Mi lista de blogs

jueves, 21 de febrero de 2013

LAS PALMERAS (Capítulo I) Y BERTILDE Y JUAN RAMON (R)

Un día más y un relato nuevo, "Las Palmeras" Capítulo I y un relato repetido, "Bertilde y Juan Ramón" un relato palmero ya publicado el 27 de Abril de 2012.

Espero que os gusten, son dos relatos muy diferentes y los dos basados en hechos reales, aunque los nombres han sido modificados para dejar en secreto a los protagonistas.

Y ahora............

LAS PALMERAS

Pedro Fuentes
Capítulo I
Cuando entramos en Pasapoga, aquella tarde, después del trabajo, mi amigo Javier y yo, íbamos con la idea más o menos de siempre, por las tardes allí se tomaba una copa, era una discoteca más o menos normal, música de disco y muchas almas solitarias que lo único que buscábamos era un poco de calor humano, un roce de cuerpos sin ningún compromiso y quizás una aventura para una noche o quizás dos, nunca tres, aquello sería tomarse algo en serio y no habíamos llegado a casi los cuarenta solteros y sin expectativas de dejar de serlo.
La vida era para cogerla según pasaba, zarandearla y olvidarla pasados los vapores de whisky y de un mal perfume pegajoso.
Aquella tarde era viernes, al día siguiente no se trabajaba, la tarde empezaba y la noche podría prometer cualquier aventura.
Cuando nuestros ojos se acostumbraron a la oscuridad roja que envolvía la sala, vimos en un extremo, en una mesa un par de compañeros de trabajo y divertimento, algo mayores que nosotros y ambos casados, junto a ellos estaban dos chicas no tan chicas, unos cuarenta y pico años y un maquillaje que se dejaba ver pese a la oscuridad, nos llamaron los compañeros y nos sentamos con los cuatro, pedimos dos medios y nos pusieron unas almendras saladas para acompañar.
Nos dijeron que estaban esperando a dos chicas más y mientras tanto alguien empezó a contar chistes. A la media docena de chistes, una de las chicas me dijo que bailásemos, la otra se lo pidió a Javier, pero éste, casquivano, haciéndose el duro dijo que no.
 Yo que lo conocía sabía que aquello era “marchemos” si no estas nos arruinan la noche.
 Más comedido, algo galante y dispuesto a no hacerle un feo a Martina le dije que si y nos fuimos a bailar.
Pronto comprendí a Javier, Martina se agarró a mi como si fuese el último salvavidas del Titanic, encima, para agravar la situación empezó a sonar el bolero “somos un sueño imposible”. Yo intentaba mover mi cuerpo y mis pies al compás, pero eso si que era un sueño imposible, Martina me había hecho un placaje de lucha, así que a partir del segundo bolero le dije que tenía que ir al lavabo, salí huyendo cobardemente, Javier se percató y dijo:
¡Adiós!, si la mujer de Eduardo había quedado con nosotros, seguro que no se acuerda ya.
Se levantó, vino a mi encuentro y salimos rápidamente.
Una vez en la calle, siendo ya las ocho, decidimos ir a comer algo por ahí para hacer tiempo hasta que abriesen en Las Palmeras, en la glorieta de Quevedo, antro en el que terminábamos muchas noches.
Antro tropical donde los hubiese, Las Palmeras era el número uno, allí nos reuníamos lo mas granado de la noche, cuatro solterones empedernidos, muchos casados en busca de lujuria, algún romántico amargado y varios alcohólicos conocidos.
En la barra unas camareras dispuestas a ganarle copas a los dados al equipo olímpico de dados. El resto eran un montón de meretrices que nunca supe si trabajaban para el local,  o si iban de por libre buscando el calor de una noche.
Javier y yo, Eduardo, íbamos alguna vez que otra por allí, no éramos clientes habituales pero si conocidos, la verdad es que gozábamos de bastante reputación en el local, incluso alguna vez una o dos de las camareras se dejaba ganar una de dados.
Normalmente en el sitio había algún grupo de música en vivo, allí los boleros de Tito Puente, Olga Guillot, Moncho e incluso Antonio Machín que había actuado allí en los últimos tiempos, eran el sin vivir de cada noche.
En los años cuarenta y cincuenta, debía ser otra cosa, porque su anuncio salía hasta en el ABC.
Allí, cuando entrabas, ya pedías un whisky Dic, porque pidieses el que pidieses, siempre era el mismo pero en otra botella. Primero pedías que te lo pusiesen seco y luego pedías el hielo, porque si no, si era al revés el licor desaparecía entre las rocas.

BERTILDE Y JUAN RAMON
Pedro Fuentes
Juan Ramón llegó a La Palma en enero de 1.954, estaba destinado a  Los Cancajos, le quedaban dos años de mili, hasta Mayo de 1.956, venía de Fuerteventura, donde había estudiado lo justo para poder entrar a trabajar en una oficina.
En Fuerteventura consiguió entrar en una correduría de seguros, pero cuando empezaba a saber de qué iba la cosa, e incluso tenía una pequeña cartera de clientes, fue llamado a filas y después de un año en Tenerife, lo destinaron a La Palma, a los Cancajos, tenía veintiún años ya cumplidos y pensaba que le habían roto la vida por la mitad. No se le había perdido nada en La Palma y encima no conocía a nadie, además, su familia era gente humilde, su padre tenía trabajo y solo con la ayuda de su hermano lograban llegar a fin de mes, ya que él ahora no ganaba nada y por debajo suyo había dos hermanos más, a los que su padre quería dar por lo menos estudios elementales para que fueran algo más que un peón de obra como era él.
 Así que Juan Ramón tenía que vivir con los cuatro duros que había ahorrado en los seguros para el tiempo de milicia, claro que en el fondo, allí estaría comido y vestido y su único vicio el tabaco.
Llevaba ya allí unos quince días, cuando unos compañeros  lo convencieron para bajar a Santa Cruz aquel domingo por la tarde, así que con su traje militar de paseo, bajaron andando por detrás del puerto por la carretera del campo de fútbol, a la altura de éste, por una carretera estrecha entre la tapia del campo y el mar, oyeron como el Tenisca, club de futbol de la localidad marcaba el segundo gol, si la cosa seguía así, esta semana que entraba iría bien, su sargento era del Tenisca, si de camino, El Mensajero, eterno rival en la categoría, perdía, entonces hasta fumaría gratis la mitad de la semana.
Llegaron a la calle Real, en realidad calle O´Daly sobre las cinco y media y allí empezó el “divertimento” calle Real arriba, hasta la avenida del Puente y calle Real abajo, mirando y sonriendo a las muchachas que cogidas del brazo, y con sus mejores galas paseaban en dirección contraria, de vez en cuando alguna sonrisa era correspondida por las chiquillas, de unos dieciséis a dieciocho años.
A la tercera vuelta, Juan Ramón le sonrió a una moza, de unos diecisiete años que iba acompañada de dos más, se habían cruzado las tres veces y ella, esquiva y altanera miró hacia el otro lado, pero Juan Ramón detectó unos brillos de alegría en los ojos grandes y negros de la muchacha, de cabellos también negros y de piel morena con la clásica belleza canaria.
Acabada aquella vuelta, sabiendo que el Tenisca había ganado y el Mensajero perdido, aprovechando que estaban del lado del Puente, se fueron a una tasca a tomarse unos vinos para celebrarlo.
Dos domingos después, los tres amigos lograron acercarse y hablar con las tres jovencitas entre las que se encontraba Bertilda, Berty para los amigos, la morena de ojos negros que había hecho soñar a Juan Ramón durante quince días.
En aquellos tiempos, en La Palma, no se podía hablar a solas con una mujer y menos vestido de militar, porque al primer día le iban con el alcahueteo a sus padres, así que Bertilda y Juan  Ramón para verse tenían que aprovechar el anonimato del grupo, pero pronto tuvieron suerte, llegaron los carnavales y durante este, la vigilancia y el cotilleo se disipó bastante.
Tuvo Juan Ramón la gran suerte de que la correduría de seguros en la que había trabajado, abrió una oficina en Santa Cruz, le dijeron si quería o podía hacer unas horas allí y éste, después de comentarlo con su sargento, le concedieron un pase pernocta, por lo que quedaba libre de estar en el cuartel si no tenía servicio. El propio sargento le consiguió una casa en la que le alquilaban una habitación.
Pronto entre él y ella se despertó el amor y Berty habló con una tía, hermana de su madre, que tenía pocos años más que ella, para que intercediese ante su hermana, la madre de Berty y dejase que saliesen los dos enamorados con la compañía de Dolores de carabina.
Entre el Ejército, el trabajo, las fiesta y Berty a Juan Ramón se le pasó, la mili volando, seguía enamorado, la madre de ella fue cómplice junto con su hermana de las relaciones de los chicos, el padre algo había oído, pero como eso eran cosas de mujeres.
Estaba pronto a acabar la mili cuando en la correduría de seguros le ofrecieron trabajo fijo, no era gran cosa pero si estaba bien para empezar. Además había ahorrado algo de dinero y hablaba con Bertilde de matrimonio.
Cuando la madre de la niña habló con su marido porque Juan Ramón quería hablar con él, éste dijo rotundo: ¡No! La niña no se casa con un soldado y empleadillo de nada, si la niña quiere casarse, ya le buscaré yo un novio, Matías, mi amigo me ha preguntado si dejaría a su hijo, el abogado, a hablar con ella en serio y yo le he dicho que sí.
Cuando Bertilde se enteró, lloró amargamente y en cuanto vio a Juan Ramón se lo contó. Así que decidieron pasar al ataque, ellos habían pasado un noviazgo de lo más puro, además de la carabina que no los dejaba ni a sol ni a sombra, porque querían llegar puros al matrimonio.
Decidieron la táctica de escaparse juntos, era costumbre entre los jóvenes de la isla escaparse por el barranco de las Maderas y aparecer al día siguiente en la Basílica de Nuestra Señora de las Nieves, Patrona de la isla y a tres  kilómetros.
Dicho y hecho, nada más acabar la mili, el primer viernes salieron  cada uno por su lado con la coartada ella de que iba de paseo con unas amigas y él a ver a un cliente para un seguro.
Habían quedado al oscurecer detrás del barco de la Virgen. Juan Ramón había preparado unos bocadillos y una pequeña manta de viaje. Cuando se encontraron subieron barranco arriba hasta unas cuevas que él sabía, allí pasaron la noche, al amanecer se levantaron y emprendieron el camino hasta Las Nieves.
Cuando la madre de Berty dio la voz de alarma, todo el mundo se puso a investigar, encontraron una nota de la niña que explicaba que se fugaba con Juan Ramón porque lo quería y nada ni nadie podrían contra ese amor.
A la mañana siguiente, en cuanto amaneció, todos se pusieron en marcha hacia la Basílica, el padre quería llevarse una escopeta de cartuchos pero su mujer le dijo que si la llevaba, ella también le abandonaría.
En las Nieves, por la parte de atrás  de la iglesia hay una especie de aparcamiento entre el cementerio y una puerta y una pared de una finca particular, por el otro lado hay  una especie de mirador en el que se ve un kilómetro de la carretera y trescientos metros del barranco. Allí se parapetaron todos los familiares excepto el padre que fue a hablar con D. Antonio, párroco de la Iglesia, quedó con él que después de lo que había pasado  los casaría allí mismo.
D. Antonio protestó porque las cosas había que hacerlas con papeles y el consentimiento de los novios.
Bueno, bueno, eso ya lo arreglaremos, y el consentimiento lo darían porque para eso se habían escapado, dijo D. José con voz de ordeno y mando.
¡¡ Ya vienen!! . ¡¡ Ya vienen!! . Gritó Juanito, el hermano pequeño de Bertilde mientras corría hacia la plaza donde estaban su padre y el cura.
El sacerdote corrió para la iglesia, D. José fue a donde estaban todos a dar las órdenes oportunas y en grupo llegó hasta la cuesta que llegaba a la plaza de delante de la fachada principal de la iglesia. En medio hay una fuente, a donde se dirigieron los furtivos para lavarse la cara y beber agua, empujados por el padre y protegidos por la madre que quería que todo terminase.
Pasaron a la iglesia y allí estaba el padre de Bertilde en el primer banco de pie. Junto al altar el cura y a su lado Pedrito, el monaguillo. Se acercaron al altar y se pusieron de rodillas en unos reclinatorios que para tal fin habían colocado allí.
Dijo D. Antonio: Nos hemos  reunido aquí para ser testigos del sagrado matrimonio que van a contraer ahora Juan Ramón y Bertilda, teniendo posteriormente que regularizar los papeles para que sea legal este matrimonio y antes de nada, tengo que preguntar ¿Hay alguien que sepa de algún impedimento que haga que este sacramento no se pueda celebrar?
En ese mismo momento la madre de Berty le dijo a su marido. Me ha dicho la niña que no ha pasado nada porque quieren llegar puros al matrimonio.
En ese preciso instante D. Antonio guardó el silencio de precepto por si alguien decía algún impedimento. Y en medio del silencio se oyó a D. José que le contestaba a su esposa:
“Me importa un bledo si ha pasado o no ha pasado nada, es por el ¡Honor de la familia!”.
Una semana después, arreglados los papeles, Bertilde y Juan Ramón marcharon de viaje de novios a Fuerteventura a conocer a la familia del esposo.
FIN



jueves, 14 de febrero de 2013

LA TANGANA Y BALADA TRISTE (R)


Hoy tenemos dos relatos, el primero más que relato es una crónica de un partido de futbol en La Palma, es totalmente real y no tiene nada que ver con los relatos que se publican en este blog, pero me pareció bueno relatarlo para escarnio de tanto violento que hay en el futbol no solo aquí sino a nivel mundial.

Dedico este relato a mi amigo Vicente y tantos forofos despertigados por todos los campos de futbol y sobre todo a esos idealistas que se juegan la vida en muchos campos desarrollando la abnegada labor del árbitro.

Con este relato empiezo una serie que yo llamo "RELATOS PALMEROS", alguno ya publicado y otros nuevos, los nuevos irán en primer lugar y los ya publicados lo serán en segundo lugar y con (R), ahora recuerdo cuando en mis tiempos de chaval y algo más, las películas llevaban una calificación moral, 1, 2, 3R y 4, la R de mis historias son de (Repetición) y no de "gravemente peligrosa".

"Balada triste" es un clásico relatos de los "que cada uno piense qué ocurrió".

Y ahora.......

LA TANGANA
Pedro Fuentes

Temporada 1983/84, Tercera División Nacional de Fútbol, Grupo XII. El partido más violento de la Liga española lo disputaron la S.D. Tenisca y la U.D. Mensajero, los dos de La Palma y máximos rivales desde 1.922. Pero antes de llegar a aquel partido, el día 3 de Octubre de 1.983, vamos a analizar qué sucedió y por qué se llegó a aquella situación.
La Sociedad Deportiva Tenisca se fundó en 1922 y me remito a las crónicas que dicen:
“La fundación del club se gestó en las escalinatas de la Plaza de San Francisco, en Santa Cruz de la Palma, cuando un grupo de jóvenes decidieron crear el Tenisca Club Balompié. Sus nombres eran: Antonio Pérez Castro, Juan Antonio Hernández Toledo, Blas Pérez Casañas, Luis Rodríguez Hernández, Félix Pérez Casañas, Sergio Arrocha Martín, Celestino Hernández Acosta, Nicolás Cabezola Perera, José Arrocha Rodríguez y Domingo Calero Labesse.
Se eligió la denominación de Tenisca para el nuevo club por ser el nombre de una princesa benahoarita; el nombre fue planteado por Luis Rodríguez Hernández.”
Al poco tiempo de su nacimiento, ya hubo sus más y sus menos, a consecuencia de los cuales, un grupo se separó y los escindidos crearon el Mensajero. Las rencillas y piques entre ellos, existieron durante toda la vida, pocas parejas llegaron al matrimonio siendo cada uno socio de un club diferente,  era la versión moderna de “Montescos y Capuletos”.
Se cuenta que el primer partido que jugaron el Tenisca contra el Mensajero y recalco el contra, fue el 13 de Julio de 1924 quedando empatados a 0. El Mensajero planteó un partido a lo “supercadenaccio”, los once jugadores se metieron debajo de los palos de la portería y no hubo forma de que pudiesen marcar los del Tenisca, la verdad es que no he podido conocer a nadie que me explicase qué hizo el árbitro, qué los jugadores del Tenisca y qué el público, pero creo que con esos ánimos pudo armarse la “gorda”.
Un mes más tarde jugaron de nuevo y el resultado fue de 6-1 a favor del Tenisca.
Las crónicas comentan que entre 1926 y 1930 no se disputaron partidos de futbol en Santa Cruz, todo ello debido a:  (copio textualmente de Wiquipedia)
“A partir de 1926, y casi hasta 1930, se jugará poco al fútbol en Santa Cruz de La Palma. La causa parece haber sido la frecuente dureza con que se empleaban los jugadores y que ocasionó más de una grave lesión, amén de grandes polémicas populares en contra del fútbol.”
Temporada tras temporada, cuando coincidían en la misma categoría, los partidos entre Tenisca y Mensajero eran de alto riesgo.
Yo había ido alguna vez con mi padre y algún hermano al viejo campo del Bajamar, creo que en mi vida vi un par de veces un Tenisca-Mensajero y la verdad no recuerdo la violencia que aquellos partidos generaban.
No era muy seguidor del futbol en general y ni de aquel en particular, de aquellos partidos recuerdo vagamente dos cosas, una que me pasaba el partido esperando saliese el balón por el lado de la carretera, porque eso era caer al mar, siempre había allí chicos dispuestos a ganar algún duro por tirarse a recogerlo, la otra era una especie de magdalenas con pasas, no recuerdo como se llamaban, que mi padre me compraba.
Por cierto, si alguna vez mi padre me reñía me vengaba diciéndole que me hacía del Mensajero, lo peor que le podía decir a mi padre. El era del Tenisca. Cuando perdía llegaba a casa enfermo.
Todo ello hacía que se fuese caldeando cada vez más el ambiente para los partidos de máxima rivalidad, no ibas a comprar a una tienda por su mayor calidad, ibas por si era del Mensajero o del Tenisca. Cuando los críos jugaban al futbol, yo jugaba, de crío, en la plaza de Santo Domingo, no jugaban al futbol, se jugaba  al “Mensajero-Tenisca”.
Cuando ganaba uno de los dos, en su local social había baile, en el otro apagaban las luces y se dedicaban a mirar por detrás de las cortinas, no sé qué pasaba, pero no me extrañaría que llorasen amargamente.
Después de aquellas refriegas en el campo de futbol, en las casas de los perdedores aquella noche no se cenaba o se cenaba a escondidas del o la forofo. Digo “del o la” porque había también muchas seguidoras de ambos equipos, según he averiguado, el partido de 1983 condujo a varias parejas a la separación.
A continuación copio íntegramente la crónica del partido publicada en el diario “El País” de 7 de Octubre de 1.983.
“El partido Mensajero-Tenisca, de la Tercera División canaria, disputado el pasado domingo, fue considerado por miembros del Comité de Competición como uno de los encuentros más violentos disputados hasta ahora en el fútbol español. Un total de 48 encuentros de suspensión merecieron sus incidentes. El partido de estos dos equipos, que pertenecen a la misma ciudad, Santa Cruz de La Palma de unos 15.000 habitantes, estuvo rodeado de. Circunstancias muy especiales. El árbitro del partido, Gilberto Casañas, de Santa Cruz de Tenerife, aseguró que cada una de las peñas con que cuentan los equipos se jugaron dos millones de pesetas en una apuesta. El colegiado contó que los aficionados de la peña del Mensajero dieron también de ventaja el empate a sus contrincantes. También indicó el árbitro que se filmó el partido en un vídeo por un fotógrafo profesional, que después puso a la venta y que se proyectó al día siguiente en algunos bares de la ciudad. En esa proyección se repitieron los incidentes entre los partidarios de uno y otro equipo. Comentó, además, tener noticias de que algunos matrimonios no se hablan durante algún tiempo al dividirse sus simpatías por uno y otro equipo. Gilberto Casañas recordó que el partido de vuelta se disputará el día de los carnavales y "puede ser sonado".
Gilberto Casañas, árbitro tinerfeño de Tercera División, categoría en la que es veterano por las temporadas que lleva en ella, manifestó: "el follón empezó desde el primer minuto del partido, en el que se pudo comprobar la rivalidad de dos equipos de la misma ciudad que hacía dos años que no se enfrentaban al no pertenecer a la misma categoría. Me aseguraron que el Mensajero se reforzó de tal forma que se gastó unos 50 millones de pesetas en nuevos fichajes. En la ciudad se habla de que el entrenador del Mensajero, Moncho Lamelo, percibe unos cinco millones de pesetas por temporada. Los aficionados de uno y otro equipo están todo el año pensando en este partido. Tenía que haber expulsado a casi todos los jugadores de los dos equipos, pero no lo hice porque entonces yo y mis jueces de línea no hubiéramos salido vivos del campo; hubieran quedado en el terreno de juego sólo tres jugadores, los dos porteros y un defensa del Tenisca, que no se merecieron la expulsión. Expulsé a dos jugadores, uno de cada equipo, porque no tuve otro remedio, porque se agredieron".
El partido, cuyo resultado final fue de empate a un gol, concluyó con el tiempo reglamentario, aunque durante el encuentro se produjeron incidentes entre jugadores y el público intentó en más de una ocasión saltar al terreno de juego. El partido fue interrumpido en dos ocasiones, por espacio de cinco y diez minutos, porque el jugador del Mensajero, Márquez Fernández, se negó en principio a salir del terreno de juego después de que fuera expulsado y provocara la animosidad del público.
Los incidentes más graves se produjeron al finalizar el partido. El público invadió el terreno de juego con la intención de agredir al árbitro. El colegiado no recibió más que puñetazos y patadas gracias a la intervención de la Policía Nacional. Fue en esos momentos cuando los jugadores y dirigentes sancionados también participaron en los incidentes. Los jugadores y dirigentes han sido castigados con un total de 48 partidos de suspensión y a un directivo se le ha suspendido con seis meses de inhabilitación. Las sanciones se deben a insultos graves y reiterados, en unos casos, y pegar al árbitro y a sus jueces de línea, en otros. .
El árbitro del partido abandonó el campo en un furgón de la Policía Nacional. "Me dirigí a la comisaría, donde permanecí hasta las dos de la madrugada, hora en que pude trasladarme a la casa de un amigo, donde me escondí para pernoctar. No podía viajar en avión a Tenerife hasta la mañana siguiente", contó Gilberto Casañas. "A la mañana siguiente" añadió el árbitro, "fui trasladado en un coche de la Policía al aeropuerto, donde me fueron a buscar un grupo de aficionados. La Policía me llevó entonces a la comisaria del aeropuerto y no me dejó hasta que subí al avión que me llevó a Tenerife".”
Después de todo lo comentado, me río de los “derbis” famosos del futbol, léase Real Madrid-Atlético de Madrid, Betis-Sevilla, Barcelona-Español, aunque creo que entre la política, la crispación, la mala educación y  muchos periodistas que por vender abusan del enfrentamiento de los seguidores, se está convirtiendo el fútbol en opio para el pueblo y algún día nos arrepentiremos.
No me gusta el futbol por todo lo que conlleva, la última vez que fui a un campo, eran críos de categoría infantil y oí, yo, sin que nadie me lo contara, y no fue en La Palma, cómo un padre le gritaba a su hijo:
 “Dale una patada y rómpele la pierna.”
Y a otro:
“Arbitro, hijo de p……, c……….”
Sigo amando a mi tierra, La Palma, y espero que por este relato no me vayan a declarar “Persona nom grata”
FIN
NOTA.-Para este relato, y para mayor veracidad, he tenido que recurrir a varias fuentes a las que quedo agradecido, como:
Wiquipedia.
Diario El País.
Blogg del Sociedad Deportiva Tenisca y Unión Deportiva Mansajero
Blogg del Unión Deportiva Mansajero y Sociedad Deportiva Tenisca
O al revés para que nadie se enfade.

BALADA TRISTE
Pedro Fuentes

CAPITULO I
Era un otoño con todo su esplendor en parque del Retiro de Madrid, la mañana no era fría, pero sí algo húmeda y había una insinuante neblina, Rodrigo y Carmela estaban sentados en un banco, por entre los árboles de detrás de ellos, ya sin hojas se filtraban unos tímidos rayos de sol que realzaban las pequeñas gotas de agua que contenía el ambiente.
Rodrigo pasó de estar sentado a poner una rodilla en tierra delante de Carmela y cogiéndole la mano derecha le dijo:
Te quiero, Carmela, te he querido desde el primer día que te vi aquella mañana cuando nos cruzamos en la calle Eduardo Dato, desde entonces no he podido dormir sin pensar en ti, Carmela. ¿Quieres casarte conmigo? Y llevándose su mano a  los labios, deposito un tierno beso en ella.
Carmela, mientras se levantaba le dijo:
Si, Rodrigo, yo también te he querido siempre, por ti cambié mi vida y por ti viviré el resto.
Se fundieron en un abrazo y sus labios sellaron aquel momento mientras la cámara retrocedía lentamente y el director gritó: ¡Corten! ¡Fin del rodaje! Mañana a las ocho, en el estudio repetiremos una escena que no me gusta como quedó.
Mientras se dirigían a la roulotte para desmaquillarse y cambiarse Angel (Rodrigo) le dijo a Susana (Carmela):
No me esperes a comer, he quedado con Felipe para leer aquella obra de teatro que me dijo que a lo mejor montábamos.
Bueno, vale, así aprovecharé para ir a ver a Mercedes que creo que va a hacer algo y necesita gente.
Angel y Susana llevaban tres años compartiendo sus vidas y su profesión de actores, las cosas hasta ahora no habían sido nada fáciles, mucho sacrificio, algo de teatro en papeles secundarios, publicidad algún papel de figurante en películas.
Esta película que terminando de rodar, “El amor siempre llega” era el primer papel serio de Angel, un actor que ya había cumplido los treinta y dos. Susana había trabajado más, tenía una bonita voz y bailaba muy bien, por lo que había participado en varios musicales. Pedro era más bien de teatro, pero salvo las obras que interpretaba en provincias con compañías semi amateurs. Ahora parecía que la cosa iría mejor.
Cuando ya marchaba, Mateo el director le salió al paso y le dijo:
Angel, quisiera comentarte una cosa que me he dado cuenta, y como te conozco desde hace algún tiempo y te considero amigo, me veo autorizado para decírtelo.
Dispara, comentó Angel.
La última escena ha quedado muy bien, ha convencido y luego, con el decorado, que nos ha favorecido, el travelling final ha sido perfecto, pero, ¿Por qué simulaste el beso en la mano y el final con tu mujer?
Chapó, por eso eres director. Pues mira, la cosa no va muy bien.
Pero ¿Ha pasado algo?
No, en realidad nada, a veces sin querer y sin ningún problema la cosa se enfría y es lo peor que puede pasar, porque si hay una causa siempre se puede arreglar, pero cuando el amor se muere es peor.
Angel se dirigió a Argüelles, a la calle Galileo, a una cafetería en la esquina con Joaquín Mª López, un poco más abajo del cine Galileo.
 Cuando llegó, como era cliente habitual, el camarero le dijo: Ha estado su amigo Felipe y me ha dado este paquete y dice que no podía quedarse, que le llamará.
Abrió el sobre que le dio Román, el camarero y sacó el guión que había en su interior, era un dramón de dos actos, el autor era un antiguo actor que se había dedicado a escribir alguna cosa entre actuaciones en el teatro, ahora se había metido con esa obra y Felipe la iba a dirigir en un café-teatro, el último invento para intentar resucitar ese teatro que todo el mundo dice que está muerto desde que se comercializó la televisión, era un drama llevado en forma de comedia, un trompetista de prestigio tiene un accidente y se destroza el labio y tiene que intentar rehabilitarse para intentar seguir con su profesión.
Angel tenía sus dudas en hacerla, pero, claro, si salía bien, le habían prometido un “Estudio 1” y ese podría ser su lanzamiento definitivo, ya que la audiencia y popularidad que da ese medio era a corto plazo y por ahí podrían venir cosas mejores.
Cuando empezó a leer los folios mecanografiados se encontró con una de esas comedias agridulce de las que Jack Lemmon había hecho en el cine.
Llevaba ya como cosa de una hora leyendo cuando alzó su mirada, para descansar la vista y la mente, en la mesa de enfrente había una jovencita de unos veinte años, que leía un grueso volumen mientras fumaba y tomaba café, en aquel momento también levantó la mirada y coincidió con la de Angel, ambos sonrieron y volvieron a sus quehaceres.
A los pocos minutos, al querer fumar, Angel sacó el mechero y no le encendió, se había quedado sin gasolina. Se levantó y se acercó a Lucía para pedirle fuego, ésta se lo dio pero a la vez se sonrojó, su tez pálida se puso rojo carmín, cogió una caja de cerillas que reposaba encima de un paquete de cigarrillos y se la acercó a Angel, que después de encender el cigarrillo le preguntó: ¿Estudiando?
Si, la Filosofía, esta tarde tengo examen y es un tocho.
¿Estudias por aquí?
Si, en la Normal de Magisterio, en Ríos Rosas.
¿Y tú?
No, yo estaba leyendo un guión que me tendré que aprender, pero solamente lo estaba ojeando, además, no me gusta mucho y lo hago con desgana. Por cierto, me llamo Angel y se supone que  soy actor, ¿Me puedo sentar mientras me fumo el cigarrillo para que luego puedas seguir estudiando?
 Yo Lucía y estoy estudiando Magisterio, si todo va bien, este curso habré acabado y luego haré la oposición. Pero, parece que no estés muy de acuerdo con lo de ser actor.
No lo tengo nada claro. No he hecho otra cosa en mi vida, hoy he terminado de rodar el mejor papel de mi vida, me han dado un guión para una obra de teatro y un posible Estudio 1 de televisión y no sé lo que voy a hacer de mi vida, no me gusta lo que tengo que hacer, este guión es una mierda, encima hoy, cuando terminaba el rodaje me he dado cuenta de que la mujer con la que llevo conviviendo los últimos tres años, no es nada para mí, no he sido capaz ni de rodar con ella la escena de un beso. Nos hemos habituado tanto el uno al otro que ya no somos nada como pareja.
¿Se lo has dicho?
No, todavía no y no sé cómo hacerlo, pero lo haré, no quiero que pierda el tiempo conmigo.
¿También trabaja en el cine?
Si, ella más que yo, canta muy bien y ha hecho varias comedias musicales.
Pero no quiero molestarte más, tienes que estudiar, aunque sea un tocho.
Sí, pero me gustaría seguir hablando contigo.
De acuerdo, pero no hoy, tienes un examen.
Sí, pero salgo a las seis. Si quieres nos vemos aquí a las siete.
De acuerdo, ahora cojo mi maldito guión y me marcho. Diciendo esto, Angel apagó el cigarrillo, recogió sus cosas, pagó las consumiciones y se marchó.
¡Hasta las siete!
¡Adiós!
CAPITULO II
A las siete menos diez estaba Angel sentado en la misma mesa de la mañana y seguía peleándose con el guión, era lo peor de su vida, captaba el personaje, era frío y sabía como hacer creer al público que su personaje era real, tenía la teoría de que no había que meterse a sufrir dentro del personaje, lo suyo, como actor era engañar al público y hacerles ver lo que él quería que viesen, pero memorizar un guión era lo peor que le podía pasar, había tenido verdaderas broncas con los directores, tenía un conocido, actor también que era casi analfabeto, un amigo suyo le leía la obra un par o tres de veces y el primer día de ensayo se la sabía de “P a PA” incluso lo había visto hasta con obras en verso.
A las siete y diez llegó Lucía, traía una cara sonriente se le notaba ligeramente maquillada, su media melena rubia la llevaba recogida en una cola de  caballo.
¡Hola! Dijo Angel mientras se levantaba y le estrechaba la mano, ¿Qué tal el examen?
Bien, estaba inspirada y me salió bien, además, aunque no se note soy una empollona.
¡Qué suerte! Yo dejaría el teatro por no aprenderme los papeles.
A ver, déjame que lea algo, te la leeré en voz alta y me dirás si se te queda mejor.
Angel le alargó los folios, Lucía los miró y leyó el título “Balada triste” ¿De qué va? ¿De ovejas o de música?
De música, pero está escrita como para dormir a las ovejas.
¿Qué papel haces tú?
Gustavo, el trompetista.
A caray, el papel principal. Vamos que eres todo un actor y no uno de reparto, dijo Lucía mientras se le escapó una risita complacida.
A las nueve y media se dieron cuenta de la hora que era y Lucía dijo: ¡Dios! Se me ha hecho tardísimo y se levantó se puso el abrigo y dijo: No me acompañes, si te va bien mañana a las siete aquí mismo; y trae el guión.
CAPITULO III

Dos semanas después seguían viéndose casi cada día, los domingos salían al cine o al teatro y una vez fueron a bailar.
Angel había hablado con Susana, en principio ella soltó alguna lagrimita, pero luego comprendió lo que decía Angel y le dio la razón, en el fondo ella veía lo mismo, decidieron que hasta que alguno de los dos encontrase algo, compartirían el apartamento donde vivían,  Mercedes, la amiga de Susana vivía con otra amiga compartiendo piso pero se tenía que ir, así que decidieron que cuando se marchase, Susana iría con ella.
Las cosas parecían ir mejor, pero Angel no sabía qué pensar, Lucía era una chica alegre y cariñosa, pero no sabía nada de ella, no dejaba que la acompañase hasta su casa, no tenía ni la certeza de que viviese donde decía ni que fuese  quien decía.
Aquella mañana Felipe, el director le dijo: La semana que viene empezamos a ensayar, te he dado bastante tiempo, ¿Cómo lo llevas?
Bastante bien, pero no todo lo bien que quisiese, el personaje lo tengo, pero el texto me falla.
Mira, no me vengas con esas, te voy a hacer un regalo que no sé si te lo mereces, el jueves es fiesta, te voy a dejar el apartamento que tengo en Peñíscola y las llaves del “600”, en este tiempo aquello está muerto pero no hace el frío que hace en Madrid, ves allí y apréndete el libro, el lunes vienes al ensayo con el papel sabido o te olvidas de la obra y lo que pueda venir detrás.
Cuando al día siguiente se encontró con Lucía, le dijo lo que le había dicho Felipe y Lucía contenta y le dijo: Bien. Me encanta Peñíscola desde que la vi en las películas “Calabuch” y El Cid que las rodaron allí, además no conozco el mar sino en las películas. ¿Me dejas que te acompañe y te ayude a estudiar?
Encantado, pero ¿Qué van a decir tus padres a los que no conozco?
Ya les contaré un rollo. Tú dime que sí y yo arreglo todo.
De acuerdo, pero tengo que venir con el papel aprendido.
CAPITULO IV
Salieron para Peñíscola el miércoles por la tarde. Cuando llegaron ya era noche cerrada, encontraron el apartamento que estaba en la calle José Antonio, en la zona nueva, fuera del recinto del catillo y en la playa norte.
Casi debajo mismo había una tasca en la que estaban ocho parroquianos jugando a las cartas en dos mesas, en la barra un camarero les preguntó qué querían, les hizo unos bocadillos fríos que era lo único que podía hacer.
Pese al frío, cuando dieron cuenta de los bocadillos, media botella de vino y un par de cafés, se fueron a la playa y pasearon por ella mientras Lucía contaba lo que sentía que era el mar que no conocía.
A la mañana siguiente se levantaron temprano, bajaron a desayunar a un bar, ya que no tenían de nada en el apartamento, luego paseaban por la arena de la playa norte mientras Lucía le iba diciendo los pies para que Angel se aprendiera el libreto.
Así pasaron los cuatro días, subieron al castillo, recorrieron todos los rincones, paseaban por la playa e incluso se descalzaron y dejaron que el mar, helado, mojara sus pies.
Cuando regresaron a Madrid, Angel se sabía el papel. En el primer ensayo Felipe le dijo: Ya sé que hacer para que aprendas un papel, pero no te voy a regalar ni un apartamento ni una Musa.
Entre los ensayos y los exámenes casi no se vio con Lucía Antes del estreno le dio una entrada para ese día y a partir de entonces pasó los peores nervios de su vida.
La noche del estreno, antes de empezar la obra vio a Lucía por el ojo del telón. Luego, cuando empezó la obra, con los nervios y los focos no pudo verla, ya más tranquilo, en el segundo acto la vio y su cara era alegre y feliz.
Cuando terminó la obra, que gustó bastante, vio que Lucía no estaba donde habían quedado.
Al día siguiente la buscó, pero no tenía ni su teléfono, fue a la Escuela de Magisterio, nadie le supo dar razón, por la cafetería no apareció.
Pasó el tiempo, hizo el “Estudio 1”, a partir de entonces su carrera fue meteórica, cuando tenía un día libre, la buscaba, no sabía dónde, luego empezó a ir a Peñíscola, paseaba por la playa descalzo, subía al castillo, nada, no supo de ella. Cuando estrenaba alguna obra, en el último acto la veía entre el público, cuando terminaba la obra la veía aplaudir, pero luego se levantaba y desparecía.
Han pasado cuarenta años, Angel se ha convertido en un monstruo de la escena, solamente hace teatro, su única ilusión es verla al final del último acto, no ha cambiado, sigue aparentando 20 años.
FIN





jueves, 7 de febrero de 2013

EL CRUCERO Y UNA HISTORIA DE AMOR (R)

Esta noche estrenamos un relato "EL crucero" y  y vuelvo a publicar "Una historia de amor" , que se publicó por primera vez el 6 de Enero de 2012.

"El crucero" es un relato corto de los hechos que me ocurrieron no hace mucho en un crucero por el mediterraneo, ha sido el más divertido de los que he hecho, pese a lo dramático de lo ocurrido, mi mujer y yo hicimos buenos amigos y lo pasamos bien.

Creo que os gustará, es un poco diferente a lo escrito hasta ahora y es además de los vividos en primera persona, de hecho he modificado los nombres de las demás personas ecepto los de mi mujer y mio.

El segundo relato, como ya sabrán los que en su día lo leyeron, es una de las historias que más marcaron a mi amigo Ricardo, del que hay que reconocer que no ha tenido demasiada suerte en el amor.

Y Ahora.......

EL CRUCERO
Pedro Fuentes

Cuando nuestro agente de viajes nos llamó para decirnos que tenía para ofrecernos un camarote para aquel crucero por el Mediterráneo no me pareció la mejor de las ideas, habíamos hecho varios y éste era por los mismos lugares de siempre.
Mi mujer, siempre dispuesta a viajar me animó, era un barco italiano, con tripulación casi en mayoría italiana y estaba la ocasión de practicar el idioma, que además de conocerlo, me encanta.
Ya en la cola de embarque tuvimos la suerte de tener justo detrás de nosotros una pareja encantadora que hacían su primer crucero como pasajeros, puesto que se habían conocido en el barco, trabajando, él como músico y ella como bailarina durante diez años, él era mejicano y ella inglesa, y ahora viajaban con sus dos niños.
No habíamos embarcado y ya nos  presentaron  a varios oficiales entre ellos el sobrecargo.
Cuando la primera noche llegamos al restaurant, el metre, rumano, pero hablando un correctísimo italiano nos acompañó a la mesa asignada, en ésta estaban sentadas dos parejas, una formada por un matrimonio de unos sesenta años, de Valencia, muy serios, muy formales, pero algo tímidos, la otra pareja algo más joven que nosotros en viaje de novios, ambos celebraban su segundo matrimonio, Eulogio y Carmela, los dos canarios y por el momento bastante callados y cogidos de la mano. Luego llegó la última pareja, Jorge y Pilar, aragoneses, de edad similar a la nuestra, unos cincuenta años.
Nosotros, Azucena y yo, Pedro, mi mujer aragonesa y yo canario.
Cuando nos presentamos, ya con las coincidencias de tanto canario y aragoneses, la cosa se fue animando.
 Mi mujer, que es muy abierta y yo que no soy de naturaleza callado, derretimos el hielo de los primeros momentos y ya desde entonces, salvo el matrimonio valenciano que celebraban los treinta y cinco años de casados y a los que sus hijos les habían regalado el viaje e iban un poco a su “bola” los demás al poco rato de charla parecía que nos conociésemos de toda la vida, luego, a base de hablar con el metre en italiano y ver que todos éramos de buen comer y beber, pronto destacó aquella mesa.
 Los recién casados se hicieron al grupo y las charlas y las risas eran continuas en aquella mesa.
Después de cenar, acudíamos las cuatro parejas a los espectáculos y al baile.
 Los valencianos eran los primeros en retirarse y las otras tres parejas seguíamos la marcha.
Una noche, después de cenar,  Pilar y Jorge se fueron al camarote a buscar unas chaquetas por si refrescaba, los otros cuatro  Eulogio, Carmela, Azucena y yo nos fuimos a cubierta donde había música en vivo, salsa.
Eulogio, se fue a comprar tabaco y nos quedamos mi mujer a mi derecha y Carmela a mi izquierda.
 Los animadores empezaron a sacar a las gentes del público para enseñarles a bailar “merengue”, mi mujer me dijo si quería bailar y aprender el merengue, yo le dije que no, porque no soy nada bailongo, así que ella y Carmela fueron las dos a aprender, yo me quedé tan tranquilo, entonces llegó Eulogio y me preguntó:
¿Dónde está Carmela?
Bailando merengue con mi mujer.
¿Tú la dejas ir a bailar?                                                                                                      
Pues claro, ¿Qué mal hay? A ella le gusta bailar y a mí no, está con Carmela, pues que se diviertan.
Eulogio se fue hacia popa fumando y yo me quedé allí.
Al momento vinieron las mujeres.
 Carmela me preguntó ¿Ha venido Eulogio?
Si, ha ido hacia popa a fumar.
Al momento vino un italiano de los de animación.
Mi mujer es más alta que yo, y Carmela un poco más baja, quizás por eso, el italiano me pidió si podía bailar con Carmela, yo le dije que si ella quería no había ningún inconveniente, ella, que no se había enterado mucho porque habíamos hablado en italiano, cuando él le ofreció la mano  salieron a bailar.
Llegó Eulogio y volvió a preguntar por Carmela, mi mujer le dijo que estaba aprendiendo a bailar merengue.
Yo le dije que había venido un armario italiano a sacarla a bailar, me pidió permiso y están allí con todos los demás.
Entonces me di cuenta de que Eulogio estaba “mosqueado”, intenté quitarle hierro pero ya era tarde.  
Jorge y Pilar llegaron y se unieron al grupo,  Pilar le preguntó a Eulogio por Carmela y éste le contestó que bailando con un “macarroni”.
Cuando llegó, Eulogio la cogió por el brazo y le dijo: Vamos a dormir.
Aquella noche, por lo visto Eulogio le dijo de todo a su mujer, le intentó sacar un anillo que le había regalado, forcejearon, luego él salió del camarote y se fue a tomar el aire; ella llamó a su hija, que trabaja en el “016” de defensa de la mujer y ésta le dijo que ya se lo había avisado antes.
Carmela entonces se dio cuenta de todo lo que le habían dicho, cuando Eulogio se enfadaba si iba con  las amigas, si llevaba vestidos demasiado escotados, si salía de cualquier manera a tirar la basura, en fin, infinidad de detalles que no eran de amor, eran celos enfermizos,
Su hija le dijo:
Ves al capitán o al oficial de guardia y presenta denuncia.
Así lo hizo y a partir de ese momento lo buscaron a él y le asignaron otro camarote y le impusieron una orden de alejamiento, lo apercibieron de que si eso no ocurría lo entregarían a las autoridades del próximo país que visitaran para que lo repatriaran. El siguiente país era Túnez y Eulogio dijo que de acuerdo, que lo cumpliría todo y que quería llegar a España.
El capitán era griego pero hablaba correctamente el italiano y Carmela me pidió que hiciese de intérprete para enterarse mejor.
El capitán comentó que Carmela se quedara siempre con alguno de los conocidos y en el camarote habría siempre vigilancia, en cuanto a las excursiones que tenía contratadas, se le cambió el autobús para que siempre fuese con nosotros o con Jorge y Pilar.
A Eulogio se le dejó que fuese por libre, se le cambió de comedor y a las excursiones renunció a todas, bajaba del barco e iba por libre.
 Cuando llegamos a Túnez, él no quiso bajar y nosotros que ya lo conocíamos porque es una zona a la que habíamos viajado mucho, nos quedamos a disfrutar del barco, ya que es un sitio en el que baja a tierra casi todo el mundo. Eulogio se pegó a nosotros durante medio día pensando que íbamos a bajar por nuestra cuenta porque sabía que lo conocíamos de sobra.
Por cierto, ese día el grupo de animación rodó una pequeña película en el barco, era de unos ludópatas a los que el servicio de vigilancia perseguía y el final se desarrollaba cuando en medio de la película, se rompía la pantalla y salía toda la persecución ya en vivo. Bueno, pues nos pidieron a mi mujer y a mí trabajar en la película.
 Cosa curiosa, Azucena y yo no jugamos ni al parchís, pues bien, esta era la segunda película que hemos hecho de extra y en las dos de ludópatas.
Pero volvamos al tema, en Florencia, estábamos contemplando la  fachada de la Basílica de Santa María del Fiore, en la piazza del “Duomo” juntamente con Carmela cuando a ésta se le ocurrió ir a comprar unas postales y no nos dijo nada. Cuando  le dijimos a la guía, que no la  veíamos , hizo una seña a una chica que conocíamos del barco y aparecieron cuatro tíos como armarios y corrieron por todos lados hasta que encontraron a Carmela, volvió al grupo escoltada por todos ellos.
Cuando al cabo de unos días llegamos a Barcelona, a Carmela la recogieron en un taxi y la llevaron al aeropuerto para que cogiera el primer avión para Tenerife, a él lo retuvieron bajo amenaza hasta diez minutos antes de zarpar de nuevo el barco.
Cuando Carmela llegó a Tenerife, su hija la estaba esperando, recogieron todos los  enseres de Eulogio y se los llevaron a casa de su hija. Arreglaron papeles y se divorciaron inmediatamente.
Entonces supieron que la primera mujer de Eulogio pidió el divorcio por malos tratos,  por  los que estuvo en la cárcel en su día.
Con los demás compañeros de mesa mantenemos una relación mediante internet. Siempre comentamos que tenemos que repetir el crucero.
Carmela nos escribe también y nos comenta que se ha integrado en una asociación en defensa de las mujeres maltratadas y nos da las gracias porque lo que pudo convertirse en un drama cotidiano, no pasó de ser una anécdota que quizás le salvó la vida.
FIN

UNA HISTORIA DE AMOR
Pedro Fuentes
CAPITULO I
Era Enero de 1.972, cuando Ricardo llegó a Barcelona, para tomar posesión de su plaza en una multinacional, había terminado la mili y salía de Madrid donde pasó los mejores años de su vida. Conocía Cataluña desde el año 67 ya que solía pasar las vacaciones de verano en la Costa Brava.
En aquellos tiempos, en Cataluña se vivía muy bien, había un gran ambiente cultural y cosmopolita, nadie era extraño allí.
Ricardo había dejado en Madrid una novia y esperaban que en un año o año y medio, se reunirían para siempre en Barcelona.
Nada más entrar el primer día en el despacho, sus ojos se entrecruzaron con los de una muchacha delgadita,  pelo corto y recogido justo por debajo del lóbulo de las orejas donde solo se insinuaban unos pendientes pequeñitos de oro con coral en el centro, pelirroja y con unos dientes brillantes que parecían querer salir a sonreír entre unos labios sonrosados y carnosos,
Con una tez blanca transparente en el que asomaban unas pecas que le daban un aire infantil, aunque acababa de cumplir los treinta años. Al cruzarse las miradas, su palidez se convirtió en un rojo escarlata como su pelo rizado. Cuando se dio cuenta, bajó la mirada e hizo que trabajaba. Ricardo, en ese mismo momento, se quedó ensimismado y no se rompió de milagro una rodilla al chocar con una mesa. Hubo una risita general y una mirada de dolor en la cara de ángel de Toñi, que así llamaba la pelirroja de la historia.
A la salida, Ricardo se las arregló para encontrarse con ella, en realidad salió casi al mismo tiempo pero mientras Toñi esperaba el ascensor, Ricardo corrió por las escaleras y casi “chocó” con ella al salir a la calle, con el tiempo, sincerándose entre ellos, resultó una estrategia a dos bandas en la que cada uno sabía perfectamente dónde y cuándo se iba a producir en encontronazo.
 Le acompañó a la boca del metro porque hasta allí Ricardo tenía coartada, puesto que él había encontrado un alojamiento cercano hasta buscar un piso de alquiler.
Ricardo aquella tarde paseó por el barrio gótico, oyendo a músicos callejeros, luego cenó cualquier cosa porque no tenía apetito y se fue al hostal donde residía, pasó la noche dando vueltas en la cama hasta  que llegó la hora de levantarse para ir a la oficina, nunca había ido tan contento al trabajo.
No era una persona enamoradiza, en realidad, solamente había estado enamorado una vez, cuando tenía 16 años y conoció a su primer amor.
 Lo de Mary Paz, su novia de Madrid, era otra cosa, Vivía solo en Madrid, ella era una amiga de casi toda la vida y habían llegado al noviazgo como algo natural después de una relación en la que los dos estaban cómodos.   Cuando Ricardo vio por primera vez a Toñi, supo que no podía engañar a Mary Paz y que tenía que hablar con ella, pero, ¿cómo iba a decirle que al segundo día de llegar a Barcelona, había visto a una mujer y se había enamorado de ella?  Y sin saber siquiera si ella le correspondía.

CAPITULO  II
Al poco tiempo, una semana, Ricardo y Toñi, salían asiduamente, mucho les unía, entre otras cosas, y sobre todo por encima de ellas, estaba el teatro, la gran pasión de los dos, además ambos habían estado integrados  en compañías y grupos de teatro amateur.
En la multinacional que trabajaban, había colectivo que se dedicaba a organizar actos de todo tipo en el tiempo libre.
Toñi y Ricardo se propusieron montar una obra de teatro, para lo cual, hicieron un proyecto y lo presentaron a los encargados de las diferentes actividades.
Como ya se presentaba la primavera, decidieron empezar los ensayos en serio para septiembre, con el nuevo curso, la obra era “El baile” de Edgar Neville y la dirigía Ricardo, que ya había montado algunas cosas en Madrid.
El amor los unió y los tremendos celos de Toñi los separaba, además por aquellos tiempos, a Ricardo lo enviaron temporalmente a otra provincia para organizar unos sistemas nuevos de trabajo, así que no podían verse siempre y a todas las horas, solamente los fines de semana y algún día que Ricardo podía escaparse por la tarde para ir a verla, haciendo doscientos kilómetros.
Fue un amor suave, agradable, tierno, especial, los encuentros entre ellos eran fugaces porque no había tiempo para más, los fines de semana del final de la primavera se reunían en algún pueblecito de la Costa Brava, eran felices hasta media hora antes de partir, entonces aparecían los celos de Toñi, era capaz de imaginar todas las traiciones del mundo por parte de Ricardo en esa semana que iba a transcurrir hasta el próximo encuentro.
Cuando se separaban, todo el amor, todos los grandes recuerdos de las horas pasadas se convertían en sinsabores en el corazón de Ricardo y más de una vez pensó en romper la relación por la amargura que le dejaba, luego recapacitaba y se decía que cuando estuviesen juntos para siempre se pasarían.
Por parte de Toñi se convertían las separaciones en planes maquiavélicos para intentar descubrirlo en una traición, pensaba incluso que a veces, cuando tenía que ir a Madrid, por trabajo, se reunía con Mary Paz, cosa imposible, porque además, cuando habló con ella para romper la relación, le sentó tan mal que terminaron fatal, sin posibilidad ni de la amistad que habían tenido antes del noviazgo.
Durante el verano Toñi marchó con sus padres, sus dos hermanas gemelas, de veinte años y un hermano más joven que ella y que estaba acabando Telecomunicaciones a una población del norte de las Costa Brava.
 Ricardo iba bastante por allí, por la tarde, se integró bastante bien con toda la familia, pero con tanta gente, no había nunca un momento de intimidad y luego a la hora de la despedida, generalmente después de cenar, volvía con el amargor de la escena de celos correspondiente, era sospechoso de irse de marcha antes de llegar a su casa.
Cuando Toñi empezó atrabajar, después de las vacaciones, Ricardo, que seguía  trabajando en la otra población, porque le propusieron quedarse allí realizando el trabajo nuevo, vio una oportunidad laboral y se quedó ya que las condiciones eran mejores.
 El primer día que pudo ir a Barcelona, se reunió con Toñi, ella estaba en uno de sus peores días de celos, la escena fue monumental, Ricardo se lo tomo a juerga, que era lo único que le quedaba y le dijo que sí, que él necesitaba tener a cientos de mujeres a su alrededor, que si quería tener un harem, que no sabía qué veían las mujeres en él, que todas se le insinuaban.
Estaban en una cafetería, ella se levantó llorando y se fue, Ricardo pensó que iría hacia el metro, con lo cual saldría detrás de ella y la alcanzaría antes de llegar.
No la vio, la había perdido y luego supo que era para siempre.

CAPITULO  III
A primeros de Octubre el hermano de Toñi le llamó le dijo:
Ricardo, Toñi está en el Clínico, le han detectado un cáncer en el pecho, se lo han cogido demasiado tarde, está en las últimas.
Ricardo salió del trabajo, corrió a Barcelona, fue al Clínico y allí localizó a Toñi, siempre había sido delgada, pero ahora no llegaba ni a los treinta kilos, estaba completamente rapada, sus pecas no eran sino unas manchas cadavéricas, según le dijeron que había perdido la vista y no reconocía a nadie.
 Ricardo le cogió la mano izquierda, que no tenía ningún catéter, le dio un tierno beso en los labios y le dijo: ¡Toñi! , ¡Mi amor!, ¡te quiero!  Abrió sus ciegos ojos, una leve sonrisa apareció en sus labios  y expiró.
Ricardo apretó su pequeña mano y lloró amargamente como nunca lo había hecho.
FIN