Los capítulos van aumentando. la vida de Lucía sigue con sus inquietudes y problemas, ¿Qué pasará? ¿Cómo resolverá su vida Lucía? ¿Logrará salir de todos los problemas que comienzan a aparecer?
Y ahora...............
L U C Í A
Pedro Fuentes
Capítulo XXIV
Aquella
semana, Lucía fue preparando a su madre, primero le dijo que había invitado a
su prima Rosario a comer el domingo, luego le comentó que Genaro quería verla
ya restablecida su salud, al venir Genaro, Pepe se había añadido y Rita quería
verla también, así que había invitado a los tres últimos a café.
Su
madre, desde que había marchado Ricardo, estaba más suave y comprensiva, ésta
pensaba que su hija lo estaba pasando mal porque la veía ojerosa y cansada y
como no estaba el otro, que le quitaba tiempo y atenciones de su hija, era más
comprensiva con ella, aunque a lo peor era más acaparadora y egoísta
.
La
semana transcurrió sin incidentes, los mareos de la mañana fueron
desapareciendo, Lucía estaba de mejor humor y su madre esperaba que eso fuese
síntoma de que la distancia puesta por Ricardo iba siendo aceptada por su hija
.
El
domingo amaneció en Madrid con un sal de invierno que invitaba a salir a la
calle, así que Lucía le dijo a su madre que saldrían a pasear antes de que
llegase Rosario y así lo hicieron, a la una menos cuarto llegaron a casa y
Lucía dio los últimos toques a la comida y puso un servicio de café en una mesa
auxiliar, una botella de coñac y otra de anís junto con unas galletas de te que
había comprado el día anterior. A la una y media, tal como habían quedado,
llegó Rosario, se sentaron a la mesa y empezaron a comer, en un momento que
Lucía fue a la cocina, Engracia le dijo a Lucía en voz baja:
Oye,
Rosario, ese chico del pueblo, Fernando, ¿dices que bebe los vientos por Lucía?
No se
si llega hasta ahí, pero siempre me pregunta por ella, pero Lucía me ha
prohibido decirle nada.
¿Y si
se te escapa alguna cosa y se entera donde vive?
No se,
a Lucía le sentaría muy mal y quizás hasta dejase de hablarme
.
Entró
Lucía en el comedor y allí acabó la charla.
A las
cuatro y media aparecieron Pepe, Genaro y Rita que habían quedado para llegar
juntos,
Pepe y
Genaro le dieron dos besos a la madre y alabaron el buen estado de Engracia
después de lo que había pasado. Rita la saludó también pero se mantuvieron las
dos a distancia pese a que ya se conocían y Engracia sabía que la muchacha
ayudaba mucho a su hija. Se sentaron los seis alrededor de una mesa camilla,
Lucía y Rosario sirvieron los cafés y un par de copas de coñac a los dos
hombres, de pronto se hizo un silencio sepulcral y una pequeña tos de Lucía y
todos la miraron.
Mamá,
te quiero decir una cosa, vamos a
aumentar la familia.
Su
madre la miró extrañada, el gesto de su cara hablaba solo, veía que aquella
invitación era una encerrona.
Mamá,
voy a tener un hijo.
Si
entonces la hubiesen pinchado, no habría salido sangre
.
Pepe
alargó una mano hacia ella y le puso
delante una copa de anís y le hizo un gesto a Rosario para que llenase
la copa otra vez, Engracia la cogió y apuró de un solo trago. Tosió,
carraspeó nuevamente y la bebió de un
golpe.
Solo me
faltaba esto. Dijo Engracia se quedó callada y ni siquiera lloró.
Genaro
fue el primero en hablar:
Le
hemos propuesto soluciones, como darlo en adopción e incluso abortar, pero ella
quiere tenerlo y la verdad es que alabamos su valentía, ahora los tiempos están
cambiando y más en un Madrid que nadie se mete en la vida de nadie, tendrá toda
nuestra ayuda, tanto el personal del bar como nosotros, velaremos por ella y el
niño o la niña y no dudamos de que Rosario, nuestra sobrina, nos echará una
mano también.
Rosario
se levantó de su silla y fue hacia su tía y la abrazó mientras le decía:
Verás,
tía, será la alegría de la casa.
Rita le
confesó:
Cuando
yo era todavía una cría, tuve a mi hija, yo ni siquiera tenía madre que me
ayudase, mi padre me echó de casa y vine a Madrid embarazada y con una mano
delante y otra detrás, gracias a Pepe y Geny y otras personas salimos adelante
y ahora tengo una niña preciosa que hará la primera comunión este año que
viene, no tiene padre, pero tiene unos tíos y tías que la quieren a rabiar.
Verás,
mamá, serás una abuela dichosa con su nietecita, la casa se llenará de voces y
risas, no quiero que estés triste, un hijo es lo mejor que le puede pasar a una
mujer y desde el primer momento que me enteré, soy la mujer más feliz del
mundo. Y ahora mismo voy a la nevera que tengo una botella de champan para
celebrarlo, Rosario, ayúdame, por favor.
Engracia,
dijo Geny:
Tu
marido, mi hermano, yo sé cómo era, lo habría aceptado y hubiese tenido todo su
empeño en la educación de la criatura, tu sabes que era una persona que vivía
en el futuro y sabía comprenderl todo.
Volvieron
Lucía y Rosario de la cocina con copas y champan y la tarde se fue animando.
Engracia dejó de llorar y hasta hubo un momento que se echó a reír por algo que
dijo Pepe, pero nadie supo decir si era por alegría o por las dos copas de
champan y las otras dos de anís. Luía solamente se mojó los labios al brindar,
desde el momento que se enteró de su embarazo, dejó de fumar y de beber lo poco
que bebía.
A las
siete, Rosario dijo que había quedado con Fernando y se fue, Rita tenía que
recoger a su hija de casa de una amiguita. Genaro y Pepe marcharon juntos
.
Cuando
se quedaron solas madre e hija, Engracia le dijo
:
Desde
luego podías haber tomado precauciones
Lo
hicimos, pero algo falló
.
¿Y no
piensas buscarlo para casarte?
No,
mamá, no me quiero casar. Además, no sé si él querría y yo no lo podría
obligar. Yo ya sabía que era una historia que tenía un final, desde el primer
momento sabíamos que lo nuestro tenía un principio y un final y que cuando éste
llegase, cada uno partiría hacia otras vidas. Yo sabía que tenía una “novia
oficial” a la que dejó plantada, no ha marchado por mi, marchó porque lo
querían casar con ella, cuando se dio cuenta de ello, aceptó un puesto mejor en
su empresa y marchó sin decir nada a nadie, solamente yo sabía que iba a
desaparecer, ni yo se a donde marchó ni en donde trabajaba. Supongo que podría
enterarme, pero no quiero, ya habíamos pactado su marcha, sabía que se iría sin
dejar rastro, pero me hizo tan feliz el poco tiempo que duró lo nuestro, que
ahora, cuando pienso que me quedará un hijo suyo, no puedes imaginarte lo feliz
que soy y tú piensa que tendrás un nieto que te alegrará cada vez que lo veas
corretear por la casa.
Sin
padre.
¿Y yo?
¿Tengo padre? Casi no lo recuerdo. Viví tan poco tiempo con él.
Mi hijo
tendrá una madre y una abuela, ya tiene más que yo.
Además,
quiero que sepa desde el primer momento que fue fruto del amor pero su padre
tuvo que marchar, no quiero que su vida empiece con una mentira.