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viernes, 31 de octubre de 2014

NOCHE DE DIFUNTOS

Hoy, sin que sirva de precedentes, publico "LA MUJER DEL CUADRO" Completo, ya que nos hemos olvidado de nuestras tradiciones de difuntos y nos hemos apuntado a la modernidad del "halloween" Cuandos nuestras tradiciones llegan a la Edad Media o antes.
Por cierto, esta noche iremos a ver el "Don Juan mendocino" que se celebra en Guadalajara en diferentes lugares, todos ellos palacion y rincones de los descendientes de los Mendoza, ya contaré en próximos relatos.

Y ahora..................
LA MUJER DEL CUADRO
Pedro Fuentes
Capítulo I

Cuando Rosendo decidió que ya estaba cansado de vivir en la gran capital, buscó una casa en un pueblo, quería algo tranquilo, pero no un pueblo muerto, tampoco quería algo que en invierno no existiera y en verano se colapsara con visitantes e hijos del pueblo que conservaban una casa y volvían cada verano, llenándose todo de gentes de la capital, con hijos que dejaban solos porque allí no pasaban los coches de la ciudad. A partir de  entonces el peligro eran las bicicletas y todos los sonidos de la naturaleza era apagados por el vociferar de los niños.
Después de mucho mirar se encontró con un pequeño pueblecito de unos ciento cincuenta habitantes y que en verano se ponía en unos quinientos, pero como el pueblo de al lado, unos siete kilómetros, estaba lleno de vida, encanto y atracciones turísticas, a Mieles del Peñón, que así se llama el pueblo, van pocos turistas.
Rosendo, que se dedica a escribir; y según él, se retira para crear su mejor libro, un relato que lleva rondando por su cerebro y que no termina de cuajar porque necesita un sitio tranquilo, al fin lo encontró en Mieles del Peñón, en el corazón del Somontano en Huesca, fue a visitar a unos amigos al pueblo de al lado y estos lo llevaron de excursión a comprar miel, queso y vino, los  producto más conocidos del pequeño pueblo.
Por casualidad vio un pequeño cartel en un balcón que decía “se vende” y un teléfono de la capital, estaba situada la casa en la pequeña plaza del pueblo, a espaldas de la iglesia. Más allá de la plaza, al final de ésta había un pequeño muro que servía de asiento y tras él la montaña y la vista del peñón que daba nombre al pueblo, más arriba una ermita y campo, mucho campo.
La casa, situada entre varias más que había en la plaza, y todas habitadas incluso en invierno fue lo que le impulsó a llamar por teléfono, además de un algo irresistible que le habían contado de aquel pueblecito, varias leyendas salidas de la más remota historia; aquel pueblo fue siempre, según las citadas leyendas, pueblo de brujas famosas en el entorno que le rodeaba, allí se celebraba incluso una fiesta tradicional de varios siglos en la que se procesionaba con calaveras y calabazas imitándolas, con velas en su interior las noches cercanas a la de difuntos, a modo de predecesor del moderno halloween.
El propietario resultó ser un señor de avanzada edad, recluido en un asilo en la capital, con sus facultades mentales reducidas y cuyo administrador era su hijo, el cual quedó con Rosendo para la semana siguiente.
Al entrar de la calle en la casa, lo primero que se encontraba era una especie de recibidor sala de estar, con una gran chimenea en su lado izquierdo, al frente una puerta que conducía a las antiguas cuadras, convertidas en pequeño apartamento con un comedor cocina sala de estar, a la izquierda un cuarto de baño con ducha y a la derecha una habitación doble pero un poco reducida por un gran armario que se apoyaba en la pared central. Tanto la sala de estar como la habitación tenían sendas ventanas que daban por la cara posterior de la casa a un pequeño patio que se diría que en sus tiempos fue una pocilga.
A la derecha del recibidor había una escalera empinada que llevaba al piso superior, al llegar a éste, tras pasar una puerta, había una sala recibidor amueblada con dos sofás y una biblioteca bastante extensa, al lado izquierdo de ésta estaba el cuarto de baño completo, a la derecha una puerta con una habitación doble en la que parecía ser dormitorio de matrimonio. Al lado derecho, inmediata a la habitación grande estaba la puerta de la cocina, con todos los servicios a la izquierda y una mesa en el centro. Al fondo una puerta franqueaba el paso a una terraza bastante grande, la mitad de la cual estaba como tendedero, la otra mitad cubierta por una  uralita, con la pica de lavar. Una barandilla por el lado ancho daba sobre la antigua pocilga de la planta baja.
Saliendo nuevamente al recibidor, a la izquierda se encontraba otra habitación doble, con una pequeña ventana sobre los antiguos chiqueros. A la derecha de la escalera había una habitación sencilla y de reducidas dimensiones. En la pared del fondo, dos puertas, la de la izquierda que lleva a un comedor y la derecha a una habitación doble ambas con un pequeño balcón a la plaza.
En la sala superior, a la altura de la puerta del cuarto de baño, se veía en el techo una trampilla que llevaba a la buhardilla, a la que se subía con la ayuda de una escalera transportable.
La casa estaba en bastante buenas condiciones y en un principio a Rosendo le agradó, tenía posibilidades para lo que él quería, podría instalar su despacho en la habitación doble de arriba. La habitación de matrimonio sería su habitación, abriría el comedor porque él no era de comer en la cocina y dejaría las otras dos habitaciones por si legaban invitados. El piso inferior lo dejaría por si estuviese más caliente en invierno al tener la chimenea cerca.
Cuando estuvo tratando con el dueño, le pareció una persona agradable y con muchas ganas de vender lo antes posible.
El precio le pareció correcto, más bien bajo. El propietario le comentó que la casa era la posible herencia de cuatro hermanos el día que su padre muriese y que ninguno de los hermanos quería vivir allí y la residencia del padre costaba mucho dinero.
El anciano vivía en el pueblo, en la casa con su mujer y su hijo mayor, que se dedicaba al cultivo de las tierras, hacía ya  25 años que su padre enviudó, y a partir de entonces se le fue un poco la cabeza, luego, cuando la mujer del hijo, veinte años más joven que él, y de buen ver, desapareció, según dicen las malas lenguas,  se marchó con un francés que había veraneado en el pueblo desde que ambos eran unos críos.
Matías, el marido abandonado, se volvió taciturno y aprovechando que un amigo suyo, también del pueblo, le dio trabajo de guarda de noche en una fábrica que tenía en la capital, dejó a su padre solo en el pueblo y marchó.
El abuelo seguía su vida, era un poco raro, pero en el pueblo todo el mundo le trataba con consideración, una vecina le iba a hacer la limpieza de la casa y él, con un poco de huerta que cultivaba y parte de la cosecha que le correspondía por los terrenos que había cedido para su cultivo a otro vecino decía:
 Yo, mientras tenga para tabaco, unos “chaticos” de vino y unas almendras, ya tengo bastante.
Pronto llegó Rosendo a un buen acuerdo con Matías y fueron al notario para cerrar el trato. Matías era el administrador de su padre desde que éste empezó a perder sus facultades mentales y fue recluido en el asilo.
Capítulo II

Una vez comprada la casa, en quince días Rosendo se instaló allí. A partir de entonces, cuando se dedicó a charlar con los vecinos, se enteró en parte de la historia de la familia de la casa comprada.
Un vecino, de unos noventa y tantos años, que cada día, al atardecer, salía de una casa cercana a “La Castañera” que así tenía por nombre la casa que había comprado Rosendo y se sentaba en un banco de tronco que estaba adosado a la pared.
Rosendo  se presentó al anciano y éste le contaba historias.
Esta plaza, le dijo un día, era un carrascal, estaba detrás de la iglesia, último edificio del pueblo. Según decía mi bisabuelo, aquí, justo pegado a la iglesia estaba el antiguo cementerio, y toda esta fila de casas, las nuestras, eran el comienzo del carrascal.
Justo donde estaba su casa, había una encina centenaria, daba unas bellotas tan dulces que todo el mundo la llamaba “La Castañera”, esto me lo contaba mí bisabuelo, que decía que su padre lo había visto.
Terminaron cortándola porque como usted sabe, y si no ya lo sabrá, este pueblo tiene tradición de las brujas más famosas del contorno que se escondían y aun hoy dicen que se esconden en las cuevas de los barrancos.
Pues bien, en la carrasca donde hoy está su casa, que quedaba por fuera de la pared del cementerio, se reunían las brujas de los contornos y con sus hechizos, en las noches de luna y sobre todo en la de San Juan en Junio y la de San Fabián en Febrero, en las hogueras de las ánimas, a los difuntos del cementerio, a primeros de noviembre, para todos los santos, alguno de los cuales habían aparecido a la mañana siguiente con las tumbas profanadas y los lobos, que entonces había muchos, despedazando los restos.
Muchos eran los que decían que en las “fogueras” que hacían, saltaban machos cabríos a dos patas poseídos por los demonios y entre estos y las brujas y brujos procreaban íncubos y súcubos.
Muchas noches, se escuchan las campanas en toque de “alerta” dicen que guiadas por un sacristán que murió hace trescientos años en olor de santidad. Aunque yo no las he oído nunca, pero yo duermo como un tronco.
Otros vecinos le contaron que a veces, al pasar por delante de su casa habían oído lamentos, pero lo achacaban a la gran cantidad de gatos que corrían por el pueblo en los días de celo.
Al principio a Rosendo le hizo gracia que su casa fuese una casa de leyenda y esto le hacía concentrarse más en su trabajo, los artículos que mandaba vía internet a los periódicos y revistas en los que colaboraba.
Cuando flaqueaba o el trabajo, o las ganas de trabajar, buscaba por todos lados información sobre las leyendas del pueblo, cosa ardua y difícil, ya que normalmente no eran escritas y las gentes cada vez, con tanta televisión y tanta “modernidad”, no se reunían por las noches al lado de la chimenea o a la puerta de las casas a contar cosas de “brujas”, encima, cuando alguien empezaba, siempre había una madre o un padre “progre” que decía que los niños se iban a traumatizar. Sin embargo, cuando se hablaba de aquellos temas “ocultos” alguna persona mayor decía: ¡ojo! ¡Qué hay ropa tendida! Ya nadie conocía esa frase o no importaba que los niños supiesen antes de tiempo lo que no debían de saber.
Cuando la mujer de Matías se fugó con “el francés”, le contó un vecino, las campanas tocaron a “arrebato”. Matías se volvió huraño y al poco tiempo marchó del pueblo, no podía soportar las sonrisas que provocaba al pasar en algunos hombres, sin embargo, alguna mujer que otra lo quiso consolar.
Con el buen tiempo Rosendo decidió pintar la casa, para lo cual avisó a un joven que había en el pueblo que se dedicaba a estos menesteres y a chapuzas de albañilería. Decidieron empezar por la vivienda superior y según cómo, seguir por el apartamento del bajo.
Al mover todos los muebles y trastos de la casa, para retirar algunos y apartar otros, Rosendo cogió una escalera que había en la planta baja y la subió para alcanzar la trampilla de la buhardilla. Subió a ésta y allí encontró algún que otro mueble, entre ellos un buró antiquísimo y precioso que necesitaba restaurar y decidió que lo bajaría la planta baja para dedicarse en los largos días de invierno. También encontró un precioso cuadro al oleo de un rostro de mujer de unos treinta años, una mujer elegante y con una tez blanquísima. Lo apartó para bajarlo.
Con la ayuda de una mujer del pueblo, se dedicó a sacar todos los libros para poder retirar la librería y a la vez sacarle el polvo a estos.
La mayoría de los libros eran novelas y se notaba que eran típicos de mujer, por contenido romántico. Otros, los que menos, eran de historia reciente de España y el resto relatos policiacos y de misterios.
A partir de aquel trasiego, Rosendo empezó a oír sobre todo por las noches, ruidos extraños en la casa, al principio lo achacó a que al mover los muebles y pasarlos todos a la sala de estar superior, hasta pintar las habitaciones, el suelo y las vigas se quejaban. A la tercera noche, el ruido ya fue mucho mayor, salió de su habitación, la primera en ser pintada y notó que los ruidos venían de la planta inferior, se dispuso a descender y cuando iba por la mitad de la escalera notó como una corriente fría le pasaba rozando el cuello y le erizaba el vello de su cuerpo, pensó que se había abierto la puerta de la calle, pero no era así. No vio nada extraño y al subir tuvo la misma impresión pero en sentido contrario. Cuando llegó arriba, encontró la puerta de la buhardilla abierta. Pensó que había sido el aire.
No le dio importancia a los hechos y tampoco los comentó a los vecinos.

Capítulo III


Al fin quedó toda la casa pintada, el único problema fue retirar el armario de la habitación de la planta baja, hubo que hacer venir al carpintero del pueblo de al lado, ya que su padre ya estaba jubilado y era el que lo había instalado a medida.
Rosendo al final mandó también arreglar la fachada y pintarla. La casa parecía otra.
Se acercaba la noche de San Juan, la noche de las brujas como se le conoce. Rosendo llamó a una amiga suya y la invitó a pasar el puente allí, San Juan era el viernes, con lo cual, desde la víspera hasta el domingo eran casi cuatro días.
Adela aceptó, era una mujer algo más joven que Rosendo y enamorada de él desde que lo conoció. Este, decía que había vivido tanto tiempo solo que ya no deseaba compartir su mundo con nadie y menos que le intentasen cambiar su vida, pero a Adela le tenía un cierto cariño fruto de tanto tiempo de amistad. Su relación era un mutuo acuerdo, se encontraban cuatro o cinco veces al año, a veces compartían vacaciones e incluso, estando solos los dos habían acordado que en Navidad se reunían para celebrar una gran fiesta en algún balneario de lujo.
Los muchachos corrían por todo el pueblo buscando muebles viejos para quemar en la gran hoguera que se hacía para todo el pueblo en la plaza de detrás de la iglesia, donde se había hecho siempre, a la altura de lo que había sido la pared posterior del antiguo cementerio y cerca de una fuente de la que nadie bebía salvo los forasteros.
La noche de las brujas todo el pueblo bebía para evitar los hechizos y encantamientos, luego llenaban cubos y con escobas viejas y rotas para que no se pudiesen montar las brujas y con ellas, a modo de hisopo rociaban todas las casas del pueblo. El que no lo hacía padecía todos los males durante el año siguiente hasta la nueva  “foguera” de S. Juan.
Siempre se había dicho que el año en que se fugó Leonor, la mujer de Matías con el francés, no habían bendecido la casa.
La rondalla formada por los mozos, ensayaba para la ronda de aquella noche, ya hemos dicho que eran pocos los habitantes, pero para aquellas fechas, venían muchos de los que habían marchado a la capital. Incluso siempre se rumoreaba que vendría una artista de cine y teatro hija del pueblo pero que nunca había vuelto.
Los adolecentes se  disfrazaban de “Dominica la Coja” famosa bruja de los contornos quemada por la Inquisición, luego, para rememorar la historia, se despojaban del disfraz y lo lanzaban a la “foguera”. Se danzaba alrededor de las lumbres, los chicos de ocho o nueve años llevaban calabazas vacías con cortes imitando calaveras y velas encendidas dentro. Era costumbre asar en ellas patatas y cebollas que se tomaban ya al amanecer rodeadas con los buenos vinos de la zona mezclado con la famosa miel del entorno.
Adela llegó al pueblo sobre las cinco de la tarde, en su coche, aparcó justo a la puerta para descargar la maleta. Iba como siempre, recién maquillada y elegantísima, era de esas mujeres que pese a sus cincuenta años hacía volverse a los hombres y al muchas mujeres envidiosas. Rosendo bajó a recibirla y ambos se besaron suavemente en los labios, descargaron la maleta que quedó en la casa y fueron a aparcar en un campo cercano que a tal fin estaba preparado sobre todo cuando en la plaza había fiesta. Luego volvieron andando y cogidos del brazo, ella con sus finos tacones, estaba tan habituada a ellos que le daba lo mismo andar por un sembrado que por la más elegante de las pasarelas. Cuando llegaron a la casa y entraron, medio pueblo los había visto y le contaba al otro medio. Al fin y al cabo era la primera vez que veían a Rosendo con compañía femenina y ¡qué compañía!
No hubo ni qué preguntar, Adela se instaló en la habitación de matrimonio, con Rosendo.
A las nueve Rosendo tenía ya preparada una cena para dos a base de coctel de aguacate con gambas y luego unos solomillos al jerez, la noche sería larga y había que estar bien alimentados.
Después de cenar, salieron de casa con una cesta con patatas y cebollas para asar y dejaron preparado el vino con miel en la planta baja de la casa, dejaron todo preparado y fueron a tomar café al bar del pueblo, Adela se había cambiado por un conjunto más deportivo y un calzado cómodo pero seguía igual de elegante y apetecible, Rosendo la llevaba del brazo y se la presentaba a sus convecinos que quedaban más maravillados que si hubiese venido este año la famosa actriz hija del pueblo.
A las 10 de la noche se encendió la hoguera, la noche era clara y en el horizonte se veía el resplandor de las hogueras de los pueblos cercanos, cada uno pugnaba por la más grande, ese tendría menos maleficios.
Muchas persona, después de estar un rato en la hoguera, con sus cubos llenos de agua de la fuente y puestos cerca para calentar, saltaban y reían bebiendo los buenos caldos de la zona, el Somontano en esa época empezaba a comercializar sus vinos, unas buenas campañas estaban haciendo que España primero y luego el resto del mundo los conociese como los habían conocido los paisanos durante cientos de años.
Mientras los mayores esperaban para “bendecir” las casas, las parejas jóvenes se perdían por los campos cercanos buscando tréboles.
Al pasar el trébole, el trébole, el trébole,
Al pasar el trébole
La noche de San Juan.
Al pasar el trébole, el trébole, el trébole,
Al pasar el trébole
Los mis amores van.

Muchas mujeres salían al campo buscando la verbena que tenía que ser recogida en la noche de San Juan porque las leyendas decían:

La verbena, recogida en la noche de S. Juan era febrífugo, sedante, expectorante, antiespasmódico, antirreumático, anti neurálgico, útil en cefaleas y migrañas, digestivo, estomacal, útil en dolores gástricos, depurativo, anti anémico, excelente estimulante de los intercambios metabólicos, diurético, empleado en afecciones renales o hepáticas, usos externos en gargarismos y afecciones dérmicas, astringente, aperitivo, estimulante de las contracciones uterinas en el parto. Ninguna mujer de más de cuarenta años dejaba de tener verbena en casa.

Rosendo y Adela disfrutaban del ambiente de fiesta y bailaban cuando la ronda pasaba cerca, habían sacado dos sillas de casa y junto con los demás vecinos celebraban la fiesta charlando y contado historias de la noche más famosa del año después de la Nochebuena.

Ya eran las dos de la madrugada cuando todo el pueblo en procesión recorrió casa por casa con sus escobas rotas y su agua caliente de la fuente y “bendijeron” casa por casa, luego volvieron a la plaza y se dedicaron a poner en la lumbre las patatas y cebollas.

Empezaba a refrescar y Adela se acurrucaba en el pecho de Rosendo mientras éste la envolvía con su brazo y ambos brindaban nuevamente con un vaso de vino.

Al amanecer todos esperaron para ver la Rueda de Santa Catalina, pero el horizonte estaba cubierto por nubes y no lograron verla. Se terminaron las últimas patatas y cebollas asadas, se tomaron el último vaso de vino con miel y cada cual se retiró a su casa.

Capítulo IV

Rendidos por la fiesta y el alcohol Rosendo y Adela se fueron a la cama y se durmieron apaciblemente hasta casi la una del medio día, cuando despertaron encontraron toda la ropa del armario e incluso la de la maleta de Adela esparcida por el suelo, revuelta y arrugada.

No supieron a qué achacarla, ¿Quizás a unos gamberros que vieran la puerta abierta? ¿Tal vez bebieron más de la cuenta y sin  enterarse armaron semejante revuelo? Quedaron de acuerdo en olvidar el suceso.

El día transcurrió normal, después de arreglar de nuevo la ropa salieron a dar una vuelta, fueron al pueblo de al lado a comer, hicieron turismo y ya, entrada la tarde volvieron a casa, todo estaba tranquilo y en orden, prepararon embutido y pan para cenar y luego salieron a la plaza a tomar la fresca hasta cosa de las once y media, luego entraron en casa y se fueron a la habitación entre arrumacos, cuando ya estaban acostados y abrazados el uno al otro, de pronto sintieron un frio intenso, la ventana se abrió de golpe y un viento frio les hizo apretarse contra la sábana, única ropa que tenían a mano. Rosendo se levantó a cerrar la ventana cuando se oyó un estropicio en la sala de estar.

Salieron corriendo para ver qué había pasado, abrieron la puerta y en ese mismo momento se cerró la que llevaba a las escaleras. Rosendo la abrió y salió corriendo hacia abajo sin pensar que estaba desnudo y persiguiendo a un posible ladrón.

Llegó abajo y vio que la puerta de la calles estaba cerrada por dentro, entró en el apartamento después de coger una “troza” de al lado de la chimenea y no vio nada anormal, todo estaba correcto, miró al buró que había bajado de la buhardilla y luego al cuadro de la dama que encontró y por un momento creyó ver una sonrisa socarrona en la dama representada.

Cuando subió nuevamente, Adela, envuelta en la colcha de la cama lloraba y temblaba en un ataque de pánico. Rosendo le preparó una tila y una copita del pacharán que él mismo había preparado con aguardiente de Colungo.

A la mañana siguiente, sábado, todo estaba normal en Mieles del Peñón, las gentes se preparaban para ir a la población de al lado, unos a vender sus productos en el mercado semanal y otros a comprar, podía ser un gran día por la gran afluencia de turistas que había al ser sábado y puente.

Cuando Rosendo se encontró con Gervasio, uno de los vecinos, le preguntó por el golpe de viento frío que había ocurrido. Gervasio le comentó que no había habido el tal viento, que al contrario había sido una noche bochornosa y que incluso tuvo que dormir con la ventana abierta.

Al ver a Rosendo sorprendido le dijo: ¿has visto o ha ocurrido algo raro?

Rosendo le contó lo ocurrido, Gervasio sonrió y le dijo: ¿Es la primera vez que ocurre?

Tan fuerte si, habían ocurrido pequeñas cosas pero no tan fuertes ni tan duraderas.

Por eso internaron al abuelo, decía que veía cosas y que oía gritos, susurros, lamentos, puertas que se abren y cierran con grandes corrientes de aire frío, en el pueblo había quien decía que el abuelo estaba loco y otros que achacaban los hechos a que la casa estaba encantada, siempre hubo comentarios sobre eso, la casa es una buena casa, pero nadie la quería, al final la vendió por poco dinero porque nadie se atrevía a vivir en ella.

Adela salió de la casa y Rosendo le hizo un gesto a Gervasio para que callase y le dijo: Bueno, ya hablaremos, ahora nos vamos al mercado.

Adela perfectamente maquillada no dejaba ver en su rostro la noche de perros que pasó.

Cogieron el coche de Rosendo y se marcharon de compras, se quedaron a comer en un pueblo cercano y regresaron a media tarde. Para entonces medio pueblo sabía que la casa “encantada” daba señales de su existencia. La única persona que no sabía nada era Adela, pero ésta temblaba cada vez que pensaba en la noche.

Después de cenar salieron con sendas sillas a fumar y a tomar la fresca en la plaza.

Subieron a la casa cuando era la una de la noche. Nada parecía extraño, el silencio era absoluto, nada recordaba los dos días anteriores, se fueron a dormir, Adela estaba muy cansada, se había tomado una pastilla para dormir, Rosendo un whisky con hielo, se metieron en la cama, Adela le dio un beso a Rosendo y se desearon buenas noches mientras se cogían de la mano.

Dormían profundamente cuando Adela se despertó sobresaltada, soñaba que iba deslizándose sobre una pista de hielo y un viento  helado le daba en la cara, de pronto la pista se terminaba y no podía frenar, cayó al vacío y se despertó, no sabía dónde estaba, gritó, Rosendo se despertó y encendió la luz, Adela no estaba a su lado, había caído de la cama arrastrando la ropa.

La cara de Adela era de niña enrabiada y Rosendo se echó a reír, luego ella también al ver lo ridículo de la situación, pero sus risas se helaron de golpe. De la planta baja les llegó un grito desgarrador de mujer, luego un disparo y después un silencio sepulcral.

Rosendo reaccionó al cabo de unos segundos que le parecieron horas, con el pijama corto de verano que llevaba bajó las escalera de cuatro en cuatro, la puerta de la calle estaba cerrada como él la dejó. Fue al pequeño apartamento y vio que estaba cerrada por dentro, cogió una llave que había encima de la chimenea y con ella empujó la de dentro y abrió, no había nada, fue hasta el buró y vio a los pies de éste un gran charco de sangre todavía fresca, no supo qué hacer, de pronto se volvió asustado, detrás de él algo se había movido, giró rápidamente y vio una figura de mujer envuelta en una sábana, gritó asustado, la figura también gritó, era Adela asustada por el grito de Rosendo. Se abrazaron y Rosendo le indicó donde había visto la sangre. El suelo estaba impoluto, no había ningún rastro de sangre.

Salieron a la calle por si alguien había oído el grito y el disparo, nadie parecía estar despierto, solamente un gato negro cruzó la plaza de derecha a izquierda, Adela recogió sus dedos corazón y anular bajo el pulgar y dejando el índice y meñique estirados tocó con las puntas de estos el marco de madera tres veces, luego estirando la mano de nuevo se santiguó tres veces, tiró del brazo de Rosendo que se quedó petrificado y lo hizo entrar, cerrando la puerta tras de él.

Se sentó en la cama, encima de la almohada, con las rodillas encogidas y rodeadas por sus brazos, mientras de su boca salían suspiros y gemidos, esta vez Rosendo preparó sendos whiskys bien cargados y con hielo hasta arriba del vaso largo, se fue a la habitación, se sentó al lado de Adela casi con la misma posición, brindó con un vaso en cada mano y luego pasó uno a su compañera. En la mesita de noche quedó la botella a la espera con una cubitera al lado, pocas palabras se dijeron hasta que casi al amanecer, con una botella y dos vasos vacíos cayeron rendidos, más borrachos que cansados.

Cuando despertaron a medio día, se ducharon, se dijeron pocas palabras y Adela le dijo para finalizar: Rosendo, me voy, vente conmigo, por favor.

No, no puedo ir contigo, quiero descubrir qué pasa y hacer lo que vine a hacer, escribir el libro.

No me pidas que vuelva, si quieres verme tendrá que ser muy lejos de esta casa.

Rosendo la acompañó hasta el coche, ella abrió el maletero, él puso la maleta dentro, se dieron un beso que a ambos les supo al último.



Capítulo V

Rosendo entró en la casa, se preparó un bocadillo, una cerveza y se puso a escribir unos artículos que tenía bastante retrasados, supo la hora que era cuando empezó a sentir hambre nuevamente, eran las ocho y media, dejó el portátil, subió al lavabo, se lavó un poco, se peinó y salió a la calle cerrando la puerta, cosa que casi nunca hacía, se fue al bar del pueblo, un poco más abajo y entró, allí encontró a los parroquianos de siempre y a la Sra. María que atendía la barra y la cocina.

Buenas tardes, a todo el mundo.

Buenas, le contestaron los parroquianos en general, uno le dijo: ¿Ya ha marchado la señora?

Si, tiene que trabajar, pero volverá pronto, cuando tenga fiesta de nuevo.

Gervasio que estaba por allí le dijo: ¿Ha ocurrido algo nuevo en la casa?

No, nada anormal, de vez en cuando parece oírse a las brujas del pueblo con sus risotadas, pero nada nuevo, como las escobas las tengo guardadas bajo llave y el aspirador no lo saben conducir pues bueno, aquí paz y después gloria.

Por cierto, estoy pensando buscarme un perro que me haga compañía, ¿Alguien sabe de alguien que tenga cachorros y quiera vender alguno?

En el Rincón del Vero hay un refugio de animales y hay recogidos perros de todo tipo y edades, son muchos los turistas que abandonan por los contornos.

Vale, gracias, ya me acercaré por allí.

Sra. María, ¿Me podría preparar unos huevos fritos con longaniza de Graus?

Sí, señor Rosendo, enseguida los hago. ¿Quiere vino?

Sí, claro, tinto de la tierra.

Se sentó en una mesa y se puso a leer el periódico.

Terminó de tomarse los huevos, pidió un café, se lo tomó, pagó, se despidió de los paisanos y se marchó para casa.

Cuando llegó fue directamente al cuarto de baño, cogió un bote de polvos de talco y bajó a la planta baja, entró en la habitación y abrió el armario, que siempre estuvo semi vació, esparció polvos regularmente por todo el suelo, luego fue haciendo lo mismo hasta la  puerta de la calle. Cada estancia por la que pasaba la cerraba y si tenía llave se la ponía en el bolsillo.

Subió las escaleras, quitó la bombilla que había a mitad de ésta, llegó a la puerta superior y la cerró por dentro y retiró la llave también, esparció polvos de talco en la sala y se metió en su habitación, también cerró la puerta y se metió en la cama a dormir, estaba bastante cansado y esperaba que si había jaleo, ya habría dormido y descansado algo.

Leyó un rato y al momento le entró el sueño, apagó la luz y metió debajo de la almohada una linterna, el llavero con todas las llaves recogidas y un cuchillo de grandes dimensiones.

No sabía cuánto había dormido cuando oyó un susurro y algo así como un aliento que le llamaba:

¡Rosendo, Rosendo, despierta!

Rosendo al oír aquella voz que repetía su nombre, fue despertándose muy suavemente. La voz venía como de muy lejos, pero a la vez sentía un aliento en su oído ¡Rosendo, Rosendo, despierta!

Cuando por fin se despertó, sintió que un escalofrío recorría su cuerpo, la muchacha del cuadro estaba allí, en su cama, sobre él, pero no le pesaba, solamente sentía como si una corriente de aire frío le entraba por todos los poros de su cuerpo. Rosendo quiso sujetarla por los hombros pero sus manos de hundieron en una especie de sustancia viscosa fría y repugnante.

Rosendo, Rosendo, repetía la voz de ultratumba, ¡Sígueme! La figura se levantó y cruzó la habitación flotando un palmo por encima del suelo.

Rosendo metió la mano debajo del armario, sacó el cuchillo  y lo lanzó hacia la figura, éste se clavó en la puerta y la figura desapareció a través de ella.

Cogió la linterna y las llaves y abriendo la puerta siguió a la figura que parecía esperarle y seguía llamándole:

¡Rosendo, Rosendo, sígueme!

El corazón de Rosendo parecía explotarle dentro de su pecho, le parecía oír todos los huesos de su cuerpo rozando unos contra otros y no sabía si sus rodillas le iban a resistir o bajaría las escaleras rodando, un sudor frío le inundaba la espalda.

Cuando llegó al recibidor, enfocó el suelo con la linterna, los polvos de talco estaban impolutos sobre el suelo y ni siquiera se movían al paso de la corriente de aire frío que él sentía y que salía de la figura de la mujer del cuadro... ésta traspasó la puerta del apartamento y entró, Rosendo abrió de prisa con la llave y también pasó.

La figura se dirigió a la habitación y también traspasó la entrada, se dirigió al armario y desapreció junto con la corriente de aire. Abrió Rosenda y no vio nada, solamente oía:

¡Rosendo, Rosendo, búscame, estoy aquí dentro!

Rosendo sacó toda la ropa, dejó el armario completamente vacío, pero allí no había nada. Se dio la vuelta y entonces se dio cuenta de dos cosas, en el marco del cuadro solamente había un lienzo en blanco y sobre el buró había un libro que antes no estaba, en él, en la ajada portada podía leerse en letras doradas mate ya por el paso del tiempo “Diario”. Abajo, a la derecha, escrito a mano y con tinta un nombre “Leonor”.


Capítulo VI

Cuando Rosendo vio aquello, ya no tuvo dudas, pensó que algo nuevo y extraño le estaba pasando, algo que cambiaría el curso de su vida, su corazón empezó a entrar en un estado de excitación contenida, ya no era miedo ni siquiera a lo desconocido, subió a la planta superior con el diario entre la manos, cogió una botella de whisky, una cubitera y un vaso largo, se fue a su sillón favorito, el que iba consigo a todas las casas en las que había vivido desde hacía treinta años, puso una lámpara de pie a su lado y se sentó, bebió un buen trago que degustó a lo largo y ancho de su boca antes de tragarlo, encendió un Romeo y Julieta, sopló el polvo que había en el libro, lo abrió por la primera página y leyó:

23 de Junio de 1.963.- Me llamo Leonor, tengo 15 años y me han regalado este diario que voy a escribir durante toda mi vida.

Hoy es la noche de S. Juan y esta será la primera vez que saldré por la noche con mis amigos y amigas……

Rosendo leyó y leyó el resto de la noche, cuando empezaba a amanecer preparó una cafetera grande, había terminado con un cuarto de la botella de whisky y fumado tres Romeo y Julieta, entonces se dio cuenta de la tremenda humareda que había en la sala de estar, así que cuando volvió con un termo lleno de café, abrió una ventana delante y otra detrás y creó una corriente de aire que nada tenía que ver al de las apariciones.

Cuando ya el sol de junio empezó a calentar, Rosendo cerró el diario después de leer el final.

23 de Junio de 1.985.- Hoy mi diario cumple veintidós años, le he sido tan fiel como a mi marido, mi diario me cree y mi marido no, sigue con sus tremendos celos, ha llegado un momento que me da mucho miedo, los últimos tiempos sospecha y cree que le engaño con Jean Pierre. No sé cómo decirle que no es verdad, que lo único que pasa es que Jean Pierre y yo nos conocemos desde críos, desde que empezó a venir al pueblo con sus padres a veranear, pero no hay ni ha habido jamás algo más que esa amistad, además, él volverá hoy a París para casarse con la novia de toda la vida.

Le tengo tanto miedo a mi marido que le he pedido a Jean Pierre que me lleve con él por lo menos hasta San Sebastián, porque no puedo más, no soporto los malos tratos de mi marido y ese infierno de los celos, al principio pensé que era porque me quería, pero ahora sé que no, está enfermo y no quiere curarse.

Mañana, cuando amanezca le he dicho a Jean Pierre que si decido ir con él estaré al lado de su coche para irnos, si no, que no me espere.

Hoy será el último día que te escriba, diario mío y tú, Matías, si alguna vez lees esto, quiero que sepas que te quiero y te he querido siempre desde hace veintidós años cuando salimos juntos la primera vez y cuando encontraste aquel trébol, en la noche de S. Juan me lo ofreciste y te declaraste, yo tenía quince años como en la canción y jamás ha habido otro hombre que no fueses tú.

Rosendo se duchó, se arregló y cogió el coche, se fue a Barbastro, aparcó y se fue a la comisaría, allí pidió ver al comisario, éste le recibió, luego salieron juntos, pidió su coche y un Land Rover con una dotación de cuatro hombres.

Llevaron a Rosendo hasta el aparcamiento, cogió su coche y los otros dos le siguieron hasta Mieles del Peñón, allí aparcaron delante de la casa de Rosendo y entraron, el pueblo ya se había reunido a la puerta, un policía guardaba la puerta, los demás entraron en el apartamento de la planta baja, allí retiraron el armario de la habitación, luego con dos picos y una pala empezaron a tirar la pared, era una falsa pared, cuando tuvieron un agujero de aproximadamente un metro, a la señas del comisario pararon y éste con una linterna miró en el interior. Luego, volviéndose sacó el teléfono móvil de su bolsillo e hizo una llamada.

Soy el comisario Alfredo Martínez, cursen una orden de detención contra Matías Requejo,  sospechoso de asesinato de su esposa Leonor. En la mesa de mi despacho están sus señas en Zaragoza.

EPILOGO

Rosendo siguió viviendo en su casa de Mieles del Peñón, donde escribió su libro “La mujer del cuadro” que obtuvo un rotundo éxito, luego siguió con otros de gran éxito.

Cuando se celebraron las exequias por Leonor, Jean Pierre llegó desde París con su mujer.

Adela volvió al pueblo y se instaló con Rosendo en la casa, después de pasar por la iglesia donde los casó un cura campechano, párroco y amigo del pueblo.

Rosendo y Adela cada 22 de Junio se marchan y vuelven el 26 como muy pronto. Los vecinos dicen que no se  han oído ruidos la noche de San Juan, en la casa que ya no llaman “la carrasca” sino la casa de Leonor.


FIN

miércoles, 29 de octubre de 2014

EL PRIMER VIAJE DEL SOLITARIO Capítulo III

Sigo de viaje, así que aprovecho cualquier momento para publicar el relato de la semana.

Y ahora..............

EL PRIMER VIAJE DEL SOLITARIO

Pedro Fuentes


Capítulo  III


Una vez amarrado el barco comenzamos con la rutina de siempre, doblar correctamente las velas y guardarlas, fregar la cubierta y el barco en general, dejar adujados todos los cabos, escotas etc. Después de lo cual, nos fuimos a las duchas del club para asearnos nosotros.
Habíamos quedado con la familia de Gracia que iríamos a la oficina de Biel ya que éste estaba trabajando, con él iríamos a comer a la casa de Addaia y luego ya veríamos qué organizábamos.
Cuando llegamos a la oficina, Biel se alegró como si hubiesen pasado meses sin vernos.
Después de saludarnos con unos grandes abrazos me dijo:
Ricardo, ya te tengo casi todos los papeles del barco arreglados, me falta uno que seguramente llegará mañana o pasado y que es ya la autorización para pasar a la lista 6ª y la consiguiente Inspección Técnica de Buques, así que si todo va bien, esta semana ya estará todo listo, ¿Tienes todo el material de seguridad y navegación?
Si, todo está correcto, si faltase algo, cuando el inspector lo diga podré comprarlo, pero he repasado la lista y está todo, incluso la balsa está homologada y pasada la inspección para todo el año.
Bueno, dijo Biel, como ya es la hora de cerrar la oficina, nos vamos al puerto, que me hace ilusión ver el barco, luego nos iremos a Addaia a ver a la familia y a comer, que estamos todos esperando.
Cuando llegamos al puerto y Biel vio el barco, se quedó maravillado, esperaba encontrarlo bien conservado y bonito, pero lo que no esperaba era la amplitud y el estado de las maderas y la teka de cubierta.
¡Jo! Está perfecto, dijo Biel.
Ya lo verás cuando lo coja yo por mano este invierno y me dedique a repasarlo todo, de todas las formas, este barco, por el estado y porque fue un barco de capricho, estaba perfecto, por lo visto era de un matrimonio muy aficionados los dos, pero que todo lo mandaban a hacer porque ellos no tenían mucha idea, lo compraron para dedicarse a dar la vuelta al mundo.
 Con poca experiencia, después de equiparlo al más mínimo detalle, salieron de Palma rumbo a Almería para probarlo y hacerse a él, les pilló una rasca cuando estaban en el punto de no retorno y estuvieron un par de días a la deriva, la radio se les mojó y no pudieron ni pedir ayuda, al final, cuando todo aclaró estaban cerca de Marruecos, a duras penas y gracias a otro barco que pasó cerca, pusieron rumbo a La Manga y cuando llegaron pusieron a la venta el barco, en un principio con un precio bastante elevado, no desorbitado, pero tenía tantos extras que lo encarecían bastante, contrataron a un bróker  para venderlo y no había a quién colocárselo, las facturas de mantenimiento y amarre fueron subiendo, ellos, que habían dejado todo y el trabajo para la gran aventura, se encontraron viviendo en casa de los padres de ella y a su costa, al final, el precio fue bajando y cuando tú viste el anuncio, era una ganga, así que te podemos nombrar patrón honorario, le dije.
Fuimos con el coche de Biel a buscar el 205 de Gracia y ya con los dos coches marchamos a la casa donde nos estaba esperando toda la familia.
Decidimos quedarnos allí hasta el día siguiente que volveríamos a Ciudadela para terminar el papeleo del  “Solitario”, cuando éste estuviese a punto, decidimos que nos iríamos una semana, con los dos barcos, el de Biel y el mío, ya que somos nueve, a dar “Sa volta a sa illa”, como dicen en Menorca.
Los días fueron pasando, las mañanas a navegar con el barco de Biel, ya que el mío estaba pendiente de las inspecciones y el papeleo, salíamos todos a nadar y bucear, comíamos a bordo y por la tarde, cuando llegábamos a casa, nos arreglábamos y salíamos a pasear. Gracia y los hijos de Ernesto y Mercedes eran un mundo a parte, siempre estaba compitiendo y haciendo competir a los dos sobrinos, nadando, buceando, tirándose desde la proa del barco, y en tierra lo mismo, así que cuando salíamos a pasear, los dos hermanos iban con sus mujeres, Gracia con los niños y María Cinta y yo, que hacíamos muy buenas migas, en realidad tenemos una edad similar.
Muchas noches decidíamos irnos a Villacarlos a cenar, normalmente nos escapábamos  Biel, Mercedes, Gracia y yo.
A los siete días tuvimos que marchar a Ciudadela ya que venía el inspector del barco, llegamos al puerto Gracia y yo, preparamos todo el equipo de seguridad y salvamento, todo estaba correcto y la balsa de salvamento recién pasada la inspección.
Biel llegó con el ingeniero y los papeles que estaban en su poder. Se hizo la inspección ocular, luego llevamos el barco al varadero, donde ya estaban preparados y con el trávelift  sacamos el barco, estaba limpio, pero hubo que rascar pintura por donde indicó el inspector, todo se encontraba en perfecto estado de revista, mientras Biel y él preparaban los papeles me fui al banco para hacer el ingreso de las tasas y cuando llegué de nuevo me dieron los papeles del barco.
Ya tenía el barco preparado para las nuevas singladuras de mi nueva vida.
Mientras tanto, Gracia en el barco ponía todo en su lugar en perfecto orden.
Terminado todo el ajetreo, tal como habíamos quedado, Gracia y yo soltamos amarras y nos hicimos a la mar rumbo a Addaia donde ya habíamos solicitado un amarre.
La travesía fue de lo más tranquila, una ligera brisa no lograba mover el barco, así que fuimos a motor, izamos la vela de mesana para estabilizar y salimos a la mar abierta, si todo seguía así llegaríamos sobre las siete o siete y media de la tarde, pusimos el piloto automático y nos dedicamos a viajar por primera vez en nuestra vida en común al estilo “tripusol”.
Sabes, Gracia, echo de menos la bañera del “Destino”, era tan pequeña que siempre estábamos juntos.
Gracia se puso a reír, se levantó, se acercó a mí y se sentó encima de mis rodillas. Las personas que no han navegado con su pareja, no saben lo a gusto que se está rodeado de mar y con la brisa dándote en la cara.
A veces pienso que terminará perdiéndose toda la intimidad con tanto satélite espía.
Cuando llegamos a la entrada de cala´n Pit los hijos de Ernesto y Mercedes ya nos estaban esperando, avisaron a toda la familia y salieron a recibirnos, cuando amarramos subieron todos a bordo y Gracia y yo les enseñamos el barco, luego nos sentamos en la bañera y nos dispusimos a celebrarlo.
El día siguiente preparamos todo y al otro partimos todos en los dos barcos, los dos hermanos y sus esposas en el barco de Biel y el resto, los dos críos, María Cinta, Gracia y yo en el “Destino”, nos dispusimos a hacer el primer crucero oficial con mi barco, nos fuimos a hacer “sa vota a sa illa” decidimos navegar hacia el este, sin ninguna prisa y en principio a fondear en calas y evitar entrar en puertos.
Fueron siete días maravillosos, en realidad yo no tenía recuerdos de vida en familia, la última vez que tuve tenía 17 años y mi familia eran mi hermana y su marido, había vivido en pareja algún tiempo pero fue algo diferente, ahora, mirando hacia atrás, no recordaba momentos agradables y parecía como si una amnesia rodeara mi cerebro con respecto al pasado.
Cuando llegábamos a alguna cala en la que decidíamos pasar el día, hacíamos vida en el “Destino”, luego, por la noche nos reuníamos de nuevo a tomar las copas.
Biel se acordaba de la noche que estuvimos en cala´n Pit hasta las tantas bebiendo vino del Somontano y cantando habaneras, esta vez no teníamos vino y yo había dejado la guitarra en Benicarló al vaciar el Furia.
María Cinta era feliz, cuando Gracia y los chicos estaban bañándose, preparaba un par de cervezas y se venía a charlar conmigo.
Desde que murió mi marido no había sentido esta felicidad, el estar todos juntos, mis hijos, mis nietos, mis nueras y tú, la verdad es que soy feliz.
A mi me pasa los mismo, yo no he tenido familia nunca, mis padres murieron cuando yo era un crío, mi hermana y mi cuñado murieron también cuando yo era un adolecente, luego he tenido alguna historia pero nunca fue nada que cambiase mi vida, no me ha agobiado nunca la soledad porque me he hecho a ella y en la mar no la he notado.
Cuando salí de Blanes con el Furia y puse rumbo a Menorca no sabía que empezaba una nueva vida.
Ahora temo que sea un sueño y que despierte en cualquier momento, pero nadie me podrá quitar para el resto de mi vida los recuerdos de este verano y de todos vosotros.
¿No os conocíais de antes como dijo Gracia?
No, nos conocimos el día anterior al que me conociste, pero Gracia no te mintió, acuérdate que ella dijo que no nos habíamos visto hacía muchos años, y tantos, en realidad los treinta y tantos de ella, aunque creo que en el fondo ambos habíamos soñado nuestras vidas.
Muchas veces sale mejor una relación corta que una larga, Lo vuestro si que ha sido un flechazo.
Si, más rápido que lo que se usa ahora en internet.

miércoles, 22 de octubre de 2014

EL PRIMER VIAJE DE "EL SOLITARIO" Capítulo II

Hoy, aunque no es el día acostumbrado, publico el capítulo de esta semana de "EL primer viaje del Solitario"

Espero que os guste.

Os recuerdo que este relato es una continuación del "Ultimo viaje del Destino".

Y ahora............................


EL PRIMER VIAJE DEL SOLITARIO

Pedro Fuentes


Capítulo  II

Nos quedamos dos días en Mallorca, nos parecieron unas vacaciones, cogimos un coche de alquiler y nos dedicamos a recorrer la isla, Gracia me decía:
Tienes que empaparte de todo, así cuando hagas un charter aquí podrás aconsejar a los turistas, amor.
El segundo día nos fuimos hacia el nort-oeste de la isla, llegamos a Palma y luego bajamos de nuevo, esta vez hacia la parte más occidental de la isla hacia Santa Ponçá, luego, como no, al Port d´Andraix y a la Punta de San Telmo, luego, por toda la sierra de Tramontana fuimos subiendo, muchas veces por caminos de cabra hasta que llegamos a Valdemossa, Gracia me quería enseñar la Cartuja, no le quise decir nada, pero una vez dentro, recorriendo la habitación que Frederick Chopin y George Sand, donde de fondo sonaba la sonata OP 28, Gracia me miró y dijo:
¿Qué te pasa, Ricardo?
Nada, no me pasa nada, le contesté
Has cambiado la expresión de la cara, como si hubieses visto un fantasma.
No me pasa nada, no te dije nada pero yo ya había estado aquí, el invierno de 1972/73 estuve aquí con una persona.
¿Quién era ella?
Se llamaba Toñi y fue un gran amor que tuve y que falleció en mis brazos cuando ya habíamos roto por culpa de sus celos, desde entonces cada vez que oigo a Chopin me entra la tristeza.
Bueno, amor, siento haberte forzado a venir, te tuve que hacer caso cuando me has dicho que no.
No te preocupes, fue algo que pasó y que no pudo ser nada más, fue un amor a primera vista, un gran flechazo, pero imposible.
Salimos de la Cartuja, tomamos un café y seguimos hacia el norte, llegamos al por de Pollensa, vimos que siendo la hora de comer, el viento del norte había bajado, otra vez la tramontana duraba tres días.
Gracia llamó a Biel, su hermano a Menorca, éste le confirmó que las previsiones eran buenas para mañana y que ya tenía casi arreglado el papeleo del barco.
Decidimos que mañana, a primera hora, zarparíamos hacia Ciudadela donde esperaríamos llegar al día siguiente.
Seguimos el recorrido por Mallorca, ahora hacia Cala Ratjada donde comimos, luego pusimos rumbo a Palma pasando por Manacor, de allí al Arenal donde devolvimos el coche y nos dirigimos al barco, no hacía falta comprar provisiones, había de todo, nos dedicamos a preparar algunas cosas, a cargar baterías y enfriar al máximo la nevera, sacamos la carta de la zona y decidimos navegar cerca de la costa y pasar entre punta Salinas y el faro de la Horadada al norte de la Isla Conejera, esto nos permitiría protegernos si quedaba algún resto del viento del norte luego, pasado Salinas pondríamos rumbo directo a Ciudadela, nos tocaría pasar el canal de Menorca de noche, normalmente cuando menos corrientes hay, pero allí quedaría algo de los restos de la tramontana.
A las ocho de la mañana emprendimos la marcha, así aprovecharíamos los terrales, la travesía, la brisa de los terrales y luego rolando al este cuando ya se levantó el día nos hizo una navegación agradable, el barco ceñía bastante, luego, con el pasar de las horas tuvimos un buen rato de calma y al fin fue rolando a sur, con lo cual a las dos pasamos punta Salinas. Pusimos rumbo directo a Ciudadela, con el sur, bastante suave por la aleta, empezamos a dar pantocazos, el suave sur, contra los restos de la corriente de norte provocado por los tres días de tramontana, hizo que el barco cabeceara bastante, pero nada que nos retrasase.
A las 20 horas salimos de la influencia de Mallorca y nos adentramos en el canal para hacer las cincuenta millas que nos faltaban hasta Ciudadela, aproximadamente a las veintidós horas nos quedamos sin viento, con lo que tuvimos que poner el motor en marcha, ya que la corriente de norte que persistía no nos dejaba avanzar.
Después de cenar unos bocadillos y unas cervezas, decidimos quedarnos ambos en la bañera hasta que el sueño hiciese su presencia, luego, según éste, decidiríamos quién haría la primera guardia, dejamos que el piloto automático trabajase, Gracia se acurrucó en mi hombro derecho y me comentó:
Mañana llegaremos a Ciudadela y ya estamos en agosto, yo a primeros de septiembre empiezo a trabajar, ¿Qué harás tú? ¿Tienes algo decidido?
Biel ha dicho que ya tiene casi a punto los papeles del barco, así que había pensado organizar un charter, si te parece, invitaremos a tus hermanos y a tu madre a un crucero, podemos hacer dos cosas, una irnos hasta Cerdeña pero me parece que somos demasiados, nueve personas, dedicar una semana a hacer “sa volta a s´illa” que decís los menorquines.
Me parece mejor lo segundo, a mi madre no le gustan mucho las grandes travesías y tienes razón, nueve personas, aunque el barco sea grande, me parecen muchas personas. Además, a medida que entre agosto son más posibles los aguaceros de verano. Pero me refería más a cuando termine el verano ¿Qué vas a hacer luego?
Me gustaría pasar las fiestas de Gracia en Mao, contigo y luego tendré que marchar a Benicarló para poner a punto el barco para la próxima temporada, además de contactar con unas agencias que me pueden buscar clientes.
Cuando esté allí, espero sacar un “abono” en el avión para venir a Menorca siempre que pueda. En verano, espero tenerte de tripulante si sale algún viaje y si no salen, algo organizaremos. En las vacaciones escolares espero verte en Benicarló a mi lado, esos son mis planes.
¿Contemplas la posibilidad de trasladarte a Menorca?
En un principio, creo que aquí hay más salidas para los charters y la navegación, pero antes tendría que arreglar las cosas de allá y vender para poder comprar, y eso no lo podré hacer de hoy para mañana. Así que tendremos que esperar que las cosas vayan saliendo por si solas.
¿Tanto la querías? Me soltó a boca de jarro.
¿A quién? Le pregunté.
A… ¿Toñi? ¿Se llamaba Toñi?
Si, así se llamaba, si la quería, pero fue un amor imposible, ella tenía unos celos enfermizos, quizás porque era bastante mayor que yo y en aquella época, pese a todo lo que había pasado, era algo inmaduro, había tenido varias relaciones pero nada serio, cuando la conocí a ella, a los cinco minutos de verla y sin haber hablado con ella ya estaba enamorado, luego fue algo maravilloso, pero sufrí mucho por los terribles celos que tenía, cuando rompimos creí que mi vida terminaría, pasé los peores momentos de mi existencia, nada me importó a continuación, ha sido una etapa oscura en mi vida y a punto estuve de equivocar mi camino y adentrarme en un pozo sin fondo, lo único que me ayudó fue la base de todos los valores de la vida que me inculcaron en mi familia pese al poco tiempo que vivieron.
Lo siento, siento mucho haberte recordado aquellos momentos, dijo Gracia mientras de sus ojos caían dos lágrimas.
Tranquila, era algo que guardaba dentro de mí y creo que era necesario que saliese, quiero que mi corazón quede vacio para poderlo llenar solamente contigo. Le dije mientras besaba sus lágrimas en aquellos ojos que tanto me cautivaban.
Gracia se puso en pie, bajo a la cabina y subió con dos vasos y una botella de whisky. ¿Te apetece un trago, amor?
Si, pero antes iré a por una cosa.
¿Qué?
Unas almendritas saladas.
Eran las cuatro de la madrugada cuando Gracia se durmió en mis brazos. El “Solitario” seguía dando pantocazos sobre las olas que nos traía la corriente del norte, nos quedaban unas cuatro horas hasta llegar a Ciudadela, por popa veíamos cada vez más lejos el faro de Cabo de Pera y por proa ya se divisaba el cabo de Punta Nati, al norte de Ciudadela.

A las ocho y veinte entramos por la bocana del puerto de Ciudadela, cuando Gracia llamó por el canal nueve, nos estaban esperando, Biel había llamado y dado instrucciones para que nos dieran su amarre, ya que él estaba en cala d´en Pit.

martes, 14 de octubre de 2014

EL PRIMER VIAJE DEL "SOLITARIO" Capítulo I

Publico hoy un nuevo relato, se trata de "El primer viaje del Solitario", este relato se puede considerar la continuación de "El último viaje del Destino", así que si algún lector nuevo, quiere leerlo, le aconsejo que primero lea "El último.....".
Es este relato otros viajes de Ricardo, es el comienzo de la compra del barco que Ricardo hizo para dedicarse a la vida en y para el mar, es un relato anterior a lo que sería luego su vida y cuando se encuentra con el autor, yo, y dio comienzo sus aventuras en la trilogía de "La misteriosa dema de negro", "En busca de la puerta del infierno" y ¿Qué he hecho yo?, relatos publicados también en este blog.

Y ahora...................

EL PRIMER VIAJE DEL SOLITARIO

Pedro Fuentes

Capítulo  I

Cuando entregamos en Blanes el Furia 25 “Destino”, Gracia y yo sentimos que algo nuestro llegaba a su fin, pero pese a la tristeza por los buenos recuerdos que teníamos, ante nosotros se abría otro destino, ahora tendríamos que ir a Murcia, cuando nos avisasen a buscar el nuevo barco.
Como ya habíamos descargado el barco en Benicarló, llevábamos un par de bolsa en el que iban las cosas imprescindibles.
Llegamos a la estación y cogimos el primer tren para Barcelona, allí hicimos transbordo y seguimos hasta Benicarló, llegamos a primera hora de la noche y bastante cansados. Lo que no habían  conseguido tantos días y horas de navegación lo consiguieron dos trenes.
Cuando llegamos a casa, no teníamos ganas de nada, una buena ducha y a dormir.
Al día siguiente, a eso de las diez me despertó el hambre, si no hubiese sido por eso, seguiría durmiendo.
Me levanté, preparé un buen desayuno a base de tostadas, mantequilla, mermelada y un buen café, lo puse todo en una bandeja y lo llevé a la habitación, Gracia al olor del café y las tostadas estaba despertándose, no sentamos en la cama y desayunamos, luego dejamos la bandeja a un lado y nos dedicamos a dormir un rato más. Sería la una cuando al fin decidimos levantarnos.
Nos dimos una relajante ducha de mutuo acuerdo y nos marchamos como no, al puerto a ver los barcos mientras  hacíamos ganas para una buena paella.
Pasamos una semana haciendo excursiones por los alrededores, Peñíscola, Vinaroz, Las Fuentes, Morella, Cervera del Maestre,  todo el Maestrat. En fin, toda la parte norte de Castellón, esa gran desconocida.
Cuando al fin nos llamaron, recogimos nuestras cosas y lo más imprescindible del barco, alquilamos un coche que dejaríamos en S. Javier, en Murcia, ahora si pensamos en visitar al hermano y los sobrinos de Gracia en Alicante, así que los llamamos y quedamos con ellos para comer al día siguiente.
Fieles a nuestra costumbre, salimos temprano y a media mañana ya estábamos en Alicante, llegamos a la casa, situada en el ensanche, muy cerca del náutico, como no,  a la familia de Gracia le pasa lo que a mí, tenemos que estar cerca del mar y a ser posible de nuestro barco.
Mercedes, la cuñada de Gracia y sus dos sobrinos, de 12 y 9 años, niña y niño,  nos estaban esperando, los dos críos se tiraron a los brazos de su tía, Mercedes y yo nos saludamos  y nos pusimos a hablar, era imposible meter baza entre la tía y los sobrinos.
Ernesto ha tenido que ir al trabajo para arreglar unos asuntos urgentes.
Lo tengo que llamar para que venga, dijo Mercedes. Pero he pensado que mejor iremos a buscarlo y tomamos el aperitivo por ahí, luego vendremos a comer a casa, ¿Os quedáis esta noche aquí?
No, Tenemos que seguir para Murcia para arreglar lo del barco lo antes posible, pero como tengo entendido que os vais para Menorca, nos veremos allí que tenemos que ir a arreglar os papeles del barco con Biel y como serán unos cuantos días, podremos incluso salir a navegar con el nuevo velero.
Pasó el día en un soplo, pero con Gracia no pudimos contar, ella y sus sobrinos formaron un mundo aparte,  además de ser sus sobrinos del alma, era su vocación de educadora.
A eso de las siete nos marchamos para San Javier.
Al día siguiente firmamos los papeles del barco y ya nos hicimos cargo de él, quedamos en seguir unos días en el amarre hasta dejarlo todo a punto, fuimos a la Capitanía, donde nos extendieron un certificado provisional de navegación, ya que iríamos a Menorca para  arreglar los papeles.
Cuando tuvimos el certificado enviamos los papeles originales a Biel por medio de un recadero urgente y nos dedicamos a la labor de limpieza, puesta a punto y avituallamiento para prepararnos para la partida, decidimos ocupar el camarote grande de popa por lo menos mientras no tuviésemos clientes.  Habituados al   Furia 25, allí nos sobraba espacio por todos los lados.
A los siete días, perfectamente pertrechados y suficientemente descansados decidimos hacernos a la mar, tardearíamos unos dos días a vela si el viento acompañaba, pasaríamos rozando el sur de Formentera, el sur de Cabrera, Punta Salinas en Mallorca y desde allí ya directos a Ciudadela, rumbo al  ENE durante  264 millas, a una media de 5,5 nudos, las previsiones de viento eran  de sur o sur oeste, con una fuerza de entre 18 y 25 nudos y al final del viaje levante.  Si no cambiaba sería una travesía tranquila para “El Solitario”.
Era la misma travesía a la hecha con el “Destino” pero en sentido contrario y sin escalas salvo emergencias.
La última noche, después de una opípara cena, nos fuimos a dormir al barco, como hacíamos desde que lo compramos y al día siguiente, a las ocho soltábamos amarras rumbo a Ciudadela, habíamos planeado guardias para toda la travesía.
Llevábamos diez horas navegando sin ningún contratiempo, cuando a eso de las dieciocho horas el viento que hasta entonces era de sur, pareció rolar a oeste, fue un suspiro, roló inmediatamente a norte, se notaba como por el canal entre la península e Ibiza, la Tramontana fue aumentando, encima, como típico norte, empezó a rachear, tuvimos que rizar la mayor y cambiamos el génova por un foque, así el través se hizo más soportable y manejable, aun así, la escorada era importante, podíamos amollar la mayor, pero no lo suficiente para que el abatimiento no fuera muy importante. De todas las formas, “El solitario” se portaba bien, aquí se veía la robustez del  barco.
Gracia parecía disfrutar y me decía:
Ya era hora de que pudiésemos demostrar nuestra valía, pero esto no acaba aquí, por esta zona, cuando pasemos el canal, nos encontraremos con más viento, espero que no role a levante como es habitual, porque vamos a tener que demostrar hasta qué punto ciñe este barco.
Efectivamente Gracia volvió a adivinar el tiempo, roló y roló a levante, de pronto nos encontramos con todo el viento por la amura de estribor, empezamos la ceñida y nos preparamos para pasar una noche entretenida, decidimos comer algo por si  nos quedábamos sin cenar, nos pusimos los monos de agua ya que los rociones eran importantes y el toldo anti rociones no paraba lo suficiente, el viento arreciaba.
Los que dicen que el Mediterráneo es un mar tranquilo y seguro, no saben lo que dicen.
Pasamos la noche durmiendo a ratos y haciendo bordadas para poder avanzar un poco.
Por fin amaneció y con los rayos de sol amainó el viento y roló ligeramente hacia el sur, esperamos que fuese una premonición de lo que nos depararía el día.
Cuando el viento nos vino por la aleta de estribor, izamos todo el trapo, desayunamos fuerte y mandé a Gracia a la cama con la promesa de que cuando despertase me relevaría.
Estábamos pasando Punta Rotja en Formentera  y no sabíamos qué nos depararía el canal entre Ibiza y Mallorca, aunque yo me esperaba el norte de nuevo, por las islas dicen que la tramontana en este tiempo suele durar tres días.
Llevábamos 24 horas y a duras penas habíamos hecho un tercio del viaje.
Cuando despertó Gracia decidimos que si seguía la tramontana en el canal entre Formentera y Mallorca, pondríamos rumbo al NE y nos meteríamos en la Bahía de Palma, más que nada por coger cobertura y llamar a su familia por tranquilizarlos, que seguramente sabrían de cómo andaba el tiempo por aquí.
Efectivamente, en cuanto entramos en el segundo canal roló nuevamente a norte  y cambiamos el rumbo, ahora teníamos el viento por la amura de babor y comenzamos a ceñir rumbo a Palma, nos separaban unas setenta millas que esperábamos hacer en unas doce horas si todo iba bien.
Rumbo al NE decidimos prepararnos para una etapa bastante dura y con un barco que pese a nuestra experiencia no lo conocíamos del todo, así que decidimos ayudarnos con el motor, que no podíamos quedarnos sin baterías ya que entre otras cosas el piloto automático tendría que trabajar de lo lindo.
No parecía tener problemas el piloto para mantener el rumbo, era un buen aparato, le ajustamos la sensibilidad al máximo y nos decidimos a pasarlo lo mejor posible, hicimos turnos para evitar cansarnos los dos y seguir adelante.
El “Solitario” es un buen barco, tendré que hacerle algún apaño para poder gobernarlo una persona sola, cuando no esté Gracia y tenga que llevar a personas muchas veces inexpertas, si las cosas se ponen feas, no es tan fácil, tendré que reenviar unas cuantas maniobras a la bañera, pero bueno, eso se hará sobre la práctica.
He mandado a Gracia a descansar, no tengo otra labor que hacer por ahora, solamente vigilar y estar atento a los aparatos, me he puesto el chaleco auto hinchable y un mosquetón preparado para engancharme a una línea de vida si hiciese falta desplazarme por cubierta, ya que ésta está totalmente mojada y un resbalón puede ser fatal si Gracia está dentro durmiendo, cosa de lo que es capaz pese a la escora y los pantocazos del barco, desde luego su padre debió de ser un buen marino y profesor.
Es curioso, normalmente cuando navego en solitario o estoy solo en cubierta, los recuerdos se amontonan en mi cerebro, ahora no, por lo menos los recuerdos lejanos, solamente me vienen a visitar los recientes, siento muchas veces que cuando salí de Blanes rumbo a Maó en solitario con el Furia empezó una nueva vida, las etapas de mi vida desde que compré el “Destino” y fui aprendiendo a navegar, todas comienzan o más bien terminan con una travesía en solitario y muchas de ellas han sido entre la península y Menorca, esta isla siempre ha estado unida a mi, llena de romanticismo y de aventura, pero la última vez ha sido quizás la más grande de las aventuras, partí de Blanes porque no sabía a donde ir y vuelvo a Menorca por segunda vez después de encontrar la meta y la felicidad de mi vida.
Me ha pasado el tiempo en un suspiro, ya toca despertar a Gracia para que tome el mando, salta de la litera rauda y feliz, le hago ponerse el salva vidas y le indico todas las novedades, que son ninguna porque todo marcha correctamente,  el barco responde a la perfección.
Gracia, antes de irme a dormir voy a preparar algo para comer, ¿Qué quieres? ¿Bocadillo y cerveza o café y pasta? Le digo.
Si te parece bien y me acompañas, un bocadillo para dos, unas cervezas y luego café, cariño.
Bajo a la cocina, preparo las cosas y salgo a cubierta, charlamos y comemos animadamente, nos fumamos un par de cigarrillos cada uno y me despido. Despiértame dentro de dos horas.
Bajo al camarote y en menos de cinco minutos duermo como un niño.
Cuando Gracia me despierta han pasado más de tres horas, sigue la tramontana, pero parece que ha bajado algo, La Dragonera parece que nos protege algo del viento, pero la mar se ha levantado mucho y tenemos mar tendida que hace trabajar  más al piloto, las guiñadas son mayores, pero a la vez el viento que nos viene de través nos hace andar más, decidimos entrar en el club náutic de s´Arenal.
El resto del viaje hasta El Arenal lo pasamos los dos en cubierta charlando, comiendo y tomando café, la travesía no era cómoda pero ambos habíamos pasado peores y ahora estábamos juntos.
En cuanto vimos que teníamos cobertura llamamos a Biel, el hermano de Gracia y le comunicamos nuestra situación y los planes que teníamos.
Biel nos comunicó que las previsiones no eran muy buenas para pasar el canal con Menorca, así que decidimos quedarnos dos días descansando en Mallorca.
Cuando por fin llegamos a puerto volvimos a la rutina de llegada, rellenar los depósitos de combustible y agua, lavado del barco para quitarle la salitre, plegar bien las velas, adujar los cabos, pegarnos una buena ducha con agua caliente y abundante y meternos dos buenas jarras de cerveza en el bar del club, mientras tanto nos preparamos para la primera comida que tocaba en tierra, no hay nada como un buen chuletón en tierra y en una mesa que parece que se mueve más que el barco.




jueves, 9 de octubre de 2014

TARDE DE TOROS Capítulo IV

Hoy publico el capítulo  IV y último de TARDE DE TOROS, espero que os guste.

La semana que viene empezaremos un nuevo relato,

Y ahora.............

TARDE DE TOROS
Pedro Fuentes
Este relato está basado en hechos reales y quiero dedicarlo a Paco Duato, mi amigo, y a Paco Camino, ese gran torero del que fui seguidor y que estoy seguro de que no conoce parte de esta historia.

Capítulo  IV

Cuando Paco D.  es trasladado a Zaragoza, llega semi inconsciente por los tranquilizantes administrados para el viaje, al mismo tiempo llegan su mujer y el amigo con el coche, acompañado por su mujer lo llevan directamente a una habitación, su amigo se encarga del papeleo en Recepción.
Paco Camino, después de la operación practicada de urgencia, es trasladado a Madrid donde empezó su recuperación.
A Paco D. se le complica un poco a cogida con una infección de algún punto, por lo que su estancia en el hospital de Zaragoza se alarga, mientras tanto, la mujer de Paco D., que no se separa de su cama, así como Paco,  son tratados exquisitamente e incluso es visitado por casi todo el cuerpo médico del hospital e incluso en su habitación siempre hay flores.
Al cabo de tres días, en los que Paco  y su esposa son agasajados, un domingo, en el que pasa a visitarlo un médico de guardia, al aproximarse a la cama exclama:
Pero usted no es Paco Camino.
Claro que no, yo soy Paco Duato  ¿Por qué me llama Paco Camino?
La verdad es que guarda un cierto parecido, los dos más o menos de la misma edad, los dos con el mismo peso aproximado, los dos morenos y el pelo rizado y los dos heridos por asta de toros y en el mismo sitio.
A mí me gustan mucho los toros y soy gran seguidor de Paco Camino, pero yo soy Paco D. y no soy de Camas sino de Grañén, Huesca y ni siquiera sabía que Paco Camino estuviese herido.
Cuando usted ingresó, la persona que rellenó los formularios, dijo que en base a ser quien era, rogaba que no se diese mucha publicidad, claro que jamás dijo que fuese usted Paco el torero, solamente dijo: Paco, al que cogió el toro.
Después de una carcajada que por poco le salta algún punto Paco dijo:
No, a mi me cogió una vaquilla en Benicarló y mi amigo que es un bromista, les ha gastado una broma, sin mi consentimiento.
A partir de entonces Paco Duato dejó de recibir flores y visitas, fue tratado como un paciente más, sin tantos halagos.
Paco Camino, con esa gran pasta de la que están hechos los toreros, se recuperó rápidamente y volvió a sus fabulosas tardes de toros.
Paco Duato volvió a sus obligaciones y a sorprender a las gentes con su magia, puesto que es un gran mago.
Paco Duato. y yo seguimos compartiendo la afición por los toros y de vez en cuando nos reímos de la confusión organizada por su amigo.
FIN