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viernes, 6 de julio de 2012

¡¡¡OH PARIS, PARIS!!!

Viernes, otro viernes otro capítulo, creo que os gustará.
Yo sigo embarcado y por eso no puedo publicar cuando quiero sino cuando puedo.
Un saludo a mtodos los lectores y ahora:

LA PRIMERA VEZ QUE VI PARIS
CAPITULO  II

(Pedro Fuentes)

La gran sorpresa fue que hizo entrar a Alejandro en el 2 caballos  y le dijo: Alexander. Vous le saves Paris?
No, París no lo conozco.
Eh bien, ce soir nous allons à Paris. La nuit est belle.
Parfait, avec vous à la fin du monde. Dijo Alejandro que ya empezaba a defenderse con el francés.
Cuando sales de Chartres por la A11, ya empiezas a ver por qué a Paris la llaman la ciudad de la luz, a medida que vas haciendo los 91 km que hay de distancia, entre las ciudades  ves  como crece la iluminación.
Dejaron a la derecha Versalles y entraron en París. Era todavía temprano, las diez y media de la noche de primeros de Julio. Entraron por el sur oeste y se encontraron con el Sena, siguieron por la Av. De Versalles y fueron a salir directamente a les Champ du Mars y la torre Eiffel, la bordearon de izquierda a derecha y al momento se encontraron en Montparnasse.
Dieron la vuelta y fueron hacia Montmartre, allí buscaron un parquin y dejaron el coche, vieron el Sacré Cour y luego se dedicaron a callejear  por Pigalle. Entraron a algún que otro local cantaron, se rieron y ya de madrugada, cansados, pero felices y contentos fueron a coger el coche, antes de entrar en él, Alejandro cogió a Jeanette por la cintura, la atrajo hacia él y la besó apasionadamente.
Llegaron a Chartres cuando empezaba a amanecer, tuvieron el tiempo justo de ducharse y Alejandro empezó a despertar a su grupo porque tenían que ir a ensayar.
El día trascurrió con normalidad, Jeanette y Alejandro seguían aprovechando los ratos libre para estar juntos, durante la actuación del día se sentaron en el teatro, en una de las últimas filas y durmieron un par de horas.
Al día siguiente salieron rumbo a Chátelguyon, un pequeño pueblecito al norte de Clermont Ferran, pasaron por Orleans y Bourges, Jeanette dejó el coche en Chartres, lo recogería a la vuelta, ya que el grupo de danza se despediría después de dos actuaciones en Chátelguyon y otro pueblecito.
Los alojaron en un colegio de alta montaña también con habitaciones tipo celdas, pero en éste las mujeres estaban en el primer piso y los hombres en el segundo, en la planta baja estaban todos los servicios de comedores, cocinas, aulas y despachos. Aquella tarde, cuando los grupos estaban ensayando en el teatro, al aire libre, Alejandro bajó de su habitación a buscar a Jeanette para salir a pasear, cuando llegó a su habitación, ella estiró de él y allí, sin ni siquiera pensárselo, se entregaron el uno en los brazos del otro.
El día siguiente, aprovechando la actuación, todo fue más calculado y relajante.
A la mañana siguiente se despidieron, Alejandro volvía a España, Jeanette a Angers.
Alejandro le hizo apuntarle la dirección y teléfono en un papel y le prometió que arreglaría del todo lo de su divorcio y volvería a buscarla.
Cuando llegó a su casa, guardó el papel con sus cosas, arregló todo el papeleo y se buscó un piso para empezar una nueva vida.
Pasó un mes cuando ya estaba todo solucionado y por más que buscó no encontró el papel de los datos de Jeanette. Solamente tenía el nombre, la dirección y el teléfono.
Cogió una semana que le debían de vacaciones en el trabajo y se fue a Angers, es una ciudad de unos ciento cuarenta mil habitantes. Se la recorrió toda, de arriba abajo, paseó por las calles principales y por las que había pasado con Jeanette, bares, teatros, sabía que era profesora, preguntó por ella en todos los colegios y escuelas, nadie supo darle razón.
Regresó, pero cada vez que reunía más de dos días libres, marchaba a Angers, nada, parecía habérsela tragado la tierra, al final la buscó por Chartres, por París, por Chátelguyon, por todos los sitios por donde pasó con ella él la buscaba, nada, nadie le sabía dar razón.

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