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jueves, 19 de julio de 2012

PLAN 2

Hoy voy a publicar el capítulo I del relato "Plan 2". Se compone de tres capítulos y un epílogo y es una historia de "pueblo" y se la dedico a mi gran admirado Luis García Berlanga allá donde esté.

Esta historia de pueblo es de las que más me he divertido cuando la escribía, está hecha de un tirón. A veces las historias tardan en llegar al papel, otras parecen venir como un soplo, esta es una de ellas, llegó como la brisa marina que me acompaña cuando las noches sin luna subo a la cubierta del "Little Home" y me siento ante el portátil a escribir.

PLAN 2
Pedro Fuentes
Capítulo  l

Mi nombre es Alfredo y voy a contaros una historia como todas, medio verdad, medio fantasía y donde lo real parece un sueño y los sueños, sueños son como dijo Calderón.
En Altozano del Monte, en pleno Pirineo, entre Huesca y Navarra, se vive muy bien, hay bastante buen ambiente entre los vecinos, cosa muy necesaria porque los inviernos son crudísimos, de hecho por lo menos un mes al año nos quedamos incomunicados por culpa de la nieve y el hielo.
Vivimos de la ganadería, vacas y corderos, tenemos muy buenos prados, en invierno bajamos el ganado al pueblo y cuando llega la primavera, con el deshielo los empezamos a subir a los pastos altos y van subiendo a medida que pasa el frío.
Los inviernos, tan duros y sin el pastoreo, solamente darles de comer y mantenerlos en los establos.
El mayor problema que tenemos es que no hay mujeres, éstas, en cuanto tienen edad, se suelen ir a las ciudades, ya que en el pueblo no hay mucho trabajo para ellas.
En la actualidad hay solamente dos mozas casaderas, una es la hija del tío Paco, dueño del bar de la plaza, precisamente “El tío Paco”. La otra moza es la sobrina de Candela, la dueña del colmado que también está en la plaza. Estas son las dos únicas muchachas casaderas que quedan en el pueblo, luego, más pequeñas hay varias, pero los mozalbetes que vienen detrás, también son muchos más que las niñas.
Los mozos solteros salidos de quintas y de menos de cincuenta años, son 43 contando a Genaro, joven de unos treinta años, pocos saben cuántos y que tiene sus facultades mentales muy disminuidas.
Una noche, viendo la tele en casa del Tío Paco, pusieron un reportaje de hacía no sé cuantos años, de Plan, un pueblecito de Huesca  que había organizado unas “caravanas de mujeres” para atraer a mujeres dispuestas a conocer a mozos del pueblo y quedarse allí si llegaba la ocasión. Dejamos las partidas de dominó y de guiñote y se hizo un silencio sepulcral mientras veíamos la tele.
Cuando terminó el reportaje empezamos a comentarlo  y decidimos que se podría intentar con el ayuntamiento. Como  soy el secretario decidimos que lo tantearía con el alcalde.
Al día siguiente, en cuanto vi al alcalde le comenté la noticia y me dijo que también la había oído y que lo podrían comentar el próximo viernes en el pleno que tocaba.
Los mozos del pueblo, cuando se enteraron que el viernes siguiente se incluiría en el pleno municipal, se empezaron a poner nerviosos, alguno ya soñaba con tener un harén en su casa, otros se veían con una despampanante rubia del brazo, entrando a casa del Tío Paco, ya no tomaría el tinto o la cerveza que tenía por costumbre, pediría un dry Martini, agitado, no mezclado.
La hija del tío Paco, Carmela, moza de buen ver, con mucho desparpajo, estaba por las tardes , hasta las 12 de la noche, en verano, detrás de la barra y atendiendo a las mesas si así hacía falta, los hombres que entraban en el bar, tenían mucho cuidado con lo que decían, porque Carmela no se amedrentaba, sabía qué responderles y hasta se diría que le tenían miedo, la consideraban muy arriada para cortejarla y llevarla al altar, no se le conocía ningún acompañante ni pretendiente.
Pepita, la sobrina de Candela, la dueña del colmado, era también buena moza, más modosita y callada que Carmela, pero ambas eran amigas, tenían la misma edad, 24 y cuando podían salían juntas, tampoco Pepita tenía pretendientes en el pueblo, aunque a ésta si se le había conocido un acompañante hacía unos años, era un mozo del pueblo de al lado, 23 kilómetros montaña abajo, pero cuando le tocó ir a hacer el servicio militar se marchó a la capital y ya no volvió, se colocó allí y le escribió que la iría a buscar cuando saliese adelante. Salió adelante pero en compañía de una paisana con la que se supo que también tonteaba.
Después de esa experiencia, no se le volvió a ver con compañía masculina, los hombres del pueblo se comportaban con ellas como la zorra de la fábula “están verdes”, e incluso, algún envidioso y poco hombre se atrevió a decir de ella que él la había visto en el pueblo de al lado, en fiestas cuando festejaba con aquel mozo, en actitud demasiado cariñosa y que al romper él, ella se refugió en la amistad de Carmela.
En el pleno del viernes, se aceptó por mayoría que se organizaría una “caravana de mujeres” al estilo de la de Plan, se haría en un fin de semana, se recibiría la caravana el sábado por la tarde, con una recepción en el ayuntamiento, luego se les asignaría a las invitadas una casa donde dormirían y desayunarían. Estas casas serían siempre de matrimonios mayores que se ofreciesen, irían de dos en dos y si faltaban casas, se le alojaría en casa del Tío Paco que tenía habitaciones para huéspedes. Luego se haría una cena para todo el pueblo, en la plaza y después baile mientras el personal aguantase, a la mañana siguiente, después del desayuno, se reunirían en la plaza, el párroco les hablaría, solamente cuatro palabras, sobre las bondades del matrimonio cristiano y se irían en el o los autobuses que vinieron, a sus lugares de residencia.
Como secretario del ayuntamiento, me tocó informarme de los pasos a seguir, así que me puse en contacto con el secretario de Plan que me remitió a un agente que se encargaba de organizar todo tipo de actos y festejos.
El agente, Don Cesar, no era barato, pero lo organizaba todo hasta el mínimo detalle, prepararía incluso alguna entrevista en radio y televisión a las que irían varios representantes de los mozos, los más presentables; además, unos días un par de días antes, una televisión enviaría a unos un locutor y un cámara para hacer un reportaje que entraría cada día en directo a nivel nacional y luego grabaría la llegada del grupo y entrevistaría a las mozas y mozos en el momento de la despedida.
Fue un mes de preparativos, D. Cesar la verdad es que sabía hacer las cosas, nada más llegar al pueblo, se puso al mando de la operación, primero se reunió con el alcalde y conmigo, traía un guión de toda la operación, supervisó el terreno y eligió los sitios donde se celebrarían los actos, cómo sería el recibimiento, en fin, todo.
Se seleccionaron a las personas que organizarían la cena, D.  Cesar traería un par de conjuntos del que era representante, para la cena y el baile.  
Hizo un casting para elegir a los mozos que irían a la televisión, les organizó hasta la forma de vestir, buscó el mejor ganado para filmar y usarlo en el “anuncio” del evento que saldría en los canales de televisión, eligió un catering para el agasajo de la llegada y la cena, para el bar de la fiesta, fue el Tío Paco, que reforzaría con tres personas más además de su mujer, su hermano y su hija para atender la barra, parte de las consumiciones iban a sufragar los gastos de la fiesta.
El área de Festejos y Juventud, correría con parte del gasto y los mozos que quisiesen participar en el evento, tenían que contribuir.
El Tío Paco habló con Candela, su marido y Pepita la sobrina para ayudarles en el bar, cosa que ya  hacían habitualmente los días de las Fiestas Patronales.
El bar del Tío Paco recibió sillas y mesas nuevas con sombrillas, con la marca de una conocida cerveza, todo ello gracias a D. Cesar a cambio de la publicidad que le harían con las tomas de televisión en la terraza.
A medida que llegaba la fecha de la fiesta, el pueblo cambiaba, se pintaron casas, se arregló la fachada del ayuntamiento, la plaza mayor parecía otra, limpios los porches, ya no calzaban abarcas, se estaban acostumbrando a los zapatos de las fiestas muy importantes.
Las madres que tenían hijos solteros y en edad de merecer, se habían hecho trajes nuevos e incluso sus maridos lucían el traje de los domingos.
En fin, se diría que hasta lavaron y peinaron al ganado y en las calles ya no se veían “boñigas”.
Los mozos en el bar hablaban más alto, todos decían como querían que fuesen las mozas, a Carmela ni se la miraban.
El cura, D. Jonás, desde el primer domingo que se supo lo de la caravana, en la misa de doce todos los sermones iban dedicados a la castidad y al sagrado lazo del matrimonio.

viernes, 13 de julio de 2012

Angers. La vuelta

Todos tenemos un baul de recuerdos, unos físicamente, otros mentales.
De vez en cuando nos gusta bucear en esos baules, siempre encontramos algo.
Me gusta abrir enl baul y ver aquel tiempo pasado que pudo ser o fue.
Muchas veces interrogo a amigos y amigas para que me cuenten aquellos recuerdos que guardan en sus baules y luego escribo sobre ellos.
Normalmente son personajes anónimos, otros son reales como la vida misma, a veces terminan bien y otras mal, como la vida, pero todo lo que ocurre es porque tiene que ocurrir y casi siempre los hechos son la base de otros tiempos mejores.

Y ahora el capítulo de hoy de "La primera vez que vi Paris", es el último, el desenlace, pero todo desenlace siempre puede ser el comienzo de otra historia.


LA PRIMERA VEZ QUE VI PARIS
(Pedro Fuentes)
CAPITULO  III

Pasaron veintiún años, un día, haciendo limpieza de un baúl que tenía de recuerdos, al abrir la tapa, pegado en ésta por dentro vio un papel amarillo, lo cogió y leyó medio borroso:
Jeanette, Rué de……. Teléf. …………… Angers…. Je t´aime
Corrió al teléfono, buscó el prefijo de Francia y marcó, la señal de llamada sonó seis veces que parecieron seis siglos, de pronto alguien le respondió en francés.
¡¡¡Jeanette!!!!! ¿Eres tú? Dijo Alejandro en un perfecto francés. No, Soy Annet, su hija, ella no volverá hasta dentro de una hora.
Dime, por favor, tu madre ¿Está casada?
¿Quién es usted?
Soy Alejandro.
¿De España?
Si, de España, me he vuelto loco buscando a tu madre, he ido a Angers cientos de veces, había perdido el papel con la dirección, ahora lo he encontrado en una caja vieja.
Mamá también te buscó, no se ha querido cambiar de casa porque dice que tú vendrías.
No le digas nada, ahora mismo salgo para ahí, quiero darle la sorpresa, llegaré mañana por la mañana.
Te esperamos, yo también quiero verte, estaba preparándome para irme a París pero me iré pasado mañana.
Cuando Alejandro colgó, cogió la nota y la copió treinta veces y la colgó en todos los muebles de la casa, miró un plano de Angers y buscó la calle, había pasado por ella cientos de veces, era en el barrio antiguo. Luego llamó a su trabajo y pidió diez días a cuenta de las vacaciones por asunto familiar, sacó el pasaporte de un cajón, se preparó media docena de sándwich y un termo de café cargado, fue al cajero, reunió dinero y marchó dirección a Angers, le quedaban unos 1.000 kms por delante y todos de noche.
A partir de la frontera empezó a llover el ruido del limpia parabrisas era cansino, a veces se mezclaba con la música de jazz que sonaba en el CD, no había casi circulación, conocía bastante bien la carretera y además le gustaba conducir.
Seguía lloviendo, chip-chop, chip-chop, el agua saltaba por efecto del limpia, pero caía más que la que salía, Ricardo empezó a sentir cansancio en sus ojos, pero quería seguir, notaba como a veces no veía las rayas de la carretera, notó que se desplazaba lateralmente, oyó como pisaba la banda rugosa del arcén.
Frenó, al lado de la carretera había un poco de campo, paró allí, apagó las luces y, se preparó un sándwich y un tazón de café, comió lentamente, luego bajó del coche, seguía lloviendo, agradeció las gotas de lluvia en la cara, subió al coche y siguió la marcha.
Llevaba ya cuatrocientos kilómetros, vio el cartel de una gasolinera a mil metros. Quinientos y flecha indicadora de derecha a los doscientos, entró en las instalaciones, era autoservicio, llenó el depósito, cerró el coche y fue al lavabo, cuando salió parecía que no llovía tanto. A lo lejos se veía una pequeña población. Subió al coche y arrancó, antes de incorporarse a la carretera vio como un coche de la gendarmería entraba a la estación de servicio.
Ahora, más desvelado intentaba mantener una velocidad no alta pero si constante, paró de llover pero la carretera estaba muy mojada, por el espejo retrovisor se acercaban unas luces, se acercó un coche, encendió el intermitente y lo adelantó con holgura, era el coche de los gendarmes.
La carretera era bastante recta, de vez en cuando se encontraba con las luces traseras de un camión, los adelantamientos era  fáciles gracias a la visibilidad de las señales.
Al cabo de dos horas encontró un área de servicio, entró, cerró el coche por dentro, sacó una pequeña manta de viaje y se puso el teléfono móvil para que le avisase a la hora y media.
Si hace 21 años hubiese habido móviles Jeanette y yo no habríamos perdido este tiempo. ¿Cómo será ahora? Tenía 20 años cuando nos conocimos, ahora 40 y yo 60 ¿Y su hija Annet? No parecía ser una cría; y sabía de su existencia, ¿Sería mayor? No me dijo nada de que tuviese una hija, Quizás sea una jovencita y la tuvo después de lo nuestro. ¿Me olvido? La cabeza de Alejandro daba vueltas en medio de la noche, en el CD ahora sonaban unos blues, cuantas noches había pasado estos últimos tiempos ahogándose en whisky, llorando, oyendo blues y pensando en Jeanette. Durmió intensamente, cuando sonó la alarma se encontró descansado, fue la lavabo, se duchó, se afeitó y salió para el coche, eran las tres de la madrugada, le faltaban unas cuatro horas.
A las siete y media localizó la calle, pudo aparcar en la misma puerta, al lado había una panadería, compró dos baguettes y media docena de croissant. Llamó al timbre insistentemente, respondió Jeanette y Alejandro le dijo:
Jeanette, j'apporte un cadeau pour vous afin que je prends à nouveau à Paris.
¡¡¡¡¡Alejandro!!!!!! Le respondióo y abrió la puerta, era una casa antigua, de tres pisos, sin ascensor. Alejandro empezó a subir lo más aprisa que pudo, Jeanette, en camisón saltó sobre sus brazos en el rellano del primer piso. La bolsa de la panadería voló por los aires, sus rostros se fundieron en un beso empapado en lágrimas.
¡¡Jeanette!!!!! Estás preciosa, ¿Sabes que perdí la nota? La encontré ayer, pero he pasado por aquí debajo cientos de veces buscándote. No me acordaba del nombre de la calle, ayer encontré la nota y llamé, se puso tu hija y le dije que no te dijera nada para darte la sorpresa.
Jeanette, entre risas, llantos y la fatiga de las carreras, mientras subían le dijo: Tu hija no me dijo nada, ya la encontré nerviosa anoche, pero no me dijo nada.
¿Qué quieres decir? ¿Te quedaste embarazada aquellos días y lo has pasado todo sola? ¿No me buscaste?
¿Sabes lo grande que es Barcelona? Solamente sabía que te llamabas Alejandro y hablabas muy mal el francés. Hemos ido unas cuantas veces, pero es tan difícil.
Subieron hasta el pequeño piso donde les esperaba Annet, allí se fundieron los tres en un abrazo de alegrías y lágrimas.
FIN




viernes, 6 de julio de 2012

¡¡¡OH PARIS, PARIS!!!

Viernes, otro viernes otro capítulo, creo que os gustará.
Yo sigo embarcado y por eso no puedo publicar cuando quiero sino cuando puedo.
Un saludo a mtodos los lectores y ahora:

LA PRIMERA VEZ QUE VI PARIS
CAPITULO  II

(Pedro Fuentes)

La gran sorpresa fue que hizo entrar a Alejandro en el 2 caballos  y le dijo: Alexander. Vous le saves Paris?
No, París no lo conozco.
Eh bien, ce soir nous allons à Paris. La nuit est belle.
Parfait, avec vous à la fin du monde. Dijo Alejandro que ya empezaba a defenderse con el francés.
Cuando sales de Chartres por la A11, ya empiezas a ver por qué a Paris la llaman la ciudad de la luz, a medida que vas haciendo los 91 km que hay de distancia, entre las ciudades  ves  como crece la iluminación.
Dejaron a la derecha Versalles y entraron en París. Era todavía temprano, las diez y media de la noche de primeros de Julio. Entraron por el sur oeste y se encontraron con el Sena, siguieron por la Av. De Versalles y fueron a salir directamente a les Champ du Mars y la torre Eiffel, la bordearon de izquierda a derecha y al momento se encontraron en Montparnasse.
Dieron la vuelta y fueron hacia Montmartre, allí buscaron un parquin y dejaron el coche, vieron el Sacré Cour y luego se dedicaron a callejear  por Pigalle. Entraron a algún que otro local cantaron, se rieron y ya de madrugada, cansados, pero felices y contentos fueron a coger el coche, antes de entrar en él, Alejandro cogió a Jeanette por la cintura, la atrajo hacia él y la besó apasionadamente.
Llegaron a Chartres cuando empezaba a amanecer, tuvieron el tiempo justo de ducharse y Alejandro empezó a despertar a su grupo porque tenían que ir a ensayar.
El día trascurrió con normalidad, Jeanette y Alejandro seguían aprovechando los ratos libre para estar juntos, durante la actuación del día se sentaron en el teatro, en una de las últimas filas y durmieron un par de horas.
Al día siguiente salieron rumbo a Chátelguyon, un pequeño pueblecito al norte de Clermont Ferran, pasaron por Orleans y Bourges, Jeanette dejó el coche en Chartres, lo recogería a la vuelta, ya que el grupo de danza se despediría después de dos actuaciones en Chátelguyon y otro pueblecito.
Los alojaron en un colegio de alta montaña también con habitaciones tipo celdas, pero en éste las mujeres estaban en el primer piso y los hombres en el segundo, en la planta baja estaban todos los servicios de comedores, cocinas, aulas y despachos. Aquella tarde, cuando los grupos estaban ensayando en el teatro, al aire libre, Alejandro bajó de su habitación a buscar a Jeanette para salir a pasear, cuando llegó a su habitación, ella estiró de él y allí, sin ni siquiera pensárselo, se entregaron el uno en los brazos del otro.
El día siguiente, aprovechando la actuación, todo fue más calculado y relajante.
A la mañana siguiente se despidieron, Alejandro volvía a España, Jeanette a Angers.
Alejandro le hizo apuntarle la dirección y teléfono en un papel y le prometió que arreglaría del todo lo de su divorcio y volvería a buscarla.
Cuando llegó a su casa, guardó el papel con sus cosas, arregló todo el papeleo y se buscó un piso para empezar una nueva vida.
Pasó un mes cuando ya estaba todo solucionado y por más que buscó no encontró el papel de los datos de Jeanette. Solamente tenía el nombre, la dirección y el teléfono.
Cogió una semana que le debían de vacaciones en el trabajo y se fue a Angers, es una ciudad de unos ciento cuarenta mil habitantes. Se la recorrió toda, de arriba abajo, paseó por las calles principales y por las que había pasado con Jeanette, bares, teatros, sabía que era profesora, preguntó por ella en todos los colegios y escuelas, nadie supo darle razón.
Regresó, pero cada vez que reunía más de dos días libres, marchaba a Angers, nada, parecía habérsela tragado la tierra, al final la buscó por Chartres, por París, por Chátelguyon, por todos los sitios por donde pasó con ella él la buscaba, nada, nadie le sabía dar razón.

viernes, 29 de junio de 2012

LA PRIMERA VEZ QUE VI PARIS

Hoy, 29/06/2012, una vez terminada la tercera parte de "El Viaje" volvemos a las pequeñas historias o a las grandes, la primera es una gran historia, consta de tres capítulos, al ser tan extensa, la publicaré capítulo a capítulo, si alguien está necesitado de conocer el final, no tendrá más remedio que seguirme tres semanas o contactar directamente conmigo.

Por dificultades técnicas, no me es tan fácil conectarme a Internet, ya que estoy navegando, así que es posible que tenga que cambiar de día de publicación.

Un abrazo y felices vacaciones.

Y ahora:

LA PRIMERA VEZ QUE VI PARIS
CAPITULO  I

(Pedro Fuentes)

Corría el año 1989 cuando en un viaje intercambio de música y danza, Alejandro tuvo que ir  como responsable de un grupo de chicos y chicas, estudiantes, a diferentes poblaciones de Francia.
Fue un viaje de unos cincuenta alumnos con cinco responsables.
Aquel año, acababa de cumplir los treinta y nueve años y llevaba desde Febrero separado de su mujer, seguían viviendo en la misma vivienda hasta que se pusiesen de acuerdo en el reparto de los bienes y en la custodia de la hija.
Cuando llegaron a  Burdeos, de la organización francesa, subieron al autobús una señora responsable y una intérprete.
Se dirigían a Angers, allí estarían tres días.
Angers, antigua capital de Anjou es una ciudad moderna pero a los pies de la gran ciudad medieval y unida en historia al reino de Aragón a través Yolanda de Aragón, duquesa consorte de Anjou.
Al llegar a Angers, subieron al autocar dos guías, Geraldine y Jeanette, Alfredo y Jeanette, pronto hicieron  amistad, era profesora de historia y gracias a ello, Alejandro se empapó de toda la transcendencia que tuvo Angers como capital de Anjou.
El español de Jeanette no  era muy bueno, el francés de Alejandro peor, pero lo entiende si lo hablan despacio y lo lee con alguna claridad.
Nada más llegar, con el tiempo justo para asearse y cambiarse, fueron recibidos en el Hotel du Ville junto a otros grupos participantes en el festival de danza que empezaría a celebrarse al día siguiente.
Luego los llevaron a un colegio en el centro de la ciudad, era una especie de palacio. En el piso que les tocó alojarse, el segundo, había una gran sala de estar y luego, a la derecha de la escalera un grupo de habitaciones, celdas, individuales para las mujeres y a la izquierda las de los hombres, a la entrada de estas había las duchas, los lavabos y wc, cuatro de cada, los cuales era un poco ajustados para las personas que estaban, pero en Francia, no es muy fácil encontrarse con lujos en ese sentido.

El resto de la tarde, quedó libre para poder salir a visitar la ciudad, se hicieron varios grupos y acompañados por los guías e intérpretes salieron a dar vueltas por el casco antiguo. El castillo de los Anjou se divisaba desde todos los rincones con su majestuosidad.
Alejandro y Jeanette no se separaron para nada, paseaban viendo los grandes jardines que había por todos lados y llegaron hasta el río le Maine, surcado por grandes barcazas y alguna que otra embarcación de recreo.
A la hora de la cena regresaron al colegio donde les fue ofrecida una comida no muy abundante, de todas las formas, los más jóvenes del grupo, acostumbrados a otro tipo de comida en sus casas, pasaron mucho de ésta, los responsables no se preocuparon mucho porque sabían que luego se hartarían de las galletas que llevaban.
Después, la gente joven quería salir a pasear, llegaron a las negociaciones de siempre sobre la hora de llegada. Los responsables se fueron detrás de ellos, un poco por vigilarlos y otro poco por dar una vuelta. Alejandro y Jeanette salieron juntos, Jeanette no paraba de hablar explicándole la historia de la ciudad durante la edad media, cruzaron el río y le enseñó el cartel de una calle, Yolanda d´Aragón. Le estuvo explicando la importancia de la hija de Juan I rey de Aragón.
Había refrescado un poco y Jeanette se acurrucó en el brazo derecho de Alejandro, pasaban por las calles paseando como una pareja de enamorados.
Al día siguiente fueron al lago de le Maine, un lago artificial alrededor del cual había de todo, pistas de atletismo, campos de futbol, baloncesto, canchas de tenis y de cualquier deporte que se pudiese imaginar, incluso alguna playa artificial en el mismo lago.
Actuarían allí por la tarde, en un teatro al aire libre.
Toda la mañana los danzantes y músicos estaban ocupados con ensayos y el director y coreógrafo quería estar a solas con ellos, así que Jeanette y Alejandro pudieron pasar hasta la hora de la comida juntos, luego, a la hora de las actuaciones volvieron a sentarse en unos jardines y así, velozmente pasaron las horas.
Al tercer día, por la mañana salieron de Angers hacía Chartres, pasaron por le Mans, la organización tuvo el detalle de hacer cruzar al autobús por medio de la ciudad, de unos 140.000 habitantes, para que la viésen.
Jeanette había ido en su coche, un 2 cv porque según ella, me quería dar una sorpresa.
Ya en Chartres disfrutamos paseando por la catedral y el centro de la ciudad, Patrimonio de la Humanidad.
Cuando fuimos a cenar, Jeanette le dijo a Alejandro que hablara con alguien de los responsables del grupo porque quería enseñarle algo y que quizás volverían  muy tarde.

viernes, 22 de junio de 2012

EL VIAJE (El desenlace)

Hoy tampoco es viernes, todavía, pero mañana toca viaje y no quiero que se impaciente nadie por no conocer el desenlace de "El Viaje I, II y III".
Seguirán las aventuras de Ricardo porque sigue contándome sus peripecias, algunas yo he sido una pequeña parte de ellas, otras me las cuenta y yo las transcribo.
Después del capítulo de hoy entraremos de nuevo en otras historias cortas o no tan cortas, hay alguna que tiene dos o tres capítulos que se publicarán por separado porque son muy extensos, ya lo iré informando en su momento.

Y ahora:

EL VIAJE  III
PERO ¿QUE HE HECHO YO?
Pedro Fuentes

CAPITULO VIII

A los tres días, Ricardo recibió una llamada de José Miguel, fue muy escueta. Ricardo, esta noche, a las nueve reúnete con Pedro a ver el telediario.
Llamó a Pedro y le dijo: Pedro, vente con tu mujer a mi casa, he recibido una llamada de teléfono para que veamos el telediario juntos, cenaremos aquí, ¡venid pronto!
A las ocho y media llegaron Pedro y su mujer al apartamento de Benicarló.
Ricardo había preparado los dos televisores que tenía en casa y el del barco, porque no sabía qué canal tenía que poner. Además colocó una cinta de vídeo para gravar en el fijo.
Abrió el telediario de la 1 con un:
¡Noticia de última hora!
Hace escasamente media hora, ha sido desarticulado un comando islamista al parecer de Al Qaeda, han fallecido cuatro árabes de diferentes nacionalidades. En el momento de la detención, al parecer estaban preparando un gran atentado para el once de septiembre. Conectamos con el Ministerio del Interior en el que ahora mismo se están ofreciendo unas declaraciones del ministro.
Esta tarde, en la zona de Levante, ha habido un enfrentamiento entre varios árabes y  una dotación de los GEO, en una casa se encontraban dos árabes que se hacían pasar por obreros en paro y que se dedicaban a hacer trabajos esporádicos,  con documentaciones falsas y doscientos mil € con los que se dedicaban a comprar teléfonos falsos de previo pago y diferentes materiales, altamente inflamables. En otro puerto se localizaron al mismo tiempo dos agentes también árabes que vivían con gran lujo y poseían dos embarcaciones de gran velocidad una, para cometer un tremendo atentado y la otra para facilitarles la huida por mar.
Los citados comandos eran seguidos desde la muerte de un agente terrorista que falleció junto con su novia en extrañas circunstancias. Se está investigando unas muertes parecidas ocurridas por las mismas fechas y similares circunstancias en Italia.
La localización de los citados individuos se produjo en una población costera gracias a la foto que un turista hizo casualmente.
En los enfrentamientos con los terroristas, se produjeron diversos disparos, siendo abatidos los cuatro árabes. Dos policías resultaron heridos levemente. Hasta aquí la rueda de prensa, por ahora no se permiten preguntas, este ministerio enviará en su momento una nota de prensa en la que se darán más detalle.
Ricardo y Pedro se miraron y ambos estaban temblando, la mujer de Pedro lloraba asustada.
Ricardo se levantó, sacó una botella de whisky,  tres vasos y se sirvieron abundantemente.
A los dos días apareció por el barco “El solitario” José Miguel con otra botella debajo del brazo y encontró a los dos amigos terminando de arreglar lo que Habel dejó a medias.
¿Puedo subir a bordo?
Adelante, dijo Ricardo mientras los dos amigos se limpiaron las manos y se la extendieron al policía.
Cuándo dijeron lo de los dos policías heridos, temimos que fuerais vosotros, dijo Ricardo.
No, fueron los dos policías que “investigaban” la desaparición de la pareja en  Menorca, los encontramos con los agentes ricos con los que parece ser que “colaboraban”.
La pareja que murió en Menorca, al parecer simularon un rito  satánico, dijo José Luis.
Ricardo fue a por hielo y vasos y entre los tres acabaron con la botella mientras el policía les terminó de contar los detalles, pidiéndoles por favor que no desvelaran jamás la identidad de “La misteriosa dama de negro”.
FIN

jueves, 14 de junio de 2012

¡¡¡NO ME GUSTA EL FUTBOL!!!

Como no me gusta el futbol, he decidido ponerme al blog aunque no sea viernes, así que los que seguis las aventuras de Ricardo vais a salir ganando.

Hoy voy a publicar el capítulo VII de "El Viaje III" "Pero ¿Qué he hecho yo?, este es el penúltimo , la próxima semana llega el desenlace. Espero que os guste y que no os imagineis el final.

Y Ahora:

EL VIAJE  III
PERO ¿QUE HE HECHO YO?
(Pedro Fuentes)

CAPITULO VII
Habían pasado tres días cuando Pedro llamó a Ricardo
Ricardo, tengo un pequeño problema con el cargador de baterías del barco, hay una cosa que no veo claro, a veces, la batería de servicio, pese a estar conectada al cargador, se descarga, cambio de posición el distribuidor de baterías y vuelvo a la primera y me marca como si hubiese cargado sola.
Mira, ahí tienes por algún lado un contacto que te la descarga, te doy un teléfono de un técnico que me hace algunas cosas, es de confianza y no es caro. A propósito, ¿Qué haces? Tengo que ir a San Carlos a tratar con una agencia para hacer unos charters, como me pilla de camino, ¿Te paso a buscar y charlamos?
Si, aparca tu coche en el club e iremos con el mío, que Está bajo de batería y necesita andar un poco. Te esperaré en la puerta del club para abrirte.
A los diez minutos los dos amigos partían en el coche de Pedro, dieron un par de vueltas por el pueblo para controlar si alguien los seguía y salieron a la carretera. Durante el camino hablaron de banalidades, llegaron a S Carlos y aparcaron.
Ya en la calle Pedro le dijo a Ricardo: ¿Sabes que vi ayer a Habel y a su hermano sentados en el paseo, al lado de dos tipos árabes, bien arreglados? Estuvieron allí mas de tres cuartos de hora y hablaban pero hacían ver que leían un periódico, luego se fueron, los árabes metieron algo entre las páginas, se levantaron dejando el periódico en el banco, Habel lo recogió rápidamente y se lo pasó a su hermano, esperaron diez minutos y se fueron cada uno por su lado, les hice una foto de espaldas con el móvil para que tú los vieses, porque yo solo conozco a los árabes por la descripción que me diste. Sacó el móvil y se lo enseñó.
Si, son ellos, no hay duda. Aquí hay gato encerrado. Ahora mismo voy a llamar a los polis de ayer, me parece que estos van a ser los más de fiar.
Ricardo buscó un teléfono público y llamó al número que figuraba en la tarjeta. ¿Oiga? Quiero hablar con José Miguel. ¿Eres tú? Vale, soy Ricardo, que hablamos el otro día, es para indicarte que mi amigo ha visto  una cosa que me ha contado y me ha extrañado mucho, ayer, por la tarde. Estaban los dos hermanos sentados en un banco y…….
Si que es extraño, ¿Y dices que dejaron un periódico con algo dentro y el cojo lo cogió? ¿Era grueso o delgado?
Si, era algo delgado, yo diría que eran unos papeles.
¿Estáis seguros de que eran ellos los árabes ricos?
Sin lugar a dudas, mi amigo hizo una foto de espaldas pero yo los he identificado sin duda.
Hazme un favor, envíamela al correo electrónico que te voy a dar, cuando te confirma la recepción destrúyela, si alguno de ellos la descubre podéis correr un grave peligro.
A los diez minutos  llegó la confirmación, Pedro borró todas las fotos que tenía almacenadas e incluso sacó la memoria del móvil. Los dos amigos temblaban y se fueron a tomar una copa para reaccionar.

jueves, 7 de junio de 2012

EL VIAJE III Capitulo VI

Si, ya se que faltan minutos para el viernes, pero mañana tengo faena por la mañana y hay quines aprovechan las primeras horas del día para leer en la oficina los relatos de este blog que cada día me sorprende por la cantidad de altas que se producen. Ultimamente hay muchos lectores hispano americanos,  sean todos bien venidos.

Y ahora:


CAPITULO VI

A los pocos días Ricardo tuvo que hacer unas reparaciones en el casco del barco, cuestiones de fibra y recordó que Pedro le había comentado de un chico tunecino que le había trabajado en  su barco, así que le pidió el teléfono y le llamó. El mismo día por la tarde vino Habel a hablar con él.
El tal Habel, de rasgos árabes, era muy delgado, pero fibroso, se le notaba fuerte pese a su aspecto y cojo de la pierna derecha, luego supo que había tenido una operación de rodilla para corregir una parálisis ocasionada por una poliomielitis y tenía la movilidad reducida.
Le enseñó lo que había que hacer. En una maniobra al ir a amarrar, había golpeado la amura de estribor  y se produjo un desconchón y un desplazamiento del candelero que podría producir una entrada de agua entre las capas de fibra.
Habel  hizo un presupuesto y quedó con Ricardo para a la mañana siguiente ir a comprar los materiales necesarios, la obra no era costosa, pero había que realizarla en varios días seguidos para permitir que los materiales secasen lo mejor posible.
Durante varios días Habel estuvo trabajando en el barco, el primer día, cuando ya llevaba tres horas trabajando, Ricardo le dijo a Habel:
¿Quieres beber algo? Yo me voy a tomar una cerveza.
Si, yo también.
A partir de ese momento, Ricardo estuvo hablando con él durante bastante rato cuando hacían un descanso o después de terminar la jornada.
Habel llevaba veintitantos años en España, su padre había venido a trabajar, cuando ya estaba establecido aquí, se trajo a toda su familia, su mujer y tres hijos, lo que le hizo tomar esa decisión fue el precario estado de salud de su mujer y la poliomielitis del niño. La madre fue sometida a varias operaciones, la última del corazón y seguía viviendo, ahora en casa de la hija desde la muerte del padre.
Cuando tuvo una edad suficiente, a Habel lo casaron con una tunecina y se la trajo también. El había trabajado en aquella zona y su hermano menor, ebanista, ahora ambos en el paro, sobrevivían de las ayudas y los trabajos que iban haciendo. En realidad eran buenos profesionales.
Se las daba Habel de medio español, pero en el fondo seguía amarrado a las raíces árabes.
Ricardo, al que le gustaba saber de las gentes y de otras culturas, lo interrogaba muy sutilmente sobre religión y costumbres.
Un día, ya próximo a acabar el trabajo, cuando ya se había ido Habel hasta el día siguiente, Ricardo se fue a sentar en una terraza del puerto, después de pasear a Trouvé, mientras esperaba a Pedro para tomar unas cervezas, en la mesa de al lado había dos chicos de unos treinta años y con aspecto de estar de vacaciones.
Al poco rato le pidieron fuego, Ricardo se lo dio y encendió un cigarrillo que le ofrecieron.
Uno de los muchachos le preguntó:
¿Conoce a ese árabe que venía con usted cuando salió a pasear al perro?
Si, Me está haciendo un pequeño arreglo en el barco, poca cosa, me lo recomendó un amigo y así le echamos una mano ya que tiene familia a su cargo y está en el paro, pero solamente le conozco de eso.
Ricardo, después de varias preguntas más, notó que le estaban interrogando, pero no por lo que había ocurrido con la pareja de Menorca, era algo diferente, sobre islamistas, querían saber algo sobre Habel. ¿Estarían buscando trabajadores ilegales?
Cuando llegó Pedro, saludó a Ricardo, cogió a Trouvé en brazos y le hizo cuatro carantoñas, luego se sentó y pidió una cerveza.
Ricardo le dijo:
Estos dos chicos me preguntan si conozco a Habel, les he dicho que me lo había recomendado un amigo, ¿Te hizo algo a ti?
Si, me estuvo arreglando la cubierta, pero no lo conozco sino de eso, nos lo hemos recomendado unos a otros, a mi no recuerdo bien quién lo hizo, alguien del club de Vinaroz, supongo que otro socio, es un chico que trabaja bien y barato, yo lo tuve durante dos semanas e incluso le comenté que por qué no se establecía con su hermano que es ebanista y por cierto muy bueno, y tendrían bastante futuro en los barcos de recreo. Luego estuvieron trabajando para otros.
¿Hablaron de cuestiones religiosas?
No, pero ya sabéis que clase de gente es, te hacen creer que  son muy liberales, muy europeos, pero luego los ves por ahí y llevan a las mujeres tapadas hasta las cejas y dominadas totalmente, muchas sonrisas y buena cara pero luego te la clavan por menos de nada.
Ricardo, viendo el cariz que tomaba aquello, que era un interrogatorio solapado, les dijo: Bueno, ya está bien, ¿Para quién va el interrogatorio y qué queréis saber? ¿Quiénes sois? ¿A qué venís?
Mira, dijo el más hablador de los dos sacando una chapa de la policía. Somos policías y no traemos ninguna orden ni nada parecido, no somos de por aquí, venimos de Madrid y ni los propios policías de la zona o trabajando por aquí nos conocen, estamos investigando y buscando células islamistas, pertenecemos directamente a las más altas esferas de Interior y estamos investigando células islamistas, pero nadie os  va a creer y nadie nos va a reconocer, así que si queréis contestarnos nos haréis un favor.
Os voy a contar una cosa, ya que sois, creo, sinceros. A mí me está pasando algo que os voy a explicar, todo empezó porque alquilé mi barco a una chica que iba a hacer un crucero con su novio o llevarlos a algún sitio que no me dijeron, a él no lo vi en ningún momento. Ricardo les contó con pelos y señales todo lo que ya le había contado a los otros policías y a los árabes.
¿Y esos árabes dices que están también en contacto con los nuestros? Dijo el más callado.
Eso dijeron. Contestó Ricardo.
El más hablador se separó unos quince metros del grupo y se puso a hablar por el móvil, estuvo así durante unos quince minutos, luego colgó y se aproximó al grupo, siguieron hablando sobre el asunto y al cabo de diez minutos sonó el teléfono del policía “hablador” y éste contesto:
Así que va por ahí la cosa, bueno, nosotros creemos que este señor está colaborando y los “moros” buscan algo más, miraremos de identificarlos.
Si aparecen por aquí de nuevo, tenga esta tarjeta y llámenos. Y se despidieron.
Cuando  marcharon, Ricardo y  Pedro se miraron. El primero en hablar fue Pedro.
Menuda se está montando, aquí hay cuatro grupos distintos o no tan distintos, por lo que he llegado a entender, parece como si lo de la muerte de esa pobre chica y su novio, no tuviesen nada que ver o ha sido el desencadenante de algo muy gordo, y tú estás metido hasta las cachas y de rebote voy yo. ¿Averiguaste quien era el chico árabe que murió con la chica? ¿Era el novio o alguien que se metió por medio?
Mira, Pedro, tienes razón, la cosa está muy negra y yo estoy en medio, y por cómo se está desarrollando todo, te pido, por favor, que ahora que puedes, que no te han implicado en nada, sino por haberme recomendado a Habel, haz el favor de apartarte, mientras esto dure, sepárate de mí, pero no te alejes mucho, tú eres más cerebral que yo, siempre lo has sido, vamos a estar en contacto, si quieres, pero solamente a escondidas, cuando queramos vernos, por algo importante nos llamaremos a preguntar cualquier tontería de navegación o del tiempo, y quedamos para comer o cenar en algún sitio más bien solitario que podamos controlar a las personas de alrededor. Mientras tanto mejor que no te acerques, piensa en lo sucedido y a ver qué se te ocurre.