¿DONDE ESTAS, AMOR?
Pedro Fuentes
Capítulo I
Aurora, próxima a cumplir los cincuenta y cinco, está casada con Federico y viven en La Palma, Islas Canarias.
Tienen dos hijos, el mayor, Eloy, de treinta años, vive en Madrid con su mujer, Enriqueta.
Marchó a estudiar allí, la conoció a ella y acabados los estudios encontró trabajo y se casaron
.
María Fernanda, la pequeña, de veinticinco años, terminó los estudios de veterinaria, le dieron una beca y anda por Alemania, le quedan dos años para volver, pero dice que si encuentra un trabajo, se queda allí, pese al frío que pasa.
Federico tiene una agencia inmobiliaria de alquiler y venta de apartamentos en Puerto Naos, cerca de Los Llanos de Aridane, ellos residen en Santa Cruz y él va y viene cada día, por lo que pasa mucho tiempo fuera de casa.
Aurora, que ha permanecido toda la vida en casa, al cuidado de sus hijos y su marido, ahora comienza a sentir el síndrome del nido vacío, aunque ha intentado llenar su tiempo con gimnasio y actividades diversas junto con su grupo de amigas.
Federico, hombre trabajador, pero algo mujeriego, siente que su vida ya comienza a declinar y se agarra a ella con todas sus fuerzas, así que con la excusa del trabajo y del futbol, gran seguidor y de la Junta directiva del Club Deportivo Mensajero, club de tercera división y eterno rival y enemigo del Sociedad Deportiva Tenisca, sobre todo después del año 1.983, aunque los años que han coincidido en la misma categoría tampoco han sido poca cosa, pero de esto ya hablaremos en otro relato.
Físicamente Aurora no representa la edad que tiene, debido al culto al cuerpo y la gimnasia, e institutos de belleza, casi se podría decir que aparenta unos cuarenta y siete u ocho, siendo la envidia de muchas de sus amigas.
Estas envidias habían lanzado comentarios de muy mala idea, haciendo creer a quien las escuchaba que Aurora se cuidaba tanto porque algo tenía que ocultar.
Todo era fruto de las envidias y mal hacer de gentes que en muchos casos no tenían nada que hacer o que así ocultaban sus propios pecados.
No había nadie en La Palma que pudiese decir nada malo sobre Aurora, al contrario, era tan inocente que no sospechaba ni de su marido, al que seguía queriendo.
Federico aprovecha cualquier situación para montarse alguna juerguecita que otra, pero si hay mujeres por medio, es bastante prudente y discreto y no se le conocen escándalos.
Diferente es cuando las juergas se refieren al futbol o a alguna que otra botella de whisky de más.
Por aquellos tiempos, llegó a La Palma un director de banco ya establecido en Santa Cruz.
Federico, cliente de este banco y por el que pasan muchas de sus operaciones, no tardó en conocerlo e invitarlo a él y a su esposa a su casa a cenar.
Fue una velada agradable y las dos mujeres congeniaron desde el primer momento, la esposa del director, Carmiña, gallega, y Aurora, de aproximadamente la misma edad, encontraron un montón de temas en común, las dos además estaban en la misma situación con los hijos, los de Carmiña, dos varones, se quedaron en Galicia porque están a punto de terminar sus respectivas carreras y pensaron que sería mejor seguir hasta el final en Santiago de Compostela.
Aurora pronto ha empezado a presentar a Carmiña en su círculo social.
En La Palma, cuando alguien llega, y si es de la península mejor, se le abren todas las puertas, hasta que por lo menos se sabe vida y milagros del forastero, luego, si es soltero o soltera, hay que intentar casarlo lo antes posible, un dicho de La Palma es que no tiraban paracaidistas porque no volvía ninguno.
De igual forma, Federico empezó a llevar a su nuevo amigo, Rogelio primero al local social del Mensajero, luego al Casino y luego a la puerta del local del Tenisca para decirle donde no podía ir nunca.
Rogelio no era muy futbolero, pero además por su cargo tampoco le interesaba tomar bando por una parte de la ciudadanía, así que se alejó un poco de la afición al futbol de su nuevo amigo.
A Carmiña le gusta jugar con las cartas del tarot y aprovecha muchas ocasiones para “leer la mano” de sus nuevas amigas, e incluso les insinuó que más adelante harían una “ouija”.
Esa novedad les encantó a sus nuevas amigas.
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