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miércoles, 2 de mayo de 2018

LUCÍA (Capítulo XXV)




Este capítulo será el último de esta temporada, a partir de ahora, y hasta pasado el verano, iré publicando algún relato corto, ya que encuentro muy difícil
seguir escribiendo las dos novelas en las que estoy comprometido. Además, desde ahora hasta septiembre, quiero dedicarme a la navegación, que ya sabéis que es mi gran pasión. Mientras tanto, os dejo este capítulo de Lucía.

A los lectores que se hayan incorporado últimamente. les dejo todos los relatos cortos para que puedan seguir leyendo y que sepan que en Editorial BUBOK  hay publicados tres libros de este autor, una trilogía nominada "LAS HISTORIAS DEL BÚHO" I, II y III, relatos e historias de todo tipo.

Hasta la vuelta.


Y ahora.................


LUCÍA


Pedro Fuentes


 Capítulo  XXV





Engracia pasó la primera semana ensimismada, cabizbaja y meditabunda, parecía que las palabras de sus amigos y su hija, parecían haberla convencido pero no  hablaba con su hija sobre el embarazo, si acaso, lo único que hacía era preguntarle por la mañana si había dormido bien.

Lucía seguía con su ritmo de vida, se levantaba a eso de las nueve, arreglaba la casa, se acercaba casi cada día al mercado y compraba lo que necesitaba, le gustaba consumir alimentos frescos.

Ya conocía las diferentes paradas del mercado y a sus gentes, alguno de los que allí trabajaban, de vez en cuando le decían algo sobre salir algún día a tomar algo y los más osados, la invitaban al cine o a bailar algún domingo, aunque los que la conocían desde hacía tiempo, veían que era imposible, ella les sonreía y algina vez había contestado con un “ya veremos” pero ese momento no llegaba nunca
.
Cuando volvía a casa, preparaba la comida y parte de la cena, ya que ella cenaba cuando volvía del trabajo.

Comía con su madre mientras veían la televisión a la que madre era muy aficionada, no se perdía ninguna novela o serie que pusiesen en la tele, le daba lo mismo de qué tratasen, además comentaba en voz alta lo que  decían y a veces tomaba parte en los diálogos, pero lo que más le gustaba eran los concursos. El favorito “Un, dos, tres, con Kiko Edgard, no se perdía ninguno, disfrutaba también viendo “La gran ocasión” donde tanta gente se daba a conocer en el mundo de la canción. En fin, para ella la televisión era un dios, si no salía en televisión no existía.

Una mañana, cuando volvía del mercado, le pareció ver a alguien conocido, era Fernando, cuando lo vio se hizo la despistada y cruzó de acera, pero él la vio y se hizo el encontradizo, aunque se seguía poniendo colorado cuando Lucía le miraba, parecía haber madurado algo y ya no tartamudeaba, o llevaba el papel muy bien aprendido.
¡Lucía! ¡Qué sorpresa! Sabía que estabas en Madrid, por Rosario pero nunca me dijo dónde. ¿Qué es de tu vida? Por las bolsas que llevas del mercado deduzco que vives por aquí, yo tengo fiesta hoy y voy a la calle Luchana que he quedado con un compañero de trabajo. Al final aprobé de cartero y trabajo por la zona de la calle Princesa. Aunque a veces nos cambian de sitio para que conozcamos todas las zonas
.
Ven, te invito a un café, así me cuentas algo de tu vida.

Es que tengo un poco de prisa por llegar a casa.

Será un momento, y si no puedes, te acompañaré hasta casa.

No, vamos a esta cafetería, pero será solamente un momento.

Entraron y se sentaron, Fernando sacó un paquete de ducados y le ofreció a ella.
No, gracias, no fumo.

¿Qué quieres tomar?

Un cortado descafeinado.

Se acerco el camarero a la mesa que ocupaban  y Fernando pidió el cortado y un café solo para él
.
Cuando te marchaste del pueblo, me quedé fastidiado, no me atreví a decirte nunca lo que sentía por ti y de pronto vi que te había perdido.

Mi vida cambió de repente y marché del pueblo.

Se dijeron un montón de cosas que yo no creí.

La única razón fue que mi madre estaba mala y aquí, en Madrid había buenos médicos y podría salir adelante
.
¿Querrías salir conmigo algún día, a tomar algo, o a charlar?
No, Fernando, no puede ser.
¿Por qué?
¿No sales con Rosario?
Si, pero solamente como amigos, en cambio contigo es diferente, me gustaría que nos conociésemos, que hablásemos y si con el tiempo……
No, Fernando, no puede ser, hay otro, al que quiero, está fuera, pero volverá y yo lo espero.

¿Y si mientras viene, salimos tu prima, tú y yo, a charlar, a ir al cine, vamos, sin ningún compromiso?

No, no puede ser, no me gusta salir por ahí, además, tengo que estar pendiente de mi madre que no se puede quedar sola. Y ahora ya me  tengo que ir, lo siento, Fernando, eres un buen chico y te aprecio mucho, pero quiero a Ricardo.
Ese Ricardo ¿Es tu novio?

Si, algo así, no somos novios oficialmente, pero nos queremos y salimos juntos.
Pero… ¿No dices que está fuera?

Si, pero temporalmente y cuando termine el trabajo que está haciendo, volverá y si no, me llamará para que mi madre y yo vayamos a donde está él.

No lo creo, no creo que vuelva nunca, se ha marchado y dejará detrás todo su pasado, cuando una persona tiene una novia para casarse, no lo abandona todo y se marcha a otro sitio.

¿Acaso es lo que tú harías?

Yo por ti no me marcharía nunca de tu lado, cuando te fuiste del pueblo y aun con todo lo que se llegó a decir, yo no paré de buscarte, cuando alguien dijo que estabas por Madrid con tu tío, empecé a estudiar como un loco para poder aprobar las posiciones con buena nota y poder elegir Madrid. Luego, cuando ese alguien que dijo que estabas por Madrid, le sonsaqué que te había visto en un bar de mala nota, al principio no le creí, pero luego pensé que eras mejor que la mayoría de las del pueblo, que mucho hacerse las mosquitas muertas y luego se iban a pasear al anochecer por la carretera con el primero que les dijese “ahí te pudras” y vine aquí para intentar encontrarte y cuando le saqué a Rosario por dónde vivías, he pasado horas y horas, días enteros hasta que te encontré, porque no me importa nada de lo que se ha dicho de ti, porque yo te quiero.

De manera que Rosario ¿te ha dicho por dónde vivía?

No, no exactamente, me dijo que por Chamberí y yo me he pateado desde Quevedo a  la Castellana, como sabía que te había encontrado por donde ella vive pues solamente era cuestión de tiempo.


Ya le ajustaré las cuentas, ahora me tengo que marchar y no insistas, lo nuestro además de que no puede ser, es imposible y tú dedícate a Rosario, que además de buena chica, creo que le gustas.




miércoles, 18 de abril de 2018

LUCÍA Capítulo XXIV

Los capítulos van aumentando. la vida de Lucía sigue con sus inquietudes y problemas, ¿Qué pasará? ¿Cómo resolverá su vida Lucía? ¿Logrará salir de todos los problemas que comienzan a aparecer?

Y ahora...............





L U C Í A 



Pedro Fuentes



Capítulo  XXIV

Aquella semana, Lucía fue preparando a su madre, primero le dijo que había invitado a su prima Rosario a comer el domingo, luego le comentó que Genaro quería verla ya restablecida su salud, al venir Genaro, Pepe se había añadido y Rita quería verla también, así que había invitado a los tres últimos a café.

Su madre, desde que había marchado Ricardo, estaba más suave y comprensiva, ésta pensaba que su hija lo estaba pasando mal porque la veía ojerosa y cansada y como no estaba el otro, que le quitaba tiempo y atenciones de su hija, era más comprensiva con ella, aunque a lo peor era más acaparadora y egoísta
.
La semana transcurrió sin incidentes, los mareos de la mañana fueron desapareciendo, Lucía estaba de mejor humor y su madre esperaba que eso fuese síntoma de que la distancia puesta por Ricardo iba siendo aceptada por su hija
.
El domingo amaneció en Madrid con un sal de invierno que invitaba a salir a la calle, así que Lucía le dijo a su madre que saldrían a pasear antes de que llegase Rosario y así lo hicieron, a la una menos cuarto llegaron a casa y Lucía dio los últimos toques a la comida y puso un servicio de café en una mesa auxiliar, una botella de coñac y otra de anís junto con unas galletas de te que había comprado el día anterior. A la una y media, tal como habían quedado, llegó Rosario, se sentaron a la mesa y empezaron a comer, en un momento que Lucía fue a la cocina, Engracia le dijo a Lucía en voz baja:

Oye, Rosario, ese chico del pueblo, Fernando, ¿dices que bebe los vientos por Lucía?
No se si llega hasta ahí, pero siempre me pregunta por ella, pero Lucía me ha prohibido decirle nada.
¿Y si se te escapa alguna cosa y se entera donde vive?

No se, a Lucía le sentaría muy mal y quizás hasta dejase de hablarme
.
Entró Lucía en el comedor y allí acabó la charla.

A las cuatro y media aparecieron Pepe, Genaro y Rita que habían quedado para llegar juntos,

Pepe y Genaro le dieron dos besos a la madre y alabaron el buen estado de Engracia después de lo que había pasado. Rita la saludó también pero se mantuvieron las dos a distancia pese a que ya se conocían y Engracia sabía que la muchacha ayudaba mucho a su hija. Se sentaron los seis alrededor de una mesa camilla, Lucía y Rosario sirvieron los cafés y un par de copas de coñac a los dos hombres, de pronto se hizo un silencio sepulcral y una pequeña tos de Lucía y todos la miraron.

Mamá, te quiero  decir una cosa, vamos a aumentar la familia.

Su madre la miró extrañada, el gesto de su cara hablaba solo, veía que aquella invitación era una encerrona.

Mamá, voy a tener un hijo.

Si entonces la hubiesen pinchado, no habría salido sangre
.
Pepe alargó una mano hacia ella y le puso  delante una copa de anís y le hizo un gesto a Rosario para que llenase la copa otra vez, Engracia la cogió y apuró de un solo trago. Tosió, carraspeó  nuevamente y la bebió de un golpe.

Solo me faltaba esto. Dijo Engracia se quedó callada y ni siquiera lloró.

Genaro fue el primero en hablar:

Le hemos propuesto soluciones, como darlo en adopción e incluso abortar, pero ella quiere tenerlo y la verdad es que alabamos su valentía, ahora los tiempos están cambiando y más en un Madrid que nadie se mete en la vida de nadie, tendrá toda nuestra ayuda, tanto el personal del bar como nosotros, velaremos por ella y el niño o la niña y no dudamos de que Rosario, nuestra sobrina, nos echará una mano también.
Rosario se levantó de su silla y fue hacia su tía y la abrazó mientras le decía:
Verás, tía, será la alegría de la casa.

Rita le confesó: 

Cuando yo era todavía una cría, tuve a mi hija, yo ni siquiera tenía madre que me ayudase, mi padre me echó de casa y vine a Madrid embarazada y con una mano delante y otra detrás, gracias a Pepe y Geny y otras personas salimos adelante y ahora tengo una niña preciosa que hará la primera comunión este año que viene, no tiene padre, pero tiene unos tíos y tías que la quieren a rabiar.

Verás, mamá, serás una abuela dichosa con su nietecita, la casa se llenará de voces y risas, no quiero que estés triste, un hijo es lo mejor que le puede pasar a una mujer y desde el primer momento que me enteré, soy la mujer más feliz del mundo. Y ahora mismo voy a la nevera que tengo una botella de champan para celebrarlo, Rosario, ayúdame, por favor.

Engracia, dijo Geny:

Tu marido, mi hermano, yo sé cómo era, lo habría aceptado y hubiese tenido todo su empeño en la educación de la criatura, tu sabes que era una persona que vivía en el futuro y sabía comprenderl todo.

Volvieron Lucía y Rosario de la cocina con copas y champan y la tarde se fue animando. Engracia dejó de llorar y hasta hubo un momento que se echó a reír por algo que dijo Pepe, pero nadie supo decir si era por alegría o por las dos copas de champan y las otras dos de anís. Luía solamente se mojó los labios al brindar, desde el momento que se enteró de su embarazo, dejó de fumar y de beber lo poco que bebía.

A las siete, Rosario dijo que había quedado con Fernando y se fue, Rita tenía que recoger a su hija de casa de una amiguita. Genaro y Pepe marcharon juntos
.
Cuando se quedaron solas madre e hija, Engracia le dijo
:
Desde luego podías haber tomado precauciones

Lo hicimos, pero algo falló
.
¿Y no piensas buscarlo para casarte?

No, mamá, no me quiero casar. Además, no sé si él querría y yo no lo podría obligar. Yo ya sabía que era una historia que tenía un final, desde el primer momento sabíamos que lo nuestro tenía un principio y un final y que cuando éste llegase, cada uno partiría hacia otras vidas. Yo sabía que tenía una “novia oficial” a la que dejó plantada, no ha marchado por mi, marchó porque lo querían casar con ella, cuando se dio cuenta de ello, aceptó un puesto mejor en su empresa y marchó sin decir nada a nadie, solamente yo sabía que iba a desaparecer, ni yo se a donde marchó ni en donde trabajaba. Supongo que podría enterarme, pero no quiero, ya habíamos pactado su marcha, sabía que se iría sin dejar rastro, pero me hizo tan feliz el poco tiempo que duró lo nuestro, que ahora, cuando pienso que me quedará un hijo suyo, no puedes imaginarte lo feliz que soy y tú piensa que tendrás un nieto que te alegrará cada vez que lo veas corretear por la casa.
Sin padre.

¿Y yo? ¿Tengo padre? Casi no lo recuerdo. Viví tan poco tiempo con  él.
Mi hijo tendrá una madre y una abuela, ya tiene más que yo.

Además, quiero que sepa desde el primer momento que fue fruto del amor pero su padre tuvo que marchar, no quiero que su vida empiece con una mentira.


miércoles, 4 de abril de 2018

LUCÍA Capítulo XXIII

Un nuevo capítulo de esta novela por entregas que relata la azarosa vida de Lucía, una buena chica que se ve de pronto, por culpa de unos desaprensivos, abocada a una vida que nunca pudo imaginar.


Y ahora................................


LUCÍA


Pedro Fuentes





Capítulo XXIII



Al cavo de dos semanas, Lucía empezó a experimentar una serie de cambios en su cuerpo, primero notó que los sujetadores le apretaban, pensó que había ganado peso, pero se dio cuenta también que la areolas de su pecho oscurecían un poco más, luego, a pesar de lo regular que ere con la regla, vio que se había retrasado tres días y no tenía síntomas de llegar, por las mañanas, cuando se levantaba, sentía arcadas y ganas de devolver. Al final, una noche, mientras estaba en el bar, se tuvo que sujetar a la barra porque se sentía perder la verticalidad, Rita, que se dio cuenta, la sujetó por la cintura y la acompañó al almacén, sitio más fresco y fuera de la visión de los clientes.

¿Qué te ocurre, Lucía?

No lo sé, llevo unos días que me mareo.

¿Has ido al médico?

No, no le he dado importancia.

¿Te ha venido la regla?

No, pero solamente se me ha retrasado cuatro días.

Para mi que estás embarazada, tienes que ir a que te hagan la prueba de la rana y si estás  embarazada, cuanto antes pongamos remedio, mejor será, yo conozco una comadrona que por poco dinero te quitará ese peso.

No sé si estoy embarazada, pero si tengo por seguro que no voy a abortar, es quizás la única oportunidad que tenga en esta vida de ser madre y además es fruto de mi amor por Ricardo y es lo único que me queda de él.

Pero ¿Sabes donde está?

No y no le diría nada, él quizás me aconsejaría como tú, pero no lo voy a hacer, me siento capaz de tenerlo y mantenerlo yo sola, no se si estoy embarazada y ya lo quiero, será la culminación de ese amor a Ricardo y al que nunca olvidaré.

¿Quieres que te acompañe al médico?

Si, si no te importa podemos ir mañana por la mañana, pero por favor, no digas nada hasta que lo sepamos seguro.

¿Y tu madre? ¿Cómo se lo tomará?

Se tendrá que hacer a la idea tanto si quiere como si no. De todas las formas, desde que se fue Ricardo, parece que está más suave.

Se lo diré a mi prima para que me ayude y además cuento, supongo, con Pepe y Geny.
A la mañana siguiente fueron al médico y se confirmó, Lucía estaba embarazada, era bastante pronto todavía pero era un embarazó.

Aquel domingo quedó con su prima por la tarde para contarle la situación, quería que le ayudase a decírselo a su madre, habló también con Pepe y su tío, estos le insinuaron la posibilidad del aborto pero ella les dijo rotundamente que lo tendría.

Cuando el domingo llegó, por la tarde fue al encuentro de su prima Rosario, quedaron en la glorieta de Bilbao en la cafetería Yucatán, allí podrían hablar tranquilamente.

Pidieron un café y un cortado, Rosario sacó un paquete de cigarrillos “Bisonte” y le ofreció a Lucía.

No, gracias, ya no fumo.

¿Qué querías contarme? Dijo Rosario.

Estoy embarazada.

¡Qué?

Que estoy embarazada.

¿Quién es el padre? ¿No será de Ricardo?

Claro, ¿De quién si no?

¿Y él lo sabe?

No, ya se marchó.

Pero ¿Se lo dirás?

No, no se dónde está, pero aunque lo supiese no se lo diría, supongo que él me diría que abortase, pero yo no quiero hacerlo, tendré a mi hijo, es lo mejor que me ha pasado en esta vida después de conocerlo, he sido la persona más feliz del mundo con él y ahora tendré un hijo suyo, así l recordaré más durante toda mi vida.

Tú estás loca. ¿Piensas en lo que te  dirá tu madre?

Tendrá que acostumbrarse, tanto si le gusta como si no.

Acaba de tener un ataque al corazón, esto puede matarla.

Nadie se muere por una cosa así, hará la película de su vida, me llamará de todo, pero no se morirá. Te pido ayuda para que estés a mi lado y dándome la razón y la ayuda cuando se lo diga, estará también mi jefe Pepe y nuestro tío Genaro, el domingo que viene te espero en casa a comer, luego al café vendrá Pepe, Genaro y una compañera de trabajo, Rita.
Y ¿Qué quieres, que riamos y cantemos las alabanzas de ser madre soltera? ¿Sabes que quedarás marcada durante toda tu vida?

Los tiempos están cambiando y verás como dentro de unos años será algo más normal.
Por cierto, cuando se fue Ricardo, por la noche, después de trabajar, sin saber ni cómo ni por qué, fui a la calle Galileo, donde vivía él y me quedé mirando las ventanas cerradas, eché un par de lágrimas y en esto vi a una chica que reconocí por una foto de la cartera de Ricardo, era su “novia oficial” hacía lo mismo que yo, me acerqué a ella y le dije:

El no volverá

Me preguntó:¿quién eres tú?

Soy Lucía, su amante.

Se puso a chillar como una loca, me llamó de todo. Mientras yo me alejaba ella chillaba más, al  final, antes de girar en una esquina, miré para atrás y habían llegado dos serenos y un par de personas más, llegué a casa riéndome a carcajadas, la gente me miraba como si fuese borracha como una cuba.

Menudo palo, como pille a Ricardo, deja a tu hijo huérfano. ¿Qué prefieres? ¿Niño o niña?

Me da igual siempre que venga bien.

Como sean gemelos verás ¿Sabes que nuestra abuela tuvo mellizos y eso se hereda saltando una generación?

Espero que no, quiero mucho a Ricardo pero eso sería una putada.
Y a ti, ¿Cómo te va con Fernando?

No lo sé, por ahora somos amigos, pero Fernando solo me habla de ti, sabe que te veo pero no le digo nada y eso parece que lo anima a preguntar más.

A eso de las siete marcharon las primas, después de quedar para el domingo siguiente, Rosario al encuentro de Fernando y Lucía a su casa.


miércoles, 21 de marzo de 2018

LUCÍA Capítulo XXII


Nuevo capítulo, éste, el XXII es el de unión entre "La muchacha de una sola....." ¿Qué pasará en estos capítulos que quedan para el final de la historia?

Sigan leyendo y lo sabrán. Conocerán lo que el destino le depara a nuestra protagonista.

Y ahora................




LUCÍA

Pedro Fuentes


Capítulo  XXII

Los cuatro días que quedaban hasta el  sábado, fueron un suspiro, todo pasó como un rayo, durante el día no se vieron, luego, a la salida del “Waiquiqui” alrededor de las doce de la noche, se refugiaban en los brazos de ambos hasta el amanecer, luego Lucía huía hasta su casa donde se acostaba un par de horas, luego le preparaba el desayuno a su madre, que al parecer no sospechaba nada, y a continuación se dedicaba a las labores del hogar como si nada pasase.

El viernes solicitó a Pepe salir a las doce, como los días de entre semana y ambos amantes se fueron a casa de Ricardo, que ya tenía todo recogido y el piso dispuesto para que la agencia encargada lo limpiara y alquilase.

“Fue un tanto cobarde con respecto a Mary Luz, nunca se atrevió a decirle que no, le tenía un miedo atroz, si alguna vez insinuó algo, ella entraba en cólera y le amenazaba incluso con sus hermanos, además, se encolerizaba y le chillaba y lloraba, así que pensó que la distancia es el olvido, como decía la canción y pensaba marcharse sin decirle nada, luego, a 700 kilómetros y por carta   sería más fácil.

Llegó el momento, arregló todo, alquiló el piso y estuvo unos cuantos días despidiéndose, de sus amigos, de verdad solo dos, sus compañeros de trabajo, su media familia el militar y su esposa, el grupo de teatro y en último lugar el bar donde  trabajaba  ”la muchacha de una sola pierna” aunque nadie la llamaba así ya, pero si con mucho respeto Lucia “la encargada”.

No creyó nunca Ricardo que en esa despedida, Pepe el Jefe, Lucía la Encargada, las tres chicas que allí trabajaban, Pepi, Sole y Rita y él mismo terminasen llorando. De Lucia se  había despedido el día anterior.

En aquella despedida Lucía le dijo:
Espero, Ricardo, que encuentres la felicidad, tú y yo sabíamos que lo nuestro tenía fecha de caducidad, fue bello mientras duró, ambos hemos sido felices, te recordaré siempre.

Al día siguiente, con el coche ya cargado, se despidió de Mary Luz y de sus dos hermanos, un beso y un hasta pronto.

Subió a su Renault Dauphine, fue por Sainz de Baranda, Doctor Ezquerdo, Joaquín Costa y salió a Avenida de América, buscando la Nacional II y cuando estuvo en ella, conectó un casete de Peter, Paul and Mary la primera pieza en sonar fue “500 millas”"

Cuando Lucía llegó a su casa, se metió en su cuarto y estuvo llorando durante horas, hasta que se durmió rendida por tanto llanto.

Era casi la hora de comer, cuando su madre abrió la puerta de la habitación preocupada, ya que Lucía, por poco que durmiese, no pasaba tantas horas en la cama
.
¡Lucía!, ¡Hija! ¿Te pasa algo? ¿Te encuentras bien?

No, madre, no pasa nada, dijo Lucía mientras se sentaba en la cama.

Su madre, al ver aquellos ojos hinchados de tanto lloro le dijo:

¿Ya se ha ido?

Si, madre, ya se ha ido, no pensé que me doliese tanto su partida, pero ha sido el tiempo más feliz de mi vida, por muchos años que pasen, no olvidaré a Ricardo, siempre seguirá ocupando mi corazón.

Su madre se acercó a ella, se sentó a su lado y la rodeó con su brazo. Siento mucho todo lo que te he dicho, verás como con el tiempo todo se arreglará.

Gracias, madre, me voy a duchar y luego prepararé en un momento la comida.

Se puso de pie y se dirigió al cuarto de baño.

Engracia se levantó y se fue al salón. Lucía no vio que a su madre se le escapaban unas lágrimas.

Bajo el agua caliente de la ducha, Lucía se sintió relajada, luego se arregló y se metió en la cocina a preparar la comida, comió con su madre y se echó un rato hasta la hora de ir al bar, se arregló y marchó.

Aquella tarde y noche, se le hizo eterna, cada vez que se abría la puerta del local, su corazón sufría un sobresalto, miraba rápidamente con la vana esperanza  de que fuese él, pero no, él ya no volatería esas horas ya estaría en Barcelona.

Cuando salió del trabajo, sin saber cómo ni por qué, se dirigió en dirección contraria a su casa, fue hacia la calle Galileo, llegó a la puerta del piso de Ricardo las ventanas estaban cerradas, la más oscura realidad lo invadía todo, pero de pronto se dio cuenta de que alguien conocido estaba casi a su lado haciendo lo mismo que ella, le resultó conocida, era una chica de unos cinco años mas joven que ella, le resultó conocida, si, claro había visto una foto de ella en  la cartera de Ricardo.

La miró fijamente a la cara y de su boca salieron unas palabras que nunca  debió decir,
Ricardo no volverá y si lo hace no será contigo.

¿Quien eres tú?

Lucia, su amante. Dicho esto, dio media vuelta y se marchó llorando.


miércoles, 7 de marzo de 2018

LUCÍA

Nuevo capítulo de Lucía, la historia de "La muchacha de...." relato recogido en este mismo blogg, los principios de su vida y la continuación de su historia.



LUCÍA  

Pedro Fuentes

Capítulo  XXI





Lucía pasó el resto de la tarde arreglando y preparando cosas, ya que era el domingo el día que aprovechaba para hacer y recoger lo que no había hecho durante los días anteriores al tener a su madre en el hospital.

A media tarde su madre se despertó de la siesta y ya no pudo hacer nada más, ya que su madre acaparaba toda su atención, incluso quiso salir a la calle a dar un pequeño paseo, cosa no muy recomendable, ya que la tarde era fría, pero al fin, Lucía accedió a dar una vuelta a la manzana, cosa que hicieron  casi a paso rápido.

Mientras estaban cenando, sonó el teléfono, era Ricardo.

¡Hola! Lucía, ya estoy libre, ¿Quieres que nos veamos?

¡Hola!, Ricardo, va a ser muy difícil, porque mi madre está aquí y estamos cenando, no tengo ninguna excusa, nos veremos mañana en el bar y luego podremos estar un rato juntos, pero hoy me temo que es imposible.

Bueno, de acuerdo, mañana por la noche me pasaré por el bar.

Vale, pero que sea casi a la hora de cerrar, no sea que haya trabajo y no pueda estar por ti.

Nos veremos entonces mañana.

Lucía colgó y una lágrima corrió por su mejilla derecha, hubiese podido dar cualquier excusa para salir, pero no quería tampoco que Ricardo pensase que ella estaba allí para satisfacer sus caprichos, y más sabiendo que habría pasado toda la tarde con su novia.
Todo el día siguiente Lucía lo pasó pensando en qué se pondría para ir al bar. Cuando llegó la hora, fue a casa de la vecina y le comentó que le dejaba a su madre todo preparado y que ella se iba a trabajar y que quizás tardaría un poco más de lo habitual.
Le dijo a su madre que en caso de cualquier necesidad, que llamase a la vecina, la dejó viendo la televisión y salió de casa, hacía un frío atroz, con un día así, habría pocos clientes, quizás así cerrarían un poco antes.

Ya en el bar, sus compañeras y Pepe celebraron volverla a ver, antes de abrir se tomaron unos cafés y charlaron un rato, luego entraron los primeros clientes, los de cada día, los cuatro compañeros de la imprenta de al lado, saludaron a Lucía y se alegraron de verla allí de nuevo.

Eran cerca d las diez cuando se abrió la puerta y entró Ricardo, cuando Lucía lo vio, estuvo a punto de salir de la barra a abrazarlo, pero luego, viendo que había muchos clientes, se contuvo y cuando llegó a su altura, le besó suavemente en los labios y se saludaron como si acabasen de verse.

¡Hola!, cariño, ¿Qué quieres tomar?

Ponme un Dic con hielo, y tómate tú lo que quieras.

Lucía le puso el whisky y luego le añadió el hielo, tal como a él le gustaba.

Ricardo le pagó la consumición, para que nadie pudiese decir nada y dijo:

Voy a jugar un rato a la máquina para hacer tiempo, no quiero que Pepe crea que te estoy entreteniendo. Se fue hacia una de las máquinas y echó unas monedas, encendió un cigarrillo,  tomó un trago y se puso a jugar a la máquina. La bola saltaba impulsada por los mandos y sonaba, Ricardo se movía a compasadamente, haciendo que la bola fuese lo más cerca posible de lo que él quería.

Cuando se cansó de jugar, habían pasado tres cuartos de hora y aprovechando que Pepe estaba sentado al lado de la caja y no había nadie a su alrededor, se fue a hablar con él.

Hola, Pepe, ya ves, todo se acaba, ya he terminado la mili, parecía que no terminaría nunca.

Si, desde luego, se hace muy larga, pero tú no parece que lo hayas pasado del todo mal.
No, lo único que he estado toda la mili en el campamento, pero por lo demás no ha estado mal.

¿Qué planes tienes ahora?

Bueno, la semana que viene me tengo que incorporar a la empresa, pero en Barcelona, así que el domingo me voy y no sé por cuanto tiempo, porque me han propuesto para un cargo y la verdad, en estos casos, tienes que estar a disposición de la empresa las veinticuatro horas del día.

Eran casi las doce y el bar estaba vacío, los lunes no venían clientes hasta altas horas, así que Pepe dio la orden de cerrar, Lucía entonces salió deprisa a cambiarse y en cinco minutos estaba ya en la puerta, Se volvió y dijo:

Adiós a todos, hasta mañana.

Salió a la calle, cogió a Ricardo del brazo y se dirigieron a la calle Galileo, la noche era fría pero ninguno de los dos sintió que estaba empezando a helar.

Llegaron al piso de Ricardo y en segundo estaban tumbados encima de la cama desnudándose el uno al otro apasionadamente, tanto que algún botón saltó descosido por resistirse a los nerviosos y ansiosos dedos, sabían que ya no quedaban sino cinco días para decirse adiós.

Cuando sonaron las cuatro en un reloj de alguna casa cercana, Lucía se levantó, fue al baño, se vistió y luego, ya una vez arreglada, se acercó a la cama y despertó a Ricardo con un beso.

Adiós, amor, hasta mañana que nos volveremos a ver.

Salió procurando no hacer ruido y bajó hasta la calle, el frío era tremendo, levantó el cuello de su abrigo, se tapó la cara con la bufanda y marchó hasta su casa. Cuando llegó allí se descalzó al llegar a su piso y entró sin hacer ruido, se metió en la cama y se arropó embriagada con el olor que todavía perduraba en su cuerpo de la unión del sudor de los dos amantes.