Mi lista de blogs

jueves, 28 de noviembre de 2013

EL ULTIMO VIAJE DEL "DESTINO" Capítulo I

Hoy comienzo un relato bastante largo, quizás nos dure hasta febrero o marzo de 2014, este relato es una historia de Ricardo con su anterior velero, un Furia 25 anterior al barco que se relata en "El Viaje I".
Gracias a las charlas con Ricardo en las largas tardes de invierno, el libro de Bitácoras y las cartas que guarda Ricardo, he podido reconstruir esta historia y otra más que seguramente se publicará a continuación, espero que os guste, os recomiendo, a los que no conocen la navegación que se hagan con uno de tantos diccionarios de náutica que hay en intrenet.

Y ahora......................

EL ULTIMO VIAJE DEL “DESTINO”

Pedro Fuentes

Capítulo  I
Salí de Blanes a donde había ido porque me salió un comprador para el barco, una vez apalabrado faltaba la firma que sería a primeros de Julio. La idea era ir hasta Benicarló, mi puerto base, antes de firmar, para descargar todos los efectos personales y entregar el barco limpio, pero todavía faltaban más de dos semanas y mientras tanto, como no tenía nada que hacer, me dediqué a hacer las últimas navegadas por la Costa Brava.
Aquella tarde salí sin rumbo, deseaba despejar mi mente, había tenido un mal invierno, todo había pasado muy rápidamente, de pronto un día descubrí que nada me quedaba, el trabajo se fue al garete. No sé si como consecuencia o ya venía de antes, me encontré con una carta en la que la persona a la que estaba unido me abandonaba, todo se quedó en un vacío a mí alrededor.
Me fui al puerto, preparé  mi velero, un Furia 25, largué amarras y salí por la bocana del puerto sin rumbo a ninguna parte.
Llevaba 2 horas navegando entre través y ceñida. Dejándome llevar por la suave ventolina   que me llevaba a una velocidad de tres nudos y medio. Cuando me fijé en el rumbo de compás, 147 grados, el piloto automático parecía parado, la mar plana, la mar era un pequeño rizo que no llegaba a romper, el cielo estaba despejado y eran las cinco de la tarde, había salido a dar una vuelta, a olvidarme del mundo durante unas horas, solamente la gente de la mar sabe lo que es navegar en solitario, el cielo, el mar y tú, título de por lo menos un libro de navegación, pero es verdad, si no eres capaz de encontrarte a ti mismo en esas circunstancias, déjate de buscarte o búscate en otro lugar, no pierdas el tiempo.
Llevaba el GPS apagado, lo encendí y éste me dio un plano general de la carta, miré el compás, seguía en el 147º miré de nuevo el GPS y allá, al fondo del 147º apareció u destino:
 Faro de Faváritx en Menorca. Llevaba pertrechos como siempre a bordo del “Destino”, nombre de mi barco, y pensé:
Nadie me espera, soy un espíritu libre, tengo para veinte días antes de entregar el barco a su nuevo dueño cuando vuelva,  luego me encontraré igual de solo y rodeado de recuerdos, yo soy el  “chino cocinero” del “Destino” y de mi destino. No es la primera vez que vuelvo a empezar de nuevo, mi rumbo es 147º y allá vamos, Menorca.
No parecía que fuese a cambiar el tiempo pero de todas formas, entré en la cabina y fui preparando todo, el traje de agua cerca, encendí la emisora, canal 16 por si había algún mensaje sobre el tiempo o alguna incidencia, coloqué en la mesa de cartas la correspondiente a la zona de navegación, calculé el rumbo y la velocidad, si el viento se mantenía así o arreciaba un poco más, podría conseguir los cuatro y medio o cinco, por la hora que era y la dirección del viento era muy posible que no cambiase por la noche, además, cuando ésta llegase los terrales ya no me alcanzarían.
Fui preparando las cosas, incluida la comida para tenerlo todo más al alcance de la mano si se terciaba el tiempo.
Preparé el termo grande de café y metí unas cervezas en la nevera, comprobé la carga de baterías y las luces de navegación.
Todo esto muy pendiente de los pesqueros que a esas horas regresan a Blanes después de un día de faena y que van a toda máquina, todo era correcto, a partir de las doce pondría el motor en marcha para cargar baterías.
Por la banda de babor, a una media milla apareció un pesquero conocido. Me acerqué a la emisora, puse el canal de los pescadores y llamé:
Mar Blava, Mar Blava, Mar Blava, aquí Destino, ¿Me escuchas? Cambio.
La inconfundible voz de mi amigo Pitu LLauradó, mas conocido por “Bicicleta” me contestó:
Hola, Destino, hola, Ricardo, ¿Dónde andas? cambio.
Te tengo por proa, me voy a dar una vuelta por Menorca, ¿Te vienes? Cambio
Me c… en dena, ahora mismo me iría, si vas por Mahón tráeme un par de gorras como la mía, las encontrarás en la tienda de efectos navales del puerto de Mahón.  Cambio
De acuerdo, nos veremos a la vuelta, cambio
Buena travesía y cuidado con el gin y las hierbas. Cambio y corto.
Cuando nos cruzamos, Pitu salió de la cabina y me saludó.
Le devolví el saludo y recordé cuantas veces había ido a pescar con él y cuantas había venido a navegar conmigo, había empezado a navegar y pescar con doce años con su padre pero no se cansaba nunca de salir a la mar.
De vuelta en la cabina, en la mesa de cartas la correspondiente, busqué en el GPS la demarcación y la hora, luego, sobre la carta anoté hora, velocidad, longitud y latitud. Había un pequeño abatimiento a sotavento, pero ya lo corregiría en la siguiente lectura si aumentaba. Dentro de dos horas anotaríamos la siguiente. La verdad es que habría que tomarla con sextante, pero me parece que eso no lo hace nadie.
Una vez visitando el Juan Sebastián Elcano, un guardiamarina me enseñaba los sextantes y  le había preguntado de broma por el GPS. Me contestó muy serio que ellos solo usaban el sextante, después me dijo:
Bueno, luego lo compruebo con el GPS por si acaso.
Subí a cubierta, preparé una línea de vida y me puse el chaleco auto hinchable, hay normas que no se pueden saltar a la torera si se navega en solitario, me preparé del termo una taza de café y me fumé el primer cigarrillo, luego cacé la mayor y el génova y el barco pareció ganar velocidad. Una gaviota seguía solitaria la estela del barco ¿Sería Juan Salvador Gaviota? No, Juan Salvador era yo, ya empezaba a sentirme libre.
Ya han pasado todos los pesqueros que vuelven, han pasado tres horas de navegación, tierra empieza a desaparecer, ya no se divisan los pueblos, el ruido de las olas al romper contra la proa del barco es el único sonido que se escucha, las velas van bien cazadas y en ningún momento flamean, los catavientos parecen flotar en el espacio.
Es extraño, no afloran recuerdos recientes, mi mente se va a la infancia, cuando vivía en un pequeño pueblo con mis padres y era monaguillo y por mi cabeza de crio de ocho años rondaba la idea de hacerme sacerdote cuando fuese mayor.
Las travesuras de crío me rondaban, solamente tenía una hermana mayor, veintidós años, se había ido a estudiar a Madrid. Allí tenía un novio con el que pensaba casarse cuando terminase los estudios de enfermera, su novio algo mayor que ella era militar.
Mis padres eran bastante mayores, Paco, mi padre, agricultor murió cuando yo tenía nueve años.
Una sonrisa vino rodeada del recuerdo de cuando intentaron poner un tiovivo en el pueblo y  terminó con uno de los hechos que marcaron a aquel pueblo para siempre, fue el hazme reír entre los pueblos de la comarca, decían: Si vas a …… ten cuidado con la corriente eléctrica.
Al poco tiempo de aquello, mi madre quedó con mi hermana que me fuese a Madrid con ella, a estudiar, decía que así tendría más futuro, luego, cuando a los seis meses murió mi madre, mi hermana supo que mi madre estaba muy enferma y no quería que yo tuviese el  recuerdo de verla morir poco a poco.
Llegué a Madrid y me encontré con el mejor de los mundos, mi hermana estaba recién casada entonces, tanto ella como su marido me trataron como un hijo, me matricularon en un colegio religioso, allí había conocido al padre Lázaro, su profesor de latín y consejero espiritual, habían hecho una buena amistad.
Cuando  mi madre murió nos acompañó a mi hermana, su marido y a mí al pueblo y nos ayudó todo lo que pudo.
Dicen que las grandes ciudades cuando llegas de un pequeño pueblo, te devoran, yo me integré perfectamente en Madrid, creo que aproveché las oportunidades que te ofrecen las ciudades sobre todo de diversidad cultural, teatros, universidades, allí hice mis mejores amigos y pasé grandes aventuras, allí conocí a mi primer amor, Enriqueta.
Un par de años antes había abandonado la idea del sacerdocio. Lo de Enriqueta fue lo más grande que me pudo pasar y el comienzo de mi peor etapa, después de Enriqueta, que duró diez meses entré en una etapa oscura en la que pasé por una crisis personal que me mal llevó por la vida y que culminó con la muerte de mi hermana y su marido en un accidente cuando iban al pueblo.
Me quedé solo en el mundo con diecisiete años, un tío de mi cuñado, militar de alta graduación asumió mi tutoría, seguí viviendo en el piso de mi hermana, que heredé y el militar, excelente persona, en todo momento se ocupó de mí, supervisó mis estudios, controló mi administración y se preocupó de todo lo que me concernía.
Me viene a la memoria el recuerdo del  padre Lázaro, al que veía de vez en cuando y se preocupaba por mis crisis de fe.
Recuerdo ahora las buenas horas pasadas con mis amigos Vicente y Pedro cuando me llevaron a la sanadora de cerca de Morata de Tajuña  para que me curase de la úlcera de estómago y tantas personas a las que conocí en aquella época.
Varias mujeres hubo en aquellos tiempos, algunas las recuerdo con cariño, otras me hirieron, pero como siempre digo, en esta vida todo te enseña y todo te hace madurar y siempre, siempre estás madurando.

jueves, 21 de noviembre de 2013

Y NO ESTABA MUERTA Capítulo VII y Epílogo

Hoy se termina, con el Capítulo VII y un Epílogo Y NO ESTABA MUERTA, espero que sea de vuetro agrado.

La semana que viene comenzamos con un nuevo relato.

Y ahora................

Y NO ESTABA MUERTA
                                                                                                                  
Pedro Fuentes

Capítulo  VII

Eran las diez de la mañana cuando a 500 kilómetros sonó el teléfono móvil de un viejo conocido.
¿Si, dígame?
¡Ricardo! ¡Hola!, ¿Me conoces?
Si, claro, ahora si, José Miguel, ¿Has vuelto a la costa?
No, no, estoy en Madrid, te llamo por dos razones, la primera es saber cómo estáis tú y Pedro, y la segunda es porque quería consultarte algo.
Si, estamos bien, con Pedro de vez en cuando vamos a pescar y está bien ¿Y tú qué tal andas?
Bien, con mucho trabajo pero bien, de eso quería hablarte, tengo un asunto sobre la mesa del despacho que no tiene mucha importancia, se trata de un posible accidente, pero es tan claro, tan perfecto, tan limpio que antes de darle carpetazo y cerrarlo quería comentártelo.
José Miguel le explicó a su amigo el caso de Gertrudis y luego le dijo:
¿Por qué no te vienes a Madrid y vamos a hacer una última inspección del caso?
Bueno, en realidad ahora no hago nada y no me vendría mal un paseo por la capital.
Coméntaselo a Pedro y os venís los dos y así de camino nos vemos y pasamos unos días juntos.
Bueno, te diré algo sobre Pedro y si dice que sí marchamos mañana mismo. Ahora con el AVE es un paseo.
Ricardo habló con Pedro y asintió rápidamente, aquella misma tarde, después de avisar al comisario se fueron a Valencia y desde allí cogieron el tren hasta Madrid.
Llegaron y José Miguel les estaba esperando para irse a cenar.
Bueno, José Miguel, dijo Ricardo, dices que en la casa la mujer oyó una llamada de teléfonos y al correr tropezó y cayó por las escaleras, ¿Desde dónde llamaron?
Desde un móvil de prepago, ya sabéis, estos teléfonos en principio tienen que estar identificados, pero hay varias trampas para ponerlos a nombre falso y éste es uno de ellos.
Esa es una de las causas que hay para sospechar, ¿Se habían recibido más llamadas de este número? Preguntó Ricardo
Si, algunas pero siempre sin ser contestadas, pudiese ser de esos teléfonos que últimamente todo el mundo recibe llamadas, no hay denuncias, pero a veces pasa.
Después de cenar los tres amigos aprovecharon para irse al teatro y luego Ricardo y Pedro se fueron al hotel y quedaron en que a las 10 los recogería José Miguel con el coche e irían a visitar la casa del accidente.
A las diez en punto de la mañana siguiente José Miguel entró en el hotel a recoger a sus amigos cuando estos estaban dejando las llaves en recepción.
Buenos días, dijo el comisario, el coche nos espera.
Subieron al coche y marcharon hacia Chamartin, al barrio de Ciudad Jardín-Prosperidad, localizaron el chalet, una casa ya antigua pero bien cuidada con un jardín muy arreglado. En el porche una mujer, en una silla de ruedas eléctrica tomaba el sol.
Llamaron al timbre y del interior, cuya puerta estaba abierta salió una mujer de unos treinta y pocos años, alta y esbelta.
¿Qué desean? Dijo la mujer a dos metros de la puerta de hierro forjado donde estaban parados los tres amigos.
José Miguel sacó su placa y se la enseñó mientras decía:
Soy el comisario José Miguel Martínez y venimos a terminar un formulismo sobre el accidente que sufrió la señora Gertrudis.
Fina miró a Gertrudis y ésta asintió con la mirada para que abriese la puerta.
Una vez en el jardín se dirigió a Gertrudis y le preguntó si era ella, Fina intervino y le dijo:
No habla, solamente le puede responder por señas, moviendo los párpados, una vez para decir si, dos para no, varias veces para decirle que no sabe o no comprende. Si conoce el alfabeto para sordos con las manos también le puede decir alguna cosa corta.
Bien, gracias, intentaremos entendernos, suponemos que usted es la señorita de compañía, ¿Vivía en la casa cuando ocurrió el accidente?
No, yo fui contratada después, cuando salió del hospital.
¿Está el marido de la señora?
No, está trabajando, no vendrá hasta la tarde.
Bueno, puede retirarse, luego querremos hacerle unas preguntas a usted, ¿La señora nos entiende bien?
Si, contestó Fina a la vez que Gertrudis parpadeó una vez.
Fina se alejó hacia el interior y los tres amigos se sentaron en unas sillas que movieron hasta ponerlas enfrente de la silla de ruedas.
¿Se llama usted Gertrudis?
Esta asintió
Según el informe, usted se encontraba en el piso superior de la casa cuando sonó un teléfono en el recibidor, llamó a su marido que estaba aquí en el porche y no le oyó, quiso bajar por las escaleras y tropezó con algo y cayó por las escaleras.
Gertrudis iba afirmando mientras José Miguel leía el informe.
¿Sonaba el teléfono más veces así?
Si.
¿Cuándo contestaban decían algo?
No.
¿Respondía también el teléfono su marido? Preguntó Ricardo.
Si.
¿A él le decían algo?
La mujer parpadeó una vez, hizo una pausa y parpadeó dos veces mientras que abriendo la mano derecha movió los dedos pulgar y meñique arriba y abajo.
¿Quiere decir que a veces si y a veces no?
Si.
¿Cuándo cogía el teléfono su marido se equivocaban?
Parpadeó una sola vez mientras volvía a mover la mano.
¿Tiene usted teléfono móvil? Preguntó Pedro mientras iba anotando cosas en una libreta
No.
¿Y su marido?
Si.
¿Habla mucho por él?
Si.
¿Más que por el fijo?
Si.
¿Perdió el conocimiento cuando cayó?
La mujer expresó duda.
¿Oía algo?
Si.
¿Vio algo?
Si.
Empleando el abecedario para sordos dijo:
L U Z - T U N E L.
¿Quiere decir que vio un túnel en el que al fondo se veía una luz blanca y cegadora? Preguntó Pedro.
Si, si, si.
¿Cuándo dejó de verla?
La mujer dudó, luego otra vez con las manos dijo:
A M B U L A N C I A.
¿Le importaría que viésemos la escalera? Dijo José Miguel.
La mujer, con un movimiento de las manos hizo girar la silla sobre sí misma y recorrió el espacio hacia la puerta.
Los tres amigos la siguieron. Una vez en el recibidor vieron el teléfono, la puerta como quedaba abierta, subieron por la escalera, en el descansillo de arriba, cubierto por moqueta, Ricardo recorrió el espacio entre la habitación de matrimonio y la escalera, comprobó que la moqueta estaba bien sujeta, pegada al suelo, luego recorrió todos los bordes de ésta.
Ricardo le dijo algo a Pedro y éste bajó hasta el porche, sonó el teléfono fijo y Fina salió de la cocina a descolgarlo.
¡Diga! ¡Dígame! ¿Quién es? Nada, no responde nadie. Dijo Fina y colgó de nuevo.
Pedro entró en la casa y cerrando la mano derecha, dejó el dedo pulgar hacia arriba, José Miguel sonrió y empezó a bajar por las escaleras seguido de Ricardo.
Abajo les esperaba Gertrudis.
Por la puerta de la calle apareció un hombre de estatura media, delgado, con gafas y una barba espesa pero arreglada.
¿Se puede pasar? Preguntó.
Ricardo le preguntó:
¿Es usted el esposo de la señora Gertrudis?
No, no, soy el psicólogo y vengo una o dos veces por semana, hoy no tocaba venir, pero he ido a un recado aquí cerca y me he acercado pero solamente de visita.
Soy el comisario y hemos venido a hacer una visita rutinaria para poder cerrar el caso, pero ya que está usted aquí, me interesaría consultarle unas cosillas, ¿Le importa que salgamos al jardín y hablemos un momento?
En absoluto, estoy a su disposición.
Y salieron los dos. Ricardo le preguntó a Fina:
¿A qué hora suele venir el esposo?
Depende, normalmente sobre las cuatro o cinco de la tarde, pero a veces viene más tarde pero suele avisar, cuando ha sonado el teléfono pensé que sería él.
Entró José Miguel por la puerta de la calle y dirigiéndose a Gertrudis le dijo:
Bueno, señora, por ahora hemos terminado, pero tenemos que hablar con su marido, así que esta tarde volveremos sobre las cinco y media, díganle que nos espere, que solamente nos falta hablar con él para cerrar el caso.
 Puso su mano sobre la mano derecha de Gertrudis y se despidió de ella:
Encantado de conocerla, lamento que sea en estas circunstancias, pero veo que usted es muy fuerte y sabrá salir adelante.
Los tres amigos se marcharon.
Vamos a la comisaría, tenemos que hacer un poco de trabajo y luego nos vamos a comer ¿De acuerdo?
Ricardo y Pedro asintieron.
Pasaron el resto de la mañana haciendo averiguaciones y comentado varias cosas, Pedro cogió todo el expediente y lo leyó de arriba abajo, algunas veces preguntaba algo a José Miguel y otras recalcaba otras en las que no parecía haber caído Ricardo.
Ricardo y Pedro, como ya sabemos todos por otros casos, habían sido nombrados colaboradores de la policía, bueno, Pedro siempre decía que Ricardo era el colaborador, que él era solamente su biógrafo.
Cuando terminaron las averiguaciones que estaban haciendo, se marcharon a comer cerca de la comisaría, luego volvieron, dieron un nuevo repaso a los papeles y marcharon al chalet de Ramón y Gertrudis.
Llegaron a las cinco y veinte, llamaron a la puerta y Fina les abrió, entraron en el salón y allí estaban Ramón y Gertrudis, Fina se marchaba cuando José Miguel le dijo que se quedase.
Bueno, estamos aquí porque tenemos que charlar con ustedes para poder cerrar este caso, dijo José Miguel, a continuación mi compañero dará lectura al expediente, e hizo una seña a Pedro que comenzó la lectura. Cuando llegó a la llamada de teléfono paró.
Ricardo le dijo a Ramón:
Usted dice que no escuchó el timbre, sin embargo cuando declaró por primera vez dijo que estaba en el porche y con la puerta abierta, ¿Se ratifica en lo dicho entonces?
Si, no oí nada, quizás estaba muy concentrado en lo que hacía o en la calle pasó alguna moto y no escuché nada.
Sin embargo nosotros hemos hecho la prueba esta mañana y el timbre se oía perfectamente desde el porche, más que desde la habitación de matrimonio donde estaba su esposa, tampoco oyó la voz de su mujer llamándole desde arriba, pero bueno, quizás usted sea más duro de oído que todos nosotros, pero la verdad es que el teléfono suena una barbaridad. Usted, señorita Fina ¿Tiene aquí un móvil para llamar al teléfono fijo y probarlo?
Fina sacó un móvil del bolsillo del vestido y marcó. El teléfono sonó fuerte. Vale, puede colgar, dijo José Miguel y preguntó a Ramón ¿Lo ha oído bien?
Si, señor comisario, fuerte y claro.
Y usted, Srta. Fina, ¿Tiene otro móvil?
No, ninguno más.
Pedro sacó un teléfono y marcó un número.
Dentro de un bolso en la mesita de al lado del sofá cama sonó débilmente un teléfono.
Nadie se movió, Fina miró extrañada, José Miguel  preguntó ¿De quién es ese teléfono?
Fina respondió, es de una amiga mía que me  dijo que se lo guardase.
Es curioso, dijo Ricardo, ese teléfono de tarjeta prepago está a nombre de un hombre que murió hace tres años y es desde ese mismo teléfono desde donde se realizó la llamada del día del accidente.
Eso no prueba nada, dijo Ramón.
Ya, ya lo sabemos, pero desde ese teléfono se llamaba muy a menudo a su casa y a su teléfono y al teléfono de su despacho.
Sigue sin probar nada.
Si, ya lo sabemos, pero si ese teléfono está en poder de la Srta. Fina y además recibe llamadas de su móvil algo pasa, si además el curriculum de la citada señorita Fina es totalmente falso, tampoco es auxiliar de geriatría, es más trabajó de camarera hasta hace dos años que conoció a Ramón y desde entonces mantiene una relación con él. Esto tampoco prueba nada, pero las evidencias se van multiplicando.
En ese momento llamaron a la puerta y Pedro fue a abrir, era Jesús, el psicólogo, entró, se sentó al lado de Gertrudis y le cogió la mano, de los ojos de ella brotaron dos lágrimas.
Pedro siguió leyendo, ahora relataba cómo Gertrudis salió al descansillo superior y llamaba a Ramón.
Gertrudis, en muy pocos momentos has perdido el conocimiento, por lo que hemos hablado contigo y con tu psicólogo, ¿Recuerdas haber tropezado con algo? Preguntó Ricardo.
Gertrudis hizo señas a Jesús y éste dijo:
Dice que no había nada en el suelo, sin embargo siempre tuvo la impresión de haber tropezado.
Cuando volví a casa del hospital, revisé todo y no había nada en el suelo ni nada había rodado por la escalera con mi mujer.
Ricardo le preguntó a boca de jarro: ¿Colocó bien la alfombra?
Si, pero no tenía ninguna arruga.
Ese si parece que le delata bastante, dijo José Miguel.
No tienen ninguna prueba, solamente suposiciones, ningún juez me condenaría por tener una aventura extramatrimonial.
Pedro sacó de entre los papeles una fotografía y se la dio a Ricardo, éste se la enseñó a Ramón ¿Qué ve aquí?
Una alfombra, la de arriba.
¿Y no ve nada?
No
Si se fija, hay una marca, es la marca que dejó la pata del mueble que hay pegado a la pared, usted levantó el mueble y atrapó la alfombra para que formase una arruga, ésta es la marca de la pata del mueble y esta otra raya es la que quedó en la alfombra al doblarse.
No pueden probar nada.
¿Está seguro? Dijo José Miguel, ¡señorita Fina!, usted puede ser acusada de cómplice o solamente de engaño manifiesto al falsear los papeles y poco más, si colabora con la policía.
Yo no hice nada, es más, siempre me dijo que conseguiría traerme a casa hasta que se solucionase lo de la petición de divorcio, solamente me pidió que llamase por teléfono el día señalado a la hora indicada, para eso me dio el teléfono de tarjeta, además lo usaba para llamarme, cuando yo llamaba a la casa si cogía su mujer el teléfono colgaba, si lo cogía él, se iba al despacho y lo llamaba al móvil. No me dijo nunca lo que iba a hacer, solamente que preparaba algo importante, incluso le había hecho un seguro de vida a su mujer. El curriculum y el resto de papeles me los dio él.
¡Calla! No digas nada, ¿No ves que no tienen pruebas?
¡Ramón! Queda detenido por intento de asesinato de su mujer. Dijo José Miguel  e hizo una seña por la ventana y entraron dos policías uniformados que esposaron a Ramón y a Fina y se los llevaron.
Gertrudis lloraba a lágrima viva, hizo un esfuerzo y apretando la mano de Jesús abrió la boca y dijo:
Algo sospechaba. Hacía un par de años que no era el mismo.
Los tres amigos se despidieron de Gertrudis y de Jesús y salieron de la casa.

Epílogo
Ramón fue juzgado por intento de asesinato en primer grado y al pago de una fuerte indemnización a su esposa, además fue condenado a 18 años de prisión.
Fina consiguió un trato con la justicia por colaborar con la fiscalía, fue condenada a 4 años pero no llegó a entrar en prisión al no tener antecedentes.
José Miguel, Ricardo y Pedro después de irse a cenar para celebrarlo, quedaron en verse más a menudo pero sin investigaciones por medio, cosa que duda el policía porque allá donde van parece que llaman al delito y terminan envueltos en algún caso, cosa que Pedro agradece porque así puede seguir escribiendo, que es lo que le gusta, ya lo dice él:
Yo solo soy el biógrafo de Ricardo, que lleva toda la vida metiéndose en jaleos.
Jesús se convirtió en inseparable de Gertrudis, que no volvió a andar pero recuperó la movilidad de los miembros superiores y puede  hablar. Al cabo de un año se convirtieron en marido y mujer, cuando le fue conseguida la anulación a Gertrudis.
 FIN



jueves, 14 de noviembre de 2013

Y NO ESTABA MUERTA (Capítulo VI)

Un cápítulo más, el VI de "Y NO ESTABA MUERTA" , la historia de Gertrudis, que ha pasado de ser una persona normal y corriente, con toda la movilidad corporal a ser un ser totalmente inmovil, postrada en una cama de un hospital como si fuese un vegetal por culpa de un terrible accidente.

Y ahora......................
Y NO ESTABA MUERTA

Pedro Fuentes

Capítulo  VI
Ya me siento mejor, por lo menos ahora ya saben que estoy viva, que oigo todo y puedo responder.
La rehabilitación va muy bien, según los médicos, ya sé que no podré andar nunca más, pero eso no sería lo peor de todo, lo peor es no sentir, el sentirse como una planta, ahora ya puedo mover los brazos, bueno, de momento el que no tengo escayolado, pero dicen que cuando me quiten el yeso, podré y cada día mejor. El habla no lo he conseguido, pero por lo menos puedo comer y tragar por mi misma, además, lo más importante, puedo controlar los esfínteres.
Tengo ganas de llegar a casa, me han dicho que será pronto, Ramón me ha explicado que van a hacer unas reformas para que pueda moverme con la silla por mi misma en la planta baja y que me arreglará la sala de estar como habitación, podré salir al jardín y al patio trasero, también me ha hablado de que sería interesante, mientras recupero la movilidad de los brazos y pueda valerme  sola, ponerme una persona que me ayude y haga las labores de la casa, dice que pondrá un anuncio y miraremos quién viene por el empleo.
Cada día en la rehabilitación descubro algo nuevo, hoy puedo mover mejor los dedos y los brazos, esto abre un montón de posibilidades, creo que podré utilizar un PC, esto me facilitará la comunicación y me abre la gran puerta de Internet, ya utilizaba el ordenador como  uno de mis entretenimientos, además de que en mi trabajo era la primera herramienta, estoy acostumbrada a las hojas de cálculo y procesadores de texto, además comparto con mucha gente cadenas sociales y recibo informaciones de todo el mundo, dentro del mal que me ha pasado, no ha sido lo peor, Dios cuando te cierra una puerta, te abre otras.
Va pasando el tiempo y ya pronto me quitarán la escayola de la clavícula y el brazo, la de la pelvis durará un poco más, pero debido a la inmovilidad de las piernas, dice el traumatólogo que no hay mucho peligro de movimientos bruscos, la verdad es que semejante comentario me ha parecido un poco de mal gusto en el fondo, pero me lo he tomado a risa.
 Está visto que el psicólogo que me trata está haciendo un buen trabajo, es un hombre de mi edad y me comenta que lo mejor que hago por mi bienestar es el tomarme la vida con ese ánimo, cualquier persona que haya pasado por algo similar a lo mío, estaría hundido en una fuerte depresión.
Todas mis conversaciones son a base del si y el no de mis párpados y algún truco más que hemos inventado, guiñar el ojo derecho o izquierdo para respuestas no tan tajantes como afirmar o negar, tres cierres lentos de párpados cambiar la pregunta por tener dudas y lo más, desde que puedo mover las manos y los dedos, estoy aprendiendo un lenguaje de signos a base de las letras del abecedario. Cuando llega Ramón y nos oye reír, casi se enfada pensando cómo podemos hacerlo en mi estado.
Ramón siempre ha sido una persona bastante inestable e incapaz de aceptar los golpes de la vida. Se ha pasado gran parte de su vida escondiendo sus alegrías y frustraciones en el fútbol, capaz de llorar por la pérdida de un partido pero incapaz de hacerlo por una película sensiblera.
Es un hombre bueno, honesto y honrado, pero si no fuese porque yo le he empujado a hacer las cosas en esta vida, no sé a donde habría llegado, pero creo que no muy lejos, laboralmente está muy bien considerado, la prueba está en que ahora que hemos tenido este problema, le han dicho que se tome el tiempo que necesita y va a ratos a trabajar o lo hace por Internet desde casa, es Informático en una gran empresa y tiene un buen equipo humano al que sabe dirigir con mano izquierda pero con firmeza, la que no tiene para el resto de los mortales.
La enfermera que rezaba a mi lado cuando estaba en coma, viene a visitarme siempre que puede, al ver mis progresos se ha alegrado muchísimo y me ha dicho que si quiero le puede decir al capellán que pasa por el hospital que me puede visitar, le he dicho que sí, que puede pasar cuando quiera.
La tarde siguiente ha pasado el sacerdote, cuando he oído su voz la he reconocido, él también estuvo a mi lado cuando estaba en coma, me cogió la mano derecha, me la apretó y me dijo algo así como:
 Valor, hija, Dios no te abandonará.
Me ha preguntado si era Católica, le he contestado que sí, pero que últimamente me encontraba un poco alejada de la Iglesia. Entonces me ha ofrecido la Sagrada Comunión, le he dicho que sí.
Después de una breve charla me ha dado la absolución y sacando una cajita que llevaba en el maletín que le acompañaba, me ha dado la Comunión.
Cuando ha llegado Ramón me ha comunicado que ya han empezado las obras para adaptar el cuarto de baño, así como la sala de estar, ha retirado todos los muebles, salvo un par de sillones, va a poner una cama regulable eléctricamente, la pequeña grúa es eléctrica y en principio, si mejora algo mi movilidad, la podré usar yo sola, ya que además se puede desplazar en recorridos cortos, en el despacho ha sacado todo su equipo informático, mesa, sillones articulados, ha mandado hacer otra instalación en una de las habitaciones de la planta superior y allí montará su despacho, en el de abajo pondrá una mesa a la medida de una silla de ruedas y todos los archivadores y una pequeña biblioteca a baja altura, que se pueda utilizar desde la silla.
Dice Ramón que va a poner el anuncio de que necesitamos una persona para hacerme compañía y trabajos de casa, que en principio cree que la necesitaremos las veinticuatro horas del día, luego, según mi recuperación podríamos reducir el tiempo y dejarla solamente para mañana y tarde, ya que él tiene que empezar a ir al trabajo.
Me parece bien, le he hecho saber que le preguntaremos a la enfermera que viene a rezar y quizás sepa de alguien.
Ha dicho Beatriz, la enfermera, que abajo, en recepción hay una lista de personas que cuidan enfermos y disminuidos físicos, que tienen mucho cuidado de a quién incluyen en la lista y piden muchas referencias.
Hoy la rehabilitación ha sido muy dura, a veces termino llorando de dolor y frustración, pero hoy ha sido demasiado, los estiramientos que tengo que hacer me cuestan mucho, además ya he empezado a hacer pesas para fortalecer las manos y los brazos, incluso el escayolado, según el fisio, estos tienen que ser mis brazos y mis pies para el futuro, luego me hace estiramientos y masajes en las piernas, dice que hay que seguir haciéndolos para que la sangre corra por ellas y que no se queden en tejido muerto, que siempre queda la esperanza de que con el tiempo se descubra algo que pudiese solucionarme la movilidad, que hoy por hoy no existe, pero la medicina es una ciencia que cada día está avanzando.
Jesús, el psicólogo, ha venido, viene dos veces por semana y a partir de hoy pasará a una vez. Cuando me manden a casa tendrán que llevarme a su consulta hasta que estime necesario, lo mismo que la rehabilitación, que será diaria y me tienen que traer.
Le he dicho a Jesús que no quiero que me lleven a casa todavía, que aquí estoy acompañada y allí lo mismo se me cae la casa encima. Decirle todo esto, por señas y con el alfabeto para sordos de las manos, es un gran trabajo, pero Jesús me hace que cada vez mis frases sean lo más largas posibles, además, muchas veces me dice que no me entiende, yo creo que lo hace a propósito para obligarme a trabajar.
Hoy, entre el fisio y Jesús, he terminado llorando, este último, que no demuestra lástima en ningún momento me dice que es que va a cambiar el tiempo y que además quiero la vida cómoda del hospital, que ya va siendo hora de enfrentarme a la rudeza de la vida y que veré cuando esté en casa que me podré valer por mi misma para hacer muchas cosas, que podré salir y entrar cuando sepa moverme con la silla de ruedas y que seré libre.
Esta mañana han venido a buscarme a primera hora, para levantarme tengo un artilugio, como una pequeña grúa que me colocan y luego giran para sentarme en la silla de ruedas, dice Ramón que en casa me van a poner una más pequeña y eléctrica, que con el tiempo esa operación la podré hacer yo sola.
Me han hecho unas radiografías e inmediatamente ha venido el trauma y me ha dicho que me quita la escayola del húmero y la clavícula, que la de la pelvis me la dejará algún tiempo más.
Ha venido Ramón y me ha comunicado que los arreglos de casa ya están hechos, hemos comprado una furgoneta adaptada, pero todavía no se la han entregado, mientras tanto los desplazamientos hasta el hospital, cuando nos vayamos a casa, como no está muy lejos los haremos con la silla de ruedas o en ambulancia.
Dice Ramón que cree que ya tenemos cuidadora, que vendrá esta tarde para conocerme y que yo dé el visto bueno.
Después de comer, a primera hora de la tarde, ha venido la aspirante a cuidadora, ha llamado y Ramón le ha abierto la puerta,  ha entrado y mi marido me la ha presentado, es una mujer de unos treinta y tantos años, alta y elegante, no parece que sea una cuidadora.
Ha presentado un curriculum muy bueno, hasta hace unas semanas estaba en una casa de un matrimonio de ancianos, él estaba muy mal, ella, algo más joven y se conservaba mejor, el anciano murió y ella se fue al extranjero a vivir con una hija, antes de irse le escribió unas referencias muy buenas a Fina, que así se llama.
Ramón le hizo saber cuales serían sus obligaciones, eran aproximadamente lo que hacía con los ancianos, a mi me pareció bien salvo que parecía más la señora de una casa que la cuidadora.
El sueldo le pareció correcto pero quería estar asegurada,
Le tomamos el número de teléfono y le comunicamos que le diríamos algo en un par de días.
Cuando marchó, Ramón me preguntó qué me parecía.
Como pude le dije que las manos las tenía muy arregladas para estar tanto tiempo en la casa de los ancianos.
Ramón me contestó que según había hablado con ella, con el anciano no tenía mucho trabajo, porque en la casa además tenían una asistenta y ella lo único que hacía era leerle el periódico, hacerle compañía  y sacarlo a pasear. Además la candidata era auxiliar de geriatría y enfermería con un curso de quiromasaje, había trabajado también, antes de con el anciano en un geriátrico, pero le daba más el trabajar en una casa, lo único que quería eran dos tardes libres a la semana que ya verían cómo lo combinaría, aunque al principio comprendía que no podría ser ya que mi movilidad era muy reducida y dependía de alguien, aunque él, Ramón también se podría hacer cargo.
A los dos días Ramón la llamó y le dijo que quedaba contratada, entonces estuvo viniendo  al hospital  para aprender los cuidados que me tenía que hacer, tanto de rehabilitación como de enfermería.
La verdad es que Fina parecía muy competente y aprendía rápido. Es muy agradable en el trato y perece tener una buena cultura.
Al fin ya estamos en casa, Gertrudis parece estar contenta de haber salido del hospital, aunque ahora le esperan mayores sacrificios para salir adelante.
Bueno, ya estoy aquí, la rampa y la habitación ha quedado bien, el despacho ha quedado solamente con mi PC y el resto del equipo informático, el cuarto de baño ha quedado bien y en el salón al lado del sofá Ramón ha hecho poner un sofá-cama bastante cómodo para que duerma Fina.

jueves, 7 de noviembre de 2013

Y NO ESTABA MUERTA (Capítulo V)

Ya estamos en el capitulo V de esta historia que tanto ha está gustando, os recuerdo que hay un correo, además de los comentarios de este blogg, para los que deseen comentar algo o incluso por si tienen algún relato corto que deseen que se les publique en este blogg, el correo es : lashistoriasdelbuho@hotmail.com

Y ahora...................
Y NO ESTABA MUERTA

Pedro Fuentes

Capítulo  V
Y NO ESTABA MUERTA

Pedro Fuentes

Capítulo  V
Cuando me llamaron no lo podía creer, me comunicaron que había abierto los ojos pero que eso podía ser un síntoma muy bueno pero también el principio de una larga y penosa rehabilitación.
Dejé todo lo que estaba haciendo y salí rápidamente para el hospital, entré a la UVI pese a que no era hora de visita, estuve con mi mujer, le dije que estaba allí, que me dijera si me oía y me respondió con un abrir y cerrar de ojos afirmativo, le comuniqué que no podía permanecer allí más rato y que iba a hablar con el doctor, que luego, a la hora de visitas volvería y que además le tenían que hacer muchas pruebas.
Salí y una enfermera me comunicó que el doctor me estaba esperando.
Entré en su despacho y se levantó de la mesa para darme la mano y felicitarme.
Bueno, su esposa ha dado un paso muy importante, pero hay un problema, después de todos los exámenes realizados, no hay ninguna razón para la pérdida total de movilidad, salvo la de las extremidades inferiores que hoy por hoy la medicina no tiene solución para ella, hay una rotura de dos vértebras y la médula espinar que le ocasiona una invalidez total en las piernas, el resto del cuerpo, no hay causa ninguna para que esté paralizada, su cerebro aparentemente no está dañado físicamente, pero es un campo muy desconocido su interior, así que podemos pasar mucho tiempo sin mejoras, puede recuperar alguna movilidad y algún sentido, como ha recuperado la vista, el movimiento de párpados y ojos y el raciocinio, le hemos hecho pruebas, todavía solamente una parte y su cabeza responde correctamente, tiene una lógica correcta y  unos reflejos mentales de una persona normal. Por eso puede ser problemática la recuperación, porque no hay causa física para la inmovilidad. Quizás se recupere poco a poco o se cierre y quede dormida para el resto de su vida o pasen años, cuanto más años pasen peor será, porque sus músculos y nervios se irán agarrotando.
Mañana le pasaremos a planta y la someteremos a una rehabilitación total, así que hoy ya no podrá pasar a verla, cuando venga mañana a primera hora la llevaremos a planta y queremos que usted esté presente, es posible que en esa rehabilitación, sobre todo la psíquica porque no conocemos qué le hace seguir así y quizás nos pueda dar la clave.
Nos tendrá que rellenar un cuestionario para que sepamos qué preguntas hacerle, son cosas sobre todo de la vida de ella y ustedes antes del accidente, por ejemplo si trabajaba y en qué como fue su vida en común, relaciones, si tienen más familia, qué hobbies tienen, si hablaba otro idioma, afición a la lectura, etc.
Ahora cuando salga, mi enfermera se lo dará y le señalará un despacho donde pueda rellenarlo.
El doctor llamó a su enfermera y ésta entró, recibió las instrucciones e hizo que le siguiese, me acomodó en un pequeño despacho sala de estar y me entregó un cuadernillo y un lápiz.
Cuando termine, yo estaré aquí fuera, tómese el tiempo que necesita.
Estuve hora y media para responder a todo tipo de cuestiones incluidas de nuestra vida sexual en común.
Después de terminar, salí, le di el cuadernillo a la enfermera y quedé en volver al día siguiente a las nueve y media.
El resto de la mañana lo pasé llevando el parte de baja a la empresa donde trabaja la mujer, una multinacional en la que ejercía de administrativa, estuve hablando con su jefe de relaciones laborales y le expliqué la situación, le indiqué que en principio había que esperar pero que salvo un milagro, habría que solicitar la inutilidad total, en este caso, la empresa tiene un seguro colectivo y un plan de pensiones del que se podrá disponer su fuese necesario y la Seguridad Social empezaría a pagarle como pensionista, que gracias al tiempo cotizado y a los años, sería una cantidad bastante importancia.
Todo esto permitiría abordar unos gastos de rehabilitación que podían ser muy costosos.
Hablé con sus compañeros que no se imaginaban lo grave del accidente, una de sus compañeras quedó en recoger los efectos personales de Gertrudis para guardarlos hasta que yo le llamase para entregármelos.
A la mañana siguiente, cuando volví al hospital me indicaron que una vez retirados los respiradores, oxígeno y demás ayudas, había reaccionado bien y no parecía tener ningún problema, sus constantes vitales eran las correctas y el hematoma del cerebro había remitido pero seguía con la inmovilidad más absoluta salvo el parpadeo y movimiento de los ojos.
El doctor me hizo pasar para que hablase con ella con cuidado de que le hiciese preguntas sencillas a las que me pudiese responder con el movimiento de los párpados pero que intentase que moviese los dedos, en éstos habían hecho pruebas y no los movía, pero no los tenía agarrotados, en fin, seguíamos en las mismas, no había razón para que no se moviese salvo las piernas que no parecían tener solución, todo parecía efectos de un shock del que no se sabía cuando se recuperaría.
A medio día fue trasladada a planta, seguía con la alimentación por goteo y estaba conectada a un monitor que informaba y vigilaba de todas sus constantes vitales.
Me entregaron unas cuartillas con los horarios y el tipo de rehabilitación y me pidieron que estuviese presente en muchas de ellas porque a veces sicológicamente un familiar cercano podía ser positivo.
A los quince días se había avanzado algo. Con la ayuda de una enfermera empezó a comer alimentos más o menos sólidos, había que abrirle la boca para introducírselos, pero luego los tragaba, movía la cabeza lateralmente y los dedos de ambas manos los  abría y cerraba. Le quitaron el monitor y el gotero, y pasaba la mayor parte del día sentada en una silla de ruedas, por lo cual la llevaba a pasear por los pasillos de la planta, luego me dieron permiso para sacare al jardín del hospital. La vista estaba recuperada e incluso veía la televisión y entendía todo lo que oía.
Una semana después tenía movilidad reducida en el brazo sano, las radiografías del fracturado junto con la clavícula daban buen aspecto y pronto le quitarían la escayola.
Ya abría la boca por ella sola y podía comer alimentos más sólidos puesto que podía masticar. Controlaba bastante los esfínteres y avisaba según un código inventado moviendo el pulgar hacia abajo. Incluso sonreía cuando se lo pedíamos y lloraba, muchas veces, cuando no la veía nadie,  lloraba.
Vino por la habitación la enfermera que rezaba a su lado cuando estaba en coma y se habituó a venir antes de entrar o al salir del turno si la hora no era intempestiva.
El doctor que la había despertado, la visitaba junto con otros doctores cada día y me decía que era muy bueno que hiciese progresos aunque fuesen pequeños, porque esto era la puerta que se abría a otros mayores.
Me comunicó que en cuanto se le quitasen las escayolas, la mandarían a casa y que tendría que seguir con la rehabilitación, también me envió a un fisioterapeuta para que me indicase qué tenía que hacer para conseguir la mayor movilidad posible en casa.
En la casa lo teníamos bastante bien, es un chalet, no muy grande pero tiene una planta baja bastante amplia, con un salón comedor, la cocina, un cuarto de baño, al que habrá que sacarle la bañera y poner solo ducha,  una sala de estar y un pequeño despacho, la sala de estar se puede reconvertir en habitación y el recibidor, por la cocina se puede salir a un patio trasero y por delante la puerta de la calle que lleva a un porche y el jardín que separa la casa de la calle. Los únicos escalones son del porche al jardín, pero hay espacio suficiente como para hacer una rampa por la que pueda subir y bajar una silla de ruedas.
En la parte alta, en el piso hay tres habitaciones y un baño, además del descansillo que da a las escaleras, alrededor del cual están las habitaciones. En el techo del descansillo hay una trampilla que se baja y sale una escalera que lleva a la buhardilla, que no se usa sino para guardar trastos.
La solución será que Gertrudis disponga de la planta baja y yo me quedaré en la habitación de matrimonio, ya que en la de abajo no cabe una cama de matrimonio, una silla de ruedas y una pequeña grúa elevadora para trasladar a Gertrudis de un lado al otro e incluso a la ducha y  a la taza del wc que también hay que cambiarlo.