En estos días he descubierto unos amigos y lectores en Cuba, un gran saludo para todos ellos.
Quiero dedicar este relato a mi madre y a mi tía Angelita, su hermana, fallecidas a finales de 2014-
Y ahora..................
LA BARBERIA
Pedro
Fuentes
Capítulo I
Hace muchos años, sobre 1959, en un viaje que
hice con mi familia hasta la península, como muchos de vosotros sabéis, soy
canario, paseando por una ciudad de Andalucía, acompañado por mi padre, mi
madre y mis hermanos además de una tía que residía en aquella ciudad, mi padre,
viendo una barbería cerrada, dijo:
Mañana tendremos que buscar una, porque tanto
Pedro como yo, y diciendo esto me cogió con la mano un mechón de cabellos,
necesitamos un corte de pelo.
Mi tía le dijo:
Pues en ésta es imposible, porque un día no
abrió y cuando la gente preguntó por el barbero, había desaparecido, nadie supo
dar razón de él, era un hombre soltero, no tenía más familia y era hijo y nieto
de barberos.
Mi interés iba en aumento, tenía en aquel
entonces unos nueve años y además de una imaginación desbordante, cualquier
posible misterio me hacía hervir la sangre. En mi descargo he de decir que al
poco de aprender a leer, cayó en mis manos una novela de Agatha Christie a las que mi padre era aficionado y
sin que se enterasen ni mis padres ni mis hermanos mayores, las devoraba.
Enseguida me acerqué a mi tía y le pregunté:
¿A
dónde se fue?
No lo sé, nadie lo sabe, no se supo nunca más
de él, sus herederos, unos sobrinos lejanos, cuando se hicieron cargo de la
herencia, abrieron la peluquería y encontraron en el suelo una gran mancha de
sangre que no lograron limpiar, y dicen que todavía está, han querido vender el
local pero nadie lo quiere comprar y como el edificio es moderno, no lo van
tirar para hacer uno nuevo.
¿Y no se supo de quien era la sangre?
Mi madre, protectora, como siempre, dijo a su
hermana, mi tía:
¡No le cuentes esas cosas a los niños!
Si, tía, dímelo, ¿No se sabe?
No, no se supo nada ni nadie había
desaparecido, hubo alguien que dijo que en el cubo de la basura había aparecido
una oreja, pero no era verdad.
Angelita, por favor, deja de contarle
idioteces a los niños.
En realidad mis dos hermanos mayores estaban
por otras cosas y de mis hermanas una era muy pequeña y la otra jugaba con su
muñeca como siempre. La verdad es que desde aquel momento mi tía Angelita se
convirtió en mi preferida.
Como conocía a mi madre y sabía perfectamente cómo
reaccionaba, cambié socarronamente de tema y le dije:
¿Me llevarás mañana al estanque de los patos
en los jardines?
Si, Pedrito, ahora ve con tus hermanos.
No sabía mi madre que no se me escapaban las
cosas de la cabeza, hace poco, hablando con ella que ronda los cien años me
decía:
Es imposible que te acuerdes de todo eso y que
hicieses lo que dices.
Pues sí, me acuerdo y toda la vida, cuando
hacía falta, llevaba una doble vida que ninguno de vosotros conocíais, parecía
que pasaba de todo pero era como un pozo sin fondo donde guardar los recuerdos.
Cuando ha leído alguno de mis relatos basados
en la realidad me dice por norma:
Eso no pasó.
Y yo le contesto invariablemente:
Bueno, pues no, me lo acabo de inventar.
Desde aquel paseo con mi familia, cuando veía
a mi tía aprovechaba para preguntarle, no era mucho lo que sabía pero conseguí
las fechas y el nombre del peluquero, donde vivía, quienes eran sus sobrinos,
todo ello era guardado en mi memoria y un cuaderno que decía que era mi diario
pero eran notas de campo de mis vivencias.
Estuvimos en aquella ciudad unos quince días más y me las arreglé para pasar varias veces
por la peluquería y gravarlo todo en mi memoria fotográfica.
Todos los datos que tenía bullían en mi
cabeza, no sabía por donde cogerlos, además, dada mi edad y encima en una
ciudad desconocida, no me dejaban solo en ningún momento, mi madre ejercía un
verdadero control sobre sus hijos, para ella todo eran peligros, era eso quizás
lo que me hizo crear un caparazón para huir de lo que yo llamaba tiranía de los
mayores, ya que incluso mis hermanos mayores influenciados por la estricta
educación, se sentían como pequeños perros guardianes para con su hermano “Pedrito”.
Pese a tener dos hermanas y luego otra más, yo era el menor de los críos y
objetivo de las disciplinas y desahogos de los mayores.
Con los años entendí que yo era la oveja negra
y como tal intenté comportarme para no desairarles.
Al cabo de quince días de viaje por la
península, llegamos a Alicante, donde
teníamos que coger el barco de nuevo hacia las Canarias, era el Miguel Martínez
de Pinillos, un mixto, pasaje y carga que acababa de ser botado.
En él cargaron el coche de mi padre, toda mi
familia y un par de pasajeros más y aquella noche partimos hacia Melilla para
luego salir para Tenerife y después La Palma, nuestro destino.
De esta compañía fue también el Valbanera, que
se hundió el 10 de septiembre de 1919 frente a las costas de Cuba, siendo la
mayor tragedia de la Marina Mercante Española. De este barco tendremos ocasión
de leer un relato que está en preparación y que cuenta las aventuras y
desventuras de un abuelo mío.
Como ya he contado, embarcamos y llegamos a La
Palma, si desean, en este mismo blog pueden leer los “Relatos palmeros” de este
mismo autor, recuerdos y vivencias mías.
Al cabo del tiempo y dada la distancia y la
imposibilidad de seguir mis averiguaciones, todos los recuerdos de la
peluquería y de aquella población andaluza pasaron al baúl de los recuerdo (Ese
pequeño baúl sigue yendo conmigo), es más, uno de mis mejores amigos también
tiene uno y cuando una noche, después de una juerga, cuando se desborda la
amistad, ante una penúltima copa nos contamos lo de nuestros respectivos recuerdos,
y no los de Karina, tuvimos que pedir una penúltima copa para celebrarlo. Este
amigo es Ricardo, de cuyas aventuras también se cuentan en este blog.
Al poco tiempo, mi familia se trasladó a vivir
a Madrid, tenía yo entonces diez años.
Ya tienes publicado un montón de material. ¿Cuándo te vas a decidir a publicarlo?
ResponderEliminar...en un libro, quiero decir.
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