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jueves, 29 de agosto de 2013

RELATOS PALMEROS (La boda)

Hoy, terminado "El afilador", quiero publicar un relato corto, escrito hace bastante tiempo, pero que cambia un poco de estilo, para dejar el misterio policiaco por una temporada, pero os comunico que hay más aventuras y casos de los tres amigos, Ricardo, José Miguel el policía y yo mismo como el contador de la historia.

Os dejo ahora con un relato corto pero entretenido, recuerdo de mi infancia,

Y ahora.............

RELATO PALMERO
La boda

Pedro Fuentes

Corría el año 1.956 en Santa Cruz de la Palma, cuando la pareja formada por Iraya y Norberto, estaban preparando las cosas para casarse.
Iraya era de muy buena familia, su padre, D. Ramón, un rico terrateniente se dedicaba a la exportación de frutas, principalmente plátano, pero también tomate y empezaba a experimentar con aguacate, el abuelo, Eusebio, era el que había empezado a comprar fincas cuando la gente empezó a emigrar a Cuba y Venezuela.
Ramón se casó con su novia de toda la vida, Adelaida y al cabo de un año, tuvieron a Iraya, luego, a los 6 años nacieron los gemelos, Eusebio y Roque como los abuelos.
Norberto había terminado derecho y trabajaba en el bufete de su padre, D. Alonso, pero a la vez estaba  preparando oposiciones a Notaría, era bastante estudioso y estaba seguro de que las aprobaría, él hubiese esperado más para casarse, pero Iraya le apremiaba y pese a contar tan solo con veinte años, decía que quería ser la primera amiga en casarse y además por todo lo alto en la Basílica de Nuestra Señora de las Nieves.
D. Alonso, el padre de Norberto, no estaba muy de acuerdo en tan temprana boda, pero él lo veía con otros intereses, pensaba que cuando se casase, se olvidaría de las oposiciones o no tendría tantas ganas de estudiar, sobre todo si venían niños pronto; y así podría contar con él en el bufete, ya que cada vez iba a más y si aprobaba para notario, lo enviarían a cualquier sitio de España.
Doña Concha, la esposa de D. Alonso, no estaba tampoco muy de acuerdo, veía a Adelaida, su consuegra una nueva rica y una metomentodo, en cuanto a la niña, su futura nuera, una cursi de tomo y lomo y lo único que quería era un novio con una carrera y guapo como Norberto, su niño, hijo único y tan honrado y trabajador.
Iraya, era una jovencita guapa y con bastante buen gusto. Había hecho los estudios elementales en La Palma, en el colegio de las monjas Dominicas de la Sagrada Familia, más conocido por “La Palmita” donde adquirió una base cultural que amplió con clases de piano, bordados, cocina, etcétera.
Muy coqueta y presumida, solamente pensaba en casarse con Norberto, chico de buen ver y también bastante estirado y lucirlo en las fiestas del Casino y de la alta sociedad palmera, así como pasear los domingos después de la misa de doce en S. Salvador por la calle O´Daly más conocida por calle Real.
La boda, prevista para el 15 de Mayo, iba a ser un gran acontecimiento en La Palma, Adelaida e Iraya lo estaban preparando todo, sería por la tarde, a las seis, tenían ya contratada una rondalla canaria y una soprano, ésta cantaría durante la boda el Ave María de Schubert, la marcha nupcial estaría tocada al órgano por la profesora de piano de Iraya y también acompañaría a la soprano, luego, saliendo de la Basílica tocaría la rondalla y se serviría un vino de honor a los asistentes y curiosos, que se acercasen por Las Nieves. Luego bajarían al Santa Cruz donde se serviría un coctel de bienvenida en el Parador de Turismo y luego la gran cena con baile a continuación.
Norberto, tuvo que dejar en su casa su Fiat Balilla verde y con guardabarros negro recién comprado porque tenía solo dos puertas y tenía que llevar a Iraya y a su mamá a hacer recados para la boda, y coger el de su padre, el flamante Fort Taunus tipo familiar del 55.
Ya sabes, le decía Iraya a Norberto, cuando nos casemos, te compras otro coche más grande, además, si tenemos niños pronto, necesitaremos uno como el de tu padre por lo menos.
Cariño, si el coche que tenemos, para nosotros dos es lo mejor, además, está nuevo, me lo acabo de comprar, no tiene ni tres mil kilómetros.
No, cielo, fíjate, no podemos ni llevar a mamá.
Y así quedó zanjada la cuestión del coche.
La tensión iba en aumento a medida que llegaba la fecha de la boda, primero las invitaciones que ya llevaban varios días de retraso, el vestido que no terminaba de quedarle bien, al final habían decidido ir a Tenerife a buscarlo, pero entre pruebas y que a Adelaida también le había gustado uno allí, ya llevaban cuatro viajes a Tenerife  en el “crucerillo” La Palma para pruebas y demás.
Norberto, cariño, tienes que acompañarnos a los Llanos  a encargar unas flores para decorar la iglesia.
¡Norberto!, cielo, vamos a Fuencaliente para busca vino para después de la boda en Las Nieves.
¡¡Norberto!!, que hay que escribir los sobres de las invitaciones y ponerles los sellos.
¡¡¡Norberto !!!, ¡¡¡Norberto !!!,  ¡¡¡ Norberto !!!.
 ¡¡Cariño!! Ya he vendido el Fiat, se lo he vendido a mi amigo Raúl, lo estrenará el día de la boda para ir a Las Nieves.
¡¡¡Cariño!!! No te puedo acompañar porque tengo que ir a Tazacorte por un problema de una herencia.
Bueno, pues cuando vengas pasarás por El Paso que tengo encargada una seda para hacer unos pañuelos.
Y al fin llegó el catorce de Mayo; y entre todos fueron a Las Nieves para arreglar la Basílica con las flores, Doña Adelaida parecía un comandante en jefe dando órdenes, hasta D. Antonio, el párroco iba de un lado para otro preparando cosas, Norberto iba y venía a Los Llanos a buscar flores con el Taunus de su padre.
La Virgen de Las Nieves relucía, toda la plata del altar fue limpiada, había flores por todos los lados, hasta las maderas del artesonado del techo parecían recién barnizadas, los blusones blancos de los monaguillos habían sido lavados y almidonados, iba a ser seis, Pedrito, el titular y cinco chiquillos más  y dos sacristanes, el fijo y el hijo mayor del fijo.
A las cuatro de la tarde hicieron que se marchara Norberto por aquello de no ver a la novia 24 horas antes de la boda.
¡Amorcito! Vete ya a casa que no me puedes ver hasta mañana y no te olvides, tienes que estar mañana a las seis menos cuarto en la Basílica esperándome. ¿Quién te va a traer?
Me traerá Raúl con el Balilla.
¿Con ese coche vas a venir?
Si, así me despido de él, además mi padre vendrá con el grande con mi madre y los abuelos, llegaremos juntos y aquí mi madre me acompañará al altar como está previsto.
Y llegó el día y la hora, tal como estaba dispuesto, Norberto llegó con su amigo y detrás D Alonso con el resto de la familia. Antes de entrar Norberto y Raúl se fumaron un cigarrillo y luego, del brazo de su madre entró hasta los asientos que a tal fin se habían colocado delante del altar, la iglesia estaba rebosante de luz y los invitados, con sus grandes galas llenaban todos los bancos esperando a la novia.
A las seis y diez, Pedrito hizo una seña a D. Antonio y se preparó, que junto con otro monaguillo para abrir paso al cortejo de la novia, que iría acompañada de su padre, dos primos de la novia delante, después dos crías de más o menos la misma edad, una con las alianzas y otra con las arras, a continuación la novia y su padre, ella con un traje elegantísimo, con un pequeño escote que dejaba lucir en su cuello una gargantilla con brillantes y zafiros y luego una especie de corona adornada con pedrería y flores de azahar con un pequeño velo por delante que no dejaba sino ver la boca. Llevaba una larga cola que sujetaban cuatro niñas dirigidas por Anita y Eloísa, las dos amigas de Iraya.
Al entrar por entre las filas de bancos se oyó un murmullo que D. Antonio intentó acallar con un dedo llevado a sus labios por respeto al sitio donde se encontraban.
Llegó al altar, miró a Norberto y comenzó la ceremonia.
Don Antonio empezó con el clásico: Nos hemos reunido aquí para celebrar este santo matrimonio…..
Llegó D. Antonio a la parte de: “Si alguien tiene algo que objetar, que hable ahora o calle para siempre” y guardó uno segundos de silencio mientras los presentes se miraban unos a otros por el rabillo del ojo, sin atreverse a moverse por si alguien sospechaba algo. Un estremecimiento corrió por la espalda de los novios.
Raúl, el amigo del novio, que estaba sentado en los últimos bancos, viendo que perdía a su mejor amigo, salió a la puerta a fumar.
Luego, D, Antonio pidió las arras y las alianzas, y ya con los anillos en la mano, los bendijo y dijo: ¿Iraya, quieres a Norberto como esposo en la salud y en la enfermedad, en las alegrías y en las tristezas hasta que la muerte os separe?
Si quiero, dijo Iraya a punto de empezar a llorar por la emoción.
Luego dijo: Y tú, Norberto, quieres a Iraya como esposa en la salud y en la enfermedad, en las alegrías y las penas hasta que la muerte os separe?
Norberto dijo en voz baja que solamente lo oyó D. Antonio :”NO”
Y salió corriendo hacia la puerta lateral que le quedaba más cerca y que Raúl había abierto antes de la boda.
Allí lo esperaba su amigo con su Fiat Balilla con el motor en marcha, subió y salieron disparados hacia Santa Cruz.
Los más rápidos que salieron vieron como el Fiat Balilla verde reluciente con los guarda barros negros se perdía detrás de la curva de la Dehesa.
Dicen que lo vieron embarcar en “el crucerillo” La Palma. Otros dicen que se fue con la goleta “Evelia” que zarpó aquella tarde noche hacia Tetuán con un cargamento de plátanos.
Se supo que al cabo de un año aprobó “notarías” y se fue a Galicia destinado.

FIN

jueves, 22 de agosto de 2013

EL DESENLACE (Capítulo XX de "El afilador")

Al fin el capítulo XX de "El afilador", el último, aqué se aclara el misterio de los asesinatos múltiples, nuestro amigo Ricardo y sus compañeros por fin descubren el misterio y al asesino.

Terminado "El afilador" otros misterios vendrán de la mano de nuestro amigo, pero antes habrá otras historias interesantes y divertidas, aunque hay otras que no son tan divertidas, pero en las que la realidad supera muchas veces a la ficción.

Y ahora...............

EL AFILADOR

Pedro Fuentes

CAPITULO  XX

A la mañana siguiente, cuando llegaron a la comisaría, José Miguel los estaba esperando, habían llegado informes de Dominic, no eran gran cosa, simplemente que un hombre que correspondía a los datos y con pasaporte español había embarcado en un viejo mercante que partió de Marsella rumbo a la India con un cargamento de cereales, una vez en el destino, se había marchado y no se sabía destino, se pidió información a India y se le había perdido la pista, pero era bastante corriente que un marino dejara un barco y se fuese de tripulante a otro sin ni siquiera salir del puerto, por lo que por lo general no se enterasen las autoridades.
Además había informes de la sangre encontrada en el cuchillo, era humana pero con los sucesivos lavados y detergentes no se sabía el grupo sanguíneo.
Las colillas recogidas en casa de la última víctima, no correspondían a ninguna persona conocida, ni siquiera a la muerta, además, había seis y las seis pertenecían a dos marcas pero ninguna a la misma persona.
En ese momento llamaron al comisario y era un reporte de la policía de Sitges, el camarero no había aparecido por allí, al dueño del piso se le había visto la noche anterior en un club de bastante mala fama con una morena despampanante. Se habían ido luego a la casa de él pero ya no habían salido.
Al oír esto, contado por su amigo le dijo:
Rápido, no perdamos tiempo, vamos a Sitges antes de que vuelen del nido o alguien más se entere.
Corrieron a un coche camuflado y partieron rumbo a Barcelona.
Mientras llegaban, José Miguel avisó a los policías que vigilaban y les dijo que doblaran el control sobre el sospechoso y la morena.
Llegaron a las señas indicadas, preguntaron a los policías y estos les comunicaron que la morena seguía en el piso pero que el dueño había salido con un carro de la compra, un compañero lo estaba siguiendo.
¿Saben si ha entrado alguien más?
Hace tres minutos ha entrado un hombre que parecía no saber muy bien a dónde iba, pero no era ninguno de los sospechosos.
Ricardo cogió a José Miguel por la manga y le dijo:
¡Corre!, sígueme.
El comisario dudó unas décimas de segundo pero inmediatamente corrió tras él.
Ricardo que tenía una buena forma física llegó al tercer piso unos segundos antes, la puerta estaba entreabierta, no se lo pensó dos veces, cargó con el hombro y entró al apartamento, había un pequeño salón, de pie en medio de él una mujer morena se encontraba pegada a la pared y su rostro era una mirada de terror, delante de ella, de espaldas a la puerta, un hombre de anchas espaldas le apuntaba con una pistola. Ricardo, siguiendo la inercia de abrir la puerta, se abalanzó sobre el hombre, que perdió el equilibrio y salió hacia delante. En ese preciso momento sonó un disparo. Por la puerta apareció José Miguel y el instinto le hizo sacar la pistola reglamentaria. El hombre de las anchas espaldas cayó al suelo. La mujer morena se revolcaba de dolor, se sujetaba el hombro derecho con las dos manos que estaban manchadas de sangre.
José Miguel desarmó al hombre y le puso las esposas, Ricardo fue a ayudar a la morena y le dijo:
Tranquilo, Anselmo, solo ha sido un rasguño.
Al momento llegaron los dos policías que estaban en misión de vigilancia, el amigo de Anselmo y el policía que lo seguía.
Llamaron a una ambulancia y a un coche policial, José Miguel dio instrucciones para que acompañaran a la víctima al hospital y si le daban el alta después de curarlo que lo llevasen a la comisaría de su pueblo.
La comitiva salió, el comisario pidió permiso a la policía para llevarse al detenido y volvieron.
Pedro le dijo a Ricardo:
¿Cómo lo sospechaste?
Anselmo hace de travesti y por lo visto bastante bien, al decirme que estaba aquí sospeché que lo mismo que lo habíamos encontrado nosotros, también lo podía encontrar Dominic, como así ha sido.
Bueno, Ricardo, dijo José Miguel, caso resuelto, otra medalla para el dúo de sabueso.
No, dijo Pedro, el sabueso es él, yo soy su biógrafo.
No creas, muchas de las pistas me las das tú, claro que sin darte cuenta.
Los tres rieron, pero Ricardo sentenció:
No, el caso no está resuelto, llama a la comisaría y pide que nos reúnan  a todos los encausados para cuando lleguemos, pero que no les digan nada.
Al poco rato llamaron diciendo que lo de Anselmo era un ligero arañazo y que lo llevaban a comisaría junto con su amigo también.
Cuando llegaron a la comisaría, todos los encausados estaban sentados en el despacho de José Miguel en semi círculo con la espalda hacia la pared. Cuando entraron con Dominic esposado, lo hicieron sentarse en un extremo, al rato llegó Anselmo y su amigo y los sentaron en el otro extremo, casi de frente a Dominic.
Los dos amigos se sentaron al otro lado de la mesa, de espaldas a la luz que entraba por la ventana, en las dos puertas se apostaron sendos policías de uniforme.
José Miguel dijo:
Como sabéis, y si no lo sabéis, ahora os lo digo, Ricardo os hablará ahora de unas cuantas cosas que sabemos, ya que los dos son colaboradores de la policía.
Voy a empezar por el principio, dijo Ricardo, Hace veinticinco días apareció degollada una mujer, tenía un corte de oreja a oreja en la garganta mortal de necesidad, luego le habían apuñalado repetidas veces pero meros pinchazos, heridas  nada graves, una vez estirada en el suelo le arrancaron la blusa para hacer creer que era un maniaco sexual y efectivamente fue algo similar.
Aquella mañana, como tantas otras, la víctima iba a afilar los cuchillos con usted, y señaló al afilador, usted, como siempre, intentaba enrollarse con ella, pero ella no solo no quería sino que además se reía y le tomaba el pelo delante de otras mujeres, tenemos testigos de ello, mientras más la acosaba, ella parecía disfrutar dándole calabazas, como sabía de la costumbre de ella de ir a correr hasta el río, una noche la esperó y la mató, no se deshizo del cuchillo, ¿Dónde iba a estar más escondido un árbol que en el bosque? Lo guardó con tantos como tiene siempre, e incluso es posible que se lo cambiase a cualquiera, incluso a alguna de las otras víctimas, como por ejemplo a la tercera. Como así fue. Luego puso a la víctima como si fuese una agresión sexual y se marchó.
Pero de pronto aparece una segunda víctima, hace 18 días, y qué casualidad, poco antes de morir había mantenido relaciones con usted.
Yo no la maté, gritó el afilador, ya le dije el otro día, estuve con ella, pero consintió, pero luego me marché, en el Hamilton la vieron con vida y yo me fui.
Si, claro, “consintió” quizás eso le salvó la vida, de momento.
Pero usted eligió mal y encima se dejó ver con ella después, claro, qué mérito podía tener si no podía presumir de ella. Por eso fue al Hamilton, deseaba que Anselmo el camarero lo supiese, siempre le estaba diciendo que los que tanto presumían, luego, a la hora de la verdad no se comían una rosca.
Pero fue visto por alguien más, por Dominic, éste, cuando usted se fue, llegaba al bar, se acercó a la mujer y le dijo:
De acuerdo, ven conmigo que te pagaré lo que has pedido, pero luego te marchas y no vuelves más.
¿Qué pasaba? Pues bien sencillo, ella conoció a Dominic en Francia, cuando él ejercía de macarra en un club de Marsella y ella de prostituta, en realidad los dos eran amantes. El, por una cuestión de faldas mató a un policía. Como estaba protegido por la mafia marsellesa le buscaron documentación falsa, se enroló en un barco hacia la India, allí, con su nueva documentación, embarcó en otro barco y desapareció. Con el tiempo llegó a Barcelona y luego, ayudado por la mafia marsellesa le pusieron el Hamilton.
Existe en Francia una orden de busca y captura, cuando le enviemos nota a la Interpol le reclamarán, pero antes tendrá que cumplir pena en España por asesinato con premeditación e intento de asesinato de Anselmo, aquí presente.
Al cabo de unos años apareció, de casualidad por aquí Michelle, Reconoció a Dominic y le pidió trabajo, éste se lo dio, pero ella quería más, le hizo chantaje, usted, en principio dijo que no, pero luego le dio una cantidad no muy grande, al cabo del tiempo fue más lo que pidió, así que Dominic/Domingo, el día que la vio llegar con el afilador se aprovechó de la oportunidad y la llevó al bosquecillo y la mató.
Anselmo, que había estado cerca cuando se reconstruyó el primer crimen le había contado a su jefe cómo había sido y Dominic aprovechó y puso a la víctima como la primera, así, el primer sospechoso sería el primer asesino.
Estuvo bastante cerca de conseguirlo, pero cometió un error, no se dio cuenta de que cuando se fue con ella, fue visto por Anselmo, que había salido del bar a un recado y volvía, cogió la moto y los siguió, no llegó hasta el sitio porque estaba todo bastante solitario, regresó al bar.
Cuando al día siguiente se descubrió el crimen, Anselmo ató cabos. Vio que corría peligro y avisó a su amigo, éste lo esperó en casa vigilando desde el balcón, dejó todo bien recogido y dejó una pista para que la policía pudiese llegar hasta ustedes, Una colilla de Ducados.
Anselmo aparcó la moto un poco antes en la carretera, la cerró y la tiró a la playa de piedras, con la idea de que la policía se daría cuenta y lo buscaría, cuando su amigo lo vio, bajó, cogió su moto que la tenía aparcada fuera y marcharon a Sitges.
Dominic supo que su camarero se había ausentado del trabajo y tardado bastante, pensó que quizás Anselmo sabía algo y empezó a sonsacarle. Tenía la sospecha de que sabía demasiado, cuando Anselmo desapareció ya fue certeza, pero él ya había desaparecido, una de las camareras le dijo que quizás estaba con su amigo, lo localizó y fue a por él. Nosotros llegamos justo a tiempo, al entrar de golpe en el apartamento falló el tiro y lo hirió ligeramente.
Ya tenemos dos crímenes iguales, pero un sádico se supone que sigue matando y entonces aparece el tercer cadáver, las mismas circunstancias y el mismo tipo de cuchillos, el afilador tiene los días contados, una lo despreció, otra tuvo relaciones con él ¿Y la tercera?
La tercera también murió por culpa de un chantaje. Un buen día se le ocurre que ya está bien de mantener una relación ilícita, que quiere a su hombre para ella sola y para toda la vida.
Su amante aprovecha la ocasión y como sabe las circunstancias de las otras dos muertes, repite la escena del crimen y las pistas y muere la tercera.
El asesino, cuando llega a su casa descubre que ha perdido una gorra de de lana con el escudo del Atlético de Madrid y al día siguiente se dirige al lugar del crimen, pero por el camino se encuentra conmigo, cuando vemos el cadáver, ve él también la gorra y cuando yo me despisto, se acerca al cadáver, está limpia, la recoge y se la pone. No me doy cuenta hasta el día de después del intento del cuarto asesinato, él también se da cuenta de que sospecho, así que decide montarme el numerito, para lo cual se aprovecha de Elisabeth, a la que también conoce, y la vigila, lo mismo que a mi.
En el momento que coincidimos ambos en el final del paseo, él que ya espera, hace su aparición para que yo lo vea, asusta a su amiga y hace ver que el asesino es zurdo, con lo cual piensa que yo, que sé que él es diestro, dejaré de sospechar.
No siempre parecen las cosas lo que son. Si hay tres muertas ¿Por qué no puede haber tres asesinos?
José Miguel se levantó, llamó a los policías que estaba fuera y dijo:
Detengan a esos tres hombres por asesinato e intento de asesinato.
En cuanto a los demás pueden marcharse, están libres de cargos, pero recuerden que serán citados a declarar cuando se celebren los juicios.
Al día siguiente se reunieron los tres amigos para despedirse.
Bueno, dijo José Miguel, os han nombrado agentes honorarios colaboradores con la policía, eso quiere decir que cuando se me tuerza alguna investigación puedo llamaros para que me ayudéis.
En cuanto a la pesca, queda en pie, en cuanto consiga unos días de vacaciones me vendré a pescar con vosotros, mientras tanto, cuidaros y por favor, no os metáis en más líos.

FIN

viernes, 16 de agosto de 2013

EL CIRCULO SE CIERRA ("El afilador" Capítulo XIX)

El circulo se estrecha sobre los sospechosos, se van aclarando las cosas, apearece el amigo del camarero y no todos los perros son iguales.
Ricardo es el único que lo tiene todo claro, yo, el autor, hasta este capítulo tampoco lo tengo claro, Ricardo es muy reservado en sus conjeturas.

Y ahora............



CAPITULO XIX

El día siguiente, a las ocho de la mañana salía Ricardo con Trouvé a su paseo mañanero, no sabía bien hacia dónde se encontraría a Rodolfo con su mastín Pibe, decidió ir dirección al puerto y de camino echarle una ojeada al barco.
A los doscientos metros del paseo se encontró con Rodolfo y Pibe.
Hola, Ricardo, ¿Qué tal? ¿Cómo vamos?
Bien, estamos bien, un poco liado, con mis dos amigos aquí, no paro, además, como me ha pedido el comisario que colabore con él, pues bueno, entretenido, es algo que me gusta.
¿Lo conoces desde hace mucho tiempo?
Si, un poco, a Pedro desde casi la infancia, al policía de menos, pero no sé si te acordaras que hace algún tiempo hubo por aquí la detención de un comando terrorista que quería cometer un atentado en nombre de Al Qaeda, José Miguel y su equipo fueron los que descubrieron y detuvieron al comando, unos de los cabecillas alquilaron mi barco para un viaje y Pedro y yo nos vimos envueltos  y a raíz de eso hicimos una buena amistad.
Por cierto, dijo Rodolfo, ¿Es verdad que han intentado asesinar a otra mujer?
¿Quién te ha dicho eso? Respondió Ricardo.
Resulta que la mujer, Elisabeth, inglesa es conocida de mi mujer y mía y ayer me llamó nerviosa para contárnoslo, como mi mujer había ido a Valencia a casa del hijo, que está con gripe yo quedé con ella y me lo contó, por lo visto fuiste tú el que la salvó.
Bueno, yo estaba por allí paseando a Trouvé y al oír los gritos de ella corrí y el individuo salió huyendo.
Es curioso, dijo Rodolfo, parece extraño que volviese al lugar del crimen cuando no lo había hecho nunca, y más al último, que se supone estás más vigilado.
Ricardo no quiso seguir hablando del tema, ya que no le podía dar ninguna pista de lo que pensaba la policía, así que procuró el cambio de tema, pero no había forma, Rodolfo volvía al mismo tema, quería conocer cualquier detalle por insignificante que fuese, por lo que recurrió a que tenía mucha prisa porque le esperaban en el barco y adelantando el paso se distanció del argentino.
Todo estaba bien en “El Solitario” su velero, Trouvé corría por cubierta contento, se debió imaginar que iban a salir a navegar, luego, cuando Ricardo puso el motor en marcha para cargar baterías y a la vez que circulase el aceite por el motor y el agua por los circuitos de refrigeración, se fue rápidamente a las amarras de popa porque sabía que eran las primeras en soltar, la verdad es que entre unas cosas y otras, últimamente no salían a navegar sino lo indispensable y en invierno no solían alquilar el barco muy a menudo, pero pronto vendría el buen tiempo y ya tenía comprometidos varios viajes a Columbretes de fin de semana, a Ibiza por lo menos cuatro de semana y dos pasando por Columbretes, Ibiza, Formentera, Mallorca, Menorca y luego vuelta directos. El que menos le gustaba era el de Ciudadela por San Juan, ese le traía los malos recuerdos de los sucesos ocurridos con los árabes.
Una vez comprobado todo, se sentó un rato en cubierta a fumar un cigarrillo y esperar que los motores funcionaran un rato más. Trouvé se estiró a sus pies como en las largas travesías, parecía mentira que no recordase su terrible vida anterior.
Cuando faltaba una hora para reunirse con sus amigos, recogió y salió para casa, allí dejó a Trouvé que se puso a dar saltos de alegría cuando vio que estaba allí Hortensia, la señora de la limpieza.
¡Hortensia! Por favor, cuando termines ¿Le podrías dar una vuelta a Trouvé y ponerle la comida? Tengo que salir y no sé a qué hora volveré.
De acuerdo, y si ves que no llegas hasta tarde, avísame y vendré a sacarlo a las ocho, no hay ningún problema.
No sé que haríamos Trouvé y yo sin ti.
Ya sabes que el animalito es mi perro preferido.
Ricardo salió de nuevo ahora ya con el tiempo justo para llegar a la hora fijada.
En la entrada de la comisaría habilitada en el ayuntamiento se encontró con Pedro que iba con el tiempo justo también.
José Miguel les estaba esperando.
He hecho llamar al afilador, más que nada para ponerlo un poco nervioso, le he mandado el recado de venir a medio día para que no pierda trabajo.
También le he puesto vigilancia a Dominic. ¿Tú has hablado con el porteño?
Si, dijo Ricardo, dijo que se había visto con Elisabeth de “motu proprio” pero además ha intentado interrogarme, al final le he dicho que tenía prisa, pero no le he confirmado nada ni como sucedió todo, claro que la inglesa se lo habrá explicado. De todas formas me parece que está aprovechando que la mujer está fuera para echa una cana al aire. Quizás habría que hacerle un sutil chantaje para ver si canta algo nuevo o un tango.
Ya me han avisado de que en Sitges tienen localizado al amigo del camarero, todavía no hay nada, hace su vida normal y la casa está igual de cerrada que siempre, he pedido una orden judicial para pincharle el teléfono, también a Dominic, pero ahora con los móviles es más difícil.
Bueno, y ahora nos vamos a ir al piso de la tercera víctima, ya tengo la orden judicial para inspeccionar aquello, quizás encontremos algo que nos sirva.
Salieron los tres amigos y cuatro agentes.  Llegaron hasta el piso, allí les esperaba el ex marido que había sido avisado por José Miguel para que estuviese presente.
Todo parecía estar en su sitio, se de dedicaron a recoger alguna colilla de los ceniceros, revisaron la bolsa de basuras, ésta estaba vacía, parecía que a la hora de salir a correr se la había llevado para tirar, pero un par de ceniceros tenían colilla sin limpiar, se apreciaban dos marcas diferentes de tabaco, del cuarto de baño se recogieron varios cabellos, se buscaron direcciones, números de teléfono y no parecía que hubiese nada sospechoso, de todas formas, se recogió todo para investigar.
Ricardo miraba una serie de fotos encima de una repisa y de pronto dijo:
¡Mirad! ¡Mirad lo que he encontrado! Mostró una foto enmarcada a los dos amigos y les dijo:
¿Qué veis?
A la víctima con un perro. Contestó José Miguel.
Buena vista, comentó Ricardo. ¿Nada más?
Pues no, dijo Pedro
Este perro es el de Rodolfo, Pibe.
Todos los perros son iguales, dijo el policía.
No, yo entiendo de perros y son diferentes, los chinos parecen todos iguales y no lo son.
Esto quiere decir que Rodolfo conocía a la muerta y más de lo que él ha confesado, ahora me empieza a cuadrar todo, solamente necesito un par de cosas para poder acusar a alguien, necesito algo más que indicios razonables.
Desde la cocina uno de los agentes llamó:
Comisario, venga, por favor.
Cuando llegó le enseñó un cuchillo de grandes proporciones. Lo enfocó con la linterna de rayos ultravioletas y estos delataron manchas de sangre en exceso.
Pueden ser de animal, pero si el cuchillo se afiló aquel mismo día, como dijo el afilador, no creo que tuviese tanta sangre.
Nos lo llevaremos para hacerle pruebas.
Ricardo le dijo al agente:
Supongo que no tiene huellas dactilares.
No, no las tiene.
Muy raro, por lo menos tendría que tener las del afilador y la muerta.
Se supone que aunque lo hubiesen lavado, tendría los de la dueña.
Bueno, ha aparecido el arma del crimen pero ¿Por qué aquí? Dijo Pedro
Elemental, querido Watson. Fue la última víctima.
¿Y el intento de asesinato posterior?
Eso fue puro teatro, me quisieron engañar y me montaron una escena de crimen sangriento. Pero ya lo tengo bastante claro, hay que encontrar al camarero, pero supongo que lo pillaremos pronto. Hay que saber también de dónde viene Dominic/Domingo.




jueves, 8 de agosto de 2013

UN NIDO DE SOSPECHOSOS (Capítulo XVIII de "El afilador")

¿Por qué en el mismo día y a la misma hora hay tantos sospechosos en el bar?
¿Qué pasa en el Hamilton que reune a tantos "desconocidos"?
¿Desapareció el camarero por esa razón?
¿Quizás lo hicieron desaparecer?

EL AFILADOR

Pedro Fuentes

CAPITULO  XVIII

Aquella tarde, los tres amigos, junto con el equipo de huellas, en dos coches se dirigieron al apartamento del camarero, antes de abrir la puerta que conducía al jardín, ya estaba la vecina en la pequeña terraza de su casa. A instancias del comisario bajó.
Perdone que le molestemos de nuevo, ¿Podría decirnos si la tarde noche que desapareció Anselmo, alguien vino a visitarlo o preguntó por él? Dijo José Miguel.
No que yo sepa, no vi a nadie.
¿Está segura? Mire que si nos miente puede ser acusada de entorpecer las investigaciones de la policía.
¿No estuvo en el balcón de la casa alguien aquella tarde? Hay testigos que vieron a alguien al pasar por la carretera.
Bueno, es que no recordaba si fue aquel día, estuvo un amigo de Anselmo, su amigo, viene de vez en cuando, ese día estuvo, si va a quedarse mete el coche en el parquin, pero aquel día vino con una moto de gran cilindrada, la dejó en la puerta, al lado de la valla y entró, no había nadie en la casa y abrió él, tiene llave, y estuvo esperando en el balcón, fumó un cigarrillo y se marchó. Ya no vino nadie más.
¿Sabe cómo se llama el amigo y de donde es o vive?
Se llama Adolfo y creo que es de Sitges. Pero los dos son gentes muy correctas, no se meten con nadie ni hacen mal a nadie, además, son educadísimos.
Tendrá que pasar mañana por comisaría, en el ayuntamiento, a firmar una declaración y piense si hay algo más que deba contarnos, terminó el policía.
Ahora vamos a pasar a la casa a revisar unas cosas. Se supone que usted no conoce la dirección de Adolfo en Sitges.
No, señor, a mi no me gusta meterme en la vida de los demás.
Una vez dentro del apartamento dijo el comisario:
Adelante, muchachos, lo quiero todo, hasta el último cabello, colillas, basuras, todo lo que encontréis susceptible de contener ADN, manchas de sangre, lo que sea.
Nosotros, dijo a sus amigos, agendas sobres, teléfonos, direcciones hay que averiguar todo lo que sea del amigo de Sitges.
Al cabo de cuatro horas salieron del apartamento con muestras de todo tipo y la dirección y afiliación completa de Adolfo, por lo visto eran una pareja estable desde hacía mucho tiempo.
José Miguel mandó a los policías a la comisaría para preparar los envíos al laboratorio y los tres amigos se dirigieron al Hamilton.
Al atardecer, el Hamilton se anima bastante, pero cuando empieza a funcionar es cuando termina el día, como hay restaurante y hostal.
Al lado el Hamilton propiamente dicho, que funciona como bar de copas, cuando va terminando el día, además de los clientes asiduos se llena de camioneros que han cubierto el cupo de kilómetros y se quedan a dormir.
A esas horas, cuando llegaron los tres amigos, había algunos clientes, pero más bien moscones que van del trabajo a casa y paran allí un rato para ver a las niñas y retrasar el regreso a casa con la rutina de la mujer y los niños, así que cuando entraron los tres amigos, alguna de las chicas del turno de noche que no saben que es la policía, se alegran porque piensan que sacarán alguna “chapa”.
Hola, dice José Miguel a la primera que se acerca, queremos ver a Dominic, soy policía.
No está, todavía no ha llegado, nos avisó de que hoy se retrasaría.
¿Y Anselmo? El camarero, ¿Ya ha venido?
No, de Anselmo no ha aparecido, menudo mosqueo tiene el jefe, nadie sabe donde está. El jefe creo que ha ido a hablar con un conocido de su amigo para traerlo aquí una temporada.
Ponnos tres cervezas mientras esperamos.
Ricardo que estaba apoyado de espaldas a la barra, le dijo a los dos ¡Mirad quién se acerca!
Los tres miraron hacia el cristal de al lado de la puerta y vieron como se aproximaba entre dos coches la furgoneta del afilador, cuando éste miró hacia dentro, una vez parado vio a los tres hombres de la barra, entonces, disimuladamente, metió la marcha atrás y salió, entonces encendió las luces de nuevo y se marchó.
Bueno, bueno, alguien no nos quiere ver, dijo Pedro.
¿Por qué será? Dijo Ricardo.
Quizás mañana lo debamos llamar de nuevo, será la forma de tenerlo lo más en tensión posible, porque me da la impresión de que sabe algo más de lo que nos cuenta. Comentó José Miguel.
Si, dijo Ricardo, mira disimuladamente hacia mi izquierda detrás de la barra. ¿No te da la impresión de que la niña que nos ha atendido habla de nosotros por el móvil?
Estará avisando al jefe.
¡Caray! Dijo Pedro, este bar está lleno de sorpresas, mira al fondo, tu amigo Rodolfo está sentado en una mesa. ¡Oh! Casualidad de la vida, con Elisabeth.
¡Vaya! ¡Vaya! Este bar parece el “Club social de Cheyenne” Y tu amigo parece que conoce no solo a las muertas sino a las vivas. Quizás se nos ha escapado algo al interrogarlo, ¡estos porteños!
Una vez oí a un argentino que decía: “Dios cuando hizo Argentina le salió tan bien y tan maravilloso que luego, para compensar un poco creó a los argentinos”. Dijo Pedro.
Mañana cuando coincidáis paseando a los perros no le digas nada, esperemos que ahora no nos vean, aunque parece que ven a poca gente. Vámonos a una mesa en el otro rincón a ver si pasamos desapercibidos. Aunque no creo que Domingo venga, ya está avisado de que estamos aquí.
He dado orden de que vigilen de lejos a Adolfo en Sitges, vamos a ver de qué pie cojea y si por casualidad están allí los dos palomos.
A las diez, cuando el Hamilton estaba llenándose de gente para cenar, José Miguel llamó a la camarera que los había atendido y le dijo:
¿Sabes si Dominic tardará más?
¡Huy!  Me había olvidado, ha llamado y me ha dicho que se le ha hecho tarde y que hoy no vendrá. Dijo la camarera con una cara de inocencia digna de una ursulina.
José Miguel dijo:
Voy a empezar a citar a unos cuantos personajes, aunque solamente sea para sacarlos de sus casillas a ver quién se equivoca primero en las declaraciones.
Los tres amigos marcharon del bar y cada uno se fue a su casa hasta el día siguiente que quedaron a las diez de la mañana.

jueves, 1 de agosto de 2013

¿HUYE EL CAMARERO? Capítulo XVII de "El afilador"

Otra vez el camarero es pieza clave, ¿Huyed?, ¿Lo han eliminado? ¿Qué sabía o sabe el camarero?
El caso del afilador está llegando a su fin, quedan muy pocos capítulos para conocer el desenlace.

Y ahora.........


EL AFILADOR

Pedro Fuentes

CAPITULO  XVII

Ricardo aquella tarde le preguntó al comisario una vez en el despacho:
¿Podríamos revisar el apartamento del camarero?
¿Qué esperas encontrar?
No lo sé, pero hay algo extraño, no veo por qué la moto estaba en la playa, parece como si fuese algún mensaje, no creo que desde allí se llevaran al camarero salvo que fuese a la fuerza y no había ninguna señal de violencia, la moto estaba en la carretera muy bien aparcada y la tiraron a la playa o la tiraron a la playa muy bien cerrada para indicarnos algo.
¿En qué te fundas? Preguntó José Miguel.
¿Te has dado cuenta de que la puerta del jardín donde vive el camarero está a 250 metros de donde estaba la moto?
Si alguien lo hubiese recogido allí era porque lo conocía bien. Entonces le hubiese indicado que iba a dejar la moto guardada.
Si hubiese desconfiado de él, no aceptaría y habría habido violencia.
Si hubiese sido un desconocido tampoco abandonaría la moto tan cerca de su casa y a punto para ser robada o algo por el estilo, recuerda que es cuidadoso en grado sumo.
Posiblemente deja la moto allí para indicar que desaparece e indica a la policía algo, por ejemplo que desaparece con urgencia, luego alguien o algo le amenaza.
La moto aparece en la playa por varias razones:
La primera, la tira él para indicar algo. No creo, ya lo hace dejando la moto allí cerrada, además, no tiene sentido con lo cuidadoso que es.
La segunda, quien lo persigue, viendo que lo ha perdido, cabreado tira la moto, posible, pero no creo que se arriesgue a que alguien lo vea tirar la moto y lo identifique.
Tercero, deja la moto, fuera del jardín, cerrada y con sumo cuidado para decirnos que no le ha pasado nada. A lo largo de la tarde noche y la mañana siguiente pasa uno o varios gamberros, como no la pueden robar la tiran a la playa.
En su casa está el coche, lo podría coger, pero su vecina se enteraría y lo veía salir de nuevo.
Nos está diciendo que ha desaparecido voluntariamente y que alguien lo recogió.
¿Recordáis la colilla que había en el cenicero del balcón?
Si, dijo Pedro, era de Ducados. Se recogió para hacerle pruebas de ADN.
Vale, no era de él, no fumaba.
¿Cómo lo sabes? Dijo el policía.
Una de las veces que entró en la comisaría nosotros habíamos ido al balcón a fumar, aunque no lo quieras algo de humo entraría en el despacho. Cuando él entró, puso la cara desagradable que ponen los ex fumadores. Aborrecen el olor a tabaco. ¿Verdad, Pedro?
Pero si Pedro fuma, dijo José Miguel.
Si, dijo Pedro, pero mi mujer dejó de fumar y pone la misma cara cuando yo llego con olor a tabaco.
Hay que saber quien estuvo en el apartamento aquella tarde y luego lo esperó o lo recogió de la carretera, la vecina seguro que lo vio y lo conoce de vista.
Necesitamos saber el resultado del ADN del cigarrillo, no creo que diga nada pero puede corroborar una sospecha o al contrario, decirnos que es falsa.
La vecina nos puede decir algo del acompañante o amigo del camarero. Pero no nos olvidemos del afilador, es el sospechoso número uno, también está tu amigo argentino. Si descubrimos la identidad del dueño del bar, es posible que lo podamos incluir o excluir, mientras tanto habrá que dejarlo en el purgatorio. Y bueno, en principio el camarero es el que ha desaparecido creando pruebas falsas.
¿Y el hombre de anoche? Dijo Pedro.
Es posible que fuese alguien desconocido hasta ahora y quisiese crear pruebas falsas para inculpar a alguien.
Tal vez, dijo el policía, el aviso no vino a la mujer ni a todos nosotros, tú, Ricardo, has hecho preguntas muy incisivas a todos los sospechosos, lo mismo la actuación iba para ti, te pudo ver paseando con el perro y adelantarte con la moto y esperarte en el bosque, luego llega la mujer y la asusta, sale corriendo con la moto y esperará a otra ocasión. Lo cual quiere decir que estás señalado y corres un serio peligro, una persona que ha matado a por lo menos tres personas, no se va a quedar ahí si se siente acorralado. No olvidemos tampoco que el camarero puede estar muerto y lo de la moto ha sido un montaje.
Un agente pidió permiso y entró en el despacho.
Con su permiso, señor comisario, han llegado los resultados del ADN de la colilla, no coincide con ninguno de los conocidos.
¿Se sabe algo de Dominic alias Domingo o al revés?
No, en principio no embarcó en ningún barco español como tripulante legalmente.
Solicitó un pasaporte hace cuatro años, anteriormente no se sabe todavía porque no estaba informatizado, se están consultando archivos en Barcelona y en la Comunidad Valenciana que es donde ha residido desde hace unos seis años, según el padrón municipal. Por cierto, ha residido en Barcelona, pero tampoco es de allí, en de un pueblo pequeñísimo del norte  de Huesca.
Seguramente dirá que es de Barcelona por darse importancia, ya he conocido gente así creen que eso les da algo de postín. Simplemente complejos de inferioridad, dijo Pedro con una sonrisa sarcástica.
Si, dijo Ricardo, lo mismo en lugar de Domingo se llama Lunes.
Los tres amigos rieron mientras el agente salió de la habitación.
Bueno, dijo José Miguel, ya tengo preparado todo para investigar en el apartamento del camarero, luego volveremos por el Hamilton.