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jueves, 16 de mayo de 2013

Tras las pistas (El Afilador Capítulo VI)

Los tres amigos empiezan a buscar pistas y a interrogar a los sospechosos.

Espero que podais seguir la trama sin perderos detalles, es interesante seguirla desde el principio, no os perdais ninguna pista, cualquier cosa puede ser importante para descubrir al asesino.

Y ahora.......

EL AFILADOR
Pedro Fuentes
CAPITULO VI

Cuando terminaron de la reconstrucción de los hechos, José Miguel recogió  a Ricardo y  a Pedro con su coche y a los demás les dijo a los agentes que los habían llevado por  la mañana que los devolviesen a sus lugares de origen.
Antes de entrar en el coche dio instrucciones para la tarde y les comunicó a sus compañeros que se verían en la comisaría a las cinco de la tarde.
Una vez en el coche dijo:
Bueno, ¿Dónde me lleváis a comer?
A un restaurante en el puerto donde está mi barco, tomaremos una buena paella y luego iremos al “Solitario” a tomar unos whiskys. Dijo Ricardo.
Bueno, bueno, no tantos que luego hay que trabajar.
¿Tienes los datos de las asesinadas? Edad, estado civil, donde y como las mataron, si se conoce alguna relación entre ellas, con quién se mezclaban, etc. Preguntó Pedro ensimismado y con una mirada ausente.
¡Huy! Te conozco y ya tienes algo entre ceja y ceja.
Si, Ricardo, hay algo que me da vueltas y quisiera confirmarlo lo antes posible, luego querría que fuésemos al bar donde estuvo el “Afilador”, Rodolfo me pareció un buen hombre pero me dio la impresión de que sí conocía a la víctima. Y el “Afilador” un cretino que se debe meter en un montón de líos por su afición a las faldas.
¡Jo! ¡Menudos sabuesos! Dijo José Miguel.
Llegaron al restaurante, al lado del puerto del barco de Ricardo, éste, cliente habitual, había llamado desde el coche por el móvil y ya tenían una mesa para los tres. Trouvé, perro bien educado y que sabe estar, se metió debajo de la mesa, un camarero le puso un cuenco de agua y allí se quedó el animalito.
El propietario y maître del restaurante dijo al verlo: Si por mí fuera prohibiría la entrada a niños mal educados y aceptaría a los perros.
¿Queréis una cervecita mientras hacemos la comanda?
Los tres asintieron y Rafael, el dueño llamó a un camarero y al momento éste apareció con tres cervezas y unas aceitunas.
Bueno, si os parece bien, os puedo traer de primero mientras se hace la paella unos mejillones al vapor y un plato de alcachofas al estilo de la casa, que ahora están en su mejor momento y para beber un buen vino blanco fresquito.
Los tres estaban de acuerdo.
¿Ninguna de las víctimas sufrió agresión sexual? Preguntó Pedro a José Miguel.
No, ninguna, bueno, de la última falta la autopsia, pero parece que tampoco. ¿A las otras también las desnudaron?
Efectivamente, míster Holmes. Pero ahora dejemos el tema que la mesa no es para hablar ni de estos temas ni de trabajo. Dijo José Miguel.
¡Ricardo! ¿Cómo tienes lo del barco? ¿Sigues haciendo charter?
Si, si sale algo lo hago, pero ahora no es el tiempo, mientras tanto me estoy preparando porque desde hace tiempo estoy con la idea de irme a dar la vuelta al mundo en solitario, bueno, con Trouvé.
Al oír su nombre, el animal salió de debajo de la mesa y miró a su amo. Luego, al ver que hablaban de él pero no lo llamaban, tomó un sorbo de agua y volvió a su sitio a los pies de su amo.
Pero eso es peligroso para uno solo, ¿verdad? Dijo el policía
Demasiado peligros y muy duro, yo le aconsejo que no lo haga. Dijo Pedro.
Después de comer se dirigieron al barco, eran las cuatro menos cuarto, siguieron charlando mientras se tomaron un café y un whisky en el barco que estaba impecable de pintura y barnices. A las cinco menos veinte salieron rumbo a la comisaría.
Cuando llegaron lo primero que vieron encima de la mesa fue el informe de la autopsia tres carpetas de informes de las víctimas y un sobre voluminoso lleno de fotografías.
Ricardo que hasta el momento había estado callado, como era por costumbre dijo:
¿Por qué una de las carpetas en lugar de nombre hay una X?
La segunda todavía no ha sido identificada y de eso hace ya quince días. Le contestó el policía.
¿Hay algo característico que asocie a las tres?  ¿Circunstancias de personales?
No, Ricardo, no hay nada que las asocie, solamente que son mujeres, todas de mediana edad, pero la primera y la última llevaban zapatillas de deportes  y ambas estaban haciendo footing, la segunda vestía de calle y la ropa no era de por aquí, parece que era francesa por las etiquetas, no era ropa “made in china”
Los tres pueblos en los que se cometieron los asesinatos están en un triangulo de unos ocho kilómetros de lado y en zona en invierno muy deshabitadas y al final de la zona a la que las personas van a correr o a pasear a los perros.
En ninguna había huellas sino de calzado deportivo, diferente en cada caso y marcas corrientes.
En el segundo caso cerca no había huellas, fue cometido en un tiempo muy seco.
Nunca se encontró el arma homicida, pero sí el tipo de muerte, degüello y luego siete puñaladas, con el mismo cuchillo pero no profundas y luego rasgada la ropa, ninguna sufrió abusos.
La segunda había tenido sexo, consentido, unas tres horas antes, pero no se le hicieron pruebas de ADN.
Ricardo seguía con su interrogatorio, mientras Pedro tomaba notas.
José Miguel le dijo a Pedro:
¿No preguntas nada, Pedro?
No, creo que Ricardo va por un camino por el que sabe andar, yo estoy un poco desconcertado, además, ¿Olvidas que Ricardo es el verdadero sabueso? Yo solamente soy el biógrafo y el que le guarda la relación de los hechos para cuando los necesita.
El es el hombre de acción y yo el intelectual.
Desde luego estáis muy compenetrados, ¿Desde cuándo os conocéis?
Bueno, desde aproximadamente los diez años, yo llegué a Madrid más o menos igual que él, teníamos entonces un amigo en común, luego, en la adolescencia este amigo en común digamos que nos acercó. Nos metimos en todos los líos y juergas de la juventud, al final nuestras vidas corrieron por caminos totalmente diferentes y nos volvimos a encontrar, por casualidad hace un poco más de un año, por dos veces, en un cruce de caminos, nos encontramos y no nos reconocimos, y al cabo de dos meses, cuando la aventura de los árabes nos volvimos a encontrar y esta vez ya sabes todo de nosotros, cuando salgamos de ésta, hemos decidido ir a Madrid a ver a Vicente, el amigo común, al que ya tenemos localizado.
Ahora, como vivimos cerca y compartimos la afición por la navegación, nos vamos a menudo a pescar o navegar, por cierto, cuando esto termine, antes de irte a Madrid, tienes que venir con nosotros a pescar algún atún.
 


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