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jueves, 27 de noviembre de 2014

DEMASIADO CERCA DEL MAS ALLA II

Seguno capítulo de este relato espeluznante donde Domingo se ha visto envuelto sin saber ni cómo ni por qué. ¿A dónde le llevará esta especie de pesadilla? ¿Que ocurre en esos bosques de media montaña cuando la niebla hace su aparición? ¿Qué peligros nos esconden?

Y ahora.................


DEMASIADO CERCA DEL MAS ALLA
Pedro Fuentes

Capítulo  II

El ser que estaba a su lado le miró fijamente, sus ojos, dentro de aquellas órbitas parecían perderse, estaba tan demacrado que se adivinaban en la piel las encías con las piezas dentares. Con una voz seca y firme, pero que parecía de ultratumba me dijo:
¡Pon en marcha el coche y sal a la carretera hacia la izquierda!
Como un autómata le hizo caso, se había quedado como si le hubiesen quitado el alma, era incapaz de pensar, conducía por una carretera estrecha, con muchos árboles a los lados y una niebla espesa que no dejaba ver los márgenes ni la cuneta, pero no importaba, el coche parecía seguir un camino marcado por un piloto automático.
Después de dos curvas, hay una tercera a la izquierda muy peligrosa, allí se han salido muchos coches y han muerto varias personas, tómala con sumo cuidado, luego, a la derecha hay un pequeño llano, entra en él y para el coche. Dijo aquella figura cadavérica que no sabría cómo describir.
Paró  el coche, se apoyó en el volante y se quedó dormido.
Le despertaron unos golpes en la ventanilla, sobresaltado, dio un salto y miró fuera.
Dos hombres, con el uniforme de la Guardia Civil miraban desde el exterior, bajó la ventanilla y les dijo: ¿Sucede algo, guardia?
Eso nos lo tendrá que decir usted. Contestó el mayor de los dos detrás de un bigote negro y de grandes proporciones.
No, no sucede nada, venía desde Villadiego del Monte donde estuve trabajando y se me hizo muy tarde, tenía sueño y me paré a dar una cabezadita y veo que debí dormir más de la cuenta porque ya ha amanecido, voy para la capital. Les contestó Domingo.
Pues va usted en dirección contraria, ha salido de Villadiego hacia el norte en lugar de al sur.
No sabía lo que le estaba pasando, no recordaba nada, las últimas imágenes de su mente eran las del cartel de final de Villadiego.
Me debí perder, gracias por haberme despertado, tengo que volver al pueblo para asearme y desayunar, luego  volveré a la capital. Siguió diciendo Domingo.
Bueno, si ya ha descansado, puede salir, pero hacia la derecha, Villadiego está en dirección contraria a la que llevaba pero a unos treinta kilómetros, y tenga cuidado, a unos ciento cincuenta metros, a la derecha, hay una curva muy mala en la que han muerto varias personas, aunque el peligro de verdad es de noche y con niebla.
Llegó a la población a las ocho y media, aparcó en la plaza, cerca de la tienda de Maribel y se fue a un hostal de la misma plaza, solicitó una habitación, quería ducharse y cambiarse, por suerte, siempre llevaba en el maletero del coche una pequeña maleta con ropa, ya que muchas veces, por su profesión, a menudo tiene que quedarse fuera de casa sin tenerlo previsto.
Desde el hostal llamó a la empresa para comunicarles que no iría o lo haría por la tarde, que había tenido problemas en la carretera la noche anterior y aprovecharía para terminar algunas cosas en la tienda de Maribel, luego la llamó a ella y quedó en la tienda a partir de las once.
Después de desayunar y ducharse, puso el despertador para las once menos cuarto y se metió en la cama. No logró dormir, intentó repasar lo ocurrido en la última noche, no hubo forma, desde que entraba en la carretera con la niebla hasta que le despertó el Guardia Civil del bigote, no recordaba nada. Era como si la niebla hubiese borrado todo.
A las diez y media, puesto que no había podido dormir, se duchó de nuevo, bajó a la calle, entró en un bar y tomó un café doble. No estaba nervioso, pero parecía que no hubiese dormido en toda la noche, pero eso no era posible, el guardia le despertó y dormía profundamente.
A las once en punto llegó a la tienda donde ya le esperaba Maribel. En lugar de saludo,  preguntó directamente:
¿Qué pasó? ¿Tuviste algún accidente?
Domingo le contestó:
No lo sé, salí del pueblo porque vi el cartel de final del Municipio, pero he despertado en el coche a  treinta y tantos kilómetros de aquí, pero en dirección contraria, estaba fuera de la carretera y dormido, me despertó la Guardia Civil, pero parece que no haya dormido y estoy cansado, me he metido en la cama del hostal y no he podido ni cerrar los ojos. He llamado a la empresa y les he dicho que estaba aquí, así que terminaremos lo que dejamos a medias en la tienda, de todas las formas, podré hacer mi trabajo por internet.
Si, más vale que te quedes aquí, además, recuerda que mañana es jueves y fiesta de Todos los Santos y podrás hacer puente, porque la verdad es que tienes una cara terrible.
Pasó la mañana lo mejor que pudo, se conectó a internet, resolvió los problemas que tenía en la oficina y se dedicó a terminar los asuntos de la tienda de Maribel.
¿Quieres que vayamos a comer juntos? Me preguntó Maribel.
No, no puedo, tengo tanto sueño que voy a comer ligero y me echaré a dormir hasta las cinco, que vendré a la tienda para que organicemos los stocks y hablar con la central por si hay cosas pendientes, además, antes quiero ir a lavar el coche que huele a demonios. Dijo Domingo.
Así lo hizo, a la una fue a la gasolinera donde hay también un lavadero de coche, lo primero fue lavar el asiento del conductor, entonces vio que el olor procedía de orines, igual que pantalones y ropa interior cuando se los quitó por la mañana, pero no sabía qué había pasado, supuso que dormido en el coche y debido al frío o la postura, se le había escapado algo de orina, pero no recordaba nada.
Cuando terminó, fue al hostal y les comunicó que se quedaría hasta el domingo, luego pasó al restaurant y tomó un buen caldo bien caliente y un entrecot no muy grande, no tomó café y se fue a la habitación a dormir. Decidió ponerse el pijama y meterse en la cama con todas las luces apagadas y la persiana cerrada, puso el despertador a las cinco menos veinte, faltaban dos horas y media.
Imposible, cuando sonó el despertador, estaba en el pequeño balcón de la habitación y se había fumado medio paquete de tabaco.
El resto de la tarde, lo pasó en la tienda con el ordenador, por dos ocasiones se quedó adormilado delante del teclado, a las ocho salieron a la calle y le dijo a Maribel:
Vamos a tomar algo, pero antes quiero comprar tabaco y una botella de whisky, esta noche dormiré como sea.
Tomaron varias cervezas con unas tapas, con aquello ya no pensaba ni cenar, a las nueve y media se despidió de Maribel y fue para el hostal, subió a la habitación, se sirvió medio vaso de whisky y lo bebió mientras fumaba tres cigarrillos y se ponía el pijama, se metió en la cama, apagó la luz y los párpado cayeron sobre los ojos como pesadas persianas metálicas.

viernes, 21 de noviembre de 2014

DEMASIADO CERCA DEL MAS ALLA

¿Cuando se está cerca o lejos del más allá?
¿Estamos a salvo alguna vez?
¿Dónde termina "cerca" y empieza "más allá?
Cuidado, a la vuelta de cualquier esquina podemos encontra lo que no queremos.

Hoy publico un caso que dicen ocurrió alguna vez en un lugar no muy lejano.

Y ahora............

DEMASIADO CERCA DEL MAS ALLA
Pedro Fuentes
Capítulo  I
La noche era fría y húmeda, por motivo de trabajo, Domingo había tenido que ir a aquel pueblo a setenta y cinco kilómetros de la ciudad, fue para revisar el montaje una de las tiendas de la cadena para la que trabaja.
El trabajo de Domingo es ese y  además formar a las personas que o bien porque adquieren la franquicia o porque la empresa titular los contrata para abrir una tienda y necesitan asesorar al personal.
Allí había ido porque por los estudios de mercado hechos, decían que sería un buen negocio ya que no existía ni en la población, de veinte mil habitantes, ni en las dos poblaciones  que distan seis o siete kilómetros, una al norte y otra al sur, más pequeñas pero en una comarca con alto poder adquisitivo, una tienda de dietética.
Una empleada de la firma, en la capital, natural de Villadiego del Monte, que así se llama el pueblo, dio la idea, se hicieron los estudios de mercado y se vio que era una buena plaza.
La familia de la empleada, Maribel, además tenían en la calle Mayor, muy cerca del ayuntamiento y justo antes de entrar en la plaza de la iglesia, un local que reunía las condiciones deseadas.
Se le dio la oportunidad a Maribel de ser ella la que se hiciese cargo de la tienda, la pusiese en marcha y luego seguir con ella o buscar una persona de confianza para poner al frente del negocio.
Como ya estaba próxima la apertura,  había ido a inspeccionarlo todo y poner en marcha toda la cuestión informática.
En un principio  había acabado a las ocho el trabajo, pero Maribel, a la que Domingo conocía de la central, una muchacha de veintitantos años, cerca de los treinta, con un encanto bastante especial aunque no una gran belleza pero si agradable y simpática, le invitó a cenar, ya que a partir de entonces no se verían hasta la inauguración.
Aceptó la invitación por cortesía pero le fastidiaba un poco volver a casa de noche, en aquel tiempo de otoño y por una carretera comarcal de montaña de unos cincuenta kilómetros hasta llegar a la general.
No había peligro de heladas en aquel tiempo, pero al ser una carretera bordeada por bosques, la humedad había dejado una capa de agua en el asfalto y una ligera neblina  parecía salir  de entre los árboles hacia la carretera, eran cerca de las doce de la noche y la música del CD del coche le acompañaba.
La niebla iba en aumento, los árboles, a ambos lados de la carretera parecían figuras fantasmagóricas  extendiendo su largos brazos sobre la carretera, avanzaba lentamente y cada vez se hacía más largo el camino, todavía faltaban unos treinta kilómetros hasta la general y empezó a tener ganas de orinar, así que aprovechando un estrecho camino que salía de la carretera hacia el bosque,  con sumo cuidado de no empotrar el coche contra ninguna piedra ni caer en una cuneta profunda, salió de la carretera, paró y apagó el motor y las luces para no despistar a ningún posible  conductor.
Salió del coche y se adentró unos cinco metros en el camino.
De pronto, a la derecha, a unos veinte metros dentro del bosque y por entre los árboles le pareció ver luces que se movían, al acostumbrarse sus ojos a la oscuridad, vio lo que parecía una larga fila de antorchas o velas, un aire fresco que se levantó le traía olor a cera de velas encendidas.
Distinguió unas voces pero no adivinaba a oír ni comprender las palabras, parecían salmos pero no entendía las palabras, a veces  parecía latín y otras castellano antiguo e incluso gallego o portugués, otras veces eran canciones, pero también ininteligibles.
Domingo se consideraba más bien miedoso, no en demasía, pero no le gustaba enfrentarme a las cosas que no conoce o le parecen del más allá, pero aquello llamaba su atención, se acercó sigilosamente un poco más para intentar ver con algo de claridad, al fin pudo distinguir que la persona que iba al frente, estaba vestido con una especie de hábito franciscano pero de color blanco y con capucha, pero pese a llevar la capucha puesta le vio la cara, era alargada y demacrada, por un momento pensó  que le había visto, porque le pareció que aquellos ojos que parecían flotar dentro de las cuencas, se cruzaron con su mirada cosa improbable  porque la noche era muy oscura y la niebla cada vez era más espesa, pero de igual forma que él lo había visto, el fraile blanco también lo pudo ver a él.
El de la cara demacrada llevaba una cruz en una mano y uno especie de acetre con su isopo. Detrás le seguían como unas veintitantas figuras, repartidas en dos filas y digo figuras porque no se podía distinguir las facciones de ninguna, parecían no tener rasgos, pese a que la especie de sábanas blancas que llevaban por encima no les tapaban sino la parte de atrás de las cabezas, lo único que se veía o más bien se adivinaban, eran las cuencas vacías de los ojos.
De pronto se di cuenta de una cosa que le sobresaltó, no pisaban el suelo, parecían flotar como a unos treinta centímetros del suelo y según pasaban, un viento frío se levantaba, pero éste no movía la llama de las velas, ni la niebla parecía desplazarse, pero llegaba el olor de la cera quemada y el aire en la cara.
Cuando terminó de pasar la procesión, dio la vuelta, lo más sigilosamente posible y llegó al coche, mirando más para detrás por si alguien o algo le seguía,  abrió la puerta, miró otra vez hacia los “fantasmas” y se sentó en el asiento.
El grito que dio fue espeluznante, el corazón pareció saltársele del pecho, en ese momento recordó de que aunque bajó del coche para orinar, no lo había hecho, un líquido caliente corrió por la entrepierna de su helado cuerpo.
En el asiento de al lado,  estaba sentado el “fraile” encapuchado, con su cruz y su acetre, era más pálido y cadavérico que cuando lo había visto presidiendo la procesión.
Se sujetó al volante con las dos manos e inclinó la cabeza hacia delante y apoyándola entre las manos lloró de pánico. Su cuerpo temblaba como una hoja en un vendaval.

La próxima semana el segundo capítulo, no te lo pierdas.


viernes, 14 de noviembre de 2014

ROJO SOBRE NEGRO

El relato de esta semana, como en él se indica, fue escrito a finales de los años 60, qué raro me suema poner lo "del siglo pasado"

Este relato fue en principio un guión para un corto, pero bueno, ya se explica en el prólogo de dicho relato, así que pasamos directamente a la historia de hoy.

Y ahora...................

                                                            ROJO SOBRE NEGRO

Pedro Fuentes

(Nota del autor)

Este relato fue escrito en torno a 1968, tiempo en el que se escribió “El tercer yo”, obra de teatro, en colaboración entre Vicente Fisac y yo mismo y que se publicó en Editorial Bubok. *  
Es muy posible que  en la presente obra, haya habido una colaboración de los dos amigos, pero no logramos recordarlo. Se escribió  como guión para un corto rodado en 8 mm.
La cinta desapareció, el guión, a través del tiempo ha aparecido en una vieja carpeta junto con otros escritos y recuerdos de aquellos tiempos.
Escena  I

Carlos camina solo y triste en el atardecer.
Sus pasos titubean y se resienten en su lucha contra el asfalto.
Tiene la vista perdida en la lejanía que le impiden los grandes árboles.
Sus ojos, mojados, vagamente difuminan todas las cosas.
A su lado siente pasar ráfagas de viento.
De vez en cuando retumban en sus sienes unos ruidos…..una música estúpida y cambiante.
Va cerniéndose la noche en un revoloteo silencioso sobre su cabeza.
Escena  II
Isabel lo miraba con sus tiernos ojos.
Ella dejó sobre la mesa el contacto frío del vaso.
La mano de Carlos seguía acercándose imperceptiblemente.
De pronto ambos sintieron el contacto de una mano ajena.
Sin decir nada, mirando simplemente aquellas manos, fueron estrechándolas cada vez con más fuerza.
Escena III
Carlos camina lenta y fatigosamente.
Sus pasos se aceleran cada vez que una persona pasa a su lado.
Se diría que huye.
Pero no, nadie le sigue.
Acaso sea su sombra que nunca se aparta de su lado.
Y ante él todo está turbio y extrañado.
No conoce aquella larga avenida, interminable.
Está fatigado, cansado de andar tanto por ese mismo camino, tan recto, sin final.
Escena  IV
¿Cómo es que vienes solo?; le preguntó Antonio mientras le tendía la mano.
“No ha podido venir”, dijo Carlos insensiblemente.
No había podido ir, pero. “No te preocupes”, le había respondido Antonio.
Efectivamente no tenía por qué preocuparse, allí estaba Inés.
Escena  V
Carlos, sin saber por qué ha consultado su reloj.
Son las ocho y media.
Sigue caminando.
El sol rojizo y tenue ilumina su cara.
Escena  VI
¿No te molesta esa luz? Dijo Inés.
Un poco, ¿Por qué? Respondió aun ignorante Carlos.
Sin hablar, en un instante confuso, Carlos se sintió arrastrado al interior de la casa.
Allí no les molestaría aquella tenue luz rojiza.
Entonces no hizo falta que ninguno de los dos comprendiera nada.
Una fuerza superior a ellos los arrastró a un mundo incomprensible de contactos leves.
Escena  VII
Carlos está fatigado y siente un frio mortal que invade su cansado cuerpo.
En un instante aquella avenida se ha transformado en un puente.
El se asoma apoyándose trémulo en la frágil barandilla.
El paisaje de abajo no es distinto.
Coches de diversos colores pasan más deprisa que sus reflejos.
El, torpe, siente de pronto una revelación en su interior.
Su alma quiere volar por el vacío, pero sus manos se aferran brutalmente a aquella barandilla.
En un esfuerzo incomprensible, se da la vuelta y corre atravesando la negra calzada.
Escena  VIII
Solo son unos instantes y su cuerpo vacilante se detiene.
Una ráfaga se acerca hacia él.
Intenta correr, huir.
¡Solo son dos pasos a la acera!
Sin embargo Carlos ha dudado de nuevo y aquella ráfaga continúa hacia su incierto  futuro.
Escena  IX
Volvía Carlos, alegre, a su casa.
Mas cuando ya se disponía a entrar, su vista se posó bruscamente en un cuerpo de mujer: ¡Isabel!
¿Qué haces aquí? Dijo sin titubear Carlos.
Su cerebro marcado por el alcohol no acertaba a reaccionar debidamente.
Ella lo miraba fijamente.
Se observaba en sus ojos una extraña maraña de sensaciones.
Era amor, era desprecio, era…… todo menos indiferencia o asombro.
Escena  X
Al final comprendió Carlos lo que aquellos ojos le decían, o mejor lo intuyó.
Se lanzó loco hacia ella y prorrumpió en gritos o gemidos,
“Yo no he sido, ¿comprendes?
No hice nada.
No tuve la culpa”
Pero ella callaba.
Entonces la presión de las manos de Carlos sobre los hombros de ella se hizo más leve.
Cuando ésta fue ya casi imperceptible, se alejó lentamente.
Las manos que antes aprisionaban sus hombros colgaban ahora muertas de sus brazos y su rostro se alzaba impotente al verla desaparecer.
Escena  XI
Caros yace tendido en el asfalto.
Respira lentamente, con torpeza.
Instintivamente se lleva la mano a la frente y en los dedos siente el caliente líquido.
Se estremece.
Sacando entonces fuerzas de donde no las tiene delante de sus ojos, está manchada con el carmín de la muerte.
Carlos trata de incorporarse y cae pesadamente al negro asfalto de nuevo. Está muerto.

FIN

martes, 11 de noviembre de 2014

¿CATALUNYA TRIONFANT?

SIN QUE SIRVA DE PRECEDENTE


¿REFEQUÉ?
Si del censo legal, sin descontar los mayores de 16 y menores de 18, (901.097) e incluidos los inmigrantes, han votado 1.861.753, un  35,26 por ciento, SI y SI,  al resto, no le ha importado un bledo el "referéndum". 
Han votado SI y SI 1.861.753 autómatas, ¿Dónde coño está que el pueblo de Cataluña quiere la independencia? ¿A quién quieren engañar los independentistas?

jueves, 6 de noviembre de 2014

EL PRIMER VIAJE DEL SOLITARIO IV

Hoy termina el primer viaje del "Solitario", un relato de la vida de Ricardo, anterior a la trilogía de "El Viaje", espero que os agrade.
La semana que viene empezaremos con una nueva historia.

Y ahora.....................

EL PRIMER VIAJE DEL SOLITARIO

Pedro Fuentes


Capítulo  IV


Pasó la semana como un suspiro, cuando volvimos a cala´n Pit agosto llegaba a su fin, cada día se notaba como los días se iban acortando, iban desapareciendo los agobios del turismo del verano, ahora todo era más apacible.
Llegó septiembre y ya se adivinaba el ambiente de las Fiestas de Gracia en Mao del 6 al 9. Lo mismo que pasa con las de S. Joan en Ciudadela, las de Gracia en Mao hay que vivirlas, por lo menos una vez en la vida, son inigualables.
¡Ricardo! Ya pronto tengo que empezar a ir al colegio, a partir de primeros de mes iré algún día que otro para las reuniones de preparación, luego, aunque en Alaior no son fiestas, como los maestros somos de fuera, sobre todo de Mao, los cuatro días de fiestas, los hacemos.
Bueno, estaré por aquí hasta que comiences las clases, que supongo que serán como en todos los sitios para el 15, luego pondré rumbo a Benicarló y me dedicaré a preparar viajes con las agencias, además había pensado hacer propaganda por aquí y sobre todo por Ibiza que me pilla más cerca, si la cosa no va muy bien,  siempre me puedo desplazar hasta las islas.
Hay muchas personas que quieren hacer prácticas de navegación, una forma es enrolarse en un barco como el mío para hacer travesías. Eso puede ser un dinero extra, luego por aquella zona hay muchos buceadores que quieren ir a la s Islas Columbretes en fin de semana.
De todos modos, según como esté todo, lo mismo hago un pensamiento para trasladarme a Menorca, aquí hay más oportunidades pero también más competencia. Ya veremos qué hacemos.
El resto del tiempo transcurrió apaciblemente, pero Gracia y yo nos mirábamos con algo de tristeza, aquel verano tan maravilloso que el destino nos había brindado, llegaba a su fin,  seguíamos con nuestra felicidad, pero en el fondo notábamos que la rutina del invierno y del trabajo nos estaba alcanzando.
Cuando Gracia empezó a ir al colegio, decidimos quedarnos en la casa de cala´n Pit, está cerca de Alaior y yo mientras me dedicaba al barco, otras veces llevaba a Gracia al colegio y luego me dedicaba a ir a Ciudadela y Mao a entrevistarme con gentes de las agencias de viajes y a dejarles propaganda.
Biel se llevó su barco a Ciudadela y Ernesto y Teresa con los hijos viajaron para Alicante, María Cinta se fue a su casa de Mao.
Cala´n Pit se iba quedando solitaria, solamente quedaban algunos turistas rezagados y personas  mayores que residían allí todo el año.
Llegaron las fiestas y las vivimos con toda la intensidad que pudimos, ya se sabe que son fiestas para la gente joven, Gracia es una persona joven todavía y yo me siento rejuvenecer a su lado y no me importan los comentarios que a veces oímos por culpa de esos veintitantos años que nos separan.
Cuando terminaron las fiestas y Gracia empezó las clases, yo me preparé para marchar, había decidido hacer el viaje de una tirada, rumbo directo a Benicarló, unas ciento cincuenta millas, con buen viento unas treinta horas, aprovecharía a que las previsiones fuesen buenas.
El dieciséis de septiembre, ya comenzadas las clases Gracia me dijo:
¡Amor!, mira, el viernes que viene, por la tarde no tengo clase porque hasta octubre no empezamos todo el día, si lo deseas, podemos salir rumbo a Benicarló los dos y el domingo por la tarde vuelvo en avión, será el último viaje del verano. ¿Te parece bien?
Claro que sí, pero me sabe mal, será una paliza para ti, llegaríamos sobre las diez de la noche del sábado y al día siguiente ir a Barcelona a coger el avión, y el lunes a las clases, terminarías rendida.
¿Me has visto alguna vez cansada de navegar? Además merece la pena si estamos todo el fin de semana juntos, mañana mismo reservo el billete de avión para la tarde del domingo y seguro que Biel o mi madre me irán a recoger al aeropuerto.
Las previsiones son de levante, podremos salir sobre la una y media o las dos y si todo va bien y tenemos un buen viento quizás estemos a media tarde del sábado en Benicarló.
El viernes, a la una ya tenía el barco pertrechado y las velas preparadas para izarlas en cuanto saliésemos de las rocas de Addaia, efectivamente el viento era de levante y las previsiones eran de fuerza 4 bajando algo de cara a la noche y la mar rizada.
Perfecto, sería una buena y tranquila travesía, solamente tendríamos que vigilar a la Transmediterránea y los mercantes rumbo a las islas que sobre todo nos vendrían por estribor y cuando la noche fuese más cerrada, aunque al estar la luna en cuarto creciente y por popa tendríamos buena visión.
A la una y media llegó Gracia, saltó al barco y entonces se dio cuenta de que María Cinta había venido a despedirnos, nos dio un beso y un abrazo y saltó a tierra esperando a soltarnos las amarras de proa cuando le avisásemos.
Nos hicimos a la mar, ya fuera de la ría, izamos velas y nos dirigimos a faro Caballería, una vez a su altura pusimos rumbo al 275, conectamos el piloto automático y nos acurrucamos en la bañera el uno al  lado del otro, llegamos a coger puntas de 7,5 nudos, el barco iba a todo trapo, decidimos sacar el espi y seguir así hasta que entrase la noche.
Todo salió a la perfección, el sábado a media tarde entramos en Benicarló. Llegamos a casa y ya no salimos para nada hasta el domingo a las doce, cogimos el coche y marchamos a Barcelona al aeropuerto, a las seis Gracia cogió el avión para Menorca.
Entró el otoño y siempre que podíamos o yo iba a Menorca o ella venía a Barcelona. Así pasó medio otoño. A mediados de noviembre, el día 15, a las diez de la mañana recibí una llamada de teléfono.
¡Ricardo! Soy Biel, ven a Menorca urgentemente, Gracia ha tenido esta mañana un accidente con el coche y está grave. Dime a qué hora llegas y te mandaré un coche al aeropuerto.
No pude decir sino ¡Voy! Salí corriendo. No dejé ni siquiera una nota para Hortensia, la señora que me arregla el apartamento, cogí el coche y marché a Barcelona sin importarme ni multas ni nada, dejé el coche en el aparcamiento y conseguí un billete para Mao alegando extrema gravedad.
Cuando llegué, un amigo de Biel me estaba esperando, me llevó al hospital en Mao, estaba toda la familia, María Cinta lloraba y la sujetaban sus dos hijos, al verme se abrazó a mí y me dijo:
¡Ricardo! Está muy mal, no creen que llegue hasta la noche, dada la extrema gravedad incluso nos dejan entrar, está en coma, pasa conmigo a verla.
Entré, yacía en una cama rodeada de goteros y vías, solamente se notaba que respiraba porque tenía un aparato de respiración asistida, la llamé, le hablé le dije que la quería, que no me dejase, en el fondo sabía que no me oía ni me sentía, me puse de rodillas al lado de la cama y le cogí una mano que me llevé a los labios y murmuraba, ¡Señor! ¡Qué te he hecho para que me trates así, parece que me persigas toda la vida!, ¡Llévame a mí también! ¡No puedo más! ¡Siempre te llevas a mis personas queridas!
María Cinta lloraba a mi lado e intentaba dentro de su dolor consolarme.
Falleció dos horas después, en mi cabeza martilleaba “Tristesse” de Frederick Copín, siempre que la oigo recuerdo a mis grandes amores y mi vida.
El funeral fue multitudinario, ella y su familia son muy conocidas en la isla, fue incinerada tal como quería ella.
Al día siguiente fuimos con el barco de un amigo de la familia de cala’n Pit a las rocas de Addaia y esparcimos sus cenizas en aquellas rocas y aquel mar que tanto amaba.
Pocos días después recibí otro mazazo de la vida, la autopsia reveló que estaba embarazada.

FIN

lunes, 3 de noviembre de 2014

DON JUAN TENORIO



SIN QUE SIRVA DE PRECEDENTE

Hoy voy a comenzar una sección nueva para este blog, van a ser comentarios breves o no tan breves sobre algún pensamiento o noticias de actualidad, no van a tener fecha de publicación, al contrario, serán sin fecha ni horario fijo. Esto no implica nada en la publicación del relato de cada semana, que seguirá siendo el mismo, día antes o después, dependiendo de lo ocupado que esté.
Hecha esta aclaración, comienzo hoy.
El otro día, la noche del viernes 31 de Octubre y madrugada del sábado 1 de Noviembre, la conocida como noche de difuntos, estuve en Guadalajara viendo la representación del “Don Juan Tenorio” de José Zorrilla, era la XXIV edición del Tenorio Mendocino. Uno de los encantos de este Tenorio, es que se celebra en espacios naturales, aprovechando monumentos de la Familia Mendoza.
El primeo era la Capilla de Luis de Lucena, la plaza quedó convertida en La Hostería del Laurel, la previa las 19 horas, fue una especie de feria medieval en el que al cambio de 1 maravedí se podía degustar queso de la tierra, embutido alcarreño, un buen vaso de caldo calentito y vino manchego, luego, a las ocho empezó el Tenorio. Se pasó luego al Palacio de la Cotilla, Exterior de la casa de Doña Ana de Pantoja, luego al Convento de la Piedad, Celda de Doña Inés, La quinta de Don Juan, en el patio de los Leones del Palacio del Infantado, luego el Convento de La Piedad, en los jardines el Panteón de los Tenorio, el zaguán del Infantado y ya el final, nuevamente en el Palacio de La Piedad.
Total, seis horas de Don Juan Tenorio, lleno a rebosar en una noche bastante cálida para Guadalajara, creo que el caldo caliente tenía que haber acompañado hasta el final.
Todo excelente, por la obra, la interpretación y las localizaciones, falta un poco de organización a la hora de mover al público y colocarlo en zonas muy definidas, pero claro, con tal cantidad de asistentes, no es nada fácil.
Por cierto, muchos niños y gente joven que prefirieron aquello a el “halloween”.
Conozco Guadalajara bastante, ya que voy con asiduidad, es una pequeña capital de provincias, llena de sabores, con una buena cantidad de monumentos, casi todos fueron de la familia Mendoza y hoy patrimonio de la ciudad.
Cuando hace ya muchos años, quizás demasiados, me tocó cumplir el servicio militar, fui asignado como conductor al Teniente General Don Iñigo López de Mendoza, Duque del Infantado, Almirante de Aragón y otros 20 títulos nobiliarios más, estoy orgulloso de haber servido a sus órdenes y siempre digo, en plan de broma, que fui su compañero de armas durante un año de mi vida.