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jueves, 6 de junio de 2013

SOSPECHAS Y SOSPECHOSOS Capítulo IX de "El afilador"

Una semana más y un nuevo capítulo de "El afilador". La novela de intriga protagonizada por José Miguel el comisario, Ricardo el aventurero y yo, Pedro, el narrador de los hechos.

Espero que os guste, porque ya se están preparando nuevos casos de Ricardo colaborando con su amigo José Miguel, el comisario.

Y ahora..........

EL AFILADOR

Pedro Fuentes

CAPITULO  IX

Ya en la comisaría se encontraron con  José Miguel, el cual les tenía preparadas un montón de fotografías y los dosier de las tres víctimas.
Id mirando esto mientras viene el afilador.
¿Se hicieron pruebas de ADN de las mujeres primera y segunda?
No, no se hicieron, quisieron hacer todas las averiguaciones a nivel local y están faltos de medios y no tienen la experiencia que tenemos nosotros que hacemos eso cada día.
¿Podríamos descubrir restos de sangre en los casos anteriores con la lámpara de ultravioleta?
Pero no en todos los casos, pese a lo que dicen los del CSI hay productos que las camuflan. Pero lo intentaremos en la medida de nuestras posibilidades.
Al final, con diecisiete policías distintas los criminales nos van a pasar la mano por la cara, terminan estando mejor preparados que nosotros, el clásico “divide y vencerás”
En este caso, los sospechosos no lo saben, así que si les pedimos el ADN para “comparar” a lo mejor le metemos el miedo en el cuerpo a alguno.
Una pregunta, Ricardo, dijo José Miguel
¿Por qué parece que estés más centrado en el caso segundo que en el primero y tercero?
Creo que ahí está la clave, parece un asesinato totalmente diferente a los otros.
Sí, creo que tiene toda la razón del mundo, creo que han intentado copiar los otros dos, cuando identifiquemos la X estará todo resuelto. Dijo Pedro.
¿Y si mientras tanto hay un cuarto difunto o ya lo han cometido y no lo hemos encontrado?
No, José Miguel, dijo Ricardo y continuó, no, estos asesinatos están cometidos en un escaparate, al asesino le interesa que se descubran los cadáveres.
¿Estas fotos son solamente del último asesinato? Me refiero a las de la gente que hay curioseando. Dijo Pedro
Si, de los otros dos hay de las escenas del crimen y del cadáver en cada momento.
Hay personas de las tres poblaciones en ellas, yo llevo bastante tiempo por esta zona y me resultan conocidas y supongo que a Ricardo también.
Si, he tenido esa sensación al mirarlas. Contestó Ricardo.
Creo que algunas sí, pero será más difícil ponerles nombres.
Quizás eso sea más fácil cuando las señaléis, se las pasaremos a la guardia urbana de cada pueblo, ellos están en la calle todos los días y conocen a más gente.
Entró un agente en el despacho y dijo:
Señor comisario, está aquí el dueño del perro grande y el afilador.
Haga pasar primero al del perro y al otro lo dejaremos esperar un poco, hasta que empiece a ponerse nervioso.
A sus órdenes, señor comisario.
Vosotros dos debíais pasar a la habitación de al lado, por esta otra puerta, podréis oír lo que diga. Dijo el comisario a sus amigos.
Entró Rodolfo y José Miguel lo hizo sentarse. Usted dirá
Mire, señor comisario, hoy he estado paseando el perro en compañía de Ricardo y hemos hablado un poco sobre el tema y él tiene razón, cometí una tontería el otro día cuando me acerqué al cadáver y encima borré las huellas, me asusté mucho, porque sí conocía a la víctima, verá, era una mujer un poco bastante liberal, precisamente aquella tarde, cuando después de comer fui a pasear a Pibe, cerca del río, me encontré con ella, ya la conocía porque salía con un compatriota mío, pero el caso es que venía de correr, se paró conmigo y se estuvo insinuando, no sé lo que hubiese pasado si no estuviese el perro conmigo, me cogió del brazo y se pegó a mi y supongo que alguien nos habría visto, además, también estuvo a mi lado por la mañana cuando fui a afilar varios cuchillos de cocina y unas tijeras.
Querríamos ver esos cuchillos con una linterna especial que indican si hay manchas de sangre, no podemos hacerlo sin orden judicial o permiso de usted, si pedimos permiso al juez, como hay evidencias, nos lo dará, pero si es tan inocente como dice, cosa que no dudamos, suponemos que no tendrá inconveniente en que dos agentes nuestros se acerquen con usted a su casa y hagan la prueba, no tardarán ni cinco minutos.
Lo mismo pasa para poderle tomar una muestra para la prueba de ADN, en principio es totalmente voluntaria salvo que el juez lo considere oportuno, simplemente es cogerle un poco de saliva con un palillo con algodón.
Si, señor comisario, pueden tomar la muestra y revisar los cuchillos, pero ¿Y si hemos cortado carne con alguno de ellos?
No hay problema, las señales no son las mismas. Dicho esto, el policía descolgó el teléfono y apareció un agente en la puerta.
Agente, avise Gómez y García para acompañar a este seños a su casa con la lámpara de ultravioleta y que a la vez le tomen una muestra de saliva para el ADN.
Señor Rodolfo, aunque tarde, ha sido usted inteligente al venir a confesar su error.
Cuando se fue Rodolfo el policía llamó a sus amigos, salieron al balcón y se fumaron unos cigarrillos mientras comentaban la jugada.
Creo que podemos descartar al amigo de Ricardo, si salimos bien de esta os voy a proponer como colaboradores de la policía.
¿Eso quiere decir confidentes? Dijo Pedro riendo.
Cuando terminaron los cigarrillos dijo José Miguel:
Bueno, vamos a ver si ya hemos puesto nervioso al afilador.
Entraron en el despacho y esta vez se quedaron los tres. Llamaron por teléfono e hicieron pasar al afilador que se sentó en una silla frente a los tres amigos.
Bueno, díganos ahora toda la verdad si no quiere meterse en problemas, si no lo está ya.
¿Eran clientes suyas las tres muertas?
Si señor
¿Las había visto y hablado con ellas?
Si, sobre todo con la segunda.
¿Cómo se llamaba?
Se hacía llamar Michelle, pero no era francesa, ella decía que sí pero era rumana o checa.
¿Tuvo relaciones con ella? Díganos la verdad, tenemos medios para averiguarlo.
Bueno, quedé con ella en un bar, ya se lo dije, pero no llegó.
¿Quiere decir que no tuvo relaciones con ella?
No, yo me fui después de esperarle media hora,
Si, y también nos dijo que bebió un café y una cola y salió del bar cargado de coñac y cubata.
Le vamos a hacer una prueba de ADN, bien voluntariamente o lo que es peor por petición del juez, con lo cual tendrá que ser encausado, lo cual quiere decir que le podemos meter entre rejas, usted dirá si colabora o no.
La tal Michelle mantuvo relaciones sexuales tres horas antes de su muerte, a esas horas tenía que estar con usted, ¿Fue con usted? Y no me mienta que todo se sabrá.
No, señor comisario, no la vi. Se lo juro, no la vi.
Usted, cuando salió del Hamilton para irse a su casa, vio que llegaba la mujer, dejó su moto allí y se marchó con usted en la furgoneta, se fueron a las afueras, cerca de donde la encontraron y allí estuvieron relajándose.
No es verdad, eso se lo ha tenido que decir el marica del camarero. Siempre que voy al Hamilton me tira los tejos.
¿Accede a hacerse las pruebas de ADN? ¿Quiere un abogado? ¿Conoce a alguno? Está metido en un gran problema y lo tiene difícil.
Si, tiene razón, la vi, pero yo no la maté, estuvimos en la furgoneta, nos pasamos allí como una hora, luego la llevé al Hamilton, pero la moto no era suya, era de una amiga.
Si, me pueden hacer las pruebas del ADN. Yo la dejé el  bar a eso de las nueve menos algo, entramos y tomamos una cerveza, el camarero no estaba, nos atendió una chica, ellas se lo pueden confirmar.
José Miguel avisó a un agente y le tomaron muestras de saliva para el ADN, a continuación le dijo: Todo será comprobado, la prueba tardará unos días, ni se le ocurra desaparecer porque lo encontraremos donde sea.
Por cierto, con las otras dos mujeres ¿También tuvo lío?
No señor comisario, le juro que no.
No jure más que ya le hemos pillado en renuncio demasiadas veces y además con las pruebas que tenemos y su ADN como resulte culpable la cadena perpetua no se la quita nadie. Puede marcharse.
Los tres amigos se miraron y dijo José Miguel: Vamos a tomar una cerveza al Hamilton.

 

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