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jueves, 26 de diciembre de 2019

EN BUSCA DE LA PUERTA DEL INFIERNO Capítulo II



EL VIAJE II



En busca de la puerta del infierno

Pedro Fuentes




CAPITULO II

Según sus cálculos quedaban 23 días para que Cancerbero volviese a atacar, tenía tiempo suficiente para ir a Niza e intentar acabar con el perro, pero eso no sabía como hacerlo, tenía la vaga sospecha de que el animal no era normal, era un ser sobrenatural.

Por lo que había visto, la transformación que había sufrido en el barco, parecía poseído por el mismísimo demonio, parecía un licántropo, pero éstos eran hombres que se convertían en lobos y Cervero era un perro que se convertía en Cancerbero el portero de los infiernos.

Los pescadores lo habían definido como Baal Zebub, o sea como Belcebú, el príncipe de los infiernos. 
¿Sería posible que existiesen los infiernos?, ¿se estaría cumpliendo ya el Apocalipsis, cuando habla de los siete sellos y cuenta que se abrirán los infiernos y aparecerán seres monstruosos que acabarán con parte de la humanidad?

De pronto recordó que en su juventud en Madrid, había conocido a un jesuita que le habló de endemoniados  y exorcismos. ¿Dónde estará ahora? En aquellos tiempos daba clase en un colegio que había por la parte norte de Madrid, cerca de la Plaza de Castilla. Tenía 23 días para localizar a la Sra. que se llevó el perro y al padre Lázaro, primero iría a Niza, tenía la dirección y el nombre de la turista, se cercioraría de que el perro estaba allí y era el mismo, luego intentaría encontrar al jesuita.

Se dirigió al hotel, allí pidió que le preparasen la cuenta que se iría a la mañana siguiente, luego pidió por si tenían periódicos atrasados, sobre las fechas que habían  pasado las muertes en la playa y subió a su habitación a leerlos. No sacó nada que no supiese, la policía había hecho batidas por el bosque cercano y no encontraron nada, ni huellas ni restos ni perros sueltos, los forenses habían dicho que eran desgarros producidos por unos dientes muy  grandes, tan grandes  como los de cocodrilo y parecía que fuesen  varios animales y por la colocación de las piezas parecían cánidos.

A la mañana siguiente dejó el  hotel  y se dirigió al aeropuerto de Cagliari, una vez allí sacó un billete para el primer vuelo que salía hacia Niza, tuvo suerte, al ser temporada de verano los vuelos a Niza y Francia en general, habían aumentado, solamente tendría que esperar unas tres horas y llegaría a Niza a primera hora de la tarde.


Devolvió el coche de alquiler, no sabía todavía qué haría si encontraba a Cervero o si lo reconocería ni qué le diría a la dueña, podría decirle que lo había perdido él, pero no tenía nada que demostrase que el can era suyo y no sabía si le podría contar a Madame Léonore Chèvas,  que así se llamaba la actual propietaria, toda la historia, cosa que dudaba creyese la buena Sra.

Decidió dejar las escusas para cuando estuviese allí.

Aprovechó la espera para comer algo, luego buscó periódicos españoles por ver si salía algo de lo de Menorca, así pasó el tiempo hasta que llamaron para su vuelo.

Tardó una hora desde que embarcó hasta que bajó del avión en Niza,  era uno de los pocos aviones que no hacían escalas para llegar a aquel destino.

Una vez en la Terminal del Aeropuerto, alquiló un coche y pidió un plano y unas indicaciones, tenía que dirigirse a la Av. des Mimosas, a las afueras de Niza, hacia el norte, era una zona residencial al norte del  club de tenis, cuando llegó a las señas indicadas, aparcó el coche y  estuvo observando las mansiones que allí había, encontró el número que buscaba, una bonita casa, no tan grande como las de alrededor, pero rodeada de unos grandes jardines.

Cuando se acercó, varios perros de diferentes razas y tamaños fueron hacia la puerta, llamó al timbre y los perros empezaron a ladrar, solamente uno permaneció callado y distante, era un pinscher enano.
Vino hacia la puerta una señora que correspondía a las señas de Madame Léonore y le preguntó: 
Que voulez-vouz?

Perdone, pero no entiendo muy bien el francés, soy español y hablo el italiano y algo de inglés, pero el francés a duras penas lo entiendo, respondió Ricardo.

Yo hablo algo de italiano, dijo la Sra.

Me llamo Ricardo y vengo de Porto Pino,estoy buscando un pinscher enano que unos clientes míos perdieron cuando navegaban por las costas de Cerdeña, cerca de Porto Pino, le he seguido las pistas hasta aquí, voy de paso y no llevo ninguna documentación encima. Madame Chèvas les dio una voz a los perros que se separaron de la puerta y franqueó el paso a Ricardo, éste entró y dejó que los perros se acercaran y lo oliesen.

Cuando los perros dejaron de mostrar interés por él, se agachó y gritó ¡Cerbero! En ese momento el pinscher corrió y se arrojó a sus brazos, Ricardo lo acarició deseando que Cerbero no se acordase de que lo había tirado por la borda, pero los animales no son rencorosos.

La Sra. Léonore  se quedó sorprendida y le dijo:

Verdaderamente el animalito lo ha reconocido, aunque no traiga documentación, sospecho que todo lo que me ha dicho es verdad, le haría traer toda la documentación, pero le diré una cosa, tengo muchos perros, los recojo por ahí cuando los encuentro abandonados, y trato de colocarlos entre los conocidos, a éste lo recogí porque unos niños lo habían encontrado y no me pareció que estuviese en buenas manos, lo traje aquí y no se ha adaptado para nada, es más, los demás perros parece que le tengan miedo, no comen si no ha comido él, su sitio es el mejor cojín, hasta ese dóberman de ahí lo respeta.

Lo llevé al veterinario y lo han vacunado de todo, tiene documentación nueva, incluso me dijo el veterinario que había tenido un chip y que alguien se lo había quitado, la única vez que lo he visto alegre y contento ha sido con usted, puede llevárselo, lo registré como “Trouvé”  y ni hace caso ni obedece, parece un espíritu libre.

Usted ha tenido muchos gastos con el animal, dígame qué le debo y se lo reembolsaré, dijo Ricardo.

Nada, nada, hago lo mismo con los qué me encuentro, además, he tenido cientos de perros y me da la sensación de que me he quitado un gran peso de encima.

Espere que le traiga la documentación ¿Cómo va para España?

En avión le contestó.

Bueno, entonces le daré también el trasportín para que pueda viajar.

Entró en la casa y mientras tanto Trouvé se echó en el suelo y se dejó acariciar por su nuevo dueño, Ricardo lo hizo, pero en el fondo sabía que le quedaban 20 días para ser  “la bestia” de la que hablaban hasta en el Apocalipsis.

Salió la Sra.  Chèvas  con todo, Ricardo se lo agradeció y marchó al aeropuerto, entregó el coche de alquiler y sacó un billete para el primer avión para Barcelona, tuvo suerte nuevamente, cogió el último de la tarde.

Pagó un suplemento por Trouvé que viajaba en cabina por tener solamente cuatro kilos.


jueves, 19 de diciembre de 2019

... Y NO ESTABA MUERTA Capítulo VII





...Y NO ESTABA MUERTA


Pedro  Fuentes


CAPITULO  VII


Eran las diez de la mañana cuando a 500 kilómetros sonó el teléfono móvil de un viejo conocido.
¿Si, dígame?
¡Ricardo! ¡Hola!, ¿Me conoces?
Si, claro, ahora si, José Miguel, ¿Has vuelto a la costa?
No, no, estoy en Madrid, te llamo por dos razones, la primera es saber cómo estáis tú y Pedro, y la segunda es porque quería consultarte algo.
Si, estamos bien, con Pedro de vez en cuando vamos a pescar y está bien ¿Y tú qué tal andas?
Bien, con mucho trabajo pero bien, de eso quería hablarte, tengo un asunto sobre la mesa del despacho que no tiene mucha importancia, se trata de un posible accidente, pero es tan claro, tan perfecto, tan limpio que antes de darle carpetazo y cerrarlo quería comentártelo.
José Miguel le explicó a su amigo el caso de Gertrudis y luego le dijo:
¿Por qué no te vienes a Madrid y vamos a hacer una última inspección del caso?
Bueno, en realidad ahora no hago nada y no me vendría mal un paseo por la capital.
Coméntaselo a Pedro y os venís los dos y así de camino nos vemos y pasamos unos días juntos.
Bueno, te diré algo sobre Pedro y si dice que sí marchamos mañana mismo. Ahora con el AVE es un paseo.
Ricardo habló con Pedro y asintió rápidamente, aquella misma tarde, después de avisar al comisario se fueron a Valencia y desde allí cogieron el tren hasta Madrid.
Llegaron y José Miguel les estaba esperando para irse a cenar.
Bueno, José Miguel, dijo Ricardo, dices que en la casa la mujer oyó una llamada de teléfonos y al correr tropezó y cayó por las escaleras, ¿Desde dónde llamaron?
Desde un móvil de prepago, ya sabéis, estos teléfonos en principio tienen que estar identificados, pero hay varias trampas para ponerlos a nombre falso y éste es uno de ellos.
Esa es una de las causas que hay para sospechar, ¿Se habían recibido más llamadas de este número? Preguntó Ricardo
Si, algunas pero siempre sin ser contestadas, pudiese ser de esos teléfonos que últimamente todo el mundo recibe llamadas, no hay denuncias, pero a veces pasa.
Después de cenar los tres amigos aprovecharon para irse al teatro y luego Ricardo y Pedro se fueron al hotel y quedaron en que a las 10 los recogería José Miguel con el coche e irían a visitar la casa del accidente.
A las diez en punto de la mañana siguiente José Miguel entró en el hotel a recoger a sus amigos cuando estos estaban dejando las llaves en recepción.
Buenos días, dijo el comisario, el coche nos espera.
Subieron al coche y marcharon hacia Chamartin, al barrio de Ciudad Jardín-Prosperidad, localizaron el chalet, una casa ya antigua pero bien cuidada con un jardín muy arreglado. En el porche una mujer, en una silla de ruedas eléctrica tomaba el sol.
Llamaron al timbre y del interior, cuya puerta estaba abierta salió una mujer de unos treinta y pocos años, alta y esbelta.
¿Qué desean? Dijo la mujer a dos metros de la puerta de hierro forjado donde estaban parados los tres amigos.
José Miguel sacó su placa y se la enseñó mientras decía:
Soy el comisario José Miguel Martínez y venimos a terminar un formulismo sobre el accidente que sufrió la señora Gertrudis.
Fina miró a Gertrudis y ésta asintió con la mirada para que abriese la puerta.
Una vez en el jardín se dirigió a Gertrudis y le preguntó si era ella, Fina intervino y le dijo:
No habla, solamente le puede responder por señas, moviendo los párpados, una vez para decir si, dos para no, varias veces para decirle que no sabe o no comprende. Si conoce el alfabeto para sordos con las manos también le puede decir alguna cosa corta.
Bien, gracias, intentaremos entendernos, suponemos que usted es la señorita de compañía, ¿Vivía en la casa cuando ocurrió el accidente?
No, yo fui contratada después, cuando salió del hospital.
¿Está el marido de la señora?
No, está trabajando, no vendrá hasta la tarde.
Bueno, puede retirarse, luego querremos hacerle unas preguntas a usted, ¿La señora nos entiende bien?
Si, contestó Fina a la vez que Gertrudis parpadeó una vez.
Fina se alejó hacia el interior y los tres amigos se sentaron en unas sillas que movieron hasta ponerlas enfrente de la silla de ruedas.
¿Se llama usted Gertrudis?
Esta asintió
Según el informe, usted se encontraba en el piso superior de la casa cuando sonó un teléfono en el recibidor, llamó a su marido que estaba aquí en el porche y no le oyó, quiso bajar por las escaleras y tropezó con algo y cayó por las escaleras.
Gertrudis iba afirmando mientras José Miguel leía el informe.
¿Sonaba el teléfono más veces así?
Si.
¿Cuándo contestaban decían algo?
No.
¿Respondía también el teléfono su marido? Preguntó Ricardo.
Si.
¿A él le decían algo?
La mujer parpadeó una vez, hizo una pausa y parpadeó dos veces mientras que abriendo la mano derecha movió los dedos pulgar y meñique arriba y abajo.
¿Quiere decir que a veces si y a veces no?
Si.
¿Cuándo cogía el teléfono su marido se equivocaban?
Parpadeó una sola vez mientras volvía a mover la mano.
¿Tiene usted teléfono móvil? Preguntó Pedro mientras iba anotando cosas en una libreta
No.
¿Y su marido?
Si.
¿Habla mucho por él?
Si.
¿Más que por el fijo?
Si.
¿Perdió el conocimiento cuando cayó?
La mujer expresó duda.
¿Oía algo?
Si.
¿Vio algo?
Si.
Empleando el abecedario para sordos dijo:
L U Z - T U N E L.
¿Quiere decir que vio un túnel en el que al fondo se veía una luz blanca y cegadora? Preguntó Pedro.
Si, si, si.
¿Cuándo dejó de verla?
La mujer dudó, luego otra vez con las manos dijo:
A M B U L A N C I A.
¿Le importaría que viésemos la escalera? Dijo José Miguel.
La mujer, con un movimiento de las manos hizo girar la silla sobre sí misma y recorrió el espacio hacia la puerta.
Los tres amigos la siguieron. Una vez en el recibidor vieron el teléfono, la puerta como quedaba abierta, subieron por la escalera, en el descansillo de arriba, cubierto por moqueta, Ricardo recorrió el espacio entre la habitación de matrimonio y la escalera, comprobó que la moqueta estaba bien sujeta, pegada al suelo, luego recorrió todos los bordes de ésta.
Ricardo le dijo algo a Pedro y éste bajó hasta el porche, sonó el teléfono fijo y Fina salió de la cocina a descolgarlo.
¡Diga! ¡Dígame! ¿Quién es? Nada, no responde nadie. Dijo Fina y colgó de nuevo.
Pedro entró en la casa y cerrando la mano derecha, dejó el dedo pulgar hacia arriba, José Miguel sonrió y empezó a bajar por las escaleras seguido de Ricardo.
Abajo les esperaba Gertrudis.
Por la puerta de la calle apareció un hombre de estatura media, delgado, con gafas y una barba espesa pero arreglada.
¿Se puede pasar? Preguntó.
Ricardo le preguntó:
¿Es usted el esposo de la señora Gertrudis?
No, no, soy el psicólogo y vengo una o dos veces por semana, hoy no tocaba venir, pero he ido a un recado aquí cerca y me he acercado pero solamente de visita.
Soy el comisario y hemos venido a hacer una visita rutinaria para poder cerrar el caso, pero ya que está usted aquí, me interesaría consultarle unas cosillas, ¿Le importa que salgamos al jardín y hablemos un momento?
En absoluto, estoy a su disposición.
Y salieron los dos. Ricardo le preguntó a Fina:
¿A qué hora suele venir el esposo?
Depende, normalmente sobre las cuatro o cinco de la tarde, pero a veces viene más tarde pero suele avisar, cuando ha sonado el teléfono pensé que sería él.
Entró José Miguel por la puerta de la calle y dirigiéndose a Gertrudis le dijo:
Bueno, señora, por ahora hemos terminado, pero tenemos que hablar con su marido, así que esta tarde volveremos sobre las cinco y media, díganle que nos espere, que solamente nos falta hablar con él para cerrar el caso.
Puso su mano sobre la mano derecha de Gertrudis y se despidió de ella:
Encantado de conocerla, lamento que sea en estas circunstancias, pero veo que usted es muy fuerte y sabrá salir adelante.
Los tres amigos se marcharon.
Vamos a la comisaría, tenemos que hacer un poco de trabajo y luego nos vamos a comer ¿De acuerdo?
Ricardo y Pedro asintieron.
Pasaron el resto de la mañana haciendo averiguaciones y comentado varias cosas, Pedro cogió todo el expediente y lo leyó de arriba abajo, algunas veces preguntaba algo a José Miguel y otras recalcaba otras en las que no parecía haber caído Ricardo.
Ricardo y Pedro, como ya sabemos todos por otros casos, habían sido nombrados colaboradores de la policía, bueno, Pedro siempre decía que Ricardo era el colaborador, que él era solamente su biógrafo.
Cuando terminaron las averiguaciones que estaban haciendo, se marcharon a comer cerca de la comisaría, luego volvieron, dieron un nuevo repaso a los papeles y marcharon al chalet de Ramón y Gertrudis.
Llegaron a las cinco y veinte, llamaron a la puerta y Fina les abrió, entraron en el salón y allí estaban Ramón y Gertrudis, Fina se marchaba cuando José Miguel le dijo que se quedase.
Bueno, estamos aquí porque tenemos que charlar con ustedes para poder cerrar este caso, dijo José Miguel, a continuación mi compañero dará lectura al expediente, e hizo una seña a Pedro que comenzó la lectura. Cuando llegó a la llamada de teléfono paró.
Ricardo le dijo a Ramón:
Usted dice que no escuchó el timbre, sin embargo cuando declaró por primera vez dijo que estaba en el porche y con la puerta abierta, ¿Se ratifica en lo dicho entonces?
Si, no oí nada, quizás estaba muy concentrado en lo que hacía o en la calle pasó alguna moto y no escuché nada.
Sin embargo nosotros hemos hecho la prueba esta mañana y el timbre se oía perfectamente desde el porche, más que desde la habitación de matrimonio donde estaba su esposa, tampoco oyó la voz de su mujer llamándole desde arriba, pero bueno, quizás usted sea más duro de oído que todos nosotros, pero la verdad es que el teléfono suena una barbaridad. Usted, señorita Fina ¿Tiene aquí un móvil para llamar al teléfono fijo y probarlo?
Fina sacó un móvil del bolsillo del vestido y marcó. El teléfono sonó fuerte. Vale, puede colgar, dijo José Miguel y preguntó a Ramón ¿Lo ha oído bien?
Si, señor comisario, fuerte y claro.
Y usted, Srta. Fina, ¿Tiene otro móvil?
No, ninguno más.
Pedro sacó un teléfono y marcó un número.
Dentro de un bolso en la mesita de al lado del sofá cama sonó débilmente un teléfono.
Nadie se movió, Fina miró extrañada, José Miguel preguntó ¿De quién es ese teléfono?
Fina respondió, es de una amiga mía que me dijo que se lo guardase.
Es curioso, dijo Ricardo, ese teléfono de tarjeta prepago está a nombre de un hombre que murió hace tres años y es desde ese mismo teléfono desde donde se realizó la llamada del día del accidente.
Eso no prueba nada, dijo Ramón.
Ya, ya lo sabemos, pero desde ese teléfono se llamaba muy a menudo a su casa y a su teléfono y al teléfono de su despacho.
Sigue sin probar nada.
Si, ya lo sabemos, pero si ese teléfono está en poder de la Srta. Fina y además recibe llamadas de su móvil algo pasa, si además el curriculum de la citada señorita Fina es totalmente falso, tampoco es auxiliar de geriatría, es más, trabajó de camarera hasta hace dos años que conoció a Ramón y desde entonces mantiene una relación con él. Esto tampoco prueba nada, pero las evidencias se van multiplicando.
En ese momento llamaron a la puerta y Pedro fue a abrir, era Jesús, el psicólogo, entró, se sentó al lado de Gertrudis y le cogió la mano, de los ojos de ella brotaron dos lágrimas.
Pedro siguió leyendo, ahora relataba cómo Gertrudis salió al descansillo superior y llamaba a Ramón.
Gertrudis, en muy pocos momentos has perdido el conocimiento, por lo que hemos hablado contigo y con tu psicólogo, ¿Recuerdas haber tropezado con algo? Preguntó Ricardo.
Gertrudis hizo señas a Jesús y éste dijo:
Dice que no había nada en el suelo, sin embargo siempre tuvo la impresión de haber tropezado.
Cuando volví a casa del hospital, revisé todo y no había nada en el suelo ni nada había rodado por la escalera con mi mujer.
Ricardo le preguntó a boca de jarro: ¿Colocó bien la alfombra?
Si, pero no tenía ninguna arruga.
Ese si parece que le delata bastante, dijo José Miguel.
No tienen ninguna prueba, solamente suposiciones, ningún juez me condenaría por tener una aventura extramatrimonial.
Pedro sacó de entre los papeles una fotografía y se la dio a Ricardo, éste se la enseñó a Ramón ¿Qué ve aquí?
Una alfombra, la de arriba.
¿Y no ve nada?
No
Si se fija, hay una marca, es la marca que dejó la pata del mueble que hay pegado a la pared, usted levantó el mueble y atrapó la alfombra para que formase una arruga, ésta es la marca de la pata del mueble y esta otra raya es la que quedó en la alfombra al doblarse.
No pueden probar nada.
¿Está seguro? Dijo José Miguel, ¡señorita Fina!, usted puede ser acusada de cómplice o solamente de engaño manifiesto al falsear los papeles y poco más, si colabora con la policía.
Yo no hice nada, es más, siempre me dijo que conseguiría traerme a casa hasta que se solucionase lo de la petición de divorcio, solamente me pidió que llamase por teléfono el día señalado a la hora indicada, para eso me dio el teléfono de tarjeta, además lo usaba para llamarme, cuando yo llamaba a la casa si cogía su mujer el teléfono colgaba, si lo cogía él, se iba al despacho y lo llamaba al móvil. No me dijo nunca lo que iba a hacer, solamente que preparaba algo importante, incluso le había hecho un seguro de vida a su mujer. El curriculum y el resto de papeles me los dio él.
¡Calla! No digas nada, ¿No ves que no tienen pruebas?
¡Ramón! Queda detenido por intento de asesinato de su mujer. Dijo José Miguel e hizo una seña por la ventana y entraron dos policías uniformados que esposaron a Ramón y a Fina y se los llevaron.
Gertrudis lloraba a lágrima viva, hizo un esfuerzo y apretando la mano de Jesús abrió la boca y dijo:
Algo sospechaba. Hacía un par de años que no era el mismo.
Los tres amigos se despidieron de Gertrudis y de Jesús y salieron de la casa.


Epílogo
Ramón fue juzgado por intento de asesinato en primer grado y al pago de una fuerte indemnización a su esposa, además fue condenado a 18 años de prisión.
Fina consiguió un trato con la justicia por colaborar con la fiscalía, fue condenada a 4 años pero no llegó a entrar en prisión al no tener antecedentes.
José Miguel, Ricardo y Pedro después de irse a cenar para celebrarlo, quedaron en verse más a menudo pero sin investigaciones por medio, cosa que duda el policía porque allá donde van parece que llaman al delito y terminan envueltos en algún caso, cosa que Pedro agradece porque así puede seguir escribiendo, que es lo que le gusta, ya lo dice él:
Yo solo soy el biógrafo de Ricardo, que lleva toda la vida metiéndose en jaleos.
Jesús se convirtió en inseparable de Gertrudis, que no volvió a andar pero recuperó la movilidad de los miembros superiores y puede hablar. Al cabo de un año se convirtieron en marido y mujer, cuando le fue conseguida la anulación a Gertrudis.
FIN




jueves, 12 de diciembre de 2019

... Y NO ESTABA MUERTA Capítulo VI




... Y NO ESTABA MUERTA


Pedro  Fuentes


CAPITULO  VI


Ya me siento mejor, por lo menos ahora ya saben que estoy viva, que oigo todo y puedo responder.
La rehabilitación va muy bien, según los médicos, ya sé que no podré andar nunca más, pero eso no sería lo peor de todo, lo peor es no sentir, el sentirse como una planta, ahora ya puedo mover los brazos, bueno, de momento el que no tengo escayolado, pero dicen que cuando me quiten el yeso, podré y cada día mejor. El habla no lo he conseguido, pero por lo menos puedo comer y tragar por mi misma, además, lo más importante, puedo controlar los esfínteres.
Tengo ganas de llegar a casa, me han dicho que será pronto, Ramón me ha explicado que van a hacer unas reformas para que pueda moverme con la silla por mi misma en la planta baja y que me arreglará la sala de estar como habitación, podré salir al jardín y al patio trasero, también me ha hablado de que sería interesante, mientras recupero la movilidad de los brazos y pueda valerme sola, ponerme una persona que me ayude y haga las labores de la casa, dice que pondrá un anuncio y miraremos quién viene por el empleo.
Cada día en la rehabilitación descubro algo nuevo, hoy puedo mover mejor los dedos y los brazos, esto abre un montón de posibilidades, creo que podré utilizar un PC, esto me facilitará la comunicación y me abre la gran puerta de Internet, ya utilizaba el ordenador como uno de mis entretenimientos, además de que en mi trabajo era la primera herramienta, estoy acostumbrada a las hojas de cálculo y procesadores de texto, además comparto con mucha gente cadenas sociales y recibo informaciones de todo el mundo, dentro del mal que me ha pasado, no ha sido lo peor, Dios cuando te cierra una puerta, te abre otras.
Va pasando el tiempo y ya pronto me quitarán la escayola de la clavícula y el brazo, la de la pelvis durará un poco más, pero debido a la inmovilidad de las piernas, dice el traumatólogo que no hay mucho peligro de movimientos bruscos, la verdad es que semejante comentario me ha parecido un poco de mal gusto en el fondo, pero me lo he tomado a risa.
Está visto que el psicólogo que me trata está haciendo un buen trabajo, es un hombre de mi edad y me comenta que lo mejor que hago por mi bienestar es el tomarme la vida con ese ánimo, cualquier persona que haya pasado por algo similar a lo mío, estaría hundido en una fuerte depresión.
Todas mis conversaciones son a base del si y el no de mis párpados y algún truco más que hemos inventado, guiñar el ojo derecho o izquierdo para respuestas no tan tajantes como afirmar o negar, tres cierres lentos de párpados cambiar la pregunta por tener dudas y lo más, desde que puedo mover las manos y los dedos, estoy aprendiendo un lenguaje de signos a base de las letras del abecedario. Cuando llega Ramón y nos oye reír, casi se enfada pensando cómo podemos hacerlo en mi estado.
Ramón siempre ha sido una persona bastante inestable e incapaz de aceptar los golpes de la vida. Se ha pasado gran parte de su vida escondiendo sus alegrías y frustraciones en el fútbol, capaz de llorar por la pérdida de un partido pero incapaz de hacerlo por una película sensiblera.
Es un hombre bueno, honesto y honrado, pero si no fuese porque yo le he empujado a hacer las cosas en esta vida, no sé a donde habría llegado, pero creo que no muy lejos, laboralmente está muy bien considerado, la prueba está en que ahora que hemos tenido este problema, le han dicho que se tome el tiempo que necesita y va a ratos a trabajar o lo hace por Internet desde casa, es Informático en una gran empresa y tiene un buen equipo humano al que sabe dirigir con mano izquierda pero con firmeza, la que no tiene para el resto de los mortales.
La enfermera que rezaba a mi lado cuando estaba en coma, viene a visitarme siempre que puede, al ver mis progresos se ha alegrado muchísimo y me ha dicho que si quiero le puede decir al capellán que pasa por el hospital que me puede visitar, le he dicho que sí, que puede pasar cuando quiera.
La tarde siguiente ha pasado el sacerdote, cuando he oído su voz la he reconocido, él también estuvo a mi lado cuando estaba en coma, me cogió la mano derecha, me la apretó y me dijo algo así como:
Valor, hija, Dios no te abandonará.
Me ha preguntado si era Católica, le he contestado que sí, pero que últimamente me encontraba un poco alejada de la Iglesia. Entonces me ha ofrecido la Sagrada Comunión, le he dicho que sí.
Después de una breve charla me ha dado la absolución y sacando una cajita que llevaba en el maletín que le acompañaba, me ha dado la Comunión.
Cuando ha llegado Ramón me ha comunicado que ya han empezado las obras para adaptar el cuarto de baño, así como la sala de estar, ha retirado todos los muebles, salvo un par de sillones, va a poner una cama regulable eléctricamente, la pequeña grúa es eléctrica y en principio, si mejora algo mi movilidad, la podré usar yo sola, ya que además se puede desplazar en recorridos cortos, en el despacho ha sacado todo su equipo informático, mesa, sillones articulados, ha mandado hacer otra instalación en una de las habitaciones de la planta superior y allí montará su despacho, en el de abajo pondrá una mesa a la medida de una silla de ruedas y todos los archivadores y una pequeña biblioteca a baja altura, que se pueda utilizar desde la silla.
Dice Ramón que va a poner el anuncio de que necesitamos una persona para hacerme compañía y trabajos de casa, que en principio cree que la necesitaremos las veinticuatro horas del día, luego, según mi recuperación podríamos reducir el tiempo y dejarla solamente para mañana y tarde, ya que él tiene que empezar a ir al trabajo.
Me parece bien, le he hecho saber que le preguntaremos a la enfermera que viene a rezar y quizás sepa de alguien.
Ha dicho Beatriz, la enfermera, que abajo, en recepción hay una lista de personas que cuidan enfermos y disminuidos físicos, que tienen mucho cuidado de a quién incluyen en la lista y piden muchas referencias.
Hoy la rehabilitación ha sido muy dura, a veces termino llorando de dolor y frustración, pero hoy ha sido demasiado, los estiramientos que tengo que hacer me cuestan mucho, además ya he empezado a hacer pesas para fortalecer las manos y los brazos, incluso el escayolado, según el fisio, estos tienen que ser mis brazos y mis pies para el futuro, luego me hace estiramientos y masajes en las piernas, dice que hay que seguir haciéndolos para que la sangre corra por ellas y que no se queden en tejido muerto, que siempre queda la esperanza de que con el tiempo se descubra algo que pudiese solucionarme la movilidad, que hoy por hoy no existe, pero la medicina es una ciencia que cada día está avanzando.
Jesús, el psicólogo, ha venido, viene dos veces por semana y a partir de hoy pasará a una vez. Cuando me manden a casa tendrán que llevarme a su consulta hasta que estime necesario, lo mismo que la rehabilitación, que será diaria y me tienen que traer.
Le he dicho a Jesús que no quiero que me lleven a casa todavía, que aquí estoy acompañada y allí lo mismo se me cae la casa encima. Decirle todo esto, por señas y con el alfabeto para sordos de las manos, es un gran trabajo, pero Jesús me hace que cada vez mis frases sean lo más largas posibles, además, muchas veces me dice que no me entiende, yo creo que lo hace a propósito para obligarme a trabajar.
Hoy, entre el fisio y Jesús, he terminado llorando, este último, que no demuestra lástima en ningún momento me dice que es que va a cambiar el tiempo y que además quiero la vida cómoda del hospital, que ya va siendo hora de enfrentarme a la rudeza de la vida y que veré cuando esté en casa que me podré valer por mi misma para hacer muchas cosas, que podré salir y entrar cuando sepa moverme con la silla de ruedas y que seré libre.
Esta mañana han venido a buscarme a primera hora, para levantarme tengo un artilugio, como una pequeña grúa que me colocan y luego giran para sentarme en la silla de ruedas, dice Ramón que en casa me van a poner una más pequeña y eléctrica, que con el tiempo esa operación la podré hacer yo sola.
Me han hecho unas radiografías e inmediatamente ha venido el trauma y me ha dicho que me quita la escayola del húmero y la clavícula, que la de la pelvis me la dejará algún tiempo más.
Ha venido Ramón y me ha comunicado que los arreglos de casa ya están hechos, hemos comprado una furgoneta adaptada, pero todavía no se la han entregado, mientras tanto los desplazamientos hasta el hospital, cuando nos vayamos a casa, como no está muy lejos los haremos con la silla de ruedas o en ambulancia.
Dice Ramón que cree que ya tenemos cuidadora, que vendrá esta tarde para conocerme y que yo dé el visto bueno.
Después de comer, a primera hora de la tarde, ha venido la aspirante a cuidadora, ha llamado y Ramón le ha abierto la puerta, ha entrado y mi marido me la ha presentado, es una mujer de unos treinta y tantos años, alta y elegante, no parece que sea una cuidadora.
Ha presentado un curriculum muy bueno, hasta hace unas semanas estaba en una casa de un matrimonio de ancianos, él estaba muy mal, ella, algo más joven y se conservaba mejor, el anciano murió y ella se fue al extranjero a vivir con una hija, antes de irse le escribió unas referencias muy buenas a Fina, que así se llama.
Ramón le hizo saber cuales serían sus obligaciones, eran aproximadamente lo que hacía con los ancianos, a mi me pareció bien salvo que parecía más la señora de una casa que la cuidadora.
El sueldo le pareció correcto pero quería estar asegurada,
Le tomamos el número de teléfono y le comunicamos que le diríamos algo en un par de días.
Cuando marchó, Ramón me preguntó qué me parecía.
Como pude le dije que las manos las tenía muy arregladas para estar tanto tiempo en la casa de los ancianos.
Ramón me contestó que según había hablado con ella, con el anciano no tenía mucho trabajo, porque en la casa además tenían una asistenta y ella lo único que hacía era leerle el periódico, hacerle compañía y sacarlo a pasear. Además la candidata era auxiliar de geriatría y enfermería con un curso de quiromasaje, había trabajado también, antes de con ancianos en un geriátrico, pero le daba más el trabajar en una casa, lo único que quería eran dos tardes libres a la semana que ya verían cómo lo combinaría, aunque al principio comprendía que no podría ser ya que mi movilidad era muy reducida y dependía de alguien, aunque él, Ramón también se podría hacer cargo.
A los dos días Ramón la llamó y le dijo que quedaba contratada, entonces estuvo viniendo al hospital para aprender los cuidados que me tenía que hacer, tanto de rehabilitación como de enfermería.
La verdad es que Fina parecía muy competente y aprendía rápido. Es muy agradable en el trato y perece tener una buena cultura.
Al fin ya estamos en casa, Gertrudis parece estar contenta de haber salido del hospital, aunque ahora le esperan mayores sacrificios para salir adelante.
Bueno, ya estoy aquí, la rampa y la habitación han quedado bien, el despacho solamente con mi PC y el resto del equipo informático, el cuarto de baño está muy bien y en el salón al lado del sofá Ramón ha hecho poner un sofá-cama bastante cómodo para que duerma Fina.

domingo, 8 de diciembre de 2019

EN BUSCA DE LA PUERTA DEL INFIERNO Capítulo I



EL VIAJE II



En busca de la puerta del infierno

Pedro Fuentes



Breve resumen de “La misteriosa dama de negro”. Parte primera de este relato y publicada en el Tomo  I  de la colección “Las historias del búho” en la Editorial BUBOK.


Ricardo es contratado para realizar un “charter” con su barco rumbo a Menorca.

Embarcan una chica y un perro, allí desaparece la muchacha y al parecer su novio que le espera en Ciudadela.

Ricardo piensa que han sido asesinados.

El patrón huye por temor a que lo inculpes.

En plena travesía, el perro, transformado en un monstruo, ataca y muerde al patrón y éste lo tira por la borda

Rumbo al norte de la Costa Brava, intenta pasar desapercibido, mientras la prensa no dice nada del crimen de Ciudadela.

Al cabo del tiempo, se entera, por un periódico que En Cerdeña, se ha cometido un doble crimen similar, una especie de rito satánico.

Ricardo sospecha que el perro se ha salvado y decide ir a investigar.


CAPITULO  I

Ricardo quedó anonadado después de leer la noticia de lo ocurrido en Porto Pino, Cerdeña.

Lo primero que hizo fue buscar un periódico italiano. Encontró el Corriere della Sera del día 26, lo repasó todo, no vio sino lo que había encontrado en el diario español, una pequeña reseña sobre el macabro hallazgo, comentaba que era una pareja joven que habría buscado la intimidad de la noche en una playa al norte de Porto Pino, habían dejado el coche cerca, por lo que esperaban fuese más fácil la identificación, pensaban que podría tratarse de perros asilvestrados que merodean por los bosques cercanos.

Ricardo estaba realmente asustado, no terminaba de creerse que fuese Cerbero, lo había arrojado al mar a más de cien millas marinas de allí, claro que después de ver la transformación que tuvo en el barco cuando le atacó a él, pensó que aquello había ocurrido por una fuerza sobrenatural.

Cuando recordaba el aspecto de la fiera, se le erizaban los cabellos, le venía a la memoria grabados que había visto sobre la mitología griega, era igual que el guardián del infierno.

Ahora no sabía qué hacer, el único que conocía el misterio era él, y si la bestia había escapado del mar, volvería a matar.

Tomó una decisión, él lo conocía, también sabía el mal que encerraba, ya llevaba bastante tiempo fuera y nadie le había relacionado con los hechos, bajaría el barco a su puerto base, la Marina de Benicarló y marcharía a buscar una pista para localizar a Cervero, no creía que en su estado de pinscher  pudiese sobrevivir solo, alguien lo habría recogido.

Como las previsiones eran de tramontana fuerte, no se podía poner a pasar el cabo de Creus, en dos días iba a cambiar la cosa, así que mientras tanto, mañana a lo mejor los periódicos ampliaban algo.
A los dos días la tramontana calmó y salió de LLansá, pasó el cabo de Creus con un ligero Levante, una vez allí puso rumbo a la punta del delta del Ebro y decidió hacerlo en las menos etapas posibles, incluso si no se terciaba el viento en una sola, aproximadamente día y medio, así que puso el piloto automático y se dedicó a relajarse y preparar un plan de ataque.

Cuando llevaba unas diez horas navegando desde el cabo de Creus y estaba a la altura de S. Feliu de Guixols y Blanes, apareció por el horizonte, por proa la patrullera de la Guardia Civil, no supo qué hacer, en principio no había ninguna evidencia de que lo buscasen, además, todos sus papeles estaban en regla, los barcos dedicados a alquiler, estaban bastante controlados, sobre todo desde el terrible accidente del lago de Bañolas, con el barco que se hundió lleno de jubilados franceses.

Cuando vio que el rumbo era coincidente y que la patrullera no bajaba de velocidad, quitó el piloto automático y siguió pendiente de las velas. Al aproximarse y hacerle señas, puso el barco proa al viento  y amoyó el génova y la mayor, para que el  barco se detuviese. Cuando estuvieron a su altura, le lanzaron un cabo para que se abarloase.

Ricardo contuvo los nervios y lo más sereno posible dijo:

Buenas tardes, ¿Ocurre algo?

No, le contestó un guardia que se aproximó a la borda con un salabre en las manos y siguió solamente comprobamos los permisos de navegación.

Ricardo suspiró y le dijo:

Los tengo en la mesa de cartas, ¿me permite bajar?

Bajó, cogió la cartera de los documentos y se los puso dentro del salabre diciendo:

Aquí está todo, Permiso de Navegación con la última Inspección Técnica, permisos  míos y de radio,  seguro y todo lo necesario.

El  guardia lo recogió todo, se metió en la cabina, donde tienen los ordenadores, a los cinco minutos salió y preguntó:

¿El equipo de salvamento está tal como dice el  Certificado?

Si, contestó Ricardo, si quieren subir a bordo no hay ningún problema.

No, ¿Va usted  solo o lleva pasajeros?

No, voy solo, no es un buen año estoy haciendo algo de turismo, ahora voy para casa, en Benicarló, si sigue el tiempo así sin escalas, me están esperando para llevar un barco a Italia.

 Vale, puede seguir, y que tenga buena navegación le dijo el guardia devolviéndole la documentación.

Gracias, igualmente, hasta la próxima, le contestó Ricardo.

Ese encuentro, al final, había sido lo mejor que le podía ocurrir, era la prueba de que nadie le buscaba.
Treinta horas después llegaba a Benicarló, allí comentó que iba a llevar una embarcación a Italia y podía ser que lo necesitaran durante algún tiempo.

No tocó nada del dinero, allí estaba seguro y no le interesaba ponerlo en circulación por si acaso alguien esperaba eso.

Durmió durante 18 horas seguidas en su casa, habló con la gente del puerto, más que nada por ver si alguien había preguntado por él, ante la negativa, comentó con los conocidos que iba a Barcelona a recoger un barco para llevarlo a Italia y que luego era posible que lo necesitaran de patrón para hacer un crucero por allí.

Ricardo marchó a Barcelona, pero una vez allí, se dirigió al aeropuerto del Prat y cogió  un avión para el que ya tenía reserva, rumbo a Cagliari, Cerdeña.

Al llegar allí fue a una agencia de coches de alquiler y marchó a Porto Pino que en realidad es el puerto y playas de Sant´Anna Arresi. En Porto Pino hay unas bellísimas playas de arena fina y unas dunas casi blancas que llegan hasta unos extensos pinares que las bordean, en una de estas hermosas playas fue donde apareció la pareja totalmente mutilada, según se supo luego, gracias al coche que dejaron aparcado y a las autopsias vieron que eran dos jóvenes novios de Sant´Anna Arresi.

Se alojó en un pequeño hotel cerca de la ría que hace de puerto, tuvo suerte porque era temporada alta de turismo y en esas fechas Cerdeña estaba llena de turistas, aunque por lo general la gente va más al norte porque está más preparada, a él personalmente le gustaban más las playas salvajes del sur y los grandes acantilados. Porto Pino es un lugar delicioso por su tranquilidad y sus grandes bosques de pinos.

Cuando llegó, después de tomar posesión de la habitación, pequeña pero cómoda y limpia se fue a vagabundear por el puerto, éste es una ría natural con embarcaciones amarradas a ambas orillas.

Encontró un barco pesquero, arrastrero, el más grande que había, de unos 18 metros de eslora como habla bastante bien el italiano, se dirigió a unos marineros que andaban remendando las redes al lado del barco, esperando que no le respondiesen en sardo. Les preguntó qué se sabía de las personas atacadas por los perros salvajes y si se había dado el caso por allí de más ataques.

Le respondieron que ya sabían quienes eran los jóvenes, que eran dos chicos de Cagliari que estaban pasando unos días por allí y que nunca se había dado el caso de esos ataques, que en verano con tanto turismo, los perros abandonados comían regularmente y que se habían hecho batidas por los bosques cercanos y no se encontraros ni perros ni allí había lobos.

Las mujeres ancianas del lugar dicen que fue un ataque de Baal Zebub para llamar a las moscas, porque los restos estaban cubiertos por miles de moscas dándose un festín, incluso muchas de ellas habían depositado miles de huevos en los restos.

Ricardo se mantuvo totalmente serio y en el fondo muy asustado, aquello y lo que él sabía le ponían los pelos de punta, efectivamente parecía obra del diablo.

El invierno pasado, había leído mucho, él pensaba que quizás la generación de nuestros hijos no lo verían, pero que ya estábamos en el tiempo del principio del fin.

No se atrevió a preguntarles a los pescadores por el perro, porque no relacionasen nada, pero se fue más lejos y a un grupo de mujeres mayores sentadas delante de una casa, en una pequeña plaza y mostrando una foto de un pinscher enano que había sacado de internet se la enseñó y les dijo que unos amigos suyos lo habían perdido por la zona pero se le acabaron las vacaciones y se tuvieron que ir.

Ahora si que le hablaron en una mezcla de sardo con italiano, le pareció entender que hacía dos días una turista francesa que había en un hotel llevaba uno muy parecido. Les preguntó el hotel y se lo indicaron. Se fue hacía allí, tuvo suerte porque era un pequeño hotel familiar.

 Entró y a un señor de unos cincuenta años que había en recepción le hizo la misma pregunta.
 Si, si he visto un perrillo así, lo compró una señora de mediana edad a unos chicos que andaban jugando con él y que decían se lo habían encontrado en una playa cercana.

 Preguntó a la policía si alguien lo había denunciado y le dijeron que no y que no tenía chip, así que se lo quedó, dijo el recepcionista.

¿Y dónde está? Preguntó Ricardo.

En su país supongo, marchó anteayer a Marsella en avión, menudo jaleo tuvo para podérselo llevar en el avión, al final “pago” a alguien y lo metieron en una maleta de perros y lo subió al avión.

Ricardo le pidió la dirección de la francesa y después de sacar un billete de cincuenta €  se la dio. La dirección era de Niza.

jueves, 5 de diciembre de 2019

... Y NO ESTABA MUERTA Capítulo V




... Y NO ESTABA MUERTA


Pedro  Fuentes


Capítulo  V



Cuando me llamaron no lo podía creer, me comunicaron que había abierto los ojos pero que eso podía ser un síntoma muy bueno pero también el principio de una larga y penosa rehabilitación.
Dejé todo lo que estaba haciendo y salí rápidamente para el hospital, entré a la UVI pese a que no era hora de visita, estuve con mi mujer, le dije que estaba allí, que me dijera si me oía y me respondió con un abrir y cerrar de ojos afirmativo, le comuniqué que no podía permanecer allí más rato y que iba a hablar con el doctor, que luego, a la hora de visitas volvería y que además le tenían que hacer muchas pruebas.
Salí y una enfermera me comunicó que el doctor me estaba esperando.
Entré en su despacho y se levantó de la mesa para darme la mano y felicitarme.
Bueno, su esposa ha dado un paso muy importante, pero hay un problema, después de todos los exámenes realizados, no hay ninguna razón para la pérdida total de movilidad, salvo la de las extremidades inferiores que hoy por hoy la medicina no tiene solución para ella, hay una rotura de dos vértebras y la médula espinar que le ocasiona una invalidez total en las piernas, el resto del cuerpo, no hay causa ninguna para que esté paralizada, su cerebro aparentemente no está dañado físicamente, pero es un campo muy desconocido su interior, así que podemos pasar mucho tiempo sin mejoras, puede recuperar alguna movilidad y algún sentido, como ha recuperado la vista, el movimiento de párpados y ojos y el raciocinio, le hemos hecho pruebas, todavía solamente una parte y su cabeza responde correctamente, tiene una lógica correcta y unos reflejos mentales de una persona normal. Por eso puede ser problemática la recuperación, porque no hay causa física para la inmovilidad. Quizás se recupere poco a poco o se cierre y quede dormida para el resto de su vida o pasen años, cuanto más años pasen peor será, porque sus músculos y nervios se irán agarrotando.
Mañana le pasaremos a planta y la someteremos a una rehabilitación total, así que hoy ya no podrá pasar a verla, cuando venga mañana a primera hora la llevaremos a planta y queremos que usted esté presente, es posible que en esa rehabilitación, sobre todo la psíquica porque no conocemos qué le hace seguir así y quizás nos pueda dar la clave.
Nos tendrá que rellenar un cuestionario para que sepamos qué preguntas hacerle, son cosas sobre todo de la vida de ella y ustedes antes del accidente, por ejemplo si trabajaba y en qué, como fue su vida en común, relaciones, si tienen más familia, qué hobbies tienen, si hablaba otro idioma, afición a la lectura, etc.
Ahora cuando salga, mi enfermera se lo dará y le señalará un despacho donde pueda rellenarlo.
El doctor llamó a su enfermera y ésta entró, recibió las instrucciones e hizo que le siguiese, me acomodó en un pequeño despacho sala de estar y me entregó un cuadernillo y un lápiz.
Cuando termine, yo estaré aquí fuera, tómese el tiempo que necesita.
Estuve hora y media para responder a todo tipo de cuestiones incluidas de nuestra vida sexual en común.
Después de terminar, salí, le di el cuadernillo a la enfermera y quedé en volver al día siguiente a las nueve y media.
El resto de la mañana lo pasé llevando el parte de baja a la empresa donde trabaja la mujer, una multinacional en la que ejercía de administrativa, estuve hablando con su jefe de relaciones laborales y le expliqué la situación, le indiqué que en principio había que esperar pero que salvo un milagro, habría que solicitar la inutilidad total, en este caso, la empresa tiene un seguro colectivo y un plan de pensiones del que se podrá disponer su fuese necesario y la Seguridad Social empezaría a pagarle como pensionista, que gracias al tiempo cotizado y a los años, sería una cantidad bastante importancia.
Todo esto permitiría abordar unos gastos de rehabilitación que podían ser muy costosos.
Hablé con sus compañeros que no se imaginaban lo grave del accidente, una de sus compañeras quedó en recoger los efectos personales de Gertrudis para guardarlos hasta que yo le llamase para entregármelos.
A la mañana siguiente, cuando volví al hospital me indicaron que una vez retirados los respiradores, oxígeno y demás ayudas, había reaccionado bien y no parecía tener ningún problema, sus constantes vitales eran las correctas y el hematoma del cerebro había remitido pero seguía con la inmovilidad más absoluta salvo el parpadeo y movimiento de los ojos.
El doctor me hizo pasar para que hablase con ella con cuidado de que le hiciese preguntas sencillas a las que me pudiese responder con el movimiento de los párpados pero que intentase que moviese los dedos, en éstos habían hecho pruebas y no los movía, pero no los tenía agarrotados, en fin, seguíamos en las mismas, no había razón para que no se moviese salvo las piernas que no parecían tener solución, todo parecía efectos de un shock del que no se sabía cuando se recuperaría.
A medio día fue trasladada a planta, seguía con la alimentación por goteo y estaba conectada a un monitor que informaba y vigilaba de todas sus constantes vitales.
Me entregaron unas cuartillas con los horarios y el tipo de rehabilitación y me pidieron que estuviese presente en muchas de ellas porque a veces sicológicamente un familiar cercano podía ser positivo.
A los quince días se había avanzado algo. Con la ayuda de una enfermera empezó a comer alimentos más o menos sólidos, había que abrirle la boca para introducírselos, pero luego los tragaba, movía la cabeza lateralmente y los dedos de ambas manos los abría y cerraba. Le quitaron el monitor y el gotero, y pasaba la mayor parte del día sentada en una silla de ruedas, por lo cual la llevaba a pasear por los pasillos de la planta, luego me dieron permiso para sacare al jardín del hospital. La vista estaba recuperada e incluso veía la televisión y entendía todo lo que oía.
Una semana después tenía movilidad reducida en el brazo sano, las radiografías del fracturado junto con la clavícula daban buen aspecto y pronto le quitarían la escayola.
Ya abría la boca por ella sola y podía comer alimentos más sólidos puesto que podía masticar. Controlaba bastante los esfínteres y avisaba según un código inventado moviendo el pulgar hacia abajo. Incluso sonreía cuando se lo pedíamos y lloraba, muchas veces, cuando no la veía nadie, lloraba.
Vino por la habitación la enfermera que rezaba a su lado cuando estaba en coma y se habituó a venir antes de entrar o al salir del turno si la hora no era intempestiva.
El doctor que la había despertado, la visitaba junto con otros doctores cada día y me decía que era muy bueno que hiciese progresos aunque fuesen pequeños, porque esto era la puerta que se abría a otros mayores.
Me comunicó que en cuanto se le quitasen las escayolas, la mandarían a casa y que tendría que seguir con la rehabilitación, también me envió a un fisioterapeuta para que me indicase qué tenía que hacer para conseguir la mayor movilidad posible en casa.
En la casa lo teníamos bastante bien, es un chalet, no muy grande pero tiene una planta baja bastante amplia, con un salón comedor, la cocina, un cuarto de baño, al que habrá que sacarle la bañera y poner solo ducha, una sala de estar y un pequeño despacho, la sala de estar se puede reconvertir en habitación y el recibidor, por la cocina se puede salir a un patio trasero y por delante la puerta de la calle que lleva a un porche y el jardín que separa la casa de la calle. Los únicos escalones son del porche al jardín, pero hay espacio suficiente como para hacer una rampa por la que pueda subir y bajar una silla de ruedas.
En la parte alta, en el piso hay tres habitaciones y un baño, además del descansillo que da a las escaleras, alrededor del cual están las habitaciones. En el techo del descansillo hay una trampilla que se baja y sale una escalera que lleva a la buhardilla, que no se usa sino para guardar trastos.

La solución será que Gertrudis disponga de la planta baja y yo me quedaré en la habitación de matrimonio, ya que en la de abajo no cabe una cama de matrimonio, una silla de ruedas y una pequeña grúa elevadora para trasladar a Gertrudis de un lado al otro e incluso a la ducha y a la taza del wc que también hay que cambiarlo.




jueves, 28 de noviembre de 2019

... Y NO ESTABA MUERTA Capítulo IV






...Y NO ESTABA MUERTA 


Pedro  Fuentes


CAPITULO  IV





Otra vez han venido varios médicos, he notado que me movían, a veces me cogen brazos y piernas y me los doblan durante varias veces, también me dan como friegas, en las piernas no noto nada, pero en brazos y resto del cuerpo siento el líquido frio.
Hay una mujer que ha venido varias veces, se acerca a mí y la oigo rezar, luego me hace la señal de la cruz y me dice cosas como que Dios está conmigo y no me abandonará, que ofrezca mis dolores por la salvación de las almas, pero yo no siento dolores.
No he sido una persona muy religiosa, pero aquí rezo y me acuerdo de toda mi vida, me arrepiento de muchas cosas, sobre todo cuando he tratado a las personas de alrededor con desprecio.
Lo que oí de mi marido, no puede ser verdad, me da vueltas a la cabeza, pero él me ha querido siempre y no haría una cosa así, pero estando como estaba en el porche tenía el teléfono más cerca que yo y supongo que lo oiría mejor, tampoco sé con qué tropecé, los escalones son peligrosos, pero no había llegado ni siquiera al primer escalón.
Ramón ha llegado, me coge la mano y me besa en la mejilla, me gustaría decirle o hacerle saber que si me entero y que se lo agradezco, no creo que me haya querido matar, eso son cosas de malas personas, es bueno y me trata con cariño, me habla, me cuenta qué día hace, hoy hay sol y una temperatura agradable, luego, cuando salga del hospital irá andando hacia casa, dando un paseo, ha venido en autobús porque por aquí no hay quien aparque.
Quisiera decirle las pruebas que me han hecho, he oído a los médicos diciendo que no tengo nada para estar totalmente paralizada, yo no sé cómo decirles que no, que no puedo moverme pero que los oigo y siento, hasta alguna vez cuando me pinchan en los pies y siempre que me lo hacen en los dedos de las manos, incluso cuando me dan golpecitos con algo como un martillo en los codos, en las rodillas no, ni en los tobillos. Cuando estiran de los párpados para verme los ojos, quisiera moverlos para que me vean, pero no veo nada, todo es oscuridad.
Ya no he vuelto a ver aquella luz dentro del túnel, ahora todo es negro, alguna vez, cuando están los doctores y me estiran de las pupilas, veo como un pequeño reflejo de luz, pero desaparece enseguida, luego oigo:
Nada, no ve nada ni siente, entonces quisiera llorar, mover las pupilas, sonreír, cualquier cosa que les diga que oigo y siento, pero no puedo, entonces ellos se marchan y a veces no dicen nada agradable, oigo que dicen que soy un vegetal, que en cuanto me saquen la respiración asistida moriré y que es lo mejor que me podría pasar, ya sé que no les puedo hacer señales, pero son muy crueles y pienso que no son buenos médicos, que tratan a los pacientes como trozos de carne, solamente está la mujer que viene a rezar a mi lado, ella si cree que le escucho y que dentro de mi hay una vida que siente, que sufre, que padece.
Ahora sé que hay alguien más allá que vela por mí, que me tiene así para que purgue mis pecados en la tierra para entrar más limpia en su casa.
Ramón ya se ha ido, hoy le he oído llorar, ha disimulado, pero le he oído llorar, él también cree que le oigo.
Como me han quitado la mascarilla y solamente tengo dos tubitos en la nariz, de vez en cuando me moja los labios resecos con agua.
Como quisiera agradecérselo aunque me haya querido matar.
Oigo continuamente como las enfermeras, supongo, pasan cerca de mi, hacen algo, alguna vez entre ellas dicen que hay que cambiarme un gotero, también me pinchan en el estómago, hay una enfermera que cuando me hace algo me lo dice, sé que el pinchazo en el estómago es para que la sangre circule mejor y no se coagule y me produzca un trombo, esta enfermera cuando llega a mi lado me roza la mano y me dice:
Gertrudis, vengo a cambiarte el gotero para que comas por la vena, éste de hoy te va a gustar, es de cocido, pero no engorda, de camino te mediré la temperatura y luego vendré a darte crema para que no te salgan llagas, además hay que cambiarte los pañales, pero tú tranquila, ya lo haremos todo nosotras.
Tiene una voz que parece de jovencita, es la única que me habla además de la que viene a rezar.
Cuando se ha ido mi marido, ha venido y me ha dicho, tienes que ponerte buena, aunque sea por tu marido que lo está pasando mal, tendrás que decirle algo porque él siempre te habla y te pregunta cosas.
Han dicho los médicos que mañana quizás me envíen a planta, cuando sepan los resultados de las últimas pruebas, hablaban entre ellos, pero yo no sé cuando es hoy o mañana, no tengo noción del tiempo, duermo mucho y cuando despierto desconozco cuanto tiempo he estado dormida, si no hay nadie cerca solamente se oye un pitido continuo, un pi, pi, pi, uniforme, es algo que tengo cerca, muchas veces me pongo a contarlos pero me duermo enseguida.
Toda mi vida pasa continuamente por mi cabeza, es curioso, tengo recuerdos de los que nunca me había acordado, incluso de mi más tierna infancia, a veces me parece recordar que estoy en el cuco, de bebé y llegan a casa personas que me miran y me hacen tonterías, quieren que ría pero a veces me asustan porque hacen ruidos raros y con un dedo me tocan la barbilla y yo los veo feos y lloro, mientras ellos se ríen, así consigo que mi mamá me coja y arrulle, otros me gustan, porque me hablan con ternura y yo río.
Recuerdo cómo voy creciendo, cómo me separan de mi mamá y me llevan al colegio, yo entonces no sabía que era un colegio, pensaba que era como una prisión de niños en la que había que estar sentada durante mucho rato, había otras niñas que me pegaban y arañaban, otras jugaban conmigo, y así me iba haciendo mayor, recuerdo mis primeras salidas sin mis padres y salíamos con chicos, y mi primer amor, mi primer beso entre bromas y juegos y luego conocí a Ramón y mi vida cambió él me trataba muy bien, me decía que me quería, yo también lo quiero a él.
Nos casamos y creo que hemos sido felices, aunque quizás él no y por eso me ha querido matar. ¿Será porque no le he dado un hijo como él quería? Al principio fuimos a médicos e incluso pensamos en la adopción, luego nos fuimos acostumbrando y vimos que también el no tener hijos nos permitía entrar y salir cuando nos daba la gana, viajar, en fin gozábamos de toda la libertad del mundo, veíamos a nuestros amigos que muchas veces no podían salir ni viajar, siempre pendientes de que no enfermasen, siempre protegiéndolos se olvidaban de ellos mismos. Nosotros nos acostumbramos a viajar y salir solos los dos y la verdad es que lo pasábamos bien.
Ya oigo a los médicos que vienen otra vez, ahora me harán todas las revisiones, me pincharán y darán con el martillo, me estirarán de los párpados.
Hoy hay uno nuevo, se ha puesto a mi lado, me coge la mano y me dice:
Bueno, Gertru, no tienes nada que te obligue a estar dormida y sin moverte, ya es hora de que dejes de hacer el vago, tenemos que hacerte mucha rehabilitación y así no podemos, además, en planta estarás mejor y tu marido podrá estar contigo más horas.
Qué voz más bonita tiene, es una voz grave, muy grave y muy agradable, me recuerda aquella voz de los narradores de las novelas de la radio en los años sesenta, presiento que su físico tiene que estar de acorde con su voz, tengo que verlo.
¡Mirad! Dijo una voz femenina ¡Ha abierto los párpados ligeramente!
¡Veo! Algo borroso pero veo claros y oscuros.
¡Dios mío! ¡Lo veo! Es guapísimo y muy alto.
El murmullo de los médicos se convirtió en voces excitadas, el doctor de la voz me ha dicho:
¡Gertru! Ya vemos que has despertado, ¿Puedes hablar?
Intento responder pero no puedo, él se da cuenta y me dice:
No te preocupes, si me oyes, abre y cierra los ojos una vez.
¡Lo he hecho! ¡He podido!
Muy bien, lo has conseguido, ahora si no puedes hablar abre y cierra los ojos dos veces.
Es muy fácil responderle, es un juego entretenido.
Me hace un montón de pruebas y yo le respondo si o no, pero a veces se equivoca y me hace preguntas que la respuesta no es ni si ni no, entonces abro y cierro los ojos varias veces y él se da cuenta y rectifica.




jueves, 21 de noviembre de 2019

....Y NO ESTABA MUERTA Capítulo III




... Y NO ESTABA MUERTA


Pedro  Fuentes


CAPITULO  III


A la mañana siguiente del accidente, estaba en casa, recién levantado preparándome para ir al hospital cuando llamaron a la puerta, abrí y se presentaron dos hombres que me enseñaron unas placas y me dijeron que eran policías.
Les dije que pasaran y me dijo uno de ellos:
Hemos recibido una denuncia del Servicio Social referente al accidente de su esposa que dice que no quiso responder a sus preguntas.
¡Eso no es cierto! Esa señora, justo cuando estaba esperando que saliese un médico de atender a mi esposa, me hizo pasar a un despacho y poco menos que me acusó de violencia de género e intento de asesinato de mi mujer.
El trámite, dijo otra vez el policía, es que hay que analizar los hechos para localizar posibles delitos.
Repito, esa señora me empezó a interrogar como si yo fuese culpable y no tuvo ninguna consideración conmigo, como pese a mis contestaciones quiso empezar hasta con preguntas personales, le dije que no admitía que nadie me interrogase sin ser policía o un profesional serio.
Esa señora está capacitada y titulada para hacer las preguntas que crea pertinentes si sospecha que se ha cometido un delito, pero bueno, nosotros hemos venido a investigar el lugar de los hechos e interrogarle ya que existe una denuncia por parte de los Servicios Sociales.
Mire usted, estamos en un estado de derecho, les he dejado pasar para dialogar y responderles a las preguntas que buenamente me quieran hacer, pero como también ustedes actúan con animadversión contra mí, quiero hacerles saber que si lo que quieren es interrogarme, primero, tengo derecho a solicitar a mi abogado y la orden correspondiente para entrar en mi casa.
Ahora bien, si lo que quieren es que les cuenten lo que pasó, con mucho gusto, pero no crean que no conozco mis derechos y que me voy a dejar intimidar ni por esa…señora ni por un par de policías dispuestos a creer que están juntamente con la señora o señorita en posesión de la verdad, así que harían ustedes muy bien en pedirme las cosas con otras palabras y pensando en lo que yo estoy pasando por tener a mi esposa tan mal que los médicos dicen que lo mejor que puede pasar es que quede casi como un vegetal.
Y tal como dije en el hospital, estaba en el porche arreglando unas plantas, que por cierto las dejé a medias y allí están todavía. No sé si algún vecino me vio, yo si vi personas que pasaron por la calle pero absorto en lo que hacía, no vi ni quienes eran.
De pronto sentí un gran golpe dentro de la casa, fue un golpe largo, tardó varios segundos, dejé lo que hacía y entré corriendo, de hecho en el porche está todo todavía en medio salvo una pala pequeña que se quedó allí y cuando llegué ayer del hospital le di una patada porque tropecé con ella y por poco me caigo, pero como ya he dicho, corrí a dentro y al principio no la vi porque la puerta de la calle la tapaba.
¿Cuándo usted entró estaba la puerta abierta o la tuvo que abrir?
Normalmente, cuando estamos los dos en casa o estamos haciendo algo en el jardín, incluso hay una pieza para sujetarla, ésta que ven allí, dije señalando detrás de la puerta, para evitar que con la corriente se cierre. Ayer estaba abierta y sujeta, y la de la cocina también, ya que allí tengo un lugar para guardar las cosas de jardinería y estuve entrando y saliendo.
Pero como les digo, entré y me la encontré allí tendida, no la moví para nada, solamente le cogí el pulso y llamé pidiendo ayuda.
¿Por qué llamó a la policía?
De pronto me vinieron a la cabeza un montón de teléfonos, que si bomberos, protección civil, policía local, maltratos….. El único que estaba seguro era el 091 de toda la vida, la cuestión era no perder tiempo. Luego le fuse un pequeño cojín debajo de la cabeza.
¿Llamó primero o le buscó el pulso?
No lo sé, no puedo recordarlo, le miré el pulso y le miré el blanco del ojo, esto último no sé por qué lo hice, quizás porque lo he visto hacer.
Cuando llegamos al hospital con la ambulancia, me enviaron a rellenar formularios y luego me dijeron que fuese a la sala de espera que me llamarían.
Cuando me vinieron a buscar, me pareció que era muy pronto y me dio un vuelco el corazón, aquella mujer, por cierto muy desagradable se puso en plan inquisidor y sencillamente la mandé a paseo por no enviarla a otro sitio, me considero una persona agradable, educada y simpática, pero hay cosas por las que no paso, y una de ellas es esa falta de consideración con las personas y ese querer parecer que se está por encima de todo sin pensar entre otras cosas que la persona que tienen enfrente están sufriendo.
Bueno, creo que ya está todo, ¿Nos dejaría que viésemos la escalera por donde cayó?
¿Ha tocado algo?
No, solamente la señora de la limpieza que vino ayer, quitó la mancha de sangre, lo demás está igual. Miren, esta es la escalera y supongo que rodó desde arriba, no lo vi, he mirado si pudo tropezar con la alfombra que hay en el descansillo de arriba.
¿Tienen algún animal doméstico? ¿Perro o gato con el que pudiese tropezar?
No, no tenemos, ni críos que pudiesen dejar juguetes por medio. Estamos los dos solos.
Los dos policías subieron las escaleras, miraron y midieron todo y bajaron de nuevo.
Bueno, no le molestamos más, creemos que todo está claro, cuando su esposa despierte le pediremos que nos explique qué le pasó, mientras tanto le deseamos que se cure cuanto antes y todo quede en un susto.
No es eso lo que dicen los médicos, parece ser que ha perdido la movilidad por lo menos de cintura para abajo.
Salieron los policías y a continuación lo hice yo para ir al hospital
Cuando llegué al hospital, antes de entrar a ver a Gertrudis me llamó a una pequeña sala en neurólogo que atendía a mi esposa.
Mire, señor Ramón, el estado de su esposa está estable, no parece haber mejoras ni tampoco mayor gravedad, le hemos hecho muchísimas pruebas y no responde a nada, pero sin embargo, la lesión de la columna vertebral, que es grave, porque ha perdido totalmente la movilidad de las piernas no es razón para otras muchas cosas, el golpe y rotura del cráneo no parece afectar ni a la vista ni al habla, todavía persiste la inflamación y hay que esperar a que remita, pero no hay derrames ni daños importantes, además la fisura es limpia y no ha habido desplazamiento del hueso ni pérdida de masa encefálica. Pero no responde a los estímulos, se le han hecho encefalogramas, TAC y demás pruebas. Seguiremos teniéndola en observación en la UVI mínimo unas setenta y dos horas más, pero si persiste la tendremos que enviar a planta para poderle hacer la mayor rehabilitación posible, aquí se le hace algo, todo a base de moverle las articulaciones, pero allí le podremos hacer más cosas. Pero lo interesante sería que recobrara el conocimiento.
¿Puede pasar mucho tiempo para eso?
Es impredecible, porque es que no hay causa aparente. Primero le quitaremos el oxígeno y la respiración asistida para ver cómo reacciona. Luego veremos qué podemos hacer.