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jueves, 2 de noviembre de 2023

DEMASIADO CERCA DEL MAS ALLA (Capítulo II)

 

DEMASIADO CERCA DEL MAS ALLA


Pedro  Fuentes


CAPITULO  II



El ser que estaba a su lado le miró fijamente, sus ojos, dentro de aquellas órbitas parecían perderse, estaba tan demacrado que se adivinaban en la piel las encías con las piezas dentares. Con una voz seca y firme, pero que parecía de ultratumba dijo:

¡Pon en marcha el coche y sal a la carretera hacia la izquierda!

Como un autómata le hizo caso, se había quedado como si le hubiesen quitado el alma, era incapaz de pensar, conducía por una carretera estrecha, con muchos árboles a los lados y una niebla espesa que no dejaba ver los márgenes ni la cuneta, pero no importaba, el coche parecía seguir un camino marcado por un piloto automático.

Después de dos curvas, hay una tercera a la izquierda muy peligrosa, allí se han salido muchos coches y han muerto varias personas, tómala con sumo cuidado, luego, a la derecha hay un pequeño llano, entra en él y para el coche. Dijo aquella figura cadavérica que no sabría cómo describir
.
Paró  el coche, se apoyó en el volante y se quedó dormido.

Le despertaron unos golpes en la ventanilla, sobresaltado, dio un salto y miró fuera.

Dos hombres, con el uniforme de la Guardia Civil miraban desde el exterior, bajó la ventanilla y les dijo: ¿Sucede algo, guardia?

Eso nos lo tendrá que decir usted. Contestó el mayor de los dos detrás de un bigote negro y de grandes proporciones.

No, no sucede nada, venía desde Villadiego del Monte donde estuve trabajando y se me hizo muy tarde, tenía sueño y me paré a dar una cabezadita y veo que debí dormir más de la cuenta porque ya ha amanecido, voy para la capital. Les contestó Domingo
.
Pues va usted en dirección contraria, ha salido de Villadiego hacia el norte en lugar de al sur.

No sabía lo que le estaba pasando, no recordaba nada, las últimas imágenes de su mente eran las del cartel de final de Villadiego.

Me debí perder, gracias por haberme despertado, tengo que volver al pueblo para asearme y desayunar, luego  volveré a la capital. Siguió diciendo Domingo.

Bueno, si ya ha descansado, puede salir, pero hacia la derecha, Villadiego está en dirección contraria a la que llevaba pero a unos treinta kilómetros, y tenga cuidado, a unos ciento cincuenta metros, a la derecha, hay una curva muy mala en la que han muerto varias personas, aunque el peligro de verdad es de noche y con niebla.

Llegó a la población a las ocho y media, aparcó en la plaza, cerca de la tienda de Maribel y se fue a un hostal de la misma plaza, solicitó una habitación, quería ducharse y cambiarse, por suerte, siempre llevaba en el maletero del coche una pequeña maleta con ropa, ya que muchas veces, por su profesión, a menudo tiene que quedarse fuera de casa sin tenerlo previsto.

Desde el hostal llamó a la empresa para comunicarles que no iría o lo haría por la tarde, que había tenido problemas en la carretera la noche anterior y aprovecharía para terminar algunas cosas en la tienda de Maribel, luego la llamó a ella y quedó en la tienda a partir de las once.

Después de desayunar y ducharse, puso el despertador para las once menos cuarto y se metió en la cama. No logró dormir, intentó repasar lo ocurrido en la última noche, no hubo forma, desde que entraba en la carretera con la niebla hasta que le despertó el Guardia Civil del bigote, no recordaba nada. Era como si la niebla hubiese borrado todo.

A las diez y media, puesto que no había podido dormir, se duchó de nuevo, bajó a la calle, entró en un bar y tomó un café doble. No estaba nervioso, pero parecía que no hubiese dormido en toda la noche, pero eso no era posible, el guardia le despertó y dormía profundamente.

A las once en punto llegó a la tienda donde ya le esperaba Maribel. En lugar de saludo,  preguntó 
directamente:

¿Qué pasó? ¿Tuviste algún accidente?

Domingo le contestó:

No lo sé, salí del pueblo porque vi el cartel de final del Municipio, pero he despertado en el coche a  treinta y tantos kilómetros de aquí, pero en dirección contraria, estaba fuera de la carretera y dormido, me despertó la Guardia Civil, pero parece que no haya dormido y estoy cansado, me he metido en la cama del hostal y no he podido ni cerrar los ojos. He llamado a la empresa y les he dicho que estaba aquí, así que terminaremos lo que dejamos a medias en la tienda, de todas las formas, podré hacer mi trabajo por internet.

Si, más vale que te quedes aquí, además, recuerda que mañana es jueves y fiesta de Todos los Santos y podrás hacer puente, porque la verdad es que tienes una cara terrible.

Pasó la mañana lo mejor que pudo, se conectó a internet, resolvió los problemas que tenía en la oficina y se dedicó a terminar los asuntos de la tienda de Maribel
.
¿Quieres que vayamos a comer juntos? Me preguntó Maribel.

No, no puedo, tengo tanto sueño que voy a comer ligero y me echaré a dormir hasta las cinco, que vendré a la tienda para que organicemos los stocks y hablar con la central por si hay cosas pendientes, además, antes quiero ir a lavar el coche que huele a demonios. Dijo Domingo.

Así lo hizo, a la una fue a la gasolinera donde hay también un lavadero de coche, lo primero fue lavar el asiento del conductor, entonces vio que el olor procedía de orines, igual que pantalones y ropa interior cuando se los quitó por la mañana, pero no sabía qué había pasado, supuso que dormido en el coche y debido al frío o la postura, se le había escapado algo de orina, pero no recordaba nada.

Cuando terminó, fue al hostal y les comunicó que se quedaría hasta el domingo, luego pasó al restaurant y tomó un buen caldo bien caliente y un entrecot no muy grande, no tomó café y se fue a la habitación a dormir. Decidió ponerse el pijama y meterse en la cama con todas las luces apagadas y la persiana cerrada, puso el despertador a las cinco menos veinte, faltaban dos horas y media.

Imposible, cuando sonó el despertador, estaba en el pequeño balcón de la habitación y se había fumado medio paquete de tabaco.

El resto de la tarde, lo pasó en la tienda con el ordenador, por dos ocasiones se quedó adormilado delante del teclado, a las ocho salieron a la calle y le dijo a Maribel:

Vamos a tomar algo, pero antes quiero comprar tabaco y una botella de whisky, esta noche dormiré como sea.


Tomaron varias cervezas con unas tapas, con aquello ya no pensaba ni cenar, a las nueve y media se despidió de Maribel y fue para el hostal, subió a la habitación, se sirvió medio vaso de whisky y lo bebió mientras fumaba tres cigarrillos y se ponía el pijama, se metió en la cama, apagó la luz y los párpado cayeron sobre los ojos como pesadas persianas metálicas.

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