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miércoles, 14 de septiembre de 2011

Esta noche, después de cenar, he bajado la basura, una bolsa para la orgánica, una caja de cartón con tres botellas, varios embases de tetrabrik  y varias revistas además de la caja de cartón, como delante de casa, tengo unos contenedores  subterráneos me dirigí a ellos y repartí toda la basura en su lugar correspondiente. Subí a mi casa y oí cómo alguien tiraba botellas en el contenedor correspondiente, era un chino que tiene un bar cerca de casa, yo conté más de treinta botellas, luego sacó embases e igual. No habían pasado ni 15 minutos de esto cuando oí un camión, llegó, sacó el contenedor de las botellas y lo volcó, con el ruido correspondiente de botellas rotas, luego hizo lo mismo con los embases, luego con el cartón y después con los orgánicos en sus correspondientes bolsas, muy finitas y hechas creo que con cáscara de patatas, al tirarlas encima se rompieron unas cuantas. El camión salió supongo que hacia otro grupo de contenedores o al centro de reciclaje.
¿A quién pretenden engañar? No vuelvo a reciclar, no voy a tener mi cocina llena de cubos de diferentes colores con la merma del espacio, ya de por sí reducido.
¿Se acuerdan cuando las botellas se recuperaban en las mismas tiendas? ¿Para quién es el negocio del reciclado? ¿Lo pagamos los de siempre? ¿Nos enteraremos al final de que nos toman el pelo en su beneficio?

Traigo también una pequeña historia real como la vida misma que quizás pueda abrir los ojos a algunos padres

EL CHOCOLATE 
(Pedro Fuentes)
Corrían los años 90, casi ya en el dos mil, cuando un día por la mañana llegó Luis a la oficina y le dijo a Ricardo: Vamos a tomar café, Ricardo se levantó y se fueron a la planta donde estaba instalada una cafetera de monedas, cuando se tomaban el café, Luis sacó una pastilla marrón de unos 8 centímetros por 6 y le dijo a Ricardo: ¿Sabes qué es esto? Sí, una pastilla de chocolate. ¡No!, no es porque la he probado y no sabe a chocolate. “No, hombre no, del que se fuma, resina de hachís, pregúntale a Juan, él entiende algo de esto, trabaja con chavales y supongo que algo sabe.
Juan, que en sus ratos libres se dedica a montar conciertos para jóvenes, ha comentado que alguna vez ha visto al hijo pequeño de Luis por los conciertos.  Está en su despacho, Luis y Ricardo entran en él, Luis saca la pastilla  y le pregunta: ¿Sabes qué es esto? Sí, contestó, es resina de hachís, pero está lavada, eso le ha quitado algo de calidad. ¿Dónde la encontraste? En el bolsillo de la camisa de mi hijo pequeño, la mujer la vio cuando la sacó de la lavadora, pero no puede ser, solamente tiene 14 años. Si no te lo crees, pregúntale Miguel, ese es un experto, le contestó Juan.
El tal Miguel, joven, de veinte  pocos años, en sus ratos libres toca la batería en un grupo heavy metal y trabaja de mecánico en la misma empresa. Fueron hacia él, lo encontraron en el taller, los tres se acercaron y Luis le espetó: Miguel, ¿Tú sabes qué es esto? Miguel cogió la pastilla con aire de curiosidad,  la olió, cortó un pequeño trozo, se lo puso en la boca, se lo pasó de un lado al otro como si fuese un enólogo y sentenció: Es resina de hachís, está lavado con agua fría, es de Marruecos, buena calidad, de la zona de Rissani, 4.000 pesetas la pastilla.
FIN
Quiero recordar a mis lectores que me pueden enviar pequeñas historias para incluir en este blog.

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