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jueves, 16 de enero de 2014

EL ULTIMO VIAJE DE "EL DESTINO" Capítulo VIII

Ricardo y Gracia están a mitad de camino de su viaje, el detino les ha unido y navegan juntos en "El Destino", un velero, el Furia 25.

La travesía que están realizando, por las Islas Baleares y la costa del levante español, es un gran reto aún para estos dos buenos navegantes.

Y ahora........................

EL ULTIMO VIAJE DEL “DESTINO”

Pedro Fuentes

Capítulo  VIII
Hemos decidido salir de Cabrera a las 5 de la madrugada, si todo va bien, llegaremos a Formentera con luz natural aprovechando que los días son largos, hay unas 77 millas y no quisiera llegar a la isla a oscuras con las de rocas y escollos que hay cerca de Formentera, la intención es pasar una noche allí y zarpar hacia la península a la altura de Calpe o Altea, dejaremos la visita de Formentera para otra ocasión.
Las previsiones del tiempo son de viento de Levante fuerza 3-4, nos vendrá bien, lo cogeremos por la aleta, si nos ponemos lo mismo sacamos el spi, lo malo es que en el canal entre Mallorca e Ibiza vamos a pillar, como casi siempre, corrientes fuertes del Norte o del Sur.
Nos fuimos a dormir temprano dejando todo preparado y a las 5, tal como teníamos previsto, cuando empieza a clarear el día en estas fechas, salimos de puerto a motor ya que solamente tenemos una pequeña brisa de tierra, una vez fuera pusimos rumbo al 255. Ya en mar abierta viramos en redondo para ponernos proa al viento e izar el velamen. Decidimos acompañarnos por el motor hasta que el viento arrecie.
Decidimos poner el piloto automático mientras funcionase el motor, el sonido de éste, aunque no es mucho, nos hace hablar más alto y no sentimos la mar rompiendo contra el casco. Decidimos desayunar opíparamente por si luego hay que trabajar mucho y hay que comer como un pajarito.
Levamos una hora navegando, el cielo está despejado y por popa se adivina ya la salida del sol, cojo la cámara y me dispongo a hacer unas bonitas fotos de amanecer con Isla Cabrera al fondo, pero mientras amanece le digo a Gracia que se ponga al lado de la mayor junto a la botavara, se mueve con desparpajo mientras le hago una serie de fotos, me encantan las cámaras digitales, luego las pasaré al PC portátil. Gracia es muy fotogénica, pero a mi me gusta hacerle las fotos de improviso, sin que se llegue a enterar y no le de tiempo a posar.
Me pide la cámara para hacerme fotos a mi, no me dejo, pero a duras penas doy mi brazo a torcer y me hace las fotos, cosa inusual, hay muy pocas fotos mías por ahí, en el fondo me parece que le tengo algo de “yuyo” a mis fotografías, cuando me veo me acuerdo de mi vida, feliz, pero llena de muertes a mi alrededor, mis padres, mi hermana, mi cuñado, una mujer a la que amé, y varios amigos, no me gusta ver fotos mías.
¿Qué te sucede, Ricardo? De pronto te has puesto triste, como si un presentimiento o algo pasase por tu mente.
Nada, de pronto han venido recuerdos lejanos a mi mente, mí pasado a veces viene a mi mente, ya sabes que he perdido a toda mi familia poco a poco, además con el paso del tiempo también he perdido algún amor y con la distancia también me he alejado de mis amigos.
Gracia vino hacia mí y me consoló llenándome de besos. A punto estuvimos de no poder hacer las fotos del amanecer.
A la segunda hora de navegación habíamos conseguido, entre el motor y la brisa que soplaba 14 millas, ahora ya teníamos algo más de viento, entre 2 y 3 y decidimos parar el motor e izar el spi, una vez realizada la operación, Gracia volvió a la caña sacando el piloto automático, una vez apagado el motor, paramos la nevera y cualquier aparato no necesario, solamente el GPS y la radio.
El viento arreciaba a medida que avanzaba el día el anemómetro marcaba ya los 14 nudos, con lo cual estábamos navegando a 6,5 nudos, había que aprovechar ahora que las condiciones eran buenas, queríamos llegar con la luz del día por lo menos para pasar los escollos y rocas lo mejor posible, Gracia había navegado por allí, pero no conocía las rocas como en Addaia.
Iremos al puerto, cuando sepamos mejor sobre qué hora llegaremos llamaremos para reservar amarre, aunque en este tiempo todavía no hay las apreturas del verano, además, en Formentera hay muy buenos sitios para fondear, aunque haya que solicitar boya y como el puerto es un poco caro, la gente se reserva mucho el entrar. Nosotros necesitamos ir a puerto entre otras cosas para abastecernos de agua puesto que no nos quedaba ni para ducharnos y teníamos salitre por todos los rincones de nuestros cuerpo, además del sudor.
Son las 10, llevamos 32 millas, estamos un poco por encima de los 6 nudos, ahora en medio del canal la corriente es bastante fuerte hacia el norte, pero como el viento ha subido algo, la navegación es buena.
Mira, mira, Gracia, nos van a adelantar un montón de delfines, se nos han puesto a la par y se divierten cruzando nuestra proa, le hacemos montones de fotos, a nuestro babor nada una cría, un delfín adulto, supongo que es su madre, se pone entre la cría y el casco del barco, casi lo roza, pero va pendiente de que el pequeño no se acerque, si lo hace lo empuja hacia fuera.
En cala en Pitt un verano entraron dos, Biel y yo nos tiramos al agua y nadamos con ellos, estuvieron un día, supongo que perdidos y al siguiente desaparecieron.
Viendo los delfines y haciéndoles fotos sin darnos cuenta pasamos dos horas, Gracia ha decidido preparar algo para comer, la verdad es que tenemos hambre, desayunamos a las cinco y algo y son las doce, todavía tenemos provisiones de las que nos preparó María Cinta, la madre de Gracia, hemos comido unos filetes empanados acompañados de pimientos fritos, vamos, una cosa ligerita para luego estar sentados todo el día.
Las 15 horas, hemos estando navegando entre los 6 y 6,5 nudos, total recorrido 65 millas, nos quedan unas 18 millas, vamos a arriar el spi, estamos en zona de escollos y llevamos demasiada velocidad, además, estamos un poco cansados, pendientes del viento y del spi, solamente hemos pegado unas cabezadas en la bañera y bebido creo que dos litros de café, esta noche nos van a tener que cantar una nana para dormir, suerte que en el barco, arrullados por las olas uno se queda como un bebé.
Al fin llegamos al puerto, nos tienen preparado el amarre solicitado, este puerto es muy caro, pero a veces hay comodidades que merece la pena pagar, dieciocho horas de navegación, diez de ellas pendientes del spi son para cansar a cualquiera y más con los días anteriores también de navegación y mañana otras sesenta millas hasta Calpe, las previsiones son también de Levante fuerza cuatro o cinco, si es así, volveremos a repetir la de hoy, pero de más empopada, no suele ser así con la vela, normalmente  sopla en dirección contraria.
La verdad es que llegar a Formentera y no perderse navegando por sus calas y playas, es un delito, pero no tenemos mucho tiempo, es posible que a la vuelta podamos pasar unos días en esta preciosa isla, mi intención es subir luego a Ibiza, luego a las Columbretes en Castellón y después saltar a Peñíscola, Benicarló y Vinaroz, luego pasar el delta y llegarnos hasta Blanes, entregar el velero y volver a casa en Benicarló. Si en Murcia el barco que vamos a ver nos gusta y llegamos a un acuerdo, bajaremos en coche y una vez puesto todo en orden, tirar otra vez para el norte con él antes de que llegue el otoño.
Todo esto lo he hablado con Gracia y dice que me acompaña hasta el uno de Septiembre porque luego tiene que volver al colegio.
Una vez en Formentera, hacemos la rutina de siempre, pasar por marinería, lavar el barco, esta vez concienzudamente que para eso pagamos lo que pagamos, llenamos los depósitos de agua, preparamos todo para mañana, que no madrugaremos tanto, luego el aseo personal en el club y a cenar en tierra, después de andar para desentumecer los músculos, sobre todo los de las piernas y la espalda, machacados por la bañera del “Destino” que no es muy cómoda que digamos para las largas travesías que le estamos dando. La verdad es que para un barco que tiene 25 pies, no se ha portado nada mal, y menos nosotros que le hemos sacado las prestaciones que llevamos desde Ciudadela.
¿De verdad quieres seguir embarcada el resto del verano, Gracia?
Creo que será el mejor verano de mi vida, antes te cansarás tú de barco que yo, cuando vivía mi padre de los tres yo era la única que le seguía el ritmo de navegación, y eso que mi madre tampoco se queda atrás. Luego Biel y el que menos Ernesto.
¿A qué se dedican tus hermanos?
Biel es consignatario de buques y Ernesto es economista en una gran empresa en Alicante.
Hombre, mañana, si todo va bien estaremos en Calpe, ¿Por qué no lo llamas y nos vemos?
No sería mala idea, lo voy a llamar, pero dejaremos todo en el aire hasta que estemos llegando por si acaso.

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