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jueves, 14 de enero de 2021

LA MISTERIOSA DAMA DE NEGRO (Capítulo VI)



EL  VIAJE


La misteriosa dama de negro


Pedro  Fuentes


CAPITULO VI


Llegó al puerto de La Escala, casi al comienzo del golfo de León y bastante cerca de la frontera,  como es un puerto bastante grande, decidió pasar unos días allí, además, quería arreglar unos papeles, así que pagó el amarre para 15 días y dijo que tenía unos asuntos urgentes que arreglar, preguntó cómo podía ir a Barcelona, se lo indicaron y al día siguiente partió en un autobús de línea hasta Gerona, donde cogió el primer tren que salió para Barcelona, quiso alquilar un coche, para lo que se fue al aeropuerto del Prat, porque allí pasaría más desapercibido. 

Cuando llegó a Barcelona, de pronto le vino a la memoria la imagen del barbudo, era Pedro, su antiguo amigo, hacía años que no lo veía, desde el asunto de los caracoles. Los largos y sinuosos caminos de la vida los habían separado, cuantas aventuras juntos y ahora, en un cruce de caminos, cuando podía haber abierto de nuevo la puerta de aquella amistad y cuando quizás más lo necesitaba, por el estrés que llevaba perdió la ocasión que quizás ya nunca se volvería a repetir. Otra puerta se había cerrado a su paso y eran ya tantas…..

Cogió el coche de alquiler, y por la misma carretera de Tarragona, se dirigió a Benicarló, donde tenía el apartamento donde vivía, cuando llegó, hizo lo que tenía por costumbre desde Menorca, comprar todos los periódicos de tirada nacional, recogió la correspondencia,  abrió la casa y revisó por encima como estaba todo, la señora de la limpieza había pasado por allí, lo hacía una vez por semana cuando estaba fuera, a regar las plantas, echar una ojeada y limpiar si hacía falta. Tenía que ir al banco, a arreglar unos papeles, pero ya era tarde, iría mañana por la mañana. 

Se preparó algo para cenar y se puso a escuchar la tv mientras revisaba el correo, nada, cuatro facturas, varios anuncios y el aviso de pasar a recoger la nueva tarjeta de crédito por el banco. 

Revisó la prensa de arriba abajo, nada, no decían nada sobre los hechos, todo parecía tranquilo menos los políticos de España en periodo de elecciones, la crisis cada vez se veía más negra, pero nada más.

A la mañana siguiente fue al banco, arregló lo de la tarjeta y otras cosillas, luego consultó dónde se podría invertir un dinero que le tenían que pagar y prefería algo que aunque no le diese mucho, tampoco se viera demasiado.

Terminadas las gestiones, le dejó a  la Sra. Herminia un sobre con dinero para que se cobrara lo que le correspondía y por si salía algún imprevisto, le dio el número del  teléfono de tarjeta prepago y le dijo que estaría ausente seguramente un par de meses.

Cogió el coche y se dirigió al aeropuerto de Madrid, allí lo devolvió y se fue a  la estación del AVE, sacó un billete para Barcelona en el primer tren, subió a él, se puso los auriculares para oír música y entornó los ojos, pero no durmió en todo el viaje, por entre los párpados medio abiertos tenía controlado todos los movimientos del vagón, no sabía nada de todo lo ocurrido, pero sospechaba que quizás lo estarían buscando y pensó que lo mejor era dejar el menor rastro posible. 

Ya en Barcelona, cogió un tren que le llevó muy cerca de La Escala, a Figueras y allí un autobús de línea que lo dejó en el centro de La Escala, desde allí, andando, fue hasta el puerto en el otro extremo, su barco estaba como lo había dejado, nadie parecía mirarle o vigilarlo, pasaba totalmente desapercibido. Entró en las oficinas y preguntó si había algún recado para él, nada, negativo, ninguna noticia decía nada de los muertos en Menorca, en realidad la única persona que podía relacionar a Lara con él, era el taxista que la había llevado a la puerta de la marina de Benicarló y no vio el barco y ni a él, era de noche y bastante trabajo tenía con bajar el baúl del coche.

Pasó 15 días en el barco, no dejándose ver mucho, le llamaros un par o tres veces para alquilarle el barco, pero pensó que era mejor decir que estaba ocupado para el resto del verano, todas las veces comentó que estaba en diferentes puertos del Mediterráneo español.

Cuando pasaron los quince días que había pagado de amarre, se marchó, en el club dijo que iba a poblaciones del sur de Francia y puso rumbo hacia el norte, como hacía buena mar, decidió pasar el peligroso cabo de Creus y quedarse en LLansá, a muy poco tiempo de Francia, en un pueblo marinero que ahora,  estaba a rebosar y con constantes entradas y salida de embarcaciones de recreo.

Llevaba ya siete días comprando la prensa diariamente, había llamado a la Sra. Herminia por si había novedad y nada, Ricardo se iba relajando, se comportaba como un turista, conoció a una turista francesa, algo más joven que él y pasaron cuatro días, hasta que ella se fue a Paris incluso le dio sus señas por si se acercaba por allí. 

El día 25 de Julio, por la mañana, hizo lo que cada día desde que marchó Michel, la francesa, desayunó y se fue a andar y a comprar los periódicos, luego se sentó en la terraza de una bar a tomar otro café y a leer la prensa, nada, todo tranquilo cuando en la última página, una pequeña nota, fechada el día 25 en Porto Pino, Cerdeña, en la playa habían aparecido dos cuerpos, al parecer una pareja, totalmente mutilados, parecía que los hubiese atacado unos lobos, animales que por allí no había.

Ricardo se puso pálido, se levantó, dio medio tumbo, no llegó a caer, pero el camarero se dio cuenta y le pregunto: 

¿Se siente mal? 

No, ha sido un pequeño mareo, pero ya se ha pasado, gracias. 

Se alejó de allí y dijo para sí:

¡Dios mío! Si lo tiré a más de 100 millas de allí, no puede ser… salvo que sea el mismo… demonio.

FIN

 

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