AMOR VERDADERO
Pedro Fuentes
CAPITULO II
El invierno fue muy duro para Rodolfo, si no hubiese sido porque
amaba locamente a Elisenda, se hubiese marchado a su tierra aunque fuese a
lomos de un jabalí.
Tobi era un desastre, se pasaba el día en la casa corriendo
detrás de una pelota y ladrando siempre que oía el más mínimo ruido.
Tres veces al día, la chica de servicio que tenía la dueña
de Tobi lo sacaba a la calle, entonces se pasaba todo el rato yendo de árbol a
farola y a cualquier cosa vertical marcando el terreno, una vez estuvieron a
punto de partirle el lomo pese a que iba atado, porque la muchacha se despistó
y el animal vio la escoba de un barrendero y no se lo pensó dos veces, le marcó
la escoba y el buen señor se puso hecho una furia. Suerte que Charo, la chica
estiró de la correa y lo subió a sus brazos con el peligro que tuvimos Elisenda
y yo de caer al vacío.
Lo único bueno del día es cuando vamos al teatro de
revistas, la dueña de Tobi lo arregla, le pone sus mejores ropas y lo lleva
donde actúa ella, por lo visto es una gran vedette, aunque a mi no me gusta,
prefiero el canto de los grillos y las cigarras en el campo, luego, cuando
llegamos hay entre los pasillos y escaleras del teatro muchas personas muy
raras, todas vestidas o más bien desvestidas con cuatro plumas, parecen
disfrazadas de gallinas y los hombres, con unas medias ajustadísimas y hablan
muy raro, no como los hombres que pastorean a las ovejas y si te subes a sus
brazos tienes que tener mucho cuidado para no caerte, porque los mueven mucho,
luego, a veces no sabes a quién picas, porque estás tan tranquilo pegándote un
lingotazo de sangre y de pronto se ha arrimado otro y sin querer te vas con el
nuevo, luego están los que beben algo que si los sorbes mucho te entra alegría
y luego mucho sueño.
Una vez, mes estaba poniendo morado de sangre con coñac y
restos de un perfumen que llamaban “nosequé 5” y después de ponerme a bailar,
me caí borracho como una cuba y me dormí, cuando desperté había pasado un día y
estaba entre unas plumas.
Elisenda se puso hecha una furia, pensó que la había
abandonado, me chilló, y chilló, y chilló y a mi me dolía todo el cuerpo. Cuando
volví a Tobi se puso a llorar como una loca y me dijo que me había echado mucho
de menos y pensó hasta no volver a Tobi, pero luego se arrepintió y volvió a
casa con él.
Desde entonces voy con mucho cuidado con lo que libo, no sea
que me siente mal, pero si no fuese por esos ratos y otros mejores en compañía
de Elisenda no podría resistir hasta la primavera.
Elisenda ya ha puesto algunos huevos en el teatro, porque
dice que quisiera que nuestros descendientes fueran artistas como toda su
familia, pero yo quisiera que fuesen pulgas campestres como yo, así que en
cuanto pasen por aquí las ovejas camino de la Sierra de Gredos, nos iremos con
ellas y luego, después del verano iremos a Extremadura para llenar, junto con
otras congéneres los establos.
El invierno se hace cada vez más largo, mirándolo fríamente,
no se puede vivir mucho tiempo a ese ritmo, he conocido a muchos congéneres en
el teatro y en un parque muy grande al que vamos a pasear con Tobi, gracias a
nuestros enormes saltos, si andas con cuidado puedes apearte de tu guarida y
pasear por la arena y otros perros, hay algún conocido que se ha atrevido a
montarse en una paloma y ha volado, dice que es fabuloso, pero yo no me atrevo,
si no tuviese una familia a lo mejor lo haría e iría a correr aventuras, pero
perdería a Elisenda, además, aunque las pulgas cuando ponen los huevos se
desentienden de ellos, te gusta que tus descendientes estén poblando sitios
cerca de ti.
Ahora salimos más veces a pasear con Charo, porque ésta ha
conocido a un humano, es joven como ella y viste de una forma muy rara y lleva
botas y gorro. Como a veces se sientan los dos muy juntos, bajé de Tobi y me
acerqué a él, tuve que dar un gran salto para evitar las botas, pero luego,
cuando le piqué saboreé la sangre, es parecida a las de los humanos que llevan
el ganado, fuerte, espesa y de sabor más natural.
Se enfadó mucho el humano cuando le piqué, dio un manotazo y
por poco me pilla, pero no le echó la culpa a Tobi sino al sitio donde se
aloja, me pareció entender que decía “cuartel”.
Ahora no subo a él si no está con las manos ocupadas con las
de Charo o en cualquier otro sitio.
Elisenda dice que prefiere chupar la sangre de Charo, que
sabe como a desinfectante pero con buen olor y no hace daño.
Lo peor son los días que llueve, entonces no nos sacan de
casa y si tenemos hambre tenemos que chupar a Tobi y se pone como una fiera a
dar patadas por la zona de picada, por lo que Elisenda y yo nos ponemos cada
uno a un lado para que no sepa donde rascarse. Tenemos que hacerlo cuando no
hay humanos porque si no, dicen que el chucho ha cogido bichos y le ponen una
colonia que te deja casi para morir.
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