Continua “EL VIAJE”, ¿Hay quizás una
cuarta parte? Eso con el tiempo se verá, mientras tanto, después de éste
relato, vendrán otros de las aventuras de Ricardo, de las que yo soy una
pequeña parte en algunos de los casos y a la vez biógrafo de él.
Y ahora………….
¿Pero qué he hecho
yo?
Tercera parte de la trilogía “El
viaje” Básicamente puedo decir que algo ocurrió, pero hay un secreto del
“sumario”. No sé por qué y yo no voy a desvelarlo, porque entre otras cosas
no los conozco ni al 50%, realidad y ficción se entremezclan ¿qué es verdad o
mentira? Eso depende del color del cristal con que se mira.
EL VIAJE III
PERO ¿QUE HE HECHO YO?
Pedro Fuentes
CAPITULO I
Después de aquella horrible noche, Ricardo se quedó una
semana en el convento con el padre Lázaro por varias razones, la primera fue el
descansar y olvidar la pesadilla, la segunda por hacerle compañía al sacerdote
y la tercera por ver el comportamiento de Trouvé que desde aquella noche era un
perro cariñoso y alegre, pese a que todavía seguía la luna llena.
Los paseos por los alrededores eran relajantes y el cura,
pese a lo avanzado de su edad, había rejuvenecido física y mentalmente.
Llegó el momento de la despedida y Ricardo y el perro se
marcharon, estuvo a punto de regalarle el animal al padre Lázaro, pero éste le
insinuó que él no podría atenderlo como era debido, y en el convento no querían
que un perro les desconcentrara de sus reglas y normas.
Cuando llegó a casa, tenía una nota de la Sra. Herminia de
que dos hombres, altos y fuertes, bien vestidos y de aspecto árabe le estaban
intentando localizar.
En el puerto, cuando fue al barco, la secretaria del club,
le informó que dos Srs., de las mismas características le andaban buscando.
Ricardo empezó a preocuparse, no sabía qué podía ser, pero
que fuesen árabes, le recordó al novio de la “dama de negro”, pero él ni lo
había visto, no tenía ni idea de quien era. Por si acaso, se preparó una
coartada, así que llevó el perro a casa de la Sra. Herminia y le pidió que se
lo guardase unos días sin dejarse ver mucho. Luego se fue al barco, sacó de
allí todo el dinero que había ocultado en las sentinas y lo llevó a su banco,
donde solicitó una caja de seguridad, lo metió dentro de un par de libros y
cuatro cosas de valor que tenía que le había legado su hermana cuando murió,
recuerdos de su madre y lo depositó todo allí. Luego se fue al barco y esperó en
él mientras ponía las cosas en orden por si llegaban otra vez.
Al día siguiente, como si lo estuviesen vigilando, llegaron
los dos hombres. Se dirigieron a él con toda la cortesía del mundo, le
enseñaron una foto de un muchacho árabe y le preguntaron:
¿Conoce a este joven?
No, no lo había visto antes, ¿Quién es?
Este joven estuvo de
pasajero suyo en este barco y queremos saber a dónde fue.
No, no lo conozco ni
ha viajado conmigo, ¿Cuándo dice que fue eso?
En junio, dijo el
árabe hablador, porque el otro, el más bajo no había abierto la boca todavía.
Imposible, lo hubiese
reconocido, además, este verano ha sido fatal y solamente he tenido dos viajes
con este barco y un transporte de otro que tuve que llevar, sin tripulantes a
Italia.
¿Con quien viajó en los otros dos viajes? En este punto, el
más bajo, que le sacaba una cabeza a Ricardo, se le acercó más y poniéndole el
dedo índice en el pecho le dijo con mucho acento:
Rápido y sin mentir, porque
solamente nos vale la verdad y a ti también si quiere conservar la salud.
Le digo que solamente he tenido dos viajes este verano, uno
a Ciudadela en Menorca para S. Juan, que por cierto me dejó tirado allí a mitad
del viaje y otro a continuación por la
parte norte de la Costa Brava, por aquí tengo las facturas de los puertos, en
el primero llevé a una chica joven que me dijo que íbamos a Menorca y allí
recogeríamos a su novio. Como eran fiestas, quedamos que yo me iría dos días
con unos amigos y les dejaría el barco, en el puerto, para estar en él, luego,
según me dijo, haríamos otro viaje a otro destino, de unos cinco días.
Cuando volví al barco me encontré con que no había nadie, ni
equipajes ni nada, solamente una nota en
la que me decía que no seguirían viaje y me pagaba el resto de los cinco días,
busqué por el camarote, que era éste y no dejaron nada, así que marché otra vez
para la península, no sé nada del novio de la chica, ni siquiera si existía o
si estuvo en el barco, ella traía un baúl bastante grande y pesado, yo tuve que
embarcarlo y a duras penas pudimos entre los dos, así que supongo que alguien
debió ayudarla a descargar y a transportarlo, eso es todo, si quieren
comprobarlo les buscaré los justificantes de todo, lo único que sé es que
aquella mujer no me gustó, parecía una niña mal educada e imprevisible, además
vestía de una manera que parecía mucho mayor de lo que realmente era, y en
cuanto a documentación, no se suele pedir salvo que se vaya al extranjero que
hay que llevar el pasaporte y visado si hace falta, pero hoy en día, si es un
puerto de la Unión Europea no hace falta sino el DNI, así que no lo pedí.
El segundo viaje fue cuando volví a la península, un grupo
de tres parejas me alquilaron para ir al norte de Cataluña, un viaje normal,
mucha playa, baños, algo de submarinismo y buenas comidas, pero todos ellos
eran bastante mayores, ellas más jóvenes no parecían sus esposas, pero no soy
yo nadie para juzgar.
Pagaron bien y no dieron guerra, no querían que se les viese
mucho, pero desde luego ninguno de ellos se parecía ni por asomo al chico de la
fotografía.
El otro viaje fue con otro barco, el dueño quería que se lo
llevase a Cerdeña, quedaron en llamarme al final de vacaciones para volver a
traer el barco. No me han llamado por ahora y la travesía de ida la hice en
solitario y a la vuelta, como tenía tiempo, me fui por Niza en avión, aproveché
para saludar a una vieja amiga, luego regresé a Barcelona y de allí a casa,
como no tenía más reservas y con los tres viajes tenía bien cubierto el año me
dediqué a viajar un poco, me fui a Madrid a buscar a un viejo amigo, que por
cierto es sacerdote. Anoche llegué y eso es todo bueno, todo no, les juro que
no he visto a ese chico ¿Quién es?
Eso no le importa, dijo el más bajo, comprobaremos todo, y
si nos ha mentido verá las consecuencias. Por cierto, ¿Nos puede describir a la
chica?
Si, era más bien rubia pero teñida de negro, pero muy negro,
pelo largo, unos dieciocho o diecinueve años pero parecía querer aparentar más,
un metro setenta aproximadamente, melena muy larga y suelta y vestida
absolutamente de negro con un vestido largo para ser verano, luego se puso un
chándal azul para la navegación, incluso le di una gorra para cubrirse del sol,
los ojos muy pintados, parecía una de esas “gores” que andan por ahí y bastante
mal criada, parecía una nueva rica.
Bueno, dijo el más alto, espero que no tengamos que
volvernos a ver.
Ricardo respiró tranquilo cuando se
fueron, la historia que medio se había inventado había dado su resultado,
además, todo se podía comprobar, lo único que tendría que cubrir era lo del
perro, pero mientras no lo mentaran, mejor ni nombrarlo, luego siempre sería
correcto definir la última procedencia.
CAPITULO II
Dos días
después, en el barco, aparecieron otros dos hombres, esta vez españoles, se identificaron como policías,
también traían una foto, esta vez si la reconoció Ricardo, era Lara.
Si, esta chica estuvo
en este barco, me contrató para ir a Menorca, por S. Juan, pero iba teñida de
negro y muy maquillada, parecía mayor, me dijo que en Ciudadela recogeríamos a
su novio.
Allí teníamos que estar dos días, así que quedé con la chica
que me dijo que se llamaba Lara que el tiempo en Ciudadela, como eran fiestas
yo me iría con unos amigos, y quedamos para el 23 de junio para volver al barco
y partir donde ellos dijeran, no llegué a conocer al chico, cuando volví al
barco no estaban, se habían llevado el equipaje, me dejaron el dinero que le
había dicho que le cobraría por cinco días más y una buena gratificación.
La chica trajo también un perrillo, me lo dejó con una nota
diciendo que me lo podía quedar que no se lo podían llevar.
Supuse que se irían en avión por lo del perro, yo se lo dejé
a una amiga mía francesa, que vive en Niza, me lo devolvió porque no se le
adaptaba a vivir con sus perros, así que lo tengo yo, Lèonore, mi amiga se lo
llevó y lo legalizó, porque no tenía papeles, ahora se llama Trouvé y está
conmigo, es un perro alegre y feliz.
Por cierto, anteayer vinieron dos tipos creo que árabes a
preguntarme por un chico, me enseñaron la foto, también parecía árabe, pero
vestido a la europea. Les dije que no lo conocía y les conté lo mismo que les
he dicho, salvo lo del perro. Se fueron y me amenazaron por si no les había
dicho la verdad.
¿No sabe quien era la chica?
No, no tengo ni idea, además, no me cayó simpática en ningún
momento y no me fijé en ella ni siquiera con las horas que pasó en el barco
navegando, creo que estuvo más tiempo durmiendo que despierta.
¿De verdad no la conoció?
No, no soy muy fisonomista, pero diría que no la había visto
jamás.
Es la hija de una persona muy importante y ha desaparecido,
lo último que se sabe es que viajó con usted y porque se lo dijo a los árabes
del servicio secreto.
Por el bien de usted, esperamos que lo contado sea verdad.
Por cierto, no debe salir de esta población por si le necesitamos.
Mire, dijo Ricardo, yo vivo como ya sabrán de los charter
que hago con el barco, por ahora no tengo nada previsto y este verano está
bastante flojo, pero si me sale algo tengo que aprovecharlo porque luego el
invierno es muy largo, así que si me dejan ustedes el teléfono, si me sale algo
los llamaré para estar localizado, no tengo ningún problema y colaboraré con
ustedes en todo lo que pueda, pero lo que ya les he dicho es todo lo que sé y
así se lo dije a los árabes sin saber ni quienes era , no tengo nada que
ocultar.
Bueno, le dejo mi tarjeta, aquí hay siempre alguien,
solamente tiene que dar su nombre y pedir hablar conmigo, dijo el agente que
había hablado siempre, el otro le miró de reojo y se marcharon los dos.
CAPITULO III
Ricardo no sabía qué había pasado, pero comprendía que la
cosa parecía ser muy gorda, ¿Quién sería la tal Lara? Y ¿El árabe? ¿A qué se
dedicaban? Ricardo pensó en hablarles de las horribles muertes de Ciudadela,
pero ¿Cómo explicaría lo del baúl? Lo ideal era que creyesen que se habían ido
definitivamente del barco antes de los sucesos.
Había hecho muy bien en trasladar los sobres al banco aunque
esperaba que no supiesen de la caja del banco, así que decidió que habría que
hacer algo lógico, quizás hacer desaparecer la llave, o guardar el dinero en
otro sitio más seguro, pero ¿Dónde? No podía comprometer a nadie. Luego pensó
que seguramente estarían siguiéndole, así que pensó que si se marchaba a otro
sitio, teniéndolos informados, se dedicarían a seguirlo y se liarían pensando
que hacía algún movimiento “sospechoso”
El tiempo era bueno todavía y podría salirle algún viaje,
pero era muy difícil, normalmente estos charter se organizaban con tiempo.
Podría marchar sin motivo aparente, pero se vería demasiado.
Bueno, voy a Peñíscola a comprar tomates pensó.
Hacía mucho tiempo
que tenía por costumbre irse a Peñíscola por la tarde a pasear por allí, se
relajaba, luego echaba una primitiva para la semana y después, subiendo al
casco antiguo había encontrado una casa que vendían unos tomates de cosecha propia
que llamaban “cor de bou” (corazón de buey en valenciano) tenían la forma de un
corazón y eran sabrosísimos.
En verano, y para andar por aquellas poblaciones utilizaba
una pequeña moto de 49 c.c., así que la cogió y se fue por la carretera de la
costa, en mal estado pero más corta y no tan peligrosa como la Nacional 340.
Supuso que para aquello no necesitaría comunicarlo, además le interesaba saber
si lo seguían, por eso eligió los caminos menos transitados.
Peñíscola estaba como siempre en verano, aunque éste ya
empezaba a declinar, ríos de gente hacia todas las direcciones, siempre que
pasaba por el paseo, rodeado de tanta gente de todas partes pensaba ¿Será
posible que con toda la gente que hay por aquí y no me encuentre con nadie
conocido?
No lograba quitarse de la cabeza la foto que le habían
enseñado de Lara, alguna vez, pensando en ella le recordaba a alguien conocida,
pero no de rubia, sino como la conoció, de negro y repintada al estilo “gore”.
Habían dicho que era la hija de alguien importante, pero él ni miraba ni leía
revistas del corazón y de televisión poca.
Llegó a la casa de los tomates, compró unos kilos, charló un
rato con la señora, marchó a por la moto y se fue directamente a su apartamento. Allí
estaba Trouvé dando saltos de alegría, lo cogió en brazos, le puso la cadena y
se fue con él a la calle a pasearlo.
Por más vueltas que le daba a la cabeza, no lograba imaginar
qué pasaba, ¿Quiénes eran los jóvenes desaparecidos? De ella le dijeron que era
la hija de alguien importante, de él no le dijeron nada, pero los servicios secretos
de un país árabe estaban detrás del asunto, ¿Y los pasaportes que había en el
baúl que tenían fecha de entrada en Túnez para
cuatro días después de la fecha, cuando aun estaban en Menorca? Ricardo
ya no sabía a qué atenerse.
Dos días después, estando en el barco, aparecieron por allí
los árabes, cuando se acercaron a el “Solitario” Trouvé salió hasta la proa
ladrándoles. Ricardo se acercó a ver qué pasaba y al verlos les preguntó:
¿Quieren subir a bordo? ¿Necesitan alguna cosa?
Solamente queríamos preguntarle una cosa, ¿No llevaba la
chica un perro? Dijo el más alto.
Si, era éste, cuando me dejó la nota de dijo que ya que se
llevaba tan bien conmigo y que se había olvidado los papeles en casa, que me lo
dejaba. Yo luego supuse que iban a algún sitio donde llevar un perro era un
problema, así que me lo quedé.
Cuando llevé el barco a Italia fue conmigo, luego fui a
Francia a ver a una amiga que tiene varios y no se llevaba bien con ellos, así
que le saqué documentación nueva, la verdad es que para ello hubo que hacer una
pequeña trampa y cambiarle el chip y ya, con la nueva documentación me lo traje
para casa.
¿Qué hizo con el chip?
Lo tiré a una papelera cuando iba hacia el aeropuerto.
¿Por qué no nos dijo nada de él la vez anterior?
No me di cuenta, como para ustedes el único interés era el
chico y yo no lo llegué ni a conocer.
Sin embargo, cuando vinieron los dos policías españoles,
preguntando por la chica si que se lo dije.
Por cierto, esos chicos ¿En qué lio se han metido que hay
tanta gente detrás de ellos? El no lo sé, pero a ella yo la buscaría a partir
de Menorca, que fue donde abandonó el barco, aunque había tanta gente y tan
diferente en Ciudadela en aquellas fechas. Y barcos de recreo había de todo el
Mediterráneo, además de las líneas regulares de ferry.
De todas formas, si abandonaron al perro, supongo que
querrían viajar en algún transporte público, sobre todo en España, es un
problema viajar con un animal de compañía y raro es el hotel que los admiten.
En el náutico de Ciudadela no vieron a nadie de esas
características ni con un baúl de grandes dimensiones, dijo el árabe alto.
Si preguntaron por mi barco, supongo que les habrán
informado de mi llegada y estancia allí, estaba en el contra muelle y allí entran y salen coches de
todo tipo, además de que allí amarra el ferry de Alcudia y en fiestas hay
muchísimo tráfico, de todas formas, y, cuando rellené la hoja de llegada, ya
anoté que viajaba con una pasajera y a la hora de irme, también declaré que
partía solo.
No se quien era Lara ni si llegó a presentarse el amigo,
novio o lo que fuese, lo único que se es que les he dicho toda la verdad, he
pensado mucho sobre el hecho por si me acordaba de algo y lo mismo que les he
dicho a ustedes es lo que le dije a los dos policías españoles a los que por
cierto también hablé de ustedes.
No sé ni quienes son ni tan siquiera la nacionalidad,
supongo que su presencia aquí y su interrogatorio no es del todo legal cuando hay unos policías
españoles por medio, pero prueba de mi buena voluntad es que a unos y otros les
he dicho la verdad.
Bueno, dijo el alto, no le molestamos más, es de vital
importancia que encontremos al chico porque es el hijo de una familia muy
influyente y a ella porque también lo es, le damos las gracias por su
colaboración y esperamos que si nos surge alguna duda nos pueda ayudar.
De todas las formas, la policía española sabe de nuestras
gestiones y compartimos toda la información. Agradecidos esperamos que no le
tengamos que molestar.
El más bajo, que hacía las veces de interrogador malo, miró
a Ricardo como si le perdonase la vida y se despidió sin decir palabra,
solamente levantó la mano derecha con su dedo índice levantado y el resto
recogidos.
El día siguiente, cuando llegó al barco, se encontró
con que lo habían abierto y registrado
hasta el último rincón, incluidas las sentinas donde había estado el dinero, en
algunos rincones se veían señales de polvo blanco, de los utilizados para
buscar huellas dactilares. No había desaparecido nada, los equipos de
navegación y el ordenador portátil habían sido conectados y revisadas las
memorias.
Cuando Ricardo vio aquello, no supo si era obra de árabes o
de la policía, así que después de revisar todo y comprobar que no faltaba ni
roto nada, cerró el barco, se fue al contramaestre del puerto y denunció el
hecho, luego a la Guardia Civil e hizo lo mismo.
Ya eran casi las cuatro de la tarde cuando se dirigió a su
casa, había pasado lo mismo, también le habían abierto la puerta y revisado
todo, ahora no tenía duda, sabían que estaría en el barco y no lo esperaban en
el piso. O quizás se repartieron la labor.
Otra vez le tocó revisarlo todo e ir a denunciarlo, el
agente que lo recibió, el mismo de por la mañana, extrañado le preguntó por qué
lo buscaban.
Ricardo le contó la misma historia que sabían árabes y
policía. Le pidió al policía que hiciese constar sus sospechas en las denuncias
y que no tenía nada más que decir.
A partir de ese momento se dedicó a revisar las hemerotecas
a través de internet para intentar enterarse
de quién era Lara. Le costó muy poco encontrarla, después de varias
preguntas a Google le puso “fotos de hijas de personas importantes” Lara estaba
allí.
¡Dios! En menudo lio me he metido sin comerlo ni beberlo,
espero salir de esta lo antes posible, pero ahora nada tiene vuelta atrás, y
hacia delante la bola se irá haciendo cada vez más gorda.
CAPITULO IV
Sospechando lo que sospechaba, el pensamiento primero de
Ricardo fue que le convenía desaparecer por una temporada, pero eso era
reconocer que había hecho algo en la desaparición de las dos personas, pero de
eso era completamente inocente y nadie se iba a creer lo de Cervero, además, si
indagaban, podrían enterarse de que también había estado en Porto Pino, más
tarde de la muerte de la pareja, pero solamente él lo sabía, aunque para eso tenía los billetes
de avión y el alquiler del coche.
Al día siguiente aparecieron por el barco los policías,
Ricardo estaba dándole una mano de aceite de teka a las maderas de la cubierta.
¿Qué desean? ¿No tienen bastante con desmontarme barco y
apartamento? ¿O me van a decir que ustedes no fueron?
O ustedes o los árabes, pero me parecen que juegan juntos en
el mismo equipo.
Todo lo que les dije a ustedes y a los otros es la pura
verdad, y si quieren algo más de mí,
después de todo lo ocurrido, me parece que van a tener que traerme una orden
judicial.
No, venimos para informarle que se han descubierto, según
las pruebas de ADN los restos de la pareja en Menorca. Vd. ¿No sabía nada?
Nada ¿de qué?
De la horrible muerte de la pareja, la misma noche que usted
pasó en Menorca. Nos dijo la primera vez que había estado el día y medio con
sus amigos. ¿Pueden ellos confirmarlo?
Si, claro, éramos un pequeño grupo y pasamos las fiestas juntos, eran los familiares de una novia mía
que murió, no sé si ustedes conocen las fiestas, son multitudinarias, todo el
mundo está en las calles, las noches se pasan en vela y de día se duerme un
poco allí donde se puede. Pero dicen que tuvieron que reconocerlos por el ADN,
¿Tan grave fue la cosa? ¿O murieron quemados o algo así?
Murieron despedazados por alguna o algunas fieras, se habla
de perros salvajes o incluso lobos, parece ser que fue más de uno.
Pero, yo no he oído nunca que allí pudiese haber lobos o
animales salvajes.
O eso o un rito satánico.
¡Dios mío! ¿Pero eso existe?
No sabemos nada más que eso, ¿Usted no supo nada de las
muertes? Cuando salió de Ciudadela ya se sabía todo eso y la gente estaba
horrorizada.
Cuando fui a Capitanía del puerto a pagar y marcharme las
chicas de la oficina estaban hablando de algo que había pasado, la verdad es
que ni pregunté que yo recuerde, aunque si, quiero recordar que pregunté algo,
pero pensé que era cuestión de peleas o algo así en medio de la algarabía de
las fiestas.
Lo que extraña ahora es el baúl, de éste no se sabe nada,
con ellos no estaba, y usted dice que en el barco tampoco. ¿Tiene la nota que
dijo que le dejaron?
No, no le di la mayor importancia, como cobré el viaje más
una gratificación me marché para ver si aprovechaba el viaje y podía hacer otro
charter y cuando hice que me limpiaran el barco como hago siempre que termino
un viaje supongo que terminaría con el resto de las basuras.
Bueno, venimos a informarle que habían aparecido los cuerpos
y ya lo hemos hecho ¿Ha averiguado quienes eran?
Me metí en internet y al final tengo la sospecha bastante
clara de quién era ella, la verdad es que no me lo hubiese imaginado nunca,
pero a él les juro que ni se quien era ni lo he visto jamás.
Cuando se fueron sin decir nada, y ella me había dicho que
no le interesaba que lo vieran, fue cuando le ofrecí a Lara quedarse solos en
el barco hasta que zarpásemos, luego cuando desaparecieron y me dejaron todo
pagado e incluso una indemnización por no seguir el viaje pensé que querían
ocultarse más o tenían planeado cambiar de barco, que sigo pensando que es lo
que debieron hacer o facturaron el baúl o lo sustituyeron por algo más cómodo y
manejable, yo lo subí al barco y me las vi y me las deseé, pero llegué a
sospechar que él estaba metido en algo gordo, drogas o algo así, claro que
tampoco conocía a ella en aquellos momentos, luego aparecieron los dos gorilas
árabes y ya no sé qué pensar, aunque en internet decían que era de gente de
mucho dinero. Por cierto, colaboro con ustedes todo lo que haga falta, pero les
rogaría que los apartaran de mi, me han llegado a amenazar veladamente, sobre
todo el más bajito, que parece un orangután y no creo que aquí, en España
tengan ningún derecho ni autoridad.
Bueno, se hará lo que se pueda. Ahora nos vamos.
Esperen, quiero comentarles algo, pronto serán las fiestas
de Mahón y se suelen hacer charter y cruceros, a Menorca, tengo unos posibles
clientes para un viaje, si me sale, ya los avisaré de las fechas y por donde
estaré.
Cuando se fueron los policías, Ricardo se quedó más tranquilo,
les había hablado muy bien y además quizás le quitasen a los árabes de encima.
Lo del supuesto viaje a Menorca era una forma de desaparecer unos días, ahora
habría que hacer algo para conseguirlo, aunque fuese un crucero sin ganancias.
CAPITULO V
Cuando terminó aquella tarde de trabajar en el barco hizo lo
que tenía por costumbre, irse a Peñíscola a pasear por allí. Había ido por
primera vez en el 67, cuando era un pueblecito, unos años después, 11, desde
que Berlanga rodó Calabuch y 6 desde el rodaje de El Cid, de Charlton Heston y
Sofía Loren, ambas películas en el castillo y la playa norte. Pues bien, en
1967 Peñícola empezaba a despuntar en el turismo.
Le gustaba ver como las gentes se arreglaban para salir a
pasear y lucir el bronceado que había
cogido durante el día, mientras se tomaban unos helados antes de la cena.
Llegó hasta el centro mismo y allí dejo la moto, subió al
paseo y no había andado ni diez pasos vio a alguien conocido. Lo había visto en
Blanes cuando hizo escala allí llegando de Menorca, en Junio, después de los
macabros hechos sucedidos allí.
¡Pedro!, ¡Pedro!, gritó.
Un hombre de su edad aproximadamente, con barba y gafas y
acompañado de una mujer, algo más joven y vestidos los dos de esport y muy morenos por el sol, se dio la vuelta y
miró durante unos segundo a Ricardo, luego, más bien recordando al hombre de
Blanes que a otra persona, se dirigió hacia él y le dijo:
Perdone, ¿Le conozco de algo?
¿No eres Pedro? ¿El amigo de Vicente y mío de Madrid?
Yo soy un turista y estoy aquí de paso y me llamo Luis.
Perdone, lo siento, pensé que era otra persona, dijo Ricardo
y empezó a retirarse.
¡Ricardo! Hermano de los caracoles (*), que no aguantas ni
una broma, coño. Dijo Pedro cuando ya se iba éste.
Fueron el uno hacia el otro y se fundieron en un abrazo.
¡Jo! Ya no me acordaba de los caracoles.
Yo sí, siempre tuve cargo de conciencia por lo que hicimos,
pero ¿Te fue bien, verdad?
Nunca más he sufrido del estómago.
Bueno, espera, te presento a mi mujer, Azucena.
Así que tú eres Ricardo, a ver si algún día conozco a
Vicente, solamente oigo a Pedro hablar de vuestras aventuras.
¿Por qué no te diste a conocer en Blanes?
Es una larga historia, ya os contaré. ¿Estáis aquí de
vacaciones?
No, en Vinaroz, tenemos un barco allí y pasamos todo el
verano en él. ¿Y tú?
No, tampoco, vivo en Benicarló y también tengo un barco
allí, con el que me dedico a hacer charter y vivir de ello.
¿Estabais en Blanes con el barco?
No, parte del invierno lo pasamos allí, así estamos cerca de
los hijos, que viven por allí.
¿Y tú?, ¿Tienes hijos?, ¿Te casaste?
No a la primera y no a la segunda, la verdad es que estuve a
punto pero todo fue mal, ya iremos hablando de todo ello.
Se sentaron en una terraza, a tomarse unas cervezas y
contarse de sus vidas, luego se fueron a cenar y seguir charlando.
Quedaron para el día siguiente salir a navegar con el barco
de Pedro, querían hablar de todo lo ocurrido sin que pudiesen ser espiados por
nadie.
Al día siguiente Ricardo fue temprano a Vinaroz, dejó la
moto fuera del Náutico, un poco para despistar, entró en un bar a tomar café y
luego, al ver que nadie le seguía entró en el club, Pedro estaba esperando con
los motores en marcha y las amarras a punto para ser soltadas.
Salieron a navegar con el trawler, un barco clásico que
Pedro y su mujer habían restaurado.
Salieron del puerto y prepararon las cañas para pescar al
“curry”. Pasaron el día pescando, a medio día fondearon al sur de Peñíscola y
se bañaron, hablaron de todo lo pasado en esos caminos separados que habían
emprendido hacía ya tanto tiempo.
Eran ya las últimas horas de la tarde cuando llegaron a
puerto, amarraron, tomaron una cerveza para refrescarse y se despidieron hasta
otro día.
Ricardo les habló de una pequeña parte de lo ocurrido por no
complicar a sus amigos con sus problemas.
(*)Ver “Los caracoles” del mismo autor
CAPITULO VI
A los pocos días Ricardo tuvo que hacer unas reparaciones en
el casco del barco, cuestiones de fibra y recordó que Pedro le había comentado
de un chico tunecino que le había trabajado en
su barco, así que le pidió el teléfono y le llamó. El mismo día por la
tarde vino Habel a hablar con él.
El tal Habel, de rasgos árabes, era muy delgado, pero
fibroso, se le notaba fuerte pese a su aspecto y cojo de la pierna derecha,
luego supo que había tenido una operación de rodilla para corregir una
parálisis ocasionada por una poliomielitis y tenía la movilidad reducida.
Le enseñó lo que había que hacer. En una maniobra al ir a
amarrar, había golpeado la amura de estribor
y se produjo un desconchón y un desplazamiento del candelero que podría
producir una entrada de agua entre las capas de fibra.
Habel hizo un
presupuesto y quedó con Ricardo para a la mañana siguiente ir a comprar los
materiales necesarios, la obra no era costosa, pero había que realizarla en
varios días seguidos para permitir que los materiales secasen lo mejor posible.
Durante varios días Habel estuvo trabajando en el barco, el
primer día, cuando ya llevaba tres horas trabajando, Ricardo le dijo a Habel:
¿Quieres beber algo? Yo me voy a tomar una cerveza.
Si, yo también.
A partir de ese momento, Ricardo estuvo hablando con él
durante bastante rato cuando hacían un descanso o después de terminar la jornada.
Habel llevaba veintitantos años en España, su padre había
venido a trabajar, cuando ya estaba establecido aquí, se trajo a toda su
familia, su mujer y tres hijos, lo que le hizo tomar esa decisión fue el
precario estado de salud de su mujer y la poliomielitis del niño. La madre fue
sometida a varias operaciones, la última del corazón y seguía viviendo, ahora
en casa de la hija desde la muerte del padre.
Cuando tuvo una edad suficiente, a Habel lo casaron con una
tunecina y se la trajo también. El había trabajado en aquella zona y su hermano
menor, ebanista, ahora ambos en el paro, sobrevivían de las ayudas y los
trabajos que iban haciendo. En realidad eran buenos profesionales.
Se las daba Habel de medio español, pero en el fondo seguía
amarrado a las raíces árabes.
Ricardo, al que le gustaba saber de las gentes y de otras
culturas, lo interrogaba muy sutilmente sobre religión y costumbres.
Un día, ya próximo a acabar el trabajo, cuando ya se había
ido Habel hasta el día siguiente, Ricardo se fue a sentar en una terraza del
puerto, después de pasear a Trouvé, mientras esperaba a Pedro para tomar unas
cervezas, en la mesa de al lado había dos chicos de unos treinta años y con
aspecto de estar de vacaciones.
Al poco rato le pidieron fuego, Ricardo se lo dio y encendió
un cigarrillo que le ofrecieron.
Uno de los muchachos le preguntó:
¿Conoce a ese árabe que venía con usted cuando salió a
pasear al perro?
Si, Me está haciendo un pequeño arreglo en el barco, poca
cosa, me lo recomendó un amigo y así le echamos una mano ya que tiene familia a
su cargo y está en el paro, pero solamente le conozco de eso.
Ricardo, después de varias preguntas más, notó que le
estaban interrogando, pero no por lo que había ocurrido con la pareja de
Menorca, era algo diferente, sobre islamistas, querían saber algo sobre Habel.
¿Estarían buscando trabajadores ilegales?
Cuando llegó Pedro, saludó a Ricardo, cogió a Trouvé en
brazos y le hizo cuatro carantoñas, luego se sentó y pidió una cerveza.
Ricardo le dijo:
Estos dos chicos me preguntan si conozco a Habel, les he
dicho que me lo había recomendado un amigo, ¿Te hizo algo a ti?
Si, me estuvo arreglando la cubierta, pero no lo conozco
sino de eso, nos lo hemos recomendado unos a otros, a mi no recuerdo bien quién
lo hizo, alguien del club de Vinaroz, supongo que otro socio, es un chico que
trabaja bien y barato, yo lo tuve durante dos semanas e incluso le comenté que
por qué no se establecía con su hermano que es ebanista y por cierto muy bueno,
y tendrían bastante futuro en los barcos de recreo. Luego estuvieron trabajando
para otros.
¿Hablaron de cuestiones religiosas?
No, pero ya sabéis que clase de gente es, te hacen creer
que son muy liberales, muy europeos,
pero luego los ves por ahí y llevan a las mujeres tapadas hasta las cejas y
dominadas totalmente, muchas sonrisas y buena cara pero luego te la clavan por
menos de nada.
Ricardo, viendo el cariz que tomaba aquello, que era un
interrogatorio solapado, les dijo: Bueno, ya está bien, ¿Para quién va el
interrogatorio y qué queréis saber? ¿Quiénes sois? ¿A qué venís?
Mira, dijo el más hablador de los dos sacando una chapa de
la policía. Somos policías y no traemos ninguna orden ni nada parecido, no
somos de por aquí, venimos de Madrid y ni los propios policías de la zona o
trabajando por aquí nos conocen, estamos investigando y buscando células
islamistas, pertenecemos directamente a las más altas esferas de Interior y
estamos investigando células islamistas, pero nadie os va a creer y nadie nos va a reconocer, así
que si queréis contestarnos nos haréis un favor.
Os voy a contar una cosa, ya que sois, creo, sinceros. A mí
me está pasando algo que os voy a explicar, todo empezó porque alquilé mi barco
a una chica que iba a hacer un crucero con su novio o llevarlos a algún sitio que
no me dijeron, a él no lo vi en ningún momento. Ricardo les contó con pelos y
señales todo lo que ya le había contado a los otros policías y a los árabes.
¿Y esos árabes dices que están también en contacto con los
nuestros? Dijo el más callado.
Eso dijeron. Contestó Ricardo.
El más hablador se separó unos quince metros del grupo y se
puso a hablar por el móvil, estuvo así durante unos quince minutos, luego colgó
y se aproximó al grupo, siguieron hablando sobre el asunto y al cabo de diez
minutos sonó el teléfono del policía “hablador” y éste contesto:
Así que va por ahí la cosa, bueno, nosotros creemos que este
señor está colaborando y los “moros” buscan algo más, miraremos de
identificarlos.
Si aparecen por aquí de nuevo, tenga esta tarjeta y
llámenos. Y se despidieron.
Cuando marcharon,
Ricardo y Pedro se miraron. El primero
en hablar fue Pedro.
Menuda se está montando, aquí hay cuatro grupos distintos o
no tan distintos, por lo que he llegado a entender, parece como si lo de la
muerte de esa pobre chica y su novio, no tuviesen nada que ver o ha sido el
desencadenante de algo muy gordo, y tú estás metido hasta las cachas y de
rebote voy yo. ¿Averiguaste quien era el chico árabe que murió con la chica?
¿Era el novio o alguien que se metió por medio?
Mira, Pedro, tienes razón, la cosa está muy negra y yo estoy
en medio, y por cómo se está desarrollando todo, te pido, por favor, que ahora
que puedes, que no te han implicado en nada, sino por haberme recomendado a
Habel, haz el favor de apartarte, mientras esto dure, sepárate de mí, pero no
te alejes mucho, tú eres más cerebral que yo, siempre lo has sido, vamos a
estar en contacto, si quieres, pero solamente a escondidas, cuando queramos
vernos, por algo importante nos llamaremos a preguntar cualquier tontería de
navegación o del tiempo, y quedamos para comer o cenar en algún sitio más bien
solitario que podamos controlar a las personas de alrededor.
Mientras tanto
mejor que no te acerques, piensa en lo sucedido y a ver qué se te ocurre.
CAPITULO VII
Habían pasado tres días cuando Pedro llamó a Ricardo:
Ricardo, tengo un pequeño problema con el cargador de
baterías del barco, hay una cosa que no veo claro, a veces, la batería de
servicio, pese a estar conectada al cargador, se descarga, cambio de posición
el distribuidor de baterías y vuelvo a la primera y me marca como si hubiese
cargado sola.
Mira, ahí tienes por algún lado un contacto que te la
descarga, te doy un teléfono de un técnico que me hace algunas cosas, es de
confianza y no es caro. A propósito, ¿Qué haces? Tengo que ir a San Carlos a
tratar con una agencia para hacer unos charters, como me pilla de camino, ¿Te
paso a buscar y charlamos?
Si, aparca tu coche en el club e iremos con el mío, que está
bajo de batería y necesita andar un poco. Te esperaré en la puerta del club
para abrirte.
A los diez minutos los dos amigos partían en el coche de
Pedro, dieron un par de vueltas por el pueblo para controlar si alguien los
seguía y salieron a la carretera. Durante el camino hablaron de banalidades, llegaron
a S Carlos y aparcaron.
Ya en la calle Pedro le dijo a Ricardo: ¿Sabes que vi ayer a
Habel y a su hermano sentados en el paseo, al lado de dos tipos árabes, bien
arreglados? Estuvieron allí mas de tres cuartos de hora y hablaban pero hacían
ver que leían un periódico, luego se fueron, los árabes metieron algo entre las
páginas, se levantaron dejando el periódico en el banco, Habel lo recogió
rápidamente y se lo pasó a su hermano, esperaron diez minutos y se fueron cada
uno por su lado, les hice una foto de espaldas con el móvil para que tú los
vieses, porque yo solo conozco a los árabes por la descripción que me diste.
Sacó el móvil y se lo enseñó.
Si, son ellos, no hay duda. Aquí hay gato encerrado. Ahora
mismo voy a llamar a los polis de ayer, me parece que estos van a ser los más
de fiar.
Ricardo buscó un teléfono público y llamó al número que
figuraba en la tarjeta. ¿Oiga? Quiero hablar con José Miguel. ¿Eres tú? Vale,
soy Ricardo, que hablamos el otro día, es para indicarte que mi amigo ha visto una cosa que me ha contado y me ha extrañado
mucho, ayer, por la tarde. Estaban los dos hermanos sentados en un banco y…….
Si que es extraño, ¿Y dices que dejaron un periódico con
algo dentro y el cojo lo cogió? ¿Era grueso o delgado?
Si, era algo delgado, yo diría que eran unos papeles.
¿Estáis seguros de que eran ellos los árabes ricos?
Sin lugar a dudas, mi amigo hizo una foto de espaldas pero
yo los he identificado sin duda.
Hazme un favor, envíamela al correo electrónico que te voy a
dar, cuando te confirma la recepción destrúyela, si alguno de ellos la descubre
podéis correr un grave peligro.
A los diez minutos
llegó la confirmación, Pedro borró todas las fotos que tenía almacenadas
e incluso sacó la memoria del móvil. Los dos amigos temblaban y se fueron a
tomar una copa para reaccionar.
CAPITULO VIII
A los tres días, Ricardo recibió una llamada de José Miguel,
fue muy escueta. Ricardo, esta noche, a las nueve reúnete con Pedro a ver el
telediario.
Llamó a Pedro y le dijo: Pedro, vente con tu mujer a mi
casa, he recibido una llamada de teléfono para que veamos el telediario juntos,
cenaremos aquí, ¡venid pronto!
A las ocho y media llegaron Pedro y su mujer al apartamento
de Benicarló.
Ricardo había preparado los dos televisores que tenía en
casa y el del barco, porque no sabía qué canal tenía que poner. Además colocó
una cinta de vídeo para gravar en el fijo.
Abrió el telediario de la 1 con un:
¡Noticia de última hora!
Hace escasamente
media hora, ha sido desarticulado un comando islamista al parecer de Al Qaeda,
han fallecido cuatro árabes de diferentes nacionalidades, en el momento de la
detención, al parecer estaban preparando un gran atentado para el once de
septiembre. Conectamos con el Ministerio del Interior en el que ahora mismo se
están ofreciendo unas declaraciones del ministro.
Esta tarde, en la zona de Levante, ha habido un
enfrentamiento entre varios árabes y una
dotación de los GEO, en una casa se encontraban dos árabes que se hacían pasar
por obreros en paro y que se dedicaban a hacer trabajos esporádicos en fibra de
vidrio y ebanistería. Se les incautaron documentaciones falsas y doscientos mil
€. Se dedicaban a comprar teléfonos de
previo pago y diferentes materiales, altamente inflamables, que se utilizan para arreglo de embarcaciones.
En otro puerto se localizaron al mismo tiempo dos agentes
también árabes que vivían con gran lujo y poseían dos embarcaciones de gran
velocidad, una, para cometer un tremendo atentado y la otra para facilitarles
la huida por mar.
Los citados comandos eran seguidos desde la muerte de un
agente terrorista que murió junto con su novia en extrañas circunstancias.
Se está investigando unas muertes parecidas ocurridas por
las mismas fechas y similares circunstancias en Italia.
La localización de los citados individuos se produjo en una
población costera gracias a la foto que un turista hizo casualmente.
En los enfrentamientos con los terroristas, se produjeron
diversos disparos, siendo abatidos los cuatro árabes.
Dos policías resultaron heridos levemente.
Hasta aquí la rueda de prensa, por ahora no se permiten
preguntas, este ministerio enviará en su momento una nota de prensa en la que
se darán más detalle.
Ricardo y Pedro se miraron y ambos estaban temblando, la
mujer de Pedro lloraba asustada.
Ricardo se levantó, sacó una botella de whisky, tres vasos y se sirvieron abundantemente.
A los dos días apareció por el barco “El solitario” José
Miguel con otra botella debajo del brazo y encontró a los dos amigos terminando
de arreglar lo que Habel dejó a medias.
¿Puedo subir a bordo?
Adelante, dijo Ricardo mientras los dos amigos se limpiaron
las manos y se la extendieron al policía.
Cuándo dijeron lo de los dos policías heridos, temimos que
fuerais vosotros, dijo Ricardo.
No, fueron los dos policías que “investigaban” la
desaparición de la pareja en Menorca,
los encontramos con los agentes ricos con los que parece ser que “colaboraban”.
La pareja que murió en Menorca, al parecer simularon un rito
satánico, dijo José Luis. Ricardo fue a
por hielo y vasos y entre los tres terminaron con la botella mientras el
policía les terminó de contar los detalles, pidiéndoles por favor que no
desvelaran la identidad de “La misteriosa dama de negro”.
FIN
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