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jueves, 25 de mayo de 2023

PREPARADO PARA MORIR (Capítulo II)

 

 

 

 

 

PREPARADO PARA MORIR

 

Pedro  Fuentes

 

Capítulo II



A los cuatro meses recibieron, todos sus amigos y parientes, una carta fechada en New Orleans con un membrete que decía en letras negras “JACK” y debajo “I am his best friend”.

La carta, en una mala traducción del inglés venía a decir:

¡Hola¡ : Soy Jack. El mejor amigo de Federico en New Orleans, próximamente me trasladaré a España durante una larga temporada.

Federico me ha pedido que sea su albacea y lleve a cabo las instrucciones que ha dictado como últimas voluntades en caso de que fallezca, cosa que deseo que sea muy tarde y que todos estemos presente.

Como todos ustedes sabrán, Federico quiere un entierro muy especial y al estilo de aquí, así que cuando llegue iré citando a todos sus amigos y conocidos para explicarles el papel de cada uno.

Atentamente,

Al cabo de 15 días apareció en la pequeña localidad de provincias Jack.

Jack era en negro más bien grueso, de pelo blanco y rizado, muy corto, lucía una barba que era continuación de su cuero cabelludo y con un bigote fino como un reguero de hormigas, todo ello también blancos y con unos labios carnosos como si se hubiese pasado la vida tocando la trompeta y cantando “only you”, tenía una voz ronca y hablaba bastante aceptable el español, con un ligero acento cubano, donde había residido algún tiempo.

Llevaba Jack una carta escrita de puño y letra por Federico, éste había marchado a París por unos días para visitar a una íntima que allí tenía.

Mientras tanto la dependienta que tenía en la tienda se encargaba de todo.

En la carta pedía a todo el mundo la colaboración con Jack en lo que les iba a proponer.

Los primeros en recibir al amigo de Federico fueron los compañeros del club, estos, aunque un poco bohemios y amigos de la juerga, pensaron que toda la población se iban a estar riendo de ellos por los siglos de los siglos, desde luego pensaban que Federico se iba a poner el mundo por montera, sería lo más sonado en aquella ciudad desde que una avioneta en un aterrizaje forzoso había aterrizado en la plaza Mayor y se había estrellado contra el Ayuntamiento.

Lo único que les iba a salvar era que Federico viviese más que todos ellos.

Posteriormente fue recibido Jack por los familiares lejanos y su ex mujer. Jack les hizo comprender que lo que quedará del testamento sería heredado por sus familiares y ex esposa, ésta, ambiciosa por naturaleza, pensó que sería como un trabajo de una mañana, pagado con dinero a espuertas pese a lo que se gastase en el entierro.

Los papeles de la familia eran de aquí te espero, como ya hemos dicho, su ex fue la primera en aceptar, ya que Federico tenía entre otras cosas varias fincas heredadas de sus padres, ricos terratenientes, los sobrinos lejanos dijeron también que si, Solamente Alfonso, un primo hermano, el familiar más cercano dijo que no, que no estaba dispuesto a semejante mamarrachada organizada con una cosa tan seria como la muerte de un familiar, renunció inmediatamente a la parte que le hubiese correspondido a favor de los otros.

Quería para su primo un funeral católico como Dios manda.

Los amigos de Federico tuvieron que poner en contacto a Jack con un montón de personas incluidas en el entierro y de otras poblaciones, ya hemos dicho que la localidad era una pequeña ciudad de provincias donde no abundaba de casi nada de lo que pedía “El mejor amigo de Federico”.

Mañana vuelve Federico de París dijo Jack, le explicaré cómo está todo, luego iremos a Madrid a localizar unas cosas y desde allí me marcharé a Louisiana, luego volveré, me encanta esta ciudad y España, dijo Jack y se marchó.

Federico volvió al negocio, a sus compromisos y a sus actuaciones sobre todo con el saxo.

La gente se fue olvidando de sus ideas sobre el funeral, había pasado un año y medio cuando se marchó a Francia, se fue a París, Jack le había escrito diciendo que iba con una dixieland band jazz y Federico no se quiso perder la ocasión, tanto de ver a su amigo como seguir a la dixieland band, una prestigiosa banda de New Orleans.



jueves, 18 de mayo de 2023

PREPARADO PARA MORIR (Capítulo I)

 

 

PREPARADO PARA MORIR

Pedro Fuentes

CAPITULO I

Federico era una persona previsora y quería tener siempre todas las situaciones controladas, a sus 55 años, separado de su primera y única mujer, vivía una existencia tranquila y feliz, tenía una tienda de música en la que vendía de todo, instrumentos, discos de baquelita, vinilos, CD, partituras, equipos de música para profesionales.

En fin, vivía de la música y para la música, tocaba el piano, la guitarra, el saxo y el clarinete. No como profesional, pero si para reunirse un día por semana a hacer jazz, en un viejo local que a duras penas ganaba para subsistir, esa era su pasión junto con los espirituales, el blus, el big bang, había viajado varias veces a New Orleans a ver y participar en los carnavales, conocía los famosos entierros a base de espirituales y blues y visitado todos los antros de jazz a los que un blanco pudiese entrar.

Una vez, en una de su jazz sección, con sus amigos, en una pausa, mientras se refrescaban y curaban los labios con whisky, se puso muy serio y dijo:

¡Escuchad! Como sabéis acabo de volver de New Orleans y he decidido que el día que me muera, quiero que me incineren, pero que me lleven a la iglesia con una banda de jazz, tocando y cantando espirituales, en una carroza con penachos negros, tirada por dos caballos negros y detrás unas plañideras negras, de redondas curvas, totalmente enlutadas, luego la banda, de riguroso negro y con bombín y detrás los familiares, amigos y curiosos que no tengan vergüenza de asistir, de la iglesia al crematorio lo mismo y luego mis cenizas las lleven a New Orleans.

¿Sabes cuánto te va a costar eso? Dijo el dueño del local que tocaba el bangio.

Ni me importa, tengo lo suficiente, no tengo hijos ni familiares directos y encima mi ex mujer va a cobrar una pensión vitalicia por haber estado casada conmigo, hay cuatro sobrinos lejanos.

Si queda algo, que si quedará, se reunirán como buitres a ver lo que pillan.

Todo lo que nos digas no vale de nada si no haces oficial la petición.

En eso estoy, ya tengo medio redactadas las últimas voluntades e irá a la vez que el testamento, una ligada con el otro, si no se cumplen las voluntades, el testamento será otro, lo que si os voy a pedir es que si me sobrevivís, acatéis lo que espero de vosotros, que os lo hará saber mi amigo Jack, el de New Orleans.

Bueno, ahora ya se ha terminado el descanso, ¿Seguimos tocando media hora más?

Todos asintieron, cogieron sus instrumentos y siguieron ensayando. No se volvió a hablar del funeral, se fue olvidando porque Federico no lo volvió a nombrar.

Siguieron con sus ensayos y sus vidas, de vez en cuando los llamaban para actuar en algún sitio no profesional y se divertían haciéndolo.

 

jueves, 11 de mayo de 2023

EL AFILADOR (Capítulo XX)

 

 

EL  AFILADOR

 

Pedro  Fuentes

 

 

CAPITULO XX

A la mañana siguiente, cuando llegaron a la comisaría, José Miguel los estaba esperando, habían llegado informes de Dominic, no eran gran cosa, simplemente que un hombre que correspondía a los datos y con pasaporte español había embarcado en un viejo mercante que partió de Marsella rumbo a la India con un cargamento de cereales, una vez en el destino, se había marchado y no se sabía destino, se pidió información a India y se le había perdido la pista, pero era bastante corriente que un marino dejara un barco y se fuese de tripulante a otro sin ni siquiera salir del puerto, por lo que por lo general no se enterasen las autoridades.

Además había informes de la sangre encontrada en el cuchillo, era humana pero con los sucesivos lavados y detergentes no se sabía el grupo sanguíneo.

Las colillas recogidas en casa de la última víctima, no correspondían a ninguna persona conocida, ni siquiera a la muerta, además, había seis y las seis pertenecían a dos marcas pero ninguna a la misma persona.

En ese momento llamaron al comisario y era un reporte de la policía de Sitges, el camarero no había aparecido por allí, al dueño del piso se le había visto la noche anterior en un club de bastante mala fama con una morena despampanante. Se habían ido luego a la casa de él pero ya no habían salido.

Al oír esto, contado por su amigo le dijo:

Rápido, no perdamos tiempo, vamos a Sitges antes de que vuelen del nido o alguien más se entere.

Corrieron a un coche camuflado y partieron rumbo a Barcelona.

Mientras llegaban, José Miguel avisó a los policías que vigilaban y les dijo que doblaran el control sobre el sospechoso y la morena.

Llegaron a las señas indicadas, preguntaron a los policías y estos les comunicaron que la morena seguía en el piso pero que el dueño había salido con un carro de la compra, un compañero lo estaba siguiendo.

¿Saben si ha entrado alguien más?

Hace tres minutos ha entrado un hombre que parecía no saber muy bien a dónde iba, pero no era ninguno de los sospechosos.

Ricardo cogió a José Miguel por la manga y le dijo:

¡Corre!, sígueme.

El comisario dudó unas décimas de segundo pero inmediatamente corrió tras él.

Ricardo que tenía una buena forma física llegó al tercer piso unos segundos antes, la puerta estaba entreabierta, no se lo pensó dos veces, cargó con el hombro y entró al apartamento, había un pequeño salón, de pie en medio de él una mujer morena se encontraba pegada a la pared y su rostro era una mirada de terror, delante de ella, de espaldas a la puerta, un hombre de anchas espaldas le apuntaba con una pistola. Ricardo, siguiendo la inercia de abrir la puerta, se abalanzó sobre el hombre, que perdió el equilibrio y salió hacia delante. En ese preciso momento sonó un disparo, por la puerta apareció José Miguel y el instinto le hizo sacar la pistola reglamentaria. El hombre de las anchas espaldas cayó al suelo. La mujer morena se revolcaba de dolor, se sujetaba el hombro derecho con las dos manos que estaban manchadas de sangre.

José Miguel desarmó al hombre y le puso las esposas, Ricardo fue a ayudar a la morena y le dijo:

Tranquilo, Anselmo, solo ha sido un rasguño.

Al momento llegaron los dos policías que estaban en misión de vigilancia, el amigo de Anselmo y el policía que lo seguía.

Llamaron a una ambulancia y a un coche policial, José Miguel dio instrucciones para que acompañaran a la víctima al hospital y si le daban el alta después de curarlo que lo llevasen a la comisaría de su pueblo.

La comitiva salió, el comisario pidió permiso a la policía para llevarse al detenido y volvieron.

Pedro le dijo a Ricardo:

¿Cómo lo sospechaste?

Anselmo hace de travesti y por lo visto bastante bien, al decirme que estaba aquí sospeché que lo mismo que lo habíamos encontrado nosotros, también lo podía encontrar Dominic, como así ha sido.

Bueno, Ricardo, dijo José Miguel, caso resuelto, otra medalla para el dúo de sabueso.

No, dijo Pedro, el sabueso es él, yo soy su biógrafo.

No creas, muchas de las pistas me las das tú, claro que sin darte cuenta.

Los tres rieron, pero Ricardo sentenció:

No, el caso no está resuelto, llama a la comisaría y pide que nos reúnan  a todos los encausados para cuando lleguemos, pero que no les digan nada.

Al poco rato llamaron diciendo que lo de Anselmo era un ligero arañazo y que lo llevaban a comisaría junto con su amigo también.

Cuando llegaron a la comisaría, todos los encausados estaban sentados en el despacho de José Miguel en semi círculo con la espalda hacia la pared. Cuando entraron con Dominic esposado, lo hicieron sentarse en un extremo, al rato llegó Anselmo y su amigo y los sentaron en el otro extremo, casi de frente a Dominic.

Los dos amigos se sentaron al otro lado de la mesa, de espaldas a la luz que entraba por la ventana, en las dos puertas se apostaron sendos policías de uniforme.

José Miguel dijo:

Como sabéis, y si no lo sabéis, ahora os lo digo, Ricardo os hablará ahora de unas cuantas cosas que sabemos, ya que los dos son colaboradores de la policía.

Voy a empezar por el principio, dijo Ricardo, Hace veinticinco días apareció degollada una mujer, tenía un corte de oreja a oreja en la garganta mortal de necesidad, luego le habían apuñalado repetidas veces pero meros pinchazos, heridas  nada graves, una vez estirada en el suelo le arrancaron la blusa para hacer creer que era un maniaco sexual y efectivamente fue algo similar.

Aquella mañana, como tantas otras, la víctima iba a afilar los cuchillos con usted, y señaló al afilador, usted, como siempre, intentaba enrollarse con ella, pero ella no solo no quería sino que además se reía y le tomaba el pelo delante de otras mujeres, tenemos testigos de ello, mientras más la acosaba, ella parecía disfrutar dándole calabazas, como sabía de la costumbre de ella de ir a correr hasta el río, una noche la esperó y la mató, no se deshizo del cuchillo, ¿Dónde iba a estar más escondido un árbol que en el bosque? Lo guardó con tantos como tiene siempre, e incluso es posible que se lo cambiase a cualquiera, incluso a alguna de las otras víctimas, como por ejemplo a la tercera. Como así fue. Luego puso a la víctima como si fuese una agresión sexual y se marchó.

Pero de pronto aparece una segunda víctima, hace 18 días, y qué casualidad, poco antes de morir había mantenido relaciones con usted.

Yo no la maté, gritó el afilador, ya le dije el otro día, estuve con ella, pero consintió, pero luego me marché, en el Hamilton la vieron con vida y yo me fui.

Si, claro, “consintió” quizás eso le salvó la vida, de momento.

Pero usted eligió mal y encima se dejó ver con ella después, claro, qué mérito podía tener si no podía presumir de ella. Por eso fue al Hamilton, deseaba que Anselmo el camarero lo supiese, siempre le estaba diciendo que los que tanto presumían, luego, a la hora de la verdad no se comían una rosca.

Pero fue visto por alguien más, por Dominic, éste, cuando usted se fue, llegaba al bar, se acercó a la mujer y le dijo:

De acuerdo, ven conmigo que te pagaré lo que has pedido, pero luego te marchas y no vuelves más.

¿Qué pasaba? Pues bien sencillo, ella conoció a Dominic en Francia, cuando él ejercía de macarra en un club de Marsella y ella de prostituta, en realidad los dos eran amantes. El, por una cuestión de faldas mató a un policía. Como estaba protegido por la mafia marsellesa le buscaron documentación falsa, se enroló en un barco hacia la India, allí, con su nueva documentación, embarcó en otro barco y desapareció. Con el tiempo llegó a Barcelona y luego, ayudado por la mafia marsellesa le pusieron el Hamilton.

Existe en Francia una orden de busca y captura, cuando le enviemos nota a la Interpol le reclamarán, pero antes tendrá que cumplir pena en España por asesinato con premeditación e intento de asesinato de Anselmo, aquí presente.

Al cabo de unos años apareció, de casualidad por aquí Michelle, Reconoció a Dominic y le pidió trabajo, éste se lo dio, pero ella quería más, le hizo chantaje, usted, en principio dijo que no, pero luego le dio una cantidad no muy grande, al cabo del tiempo fue más lo que pidió, así que Dominic/Domingo, el día que la vio llegar con el afilador se aprovechó de la oportunidad y la llevó al bosquecillo y la mató.

Anselmo, que había estado cerca cuando se reconstruyó el primer crimen le había contado a su jefe cómo había sido y Dominic aprovechó y puso a la víctima como la primera, así, el primer sospechoso sería el primer asesino.

Estuvo bastante cerca de conseguirlo, pero cometió un error, no se dio cuenta de que cuando se fue con ella, fue visto por Anselmo, que había salido del bar a un recado y volvía, cogió la moto y los siguió, no llegó hasta el sitio porque estaba todo bastante solitario, regresó al bar.

Cuando al día siguiente se descubrió el crimen, Anselmo ató cabos. Vio que corría peligro y avisó a su amigo, éste lo esperó en casa vigilando desde el balcón, dejó todo bien recogido y dejó una pista para que la policía pudiese llegar hasta ustedes, Una colilla de Ducados.

Anselmo aparcó la moto un poco antes en la carretera, la cerró y la tiró a la playa de piedras, con la idea de que la policía se daría cuenta y lo buscaría, cuando su amigo lo vio, bajó, cogió su moto que la tenía aparcada fuera y marcharon a Sitges.

Dominic supo que su camarero se había ausentado del trabajo y tardado bastante, pensó que quizás Anselmo sabía algo y empezó a sonsacarle. Tenía la sospecha de que sabía demasiado, cuando Anselmo desapareció ya fue certeza, pero él ya había desaparecido, una de las camareras le dijo que quizás estaba con su amigo, lo localizó y fue a por él. Nosotros llegamos justo a tiempo, al entrar de golpe en el apartamento falló el tiro y lo hirió ligeramente.

Ya tenemos dos crímenes iguales, pero un sádico se supone que sigue matando y entonces aparece el tercer cadáver, las mismas circunstancias y el mismo tipo de cuchillos, el afilador tiene los días contados, una lo despreció, otra tuvo relaciones con él ¿Y la tercera?

La tercera también murió por culpa de un chantaje. Un buen día se le ocurre que ya está bien de mantener una relación ilícita, que quiere a su hombre para ella sola y para toda la vida.

Su amante aprovecha la ocasión y como sabe las circunstancias de las otras dos muertes, repite la escena del crimen y las pistas y muere la tercera.

El asesino, cuando llega a su casa descubre que ha perdido una gorra de de lana con el escudo del Atlético de Madrid y al día siguiente se dirige al lugar del crimen, pero por el camino se encuentra conmigo, cuando vemos el cadáver, ve él también la gorra y cuando yo me despisto, se acerca al cadáver, está limpia, la recoge y se la pone. No me doy cuenta hasta el día de después del intento del cuarto asesinato, él también se da cuenta de que sospecho, así que decide montarme el numerito, para lo cual se aprovecha de Elisabeth, a la que también conoce, y la vigila, lo mismo que a mi.

En el momento que coincidimos ambos en el final del paseo, él que ya espera, hace su aparición para que yo lo vea, asusta a su amiga y hace ver que el asesino es zurdo, con lo cual piensa que yo, que sé que él es diestro, dejaré de sospechar.

No siempre parecen las cosas lo que son. Si hay tres muertas ¿Por qué no puede haber tres asesinos?

José Miguel se levantó, llamó a los policías que estaba fuera y dijo:

Detengan a esos tres hombres por asesinato e intento de asesinato.

En cuanto a los demás pueden marcharse, están libres de cargos, pero recuerden que serán citados a declarar cuando se celebren los juicios.

Al día siguiente se reunieron los tres amigos para despedirse.

Bueno, dijo José Miguel, os han nombrado agentes honorarios colaboradores con la policía, eso quiere decir que cuando se me tuerza alguna investigación puedo llamaros para que me ayudéis.

En cuanto a la pesca, queda en pie, en cuanto consiga unos días de vacaciones me vendré a pescar con vosotros, mientras tanto, cuidaros y por favor, no os metáis en más líos.

 

FIN

jueves, 4 de mayo de 2023

EL AFILADOR (Capítulo XIX)

 

 

EL  AFILADOR 

 

Pedro  Fuentes

 

CAPITULO XIX

 

El día siguiente, a las ocho de la mañana salía Ricardo con Trouvé a su paseo mañanero, no sabía bien hacia dónde se encontraría a Rodolfo con su mastín Pibe, decidió ir dirección al puerto y de camino echarle una ojeada al barco.

A los doscientos metros del paseo se encontró con Rodolfo y Pibe.

Hola, Ricardo, ¿Qué tal? ¿Cómo vamos?

Bien, estamos bien, un poco liado, con mis dos amigos aquí, no paro, además, como me ha pedido el comisario que colabore con él, pues bueno, entretenido, es algo que me gusta.

¿Lo conoces desde hace mucho tiempo?

Si, un poco, a Pedro desde casi la infancia, al policía de menos, pero no sé si te acordaras que hace algún tiempo hubo por aquí la detención de un comando terrorista que quería cometer un atentado en nombre de Al Qaeda, José Miguel y su equipo fueron los que descubrieron y detuvieron al comando, unos de los cabecillas alquilaron mi barco para un viaje y Pedro y yo nos vimos envueltos  y a raíz de eso hicimos una buena amistad.

Por cierto, dijo Rodolfo, ¿Es verdad que han intentado asesinar a otra mujer?

¿Quién te ha dicho eso? Respondió Ricardo.

Resulta que la mujer, Elisabeth, inglesa es conocida de mi mujer y mía y ayer me llamó nerviosa para contárnoslo, como mi mujer había ido a Valencia a casa del hijo, que está con gripe yo quedé con ella y me lo contó, por lo visto fuiste tú el que la salvó.

Bueno, yo estaba por allí paseando a Trouvé y al oír los gritos de ella corrí y el individuo salió huyendo.

Es curioso, dijo Rodolfo, parece extraño que volviese al mismo cuando no lo había hecho nunca, y más al último, que se supone estás más vigilado.

Ricardo no quiso seguir hablando del tema, ya que no le podía dar ninguna pista de lo que pensaba la policía, así que procuró el cambio de tema, pero no había forma, Rodolfo volvía al mismo tema, quería conocer cualquier detalle por insignificante que fuese, por lo que recurrió a que tenía mucha prisa porque le esperaban en el barco y adelantando el paso se distanció del argentino.

Todo estaba bien en “El Solitario” su velero, Trouvé corría por cubierta contento, se debió imaginar que iban a salir a navegar, luego, cuando Ricardo puso el motor en marcha para cargar baterías y a la vez que circulase el aceite por el motor y el agua por los circuitos de refrigeración, se fue rápidamente a las amarras de popa porque sabía que eran las primeras en soltar, la verdad es que entre unas cosas y otras, últimamente no salían a navegar sino lo indispensable y en invierno no solían alquilar el barco muy a menudo, pero pronto vendría el buen tiempo y ya tenía comprometidos varios viajes a Columbretes de fin de semana, a Ibiza por lo menos cuatro de semana y dos pasando por Columbretes, Ibiza, Formentera, Mallorca, Menorca y luego vuelta directos. El que menos le gustaba era el de Ciudadela por San Juan, ese le traía los malos recuerdos de los sucesos ocurridos con los árabes.

Una vez comprobado todo, se sentó un rato en cubierta a fumar un cigarrillo y esperar que los motores funcionaran un rato más. Trouvé se estiró a sus pies como en las largas travesías, parecía mentira que no recordase su terrible vida anterior.

Cuando faltaba una hora para reunirse con sus amigos, recogió y salió para casa, allí dejó a Trouvé que se puso a dar saltos de alegría cuando vio que estaba allí Hortensia, la señora de la limpieza.

¡Hortensia! Por favor, cuando termines ¿Le podrías dar una vuelta a Trouvé y ponerle la comida? Tengo que salir y no sé a qué hora volveré.

De acuerdo, y si ves que no llegas hasta tarde, avísame y vendré a sacarlo a las ocho, no hay ningún problema.

No sé que haríamos Trouvé y yo sin ti.

Ya sabes que el animalito es mi perro preferido.

Ricardo salió de nuevo ahora ya con el tiempo justo para llegar a la hora fijada.

En la entrada de la comisaría habilitada en el ayuntamiento se encontró con Pedro que iba con el tiempo justo también.

José Miguel les estaba esperando.

He hecho llamar al afilador, más que nada para ponerlo un poco nervioso, le he mandado el recado de venir a medio día para que no pierda trabajo.

También le he puesto vigilancia a Dominic. ¿Tú has hablado con el porteño?

Si, dijo Ricardo, dijo que se había visto con Elisabeth de “motu proprio” pero además ha intentado interrogarme, al final le he dicho que tenía prisa, pero no le he confirmado nada ni como sucedió todo, claro que la inglesa se lo habrá explicado. De todas formas me parece que está aprovechando que la mujer está fuera para echa una cana al aire. Quizás habría que hacerle un sutil chantaje para ver si canta algo nuevo o un tango.

Ya me han avisado de que en Sitges tienen localizado al amigo del camarero, todavía no hay nada, hace su vida normal y la casa está igual de cerrada que siempre, he pedido una orden judicial para pincharle el teléfono, también a Dominic, pero ahora con los móviles es más difícil.

Bueno, y ahora nos vamos a ir al piso de la tercera víctima, ya tengo la orden judicial para inspeccionar aquello, quizás encontremos algo que nos sirva.

Salieron los tres amigos y cuatro agentes.  Llegaron hasta el piso, allí les esperaba el ex marido que había sido avisado por José Miguel para que estuviese presente.

Todo parecía estar en su sitio, se de dedicaron a recoger alguna colilla de los ceniceros, revisaron la bolsa de basuras, ésta estaba vacía, parecía que a la hora de salir a correr se la había llevado para tirar, pero un par de ceniceros tenían colilla sin limpiar, se apreciaban dos marcas diferentes de tabaco, del cuarto de baño se recogieron varios cabellos, se buscaron direcciones, números de teléfono y no parecía que hubiese nada sospechoso, de todas formas, se recogió todo para investigar.

Ricardo miraba una serie de fotos encima de una repisa y de pronto dijo:

¡Mirad! ¡Mirad lo que he encontrado! Mostró una foto enmarcada a los dos amigos y les dijo:

¿Qué veis?

A la víctima con un perro. Contestó José Miguel.

Buena vista, comentó Ricardo. ¿Nada más?

Pues no, dijo Pedro

Este perro es el de Rodolfo, Pibe.

Todos los perros son iguales, dijo el policía.

No, yo entiendo de perros y son diferentes, los chinos parecen todos iguales y no lo son.

Esto quiere decir que Rodolfo conocía a la muerta y más de lo que él ha confesado, ahora me empieza a cuadrar todo, solamente necesito un par de cosas para poder acusar a alguien, necesito algo más que indicios razonables.

Desde la cocina uno de los agentes llamó:

Comisario, venga, por favor.

Cuando llegó le enseñó un cuchillo de grandes proporciones. Lo enfocó con la linterna de rayos ultravioletas y estos delataron manchas de sangre en exceso.

Pueden ser de animal, pero si el cuchillo se afiló aquel mismo día, como dijo el afilador, no creo que tuviese tanta sangre.

Nos lo llevaremos para hacerle pruebas.

Ricardo le dijo al agente:

Supongo que no tiene huellas dactilares.

No, no las tiene.

Muy raro, por lo menos tendría que tener las del afilador y la muerta.

Se supone que aunque lo hubiesen lavado, tendría los de la dueña.

Bueno, ha aparecido el arma del crimen pero ¿Por qué aquí? Dijo Pedro

Elemental, querido Watson. Fue la última víctima.

¿Y el intento de asesinato posterior?

Eso fue puro teatro, me quisieron engañar y me montaron una escena de crimen sangriento. Pero ya lo tengo bastante claro, hay que encontrar al camarero, pero supongo que lo pillaremos pronto. Hay que saber también de dónde viene Dominic/Domingo.