba a Ricardo que había llegado a su casa de noche con su mujer, tenía muchísimas ganas  de orinar, según él por culpa de los problemas de próstata que llevaba desde hacía años y no se explicaba como el PSA no detectaba nada anormal, el caso es que con las prisas llegó al baño sin encender la luz, medio desabrochado el cinturón. Con una mano se bajó la cremallera del pantalón y con la otra buscó entre la ropa, con las prisas cogió la punta del cinturón, la enfocó hacia donde creía adivinar el wáter y se puso a hacer pis, de pronto notó varias sensaciones, una que se estaba orinando encima y otra sensación fue que aquello que tenía entre la mano, era totalmente plano e inerte, se llevó tal susto que pensándose lo peor del mundo y tan mal se sintió que se escaparon dos lágrimas y gritó a su esposa: ¡¡Inés!! Mira lo que me ha pasado. Inés corrió al cuarto de baño, encendió la luz y viendo el espectáculo  soltó una carcajada. Alfredo al fin, armado de valor se miró entre las manos y un suspiro de alivio le recorrió, ya no le importaba ni haberse orinado encima ni las lágrimas escapadas.
Anselmo tuvo un final feliz para su hipocondría, una tarde de principio de verano, cuando todavía no apretaba  el calor, fue a hacer un recado con el coche, era de esas personas que exasperan por llevar una velocidad por lo menos treinta quilómetros por debajo de la permitida, frenaba en casi cada curva, el caso es que en un tramo de recta y en el que no había ni cuneta, tuvo un desmayo, se salió de la vía y se fue parando poco a poco, ya que no ejerció ninguna presión sobre los pedales, al fin, se acabó el recorrido contra un pequeño árbol que ni siquiera se partió. Las personas de un coche que iba detrás, vieron lo ocurrido, corrieron a socorrerlo, cuando llegaron vieron que estaba muerto sobre el volante.
Después de los trámites oportunos, le hicieron la autopsia, su hijo, que el forense  quiso saber lo que le ocurrió y estuvo presente, el informe fue tajante, parada cardiaca sin motivo aparente, tenía un cáncer que se le había ramificado por todo el cuerpo, no había sufrido hasta ahora las consecuencias ni los dolores, no le quedaban ni seis meses de vida y una muerte muy dolorosa, un final espantoso, él que creyó tenerlo todo, murió sin tener nunca la certeza de que no era hipocondriaco sino un enfermo real.
FIN

sábado, 24 de septiembre de 2011

El Viaje (La misteriosa dama de negro)

Voy a empezar a publicar una historia, es bastante larga y como no quiero cansaros, además de que tiene su intriga, la voy a publicar por capítulos, cada semana uno, además, si os fijais en el título, tiene continuidad, hay más aventuras de Ricardo, "el amigo de todos".

Entre capítulo y capítulo iré publicando otras historias diferentes, algunas también le han pasado a Ricardo, pero no llevan orden en el tiempo, como yo soy el autor, os las cuento como me parece, para no aburriros más de lo estrictamente necesario.


EL VIAJE
(La misteriosa dama de negro)

(Pedro Fuentes)

CAPITULO I
Cuando Ricardo se decidió a vivir en la mar y con la mar, se pasó mucho tiempo buscando lo que sería su hogar, al fin, después de varios años encontró el barco que le pareció ideal, un ketch de 14 metros de eslora, dos palos, mayor y mesana. Un salón bastante espacioso, en el que hay una cocina, un comedor y un puesto de gobierno, además del existente en popa en la bañera. Equipado con velas mayor, mesana, génova y foque, bastante cómodo para navegar incluso en solitario.

                                                                             Ketch
La idea de Ricardo es vivir en el barco y ganarse la vida realizando algún que otro charter por el Mediterráneo, su puerto base está en la provincia de Castellón, un pequeño puerto, seguro y muy marinero.
El año no estaba siendo muy bueno, había hecho el mantenimiento y pintura de su barco, “El Solitario” en Mayo y ahora, a primeros de Junio y no tenía ninguna reserva hasta el día 20 que tenía que ir a Menorca.  Suponía que a Ciudadela a las fiestas de S. Juan y luego la vuelta a la isla. Sabía que traían un perro, un pinscher enano de unos 4 quilos. Al principio dijo que el perro no, que la travesía duraba más de 20 horas y el perro tendría que hacer sus necesidades. La persona que le llamó para alquilar el barco le dijo que no era problema, que el animalito estaba acostumbrado a una caja de gatos y que hacía sus cosas allí.
Hasta la fecha solamente salían alguna excursión de fin de semana, pero este año, que el tiempo tampoco era muy estable, no le tenía nada, por lo que había aceptado aquel viaje, de una mujer sola y su perro hasta  Menorca, en Ciudadela recogerían al compañero de ella, no le gustó mucho, pero estaba bien pagado y por adelantado.
Mientras llegaba la fecha, dedicaba su tiempo en pequeñas mejoras, leer y pasear por los alrededores del puerto.
El día 19, por la tarde, a última hora, llegó al puerto en un taxi una chica muy joven, era Lara, llevaba el pelo teñido de negro y suelto sobre los hombros y media espalda, muy liso le tapaba las orejas, además, el flequillo, muy largo le cubría las cejas y parte de los párpados, lucía un vestido negro, con falda tres cuartos y un cinturón, también negro y con una gran hebilla plateada, el conductor del taxi bajó del maletero un gran baúl de cuero negro y cerrado con dos grandes bandas de cuero, también del mismo color y con un par de candados de unos ocho centímetros. En los brazos llevaba un pequeño perro, un pinscher enano negro, con la pechera roja color fuego. Ricardo, al que siempre le habían gustado los perros y durante su vida había tenido varios, lo encontró precioso, le acercó la mano y el animal, después de olerla, sacó la lengua y le lamió la mano, luego se dejó acariciar, levantando la cabeza, ofreciéndole el cuello para que le rascara. Así sellaron una amistad duradera.

                                      
                                                                       Pinscher enano
Ricardo se presentó y le dijo a Lara que el baúl era un inconveniente en las estrechuras de un barco, pero ésta le contestó que habían cambiado de planes y después de llegar a Menorca, no querían volver, sino trasladarse a Alicante, dentro del plazo de la reserva, y que le pagaría un suplemento por las molestias.
Con gran trabajo lograron embarcar el equipaje. Luego Ricardo le ofreció cenar algo, para luego ir a dormir. Las previsiones del tiempo eran buenas y tendrían que salir a primera hora de la mañana para llegar a Ciudadela al amanecer del siguiente día.


miércoles, 21 de septiembre de 2011

La artista y su obra

Os presento un cuadro, se llama "Baco" y es un óleo sobre tela de 60 x 40 que representa una cepa de vid en la que se pueden ver varios Bacos y faunos, os reto para que descubrais cuantos Bacos y faunos hay.


La artista se llama Azucena y es mi mujer, se dedica entre muchas cosas, manualidades, restauracines etc. a la pintura desde hace algunos años, aunque antes hizo cerámicas. Este cuadro lo presento con varios más en la muestra "Cien años de expresión artística en Barbastro".

Ya os iré presentando cuadros de ella.




La historia que os traigo hoy, ya ha sido publicada, pero me hacía mucha ilusión presentarla en mi blog.

Como se indica en ella, es una historia real, pero los nomres y fechas se han cambiado para evitar confusiones y malos entendidos.

1.500 METROS LISOS

(Pedro Fuentes)

Advertencia: Esta pequeña historia es verídica, los nombres y algunos datos significativos han sido modificados para conservar la privacidad de las personas, el autor declina toda responsabilidad si alguien se pudiese dar por aludido.

Corría el año sesenta y nueve del siglo pasado cuando a la gente joven, sobre todo estudiantes, les entró la fiebre del atletismo, los que tenían la suerte de ser de buena familia y estudiaban carrera universitaria si además estaban afiliados al SEU podían entrenar en las pistas de la Ciudad Universitaria de Madrid, allí comienza y termina nuestra historia, en la que casi todos sus protagonistas se conocían.

Alfredo era un corredor de medio fondo que no destacaba gran cosa aunque luego, años más tarde algunos se encargaron de decir que era un corredor  de gran porvenir.

Era un chico joven, bastante amigo de las bromas, tenía una alopecia fulminante, pese a su corta edad, acababa de entrar en la universidad,  con dieciocho años, bastante acomplejado de su calvicie, pese a su carácter bromista, lucía una boina que creo no se quitaba ni para ducharse, por lo cual fue rebautizado como “El Boina”. La verdad es que en la pista de atletismo, corriendo y desde la grada no se apreciaba bien si era boina o una medio melena morena.

Se celebraban por aquellas fechas los preparatorios y clasificatorios de aquel año para el campeonato de España y Alfredo, como tantos otros se entrenaba para 1500 y 3000 metros, en aquellos tiempos el equipamiento deportivo no era nada del otro mundo, Alfredo corría con una camiseta imperio blanca y un pantalón de baño negro, quiero recordar que con una fina tirilla blanca en los laterales, sus zapatillas Puma de clavos, todo un lujo en aquellos tiempos y su ya conocida boina, chico de poco peso y poca estructura como cualquier corredor de fondo, con el pelo, poco, por detrás algo más largo de lo habitual para aquellos tiempos y la boina más parecía un famélico músico moderno con más cabeza que cuerpo.

Cuando fueron avisados los participantes para una serie de 1.500 metros, entre ellos Alfredo, se dirigieron a la salida, eran tres vueltas y media. El juez de salida mandó a los corredores a sus marcas, entre ellos “El Boina”. Cada uno ocupó su lugar, se dio el disparo de salida y todos los corredores se apelotonaron, “El Boina”” se situó en la segunda calle y de la mitad para  atrás. La carrera iba bastante igualada y la media vuelta primera y la segunda fueron muy similares, salvo dos corredores un poco adelantados, Alfredo seguía por la calle exterior ligeramente rezagado de su predecesor y emparejado a otro corredor. A las tres vueltas alguien comentó, ”El Boina” se ha retirado, en el pelotón no está y otro respondió y en la cabeza menos. Nadie vio a Alfredo retirarse, no acabó la carrera, “El Boina”  había desaparecido, nadie supo de él hasta que un empleado que recorría las pistas viendo si los clavos de las zapatillas habían causado desperfectos, se encontró con un agujero de unos setenta centímetros de diámetro y más de dos metros de profundidad, de las que salía un lamento que decía “socorro, socorro, por Dios, sacadme de aquí” era Alfredo alias “El Boina”. Se lo había tragado la tierra, se había abierto un socavón y “El Boina” había caído en él sin que nadie se enterase. Ni que decir tiene que no se clasificó.

Según algunos comentarios, dejó el deporte, a otros he oído decir que se dedicó a los cien metros lisos, que como era más corta la carrera, si le pasaba algo se sabría antes.
F I N


domingo, 18 de septiembre de 2011

En un lugar de La Mancha

Mañana tengo que irme unos días a terminar un trabajito en el barco, así que os envío unas cosas por si no puedo comunicarme con vosotros desde el portátil. La primera , una foto.

El autor en una "noche sin luna"



Abro hoy un capítulo nuevo en este blog casi nuevo, se llama "Artistas invitados"

El relato que publico hoy es la primera colaboración de este blog, y me llena de orgullo y satisfacción que sea de mi gran amigo Vicente,



Daimiel olímpico. Una historia irreal


(Vicente Fisac)


En un lugar de La Mancha, llamado Daimiel, no ha mucho tiempo se celebraban unas Olimpiadas: las “Olimpiadas de la era (lugar donde se separa el grano de la paja)” en donde tuve la oportunidad de ganar muchas medallas llamadas “tortasoles” porque llevaban la imagen de un girasol.

Uno de mis recuerdos más memorables (de memo) se refieren a mi participación tercera y última participación en estas Olimpiadas que se celebraban cada dos años en una era.

Sin duda mi triunfo más duro fue en la prueba de “1.500 metros atronchacarrizo” (campo a través). Aún recuerdo cómo sonaban las cornetas mientras avanzaba por la estera (alfombra) flanqueado por dos filas de gañanes (especie autóctona de La Mancha que se identifica por su blusón a rayas negras y grises, faja, boina, pañuelo con cuatro nudos en la cabeza, pantalón de pana, albarcas, celtas cortos y posiblemente –porque no se ve- calzoncillos largos) para subir al podio.

Sin embargo para el triunfo en la prueba de “Voltijetas (volteretas) artísticas” lo duro fue el entrenamiento previo para lograr elasticidad. Pero esa elasticidad me vino muy bien para quedar después segundo (tortasol de plata) en la prueba de “Lanzamiento de mendrugo (trozo de pan duro con medidas homologadas)”. También me valió para la prueba de “Lanzamiento de horca (tridente de madera para mover la paja)” en donde el alcance de los lanzamientos se marcaba con la reja del arao y la medición exacta se hacía gracias al ojímetro de precisión del árbitro. Lancé la horca a 105 metros (más o menos) de distancia, lo que supuso un récord olímpico que a día de hoy nadie ha superado, ni siquiera los finolis que lanzan jabalina en vez de horca (el que más se ha acercado ha sido Uwe Hohn, de Alemania Oriental, con un lanzamiento de 104,8 metros en 1984).

Pero quizás la prueba más elegante –y en la que más ligaba- era la de “Tenis rústico” en donde se utilizaban palmetas (de las de matar moscas) en vez de raquetas y donde calcé unas albarcas último modelo de la marca “Ni qué”, unas zoquetas (funda de cuero para proteger la muñeca que se usa para segar) de diseño en las muñecas, y en donde pude alzar el trofeo que, en vez de una copa era un botijo, y recibir finalmente el beso (y algo más que vino después) de la reina de las fiestas.

No tuve tanta suerte, sin embargo, en otras pruebas, como la carrera de tartanas (carro tirado por una mula) o de galeras (carro tirado por dos mulas). Con los animales no tenía tanta mano porque enseguida se me iba la mano. En cambio sí que tenía agilidad para mover las manos con gran celeridad en la prueba de “Vareao” consiguiendo hacer caer del olivo más aceitunas que nadie, aunque un participante, Edelmiro, se quejó de que el olivo que le había tocado varear tenía unas aceitunas muy raras en forma de higo.

Nota del autor.- Salvo las palabras utilizadas que son auténticamente daimieleñas y la referencia a Uwe Hohn que es cierta, todo lo demás es completamente falso.



 

viernes, 16 de septiembre de 2011

¡Ande vas canarito de Coalición Canaria! Ande vas, ¡vete a freír chuchangas! ¿Tú eres coñobobo o qué? Con que quieres ser un partido independentista, ¿Tú sabes lo que iba a hacer el moro contigo si te pilla independiente?, lo primero que te hacen es darte un boquinazo para darte las gracias. Mírate a los saharauis y luego piensa en tus barbas.
Nota.- Si teneis duda de algún "palabro", existe un diccionario Guanche/Español.
En la prensa leí que Coalición Canaria quiere declararse partido independentista.
El que no sabe qué hacer con el rabo mata moscas.
 Espero que estos paisanos hayan dicho esto en plena borrachera de carnaval.

Hoy voy a pasaros un relato un poco más largo, disfruté mucho escribiéndolo, la verdad es que a raiz de éste, he empezado a escribir algo más que las vivencias de la vida 
 He sido un admirador de los relatos cortos de Edgar Alan Poe, el sarcasmo y la sátira de Alvaro de la Iglesia  y junto con Antón Chejov  mis  grandes maestros, de los que me gustaría aprender un poco.
LAS CUCARACHAS

(Pedro Fuentes)
       
 Capítulo   I
La primavera de aquel año había venido adelantada y calurosa, con lo cual todos los insectos eclosionaron antes que otros años, así que cuando, la hija de Begoña, Leticia, nieta de la Sra. Pepita, su marido y sus tres hijos, pequeños, la última de meses, fueron a pasar la Semana Santa con la Sra. Pepita, que vivía sola, no pudieron imaginar con lo que se iban a encontrar.  Llegaron a la casa, un piso grande, bastante moderno y acogedor, de una pequeña ciudad de provincias.
 A aquel piso,  Begoña, no iba normalmente, puesto que tenía un apartamento más céntrico y ella y su marido preferían estar allí.
Su otro hijo el hermano de Begoña  y los nietos por parte de éste si iban, tenían aquel piso como si fueran a heredarlo, incluso lo llamaban la “casa familiar”, cuando aparecían por allí con uno o dos matrimonios  “invitados” dispuestos a pasar allí las fiestas patronales e incluso alguna vez habían mandado a la abuela a dormir en el apartamento para ellos estar mejor.
Begoña, amante de la familia y dispuesta a pasar por todo, por el sentir familiar y su ánimo de ayuda, callaba y no protestaba.
Eran las diez de la noche cuando Leticia, su marido y sus tres pequeños, llegaron a la casa donde vivía la abuela, dejaron el equipaje en las habitaciones. Los niños dormirían en la habitación de Leticia cuando ere soltera y allí dejaron las cosas de los críos. Esta habitación, amplia, con una cama grande y espacio para la cunita de viaje de la pequeña, daba a una terraza cerrada por la que se podía acceder a la cocina, esta terraza normalmente cerrada hacia la habitación, tiene una persiana que generalmente está abierta. Cuando la niña pequeña cenó, la llevaron a la habitación para que durmiese y luego cenar todos los demás.
Leticia cambió a la niña, desplegó la camita de viaje y acostó, luego fue a la puerta de la terraza, la cerró y bajó la persiana, un grito de horror heló la respiración de los demás habitantes, todos corrieron hacia allí, la niña grande empezó a llorar, la pequeña le siguió porque no comprendía qué pasaba, el niño, de cinco años dijo: “papá, ¿Qué son?”.
La persiana era negra, por ella corrían miles de cucarachas, Leticia dijo: “Abuela, ¿No habías visto eso?”. “No, alguna de vez en cuando en la cocina”. Leticia corrió hacia la cocina, cerró la persiana que daba desde allí a la terraza y se encontró con el mismo panorama, fue hacia su marido y le dijo “espérame en el coche con los niños que yo voy a matar todo lo que pueda y nos iremos al apartamento”, su abuela protestó diciendo que no era para tanto y que ella se quedaba.

                                                        Capítulo   II

Begoña y su marido, Ricardo, aparecieron a los cuatro días de la noche de las cucarachas, llegaron dispuestos a acabar con todas, así que compraron ocho o diez espráis mata cucarachas, venenos de todas las clases y  aquí se acabó el problema, pensaron.
Begoña y Ricardo, o Ricardo y Begoña, tanto monta, monta tanto, era una pareja que  en los años sesenta ya se enfrentaron a todo para salir adelante, se llevaron casi todos los palos de la vida, pero ahora, los dos jubilados y acostumbrados a tirar delante del carro, dijeron esta plaga no es una plaga.
Cuando aparecieron en el piso, después de desmontar unos cuantos muebles y ver lo que había, decidieron, decidió Begoña y dijo sentenciando: “Aquí hay que sacar todos los muebles y electrodomésticos y llamar a una empresa de fumigación.”
Media hora más tarde ya sabía qué muebles y qué electrodomésticos poner y quien y cuando iban a fumigar.
La madre de Begoña, la Sra. Pepita no paraba de llorar, ¿cómo le iban a tirar los muebles de su vida? ¿Y sus recuerdos?, Una colección de recetas de cocina en fascículos de la revista Ama que tenía en un armario. Pero eso no fue lo más duro ni ingrato.  Cuando su queridísimo yerno le dijo que después que en tres días no podía entrar en el piso, uno por el peligro de la cantidad de veneno que se había echado, y dos porque no era conveniente que entrara aire fresco que le diera tregua a las cucarachas, entonces la batalla de San Quintín, fue un juego de niños con la que armó, llamó a su hijo para decirle que no le dejaban entrar en casa, pero no le dijo de la plaga ni la próxima fumigación.
Leticia, a instancias de su madre, llamó a Antonio, su primo, para explicarle la situación, a lo que contestó el primo que no era posible, puesto que él había estado en la casa hacía una semana y su “abuelita” no le había dicho nada. Es más, había estado con su mujer en el piso y no se creyó lo que decía su prima, porque “la abuelita” no le dijo nada, y no habían visto nada.


Capítulo  III
Una vez tomadas las riendas de la situación, Begoña y Ricardo se decidieron a atacar, lo primero la comunidad y Sanidad, luego una empresa de fumigación y otra de muebles y electrodomésticos, no había duda, había que tirarlo todo, muebles nuevos, electrodomésticos nuevos y antes una, dos, tres, las que hagan falta, fumigar, había que terminar con la plaga, llegaron a encontrar una cucaracha andando por el congelador tan tranquila.     
Llegó el equipo de fumigación, hizo un estudio de los animales, quedó en fumigar tres veces, la primera ya, la segunda una vez quitados todos los muebles y electrodomésticos y la tercera antes de poner los nuevos, todo esto no garantizaba la total desaparición.
Después de la primera vez, cuando Begoña empezó a tirar cosas, comidas, bolsas de legumbres etcétera, la Sra. Pepita lloraba y lloraba, se tiró hasta los congelados, mientras tanto, el fumigador dijo que allí no se podía entrar en cinco días, y la abuela decía, pues yo vendré esta tarde, con lo cual se decidió quitarle las llaves, no se le podía hacer entender que con los venenos le podría dar algún desmayo y caerse y además, si los insectos tenían aire nuevo, el veneno no les haría tanto efecto.
Total, lloros a su hijo porque Begoña no le dejaba entrar en el piso. No sabemos cómo entró, pero lo hizo.
Después de las tres fumigaciones, el encargado de ellas dijo: “No hemos encontrado a las hembras, son más grandes y cuando se sienten amenazadas sueltan montones de huevos, hay alguna posibilidad de que estén muertas en algún sitio inaccesibles o que haya quedado alguna viva, lo cual quiere decir que habrá que volver a fumigar”.
Una vez pasada la última fumigación y pasados los días de rigor, la Sra. Pepita volvió a su casa, su hija y su marido se fueron de vacaciones y todo volvió a la normalidad.
Después de volver de un crucero, cuando Begoña llamó a su madre, ésta no contestó, un presentimiento le embargó, cogieron el coche y corrieron a la casa en la que vivía se madre. Ricardo y su mujer abrieron la puerta de piso, era de noche y al encender la luz vieron como media docena de cucarachas gigantescas y miles de cucarachas pequeñas corrían por todos los sitios, entraron en la casa y buscaron a su madre, allí no había nadie, el único rastro fue el bolso de su madre, abierto encima de la cómoda de su habitación.
Salieron corriendo de la casa, preguntaron a los vecinos, nadie la había visto después de los tres  días que volvió a la casa. Llamaron a toda la familia, nadie sabía nada, denunciaron su desaparición a la policía, nadie sabía nada.
Llamaron a los fumigadores, entraron en el piso, ni rastro, esta vez sí pudieron acabar con las grandes hembras, de un tamaño descomunal, pero de la Sra. Pepita no había ni rastro, salvo por el bolso, se diría que no había entrado en la casa.

EPILOGO
Habían pasado tres meses y todo seguía igual, de la Sra. Pepita nunca más se supo, su libreta bancaria y su tarjeta no habían tenido movimiento, nadie supo dar razón de ella.
Ricardo estaba sentado en su sillón preferido en su casa, leyendo, cerró el libro y lo puso encima de la mesita era La Metamorfosis de Kafka, sonrió, dio una bocanada al puro que fumaba, miró al cielo y dijo dejando que el humo saliese de su boca voluptuosamente : “Los caminos del Señor son inescrutables”.
        
F I N





miércoles, 14 de septiembre de 2011

Esta noche, después de cenar, he bajado la basura, una bolsa para la orgánica, una caja de cartón con tres botellas, varios embases de tetrabrik  y varias revistas además de la caja de cartón, como delante de casa, tengo unos contenedores  subterráneos me dirigí a ellos y repartí toda la basura en su lugar correspondiente. Subí a mi casa y oí cómo alguien tiraba botellas en el contenedor correspondiente, era un chino que tiene un bar cerca de casa, yo conté más de treinta botellas, luego sacó embases e igual. No habían pasado ni 15 minutos de esto cuando oí un camión, llegó, sacó el contenedor de las botellas y lo volcó, con el ruido correspondiente de botellas rotas, luego hizo lo mismo con los embases, luego con el cartón y después con los orgánicos en sus correspondientes bolsas, muy finitas y hechas creo que con cáscara de patatas, al tirarlas encima se rompieron unas cuantas. El camión salió supongo que hacia otro grupo de contenedores o al centro de reciclaje.
¿A quién pretenden engañar? No vuelvo a reciclar, no voy a tener mi cocina llena de cubos de diferentes colores con la merma del espacio, ya de por sí reducido.
¿Se acuerdan cuando las botellas se recuperaban en las mismas tiendas? ¿Para quién es el negocio del reciclado? ¿Lo pagamos los de siempre? ¿Nos enteraremos al final de que nos toman el pelo en su beneficio?

Traigo también una pequeña historia real como la vida misma que quizás pueda abrir los ojos a algunos padres

EL CHOCOLATE 
(Pedro Fuentes)
Corrían los años 90, casi ya en el dos mil, cuando un día por la mañana llegó Luis a la oficina y le dijo a Ricardo: Vamos a tomar café, Ricardo se levantó y se fueron a la planta donde estaba instalada una cafetera de monedas, cuando se tomaban el café, Luis sacó una pastilla marrón de unos 8 centímetros por 6 y le dijo a Ricardo: ¿Sabes qué es esto? Sí, una pastilla de chocolate. ¡No!, no es porque la he probado y no sabe a chocolate. “No, hombre no, del que se fuma, resina de hachís, pregúntale a Juan, él entiende algo de esto, trabaja con chavales y supongo que algo sabe.
Juan, que en sus ratos libres se dedica a montar conciertos para jóvenes, ha comentado que alguna vez ha visto al hijo pequeño de Luis por los conciertos.  Está en su despacho, Luis y Ricardo entran en él, Luis saca la pastilla  y le pregunta: ¿Sabes qué es esto? Sí, contestó, es resina de hachís, pero está lavada, eso le ha quitado algo de calidad. ¿Dónde la encontraste? En el bolsillo de la camisa de mi hijo pequeño, la mujer la vio cuando la sacó de la lavadora, pero no puede ser, solamente tiene 14 años. Si no te lo crees, pregúntale Miguel, ese es un experto, le contestó Juan.
El tal Miguel, joven, de veinte  pocos años, en sus ratos libres toca la batería en un grupo heavy metal y trabaja de mecánico en la misma empresa. Fueron hacia él, lo encontraron en el taller, los tres se acercaron y Luis le espetó: Miguel, ¿Tú sabes qué es esto? Miguel cogió la pastilla con aire de curiosidad,  la olió, cortó un pequeño trozo, se lo puso en la boca, se lo pasó de un lado al otro como si fuese un enólogo y sentenció: Es resina de hachís, está lavado con agua fría, es de Marruecos, buena calidad, de la zona de Rissani, 4.000 pesetas la pastilla.
FIN
Quiero recordar a mis lectores que me pueden enviar pequeñas historias para incluir en este blog.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Ya comenté al principio de este blog que me gusta navegar, así que voy a ir incluyendo aspectos y aficiones mías para compartir con todos los que me leéis, hoy os voy a presentar a mi barco.

También quiero explicaros lo de “Noches sin luna”. Cuando en verano, después de cenar y estoy en el barco, me subo al “fly” (se llama “fly” a la cubierta superior del barco y con puesto de gobierno). Como esta palabreja en español quiere decir mosca o volar, o voladizo, yo cuando me refiera a esa parte la llamaré “mosca”. Y dejo volar la imaginación, es mi musa y el recuerdo para escribir, además de que si no es allí, la WIFI que tenemos no nos llega y funciona a pedales. Las noches de luna llena, no suelo escribir, porque esas noches aprovecho para vestirme de lobo e intentar morder al personal. Si no lo consigo, me dedico a meditar sobre cosas tan intrascendentes como ¿Quién soy? ¿De donde vengo? ¿A dónde voy?, Vamos, que me quedo dormido encima de la mosca y sueño nuevas historias para contaros.


 Ahora os dejo otro cuento, quería enviar unas fotos del barco pero no he sabido como, cuano aprenda ya las enviaré.


EL MENTALISTA
Hace unos cuantos años, unos 25 ó 28 años, mi hijo tocaba en una banda de música infantil y acudíamos a poblaciones cercanas para amenizar y hacer el pasacalles en fiestas populares, una mañana, nos tocó ir a una población cercana, donde se celebraba una fiesta como homenaje a las personas mayores de la localidad, era un pequeño pueblo lleno de encanto entre las provincias de Barcelona y Gerona pero de tierra a dentro, a unos 20 kilómetros de la costa.
Normalmente estos desplazamientos se realizaban en autobús, para evitar que hubiese algún problema con el traslado de unos cuarenta  músicos menores de 14 años, con ellos íbamos varios padres responsables de ellos.
Aquella mañana, cuando llegamos, nos presentamos ante la organización de la fiesta y dejamos a los chicos con ellos, allí, reunidos, antes  de empezar el pasacalle, los llevaros a tomar algo de desayuno, ya que luego había que acompañar a los ancianos homenajeados a misa y luego, después del pasacalles, normalmente había alguna actuación y después de un par de piezas de música, finalizaba la fiesta  para nuestros críos, los padres volvíamos a hacernos cargo de ellos, cogíamos el autobús y nos marchábamos.
Cuando los padres quedamos libres mientras empezaba la fiesta, nos fuimos andando a un bar que habíamos visto a la entrada del pueblo, que era muy pequeño, a desayunar. Justo cuando habíamos salido de la plaza Mayor, a unos cien metros de ella, un Citroen  gris paró a mi lado, iban dos personas, un hombre conduciendo y una mujer que consultaba un plano, en el asiento de detrás, pude ver varios planos desplegados más. La Sra. Que iba de copiloto me preguntó,  :  ”oiga, por favor, ¿Este es el pueblo que celebran una fiesta para los ancianos? Y que se llama “no sé qué”? . “Si”, le contesté. “¿Y dónde es? “Mire, siga por esa calle estrecha unos  cien metros, entrará en una plaza y verá al fondo un escenario, allí es” le volví a decir. “Menos mal, ya era hora” , me contestó quitándose un gran peso de encima.
Se hizo el pasacalle, fueron a misa con los ancianos, salieron de la iglesia y acompañaron a la comitiva a la plaza Mayor, hubo el discurso de rigor y empezó el espectáculo, el plato fuerte fue un mago y mentalista , hizo una actuación muy meritoria, en,  el colofón final pidió voluntarios para subir al escenario, entre ellos varios músico de los mayores, allí primero, su ayudante les pidió el carnet de identidad y les solicitó varios datos sin que el mago se enterase, la actuación del mago consistía en adivinar todos los datos que la ayudante le pedía a los voluntarios , incluidos nombres y datos de carnet que previamente había solicitado. Nada, ni un solo fallo, una actuación perfecta, a mi lado, uno de los padres que iban conmigo me dijo “¿No te gusta?” Le contesté  :  ” ¿Te has fijado que el mentalista es el conductor del coche que se habían perdido y que ni con mapas encontraban el pueblo?”.
Años más tarde una noche viendo la tele lo presentaron como el mejor mentalista de todos los tiempos.
 Sin comentarios.
F I N

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Mi primer blog

Bueno, éste es mi primer blog, aquí quiero plasmar mis ideas, mi humor, mis relatos, algo de la vida cotidiana, algunos relatos auténticos de la vida y otros que quizás los soñé.

Tengo 63 años, cuando en mi empresa me "prejubilaron" hace ya de eso 11 años, sentí que un mundo nuevo se abría ante mi, no tuve ningún trauma, me sentí libre para hacer muchas cosas que siempre quise hacer, entre ellas, me aficioné a la informática, viajo todo lo que puedo y navego.

He elegido como primer relato uno que se publicó en el blog de un gran amigo, "palabras inefables" ya sabes, aquellas palabras que no se pueden explicar con palabras. El relato se llama "El tiovivo" y como es muy entrañable para mi, os lo voy a contar, pero antes quiero llamar a este espacio:
Las historias del buho


EL  TIOVIVO
(Pedro Fuentes)

Esta historia ocurrió allá por mediados de los 50, en un pueblo de unos de unos 1.800 habitantes y que en aquellos tiempos vivía mayoritariamente de la agricultura y que estaba situado a unos 18 km de una capital de provincias pequeña, omito el nombre para que no sirva de escarnio entre las poblaciones cercanas.
El protagonista de este relato, se llama Anselmo, hijo de un agricultor, sus ideas no eran seguir viviendo toda la vida de un trabajo tan duro y sacrificado, por lo cual por su mente discurrían ideas para montar algún negocio.
Ocurrió que siendo las fiestas de la capital de la provincia, fue allí para divertirse. Dando vueltas por la feria, se paró delante de un tiovivo no muy grande, con sus caballitos que giraban y subían y bajaban al compás de una música llamativa y monótona pero alegre.
Anselmo vio que subían muchas personas, padres con niños, parejas y algún grupo de chicos y chicas. Casi cada vez el lleno era absoluto, miró el precio, lo multiplicó por las personas que subían, vio que muchos repetían, calculó lo que podían gastar de luz, en fin, preguntó, se informó del fabricante e incluso supo de alguno que se vendía de segunda mano, como tenía algunos ahorros pensó que con una financiación, al fin y al cabo, tenía tierras para poder ofrecer garantías, lo consultó con su padre, a éste no le supo muy bien, pero, Anselmo era su único hijo, él ya era mayor y pensó que mejor eso a que cansado del trabajo de agricultor, se marchase, además, si salía mal, quizás el dinero perdido le haría afianzarse más en el trabajo de la tierra.
Anselmo tenía hasta el sitio perfecto, casi al lado de la plaza Mayor, su abuelo les había dejado una casa ruinosa y que tenía el solar lo suficientemente grande para montar su feria particular, tiró lo que quedaba de ruinas, acondicionó el terreno, pidió los permisos y empezó los trámites de la compra del tiovivo, empezaría por uno de segunda mano, que le daban garantías y luego, según cómo fuese, quizás hasta podría ampliar el negocio.
La inauguración iba a ser a principios de Junio y como aquello, para el pueblo era un acontecimiento, Anselmo invitó a  todas “las fuerzas vivas” del pueblo, allí estaba el alcalde, el cabo de la guardia civil, el cura, el médico,  la maestra, la hija del farmacéutico, ya que éste está muy mayor y su hija ya ha acabado la carrera y lo va a sustituir al mando de la farmacia.

Eran las cinco de la tarde de un día muy caluroso para el tiempo que estaban, cuando todos ellos se reunieron en el solar que ya no aparecía yermo, una valla verde de madera lo rodeaba, una parte estaba plantada de césped y alrededor, por dentro de la valla, la madre de Anselmo había puesto su toque femenino plantando unas flores. 
Se había acercado al evento casi todo el pueblo, incluso algún vecino del pueblo de al lado, más pequeño pero que tenía una central  eléctrica que daba luz a  varios pueblos del contorno  y del cual dependían para la energía.
Para la inauguración, el alcalde, D. José diría primero unas palabras, luego pasaría D. Francisco el cura a bendecir las instalaciones, luego todas las  autoridades subirían a los caballitos y darían unas vueltas, para finalmente el público en general podría subir previo pago de la entrada correspondiente.
Los caballitos tenían alrededor un toldo que bajaba y cubría todo el tiovivo y lo protegía de las inclemencias del tiempo y que estaba echada hasta el discurso del Sr. Alcalde, éste, dirigiéndose a la concurrencia les habló de los años de progreso que esperaban a todas las poblaciones de España, gracias al  Caudillo que dirigía los destinos del país, Alabó  la actitud emprendedora que había llevado a Anselmo a ser precursor de la industria del pueblo y había abierto la puerta del turismo en aquella magnífica villa que él tenía el placer de dirigir. Al grito de Viva Franco y arriba España, Anselmo que sujetaba las cuerdas del toldo, tiró de ellas y  lo subió, dejando al descubierto el tiovivo resplandeciente, con unas barras que brillaban con el sol de la tarde y unos caballos de todos los colores.
El señor cura, un orondo personaje de unos cincuenta y cinco años de edad, se acercó al tiovivo, le hizo señas aun monaguillo escuálido de unos 14 años y éste le acercó la estola que se puso encima del alba que ya llevaba, el monaguillo sujetó el acetre con su mano izquierda y le acercó D. Francisco el hisopo, éste lo cogió, lo introdujo en el recipiente y sacudiéndolo sobre los caballitos dijo: in nomine patri et fili……   cuando hubo terminado, Anselmo pidió a los presentes que se subiesen para dar una vuelta de honor.
D. José, el alcalde, con buen criterio dijo a Anselmo y a los demás invitados: Yo creo que no es conveniente que subamos, delante de todo el pueblo, me parece que seremos pasto de las risotadas del personal. Todos asintieron menos el monaguillo que se aferraba al cura y que estaba viendo que iba a perderse lo mejor. Anselmo, hombre de negocios y de mundo, viendo que se le terminaría el acto en un momento contestó: No, Sr Alcalde, está todo previsto, como han visto Uds. Hay un  toldo que cubre todo el artilugio, así que cuando ustedes estén en la plataforma, yo bajaré el toldo, suben a los caballitos y cuando hayan dado unas vueltas, cuando bajen, subiremos de nuevo el toldo y haremos que la gente aplauda. Bueno, si es así, sea por el progreso, dijo el Alcalde y todos asintieron, menos el monaguillo que quería pasar lo más desapercibido posible no fuese a quedarse en tierra.
Todos subieron a la plataforma, bajó el toldo y se subieron a los caballitos, primero el alcalde, luego el sacerdote, a continuación el cabo de la guardia civil, la farmacéutica, a quien gustaba el médico, joven, recién llegado al pueblo, se subió delante de él tomando pose de experta amazona, después se montó la joven maestra, también recién llegada y en su primer año en el cargo, subió luego el monaguillo, con los bártulos de la bendición y procurando que no se le viese.
A la voz de adelante, dicha por el cabo, que ya había visto al monaguillo y al que estuvo a punto de descabalgar pero no le dio tiempo, el tiovivo se puso en marcha.
Había dado el artilugio siete vueltas, cuando Anselmo oyó la débil voz del alcalde que decía:  ¡Anselmo!, ¡ya vale!  Anselmo, presto a obedecer la orden, se acercó a la palanca del freno, quizás por los nervios, a lo peor por una mala instalación, se quedó con el hierro en las manos y aquello no frenó, se dirigió a donde estaba el interruptor general y no lo encontró, eso fue porque con las prisas del montaje y por falta de luz habían hecho un tendido provisional y directo. Nadie había para dar órdenes, las personas que lo habrían podido hacer estaban todas atrapadas en un aparato que a falta de freno, la inercia iba acelerando. Ya llevaban como unas treinta vueltas cuando se oyó al cura que gritaba “¡por Dios!, ¡que paren esto!”.  A la vuelta cuarenta el Guardia Civil gritó “¡¡Paren esto o fusilo a alguien!!”.
Anselmo, desesperado, sudando, manchado de grasa, no sabía qué hacer, a punto del llanto oyó a su padre que le dijo; Coge el Land Rover y vete a la central y que corten la luz. Anselmo una vez más se tuvo que rendir a la sabiduría de su padre. Cogió el coche  y salió a lo que daba de sí. Pasaban de las cien vueltas cuando llegó a dar la orden de corte de energía eléctrica, luego, a la misma velocidad, bajó para poder subir la lona.
Cuando al fin izó el toldo, el espectáculo fue dantesco, El Sr. Alcalde estaba a los pies de su caballito vomitando, el cura se encontraba arrodillado sobre los talones, detrás de su caballo, rezando y llorando, el cabo se mantenía erguido sujetándose a la barra de su caballo, en sus pantalones se notaba que sus esfínteres no le obedecían, el médico, bastante desmejorado,  arrodillado al lado de la farmacéutica que estaba tendida y desmayada, le daba aire, la maestra, fiel a su magisterio se había abrazado al  del caballo, estaba medio inconsciente pero enseñando todo su muslamen, por cierto digno de ver. El único jinete que se encontraba erguido era Ricardito el monaguillo que se estaba echando un trago largo de agua bendita.
El pueblo, pese a los años pasados sigue riendo. Anselmo no ha vuelto de Alemania ni de vacaciones, la farmacéutica se casó con el médico, al cura lo enviaron a otro pueblo, el cabo solicitó traslado, el alcalde se retiró de la política y vive de las rentas, la maestra se casó con un rico terrateniente del pueblo de al lado. Ricardito se fue a Madrid a estudiar y no se sabe gran cosa de él.
FIN