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jueves, 27 de octubre de 2022

LA MISTERIOSA DAMA DE NEGRO (Capítulo VI)

 

EL VIAJE

 

La misteriosa dama de negro

 

 

Pedro Fuentes

 

 

CAPITULO VI

 

Llegó al puerto de La Escala, casi al comienzo del golfo de León y bastante cerca de la frontera,  como es un puerto bastante grande, decidió pasar unos días allí, además, quería arreglar unos papeles, así que pagó el amarre para 15 días y dijo que tenía unos asuntos urgentes que arreglar, preguntó cómo podía ir a Barcelona, se lo indicaron y al día siguiente partió en un autobús de línea hasta Gerona, donde cogió el primer tren que salió para Barcelona, quiso alquilar un coche, para lo que se fue al aeropuerto del Prat, porque allí pasaría más desapercibido.

Cuando llegó a Barcelona, de pronto le vino a la memoria la imagen del barbudo, era Pedro, su antiguo amigo, hacía años que no lo veía, desde el asunto de los caracoles. Los largos y sinuosos caminos de la vida los habían separado, cuantas aventuras juntos y ahora, en un cruce de caminos, cuando podía haber abierto de nuevo la puerta de aquella amistad y cuando quizás más lo necesitaba, por el estrés que llevaba perdió la ocasión que quizás ya nunca se volvería a repetir. Otra puerta se había cerrado a su paso y eran ya tantas…..

Cogió el coche de alquiler, y por la misma carretera de Tarragona, se dirigió a Benicarló, donde tenía el apartamento donde vivía, cuando llegó, hizo lo que tenía por costumbre desde Menorca, comprar todos los periódicos de tirada nacional, recogió la correspondencia,  abrió la casa y revisó por encima como estaba todo, la señora de la limpieza había pasado por allí, lo hacía una vez por semana cuando estaba fuera, a regar las plantas, echar una ojeada y limpiar si hacía falta. Tenía que ir al banco, a arreglar unos papeles, pero ya era tarde, iría mañana por la mañana.

Se preparó algo para cenar y se puso a escuchar la tv mientras revisaba el correo, nada, cuatro facturas, varios anuncios y el aviso de pasar a recoger la nueva tarjeta de crédito por el banco.

Revisó la prensa de arriba abajo, nada, no decían nada sobre los hechos, todo parecía tranquilo menos los políticos de España en periodo de elecciones, la crisis cada vez se veía más negra, pero nada más.

A la mañana siguiente fue al banco, arregló lo de la tarjeta y otras cosillas, luego consultó dónde se podría invertir un dinero que le tenían que pagar y prefería algo que aunque no le diese mucho, tampoco se viera demasiado.

Terminadas las gestiones, le dejó a  la Sra. Herminia un sobre con dinero para que se cobrara lo que le correspondía y por si salía algún imprevisto, le dio el número del  teléfono de tarjeta prepago y le dijo que estaría ausente seguramente un par de meses.

Cogió el coche y se dirigió al aeropuerto de Madrid, allí lo devolvió y se fue a  la estación del AVE, sacó un billete para Barcelona en el primer tren, subió a él, se puso los auriculares para oír música y entornó los ojos, pero no durmió en todo el viaje, por entre los párpados medio abiertos tenía controlado todos los movimientos del vagón, no sabía nada de todo lo ocurrido, pero sospechaba que quizás lo estarían buscando y pensó que lo mejor era dejar el menor rastro posible.

Ya en Barcelona, cogió un tren que le llevó muy cerca de La Escala, a Figueras y allí un autobús de línea que lo dejó en el centro de La Escala, desde allí, andando, fue hasta el puerto en el otro extremo, su barco estaba como lo había dejado, nadie parecía mirarle o vigilarlo, pasaba totalmente desapercibido. Entró en las oficinas y preguntó si había algún recado para él, nada, negativo, ninguna noticia decía nada de los muertos en Menorca, en realidad la única persona que podía relacionar a Lara con él, era el taxista que la había llevado a la puerta de la marina de Benicarló y no vio el barco y ni a él, era de noche y bastante trabajo tenía con bajar el baúl del coche.

Pasó 15 días en el barco, no dejándose ver mucho, le llamaros un par o tres veces para alquilarle el barco, pero pensó que era mejor decir que estaba ocupado para el resto del verano, todas las veces comentó que estaba en diferentes puertos del Mediterráneo español.

Cuando pasaron los quince días que había pagado de amarre, se marchó, en el club dijo que iba a poblaciones del sur de Francia y puso rumbo hacia el norte, como hacía buena mar, decidió pasar el peligroso cabo de Creus y quedarse en LLansá, a muy poco tiempo de Francia, en un pueblo marinero que ahora,  estaba a rebosar y con constantes entradas y salida de embarcaciones de recreo.

Llevaba ya siete días comprando la prensa diariamente, había llamado a la Sra. Herminia por si había novedad y nada, Ricardo se iba relajando, se comportaba como un turista, conoció a una turista francesa, algo más joven que él y pasaron cuatro días, hasta que ella se fue a Paris incluso le dio sus señas por si se acercaba por allí.

El día 25 de Julio, por la mañana, hizo lo que cada día desde que marchó Michel, la francesa, desayunó y se fue a andar y a comprar los periódicos, luego se sentó en la terraza de una bar a tomar otro café y a leer la prensa, nada, todo tranquilo cuando en la última página, una pequeña nota, fechada el día 25 en Porto Pino, Cerdeña, en la playa habían aparecido dos cuerpos, al parecer una pareja, totalmente mutilados, parecía que los hubiese atacado unos lobos, animales que por allí no había.

Ricardo se puso pálido, se levantó, dio medio tumbo, no llegó a caer, pero el camarero se dio cuenta y le pregunto:

¿Se siente mal?

No, ha sido un pequeño mareo, pero ya se ha pasado, gracias.

Se alejó de allí y dijo para sí:

¡Dios mío! Si lo tiré a más de 100 millas de allí, no puede ser… salvo que sea el mismo… demonio.

FIN

jueves, 20 de octubre de 2022

LA MISTERIOSA DAMA DE NEGRO (Capítulo V)

 

 

EL VIAJE

 

La misteriosa dama de negro

 

Pedro Fuentes

 

 

CAPITULO V

 

La madrugada del día 26 avistó tierra, era Blanes, en la Costa Brava, allí era un buen sitio para fondear. Primero se acercó a la gasolinera del club, llenó los depósitos de agua y rellenó lo que le faltaba de gasoil, luego se dirigió a la bahía y fondeó, bajó la balsa auxiliar y se fue al pueblo a comprar comida y bebidas y sobre todo los periódicos.

Cuando volvió se tiró al agua, nadó un rato y luego preparó comida y se dispuso a leer los periódicos.

No habían identificado los cuerpos de Menorca todavía, estaban estudiando el ADN. Por lo demás, todo seguí igual, la economía no levantaba cabeza y los políticos habían desenterrado el hacha de guerra porque se aproximaban las elecciones.

A la mañana siguiente, volvió a bajar a tierra con la balsa auxiliar.Hhay por el lado sur de la bahía unos peñascos, a los que llaman “La puerta de la Costa Brava” en la playa del costado, hay barcas varadas, siempre encuentra algún pescador que le eche una ojeada a su balsa. Luego se adentra por las calles del centro del pueblo y compra lo que necesita.

Ese día, cuando compraba frutas y verduras en el paseo central del pueblo; allí ponen cada día sus paradas, vio que un hombre le miraba sin quitarle ojo, era aproximadamente de su misma edad pero algo más grueso, y el caso es que le resultaba conocido. el hombre se acercó a él y le dijo:

Perdone, ¿Vd. no es Ricardo?

Ricardo, con todo el estrés que llevaba encima le contestó:

No, no soy Ricardo, me llamo Francisco y he venido de vacaciones, Las últimas palabras no se le oyeron, asustado de que le hubiesen identificado por todo lo pasado, dio media vuelta y salió dando grandes y rápidos pasos, llegó a la playa, arrancó el fuera borda una vez en el agua  y se fue a su barco, una vez allí, izó la auxiliar, puso el motor del barco en marcha, levantó el ancla y salió navegando rumbo al Sur. Cuando ya había hecho unas cuantas millas y no se le podía ver desde tierra, izó las velas y cambió el rumbo al N aprovechando que los vientos eran propicios, había decidido ir a algún pueblo cercano a la frontera de Francia, donde podría esconderse.

Llevaba ocho horas navegando cuando se serenó y empezó a leer los periódicos que había comprado, mientras tanto no se quitaba de la cabeza la cara del hombre barbudo.

De pronto se sobresaltó, en uno de los periódicos leyó:

“Corren rumores de que la hija de un político español, ha desaparecido, al parecer, por una indiscreción de uno de sus allegados, le había dejado una nota a su padre diciéndole que quería vivir tranquila con su novio donde nadie los conociera. Hasta la fecha no se sabía nada de ellos. Ricardo se cogió la cabeza con las manos, se estiró del cabello y dijo: ¡Dios! La que se ha liado o se va a liar”.

 

 

jueves, 13 de octubre de 2022

LA MISTERIOSA DAMA DE NEGRO (Capítulo IV)

 

EL VIAJE

La misteriosa dama de negro

 

Pedro Fuentes

 

 

CAPITULO IV

 


Despuntaba el sol cuando llegó al puerto: la luna llena no se distinguía en medio del cielo  nublado, el viaje a Túnez sería con luna llena, no había previstas nubes, con lo cual la travesía sería más agradable.

Al subir a bordo, vio a Cerbero echado y con cara de estar aburrido, lo llamó y salió corriendo detrás de él, dieron una vuelta por el muelle y el animal pareció revivir.

Cuando subió de nuevo al barco, se fue a su camarote, no se oía nada, la noche anterior habría llegado el novio y ahora estarían descansando.

Se duchó, preparó el desayuno, luego cogió las cartas correspondientes y marcó el rumbo en ellas, pasarían por el sur de Menorca, por el canal que le separa de Mallorca y luego ya sería rumbo directo, si el tiempo acompañaba, llegarían a Túnez a media mañana del día veintiséis. Gravó los datos en el GPS, recogió todo lo que podía molestar durante la navegación, revisó las velas, comprobó la carga de la baterías, vio que las placas solares que llevaba estaban cargando y luego, desde la puerta que bajaba a los camarotes de popa dio una voz a la pareja para que despertasen y desayunasen mientras él iba a las oficinas, luego zarparían.

En la oficina, que había abierto hacía un momento, la gente, dos administrativas y un marinero, comentaban que en una cala, cerca de Ciudadela, había aparecido esta mañana, el cuerpo destrozado de unas personas, no se sabía ni si eran hombres o mujeres, los cuerpos estaban desperdigados por el suelo y la piel y la carne arrancada a trozos, según comentarios de las personas que llegaron a verlo, incluido el juez y el forense, había sido atacado por una jauría de perros salvajes, pensaban que eran dos por los dos cráneos pelados que aparecieron.

Ricardo, que era por lo natural, persona sensible, se le puso muy mal cuerpo pensando en aquello.

Llegó al barco y los chicos no se habían despertado, los llamó de nuevo y como viese que no se levantaban, bajó al camarote y llamó al marco de la puerta, ya que ésta estaba abierta, al no sentir respuesta, entró, la cama sin deshacer, todo estaba en orden, en realidad el único vestigio de la pareja era el baúl y un pequeño maletín de piel encima, que pensó que sería del novio. Lo cogió entre sus manos y comprobó que no estaba cerrado con llave, lo puso encima de la mesa y lo abrió, solamente había una muda de ropa interior, un par de camisas y un pequeño neceser con efectos personales, debajo de todo esto, había un Corán.

Eran las diez y media, cogió su móvil y vio el teléfono de Lara, llamó al número y le dio un mensaje de apagado o falto de cobertura.

A las once y medía bajó al camarote grande otra vez por si descubría algo, vio que los candados del baúl se encontraban abierto y miró dentro, estaba lleno de ropa,  parecía no haberse estrenado, toda ella era árabe, chilabas de hombre y de mujer, algún caftán de gran calidad y vivos colores, babuchas, hiyab de diferentes colores para la cabeza y luego ropa interior de hombre y mujer. Siguió rebuscando y encontró dos pasaportes en una cartera de piel, los abrió y vio que eran nuevos, uno con la foto de Lara y el otro a nombre de un chico árabe, eran pasaportes marroquíes, pero le extrañó una cosa, las únicas anotación que tenían eran un sello de  salida de España el 23 de junio y el sello de entrada en Túnez con fecha 26 de junio, es decir, para pasado mañana. Siguió buscando y encontró tres sobres abiertos y con la solapa para dentro, entre los tres calculó que habrían unos quinientos mil € en billetes la mayoría de 500 y luego una parte de 200. Guardó todo como estaba y cuando fue a cerrar descubrió en una bolsa que había con una cremallera en la tapa un teléfono móvil apagado y otro Corán, pero éste traducido al español.

Ricardo ya no sabía qué pensar, se dirigió a la oficina, por ver si sabían algo, pero con la excusa de ver las previsiones del tiempo, además comentó que el nuevo destino, sería Cartagena.

Poca cosa se sabía más, que la chica vestía un traje negro, largo y que él era parecía ser tan joven como ella y r vestido con vaqueros y un suéter. Cogió una copia de las previsiones y salió de la oficina hacia el barco, tendría vientos del sur, así que sobre la marcha cambiaría el rumbo, se dirigiría a Córcega.

Llegó al barco, soltó amarras y cuando estaba en la bocana del puerto, tomo rumbo Sur como si efectivamente fuese a Cartagena, navegaría unas cuantas millas hasta salir de la vista de Menorca, luego iría hacia el E y luego remontaría hacia el NE. Al salir de  la bocana del puerto, se dio cuenta de que Cervero estaba a su lado. Era un animal muy bonito y cariñoso, pero seguramente habría un problema, en muchas regiones de España, los perros tienen que llevar un chip identificativo, lo solían poner en una oreja y si no en un lateral del cuello, es del tamaño de un grano de arroz y como está en la epidermis, con tacto se puede localizar.

Llamó al perro, que vino solícito, lo cogió en brazos y no localizó en las orejas, palpó por el cuello y después de varios intentos, lo encontró en el lado izquierdo. Cogió de un cofre al lado del timón un cúter que llevaba y con la punta de éste y con gran destreza, con una pequeñísima incisión le extrajo el chip, el animalito dio un pequeño gruñido, Ricardo puso un algodón con alcohol y le limpió la herida que no llegó ni a sangrar. Tiró el chip por la borda y se rió pensando si se lo tragaba un pez.

La navegación era tranquila, cuando a eso de las siete de la tarde ya había cogido rumbo NE  hacia Córcega, bajó al camarote grande, abrió el baúl, sacó el dinero y lo distribuyó envueltos en  tres bolsas de plástico, las selló con cinta aislante y las escondió pegándolas en el suelo, por debajo, en las sentinas de los tres camarotes de popa, cada una en uno, cogió el maletín pequeño y lo metió en el baúl, éste con gran esfuerzo, lo subió a cubierta, hizo un repaso por todo el camarote de cualquier resto del paso de la pareja e incluso limpió con un paño cualquier huella que hubiesen podido dejar. Una vez en cubierta, con un taladro de batería, buscó en el arcón de las herramientas una broca tipo corona, de unos 3 centímetros hizo varios agujeros por todos los lados del baúl, luego cortó unos treinta metros del cadenote del ancla de popa, es decir, unos cincuenta kilos de peso, y lo metió dentro. Luego lo tiró al agua en un sitio que las cartas marcan unos mil doscientos metros de profundidad, le pasó un cabo por las asas, por poderlo recuperar si no se hundía, entró el agua por los agujeros y con el peso de la ropa mojada y el cadenote, se sumergió por completo, soltó uno de los extremos del cabo y estiró del otro hasta recuperarlo.

El resto del día Ricardo lo pasó oyendo la radio por si decían algo de la pareja que él estaba seguro que eran Lara y su novio, lo que más le extrañaba, era las fechas de los pasaportes, parecía como si quisieran entrar en Túnez sin que nadie lo supiese, ¿Y por qué llevaban tanto dinero? ¿Serían delincuentes o traficantes? A Ricardo se le pusieron los bellos de punta, tembló pensando que si el dinero era de la droga, esa gente no se andaba con chiquitas y lo localizarían en el fin del mundo.

Ya había entrado la noche, conectó el radar al piloto automático y la alarma por si daba alguna cabezada, aunque cuando viajaba en solitario dormía en cubierta, al costado del timón.

Dio de comer a Cervero y éste no quiso, incluso le gruñó, se acordaba quizás del corte para quitarle el chip.

A la media hora el perro empezó a gruñir a comportarse de una manera extraña, se fue al salón y se quedó allí, no había probado bocado ni bebido agua, seguía gruñendo, cada vez más fuerte.

Al fin salió por el horizonte la luna llena y Ricardo entró al salón a buscar tabaco y a prepararse un whisky, no tuvo ni tiempo de entrar, lo que vio le hizo orinarse en los pantalones, una figura monstruosa saltó sobre él, tenía forma de perro, pero de más de un metro de alto, con tres cabezas con unos dientes de más de cuatro centímetros en unas encías rojas como la sangre, una espuma espesa le salía de entre los dientes, en el color del pelo y la pechera eran como Cervero, las orejas iguales pero más grandes Ricardo saltó hacia atrás y esquivó el primer ataque, luego corrió hacia las escaletas laterales que subían al palo mayor, cuando ya subía, notó como una de las bocas había lanzado un mordisco sobre su pierna izquierda a la altura del gemelo, el traje de agua que se había puesto sobre los vaqueros para evitar la humedad de la noche le salvó de una dentellada y solamente le había clavado un colmillo, esto le hizo correr más y trepar varios metros, al fin se vio a salvo, la fiera gruñía por sus tres bocas, incluso hubo un momento que una cabeza atacó a la del otro costado.

Ricardo temblaba y sudaba a la vez, no había visto monstruo más raro en su vida, luego empezaron a pasar imágenes por su mente, de repente le vino una y ya no se borró, estampas de la mitología, un nombre se asoció a la imagen que vio de niño en un grabado y  que le había hecho tener pesadillas muchas noches, Cancerbero, el guardián de la puerta de los infiernos.

Rezó y rezó para que no pudiese llegar hasta él, estaba ya más arriba de la mitad de mástil, buscó y encontró el cinturón del pantalón que llevaba debajo, con él se sujetó al mástil, los pies le reposaban sobre una cruceta de éste, esperaba que no soplase más viento que la pequeña brisa que había porque le podría poner en peligro.

Suerte que era la noche más corta del año y pronto amanecería.

Hombre, pensó, había oído hablar varias veces de la rueda de santa Catalina, un fenómeno que se veía al amanecer del día 24 de Junio. Si era verdad hoy tendría ocasión de verla y muy clarita, desde la primera fila.

Cuando iba llegando el amanecer, la bestia parecía calmarse, cuando salió el sol, en un amanecer que le pareció a Ricardo el más radiante, comprobó que la bestia iba disminuyendo de tamaño, al igual que sus tres cabezas.

Cuando el sol calentó la banda de babor del barco, el perro había recobrado su tamaño y estado natural y estaba llorando a los pies del mástil.

Ricardo había sacado sus conclusiones, la noche anterior, Lara y su novio habrían sacado a Cervero a pasear, se encontraron en la cala al lado de Ciudadela con que salía la luna llena y la fiera se abalanzó sobre ellos y organizó la matanza de los dos chicos, luego se retiraría a cualquier rincón y por la mañana volvió al barco.

Ricardo pensó, había visto la luna llena esta noche por segunda vez, todavía quedaban noches con luna llena, bajó con sumo cuidado y vio que el animalito se le acercaba, lo cogió en brazos, no sabía si tenía culpa de nada, pero se fue a sotavento y sin que se diera cuenta lo tiró al agua lo más fuerte que pudo.

Vio como no hacía por nadar, se quedó estático a flor de agua y con la mirada de fuego que tenían las tres cabezas de la noche anterior, no hizo ningún movimiento, se diría que sabía que todo movimiento que hiciese terminaría agotándolo. En cinco minutos ya no se veía.

Ricardo cambió de rumbo, ya no hacía falta esconderse tanto, sabía cómo había sido la desaparición y nadie podía relacionar a los chicos con él, viró al W, iría a la Costa Brava, allí decidiría el nuevo destino.

Cogió el botiquín y se desinfectó la pierna y la curó, luego le puso un vendaje y se dispuso a prepararse una abundante comida.

 

jueves, 6 de octubre de 2022

LA MISTERIOSA DAMA DE NEGRO (Capítulo III)

 

EL VIAJE

 

La misteriosa dama de negro

 

Pedro Fuentes

 

 

CAPITULO III

 

El día 21, sobre las 12, llamaron  al canal del Náutico de Ciudadela, encontraron amarre de casualidad, en las fiestas de S. Juan en Ciudadela, no cabe ni un alfiler, tuvieron suerte porque llegaron dos días antes, aún así, les asignaron amarre en el dique sur, con lo cual hay que dar toda la vuelta para llegar a los lavabos, pero bueno, por lo menos hay más tranquilidad.

Lara esperaba a su novio para el día 22 a la hora de comer, dijo que estaba muy cansada del viaje y que no se movería del barco, solamente quería dormir. Ricardo se encontró libre para ir a visitar a la familia de su querida  Gracia.

Volvería a la hora de cenar.

Para dejar a Lara libre de molestias le dijo que si quería se llevaría a Cerbero, cosa a la que accedió y se encontró libre de compromisos. En animalito pareció enterarse de todo y se puso a saltar de alegría. Ricardo, al que gustaban los animales, se dio cuenta de que el perro era un capricho de la niña.

 

Por la noche, a eso de las nueve, llegó Ricardo con Cervero al barco, Lara estaba recostada en el sofá, comiéndose un bocadillo con una cerveza y viendo la televisión. No había salido del barco para nada. Ricardo le preguntó si quería cenar.

No, con este bocadillo tengo bastante, no soy de mucho comer. Dijo Lara y añadió luego, mañana, sobre el medio día vendrá mi novio, no queremos que se nos vea mucho, él es un poco conocido y pasaremos la mayor parte del día en el barco, tú puedes hacer lo que quieras, pero el día 23, si el tiempo lo permite, querríamos salir, como quedan siete días de alquiler, iremos a Túnez, allí desembarcaremos y tú quedarás libre, te pagaremos un suplemento por las molestias y el trayecto más largo.

Bueno, no era lo previsto pero tú pagas y tú eliges, yo ahora me voy a dormir, mañana, cuando venga la persona que esperas, si no hay ninguna novedad, yo estaré en casa de mis amigos y de fiesta, seguramente pasaré la noche en con ellos, si hubiese alguna novedad, ya tienes mi teléfono móvil.

Vendré por la mañana y zarparemos al medio día, las previsiones son buenas y el veintiséis podemos estar en vuestro destino. Lo que no puedo es llevarme a Cervero conmigo este día y medio, os tendréis que hacer cargo de él, le respondió Ricardo.

Dicho esto, se preparó un bocadillo y una cerveza y se fue al exterior a cenar y fumar. Le desagradaba el perfume o colonia de la niñata, como él ya se había habituado a denominarla, era un olor dulzón, en exceso, a jazmín.

A media mañana del día siguiente, se marchó de nuevo con sus amigos, Ciudadela ya hervía con los viajeros que habían llegado para las fiestas, antes de nada, pasó por las oficinas del club y les dijo que le preparasen la cuenta para el día siguiente, que se tenían que ir. Lamentaba no quedarse a la fiesta pero no era la primera vez que estaba, de hecho, normalmente Ciudadela para S. Juan y Mahón para la Virgen de Gracia en Septiembre, eran charter casi seguro. Además, para él Menorca le traía recuerdos muy especiales.