Mi lista de blogs

jueves, 31 de enero de 2013

LA ABDUCCION DE FERNANDO

Hoy celebro la publicación número cien de relatos, es un gran día para mi, en un principio tenía prefijada una meta, un año de publicaciones, viendo que esto era posible, marqué otra, las cien publicaciones, ya está aquí, será hoy con los capítulos IV y V de "EL EXTRAÑO CASO DE F. N. B."

Publico dos capítulos porque el V es más bien un epílogo.

Además, como relato anterior está "Me llama María" uno de mis favoritos, sobre todo porque es uno de los más significativos de mi amigo Ricardo y quizás el que más marcó su vida futura.

Quiero dar las gracias a todos los lectores que me leen desde tantos paises, Nunca imaginé que tantas personas se iban a fijar en mi blog.

Gracias a todos. He de deciros que ahora mismo hay relatos para por lo menos otras cien publicaciones.


       EL EXTRAÑO CASO DE F.N.B.

   Pedro Fuentes

   CAPITULO IV

      
 
  Mantuve el contacto con Fernando durante dos años, nuestro grupo y la revista se  disolvió en el tiempo. De todos, solamente Julián y yo seguimos manteniendo la amistad, pero cada uno estaba dedicado a sus actividades y si alguna vez nos reuníamos, eran otros temas los que nos preocupaban.

Los archivos que teníamos decidimos que se los quedara Julián que en cierto modo era el motor de aquella idea.

Pasaron 40 años y por motivos laborales tuve que ir a Huesca. Entonces me acordé de la vez anterior, así que un día que tenía libre me fui de excursión a Ayerbe.

Pasé por los campos donde sucedió todo, ahora había unas granjas abandonadas, no se veían viviendas, todo estaba tan yermo como antes, por las montañas de la izquierda volaban unos buitres leonados, paré el coche y anduve un rato por donde Fernando había visto el O.V.N.I. había un círculo en el que no crecía la hierba, al lado, en el exterior, alguien plantó una cruz de madera.

Llegué a Ayerbe, recorrí la población pero había cambiado bastante y yo no recordaba mucho, así que por donde  creía que vivía Fernando pregunté. Me indicaron una casa tipo chalet con dos plantas, llamé a la puerta y me abrió una mujer de unos 40 años ataviada con una túnica tipo hippy de los años sesenta y un pañuelo anudado a su cabeza.

Me preguntó qué deseaba y si iba para ver al “profesor Amelio”.

No, verá usted, hace cuarenta años, en los años sesenta conocí a un joven que vivía creo que por aquí, antes de llegar a Los Corrales, le ocurrió algo que lo hizo desaparecer durante diez días, yo estuve investigando el caso, ahora he venido a Huesca y al acordarme me he acercado para ver en qué había quedado todo.

Espere, me dijo mientras cerraba la puerta en mis narices y me dejaba en la calle.

A los cinco o seis minutos me abrió la puerta la misma mujer y me hizo pasar a una sala de espera. Me senté en un sofá algo raído, las paredes estaban llenas de especies de diplomas de asistencia a cursillos y congresos de telepatía, sanadores, averiguadores del fututo, grabados con cartas del tarot, un cuadro con una estampa de más de medio metro de la Milagrosa, en un rincón un S. Pancracio con su perejil y todo, Unas fotos entre las que reconocí al momento a Antonio Ribera con Próspera Muñoz, a Enrique de Vicente en un programa de televisión y otra de un personaje vestido de gurú también en la televisión en la que me pareció reconocer a Fernando, encima de la mesa tenía varias revistas de UFO, Año Cero, Muy Interesante y algunas revistas varias.

Al cabo de 15 minutos más, apareció Fernando-Profesor Amelio, llevaba una túnica azul turquesa que solo le dejaba ver los pies, vestidos con unas sandalias de cáñamo, al cuello le colgaba una especie de platillo volante metálico fiel representación del que en su día había bajado del cielo en su presencia, las luces estaban representadas por esmeraldas y rubíes, supongo que falsos, porque si no valdrían una pequeña fortuna, su cabeza estaba coronada por un turbante rojo que colgaba por detrás de su cuello haciendo la forma de una pequeña capa que cubría sus hombros.

Cuando vi aquella aparición, tuve la sensación de que cuarenta años antes, a mis compañeros y a mi nos habían tomado el pelo, lo saludé y le dije: ¿Me recuerdas, Fernando?

Si, después de aquello, a los seis o siete años de la aparición, empecé a tener visiones de lo ocurrido, os estuve llamando, pero no os pude localizar, entonces alguien se enteró e incluso me llamaron para hacerme una entrevista en un programa de la 2 de tve de no me acuerdo como se llamaba el presentador, a partir de ahí me hice bastante famoso, seguí intentando localizaros, pero alguien me dijo que ya no existía la revista. Vinieron otras personas y me llevaron también a Madrid, me hicieron regresiones, incluso me llevaron a Estados Unidos.

Con el tiempo fui notando que se producían cambios en mi persona y que solamente con tocar a las personas, les curaba sus males, adivinaba el futuro, empezó a venir gente a consultarme, incluso gentes con grandes negocios en expectativa, artistas y últimamente políticos, no puedes ni imaginarte como se pone esto cuando va a haber elecciones.

Así transcurrió una hora y media de charla, tras la cual, le dije: ¿Te importaría que viniese otro día con Julián y los datos que sacamos en su día y hagamos unos análisis?

No hay problema, cuando queráis, pero avisarme con una semana de anticipación porque tengo la agenda muy ocupada.

Así nos despedimos. Cuando salí de allí, lo primero que hice fue llamar a Julián, contarle lo sucedido y pedir que viniese a Ayerbe con todo el expediente que completamos en su día.

A los dos días, Julián y yo estábamos en el terreno de los hechos, queríamos comprobar algunas cosas antes de la entrevista. Pasamos cinco días analizando todo y luego fuimos a ver al santón al que desde el primer día le pedimos hora.

Cuando llegamos a casa del gurú, tardó en recibirnos tres cuartos de hora, tiempo que empleamos en ver y analizar toda la parafernalia que había en la salita. Había hasta cartas de agradecimiento de los “sanados” en sus respectivos marcos.

Cuando entró el profesor Amelio, vestido de la misma guisa que el día anterior, Julián me miró y se le escapó una sonrisa que el mago no llegó a adivinar.

Fernando o ¿prefieres que te llame Amelio? Le pregunté.

Amelio, recibí un mensaje que decía que me llamara Amelio, porque vi vida, desde lo de la nave era otra y ya no me pertenecía.

Bueno, profesor Amelio, ¿Nos puedes contar lo que ocurrió dentro de la nave?

Allí había tres seres más, me tumbaron en una especie de camilla y allí me hicieron pruebas y análisis de todo tipo, se quedaron extrañadísimos al ver mis órganos, ellos se reproducen de otra forma, cuando van llegando a una avanzada edad, se reproducen como las células, el nuevo ser se “alimentan” del ser anterior hasta completar su desarrollo, ellos no comen, no tienen boca, hablan por telepatía y viven unos trescientos años de su planeta, que está más allá de la Vía Láctea, viajan más deprisa que la luz.

Cuando me cogieron, despegaron y salimos al espacio exterior, el tiempo que estuvimos fuera, se “escondieron” en la cara oculta de la Luna, allí hay varias bases subterráneas de varias civilizaciones, no hay problemas ni de guerras ni envidias, todos se ayudan y comparten los estudios. Van seleccionando a personas de la Tierra y le encomiendan misiones.

Después de media hora más de charla, le dije: Bueno, profesor Amelio, Ahora tenemos que seguir con nuestros análisis y volveremos a llamarte si no te importa.

En absoluto, no hay problema, llámenme cuando quieran.

Julián y yo pasamos todavía cuatro días investigando y al fin, nos fuimos a Madrid. 






Capítulo V


Nota de prensa publicada en varios periódicos del país el 24 de Mayo de 2.006


Después de 40 años, el equipo formado por Julián M  y Pedro F, han resuelto el caso de la desaparición de un joven durante diez días, en la provincia de Huesca en los que dijo fue abducido por un platillo volante.

El joven en cuestión estuvo desaparecido durante diez días, al cabo de los cuales volvió y contó que fue abducido por los seres de un platillo volante. A su vuelta fue sometido a regresiones a base de hipnosis y contó unas historias casi inverosímiles, ahora vive en su mismo pueblo y se ha convertido en un gurú que se dedica a sanar y a predecir el futuro, gozando de gran clientela, incluidos políticos de renombre, empresarios y gente de la farándula.

Los dos investigadores citados, que ya lo trataron en 1.966, han vuelto a verlo e investigar ahora y han llegado a la conclusión de que todo ha sido un montaje.

El lugar de la desaparición, una especie de vaguada cerca de Ayerbe, Huesca, en el año de la desaparición y donde aparecieron huellas de tierra quemada emitía unas radiaciones, así como el joven que se hace llamar profesor Amelio.

Ahora se ha podido demostrar que las radiaciones beta, fueron producidas por cloruro de potasio enterrado en el lugar, este mineral se utiliza como abono y para los animales en pequeñas proporciones, enterrado hoy todavía se encuentran restos.

El terreno está totalmente árido formando un círculo todavía ahora. Hay restos de sal bajo la primera capa de tierra.

Se decía entonces que en aquella zona se veían luces, hay restos de una sustancia fosforescente, todavía, después de cuarenta años, las luces de los coches, las noches oscuras, hacen iluminarse pequeños puntos semejando luces que se mueven.

La noche de la desaparición, el entonces Fernando, fue recogido por un coche Renault 4 L rojo que fue visto dirección a Huesca con dos personas a bordo. Este coche corresponde por las señas a la novia de Fernando, esta mujer, falleció de cáncer hace 13 años, dejó una hija que ahora tiene 39 años que trabaja con el profesor Amelio en la consulta y que es hija de éste.

Según los investigadores, Fernando estuvo escondido en casa de su novia los 10 días, después de los cuales fue devuelto al campo donde apareció.

La cicatriz que Fernando tiene en el cuello, no fue hecha por “alienígenas” sino que se la hizo su primo, de niños jugando con unas cañas.

En lo básico, lo que nos contó a nosotros, se lo repitió a todo el mundo, pero el tiempo que estuvo “anestesiado” se lo explicó a otros estudiosos del tema con pelos y señales.

Julián y Pedro, que desde el primer momento sospecharon que se guardaba algo, piensan que fue “vendiendo” el resto de la historia hasta conseguir la fama que necesitaba para dedicarse a embaucar a la gente.



FIN



ME LLAMA MARIA   (R)
Pedro Fuentes


Ricardo tenía unos 16 años cuando conoció a su primer amor, se llamaba Enriqueta y  había terminado el bachillerato elemental. Estaba preparando el ingreso en la Escuela de Magisterio. En los años sesenta ese era el proceder. Después tres años de carrera y si  eras aplicado podías salir de maestro a los dieciocho años, luego no hacía falta oposición, si querías ejercer como Maestro Nacional entrabas en la bolsa de trabajo y según puntuación, solicitabas una plaza de las que quedaban vacantes en el territorio nacional.
Se conocieron de casualidad en un “guateque” en casa de un amigo de Ricardo. Desde el primer momento se gustaron.
Al salir de la casa, ya a las nueve de la noche, en una noche fría del invierno de Madrid, Ricardo le dijo a Enriqueta si le podía acompañar, ella asintió y se dirigieron andando desde la plaza del Conde del Valle de Suchil, donde vivía el amigo. Subieron a Fernando el Católico y salieron a S. Bernardo y luego a la Glorieta de Quevedo para luego subir por la calle Eloy Gonzalo hasta Juan de Austria, donde vivía Enriqueta, al lado de Hermandades del Trabajo y muy cerca del Mercado de Olavide.
A los cuatro o cinco días de salir con los amigos y asistir a algún “guateque” más, se separaron un poco del grupo y empezaron a verse entre semana algún rato, cuando los estudios se lo permitían, ella con Magisterio, en la calle Ríos Rosas y él con el selectivo de Peritaje Industrial, en Embajadores.
Pronto empezaron también a reunirse para estudiar juntos. Allí se vio la vocación de Enriqueta, con sus métodos de estudio y su disciplina obligaba a Ricardo, que se veía acabando la carrera antes por la obligación de estudiar a la que era sometido.
Al poco tiempo descubrieron algo extraño, entre los dos parecían los polos positivo y negativo de una energía extraña. Cuando estaban juntos, vieron que tenían un enorme poder, oían conversaciones, adivinaban el pensamiento de las personas que estaban a su alrededor, veían imágenes de cosas que luego ocurrían, se empezaron a dar cuenta de que algunas veces las personas de la cafetería donde se reunían a estudiar, en la glorieta de Iglesias , les contaban y decían cosas que “ya sabían”, era un poder extraño que al principio les hizo gracia y aprovecharon sin darse cuenta de que no debían hacerlo, pero el caso era que luego, por separado no ocurría nada de todo esto.
En aquellos tiempos la juventud no tenía gran poder económico. Cuando no había sino lo justo para pagarse unos cafés, sin saber cómo llegaba el dueño de la cafetería o algún cliente habitual y los invitaba, incluso a chocolate con churros, especialidad de la casa.
 En la cafetería de al lado, más lujosa, había un señor mayor, que vendía tabaco, cerillas, fichas para el teléfono público, etc.. Ellos, le compraban el tabaco  y cuando económicamente andaban mal, tres pesetas de “Bisonte”, cinco cigarrillos que se repartían, si la situación era peor, compraban 2 pesetas de “Antillana”, también cinco cigarrillos pero negro y sin filtro. Bueno, pues en esos malos momentos económicos de la pareja, Rosendo, el cerillero les llegó a regalar hasta un paquete de “Chester”.
Ricardo vivía en casa de su hermana que lo había recogido cuando llegó a Madrid para  estudiar,  no tenía más familia, ella estaba casada con un buen hombre que se pasaba la vida trabajando, no tenían hijos y se ocuparon de Ricardo, le dieron casa, estudios y familia. No iban sobrados, tampoco pasaban estrecheces, pero Ricardo era prudente en ese sentido y muchas veces por no pedir dinero hacía algún trabajo esporádico o se pegaba largas caminatas para ahorrar el dinero que le daban para transporte.
Enriqueta no conocía a su madre, había muerto cuando tenía dos años y su hermana mayor, Luisa, cuatro, su padre se había vuelto a casar y las niñas, entonces de 3 y 5, no se llevaban bien con la madrastra ni ella con las niñas. Para su padre eran dos ángeles, pero era un industrial que trabajaba más de dieciséis horas al día y rara vez veía a sus hijas salvo el domingo.
En aquellos tiempos, Ricardo estaba bastante interesado por todo lo esotérico, no es que fuese un ferviente seguidor, pero había leído mucho sobre el tema y últimamente leía a Lobsang Rampa, hasta entonces Lama y luego al parecer un fraude para vender libros. A Ricardo le subyugó el tema de los viajes astrales y juntamente con Enriqueta trataban de aprender las técnicas.
 D. Ramón, el padre de Enriqueta, decían que tenía poderes extra sensoriales y se le conocían algunos hechos de predicciones, Ricardo, que trabó amistad con él, había sido testigo en la pequeña fábrica de piezas de automóvil de su propiedad. Una vez incluso mandó a una operaria a su casa para que se preparase porque le tendrían que operar. A las 8 horas era internada en un hospital con un ataque de apendicitis.
Una noche, Ricardo en su casa, ya en la cama se dedicó a sus ejercicios de relajación y concentración, intentando poner en práctica los “viajes astrales”, tanto por lo que había leído en algunas publicaciones, difíciles de encontrar en aquellos tiempos en España, así como lo que explicaba Logsam Rampa en su libro “El cordón de plata”.
 La fórmula era la siguientes: Acostado encima de la cama, con los pies unidos por el interior, los brazos pegados al cuerpo hasta los codos, los antebrazos sobre el cuerpo hasta unir la punta de todos los dedos de una mano con su par de la otra, inspirar profundamente por la nariz soltando el aire lentamente por la boca intentando vaciar al máximo los pulmones.
Estos ejercicios respiratorios hay que repetirlos durante todo el tiempo, luego, imaginarse que estamos situados en medio de la frente, a la altura del entrecejo, donde está situado el “tercer ojo”.
Mirando hacia abajo, “ver” los dedos de los pies e ir subiendo hacia arriba, notando como las sensaciones van desapareciendo y van desconectando, hasta llegar a la frente, dejando al cuerpo insensible y totalmente desconectado, entonces se produce el despegue y vemos cómo flotamos y el cuerpo se queda inerte encima de la cama, y lo “vemos” entonces nos vamos desplazando por la habitación.
Cuando tenemos una cierta práctica, salimos por el resto de la casa, luego, con la experiencia, saldremos de la casa e iremos recorriendo los alrededores, reconociendo muy bien el camino para poder volver siguiendo el “cordón de plata” que nos une al cuerpo yacente. 
Estaba ya Ricardo “viajando” en dirección a casa a de Enriqueta, con la que había “quedado” en el recorrido para ver si era posible, cuando se dio cuenta de que no podía seguir, que alguna fuerza extraña tiraba desde atrás por el “cordón”, y por más fuerza que hacía, la resistencia era mayor, hasta tal punto que decidió abandonarse y dejarse guiar.
 Al fin llegó a un parque, le pareció que pasaba por encima del Estanque del Retiro, pero lo vio en blanco y negro, como en tiempos pasados, luego, después de pasar algunos parterres, entró en una glorieta bordeada por unos bancos antiguos, en uno de ellos había una señora joven, extremadamente delgada, vestida con un camisón, blanco con puntillas en el cuello y en las mangas, su cara era cadavérica y las cuencas de los ojos parecían vacías, con unas grandes ojeras, lo llamó con la mano y le dijo: Ricardo, ven y siéntate a mi lado.
¿Quién eres? Le preguntó Ricardo.
Me llamo María y soy la madre de Enriqueta, he venido a avisarte, no podéis usar los poderes que tenéis para vuestro provecho, ahora sois jóvenes y no lo comprendéis, de todas formas, los dos unidos podéis ser muy peligrosos, podríais sin querer destruiros, ahora vete y dile a Ramón que tenga cuidado, que ahora su fábrica va bien pero las gentes para las que trabaja se van a hundir y pueden arrastrarlo a él, ahora vete y cuéntaselo a Enriqueta.
Ricardo se dejó arrastrar por el “cordón de plata” y despertó en su cama recordándolo todo perfectamente.
La tarde siguiente, Ricardo fue a recoger a Enriqueta a la Escuela de Magisterio porque tenía clase por la tarde, decidieron ir andando, salieron a Cea Bermúdez y subieron por allí hasta Bravo Murillo, por donde bajaron hasta la glorieta de Iglesias, una vez allí entraron en la cafetería churrería a tomar un café y charlar un rato.
 Ricardo le contó a Enriqueta lo de la noche anterior, ésta, sorprendida le dijo. ¿Sabes que yo solamente he visto una foto de mi madre?.  Era en el Retiro, ya cuando estaba muy enferma, pero era con un vestido y una rebeca, pero ya estaba muy delgada, se la descubrí a mi padre en la mesa del despacho que tiene en casa, se dejó la llave de los cajones puesta y le estuve revolviendo, luego, cuando vayamos a casa, subes y mientras yo entretengo a Adela, tú le explicas lo que te pasó a mi padre.
Así lo hicieron. Cuando Ricardo le explicó todo al padre de Enriqueta, éste se quedó lívido, abrió un cajón, sacó una foto y se la entregó a Ricardo. Este la miró y dijo:
Si, es ella, pero vestía un camisón blanco con encajes.
Ese camisón que tú dices, se lo compré un mes antes de morir y le gustó mucho, me hizo prometer que la enterraría con él.
En cuanto al trabajo, es correcto, la cosa no anda nada bien, la fábrica matriz está al borde de la suspensión de pago, si cae, me deben tantos pedidos que me dejarán en la ruina y ellos son los principales clientes, para reconvertirlo todo, hace falta tanto dinero que tememos que sería la ruina no solo para mí sino para muchos del sector, pero te pido por favor que no comentes esto con las niñas ni con  Adela.
Quince días después, D. Ramón se arruinó, mal vendió lo que pudo salvar y con algo de dinero que tenía ahorrado se dedicó a otros negocios y salió adelante.
Enriqueta y Ricardo se fueron dando cuenta de que cada vez se adentraban más y más en un mundo lleno de sensaciones desconocidas, se les hacía muy grande conocer los hechos antes de que ocurrieran, además, cada vez terminaban más agotados por el esfuerzo mental que realizaban.
Acudieron a un jesuita antiguo profesor de Ricardo, el padre Lázaro. Este, gran aficionado y estudioso del tema, les aconsejó que como ya se acercaba el verano y Enriqueta se iba fuera a hacer el Servicio Social, aprovecharan para no verse ni estar en contacto para estudiar qué pasaba.
Al regreso del verano, se encontraron de nuevo, habían pasado todo el verano sin agobios ni premoniciones, de mutuo acuerdo decidieron seguir cada uno por su lado.
Muchos años después, se encontraron por casualidad, hablaron de sus vidas y del pasado, no tuvieron ninguna sensación extraña ni la habían tenido desde que se separaron.
Se despidieron como amigos.
FIN
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario