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jueves, 25 de agosto de 2022

EL PRIMER VIAJE DEL "SOLITARIO" (Capítulo I)

 

 

 

EL PRIMER VIAJE DEL "SOLITARIO"



Pedro Fuentes



Capítulo I



Cuando entregamos en Blanes el Furia 25 “Destino”, Gracia y yo sentimos que algo nuestro llegaba a su fin, pero pese a la tristeza por los buenos recuerdos que teníamos, ante nosotros se abría otro destino, ahora tendríamos que ir a Murcia, cuando nos avisasen, a buscar el nuevo barco.

Como ya habíamos descargado el barco en Benicarló, llevábamos un par de bolsa en el que iban las cosas imprescindibles.

Llegamos a la estación y cogimos el primer tren para Barcelona, allí hicimos transbordo y seguimos hasta Benicarló, llegamos a primera hora de la noche y bastante cansados. Lo que no habían conseguido tantos días y horas de navegación lo consiguieron dos trenes.

Cuando llegamos a casa, no teníamos ganas de nada, una buena ducha y a dormir.

Al día siguiente, a eso de las diez me despertó el hambre, si no hubiese sido por eso, seguiría durmiendo.

Me levanté, preparé un buen desayuno a base de tostadas, mantequilla, mermelada y un buen café, lo puse todo en una bandeja y lo llevé a la habitación, Gracia al olor del café y las tostadas estaba despertándose, no sentamos en la cama y desayunamos, luego dejamos la bandeja a un lado y nos dedicamos a dormir un rato más. Sería la una cuando al fin decidimos levantarnos.

Nos dimos una relajante ducha de mutuo acuerdo y nos marchamos como no, al puerto a ver los barcos mientras hacíamos ganas para una buena paella.

Pasamos una semana haciendo excursiones por los alrededores, Peñíscola, Vinaroz, Las Fuentes, Morella, Cervera del Maestre, todo el Maestrat. En fin, toda la parte norte de Castellón, esa gran desconocida.

Cuando al fin nos llamaron, recogimos nuestras cosas y lo más imprescindible del barco, alquilamos un coche que dejaríamos en S. Javier, en Murcia, ahora si pensamos en visitar al hermano y los sobrinos de Gracia en Alicante, así que los llamamos y quedamos con ellos para comer al día siguiente.

Fieles a nuestra costumbre, salimos temprano y a media mañana ya estábamos en Alicante, llegamos a la casa, situada en el ensanche, muy cerca del náutico, como no, a la familia de Gracia le pasa lo que a mí, tenemos que estar cerca del mar y a ser posible de nuestro barco.

Mercedes, la cuñada de Gracia y sus dos sobrinos, de 12 y 9 años, niña y niño, nos estaban esperando, los dos críos se tiraron a los brazos de su tía, Mercedes y yo nos saludamos y nos pusimos a hablar, era imposible meter baza entre la tía y los sobrinos.

Ernesto ha tenido que ir al trabajo para arreglar unos asuntos urgentes.

Lo tengo que llamar para que venga, dijo Mercedes. Pero he pensado que mejor iremos a buscarlo y tomamos el aperitivo por ahí, luego vendremos a comer a casa, ¿Os quedáis esta noche aquí?

No, Tenemos que seguir para Murcia para arreglar lo del barco lo antes posible, pero como tengo entendido que os vais para Menorca, nos veremos allí que tenemos que ir a arreglar los papeles del barco con Biel y como serán unos cuantos días, podremos incluso salir a navegar con el nuevo velero.

Pasó el día en un soplo, pero con Gracia no pudimos contar, ella y sus sobrinos formaron un mundo aparte, además de ser sus sobrinos del alma, era su vocación de educadora.

A eso de las siete nos marchamos para San Javier.

Al día siguiente firmamos los papeles del barco y ya nos hicimos cargo de él, quedamos en seguir unos días en el amarre hasta dejarlo todo a punto, fuimos a la Capitanía, donde nos extendieron un certificado provisional de navegación, ya que iríamos a Menorca para arreglar los papeles.

Cuando tuvimos el certificado enviamos los papeles originales a Biel por medio de un recadero urgente y nos dedicamos a la labor de limpieza, puesta a punto y avituallamiento para prepararnos para la partida, decidimos ocupar el camarote grande de popa por lo menos mientras no tuviésemos clientes. Habituados al Furia 25, allí nos sobraba espacio por todos los lados.

A los siete días, perfectamente pertrechados y suficientemente descansados decidimos hacernos a la mar, tardearíamos unos dos días a vela si el viento acompañaba, pasaríamos rozando el sur de Formentera, el sur de Cabrera, Punta Salinas en Mallorca y desde allí ya directos a Ciudadela, rumbo al ENE durante 264 millas, a una media de 5,5 nudos, las previsiones de viento eran de sur o sur oeste, con una fuerza de entre 18 y 25 nudos y al final del viaje levante. Si no cambiaba sería una travesía tranquila para “El Solitario”.

Era la misma travesía a la hecha con el “Destino” pero en sentido contrario y sin escalas salvo emergencias.

La última noche, después de una opípara cena, nos fuimos a dormir al barco, como hacíamos desde que lo compramos y al día siguiente, a las ocho soltábamos amarras rumbo a Ciudadela, habíamos planeado guardias para toda la travesía.

Llevábamos diez horas navegando sin ningún contratiempo, cuando a eso de las dieciocho horas el viento que hasta entonces era de sur, pareció rolar a oeste, fue un suspiro, roló inmediatamente a norte, se notaba como por el canal entre la península e Ibiza, la Tramontana fue aumentando, encima, como típico norte, empezó a rachear, tuvimos que rizar la mayor y cambiamos el génova por un foque, así el través se hizo más soportable y manejable, aun así, la escorada era importante, podíamos amollar la mayor, pero no lo suficiente para que el abatimiento no fuera muy importante. De todas las formas, “El solitario” se portaba bien, aquí se veía la robustez del barco.

Gracia parecía disfrutar y me decía:

Ya era hora de que pudiésemos demostrar nuestra valía, pero esto no acaba aquí, por esta zona, cuando pasemos el canal, nos encontraremos con más viento, espero que no role a levante como es habitual, porque vamos a tener que demostrar hasta qué punto ciñe este barco.

Efectivamente Gracia volvió a adivinar el tiempo, roló y roló a levante, de pronto nos encontramos con todo el viento por la amura de estribor, empezamos la ceñida y nos preparamos para pasar una noche entretenida, decidimos comer algo por si nos quedábamos sin cenar, nos pusimos los monos de agua ya que los rociones eran importantes y el toldo anti rociones no paraba lo suficiente, el viento arreciaba.

Los que dicen que el Mediterráneo es un mar tranquilo y seguro, no saben lo que dicen.

Pasamos la noche durmiendo a ratos y haciendo bordadas para poder avanzar un poco.

Por fin amaneció y con los rayos de sol amainó el viento y roló ligeramente hacia el sur, esperamos que fuese una premonición de lo que nos depararía el día.

Cuando el viento nos vino por la aleta de estribor, izamos todo el trapo, desayunamos fuerte y mandé a Gracia a la cama con la promesa de que cuando despertase me relevaría.

Estábamos pasando Punta Rotja en Formentera y no sabíamos qué nos depararía el canal entre Ibiza y Mallorca, aunque yo me esperaba el norte de nuevo; por las islas dicen que la tramontana en este tiempo suele durar tres días.

Llevábamos 24 horas y a duras penas habíamos hecho un tercio del viaje.

Cuando despertó Gracia decidimos que si seguía la tramontana en el canal entre Formentera y Mallorca, pondríamos rumbo al NE y nos meteríamos en la Bahía de Palma, más que nada por coger cobertura y llamar a su familia por tranquilizarlos, que seguramente sabrían de cómo andaba el tiempo por aquí.

Efectivamente, en cuanto entramos en el segundo canal roló nuevamente a norte y cambiamos el rumbo, ahora teníamos el viento por la amura de babor y comenzamos a ceñir rumbo a Palma, nos separaban unas setenta millas que esperábamos hacer en unas doce horas si todo iba bien.

Rumbo al NE decidimos prepararnos para una etapa bastante dura y con un barco que pese a nuestra experiencia no lo conocíamos del todo, así que decidimos ayudarnos con el motor, que no podíamos quedarnos sin baterías ya que entre otras cosas el piloto automático tendría que trabajar de lo lindo.

No parecía tener problemas el piloto para mantener el rumbo, era un buen aparato, le ajustamos la sensibilidad al máximo y nos decidimos a pasarlo lo mejor posible, hicimos turnos para evitar cansarnos los dos y seguir adelante.

El “Solitario” es un buen barco, tendré que hacerle algún apaño para poder gobernarlo una persona sola, cuando no esté Gracia y tenga que llevar a clientes muchas veces inexpertas, si las cosas se ponen feas, no es tan fácil, tendré que reenviar unas cuantas maniobras a la bañera, pero bueno, eso se hará sobre la práctica.

He mandado a Gracia a descansar, no tengo otra labor que hacer por ahora, solamente vigilar y estar atento a los aparatos, me he puesto el chaleco auto hinchable y un mosquetón preparado para engancharme a una línea de vida si hiciese falta desplazarme por cubierta, ya que ésta está totalmente mojada y un resbalón puede ser fatal si Gracia está dentro durmiendo, cosa de lo que es capaz pese a la escora y los pantocazos del barco, desde luego su padre debió de ser un buen marino y profesor.

Es curioso, normalmente cuando navego en solitario o estoy solo en cubierta, los recuerdos se amontonan en mi cerebro, ahora no, por lo menos los recuerdos lejanos, solamente me vienen a visitar los recientes, siento muchas veces que cuando salí de Blanes rumbo a Maó en solitario con el Furia empezó una nueva vida, las etapas de mi vida desde que compré el “Destino” y fui aprendiendo a navegar, todas comienzan o más bien terminan con una travesía en solitario y muchas de ellas han sido entre la península y Menorca, esta isla siempre ha estado unida a mi, llena de romanticismo y de aventura, pero la última vez ha sido quizás la más grande de las aventuras, partí de Blanes porque no sabía a donde ir y vuelvo a Menorca por segunda vez este verano, después de encontrar la meta y la felicidad de mi vida.

Me ha pasado el tiempo en un suspiro, ya toca despertar a Gracia para que tome el mando, salta de la litera rauda y feliz, le hago ponerse el salva vidas y le indico todas las novedades, que son ninguna porque todo marcha correctamente, el barco responde a la perfección.

Gracia, antes de irme a dormir voy a preparar algo para comer, ¿Qué quieres? ¿Bocadillo y cerveza o café y pasta? Le digo.

Si te parece bien y me acompañas, un bocadillo para dos, unas cervezas y luego café, cariño.

Bajo a la cocina, preparo las cosas y salgo a cubierta, charlamos y comemos animadamente, nos fumamos un par de cigarrillos cada uno y me despido. Despiértame dentro de dos horas.

Bajo al camarote y en menos de cinco minutos duermo como un niño.

Cuando Gracia me despierta han pasado más de tres horas, sigue la tramontana, pero parece que ha bajado algo, La Dragonera parece que nos protege algo del viento, pero la mar se ha levantado mucho y tenemos mar tendida que hace trabajar más al piloto, las guiñadas son mayores, pero a la vez el viento que nos viene de través nos hace andar más, decidimos entrar en el club náutic de s´Arenal.

El resto del viaje hasta El Arenal lo pasamos los dos en cubierta charlando, comiendo y tomando café, la travesía no era cómoda pero ambos habíamos pasado peores y ahora estábamos juntos.

En cuanto vimos que teníamos cobertura llamamos a Biel, el hermano de Gracia y le comunicamos nuestra situación y los planes que teníamos.

Biel nos comunicó que las previsiones no eran muy buenas para pasar el canal con Menorca, así que decidimos quedarnos dos días descansando en Mallorca.

Cuando por fin llegamos a puerto volvimos a la rutina de llegada, rellenar los depósitos de combustible y agua, lavado del barco para quitarle la salitre, plegar bien las velas, adujar los cabos, pegarnos una buena ducha con agua caliente y abundante y meternos dos buenas jarras de cerveza en el bar del club, mientras tanto nos preparamos para la primera comida que tocaba en tierra, no hay nada como un buen chuletón en tierra y en una mesa que parece que se mueve más que el barco.



viernes, 19 de agosto de 2022

EL ULTIMO VIAJE DEL "DESTINO" (Capítulo XII)

 

EL ULTIMO VIAJE DEL "DESTINO" 

 

 

Pedro  Fuentes

 

 

CAPITULO  XII

 

A las siete de la mañana salimos a mar abierta para empezar la última etapa del “Destino”.

Llevamos 20 días desde que nos conocimos, de ellos 11  desde Ciudadela al Puerto Tomás Maestre en Murcia y luego subir para Blanes. Toda una vida navegando.

Hemos hablado de todo, de lo divino, de lo humano, de nuestro pasado, de nuestro presente y sin embargo en ningún momento hablamos de nuestro futuro, sí,  ella volverá a la escuela y yo a mi nuevo barco “El Solitario” ¿Será eso una premonición?

Gracia duerme, siempre la primera etapa es mía, hoy el terral es bueno, sopla con fuerza y lo tomo de través, también yo me estoy acostumbrando a no usar el piloto automático, me gusta sentir la caña del timón, parece como si el barco te hablase, te pide el rumbo, sientes el viento al incidir en las velas y parece que de menos guiños.

Me gusta Menorca, me encanta y enamora, pero me encuentro lejos de todos lados, aunque parezca mentira, mi espíritu solitario se deprime cuando llevo mucho tiempo en la isla, es curioso, le pasa a mucha gente, por lo visto las depresiones son más numerosas en las islas que en tierras del continente.

A veces últimamente me he planteado irme a vivir a Menorca, sobre todo después de conocer a Gracia, pero ¿Cuál es el pensamiento de Gracia con respecto a eso?

Faltan diez minutos para las nueve, se abre el tambucho y aparece Gracia con las dos tazas de café humeante y dos magdalenas, parece una diosa, llega hasta mí, me da un beso en los labios, coloca el desayuno en la pequeña mesa portátil que llevamos en la bañera, yo conecto el piloto automático y nos disponemos a desayunar.

¿Cómo lo llevamos?

Bien, ahora empieza a bajar el terral y parece que pronto tendremos el sur. Me parece que pondremos pronto el spi, así se nos verá bien cuando basemos la entrada del puerto de Barcelona.

¿Has visto la cantidad de aviones que hay?

Si, estamos a la altura del aeropuerto del Prat en Barcelona.

¡Gracia! ¿Sabes que llevamos navegando juntos en este viaje 11 días y 9 más desde que nos conocemos?

Si, cariño, pero parece que sea toda una vida.

¿Sigues con la idea de ir a buscar el barco a Murcia y seguir navegando el resto del verano?

Si, claro, en eso hemos quedado, ¿no? Es el mejor verano de mi vida, estoy haciendo lo que siempre me ha gustado y encima lo comparto contigo, creo que mis cicatrices se han curado, pero ¿Tu qué quieres hacer?

Yo deseo navegar contigo hasta el fin del mundo, además deseo que el nuevo barco, aunque se llame “El Solitario” compartirlo contigo.

La conversación terminó con un prolongado beso.

¿No te vas a echar un rato?

No, estoy descansado, además vamos a entrar en la zona de los barcos de Barcelona, te dejaré el timón y me tumbaré un rato en la bañera.

Recogí las tazas y la mesa, puse mi cabeza en el regazo de Gracia, ella empezó a mecerme el cabello, luego acarició mi barba y me quedé dormido.

Cuando desperté estábamos a la altura de las chimeneas de Badalona.

¿Ya estamos aquí? ¿Cuánto he dormido? ¿Has pasado Barcelona tú sola?  ¿Ha habido problemas?

Te contestaré por orden:

Si, mucho, si y no.

Estabas tan bien dormido, parecías un niño de pecho.

Con semejante almohada se relaja cualquiera.

¿Cuánto nos queda?

Unas treinta millas, unas cinco horas, ahora estamos a la mitad del camino más o menos. Sobre las seis de la tarde llegaremos si seguimos a este ritmo. Cuando estemos más cerca llamaré al nuevo propietario para entregarle el barco mañana, no sé si el nuevo armador le cambiará el nombre, pero para mí este viaje será:

EL ULTIMO VIAJE DE “EL DESTINO”

Bueno, cielo, esta siesta me ha dado hambre, ¿Te apetece un bocadillo y una cerveza?

Perfecto, pero no te voy a dar el timón, estoy muy a gusto, y luego, cuando tomemos el bocadillo quiero que vuelvas a la posición de siesta con almohada.

Me levanté, bajé a la cabina y preparé el par de bocadillos, saqué dos cervezas y subí de nuevo con Gracia, ésta puso el piloto automático en marcha y nos dispusimos a comer el bocadillo, las provisiones tocaban a su fin, no tendríamos que dejar nada en el barco, solamente unas cervezas y alguna lata, porque las bolsas de frutos secos que siempre llevamos, volverían a casa con el equipaje, que lo habíamos reducido al máximo para no cargar mucho, puesto que la idea era marchar hasta Benicarló en tren.

Los puertos se iban sucediendo, Badalona, El Masnou, Premiá, Vilassar, ya se divisaba Mataró, de todos los puertos salían y entraban embarcaciones, estábamos a 8 de Julio, el verano estaba allí y el tiempo era bueno.

Ya a la altura de Arenys de Mar llamé al nuevo propietario, me dijo que el amarre era el mismo donde amarré cuando fuimos a probar el barco, iría al club de vela para que estuviese libre, le dije la hora aproximada de llegada y me comunicó que estaría allí para recibirme, avisaría al notario para el día siguiente a primera hora firmar papeles y así poderme marchar para casa.

Gracia y yo esperaríamos aproximadamente una semana hasta que me llamaran del Tomás Maestre para firmar la compra del “Solitario”. Así podríamos descansar y hacer excursiones por toda la zona de Benicarló.

Mira, Gracia, allí al fondo, aquel saliente que hay es el delta del Tordera, cuando pasemos aquel, por cierto, algo abiertos, ya estaremos en Blanes, hay una larga playa y luego unas rocas que salen hacia el mar, aquello es lo que se denomina la Palomera, puerta de la Costa Brava, detrás está la playa del centro de Blanes y luego ya el puerto.

Cuando pasamos la Palomera, pusimos proa al viento, arriamos velas y entramos a motor, por fin Gracia me cedió el timón.

Entramos en el Club de Vela hasta el último pantalán, allí nos esperaba el futuro propietario y un marinero, nos dieron los cabos y amarramos, pusimos las defensas y ayudamos a Fernando, el nuevo armador, a subir a bordo.

Otra vez la rutina de siempre, doblar y adujar correctamente las velas y los cabos, manguerazo a todo el barco y luego nosotros a las duchas.

Nosotros dormiremos en el barco esta noche, le dije a Fernando, ¿A qué hora firmamos mañana?

A eso de las diez, si quieres te vendré a recoger a las nueve y media y vamos juntos.

Correcto, ¿Quieres ver el barco o que te explique algo?

Si, bueno, ya lo conozco, pero no está de más ver todo lo que es mantenimiento, baterías, aparatos eléctricos, equipo de seguridad, etc.

Mira, nosotros ya hemos recogido nuestras cosas en Benicarló, los efectos personales los tenemos en estas dos bolsas, el resto es lo que queda en el barco, balsa de salvamento equipo de seguridad, todo en regla, como ya te dije, la ITB está recién pasada, quedan cuatro años para la próxima y mira, en esta carpeta están todas las revisiones, cambios de aceite, mantenimiento de las baterías, todo.

Además te puedo garantizar una cosa, está a toda prueba, cuando estuve la otra vez, te dije que iría a Benicarló y que volvería para firmar, bueno, pues se me cruzaron un poco los cables y me fui a Menorca, después de darle un par de vueltas a la isla, me avisaron que en Murcia había un barco como el que estaba buscando, que por cierto es de unos que viven en Tordera, así que cogimos el barco y nos fuimos a Cabrera, Formentera, Calpe, donde dejamos el Furia y nos fuimos en coche porque anunciaban mal tiempo, compré el otro barco y tiramos para Blanes, en tres etapas, Puerto Siles, Vilanova y Blanes, todo ha funcionado correctamente y el barco ha respondido. Si cuando te dije de bajar conmigo a Benicarló hubieses dicho que sí, habría sido un fantástico viaje. Por cierto, la carta que hemos utilizado nos la llevamos de recuerdo, y si no te importa nos llevaríamos también el pabellón español.

Mañana cuando firmemos queremos coger el tren para marchar a Benicarló, si te parece, si quieres hoy vamos a cenar.

No, gracias, tengo un compromiso ineludible, otra vez será.

Nos despedimos hasta el día siguiente y nos fuimos a pasear para luego ir a cenar.

Gracia y yo, cogidos del brazo, nos fuimos a pasear por el pueblo, las gentes nos miraban y no sabíamos por qué, luego caímos, además de parecer una pareja feliz, lo éramos y encima estábamos negros como tizones después de 20 días navegando y eso que en ningún momento nos pusimos a tomar el sol, cosa peligrosa cuando tienes que estar tanto tiempo al aire libre.

Cenamos en un restaurante del puerto unas gambas y dorada salvaje al horno, todo ello regado con una sangría de cava. Luego tuvimos que volver a pasear para bajar la comida, después marchamos al “Destino”, era la última noche y había que celebrarla.

Al día siguiente fui a firmar y cobrar, luego el nuevo propietario y yo volvimos al barco donde me esperaba Gracia, hicimos la entrega del barco y bajamos con nuestras bolsas, ya en el muelle volvimos la mirada al barco y nos besamos y en aquel beso se confundieron las lágrimas saladas al “Destino” que tanto había influido en nuestro DESTINO.

 

FIN

jueves, 11 de agosto de 2022

EL ULTIMO VIAJE DEL "DESTINO" (Capítulo XI)

 

EL ULTIMO VIAJE DEL "DESTINO"

 

Pedro  Fuentes

 

CAPITULO  XI

 

A la mañana siguiente, y para no perder la costumbre, salimos rumbo al NE, la idea con las primeras luces del día, aunque tuviésemos que abusar del motor, para pasar el delta, rozando la punta de la baña lo más temprano posible para evitar los fuertes vientos que suele haber en aquella zona, luego, casi manteniendo el rumbo, si soplaba el Levante, como estaba previsto, lo cogeríamos de bolina. La intención era llegar a Vilanova a eso de las veinte horas, si nos retrasábamos, entraríamos en Torredembarra.

La primera parte de la etapa, aprovechando el terral y el motor, la navegación fue bastante tranquila.

Me quedé yo al timón y dejé a Gracia que durmiese todo lo que quisiera, ya que luego, sobre todo si se levantaba el viento previsto, lo mismo teníamos que navegar  muchas horas. Queríamos llegar cuanto antes a Blanes ya que nos esperaban y además nos habíamos prometido unos cuantos días de asueto hasta volver a Murcia a por “El Solitario”.

A las nueve teníamos por proa y a babor el cabo de Tortosa, Gracia salió de la cabina con cara de sueño pero con un par de tazas grandes de café humeante y dos bollos.

¡Hola, amor! ¿Qué tal vamos?

Bien, la estamos a medio delta, allí aparece el cabo de Tortosa y por ahora no aparece nada de viento, pero no tardará, ya se empieza a rizar el mar un poquito, tendremos levante.

Nos pusimos a desayunar el uno junto al otro bien abrigados porque el sol todavía no calentaba lo suficiente. A estribor teníamos varios barcos arrastrando y nos íbamos cruzando con las palangreras de San Carlos, Vinaroz y Benicarló.

¡Gracia! ¿Cómo vas de cansada?

No, no estoy cansada, me siento bien, jamás me había sentido tan libre y en paz conmigo misma, el día que nos conocimos en Maó, estaba hundida totalmente, mis amigas me “sacaron” aquella noche porque me veían totalmente hundida, me parece que incluso fue mi madre la que las llamó al verme como estaba, encima era fin de curso, siempre quise ser maestra y lo soy muy a gusto, pero no te puedes imaginar lo que quema, y no por los críos, que al fin y al cabo no son malos, el mayor problema que tenemos los maestros son los padres de los alumnos.

Llevamos navegando un par de semanas, pero te juro que es lo mejor que me ha podido pasar, sería capaz de dar clases durante dos años seguidos sin vacaciones. Parece como si llevase toda la vida en este barco y contigo.

Si, a mi también me parece que llevemos toda la vida juntos, además, disfruto navegando contigo, nos compenetramos del todo, claro que hasta ahora hemos tenido mucha suerte, ya veremos cuando nos pille una rasca buena y en una de esas travesías que llegas al punto de no retorno y tienes que seguir para delante pase lo que pase, o que por avería o mal tiempo nos encontremos a la deriva durante un par de días como les ha pasado a muchos.

No llames al mal tiempo y mientras tanto disfrutemos del bueno.

Supongo que cuando nos encontremos, responderemos como hemos aprendido y con la experiencia necesaria.

Empezaba a arreciar el levante y allí se acabó la charla, a partir de entonces el viento fue subiendo y cada vez la mar se encrespaba más,  los rociones empezaban a ser continuos, el barco se comportaba bien en la ceñida pero la ola era alta y la proa la rompía y de vez en cuando los pantocazos estremecían todo el barco, al final terminamos poniendo el toldo anti rociones.

Gracia reía y me decía:

¿Ves lo que pasa por hablar del mal tiempo?

Aquel día nos movimos más que un garbanzo en la boca de un viejo, pero el barco se estaba portando, bajamos algo la velocidad, pero tampoco tanto que nos hiciese meternos en puerto antes de lo calculado, entramos en Vilanova cuando ya empezaba a oscurecer, las oficinas ya estaban cerradas y el vigilante, al decirle que saldríamos temprano, nos dio amarre en el lateral de la gasolinera, que ya estaba cerrada, le dimos un manguerazo rápido al barco y nosotros una buena ducha, luego nos marchamos al restaurant del club por cenar algo caliente.

Las previsiones para el día siguiente eran de sur, sería una etapa, la última con buena mar y viento a favor, sesenta millas y el único problema cruzar la entrada al puerto de Barcelona, habría mucho tráfico y encima los barcos fondeados esperando para entrar en puerto, o sales mar adentro, con lo cual pierdes mucho tiempo o te dedicas a sortear los barcos y entre ellos al Milenium y similares, que parece no encomendarse a nadie cuando entran y salen.

Después de cenar salimos a pasear por Vilanova y la Geltrú, hacía mucho tiempo que no pasaba por aquí, las sucesivas ampliaciones del puerto deportivo han sido de gran envergadura y la zona de grandes yates algo que se estaba necesitando, han sabido pensar en el futuro y han apostado por un turismo náutico de gran calidad. Cosa que no han sabido hacer en muchas poblaciones que a pesar de estar junto en la costa, han vivido de espaldas al mar sin saber invertir en un turismo de calidad y con futuro que es el que no va a fallar cuando llega la crisis.

Después del paseo volvimos al barco, nos fumamos un par de cigarrillos, tomamos una copa de hierbas menorquinas y nos fuimos a dormir.

 

jueves, 4 de agosto de 2022

EL ULTIMO VIIAJE DEL "DESTINO" (Capítulo X)

 

 

 

EL ULTIMO VIAJE DEL "DESTINO"

 

 Pedro  Fuentes

 

CAPITULO  X

 

En Calpe, entregamos el coche y decidimos salir hacia el norte en cuanto pudiésemos.  Como la  previsión era de viento del sur,  a la mañana siguiente salimos rumbo norte con la intención de llegar todo lo lejos que el tiempo y el cansancio les permitiese.

Llamamos a Ernesto para comunicarle que pasaríamos por Alicante cuando bajásemos a recoger el nuevo barco.

Nada más salir de la bocana del puerto de Calpe izamos la mayor y el spi.

Hasta La Nao y San Antonio tuvimos un poco de mar de fondo, pasado San Antonio bajó un  el viento pero también la mar bajó y el barco navegó mucho mejor, al no ser retenido cuando subía la ola.

Las provisiones empezaban a escasear, tendríamos que pensar en comprar algo en el próximo puerto que calcularon que sería puerto Siles si seguíamos al ritmo que llevábamos la idea era llegar al siguiente día hasta Benicarló, para el siguiente día pasar el delta y llegar lo más al norte posible para al otro día llegar a Blanes.

Pasamos Valencia pendientes de los barcos que entran y salen de allí y de los fondeados en las boyas de espera, ya íbamos a rumbo a Canet de Barenguer  pero un poco más abierto para pasar el muelle de carga que hay a la entrada del puerto de Sagunto.

Para comer tuvimos que empezar latas que siempre llevo en el barco en previsión de algún contratiempo y galletas, el poco pan que llevábamos estaba duro.

Llegamos a puerto Siles a las 19 horas, la entrada en puerto Siles, con mala mar no es muy segura, sobre todo si se llega del norte con viento sur, además es un puerto que a menudo hay que dragarlo porque se acumula mucha arena en la bocana, pero esta vez la cosa fue bastante bien.

Nos dieron amarre en el muelle de honor al saber que íbamos a salir temprano. Gracia preguntó por un supermercado y le indicaron, no estaba muy cerca que digamos, pero mientras yo arreglaba papeles y fregaba el barco, ella fue a comprar provisiones, se llevó un carro plegable que siempre llevo conmigo.

Consulté las previsiones de tiempo y seguía el sur, continuábamos con suerte. La siguiente etapa sería Benicarló, así sacaría del barco todo lo no imprescindible puesto que cuando llegásemos a Blanes entregaría el Furia.

Aproveché para llamar a Biel y decirle que en cuanto firmara los papeles, se los enviaría para preparar los trámites para cuando llegásemos a Ciudadela con el barco, pasar las inspecciones correspondientes para la lista 6ª.

Cuando llegó Gracia descargamos los víveres en el barco y después de la consabida ducha nos fuimos a pasear para desentumecer las piernas.

Canet de Berenguer es un bonito pueblo de la Comunidad Valenciana, con una de las mejores playas de la zona.

Tiene la particularidad de que el faro que existe en la población fue construido a unos 300 metros de la playa, tierra a dentro, en una antigua torre, esto ha hecho que para no tapar el faro, las casas construidas en el paseo del mar no podían tener sino dos alturas como máximo, con lo cual ha quedado un paseo de unos 1.500 metros, muy cuidado y amplio, sin grandes edificaciones.

En este hermoso paseo, totalmente peatonal, estuvimos paseando Gracia y yo, nos sentamos un rato en una terraza y luego, ya a la vuelta cenamos en el club, después de la cena, unos socios que estaban sentados en la terraza, tomando unas copas nos invitaron a sentarnos con ellos a charlar y a contar historias marineras, fue una lástima tenernos que retirar pronto porque al día siguiente nos tocaba otra travesía de unas sesenta millas para no perder la costumbre.

Salimos a las siete en punto a navegar, tuvimos que poner en marcha el motor, porque a aquellas horas solamente soplaba un ligero terral que nos acompañaría hasta cerca de las diez que entró de nuevo el sur tal como estaba previsto.

Tanto Gracia como yo nos maravillábamos de la suerte que estábamos teniendo con el viento.

Cuando empezó a rizarse ligeramente el mar, izamos velas y preparamos el spi para izarlo en cuanto soplara un poco más, mientras tanto nos acompañamos con el motor porque teníamos muchas millas por delante, queríamos llegar a Benicarló lo antes posible para vaciar en mi casa todo lo no imprescindible y que no iba a entregar con el barco.

Otra travesía tranquila, buen viento y favorable, lo malo el calor, navegamos con spi totalmente de empopada y en el  barco no corría ni una brizna de aire, al final, nos fuimos turnando para estirarnos en proa, debajo del spi, era la única forma de coger un poco de aire, luego nos entretuvimos en refrescarnos saltando por popa sujetos con una línea de vida, siempre con uno al timón, es una gozada, con la buena velocidad que llevábamos era un fabuloso hidromasaje.

Las horas iban pasando y no parábamos de charlar, ya sabíamos cada uno de la vida del otro.

Gracia hizo que le contase cómo había sido mi infancia y juventud, cuando le estaba contando como habían muerto mis padres, luego como perdía a mi hermana y mi cuñado y como había perdido a tanta gente a mi alrededor, a la pobre Toñi y a algunos más, dos lágrimas se le escaparon y de aquellas turquesa que tiene por ojos y rodaron por sus mejillas, luego le conté como siendo monaguillo en mi pueblo participé en la inauguración de un tiovivo y ya no sabía si reír o llorar, la verdad es que mi vida, hasta ahora no tenía desperdicio.

El día era claro, así que cuando estábamos a la altura de Oropesa pudimos ver, en el horizonte las Columbretes.

Mira, Gracia, las islas Columbretes, cuando subamos de Ciudadela con el barco nuevo, pararemos allí a bañarnos, las gentes de la zona de Benicarló y Vinaroz, cuando van a Ibiza suelen hacer noche allí, que es la mitad del viaje y a la mañana siguiente llegan a San Antonio.

Nos quedan unas veinticinco millas, si todo sigue así, en unas cuatro horas estaremos amarrando en casa. Dormiremos en mi apartamento y mañana nos levantamos tarde, descargamos las cosas que hay que dejar en Benicarló y nos tomamos el día de descanso, al día siguiente seguiremos la subida, una vez pasado el delta del Ebro, todo será más suave, en este tiempo cogeremos si va bien más Sur o Levante, que nos hará trabajar más pero tampoco irá mal un poco de ceñida.

Por fin entramos en Benicarló, lo primero que hacemos es repostar de gasoil, luego vamos al amarre que tengo asignado y una vez amarrados, llega la rutina de siempre, fregar el barco, plegar bien las velas, adujar los cabos, luego la limpieza nuestra.

Como el coche lo tenía en el aparcamiento de la marina, empezamos a recoger trastos, cañas de pescar, y todo aquello que no iba a entregar con el barco, GPS de bolsillo, walki portátil, equipo de cartas, reglas, compases, etc. En fin, el coche lleno, todo fue al trastero que tengo en el aparcamiento debajo del apartamento. Ya habría tiempo en invierno de reordenar todo.

Subimos a mi casa, lo primero que vio Gracia, fue el gran balcón, abrió la persiana y dijo:

Claro, como no, mirando al mar y seguro que si lo busco, veré el barco desde aquí.

No, el barco no se ve, el puerto de enfrente es el muelle comercial, donde están los pesqueros.

Nos arreglamos y salimos a pasear un rato para desentumecer las piernas.

Como hemos llegado antes de lo previsto y encima, el trabajo que teníamos para mañana, el recoger, ya está hecho, no nos queda sino pasear, cenar, pasear un rato para bajar la cena y mañana día de asueto completo.

A la mañana siguiente, a las nueve en punto, nos despertamos sobresaltados, no me acordaba de que la señora Hortensia pasa una vez cada semana a limpiar la casa y a regar las plantas que ella misma pone porque dice que crean un ambiente positivo en la casa.

Cuando saltamos de la cama ella también se asusta, no nos esperaba en casa. Al ver a Gracia salir de la habitación con mi camisa del pijama, le veo una medio sonrisa pícara, su tema favorito de conversación es:

¿Por qué no se busca una buena chica para compartir la vida, Ricardo?

Nos arreglamos y decidimos ir a Peñícola que Gracia no lo conoce y ayer, cuando divisamos el castillo desde el mar le dejó impresionada.

Cogimos la moto para evitar problemas de aparcamiento y nos marchamos por el camino de la costa.