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jueves, 22 de diciembre de 2011

FELIZ NAVIDAD

NAVIDAD  2011

No iba a publicar nada por Navidad porque no quería caer en los clásicos tópicos de las historias de estas fechas, al fin he decidido que sí, que publicaré una de un viejo conocido, su historia es simple, sencilla, modesta, evita las grandes superficies, las compras compulsivas, los “vuelve a casa por navidad” las grandes cenas y comidas a base de besugos, mariscos, pavos, vinos, cavas y ...……. los grandes deseos hasta el 2 de Enero.
                                                             Feliz Navidad para todos.


La historia de hoy también es real, la transcribió un viejo conocido que conoció al protagonista por las historias que le contó su madre.

Pero antes de la historia, quiero daros un correo electrónico para el que quiera contestarme o enviarme "su" historia para publicar, el correo es fuentespedro@hotmail.es me interesa también saber desde dónde se me lee y si le gustan las historias. No es una encuesta, que estas no las contesta nadie.

Y ahora la historia de hoy.

¿OTRA NAVIDAD?
(Lucas)

Por aquellos días se promulgó un edicto de César Augusto, mandando empadronar a todo el mundo. Este fue el primer empadronamiento hecho por Cirino, gobernador de la Siria; y todos iban a empadronarse cada cual a la ciudad de su estirpe.
José,  pues, como era de la casa y familia de David, vino desde Nazaret, ciudad de Galilea, a la ciudad de David, llamada Belén en Judea, para empadronarse con María, su esposa, la cual estaba encinta. Y sucedió que hallándose allí, le llegó la hora del parto. Y dio a luz a su hijo primogénito, y envolvió le en pañales, y recostó le en un pesebre: porque no hubo lugar para ellos en el mesón.
Estaban velando aquellos contornos unos pastores, y haciendo centinela de noche sobre su grey. Cuando de improviso un ángel del Señor apareció junto a ellos, y cercolos con su resplandor una luz divina, la cual les llenó de sumo temor. Díjoles entonces el  ángel: No tenéis que temer, pues vengo a daros una nueva de grandísimo gozo para todo el pueblo: y es que hoy os ha nacido en la ciudad de David, el salvador, que es el Cristo, el Señor nuestro. Y sirvaos de señal, que hallareis al Niño envuelto en pañales, y reclinado en un pesebre. Al punto mismo se dejó ver con el ángel un ejercito numeroso de la milicia celestial, alabando a Dios y diciendo: Gloria a Dios en lo alto de los cielos y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.
Luego que los ángeles se apartaron de ellos y volaron al cielo, los pastores se decían unos a otros: Vamos hasta Belén, y veremos este suceso prodigioso que acaba de suceder, y que el Señor nos ha manifestado. Vinieron pues a toda prisa: y hallaron a María y a José, y al Niño reclinado en un pesebre. Y viéndole se certificaron  de cuanto se les había dicho de este Niño. Y todos los que supieron el suceso se maravillaron; igualmente de lo que los pastores les habían contado. María conservaba todas estas cosas dentro de sí, ponderándolas en su corazón. En  fin, los pastores se volvieron, no cesando de alabar y glorificar a Dios por todas las cosas que habían oído y visto, según de antemano les había sido anunciado

sábado, 17 de diciembre de 2011

MENUDA NOCHE

MENUDA NOCHE
La historia de hoy es cortita, le ocurrió a mi mujer en 2008, a veces, cuando le doy a leer alguna de mis historias del más allá o de "al lado", según se mire, se acuerda de ésta, dice que le da “yuyo”. Creo que no es para tanto, cada uno es lo que cree y como dijo Calderón de la Barca en “La vida es sueño”.
                                               Sueña el pobre en su pobreza,
                                               Sueña el rico en su riqueza
                                               Que más cuidado le ofrece
                                               Sueña el que a medrar empieza,
                                               Sueña el que afana y pretende
                                               Y en el mundo en conclusión,
                                               Todos sueñan lo que son
                                               Aunque ninguno lo entiende.
La verdad es que a mí también según qué historia se me pone la carne de gallina, normalmente transcribo lo que me cuentan. Pero a veces me cuentan cada cosa…….
No sabía qué publicar hoy, abrí la carpeta de “mis relatos” en el PC y salió ésta, espero que os guste y no os deje mal sabor de boca.
Aprovecho este blog para
“FELICITAROS LA NAVIDAD Y QUE TENGAIS UN PROSPERO AÑO 2.012”
Pese a la crisis y a las malas perspectivas. Acordaos de que el dinero no lo es todo y no hay oro en el mundo para comprar unos kilos de felicidad.          
                     MENUDA NOCHE                

                                                                        (Pedro Fuentes)

Mayo de 2008, mi mujer enfermó de neumonía y tuvo que estar en el hospital durante más de una semana, estaba en una habitación doble de la cuarta planta, ella en la cama del lado de la puerta. Al lado de la ventana, había una señora de 94 años, toda una señora, solamente una vez la vi de pie, era alta, delgada, andaba estirada y tenía ademanes firmes pero delicados. La cabeza la tenía bien, con una lucidez perfecta para su edad.
Venían a visitarla sus dos hijas, sus yernos y algún nieto de unos veintitantos años. Uno de los yernos, el más bajo, era todo amabilidad, muy cordial, atendía a su suegra como un hijo, su esposa no podía venir mucho porque tenía un negocio. El otro era alto, estirado,  más seco y no hablaba con nadie.
La señora Leonor, que así se llamaba la enferma, no daba mucha lata, se pasaba el día sentada en el sillón, entre la cama y la ventana. Para contrarrestar la claridad que entraba, siempre tenía puestas unas gafas de sol Ray Band.
Mi mujer, una vez pasados los primeros días y estabilizada, no quería que me quedase por la noche porque era dormir en un sillón y además había que ir a casa, a unos quince minutos, para sacar y dar de comer a la perrita que tenemos, así que yo, a eso de las nueve o las diez, dejaba a la mujer cenada y acostada y me iba.
Una noche, a eso de las nueve, cuando estaban sus dos yernos y un nieto con ella, preguntó: ¿Quién se va a quedar esta noche?
El más alto dijo: Yo, que quedaré yo, Antonio tiene que ir a Barcelona mañana y tiene que madrugar.
No, tú no te quedes esta noche, que va a haber jaleo, por lo menos no te quedes solo, “le he visto pasar por el pasillo buscando a alguien”. Esta noche va a haber mucho jaleo.
Eduardo, el más alto le dijo: ¿Qué dice, abuela? Me quedaré yo y no pasará nada.
A las diez de la noche se fueron Antonio y su hijo. Eduardo se acomodó en el sillón y le dijo a la abuela: No pasará nada, la doctora dice que está mejor, así que cuando salga iremos al campo a hacer una costillada, iremos todos para celebrar su salida, además, nos tiene que invitar a algo, que ha sido su cumpleaños y todavía no lo hemos celebrado.
Cuando yo me fui a casa, la señora seguía diciendo cosas como:”No entres, pasa de largo, te veo y no voy a ir contigo”.
Mi mujer detrás de la cortina que separa las camas, se tapó la cabeza con las sábanas y la almohada e intentó dormir.
Entre sueños oía a Eduardo contándole todo lo que harían cuando saliesen. La abuela decía incongruencias.
A eso de las cinco de la mañana, llamó a su yerno, que ya había conseguido dormirse y le dijo, llama a la enfermera y que me proteja.
Eduardo se levantó y en lugar de tocar el timbre salió a buscar a la enfermera, entraron los dos en la habitación y la Sra. Leonor dijo: Por favor, decidle que se vaya, que está sentado a los pies de la cama.
La enfermera le puso por vía un sedante a base de morfina y salió, llamó a otra compañera y entre las dos se llevaros de la habitación a mi esposa y todas sus cosas.
A las siete de la mañana sacaron a la Sra. Leonor a un cuartito de la planta hasta que llegaran los servicios funerarios.
Cuando yo llegué, a eso de las ocho le dije a la doctora: Por favor le ¿Podría dar un calmante a mi esposa?
¡Sin comentarios!          
FIN

sábado, 10 de diciembre de 2011

Me llama María

Hoy os voy a relatar una historia de los años sesenta, es una de las historias de Ricardo, no tienen orden cronológico.
Ricardo y yo somos muy buenos amigos.
Es una persona de esas a las que todos quisiéramos conocer, en la pubertad y juventud fuimos grandes amigos, luego nuestros caminos se separaron,  siempre fue un bohemio y solitario, creo que es la única persona que conozco que es capaz de vivir completamente solo durante años sin necesidad de hablar con nadie.
Después de muchos años coincidimos por la misma zona y con las mismas aficiones, la mar, Ricardo tiene un bonito velero de dos palos, un ketch yo un trawler.
Coincidimos en el puerto, cuando él está, porque se dedica a hacer chárter, en las noches de verano, nos reunimos en su barco o en el mío, a charlar y tomar una copa, mi mujer piensa que estamos un poco locos, porque muchas veces nos da el amanecer, es entonces cuando Ricardo me cuenta sus aventuras y yo las plasmo, con su consentimiento en el papel y las publico en el blog, muchas veces pienso que no son reales, pero de algunas de ellas he sido testigo. Juro que cuando estamos charlando y me cuenta sus historias, en el barco, ni fumamos ninguna cosa rara ni bebemos, salvo dos deditos de whisky o una limonada con gin de Menorca. Cuando Ricardo me cuenta sus historias, se transforma y  me gustaría saber transcribir al cien por cien sus pensamientos. ¿Qué no son reales? Yo no lo sé.
A veces recuerdo los cuentos y narraciones de Edgar Alan Poe, del que soy un gran admirador, ¿Eran reales? Dicen que eran fruto de su alcoholismo o incluso de los ataques de delirium tremens, pero en su mente fueron reales, tanto que le llevaron a la muerte. A Ricardo no lo he visto bebido nunca, salvo un poco “alegre” en los años mozos.
Quiero avisar a los lectores que los “viajes astrales” no se deben realizar sin el consejo y la dirección de personas expertas.
Y ahora la historia de hoy.
ME LLAMA MARIA
(Pedro Fuentes)


Ricardo tenía unos 16 años cuando conoció a su primer amor, se llamaba Enriqueta y  había terminado el bachillerato elemental. Estaba preparando el ingreso en la Escuela de Magisterio. En los años sesenta ese era el proceder. Después tres años de carrera y si  eras aplicado podías salir de maestro a los dieciocho años, luego no hacía falta oposición, si querías ejercer como Maestro Nacional entrabas en la bolsa de trabajo y según puntuación, solicitabas una plaza de las que quedaban vacantes en el territorio nacional.
Se conocieron de casualidad en un “guateque” en casa de un amigo de Ricardo. Desde el primer momento se gustaron.
Al salir de la casa, ya a las nueve de la noche, en una noche fría del invierno de Madrid, Ricardo le dijo a Enriqueta si le podía acompañar, ella asintió y se dirigieron andando desde la plaza del Conde del Valle de Suchil, donde vivía el amigo. Subieron a Fernando el Católico y salieron a S. Bernardo y luego a la Glorieta de Quevedo para luego subir por la calle Eloy Gonzalo hasta Juan de Austria, donde vivía Enriqueta, al lado de Hermandades del Trabajo y muy cerca del Mercado de Olavide.
A los cuatro o cinco días de salir con los amigos y asistir a algún “guateque” más, se separaron un poco del grupo y empezaron a verse entre semana algún rato, cuando los estudios se lo permitían, ella con Magisterio, en la calle Ríos Rosas y él con el selectivo de Peritaje Industrial, en Embajadores.
Pronto empezaron también a reunirse para estudiar juntos. Allí se vio la vocación de Enriqueta, con sus métodos de estudio y su disciplina obligaba a Ricardo, que se veía acabando la carrera antes por la obligación de estudiar a la que era sometido.
Al poco tiempo descubrieron algo extraño, entre los dos parecían los polos positivo y negativo de una energía extraña. Cuando estaban juntos, vieron que tenían un enorme poder, oían conversaciones, adivinaban el pensamiento de las personas que estaban a su alrededor, veían imágenes de cosas que luego ocurrían, se empezaron a dar cuenta de que algunas veces las personas de la cafetería donde se reunían a estudiar, en la glorieta de Iglesias , les contaban y decían cosas que “ya sabían”, era un poder extraño que al principio les hizo gracia y aprovecharon sin darse cuenta de que no debían hacerlo, pero el caso era que luego, por separado no ocurría nada de todo esto.
En aquellos tiempos la juventud no tenía gran poder económico. Cuando no había sino lo justo para pagarse unos cafés, sin saber cómo llegaba el dueño de la cafetería o algún cliente habitual y los invitaba, incluso a chocolate con churros, especialidad de la casa.
 En la cafetería de al lado, más lujosa, había un señor mayor, que vendía tabaco, cerillas, fichas para el teléfono público, etc.. Ellos, le compraban el tabaco  y cuando económicamente andaban mal, tres pesetas de “Bisonte”, cinco cigarrillos que se repartían, si la situación era peor, compraban 2 pesetas de “Antillana”, también cinco cigarrillos pero negro y sin filtro. Bueno, pues en esos malos momentos económicos de la pareja, Rosendo, el cerillero les llegó a regalar hasta un paquete de “Chester”.
Ricardo vivía en casa de su hermana que lo había recogido cuando llegó a Madrid para  estudiar,  no tenía más familia, ella estaba casada con un buen hombre que se pasaba la vida trabajando, no tenían hijos y se ocuparon de Ricardo, le dieron casa, estudios y familia. No iban sobrados, tampoco pasaban estrecheces, pero Ricardo era prudente en ese sentido y muchas veces por no pedir dinero hacía algún trabajo esporádico o se pegaba largas caminatas para ahorrar el dinero que le daban para transporte.
Enriqueta no conocía a su madre, había muerto cuando tenía dos años y su hermana mayor, Luisa, cuatro, su padre se había vuelto a casar y las niñas, entonces de 3 y 5, no se llevaban bien con la madrastra ni ella con las niñas. Para su padre eran dos ángeles, pero era un industrial que trabajaba más de dieciséis horas al día y rara vez veía a sus hijas salvo el domingo.
En aquellos tiempos, Ricardo estaba bastante interesado por todo lo esotérico, no es que fuese un ferviente seguidor, pero había leído mucho sobre el tema y últimamente leía a Lobsang Rampa, hasta entonces Lama y luego al parecer un fraude para vender libros. A Ricardo le subyugó el tema de los viajes astrales y juntamente con Enriqueta trataban de aprender las técnicas.
 D. Ramón, el padre de Enriqueta, decían que tenía poderes extra sensoriales y se le conocían algunos hechos de predicciones, Ricardo, que trabó amistad con él, había sido testigo en la pequeña fábrica de piezas de automóvil de su propiedad. Una vez incluso mandó a una operaria a su casa para que se preparase porque le tendrían que operar. A las 8 horas era internada en un hospital con un ataque de apendicitis.
Una noche, Ricardo en su casa, ya en la cama se dedicó a sus ejercicios de relajación y concentración, intentando poner en práctica los “viajes astrales”, tanto por lo que había leído en algunas publicaciones, difíciles de encontrar en aquellos tiempos en España, así como lo que explicaba Logsam Rampa en su libro “El cordón de plata”. La fórmula era la siguientes: Acostado encima de la cama, con los pies unidos por el interior, los brazos pegados al cuerpo hasta los codos, los antebrazos sobre el cuerpo hasta unir la punta de todos los dedos de una mano con su par de la otra, inspirar profundamente por la nariz soltando el aire lentamente por la boca intentando vaciar al máximo los pulmones. Estos ejercicios respiratorios hay que repetirlos durante todo el tiempo, luego, imaginarse que estamos situados en medio de la frente, a la altura del entrecejo, donde está situado el “tercer ojo”. Mirando hacia abajo, “ver” los dedos de los pies e ir subiendo hacia arriba, notando como las sensaciones van desapareciendo y van desconectando, hasta llegar a la frente, dejando al cuerpo insensible y totalmente desconectando, entonces se produce el despegue y vemos cómo flotamos y el cuerpo se queda inerte encima de la cama, y lo “vemos” entonces nos vamos desplazando por la habitación. Cuando tenemos una cierta práctica, salimos por el resto de la casa, luego, con la experiencia, saldremos de la casa e iremos recorriendo los alrededores, reconociendo muy bien el camino para poder volver siguiendo el “cordón de plata” que nos une al cuerpo yacente. 
Estaba ya Ricardo “viajando” en dirección a casa a de Enriqueta, con la que había “quedado” en el recorrido para ver si era posible, cuando se dio cuenta de que no podía seguir, que alguna fuerza extraña tiraba desde atrás por el “cordón”, y por más fuerza que hacía, la resistencia era mayor, hasta tal punto que decidió abandonarse y dejarse guiar. Al fin llegó a un parque, le pareció que pasaba por encima del Estanque del Retiro, pero lo vio en blanco y negro, como en tiempos pasados, luego, después de pasar algunos parterres, entró en una glorieta bordeada por unos bancos antiguos, en uno de ellos había una señora joven, extremadamente delgada, vestida con un camisón, blanco con puntillas en el cuello y en las mangas, su cara era cadavérica y las cuencas de los ojos parecían vacías, con unas grandes ojeras, lo llamó con la mano y le dijo: Ricardo, ven y siéntate a mi lado. ¿Quién eres? Le preguntó Ricardo.
Me llamo María y soy la madre de Enriqueta, he venido a avisarte, no podéis usar los poderes que tenéis para vuestro provecho, ahora sois jóvenes y no lo comprendéis, de todas formas, los dos unidos podéis ser muy peligrosos, podríais sin querer destruiros, ahora vete y dile a Ramón que tenga cuidado, que ahora su fábrica va bien pero las gentes para las que trabaja se van a hundir y pueden arrastrarlo a él, ahora vete y cuéntaselo a Enriqueta.
Ricardo se dejó arrastrar por el “cordón de plata” y despertó en su cama recordándolo todo perfectamente.
La tarde siguiente, Ricardo fue a recoger a Enriqueta a la Escuela de Magisterio porque tenía clase por la tarde, decidieron ir andando, salieron a Cea Bermúdez y subieron por allí hasta Bravo Murillo, por donde bajaron hasta la glorieta de Iglesias, una vez allí entraron en la cafetería churrería a tomar un café y charlar un rato. Ricardo le contó a Enriqueta lo de la noche anterior, ésta, sorprendida le dijo. ¿Sabes que yo solamente he visto una foto de mi madre?.  Era en el Retiro, ya cuando estaba muy enferma, pero era con un vestido y una rebeca, pero ya estaba muy delgada, se la descubrí a mi padre en la mesa del despacho que tiene en casa, se dejó la llave de los cajones puesta y le estuve revolviendo, luego, cuando vallamos a casa, subes y mientras yo entretengo a Adela, tú le explicas lo que te pasó a mi padre.
Así lo hicieron. Cuando Ricardo le explicó todo al padre de Enriqueta, éste se quedó lívido, abrió un cajón, sacó una foto y se la entregó a Ricardo, la miró y dijo: Si, es ella, pero vestía un camisón blanco con encajes. Ese camisón que tú dices, se lo compré un mes antes de morir y le gustó mucho, me hizo prometer que la enterraría con él. En cuanto al trabajo, es correcto, la cosa no anda nada bien, la fábrica matriz está al borde de la suspensión de pago, si cae, me deben tantos pedidos que me dejarán en la ruina y ellos son los principales clientes, para reconvertirlo todo, hace falta tanto dinero que tememos que sería la ruina no solo para mí sino para muchos del sector, pero te pido por favor que no comentes esto con las niñas ni con  Adela.
Quince días después, D. Ramón se arruinó, mal vendió lo que pudo salvar y con algo de dinero que tenía ahorrado se dedicó a otros negocios y salió adelante. Enriqueta y Ricardo se fueron dando cuenta de que cada vez se adentraban más y más en un mundo lleno de sensaciones desconocidas, se les hacía muy grande conocer los hechos antes de que ocurrieran, además, cada vez terminaban más agotados por el esfuerzo mental que realizaban. Acudieron a un jesuita antiguo profesor de Ricardo, el padre Lázaro. Este, gran aficionado y estudioso del tema, les aconsejó que como ya se acercaba el verano y Enriqueta se iba fuera a hacer el Servicio Social, aprovecharan para no verse ni estar en contacto para estudiar qué pasaba.
Al regreso del verano, se encontraron de nuevo, habían pasado todo el verano sin agobios ni premoniciones, de mutuo acuerdo decidieron seguir cada uno por su lado.
Muchos años después, se encontraron por casualidad, hablaron de sus vidas y del pasado, no tuvieron ninguna sensación extraña ni la habían tenido desde que se separaron.
Se despidieron como amigos.
FIN

viernes, 2 de diciembre de 2011

LA HERENCIA

Hola, amigos, hoy os voy a contar una historia no muy larga, pero sí con su pizquita de humor, espero que os guste, hasta Navidad voy a contaros unas cuantas cosas, luego, en Navidad pararé porque nos vamos de vacaciones a Canarias, a pasar el fin de año calentitos. Y luego, cuando vuelva, empezaremos por el capítulo I de la segunda parte de ElViaje que se llama ¡¡Tachín Tachín!! "En busca de la puerta del infierno", vamos que el titulito promete acción y emociones y además, os adelanto que para primavera se publicará "El Viaje III" con más emociones y aventuras.

Y antes del relato, un saludo para Georgina, que desde Bremerhaven (Alemania) sigue este blog.
Podeis seguir un blog de Georgina, "El viaje de tortuga" a través de este si lo pinchais en seguidores, os gustará su extraordinaria aventura.

Y ahora la historia de hoy.

LA HERENCIA
(Pedro Fuentes)
CAPITULO I
Don Cipriano cumplió los 86 años cuando por primera vez en la vida se sintió mal, algo no andaba bien en su interior, no era un hipocondriaco, vio que no tiraba, que se cansaba, le faltaba el aire y sentía una presión en el pecho, así que como vivía solo y además no tenía más familiar que un sobrino segundo, hijo de su primo hermano por parte de padre, decidió llamarlo para decirle que había avisado al portero para que por favor le acompañase a urgencias del hospital de la Seguridad Social, que no estaba muy lejos, le dijo que por favor le acompañase por lo que le dijese el médico.
El señor Cipriano era soltero, toda la vida trabajó de funcionario, persona culta y estudiosa, su único vicio era la lectura, de vez en cuando iba al cine y al bar del hogar del jubilado, allí, además de tomar un cortado, jugaba unas partidas de billar francés con algún antiguo compañero de la Delegación de Hacienda, donde trabajó toda su vida.
Leandro llegó a urgencias justo cuando la enfermera llamaba a Cipriano a la consulta. Quiso pasar con su tío pero la enfermera le dijo que no, que primero entraba solo y si acaso lo avisarían luego.
Dos largas horas después, por los altavoces lo llamaron, primero vio a su tío que le dijo que se encontraba bien pero cansado, luego un médico lo llamó y entraron ambos en un pequeño despacho, allí el doctor sin rodeos le dijo: Su tío ha tenido un infarto de miocardio, esto quiere decir que por un espacio de tiempo más o menos prolongado, ha tenido falta de oxígeno por el bloqueo del flujo sanguíneo hacia el músculo cardiaco. Esto puede ser motivado por una serie de factores, como el colesterol elevado, el consumo de bebidas alcohólicas, una vida sedentaria, o hereditario, por lo que me ha dicho su tío, de la vida ordenada que lleva, seguramente será hereditaria o que al vivir solo, la cuestión alimentaria no sea tan ordenada como él cree. Todo esto será motivo de estudio por el especialista cardiólogo al que le voy a enviar. A partir de ahora, tendrá que llevar una vida más ordenada, andar mucho, no fumar, nada de beber, nada de ejercicios exagerados, una vida reposada y tranquila.
Mi tío vive solo, ¿Usted cree que sería conveniente que viviese con nosotros o en una residencia, o quizás ponerle alguien que lo cuide? Preguntó Leandro.
Una de las tres cosas antes que estar solo, pero la ideal es que viviese con su familia, no es que esté grave, pero si se volviese a repetir el ataque, si está solo podría ser fatal, contestó el doctor.
¿Cree conveniente que conozca su estado?
No tiene importancia, sí es conveniente que sepa que se tiene que cuidar, pero sin decirle la gravedad de la situación, deben decirle las cosas pero sin darle disgustos. Le voy a hacer un informe para su médico de familia y la recomendación para que le envíen al especialista en cardiología, hasta entonces, le recetaré unas pastillas que debe tomar. Esta vez ha sido un ataque leve y cogido muy a tiempo, lo dejaremos en planta uno o dos días para ver cómo reacciona y luego lo enviaremos a casa, mientras tanto pueden irlo preparando. ¿Qué harán luego?
Creo que nos lo llevaremos a casa, tengo dos habitaciones libres desde que dos de mis hijos se han casado, pero antes lo hablaré con mi mujer y mi otro hijo que ya tiene 23 años.
CAPITULO II
A los tres días, don Cipriano se fue a vivir a casa de su sobrino nieto. Leandro y su hijo se encargaron de recoger de su piso las cosas que el anciano quería tener a mano y la ropa que él deseaba, como la habitación que le asignaron, era bastante amplia, le llevaron también el televisor, un equipo de música y los libros que dijo.
Leandro y su mujer, Rosario, pronto hablaron seriamente con su tío y le hicieron ver lo prudente que sería por su parte que hiciese testamento. D. Cipriano a su vez les dijo que de su pensión, aportaría una parte por sus gastos y que a la vez le buscasen una cuidadora, para cuando él quisiese salir e ir al cine, le acompañase, gasto que correría a cargo también de su pensión, que era holgada.
Todo se hizo y a la semana habían contratado por horas una señora de unos cincuenta años, de bastante buen ver y de nacionalidad cubana.
Al cabo de dos meses, en un plan urdido por los padres y el hijo, empezaron a llevarse los domingos a D. Cipriano a comer fuera, cada vez las comidas eran más apetitosas, el vino no faltaba, la copita “era digestiva”, Las veladas cada vez se alargaban más, poco rato pasaba el buen señor en su habitación, el hijo de Leandro, de veintitrés años, Alfredo, algún día lo “sacó” a pasear y lo enredó para llevárselo a una casa de mala reputación, “ya que comprendía que el abuelo tuviese sus necesidades” El hombre se refugió yendo al cine con su cuidadora Edelmira e incluso en lugar de unas horas paseaba cada tarde, iban al bar a tomar unas infusiones, fueron al teatro, pero cuando llegaba a casa, por las noches, las cenas eran opíparas y cada vez más tarde, luego los fines de semana había marcha para comidas y cenas en restaurantes, después, cada dos viernes por la noche el niño de la casa se lo llevaba a los lupanares.
CAPITULO III
A los siete meses, el abuelo falleció, tuvo un fuerte refriado y la lesión cardiaca, agravada por la subida de colesterol y la bajada de defensas, le jugaron una mala pasada. De hecho fue una muerte bastante digna. A la mañana siguiente su sobrina, cuando le llevó el desayuno, lo encontró muerto en la cama.
Después del entierro, a los quince días de llorar al abuelo amargamente, llamaron primero a Edelmira y le dijeron que como no la iban a necesitar más, en agradecimiento le pagarían una mensualidad como gratificación. Edelmira marchó con lágrimas en los ojos. Luego fueron el matrimonio y los tres hijos a la Notaría para declararse herederos legítimos.
El notario los recibió, les ofreció asiento y les dijo: Señores, siento comunicarles que el Sr. Cipriano, en vida hizo donación de todos sus bienes pasados y futuros a doña Edelmira Cienfuegos de nacionalidad cubana y me entregó una carta, en sobre cerrado para que se la entregase a Vds. Cuando reclamasen la herencia, aquí está, debidamente cerrada y lacrada, si me firman el recibí, con mucho gusto se la entregaré. Firmaron y el notario les dijo: les dejo solos en esta salita, por si quieren leer la carta en familia y en privado.
Leandro se sacó del bolsillo las gafas de cerca, rasgó el sobre, carraspeó un par de veces y leyó.
Mis queridísimos sobrinos:
Solamente cuatro letras para deciros que desde el primer momento me di cuenta de vuestras intenciones, me parece mal dejaros sin un céntimo ya que habéis hecho que mis últimos días estuviesen llenos de buena vida.
Cuando me di cuenta de todo, con Edelmira fui al médico, tomaba la medicación que me dabais para el corazón y las que me mandó el medico para el colesterol y para contrarrestar la “mala vida” que me hicisteis pasar, Edelmira me amó y cuidó como nadie lo había hecho, , hasta tal punto, que a ti, Alfredito, te diré que cuando me llevaste a aquellos sitios, yo pagaba otra vez a las señoritas para no hacer nada pero que luego te dijeran a ti lo bien que había ido todo, y lo hacía por respeto y amor a Edelmira, así que decidí haceros esta mala pasada.
Otra noticia, Edelmira y yo nos casamos. Todavía estoy oyendo cuando me dijo “Sí, mi amol”.
FIN