A los pocos días Ricardo tuvo que
hacer unas reparaciones en el casco del barco, cuestiones de fibra y
recordó que Pedro le había comentado de un chico tunecino que le
había trabajado en su barco, así que le pidió el teléfono y le
llamó. El mismo día por la tarde vino Habel a hablar con él.
El tal Habel, de rasgos árabes, era
muy delgado, pero fibroso, se le notaba fuerte pese a su aspecto y
cojo de la pierna derecha, luego supo que había tenido una operación
de rodilla para corregir una parálisis ocasionada por una
poliomielitis y tenía la movilidad reducida.
Le enseñó lo que había que hacer.
En una maniobra al ir a amarrar, había golpeado la amura de estribor
y se produjo un desconchón y un desplazamiento del candelero que
podría producir una entrada de agua entre las capas de fibra.
Habel hizo un presupuesto y quedó
con Ricardo para a la mañana siguiente ir a comprar los materiales
necesarios, la obra no era costosa, pero había que realizarla en
varios días seguidos para permitir que los materiales secasen lo
mejor posible.
Durante varios días Habel estuvo
trabajando en el barco, el primer día, cuando ya llevaba tres horas
trabajando, Ricardo le dijo a Habel:
¿Quieres beber algo? Yo me voy a
tomar una cerveza.
Si, yo también.
A partir de ese momento, Ricardo
estuvo hablando con él durante bastante rato cuando hacían un
descanso o después de terminar la jornada.
Habel llevaba veintitantos años en
España, su padre había venido a trabajar, cuando ya estaba
establecido aquí, se trajo a toda su familia, su mujer y tres hijos,
lo que le hizo tomar esa decisión fue el precario estado de salud de
su mujer y la poliomielitis del niño. La madre fue sometida a varias
operaciones, la última del corazón y seguía viviendo, ahora en
casa de la hija desde la muerte del padre.
Cuando tuvo una edad suficiente, a
Habel lo casaron con una tunecina y se la trajo también. El había
trabajado en aquella zona y su hermano menor, ebanista, ahora ambos
en el paro, sobrevivían de las ayudas y los trabajos que iban
haciendo. En realidad eran buenos profesionales.
Se las daba Habel de medio español,
pero en el fondo seguía amarrado a las raíces árabes.
Ricardo, al que le gustaba saber de
las gentes y de otras culturas, lo interrogaba muy sutilmente sobre
religión y costumbres.
Un día, ya próximo a acabar el
trabajo, cuando ya se había ido Habel hasta el día siguiente,
Ricardo se fue a sentar en una terraza del puerto, después de pasear
a Trouvé, mientras esperaba a Pedro para tomar unas cervezas, en la
mesa de al lado había dos chicos de unos treinta años y con aspecto
de estar de vacaciones.
Al poco rato le pidieron fuego,
Ricardo se lo dio y encendió un cigarrillo que le ofrecieron.
Uno de los muchachos le preguntó:
¿Conoce a ese árabe que venía con
usted cuando salió a pasear al perro?
Si, Me está haciendo un pequeño
arreglo en el barco, poca cosa, me lo recomendó un amigo y así le
echamos una mano ya que tiene familia a su cargo y está en el paro,
pero solamente le conozco de eso.
Ricardo, después de varias
preguntas más, notó que le estaban interrogando, pero no por lo que
había ocurrido con la pareja de Menorca, era algo diferente, sobre
islamistas, querían saber algo sobre Habel. ¿Estarían buscando
trabajadores ilegales?
Cuando llegó Pedro, saludó a
Ricardo, cogió a Trouvé en brazos y le hizo cuatro carantoñas,
luego se sentó y pidió una cerveza.
Ricardo le dijo:
Estos dos chicos me preguntan si
conozco a Habel, les he dicho que me lo había recomendado un amigo,
¿Te hizo algo a ti?
Si, me estuvo arreglando la
cubierta, pero no lo conozco sino de eso, nos lo hemos recomendado
unos a otros, a mi no recuerdo bien quién lo hizo, alguien del club
de Vinaroz, supongo que otro socio, es un chico que trabaja bien y
barato, yo lo tuve durante dos semanas e incluso le comenté que por
qué no se establecía con su hermano que es ebanista y por cierto
muy bueno, y tendrían bastante futuro en los barcos de recreo. Luego
estuvieron trabajando para otros.
¿Hablaron de cuestiones religiosas?
No, pero ya sabéis que clase de
gente es, te hacen creer que son muy liberales, muy europeos, pero
luego los ves por ahí y llevan a las mujeres tapadas hasta las cejas
y dominadas totalmente, muchas sonrisas y buena cara pero luego te la
clavan por menos de nada.
Ricardo, viendo el cariz que tomaba
aquello, que era un interrogatorio solapado, les dijo: Bueno, ya está
bien, ¿Para quién va el interrogatorio y qué queréis saber?
¿Quiénes sois? ¿A qué venís?
Mira, dijo el más hablador de los
dos sacando una chapa de la policía. Somos policías y no traemos
ninguna orden ni nada parecido, no somos de por aquí, venimos de
Madrid y ni los propios policías de la zona o trabajando por aquí
nos conocen, pertenecemos directamente a las más altas esferas de
Interior y estamos investigando células islamistas, pero nadie os
va a creer y nadie nos va a reconocer, así que si queréis
contestarnos nos haréis un favor.
Os voy a contar una cosa, ya que
sois, creo, sinceros. A mí me está pasando algo que os voy a
explicar, todo empezó porque alquilé mi barco a una chica que iba a
hacer un crucero con su novio o llevarlos a algún sitio que no me
dijeron, a él no lo vi en ningún momento. Ricardo les contó con
pelos y señales todo lo que ya le había contado a los otros
policías y a los árabes.
¿Y esos árabes dices que están
también en contacto con los nuestros? Dijo el más callado.
Eso dijeron. Contestó Ricardo.
El más hablador se separó unos
quince metros del grupo y se puso a hablar por el móvil, estuvo así
durante unos quince minutos, luego colgó y se aproximó al grupo,
siguieron hablando sobre el asunto y al cabo de diez minutos sonó el
teléfono del policía “hablador” y éste contesto:
Así que va por ahí la cosa, bueno,
nosotros creemos que este señor está colaborando y los “moros”
buscan algo más, miraremos de identificarlos.
Si aparecen por aquí de nuevo,
tenga esta tarjeta y llámenos. Y se despidieron.
Cuando marcharon, Ricardo y Pedro
se miraron. El primero en hablar fue Pedro.
Menuda se está montando, aquí hay
cuatro grupos distintos o no tan distintos, por lo que he llegado a
entender, parece como si lo de la muerte de esa pobre chica y su
novio, no tuviesen nada que ver o ha sido el desencadenante de algo
muy gordo, y tú estás metido hasta las cachas y de rebote voy yo.
¿Averiguaste quien era el chico árabe que murió con la chica? ¿Era
el novio o alguien que se metió por medio?
Mira, Pedro, tienes razón, la cosa
está muy negra y yo estoy en medio, y por cómo se está
desarrollando todo, te pido, por favor, que ahora que puedes, que no
te han implicado en nada, sino por haberme recomendado a Habel, haz
el favor de apartarte, mientras esto dure, sepárate de mí, pero no
te alejes mucho, tú eres más cerebral que yo, siempre lo has sido,
vamos a estar en contacto, si quieres, pero solamente a escondidas,
cuando queramos vernos, por algo importante nos llamaremos a
preguntar cualquier tontería de navegación o del tiempo, y quedamos
para comer o cenar en algún sitio más bien solitario que podamos
controlar a las personas de alrededor. Mientras tanto mejor que no te
acerques, piensa en lo sucedido y a ver qué se te ocurre.