Nuevo capítulo, éste, el XXII es el de unión entre "La muchacha de una sola....." ¿Qué pasará en estos capítulos que quedan para el final de la historia?
Sigan leyendo y lo sabrán. Conocerán lo que el destino le depara a nuestra protagonista.
Y ahora................
LUCÍA
Pedro Fuentes
Capítulo XXII
Los cuatro días que quedaban
hasta el sábado, fueron un suspiro, todo
pasó como un rayo, durante el día no se vieron, luego, a la salida del “Waiquiqui”
alrededor de las doce de la noche, se refugiaban en los brazos de ambos hasta
el amanecer, luego Lucía huía hasta su casa donde se acostaba un par de horas,
luego le preparaba el desayuno a su madre, que al parecer no sospechaba nada, y
a continuación se dedicaba a las labores del hogar como si nada pasase.
El viernes solicitó a Pepe
salir a las doce, como los días de entre semana y ambos amantes se fueron a
casa de Ricardo, que ya tenía todo recogido y el piso dispuesto para que la
agencia encargada lo limpiara y alquilase.
“Fue un tanto cobarde con respecto a Mary Luz, nunca se atrevió
a decirle que no, le tenía un miedo atroz, si alguna vez insinuó algo, ella
entraba en cólera y le amenazaba incluso con sus hermanos, además, se
encolerizaba y le chillaba y lloraba, así que pensó que la distancia es el
olvido, como decía la canción y pensaba marcharse sin decirle nada, luego, a
700 kilómetros y por carta sería más
fácil.
Llegó el momento, arregló todo, alquiló el piso y estuvo unos
cuantos días despidiéndose, de sus amigos, de verdad solo dos, sus compañeros
de trabajo, su media familia el militar y su esposa, el grupo de teatro y en
último lugar el bar donde trabajaba ”la muchacha de una sola pierna” aunque nadie
la llamaba así ya, pero si con mucho respeto Lucia “la encargada”.
No creyó nunca Ricardo que en esa despedida, Pepe el Jefe, Lucía
la Encargada, las tres chicas que allí trabajaban, Pepi, Sole y Rita y él mismo
terminasen llorando. De Lucia se había
despedido el día anterior.
En aquella despedida Lucía le dijo:
Espero, Ricardo, que encuentres la felicidad, tú y yo sabíamos
que lo nuestro tenía fecha de caducidad, fue bello mientras duró, ambos hemos
sido felices, te recordaré siempre.
Al día siguiente, con el coche ya cargado, se despidió de Mary
Luz y de sus dos hermanos, un beso y un hasta pronto.
Subió a su Renault Dauphine, fue por Sainz de Baranda, Doctor
Ezquerdo, Joaquín Costa y salió a Avenida de América, buscando la Nacional II y
cuando estuvo en ella, conectó un casete de Peter, Paul and Mary la primera
pieza en sonar fue “500 millas”"
Cuando
Lucía llegó a su casa, se metió en su cuarto y estuvo llorando durante horas,
hasta que se durmió rendida por tanto llanto.
Era
casi la hora de comer, cuando su madre abrió la puerta de la habitación preocupada,
ya que Lucía, por poco que durmiese, no pasaba tantas horas en la cama
.
¡Lucía!,
¡Hija! ¿Te pasa algo? ¿Te encuentras bien?
No,
madre, no pasa nada, dijo Lucía mientras se sentaba en la cama.
Su
madre, al ver aquellos ojos hinchados de tanto lloro le dijo:
¿Ya se
ha ido?
Si,
madre, ya se ha ido, no pensé que me doliese tanto su partida, pero ha sido el
tiempo más feliz de mi vida, por muchos años que pasen, no olvidaré a Ricardo,
siempre seguirá ocupando mi corazón.
Su
madre se acercó a ella, se sentó a su lado y la rodeó con su brazo. Siento
mucho todo lo que te he dicho, verás como con el tiempo todo se arreglará.
Gracias,
madre, me voy a duchar y luego prepararé en un momento la comida.
Se puso
de pie y se dirigió al cuarto de baño.
Engracia
se levantó y se fue al salón. Lucía no vio que a su madre se le escapaban unas
lágrimas.
Bajo el
agua caliente de la ducha, Lucía se sintió relajada, luego se arregló y se
metió en la cocina a preparar la comida, comió con su madre y se echó un rato
hasta la hora de ir al bar, se arregló y marchó.
Aquella
tarde y noche, se le hizo eterna, cada vez que se abría la puerta del local, su
corazón sufría un sobresalto, miraba rápidamente con la vana esperanza de que fuese él, pero no, él ya no volatería
esas horas ya estaría en Barcelona.
Cuando
salió del trabajo, sin saber cómo ni por qué, se dirigió en dirección contraria
a su casa, fue hacia la calle Galileo, llegó a la puerta del piso de Ricardo
las ventanas estaban cerradas, la más oscura realidad lo invadía todo, pero de
pronto se dio cuenta de que alguien conocido estaba casi a su lado haciendo lo
mismo que ella, le resultó conocida, era una chica de unos cinco años mas joven
que ella, le resultó conocida, si, claro había visto una foto de ella en la cartera de Ricardo.
La miró
fijamente a la cara y de su boca salieron unas palabras que nunca debió decir,
Ricardo
no volverá y si lo hace no será contigo.
¿Quien
eres tú?
Lucia,
su amante. Dicho esto, dio media vuelta y se marchó llorando.