Y ahora..............................
LA BARBERIA
Pedro Fuentes
Capítulo V
A la mañana siguiente, después de un fuerte desayuno y leer
los periódicos, a eso de las diez y media de la mañana salí a la calle y me
dirigí a casa de Miguel, llamé a la puerta y me abrió Rosario
Buenos días, ¿Está don Miguel?
Buenos días nos de Dios, el señorito no está, se fue a
trabajar y ya no volverá hasta la tarde, come en el colegio.
Verá, ayer perdí un llavero con dos llaves, las de mi casa
de Madrid y hoy me he dado cuenta preparándome para la marcha.
Pues no he encontrado nada y el señorito no me ha dicho
nada.
Es un llavero que tiene un enano de los de La Bajada de la
Virgen en La Palma, que se celebra cada cinco años con dos llaves, una de
máxima seguridad y la otra un poco más sencilla del portal de la calle.
Pase usted y entre los dos quizás veamos más.
Entramos y le dije: Estuve sentado aquí, pero mientras don
Miguel fue a buscar las fotos estuve de pie contemplando las flores de esta
pared.
¡Mire! ¡Aquí están! Dije mientras hacía que recogía el
llavero de entre dos macetas y se lo mostraba.
Usted ha venido por otra cosa, hoy mismo he movido esos
tiestos y las llaves no estaban.
Tiene usted razón, quería hablar con usted pero no quería
que nos vieran ni oyera nadie. Usted conoció al señor Rafael, es más, le he
reconocido en las fotos de Madrid, usted no cree que él se marchara si no era
consigo y a Madrid. Allí fueron bastante felices, yo me interesé por él en el
año 59 cuando era un chiquillo y he estado intentando saber qué pasó desde
entonces.
Me gustaría saber entre otras cosas el nombre y la dirección
del amigo de Rafael en Madrid.
No sé si se la debo dar, bueno, yo no la sé, pero si cómo
encontrarlos, pero quizás no deba.
Es quizás la última oportunidad de saber qué pasó con
Rafael, y creo que eso es lo que más le importa en este mundo.
Mi madre trabajó con los padres de Rafael y me tuvo a mí dos
años después que a Rafael. Cuando mi madre murió, los padres de Rafael se
quedaron conmigo y trabajé siempre con ellos, murieron en 1931, cuando la quema
de las iglesias, a ellos los mataron porque se refugiaron en una. Entonces
marché a Madrid porque Rafael era lo único que me quedaba en este mundo. Los
padres de Miguel y doña Paquita bastantes problemas tenían para salir adelante.
¿Y su padre?
No tenía, era hija de madre soltera. Pero venga conmigo a la
biblioteca, cuando Miguel destruyó todos los papeles de su tío, guardé los
datos que me pide en la fotografía de Madrid en la que estamos los cuatro.
Tenemos que sacar la foto sin que se estropee ni note.
En la biblioteca Rosario sacó el álbum y abrió a la primera
sus hojas, sabía perfectamente dónde estaba, era uno de aquellos álbumes de
hojas negras con unos pequeños cortes a la altura de las esquinas de las fotos
para sujetarlas, pero aquellas estaban además pegadas por el centro.
Con sumo cuidado cogí un fino estilete de encima de una mesa
de despacho enfrente de la biblioteca, lo introduje lentamente por detrás de la
foto y la despegué sin producir un daño aparente.
Saqué la foto, le di la vuelta y pude leer Alfredo y Paloma Carretero
García. Sainz de Baranda de Madrid.
Copié los datos en mi libreta y pusimos la foto en su lugar
pegada con un poco de cola hecho por Rosario a base de cocer agua con un poco
de harina.
Según veo, sus amigos eran hermanos. ¿Ha tenido contacto con
ellos después de aquello?
Si, cuando desapareció Rafael les escribí pero no sabían
nada. Luego se han ido espaciando las cartas y ahora solamente nos escribimos
por Navidad.
¿Lo sabe Miguel?
Una vez recogió una carta y me la dio, pero no hizo
comentario alguno.
Sería conveniente que no le hiciese ningún comentario de mi
visita de hoy. Además me gustaría que me diese un teléfono al que pueda
llamarle.
Rosario escribió un número en un papel y me lo dio.
Llame siempre en horario escolar, si le digo que se ha
equivocado de número cuelgue y espere dos horas, si se lo vuelvo a decir, no
llame hasta el día siguiente. Lo mismo le digo si se pone él, cosa improbable
porque no lo hace nunca.
Creo que con esto le podré informar de algo más. Partiré
mañana para Madrid. Le diré algo en cuanto descubra lo que sea.
¡Cuídese, señora Rosario!
Buen viaje y que tenga mucha suerte y dele un fuerte abrazo
de mi parte a Alfredo y a Paloma.
Rosario me acompañó a la puerta de la calle, la abrió y miró
fuera a ambos lados, luego me dijo: Salga hacia la derecha y cruce la calle
cuanto antes.
Adiós, Rosario, encantado de conocerle.
Salí de prisa e hice lo que me dijo, crucé la calle y me fui
dirección al parque que visitaba de niño, llegué al estanque de los patos, no
era como yo recordaba, el agua estaba bastante sucio y los patos no eran
felices, parecían condenados a trabajos forzados a cambio de pan duro que
tenían que dejar remojar para poderlo comer, luego me senté en la terraza del
bar que iba con mi padre y me tomé una cerveza con una ración de ensaladilla
rusa decorada con un par de colines, cerca de allí, entre unos matorrales
cantaba un grillo como los que de niño cazaba.
Mientras bebía la cerveza repasé mis notas e hice alguna
nueva. Luego me fui al hotel, avisé a recepción de que a la noche tuviesen
preparada la factura porque marcharía al día siguiente muy temprano. Salí de
nuevo y fui paseando hacia más al centro donde había visto un mesón típico
donde había comido la otra vez que estuve con mis amigos,