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viernes, 13 de enero de 2012

EL VIAJE II

Viernes 13, no pasa nada, es posible que para ingleses, americanos y otros, sea día de mala suerte, para nosotros son los martes 13 y la crisis que es peor.

Bueno, hoy comienza el capítulo I de la segunda parte de "El viaje", se llama esta parte "En busca de la puerta del infierno" y siguen las aventuras de Ricardo, el capitán del barco "El solitario", un ketch de 14 metros de eslora.

Son seis capítulos y se publicará uno por semana. Así que a continuación el primer capítulo.

Para el que no haya leido la primera parte, pude recurrir a este mismo blog.


EL VIAJE II
(EN BUSCA DE LA PUERTA DEL INFIERNO)
Pedro Fuentes
CAPITULO l
Ricardo quedó anonadado después de leer la noticia de lo ocurrido en Porto Pino, Cerdeña. Lo primero que hizo fue buscar un periódico italiano. Encontró el Corriere della Sera del día 24, lo repasó todo, no vio sino lo que había encontrado en el diario español, una pequeña reseña sobre el macabro hallazgo.
Comentaba que era una pareja joven que habría buscado la intimidad de la noche en una playa al norte de Porto Pino. Habían dejado el coche cerca, por lo que esperaban fuese más fácil la identificación, pensaban que podría tratarse de perros asilvestrados que merodean por los bosques cercanos.
Ricardo estaba realmente asustado, no terminaba de creerse que fuese Cerbero, lo había arrojado al mar a más de cien millas marinas de allí, claro que después de ver la transformación que tuvo en el barco cuando le atacó a él, pensó que aquello había ocurrido por una fuerza sobrenatural. Cuando recordaba el aspecto de la fiera, se le erizaban los cabellos, le venía a la memoria grabados que había visto sobre la mitología griega, era igual que el guardián del infierno.
Ahora no sabía qué hacer, el único que conocía el misterio era él, y si la bestia había escapado del mar, volvería a matar.
Tomó una decisión, él lo conocía, también sabía el mal que encerraba.
Ya llevaba bastante tiempo fuera y nadie le había relacionado con los hechos de Ciudadela, bajaría el barco a su puerto base, la Marina de Benicarló y marcharía a buscar una pista para localizar a Cervero, no creía que en su estado de pinscher  pudiese sobrevivir solo, alguien lo habría recogido.
Como las previsiones eran de Tramontana fuerte, no se podía poner a pasar el cabo de Creus, en dos días iba a cambiar la cosa, así que mientras tanto, mañana a lo mejor los periódicos ampliaban algo.
A los dos días la tramontana calmó y salió de LLansá, pasó el cabo de Creus con un ligero Levante, una vez allí puso rumbo a la punta del delta del Ebro y decidió hacerlo en las menos etapas posibles, incluso si no se terciaba el viento en una sola, aproximadamente día y medio, así que puso el piloto automático y se dedicó a relajarse y preparar un plan de ataque.
Cuando llevaba unas diez horas navegando desde el cabo de Creus y estaba a la altura de S. Feliu de Guixols y Blanes, apareció por el horizonte, por proa la patrullera de la Guardia Civil, no supo qué hacer, en principio no había ninguna evidencia de que lo buscasen, además, todos sus papeles estaban en regla, los barcos dedicados a alquiler, estaban bastante controlados, sobre todo desde el terrible accidente del lago de Bañolas.
Cuando vio que el rumbo era coincidente y que la patrullera no bajaba de velocidad, quitó el piloto automático y siguió pendiente de las velas. Al aproximarse y hacerle señas, puso el barco proa al viento  y amoyó el génova y la mayor, para que el  barco se detuviese. Cuando estuvieron a su altura, le lanzaron un cabo para que se abarloase. Ricardo contuvo los nervios y lo más sereno posible dijo:
 Buenas tardes, ¿Ocurre algo?
No, le contestó un guardia que se aproximó a la borda con un salabre en las manos y siguió solamente comprobamos los permisos de navegación.
 Ricardo suspiró y le dijo: Los tengo en la mesa de cartas, ¿me permite bajar? Bajó, cogió la cartera de los documentos y se los puso dentro del salabre diciendo:
Aquí está todo, Permiso de Navegación con la última Inspección Técnica, permisos míos y de radio,  seguro y todo lo necesario.
 El  guardia lo recogió todo, se metió en la cabina, donde tienen los ordenadores, a los cinco minutos salió y preguntó:
¿El equipo de salvamento está tal como dice el  Certificado?
 Si, contestó Ricardo, si quieren subir a bordo no hay ningún problema.
 No, ¿Lleva pasajeros o va solo?
 No, voy solo, no es un buen año estoy haciendo algo de turismo, ahora voy para casa, en Benicarló, si sigue el tiempo así sin escalas, me están esperando para llevar un barco a Italia.
Vale, puede seguir, y que tenga buena navegación le dijo el guardia devolviéndole la documentación.
 Gracias, igualmente, hasta la próxima, le contestó Ricardo.
Ese encuentro, al final, había sido lo mejor que le podía ocurrir, era la prueba de que nadie le buscaba.
Treinta horas después llegaba a Benicarló, allí comentó que iba a llevar una embarcación a Italia y podía ser que lo necesitaran durante algún tiempo.
No tocó nada del dinero, allí estaba seguro y no le interesaba ponerlo en circulación por si acaso alguien esperaba eso.
Durmió durante 18 horas seguidas en su casa, habló con la gente del puerto, más que nada por ver si alguien había preguntado por él, ante la negativa, comentó con los conocidos que iba a Barcelona a recoger un barco para llevarlo a Italia y que luego era posible que lo necesitaran de patrón para hacer un crucero por allí.
Ricardo marchó a Barcelona, pero una vez allí, se dirigió al aeropuerto del Prat y allí un avión para el que ya tenía reserva rumbo a Cagliari, Cerdeña. Al llegar allí fue a una agencia de coches de alquiler y marchó a Porto Pino que en realidad es el puerto y playas de Sant´Anna Arresi. En Porto Pino hay unas bellísimas playas de arena fina y unas dunas casi blancas que llegan hasta unos extensos pinares que las bordean, en una de estas hermosas playas fue donde apareció la pareja totalmente mutilada, según se supo luego, gracias al coche que dejaron aparcado y a las autopsias vieron que eran dos jóvenes novios de Cagliari.
Se alojó en un pequeño hotel cerca de la ría que hace de puerto, tuvo suerte porque era temporada alta de turismo y en esas fechas Cerdeña estaba llena de turistas, aunque por lo general la gente va más al norte porque está más preparada, a él personalmente le gustaban más las playas salvajes del sur y los grandes acantilados. Porto Pino es un lugar delicioso por su tranquilidad y sus grandes bosques de pinos.
Cuando llegó, después de tomar posesión de la habitación, pequeña pero cómoda y limpia se fue a vagabundear por el puerto, éste es una ría natural con embarcaciones amarradas a ambas orillas. Encontró un barco pesquero, arrastrero, el más grande que había, de unos 18 metros de eslora como habla bastante bien el italiano, se dirigió a unos marineros que andaban remendando las redes al lado del barco, esperando que no le respondiesen en sardo.
 Les preguntó qué se sabía de las personas atacadas por los perros salvajes y si se había dado el caso por allí de más ataques.
 Le respondieron que ya sabían quienes eran los jóvenes, que eran dos chicos de Cagliari que estaban pasando unos días por allí y que nunca se había dado el caso de esos ataques, que en verano con tanto turismo, los perros abandonados comían regularmente y que se habían hecho batidas por los bosques cercanos y no se encontraros ni perros ni allí había lobos.
 Las mujeres ancianas del lugar dicen que fue un ataque de Baal Zebub para llamar a las moscas, porque los restos estaban cubiertos por miles de moscas dándose un festín, incluso muchas de ellas habían depositado miles de huevos en los restos.
Ricardo se mantuvo totalmente serio y en el fondo muy asustado, aquello y lo que él sabía le ponían los pelos de punta, efectivamente parecía obra del diablo. El invierno pasado, había leído mucho, él pensaba que quizás la generación de nuestros hijos no lo verían, pero que ya estábamos en el tiempo del principio del fin.
No se atrevió a preguntarles a los pescadores por el perro, porque no relacionasen nada, pero se fue más lejos y a un grupo de mujeres mayores sentadas delante de una casa, en una pequeña plaza y mostrando una foto de un pinscher enano que había sacado de internet se la enseñó y les dijo que unos amigos suyos lo habían perdido por la zona pero se le acabaron las vacaciones y se tuvieron que ir.
 Ahora si que le hablaron en una mezcla de sardo con italiano, le pareció entender que hacía dos días una turista francesas que había en un hotel llevaba uno muy parecido.
Les preguntó el hotel y se lo indicaron. Se fue hacía allí, tuvo suerte porque era un pequeño hotel familiar. Entró y a un señor de unos cincuenta años que había en recepción le hizo la misma pregunta.
 Si, si he visto un perrillo así, lo compró una señora a unos chicos que andaban jugando con él y que decían se lo habían encontrado en una playa cercana. Preguntó a la policía si alguien lo había denunciado y le dijeron que no y que no tenía chip, así que se lo quedó, dijo el recepcionista.
 ¿Y dónde está? Preguntó Ricardo.
 En su país supongo, marchó anteayer a Marsella en avión, menudo jaleo tuvo para podérselo llevar en el avión, al final “pago” a alguien y lo metieron en una maleta de perros y lo subió al avión.
Ricardo le pidió la dirección de la francesa y después de sacar un billete de cien €. Se la dio, era de Niza.

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