Y ahora....................
EL GATO ALEGRE
(MR. HYDE Y EL DR. JEKYLL)
Pedro Fuentes
El gato de Luisa, Mini, era un gato
tranquilo, como todos los gatos, le gustaba jugar con cualquier cosa o más bien
practicaba en un piso su instinto de caza, una pelota era el más divertido de
los ratones, solamente había que tocarlo un poquito para que echase a correr y
saltar sobre él y cazarlo, un moscardón volando era ejercicio para toda una
mañana, cuando estaba solo, porque su ama estaba trabajando y él era el dueño
de toda la casa. Cuando se cansaba iba a la cocina, bebía un poco de agua,
comía algo de pienso si tenía hambre y luego era la hora de que diera el sol en
el sofá, allí se echaba a dormitar hasta que se aburría o un moscardón le
pasaba cerca con su zumbido.
Un día, ya avanzada la primavera, se dio
cuenta de que en la cocina, la puerta del pequeño balcón que había estaba abierta, salió fuera y vio
que desde allí con un pequeño salto, podía pasar, a través de una pequeña
cornisa a una terraza llena de plantas y pajarillos que se acercaban, un paraíso, allí era totalmente feliz, además, con tantas macetas, el sitio ideal
para hacer sus necesidades, sin tener que recurrir a aquel cajón lleno de arena
y mal oliente que tenía en su casa.
Cada mañana, cuando su ama se iba y no
oía ningún ruido en los pisos de al lado, cuando el sol empezaba a dar, hacía
la excursión diaria hasta la terraza nueva, allí estaba hasta que presentía,
con ese sexto sentido que tienen los gatos, que su ama estaba al llegar,
cruzaba la cornisa y entraba a la casa justo para salir de la cocina y saludar
a su dueña.
Luisa que no sabía de las escapadas de
Mini, se fue dando cuenta de que el animalito cada día estaba más contento,
además, le seguía a todos lados, cuando se ponía en la mesa a comer, Mini no
paraba de arrastrarse y refregarse por entre su piernas maullando y runruneando.
Los días siguientes saltaba hasta el sofá, de allí pasaba hasta un sillón,
corría como un loco hacia su pelota y la perseguía.
Un día persiguiendo una mosca, se subió
encima de la mesa, cosa que jamás había hecho y no se le metió en el plato de
Luisa de milagro, luego saltó detrás de la mosca y no se estrelló contra el
cristal de la puerta del balcón de milagro.
Al cabo de unos días Luisa empezó a
preocuparse, se dio cuenta de que Mini comía poco de su pienso y estaba algo
más delgado, pensó que sería debido al ejercicio que hacía. Además, alguna
vez vio que Mini no coordinaba sus
movimientos, iba andando y saltaba sobre
sus cuatro patas a la vez como si tuviese hipo.
Se dedicó a estudiarlo, intentaba fijarse
en lo que hacía, alguna vez lo encontró en el pasillo apoyado a la pared, llegó
a pensar que estaba borracho. Se recorrió toda la casa buscando cualquier
bebida, o algo que comiese, incluido detergente, nada, no dejó nada a su
alcance, luego por la noche dormía como un vendito, tenía la costumbre de
echarse a los pies de la cama e incluso si hacía frío se metía debajo del
edredón, estas costumbres no las cambió, pero de vez en cuando le notaba un
sueño agitado, como si tuviese pesadillas.
Cuando llegó el primer fin de semana y no
tuvo que ir a trabajar, el animal hizo una vida totalmente normal, jugaba lo
normal, se tumbaba en el sofá a dormitar, si Luisa se sentaba a ver la
televisión se acurrucaba en su regazo, era el gato equilibrado de siempre, era
un gato feliz.
Pero llegó el lunes y a las tres y cuarto
de la tarde, cuando Luisa llegó de trabajar, Mini había vuelto a las andadas
parecía Mr. Hyde y el Dr. Jekyll.
No se lo pensó más, preparó el
transportín, metió a Mini dentro, con muchísimo trabajo, cosa extraña porque
era un animal muy dócil y esa vez terminó con las manos y muñecas llenas de
arañazos, cogió el coche y se fue al veterinario.
Después de un rato de espera en una
salita, Mini pareció irse calmando, luego pasó a la consulta con el veterinario.
Luisa le contó el extraño comportamiento
del gato y mientras tanto colocó la jaula encima de la mesa, el veterinario
abrió la puerta y sacó al minino, cuando el animal se vio en sus manos, se dio
cuenta de quién mandaba allí y le runruneó.
Después de un breve análisis visual dijo: Este gato ha
comido algo extraño, tiene las pupilas dilatadísimas y los latidos de su
corazón son muy rápidos pese a su aparente estado de tranquilidad, ¿Puede ser
que haya algo a su alcance que coma sin que usted se de cuenta?
Eso pensé al principio, recogí y guardé
todo aquello que no fuese su agua y su comida, no hay nada comestible ni
parecido a su alcance, todo está guardado en sitios que él no puede abrir.
¿Y dice que solamente le pasa de lunes a
viernes cuando está solo?
Si, cuando llego a casa está como una
moto, luego se va tranquilizando y se queda tranquilo, salvo de noche que
parece que sueñe y dormido y todo pega unos votes tremendos, como si se
asustase.
Los fines de semana ¿Está tranquilo?
Si, lo normal, juega con su pelota, me
sigue por la casa, intenta jugar con el mocho si friego, luego se tumba en el
sofá y allí pasa el día tan tranquilo, como siempre ha hecho desde que dejó de ser cachorro.
Pues yo no le veo nada anormal salvo lo
que le he dicho, le voy a dar un jarabe que es más bien un tranquilizante y
purgante, sería conveniente que si vomita recogiese los desechos y me los
traiga para analizarlos. De todas formas, intente controlar lo que hace.
Luisa a la vuelta hacia casa iba pensando
en lo que le había dicho el veterinario,
no podía imaginar qué le pasaba a Mini, pero de pronto le vino una idea
a la cabeza, su amigo Damián llevaba por lo menos un mes dándole la paliza con
lo que estaba vendiendo. Damián era un comercial con agencia propia, representaba
varios productos, de hecho cuando una fábrica quería introducir un producto en
el mercado, recurría a agencias de distribución como la suya y últimamente
tenía la exclusiva de un vigilante electrónico para las casas, como alarma o control de interiores de casa.
Cuando llegó a casa llamó a su amigo
Damián y le contó lo que le estaba pasando con el gato pero tampoco quería
gastarse ningún dinero más solamente por controlar al gato.
Damián se comportó como un buen amigo y
le dijo que aquel fin de semana le instalaría un equipo como si fuese de
prueba.
Aquella semana Mini siguió con sus
costumbres, vomitó un par de veces pero la primera era la clásica bola de pelo
y la siguiente jugos gástricos, Luisa los recogió y se los llevó al veterinario
que le dijo que tendría que esperar semana y media.
El sábado a media mañana llegó Damián con
una serie de mini cámaras y un receptor tipo vídeo, se pasó el resto de la
mañana instalándolas, una en el salón, otra en el pasillo, otra en la
habitación grande, otra en la pequeña, una en la cocina y otra en el cuarto de
baño, cuando terminó las sintonizo en el receptor y las probaron con el
televisor. Era justo la hora de comer y a Luisa le tocó invitar a Damián a
comer.
Salieron dejando todo montado y fueron a
un restaurante del barrio. Luego volvieron a la casa y comprobaron los
movimientos del gato, no pasó nada raro, las cámaras funcionaron correctamente
cuando el gato se ponía en la zona de grabación, pero Mini no hizo ningún
movimiento extraño ni comió nada que no fuese su comida.
El lunes Luisa conectó las cámaras y se
fue al trabajo, durante todo el fin de semana el gato pasó por un gato modelo.
Cuando el lunes a las tres y media llegó
Luisa el minino le salió a recibir con aquella cara alegre y feliz de los días
de entre semana. Su dueña lo saludó y se fue a conectar la televisión para ver
la filmación.
Allí se enteró de parte de la doble vida
de Mini, le perdió de vista a la media hora de salir ella, vio como se iba a la
terraza de la cocina y desaparecía por el lado derecho y volvía a entrar un
cuarto de hora antes de llegar ella y totalmente convertido en Mr Hyde.
Así fue durante toda la semana, el sábado
volvió a la serena vida del hogar. Luisa por más que miraba, no sabía qué hacía
el gato, porque el punto de la terraza donde saltaba era un ángulo muerto,
tendría que llamar a Damián para cambiar alguna cámara. Estaba en esto cuando
sonó el timbre del piso, salió a abrir y se encontró con un chico joven, su
vecino.
Luisa, ¿Sabes que he encontrado las
macetas de mi terraza llenas de caca de gato y un olor apestoso a meados de tu
animalito?
No puede ser, si Mini no sale de casa
sino para ir al veterinario.
Pues de alguna forma lo hace, ¿Quieres
pasar a verlo?
Entraron los dos en el piso de enfrente y
ya en el balcón vio Luisa lo que le decía el vecino y desde allí se veía mejor
la cornisa. Pero había algo más, en un rincón del balcón Luisa vio unas plantas
medio comidas y le dijo ¿Esto también ha sido él?
¡La madre que lo parió! Dijo el vecino,
¡Se me ha comido la mariguana!
FIN
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