¿Ha desaparecido?
¿Otra posible víctima?
Habrá que leer el capítulo X y siguientes para esclarecer algo.
Cada vez se complica más la cosa.
Y ahora........
EL AFILADOR
Pedro Fuentes
CAPITULO X
Salieron los tres de la comisaría y marcharon con el coche de Ricardo, que luego tenía que hacer un recado y además el policía quería llegar sin ser vistos, entraron en el aparcamiento de delante del Hamilton pero no llegaron hasta la puerta, lo dejaron a un lateral sin que se viese por el gran ventanal.
Entraron en el local y buscaron con la mirada por toda la barra, era la hora del medio día, todavía no habían llegado los que iban a comer y ya se habían ido los del desayuno, por lo que el local estaba semi vacío. Detrás de la barra estaban dos chicas que no podían esconder que venían del este de Europa.
Se sentaron en tres taburetes y José Miguel le dijo a la camarera que se acercó:
¿No está Anselmo?
No, hoy no ha venido.
¿Es su día libre?
No, no ha venido, ¿No quieren que les atienda yo?
El comisario sacó la placa y le dijo:
¡Policía! Queremos hablar con Anselmo Fernández, el camarero de aquí.
No, no está, no ha venido hoy, no sé qué ha pasado, pero llamaré al jefe que está de mal humor porque no ha avisado.
Salió deprisa la muchacha y subió por una escalera lateral. Al momento bajó y dijo:
Ahora mismo viene el jefe.
Bajó el hombre que la vez anterior se había cruzado con ellos en la puerta y se presentó.
Buenos, días, si buscan a Anselmo, no ha aparecido, tenía que abrir él pero no ha venido ni avisado, lo he llamado por el móvil y está apagado, hemos ido a su casa y no está, la vecina nos ha dicho que anoche no lo vio ni ha oído ruido, y eso que en cuanto llega a su casa se dedica a oír discos de Sarita Montiel, a la que imita haciendo de travesti.
¿No dijo nada ayer antes de irse ni dejó nota? ¿Suele hacer eso?
No, será todo lo que sea, pero es serio y cumplidor en el trabajo, anoche salió con la moto a la misma hora de siempre, cerramos entre los dos, él salió hacia el norte, por la carretera del interior y yo me fui a mi casa.
Ricardo dijo:
Desde aquí hasta la carretera del la costa hay una buena tirada, ¿Cómo sabe que fue por allí?
Porque yo para ir a mi casa tengo que tirar hasta cerca y él iba delante de mí.
Tendrá que venir por la comisaría a firmar la declaración de todo esto.
Una pregunta, dijo Pedro:
¿De donde es usted?
Español, soy de Barcelona.
Pero el acento que tiene no es de catalán y Dominic tampoco es catalán.
Me llamo Domingo, como usted ya sabe. He estado por todo el mundo, he sido marino mercante, pero ya hace unos años que me establecí aquí.
Hace diecisiete días, cuando apareció la mujer muerta en el pueblo de al lado, la tarde anterior estuvo aquí el afilador, le había afilado los cuchillos y además había quedado aquí con ella, luego, como cosa de hora y media después dice que vinieron los dos, tomaron unas cervezas y ella recogió la moto y se fueron cada uno para un lado, ¿Los vio entonces? Piénselo bien, la moto estaba aquí delante de la puerta principal y es de vital importancia saberlo.
No recuerdo, yo diría que no, además, salvo que haya problemas estoy arriba en mi despacho.
¿Podemos ver el despacho?
Bueno, está algo desordenado, pero si quieren subir pueden hacerlo, acompáñenme.
Subieron los tres, efectivamente estaba bastante desordenado, había una mesa pegada a la ventana por el lado izquierdo, Ricardo se acercó, se sentó en el sillón giratorio y dijo:
Si estaba sentado aquí, solamente con levantar la vista se ve todo el aparcamiento, si llegaron sobre las ocho y medía a nueve, con las luces encendidas porque era de noche los tuvo que ver.
A lo mejor bajé a la barra para algo, contestó.
Desde la barra los vería mejor al entrar, piénseselo bien porque esta tarde, cuando pase por la comisaría tendrá que confirmarlo por escrito.
Salieron a la calle y antes de entrar en el coche vieron como el jefe no perdía detalle desde la ventana.
¡Jo! Yo me retiro y os dejo el puesto a vosotros. Dijo José Miguel, Lleváis el caso como si lo hubieseis hecho toda la vida, espero que no os dé por dedicaros al crimen porque lo íbamos a tener mal para cogeros.
Dejaron a José Miguel en la comisaría y marcharon, después de quedar por la tarde. Pedro cogió su coche y se fue a su casa,
Ricardo había quedado a comer con los gerentes de una agencia de viajes que querían organizar para el verano una serie de charter a Ibiza y a las Columbretes.
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