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domingo, 8 de enero de 2017

PEQUEÑAS COSAS (mIcrorrelatos breves)

Comienzo este nuevo año con 12.000 lectores y el tercer tomo de la Trilogía "El viaje".

Espero que este año nuevo, podré tener terminadas dos novelas además de unos cuantos relatos cortos. Gracias por vuestra fidelidad y mientras tanto os recuerdo los enlaces en los que se pueden solicitar los libros publicados.


LA MISTERIOSA DAMA DE NEGRO  (Tomo  I)

http://www.bubok.es/libros/243574/La-misteriosa-dama-de-negro-y-13-relatos-mas


EN BUSCA DE LA PUERTA DEL INFIERNO  (Tomo  II)


http//www.bubok.es/libros/246379/En-busca-de-la-puerta-del-infierno-El-viaje-II


¿PERO QUE HE HECHO YO?  (Tomo  III)

http://www.bubok.es/libros/249832/Pero-que-he-hecho-yo-y-veintidos-relatos-mas



Y ahora...........

Pequeñas cosas



Con el nuevo horario, a media mañana podías salir a la calle a tomar algo, a veces, íbamos a una tienda de ultramarinos que había allí cerca, en la calle Campomanes, allí nos preparaban unos bocadillos de lo que quisiésemos, el que más éxito tenía era uno de atún que vendían a granel y luego ponían por encima un par de pimientos de lata, lo acompañábamos con una cerveza y a veces entre dos nos repartíamos un cuartillo de vino.

En la tienda tenían una gatita blanca y negra a la que llamaban Masiel, en honor a la cantante, que ya empezaba a tener fama y que hasta hacía poco iba a comprar allí lo que le indicaba su madre, ya que vivían por allí.

Ya, al poco tiempo, allí se le empezó a llamar “La Tanqueta de Leganitos”

Teníamos allí un compañero que además era taxista, había varios en aquellas oficinas, al que me refiero era malagueño y ceceaba una barbaridad, éste trabajaba el taxi de noche, por lo que cuando llegaba a la oficina iba muerto de sueño, por lo que cuando no podía más se metía en una cabina del lavabo y echaba una cabezadita, lo malo es que roncaba y el jefe lo iba a buscar, aunque a veces lo dejaba un rato más, quizás para que no armara jaleo con el futbol, era un forofo tremendo del Málaga.

Al hacer turno de noche conocía todos los lugares de “mala vida” de Madrid, además muchas veces montaban en el taxi noctámbulos de la farándula y gentes de mal vivir.

Cuando llegaba a la oficina y estaba despierto, contaba vida y milagros de aquella noche.

Junto con otro compañero, del que no me acuerdo el nombre, pero que era hermano de un jefecillo de allí, eran “relaciones públicas” de una casa de masajes, pero que era la entrada a otro local más allá, la clave para llegar al fondo era pedir “un masaje con castañuelas”, ellos dos le daban la tarjeta a los futuros clientes con su identificación, si terminaban allí ellos cobraban una comisión, pero no era dineraria, era en “carne”.




















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