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jueves, 7 de febrero de 2013

EL CRUCERO Y UNA HISTORIA DE AMOR (R)

Esta noche estrenamos un relato "EL crucero" y  y vuelvo a publicar "Una historia de amor" , que se publicó por primera vez el 6 de Enero de 2012.

"El crucero" es un relato corto de los hechos que me ocurrieron no hace mucho en un crucero por el mediterraneo, ha sido el más divertido de los que he hecho, pese a lo dramático de lo ocurrido, mi mujer y yo hicimos buenos amigos y lo pasamos bien.

Creo que os gustará, es un poco diferente a lo escrito hasta ahora y es además de los vividos en primera persona, de hecho he modificado los nombres de las demás personas ecepto los de mi mujer y mio.

El segundo relato, como ya sabrán los que en su día lo leyeron, es una de las historias que más marcaron a mi amigo Ricardo, del que hay que reconocer que no ha tenido demasiada suerte en el amor.

Y Ahora.......

EL CRUCERO
Pedro Fuentes

Cuando nuestro agente de viajes nos llamó para decirnos que tenía para ofrecernos un camarote para aquel crucero por el Mediterráneo no me pareció la mejor de las ideas, habíamos hecho varios y éste era por los mismos lugares de siempre.
Mi mujer, siempre dispuesta a viajar me animó, era un barco italiano, con tripulación casi en mayoría italiana y estaba la ocasión de practicar el idioma, que además de conocerlo, me encanta.
Ya en la cola de embarque tuvimos la suerte de tener justo detrás de nosotros una pareja encantadora que hacían su primer crucero como pasajeros, puesto que se habían conocido en el barco, trabajando, él como músico y ella como bailarina durante diez años, él era mejicano y ella inglesa, y ahora viajaban con sus dos niños.
No habíamos embarcado y ya nos  presentaron  a varios oficiales entre ellos el sobrecargo.
Cuando la primera noche llegamos al restaurant, el metre, rumano, pero hablando un correctísimo italiano nos acompañó a la mesa asignada, en ésta estaban sentadas dos parejas, una formada por un matrimonio de unos sesenta años, de Valencia, muy serios, muy formales, pero algo tímidos, la otra pareja algo más joven que nosotros en viaje de novios, ambos celebraban su segundo matrimonio, Eulogio y Carmela, los dos canarios y por el momento bastante callados y cogidos de la mano. Luego llegó la última pareja, Jorge y Pilar, aragoneses, de edad similar a la nuestra, unos cincuenta años.
Nosotros, Azucena y yo, Pedro, mi mujer aragonesa y yo canario.
Cuando nos presentamos, ya con las coincidencias de tanto canario y aragoneses, la cosa se fue animando.
 Mi mujer, que es muy abierta y yo que no soy de naturaleza callado, derretimos el hielo de los primeros momentos y ya desde entonces, salvo el matrimonio valenciano que celebraban los treinta y cinco años de casados y a los que sus hijos les habían regalado el viaje e iban un poco a su “bola” los demás al poco rato de charla parecía que nos conociésemos de toda la vida, luego, a base de hablar con el metre en italiano y ver que todos éramos de buen comer y beber, pronto destacó aquella mesa.
 Los recién casados se hicieron al grupo y las charlas y las risas eran continuas en aquella mesa.
Después de cenar, acudíamos las cuatro parejas a los espectáculos y al baile.
 Los valencianos eran los primeros en retirarse y las otras tres parejas seguíamos la marcha.
Una noche, después de cenar,  Pilar y Jorge se fueron al camarote a buscar unas chaquetas por si refrescaba, los otros cuatro  Eulogio, Carmela, Azucena y yo nos fuimos a cubierta donde había música en vivo, salsa.
Eulogio, se fue a comprar tabaco y nos quedamos mi mujer a mi derecha y Carmela a mi izquierda.
 Los animadores empezaron a sacar a las gentes del público para enseñarles a bailar “merengue”, mi mujer me dijo si quería bailar y aprender el merengue, yo le dije que no, porque no soy nada bailongo, así que ella y Carmela fueron las dos a aprender, yo me quedé tan tranquilo, entonces llegó Eulogio y me preguntó:
¿Dónde está Carmela?
Bailando merengue con mi mujer.
¿Tú la dejas ir a bailar?                                                                                                      
Pues claro, ¿Qué mal hay? A ella le gusta bailar y a mí no, está con Carmela, pues que se diviertan.
Eulogio se fue hacia popa fumando y yo me quedé allí.
Al momento vinieron las mujeres.
 Carmela me preguntó ¿Ha venido Eulogio?
Si, ha ido hacia popa a fumar.
Al momento vino un italiano de los de animación.
Mi mujer es más alta que yo, y Carmela un poco más baja, quizás por eso, el italiano me pidió si podía bailar con Carmela, yo le dije que si ella quería no había ningún inconveniente, ella, que no se había enterado mucho porque habíamos hablado en italiano, cuando él le ofreció la mano  salieron a bailar.
Llegó Eulogio y volvió a preguntar por Carmela, mi mujer le dijo que estaba aprendiendo a bailar merengue.
Yo le dije que había venido un armario italiano a sacarla a bailar, me pidió permiso y están allí con todos los demás.
Entonces me di cuenta de que Eulogio estaba “mosqueado”, intenté quitarle hierro pero ya era tarde.  
Jorge y Pilar llegaron y se unieron al grupo,  Pilar le preguntó a Eulogio por Carmela y éste le contestó que bailando con un “macarroni”.
Cuando llegó, Eulogio la cogió por el brazo y le dijo: Vamos a dormir.
Aquella noche, por lo visto Eulogio le dijo de todo a su mujer, le intentó sacar un anillo que le había regalado, forcejearon, luego él salió del camarote y se fue a tomar el aire; ella llamó a su hija, que trabaja en el “016” de defensa de la mujer y ésta le dijo que ya se lo había avisado antes.
Carmela entonces se dio cuenta de todo lo que le habían dicho, cuando Eulogio se enfadaba si iba con  las amigas, si llevaba vestidos demasiado escotados, si salía de cualquier manera a tirar la basura, en fin, infinidad de detalles que no eran de amor, eran celos enfermizos,
Su hija le dijo:
Ves al capitán o al oficial de guardia y presenta denuncia.
Así lo hizo y a partir de ese momento lo buscaron a él y le asignaron otro camarote y le impusieron una orden de alejamiento, lo apercibieron de que si eso no ocurría lo entregarían a las autoridades del próximo país que visitaran para que lo repatriaran. El siguiente país era Túnez y Eulogio dijo que de acuerdo, que lo cumpliría todo y que quería llegar a España.
El capitán era griego pero hablaba correctamente el italiano y Carmela me pidió que hiciese de intérprete para enterarse mejor.
El capitán comentó que Carmela se quedara siempre con alguno de los conocidos y en el camarote habría siempre vigilancia, en cuanto a las excursiones que tenía contratadas, se le cambió el autobús para que siempre fuese con nosotros o con Jorge y Pilar.
A Eulogio se le dejó que fuese por libre, se le cambió de comedor y a las excursiones renunció a todas, bajaba del barco e iba por libre.
 Cuando llegamos a Túnez, él no quiso bajar y nosotros que ya lo conocíamos porque es una zona a la que habíamos viajado mucho, nos quedamos a disfrutar del barco, ya que es un sitio en el que baja a tierra casi todo el mundo. Eulogio se pegó a nosotros durante medio día pensando que íbamos a bajar por nuestra cuenta porque sabía que lo conocíamos de sobra.
Por cierto, ese día el grupo de animación rodó una pequeña película en el barco, era de unos ludópatas a los que el servicio de vigilancia perseguía y el final se desarrollaba cuando en medio de la película, se rompía la pantalla y salía toda la persecución ya en vivo. Bueno, pues nos pidieron a mi mujer y a mí trabajar en la película.
 Cosa curiosa, Azucena y yo no jugamos ni al parchís, pues bien, esta era la segunda película que hemos hecho de extra y en las dos de ludópatas.
Pero volvamos al tema, en Florencia, estábamos contemplando la  fachada de la Basílica de Santa María del Fiore, en la piazza del “Duomo” juntamente con Carmela cuando a ésta se le ocurrió ir a comprar unas postales y no nos dijo nada. Cuando  le dijimos a la guía, que no la  veíamos , hizo una seña a una chica que conocíamos del barco y aparecieron cuatro tíos como armarios y corrieron por todos lados hasta que encontraron a Carmela, volvió al grupo escoltada por todos ellos.
Cuando al cabo de unos días llegamos a Barcelona, a Carmela la recogieron en un taxi y la llevaron al aeropuerto para que cogiera el primer avión para Tenerife, a él lo retuvieron bajo amenaza hasta diez minutos antes de zarpar de nuevo el barco.
Cuando Carmela llegó a Tenerife, su hija la estaba esperando, recogieron todos los  enseres de Eulogio y se los llevaron a casa de su hija. Arreglaron papeles y se divorciaron inmediatamente.
Entonces supieron que la primera mujer de Eulogio pidió el divorcio por malos tratos,  por  los que estuvo en la cárcel en su día.
Con los demás compañeros de mesa mantenemos una relación mediante internet. Siempre comentamos que tenemos que repetir el crucero.
Carmela nos escribe también y nos comenta que se ha integrado en una asociación en defensa de las mujeres maltratadas y nos da las gracias porque lo que pudo convertirse en un drama cotidiano, no pasó de ser una anécdota que quizás le salvó la vida.
FIN

UNA HISTORIA DE AMOR
Pedro Fuentes
CAPITULO I
Era Enero de 1.972, cuando Ricardo llegó a Barcelona, para tomar posesión de su plaza en una multinacional, había terminado la mili y salía de Madrid donde pasó los mejores años de su vida. Conocía Cataluña desde el año 67 ya que solía pasar las vacaciones de verano en la Costa Brava.
En aquellos tiempos, en Cataluña se vivía muy bien, había un gran ambiente cultural y cosmopolita, nadie era extraño allí.
Ricardo había dejado en Madrid una novia y esperaban que en un año o año y medio, se reunirían para siempre en Barcelona.
Nada más entrar el primer día en el despacho, sus ojos se entrecruzaron con los de una muchacha delgadita,  pelo corto y recogido justo por debajo del lóbulo de las orejas donde solo se insinuaban unos pendientes pequeñitos de oro con coral en el centro, pelirroja y con unos dientes brillantes que parecían querer salir a sonreír entre unos labios sonrosados y carnosos,
Con una tez blanca transparente en el que asomaban unas pecas que le daban un aire infantil, aunque acababa de cumplir los treinta años. Al cruzarse las miradas, su palidez se convirtió en un rojo escarlata como su pelo rizado. Cuando se dio cuenta, bajó la mirada e hizo que trabajaba. Ricardo, en ese mismo momento, se quedó ensimismado y no se rompió de milagro una rodilla al chocar con una mesa. Hubo una risita general y una mirada de dolor en la cara de ángel de Toñi, que así llamaba la pelirroja de la historia.
A la salida, Ricardo se las arregló para encontrarse con ella, en realidad salió casi al mismo tiempo pero mientras Toñi esperaba el ascensor, Ricardo corrió por las escaleras y casi “chocó” con ella al salir a la calle, con el tiempo, sincerándose entre ellos, resultó una estrategia a dos bandas en la que cada uno sabía perfectamente dónde y cuándo se iba a producir en encontronazo.
 Le acompañó a la boca del metro porque hasta allí Ricardo tenía coartada, puesto que él había encontrado un alojamiento cercano hasta buscar un piso de alquiler.
Ricardo aquella tarde paseó por el barrio gótico, oyendo a músicos callejeros, luego cenó cualquier cosa porque no tenía apetito y se fue al hostal donde residía, pasó la noche dando vueltas en la cama hasta  que llegó la hora de levantarse para ir a la oficina, nunca había ido tan contento al trabajo.
No era una persona enamoradiza, en realidad, solamente había estado enamorado una vez, cuando tenía 16 años y conoció a su primer amor.
 Lo de Mary Paz, su novia de Madrid, era otra cosa, Vivía solo en Madrid, ella era una amiga de casi toda la vida y habían llegado al noviazgo como algo natural después de una relación en la que los dos estaban cómodos.   Cuando Ricardo vio por primera vez a Toñi, supo que no podía engañar a Mary Paz y que tenía que hablar con ella, pero, ¿cómo iba a decirle que al segundo día de llegar a Barcelona, había visto a una mujer y se había enamorado de ella?  Y sin saber siquiera si ella le correspondía.

CAPITULO  II
Al poco tiempo, una semana, Ricardo y Toñi, salían asiduamente, mucho les unía, entre otras cosas, y sobre todo por encima de ellas, estaba el teatro, la gran pasión de los dos, además ambos habían estado integrados  en compañías y grupos de teatro amateur.
En la multinacional que trabajaban, había colectivo que se dedicaba a organizar actos de todo tipo en el tiempo libre.
Toñi y Ricardo se propusieron montar una obra de teatro, para lo cual, hicieron un proyecto y lo presentaron a los encargados de las diferentes actividades.
Como ya se presentaba la primavera, decidieron empezar los ensayos en serio para septiembre, con el nuevo curso, la obra era “El baile” de Edgar Neville y la dirigía Ricardo, que ya había montado algunas cosas en Madrid.
El amor los unió y los tremendos celos de Toñi los separaba, además por aquellos tiempos, a Ricardo lo enviaron temporalmente a otra provincia para organizar unos sistemas nuevos de trabajo, así que no podían verse siempre y a todas las horas, solamente los fines de semana y algún día que Ricardo podía escaparse por la tarde para ir a verla, haciendo doscientos kilómetros.
Fue un amor suave, agradable, tierno, especial, los encuentros entre ellos eran fugaces porque no había tiempo para más, los fines de semana del final de la primavera se reunían en algún pueblecito de la Costa Brava, eran felices hasta media hora antes de partir, entonces aparecían los celos de Toñi, era capaz de imaginar todas las traiciones del mundo por parte de Ricardo en esa semana que iba a transcurrir hasta el próximo encuentro.
Cuando se separaban, todo el amor, todos los grandes recuerdos de las horas pasadas se convertían en sinsabores en el corazón de Ricardo y más de una vez pensó en romper la relación por la amargura que le dejaba, luego recapacitaba y se decía que cuando estuviesen juntos para siempre se pasarían.
Por parte de Toñi se convertían las separaciones en planes maquiavélicos para intentar descubrirlo en una traición, pensaba incluso que a veces, cuando tenía que ir a Madrid, por trabajo, se reunía con Mary Paz, cosa imposible, porque además, cuando habló con ella para romper la relación, le sentó tan mal que terminaron fatal, sin posibilidad ni de la amistad que habían tenido antes del noviazgo.
Durante el verano Toñi marchó con sus padres, sus dos hermanas gemelas, de veinte años y un hermano más joven que ella y que estaba acabando Telecomunicaciones a una población del norte de las Costa Brava.
 Ricardo iba bastante por allí, por la tarde, se integró bastante bien con toda la familia, pero con tanta gente, no había nunca un momento de intimidad y luego a la hora de la despedida, generalmente después de cenar, volvía con el amargor de la escena de celos correspondiente, era sospechoso de irse de marcha antes de llegar a su casa.
Cuando Toñi empezó atrabajar, después de las vacaciones, Ricardo, que seguía  trabajando en la otra población, porque le propusieron quedarse allí realizando el trabajo nuevo, vio una oportunidad laboral y se quedó ya que las condiciones eran mejores.
 El primer día que pudo ir a Barcelona, se reunió con Toñi, ella estaba en uno de sus peores días de celos, la escena fue monumental, Ricardo se lo tomo a juerga, que era lo único que le quedaba y le dijo que sí, que él necesitaba tener a cientos de mujeres a su alrededor, que si quería tener un harem, que no sabía qué veían las mujeres en él, que todas se le insinuaban.
Estaban en una cafetería, ella se levantó llorando y se fue, Ricardo pensó que iría hacia el metro, con lo cual saldría detrás de ella y la alcanzaría antes de llegar.
No la vio, la había perdido y luego supo que era para siempre.

CAPITULO  III
A primeros de Octubre el hermano de Toñi le llamó le dijo:
Ricardo, Toñi está en el Clínico, le han detectado un cáncer en el pecho, se lo han cogido demasiado tarde, está en las últimas.
Ricardo salió del trabajo, corrió a Barcelona, fue al Clínico y allí localizó a Toñi, siempre había sido delgada, pero ahora no llegaba ni a los treinta kilos, estaba completamente rapada, sus pecas no eran sino unas manchas cadavéricas, según le dijeron que había perdido la vista y no reconocía a nadie.
 Ricardo le cogió la mano izquierda, que no tenía ningún catéter, le dio un tierno beso en los labios y le dijo: ¡Toñi! , ¡Mi amor!, ¡te quiero!  Abrió sus ciegos ojos, una leve sonrisa apareció en sus labios  y expiró.
Ricardo apretó su pequeña mano y lloró amargamente como nunca lo había hecho.
FIN



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