Un nuevo miércoles, otro capítulo de Lucía la mujer que llamaron "La muchacha de una sola pierna" cuando llegó del pueblo que tuvo que abandonar por la mala intención de unos y las habladurías de otros.
Y ahora............
LUCÍA
Pedro Fuentes
Capítulo XX
El domingo, a las diez y media,
Rosario salió de su casa, tenía permiso como cada domingo para llegar a las
nueve de la noche, sus patronos, el domingo se iban a comer fuera, pero la cena
la hacían en casa y Rosario llegaba a tiempo para preparar la cena, así que
subió hasta la plaza de Iglesias y allí, compró una bandeja de pastelistas para
llevarle a su tía, luego bajó por Juan de Austria hasta Raimundo Lulio. Llamó
al timbre y Lucía se apresuró a abrirle, acababa de servirle el desayuno a su
madre y ya estaba arreglada.
Se saludaron con un par de
besos en la mejilla y luego saludó a su tía que seguía sentada en la mesa.
¿Qué tal, tía? ¿Cómo te
encuentras? Ahora en casa supongo que mejor, si quieres voy a ayudar a Lucía
con la comida, que verás que tendrá más sabor, casi como si hubiésemos echado
sal y luego si queréis, como hace buen día, si el médico te lo permite, bajamos
a la calle y andamos un poquito, podemos ir a la plaza de Olavide.
Lucía terció: Si, un ratito me
ha dicho el médico que puede salir, además dijo el doctor que es bueno que
ande, que vaya cada día aumentando el paseo.
Engracia se animó con la idea y
se puso a ver la televisión hasta que las muchachas salieran de la cocina.
Engracia y Lucía entraron en la
cocina.
¿Qué vamos a hacer? Dijo Rosario
Si te parece podemos hacer unos
macarrones y luego un poco de pollo a la plancha.
Bueno, primero ponemos el pollo
con romero, tomillo, un poco de pimienta y orégano, le pondremos a macerar con
un poco de aceite para que las hierbas se adhieran.
Mientras iban sacando las cosas
y preparándolas, Rosario empezó a cantar, poco a poco se iba animando imitando
a doña Concha Pique, la verdad es que lo hacía bastante bien, tenía buena voz y
entonaba bien aunque nunca había estudiado ni canto ni música.
Caray, prima, no sabía yo que
cantabas tan bien.
¿Qué tal vas de amores? Dijo
Rosario
.
Esta noche vendrá, hoy ha sido
la jura de bandera y ahora tendrá unos días de permiso, luego vuelve al
campamento y ya se licencia.
¿Y después?
No lo sé, estará a la espera de
que en su empresa lo envíen creo que a Barcelona.
¿Y te llevará con él?
No hemos hablado de eso,
además, yo no me puedo ir, aquí tengo el trabajo y a mi madre.
¿Qué pasará?
No lo sé ni me importa, he
pasado con él los mejores ratos de mi vida, puedo vivir de recuerdos toda la
vida; si me olvido de él, puedo morirme.
Ya te lo dije una vez y te lo
vuelvo a repetir aunque te enfades conmigo, creo que ese chico se está
aprovechando de ti
.
No, desde el primer momento que
lo conocí hemos tenido claro que nuestra relación tenía principio y fin, él me
ha dicho siempre que me tiene mucho cariño y que me quiere, pero que no está
enamorado de mi y yo lo quiero, creo que lo amo y que estoy enamorada de él,
pero eso no es suficiente, ¿Lo amo? Si, ¿Estoy enamorada de él?
¿Qué es el
amor? No lo sé.
Yo tampoco lo sé, pero es tan
malo quedarse sola, sin alguien que sabes está ahí y en quien te puedes apoyar
cuando lo necesites.
Pero eso no es amor, puede ser
amistad, puede ser egoísmo, pero no es amor. Puedes quererlo, porque el roce
hace el cariño, pero amor, lo que es el amor, no se encuentra ahí, el amor es
ser uno solo de la unión de dos.
Bueno, es muy complicado, no es
nada fácil de saber ni entender.
¿Y tú y Fernando? ¿Salís en
serio?
No lo sé, salimos, nos vemos a
menudo, casi cada jueves y domingo, pero no hemos hablado nunca de nada en
serio, la verdad es que Fernando casi cada día me pregunta si sé algo de ti.
Pero si solamente nos veíamos
en el autobús y aquel día que fuimos a bailar y empezaron todos mis males
.
¿Qué te pasó con Antonio?
Ya te lo conté, quiso
aprovecharse de mí en el coche.
¿Por qué fuisteis a
denunciarlo? ¿No sabíais que no pasaría nada?
No se puede pasar por esas, si
todas las que hemos estado en sus manos.
hubiésemos denunciado, quizás ahora no
estaría tan tranquilo.
Toda su pandilla hablaba de ti
como si hubiesen estado contigo y que fueses una puta, ahora si que no podréis
ir al pueblo. Mi madre no sabe nada de nada ni yo le he contado que te he visto
aquí en Madrid, pero siempre me dice que le gustaría saber de vosotras y poder
veros. En el tiempo que llevo aquí ha venido una vez, al médico, pero no sabe
ni dónde estáis, ni si en Madrid o en otro sitio.
Tu tía no quiere que sepan de
nosotros ni que sepan que trabajo en un bar de putas como ella lo llama y si no
fuese porque Genaro nos ayudó y está siempre aquí pendiente de ella, tampoco
querría ni verlo. En realidad es una puritana.
Bueno, ya tenemos la comida
preparada para darle el último toque luego, como verás, ni al sofrito le hemos
puesto sal, con las especias le daremos otro sabor. Si a tía le gusta el ajo,
siempre puedes aliñar con ajo, ya sea crudo o frito, además coge una aceitera y
ponle dentro unos ajos partidos y un par de hojas de laurel rajadas y aliña con
él las ensaladas y las judías verdes. Ahora, si te parece, cogemos a tu madre y
salimos a pasear un rato.
Las muchachas salieron de la
cocina, ayudaron a Engracia a terminar de arreglarse y salieron a la calle
rumbo a la plaza de Olavide, pasearon por la plaza aprovechando que el sol
calentaba bastante para el tiempo que estaban, luego subieron por Santa
Feliciana hasta Juan de Austria hasta Raimundo Lulio, Engracia iba en medio de
las dos jóvenes cogida de ambos brazos, pero hablaba con Rosario, toda la
conversación se circunscribía a las preguntas que Engracia hacía sobre la vida
en el pueblo y vida y milagro de los paisanos. Rosario, que además de “pasar”
de sus vecinos, iba con pies de plomo para no hablar de según qué temas, no
sabía qué contestar, Lucía que veía la situación intentaba cambiar de tema,
hasta que llegó un momento que le dijo:
Vale, madre, si tanto quieres
saber, si quieres hacemos un viaje al pueblo y vemos a la gente.
Si, para que nos pongan como
“vuelta de perejil”
No, madre, si acaso me ponen a
mi y la verdad es que “me importa un pito” todo lo que puedan decir de mi, de
bueno o de malo. La gente habla muchas veces para esconder sus vergüenzas, como
dice el refrán, “ninguna puta quiere ser sola” Aprovecha la ocasión, pero si
dices que no quieres ir, que sea para siempre, porque habrá pasado tú última
oportunidad y solo irás con los “pies por delante” para que te entierren con la
familia y se retuerzan en sus tumbas.
Desde luego, Lucía, desde que
estás en ese barucho, hablas como un carretero.
Rosario, por cambiar de tema
dijo:
Tía, quieres que le diga a mi
madre que os he visto y que estáis bien en Madrid.
Bueno, díselo, pero no nombres
nada de lo de tu prima.
Por mí puede decir lo que hago
y con quién lo hago.
Llegaron a casa, en un momento
terminaron de preparar las cosas y comieron, con más o menos armonía. Después
del café, Engracia se fue a dormir la siesta y Lucía le dijo a su prima:
¿Has quedado esta tarde con
Fernando?
Bueno, no exactamente, nos
vemos normalmente en una cafetería de Almagro, si uno no puede ir, pues no va.
Creo que debes ir y si crees
oportuno le puedes decir lo que quieras de mi, dónde trabajo y que salgo con un
chico, así quizás se olvide de mí.
No, por ahora no diré nada. Si
te parece me voy marchando
Bueno, yo me quedo a esperar la
llamada de Ricardo, supongo que será a última hora, le pondré una escusa a mi
madre y marcharé un rato.