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jueves, 15 de junio de 2023

LA HIGUERA (Capítulo I)

 

LA HIGUERA

Pedro Fuentes



PROTAGONISTAS DEL RELATO POR ORDEN DE APARICION



Florián: Cura párroco.

Servando: Farmacéutico.

Amadeo: Cartero y alguacil.

Luis: Secretario del Ayuntamiento.

Manolo: Alcalde electo del pueblo.

Rosendo: Sacristán.

Angustias: Esposa de Rosendo.

Isabel: Maestra del pueblo.

Isabel: : Espos   Martina: Esposa del médico (Ceferino).

Lolita: Mujer del farmacéutico (Servando).

Ursula: Viuda de un terrateniente, madre de Julita.

Julita: Hija de Ursula y “novia” de Manolo. Presidenta de la Hermandad de Santa Marina.

M.ª Carmen: Hija del médico (Melquiades) . Casada con el hijo de Ceferino (Fernando) .

Ceferino: Terrateniente del pueblo de al lado. Padre de Fernando. Suegro de M.ª Carmen

Fernando: Hijo de Ceferino y esposo de M.ª Carmen. Jefe de la oposición en el Ayuntamiento.

Rodrigo y Amparo: Miembros de la Hermandad de Santa Marina.

Melquiades: Padre de M.ª Carmen. Suegro y protector político de Fernando.

Timoteo (Tim): Miembro del partido Izquierda-Los verdes. Socio de gobierno en el Ayuntamiento y concejal de urbanismo.

Ricardo: Amigo de Isabel. Corresponsal del periódico La Provincia.

Efraín: Primo de Tim.

Evaristo: El gitano.

Rosita: La cabra

CAPITULO I

Don Florián era el cura párroco de aquel pequeño pueblo de la sierra, un bonito pueblo al que todavía no se le habían adosado urbanizaciones de veraneantes.



La vida allí era apacible, no estaba cerca de ninguna carretera importante y ni siquiera tenía estación de tren, que se hallaba en el pueblo vecino, a doce kilómetros.



Ya llevaba el párroco 10 años en el pueblo y anteriormente había estado destinado en una parroquia de la capital durante 2 décadas más, pero por motivos de su delicada salud, lo enviaron a la sierra, donde el aire y la vida eran más sanos.



Una tarde del final de la primavera, cuando salía de tomarse un café en el bar de la plaza, mientras jugaba unas partidas de dominó con don Servando el boticario, Amadeo el cartero y alguacil, y don Luis, el secretario del ayuntamiento; alzó la mirada hacia el reloj del campanario que en ese momento marcaba las seis menos 2 minutos y aligeró el paso porque las señoras del ropero estarían al llegar a la sacristía; pero luego se paró en seco y se dio cuenta de que en la torre, a media altura, equidistante del suelo y de la ventana de la campana, había un par de tórtolas posadas, ese no era el problema, era peor, una planta, al parecer una higuera, había nacido allí y por la actitud de las tórtolas y su monótono canto, solamente faltaba que hiciesen nido en el campanario.



Dio don Florián media vuelta y volvió sobre sus pasos hasta el bar, abrió las tiras de la cortina de metal de la puerta y asomando medio cuerpo llamó al alguacil y al secretario, indicándoles con la mano que le siguiesen, cosa que hicieron ellos dos y don Servando que gozaba de una curiosidad innata.



Cuando los tres estaban fuera, al costado del párroco, éste, señalando la torre del campanario les preguntó:

¿Qué ven ustedes?



El primero que habló fue Amadeo, que dijo:

El campanario.



El secretario, Luis, que gozaba con la caza dijo:

Dos tórtolas.

El boticario, Servando, más observador, temiendo que don Florián lo apartase, por su conocido laicismo, indicándole que él no lo había llamado, dijo:



Dos tórtolas posadas en una rama de la higuera que sale del campanario.

Ahí quería llegar, de la pared del campanario sale una higuera que por el poco tiempo que tiene parece ser de grandes proporciones, dijo el cura.



Amadeo, el cartero, que de naturaleza sabía, porque se había criado en ella toda la vida, comentó que las higueras salían muchas veces en lugares insospechados porque la semilla venía en las heces de algún pajarillo que antes había comido higos y claro, la semilla, debidamente abonada y con algo de lluvia germinaba.



El boticario, estuvo a punto de hacer una broma de mal gusto sobre la defecación y el lugar de la misma, pero al mirar al cura, se sonrojó porque éste pareció adivinarle el pensamiento, y cambiando de tema dijo, también con bastante mala idea:



Pues torres muy altas han caído por culpa de una higuera nacida en mal lugar.



El secretario, como cazador comentó:



Esas tórtolas parecen estar preparando nido, no es un sitio muy habitual, pero como nadie las molesta; como secretario; pensó en voz alta:



Esto no se arregla fácilmente, porque está a una considerable altura, desde el campanario no se puede llegar a ella y poner un andamio puede salir muy caro y peligroso.

Hay que sacarla cuanto antes, además, llevamos mucho tiempo detrás de arreglar la iglesia y solo faltaba que ahora tengamos que ir al obispado con otra cosa, pensó don Florián. Luego dijo al secretario:

Hable con el alcalde y mire usted qué se puede hacer, pero tendrá que ser con la máxima urgencia.

El boticario medró y comentó que claro, eso era algo que no correspondía al ayuntamiento sino a la iglesia y a sus fieles.



Ya se habían reunido allí varias personas que miraban el campanario, escuchaban a las personas que hablaban y había una pequeña polémica entre las gentes del pueblo por culpa de la higuera.



A la mañana siguiente el secretario, en cuanto el alcalde electo, llegó al ayuntamiento, se acercó a él y le comentó la reunión de la tarde anterior.



Manolo, el alcalde, personaje que la mayor parte de su vida, tenía ahora 38 años, se la había pasado en Madrid, matriculado en varias carreras, no todas a la vez, sino de una en una, porque según él no terminaba de encontrar su vocación.



Metido en todos los follones posibles, porque además de no gustarle estudiar, se había reunido con un grupo bastante “progre”.

A la muerte de Franco y con la llegada de la Democracia, se había vuelto al pueblo viendo su gran oportunidad en la política.



De padres agricultores y llenos de fe en la inteligencia de su hijo único, al fin y al cabo, los años que vivió en la capital, estudiando, de algo le habría servido, ante la posibilidad de ser los padres del alcalde les llenaba de ilusión.



A la explicación de los hechos que sucintamente le hizo Luis, Manolo sacó un paquete de tabaco rubio, le ofreció un cigarrillo al secretario, que lo aceptó, se puso otro en la boca y esperó a que su subordinado le diese fuego, era esta una de sus tácticas favoritas para crear un clima de interés y a la vez poder pensar lo que iba a decir y dijo:



Al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios, y aspiró el humo del cigarro y soltándolo voluptuosamente pensó:



Ya me he quitado el problema de encima” y luego sentenció en voz alta:

La iglesia es de Dios pues que la paguen los curas. Así dejó por zanjado el problema el alcalde, pero solamente fue el comienzo de lo que tenía que ocurrir posteriormente.



D. Florián, ya conocía las salidas de tiesto que se jugaba Manolo, no se extrañó cuando, el secretario, a la tarde siguiente durante la partida de dominó; porque el alcalde le dijo que así lo hiciese para no darle carácter oficial a la negativa y de camino no tener que dar la cara él ante el cura, le comunicó extraoficialmente que el ayuntamiento no se podía hacer cargo, así que sin demostrar la mínima contrariedad, dijo:

Dios pone a cada uno donde le corresponde.

jueves, 8 de junio de 2023

PREPARADO PARA MORIR (Capítulo IV)

 

  

PREPARADO PARA MORIR

 

Pedro  Fuentes

 

CAPITULO IV



El miércoles a las dos de la tarde, de un día soleado de primavera, en la puerta del tanatorio se empezó a reunir la gente.

Jack organizaba todo, vestía de negro absoluto, con un bombín negro, gafas de sol, guantes blancos y una banda de tela negra con ribetes plateados y letras también color plata en la que se podía leer la ya famosa frase: “I was his friend best friend”.

Al lado suyo a la derecha de la puerta, estaba el director de la Vieja Banda contratada para la ocasión, todos vestidos de negro, bombín, gafas de sol y guantes blancos. Llevaba el director una pequeña sombrilla negra y el borde exterior blanco. Detrás dos tubas, dos trombones de varas, cuatro trompetas, cuatro saxos y cuatro clarinetes. La percusión era portada por dos cajas, un tambor y un bombo en cuya piel se leía “Good save Federico”.

Al otro lado de la puerta estaban los amigos de Federico vestidos de pantalón negro, camisa blanca, gorra de plato y guantes blancos con sus instrumentos de música. También estaban su ex viuda, sus cuatro sobrinos y primos lejanos, solamente faltaba Alfonso.

Llegó a la puerta del tanatorio un coche fúnebre descubierto, con cuatro penachos negros en los vértices del techo que en el centro lucía una peana con una bola negra encima. Dos caballos negros, con herrajes negros y con un penacho negro encima de cada testa. Dos cocheros negros, vestidos de negro y con sombrero de copa guiaban el carruaje.

La banda empezó a tocar un blues triste y melancólico, justo en ese momento aparecieron en la puerta del tanatorio ocho negros de gran altura, vestidos de negro y con camisa blanca portando el féretro, de color plata con ribetes dorados. A mitad de camino del coche, Jack sacó de dentro de su chaqueta un silbato que llevaba colgando de un cordón plateado y pitó dos veces, el director cerró y abrió la sombrilla dos veces, uno de los trompetas dio un toque de atención y empezó a sonar una marcha alegre y llena de ritmo. Los ocho portantes del féretro levantaron la caja con una mano todos lo que pudieron, luego fueron haciendo saltar el ataúd al ritmo de la banda.

Así llegaron hasta el coche, depositaron al difunto en él y se pusieron cuatro a cada lado del carro.

Jack, con el director al lado empezaron a andar delante, la banda les siguió y los caballos fueron a continuación.

Después entraron en la formación dos rollizas negras, vestidas de negro, pero bastante escotadas y con faldas ligeramente cortas y marcadas, llevaba unos pañuelos blanquísimos en donde no paraban de echar sus lágrimas y suspiros.

Cada una de ellas llevaba a su lado un fornido negro vestido a juego y con una sombrilla cada uno, iguales que la de Jack, con ellas daba sombra a las muchachas.

Justo detrás de las plañideras, marchaba la ex mujer de Federico de luto riguroso y unas gafas con las que intentaba taparse la cara.

Llevaba una pancarta en la que se veía una foto de medio cuerpo de Federico y debajo decía en letras doradas “I love Federico”

A continuación marchaban los familiares de luto riguroso, detrás los amigos que iban tocando piezas algo más alegres que las de la banda principal, luego iban amigos y conocidos, todos ellos bailando al son de la música cuando era animada y compungidos cuando la marcha era triste.

Detrás de los amigos se arremolinaba una inmensa cantidad de gente que se habían unido al grupo y bailaban sin saber, que iban en un entierro.

De todos lados, en las aceras salían personas con cámaras y teléfonos móviles para grabar el acontecimiento, aquello fue seguido por la televisión local e incluso apareció por allí un equipo de televisión nacional.

A medida que avanzaban, Jack abría paso andando y bailando a la vez, ahora avanzaba con el pie derecho hacia fuera, desplazando todo el cuerpo, al siguiente el izquierdo, de vez en cuando daba palmas y cuando quería cambiar el ritmo, tocaba el silbato tres veces para ir a lento y dos para rápido, entonces el director cerraba y abría la sombrilla dos o tres veces según fuese necesario, el trompeta primero hacía un toque de atención y uno de los tambores daba un redoble, el bombo golpeaba también dos o tres veces y cambiaba el ritmo, las plañideras con el ritmo lento lloraban y suspiraban a moco tendido, si cambiaba la música con más swing, cogían las sombrillas de sus acompañantes y bailaban con ellos.

La ex daba varias vueltas en redondo como las muchachas que en los combates de boxeo anuncian el round.

En fin, tardaron en llegar a la iglesia una hora cuando se tardan diez minutos andando.

Llegaron a la iglesia y todo el mundo, en señal de respeto calló, salió el sacerdote con su roquete blanco y su estola negra, le acompañaba Alfonso con el isopo y el agua bendita.

El sacerdote hizo una corta plegaria, bendijo el ataúd, Alfonso se santiguó cristianamente mientras un par de lágrimas rodaron por sus mejillas. Entraron a la iglesia, se cerraron las puertas y Jack, poniéndose al frente de la banda, sacó el silbato y pitó tres veces.

Entonces todos los músicos empezaron “When the saint go marching in”, ya seguiría esta pieza hasta llegar al crematorio, mientras todo el mundo bailaba y algunos músicos hacían algún solo con alguna variación de la más pura jazz sección.

A la llegada al crematorio, los ocho acompañantes del coche de caballos vuelven a coger el féretro y lo llevan dentro bailando y haciendo bailar el ataúd, lo depositan en una mesa que hay dispuesta al fondo y la gente ahora entra en silencio y se sienta en los bancos ordenadamente, de la cortina de detrás de la caja salen un grupo de hombres y mujeres ataviados con túnicas lilas y se ponen a los lados, el director da la señal y comienzan a cantar “Swing low sweet chariot”.

Cuando terminan de cantar, la mesa va entrando lentamente por entre las cortinas mientras un bajo interpreta “Deep River”. Cuando termina, de entre las cortinas sale Jack. Se pone en el sitio donde antes había estado la mesa con el ataúd y dice:

Hermanos, nos hemos reunido hoy aquí para rendir homenaje y despedir a nuestro gran amigo Federico, muchos son los que han venido porque lo querían, otros por el interés, alguno por curiosidad y uno, no ha venido porque no quería ver a su tío envuelto en semejante jolgorio el día de su funeral.

Me dirán que faltaba otra persona, para ver lo que él había creado.

Cuando organizó todo este sarao me dijo:

Lástima, yo no lo podré ver. Y yo le contesté:

Yo soy tu mejor amigo, te doy mis ojos para que lo veas y mis oídos para que lo oigas, y mi nariz para que huelas y todos mis sentidos para que tengas i vivas un entierro como los de New Orleans.

La idea fue de él, pero yo la hice posible, todo por mi mejor amigo, y diciendo esto, puso las dos manos sobre sus orejas y estiró.

En la sala se oyó un grito aterrador, alguno se desmayó, Jack se sacó una careta y allí estaba Federico.

No os asustéis, no he muerto, solamente quería ver mi funeral. Gracias a todos por venir, y ahora os espero en mi casa para comer frijoles rojos y arroz al más puro estilo de New Orleans y cerveza de barril Abita recién traída de Louisiana.



FIN

jueves, 1 de junio de 2023

PREPARADO PARA MORIR (Capítulo III)

 

 

 

PREPARADO PARA MORIR

 

Pedro  Fuentes

 

CAPITULO III



A los cinco días Ernesto, el dueño del local donde actuaba Federico con sus amigos recibió un telegrama urgente, decía: Federico muerto terribles accidente Stop Vuelvo a casa con cadáver embalsamado Stop Preparen funeral Stop I was his best friend JACK.

Al día siguiente llegó Jack con el ataúd, fue depositado en el Tanatorio. Lo primero que hizo fue pedir todos los permisos incluido el de esperar a enterrarlo seis días después, como venía embalsamado desde Francia no había problema, fue más complicado el Ayuntamiento, el entierro tenía que salir del Tanatorio, bajar una avenida hasta la iglesia a la que pertenecía Federico.

El cura puso todas las pegas del mundo y decidieron que llegaría la comitiva a la plaza de delante del templo, allí el párroco saldría, diría un responso y seguiría el cortejo hasta el crematorio, que estaba en la carretera de salida de la población pero por el otro lado, por lo que había que pasar por la primera avenida, arteria principal de tráfico, suerte que había un paseo central, luego, por la calle Mayor hasta la iglesia, pasarían por la tienda de Federico y luego una calle de muchísimo tráfico hasta salir a la carretera y ya el cementerio y crematorio.


jueves, 25 de mayo de 2023

PREPARADO PARA MORIR (Capítulo II)

 

 

 

 

 

PREPARADO PARA MORIR

 

Pedro  Fuentes

 

Capítulo II



A los cuatro meses recibieron, todos sus amigos y parientes, una carta fechada en New Orleans con un membrete que decía en letras negras “JACK” y debajo “I am his best friend”.

La carta, en una mala traducción del inglés venía a decir:

¡Hola¡ : Soy Jack. El mejor amigo de Federico en New Orleans, próximamente me trasladaré a España durante una larga temporada.

Federico me ha pedido que sea su albacea y lleve a cabo las instrucciones que ha dictado como últimas voluntades en caso de que fallezca, cosa que deseo que sea muy tarde y que todos estemos presente.

Como todos ustedes sabrán, Federico quiere un entierro muy especial y al estilo de aquí, así que cuando llegue iré citando a todos sus amigos y conocidos para explicarles el papel de cada uno.

Atentamente,

Al cabo de 15 días apareció en la pequeña localidad de provincias Jack.

Jack era en negro más bien grueso, de pelo blanco y rizado, muy corto, lucía una barba que era continuación de su cuero cabelludo y con un bigote fino como un reguero de hormigas, todo ello también blancos y con unos labios carnosos como si se hubiese pasado la vida tocando la trompeta y cantando “only you”, tenía una voz ronca y hablaba bastante aceptable el español, con un ligero acento cubano, donde había residido algún tiempo.

Llevaba Jack una carta escrita de puño y letra por Federico, éste había marchado a París por unos días para visitar a una íntima que allí tenía.

Mientras tanto la dependienta que tenía en la tienda se encargaba de todo.

En la carta pedía a todo el mundo la colaboración con Jack en lo que les iba a proponer.

Los primeros en recibir al amigo de Federico fueron los compañeros del club, estos, aunque un poco bohemios y amigos de la juerga, pensaron que toda la población se iban a estar riendo de ellos por los siglos de los siglos, desde luego pensaban que Federico se iba a poner el mundo por montera, sería lo más sonado en aquella ciudad desde que una avioneta en un aterrizaje forzoso había aterrizado en la plaza Mayor y se había estrellado contra el Ayuntamiento.

Lo único que les iba a salvar era que Federico viviese más que todos ellos.

Posteriormente fue recibido Jack por los familiares lejanos y su ex mujer. Jack les hizo comprender que lo que quedará del testamento sería heredado por sus familiares y ex esposa, ésta, ambiciosa por naturaleza, pensó que sería como un trabajo de una mañana, pagado con dinero a espuertas pese a lo que se gastase en el entierro.

Los papeles de la familia eran de aquí te espero, como ya hemos dicho, su ex fue la primera en aceptar, ya que Federico tenía entre otras cosas varias fincas heredadas de sus padres, ricos terratenientes, los sobrinos lejanos dijeron también que si, Solamente Alfonso, un primo hermano, el familiar más cercano dijo que no, que no estaba dispuesto a semejante mamarrachada organizada con una cosa tan seria como la muerte de un familiar, renunció inmediatamente a la parte que le hubiese correspondido a favor de los otros.

Quería para su primo un funeral católico como Dios manda.

Los amigos de Federico tuvieron que poner en contacto a Jack con un montón de personas incluidas en el entierro y de otras poblaciones, ya hemos dicho que la localidad era una pequeña ciudad de provincias donde no abundaba de casi nada de lo que pedía “El mejor amigo de Federico”.

Mañana vuelve Federico de París dijo Jack, le explicaré cómo está todo, luego iremos a Madrid a localizar unas cosas y desde allí me marcharé a Louisiana, luego volveré, me encanta esta ciudad y España, dijo Jack y se marchó.

Federico volvió al negocio, a sus compromisos y a sus actuaciones sobre todo con el saxo.

La gente se fue olvidando de sus ideas sobre el funeral, había pasado un año y medio cuando se marchó a Francia, se fue a París, Jack le había escrito diciendo que iba con una dixieland band jazz y Federico no se quiso perder la ocasión, tanto de ver a su amigo como seguir a la dixieland band, una prestigiosa banda de New Orleans.



jueves, 18 de mayo de 2023

PREPARADO PARA MORIR (Capítulo I)

 

 

PREPARADO PARA MORIR

Pedro Fuentes

CAPITULO I

Federico era una persona previsora y quería tener siempre todas las situaciones controladas, a sus 55 años, separado de su primera y única mujer, vivía una existencia tranquila y feliz, tenía una tienda de música en la que vendía de todo, instrumentos, discos de baquelita, vinilos, CD, partituras, equipos de música para profesionales.

En fin, vivía de la música y para la música, tocaba el piano, la guitarra, el saxo y el clarinete. No como profesional, pero si para reunirse un día por semana a hacer jazz, en un viejo local que a duras penas ganaba para subsistir, esa era su pasión junto con los espirituales, el blus, el big bang, había viajado varias veces a New Orleans a ver y participar en los carnavales, conocía los famosos entierros a base de espirituales y blues y visitado todos los antros de jazz a los que un blanco pudiese entrar.

Una vez, en una de su jazz sección, con sus amigos, en una pausa, mientras se refrescaban y curaban los labios con whisky, se puso muy serio y dijo:

¡Escuchad! Como sabéis acabo de volver de New Orleans y he decidido que el día que me muera, quiero que me incineren, pero que me lleven a la iglesia con una banda de jazz, tocando y cantando espirituales, en una carroza con penachos negros, tirada por dos caballos negros y detrás unas plañideras negras, de redondas curvas, totalmente enlutadas, luego la banda, de riguroso negro y con bombín y detrás los familiares, amigos y curiosos que no tengan vergüenza de asistir, de la iglesia al crematorio lo mismo y luego mis cenizas las lleven a New Orleans.

¿Sabes cuánto te va a costar eso? Dijo el dueño del local que tocaba el bangio.

Ni me importa, tengo lo suficiente, no tengo hijos ni familiares directos y encima mi ex mujer va a cobrar una pensión vitalicia por haber estado casada conmigo, hay cuatro sobrinos lejanos.

Si queda algo, que si quedará, se reunirán como buitres a ver lo que pillan.

Todo lo que nos digas no vale de nada si no haces oficial la petición.

En eso estoy, ya tengo medio redactadas las últimas voluntades e irá a la vez que el testamento, una ligada con el otro, si no se cumplen las voluntades, el testamento será otro, lo que si os voy a pedir es que si me sobrevivís, acatéis lo que espero de vosotros, que os lo hará saber mi amigo Jack, el de New Orleans.

Bueno, ahora ya se ha terminado el descanso, ¿Seguimos tocando media hora más?

Todos asintieron, cogieron sus instrumentos y siguieron ensayando. No se volvió a hablar del funeral, se fue olvidando porque Federico no lo volvió a nombrar.

Siguieron con sus ensayos y sus vidas, de vez en cuando los llamaban para actuar en algún sitio no profesional y se divertían haciéndolo.

 

jueves, 11 de mayo de 2023

EL AFILADOR (Capítulo XX)

 

 

EL  AFILADOR

 

Pedro  Fuentes

 

 

CAPITULO XX

A la mañana siguiente, cuando llegaron a la comisaría, José Miguel los estaba esperando, habían llegado informes de Dominic, no eran gran cosa, simplemente que un hombre que correspondía a los datos y con pasaporte español había embarcado en un viejo mercante que partió de Marsella rumbo a la India con un cargamento de cereales, una vez en el destino, se había marchado y no se sabía destino, se pidió información a India y se le había perdido la pista, pero era bastante corriente que un marino dejara un barco y se fuese de tripulante a otro sin ni siquiera salir del puerto, por lo que por lo general no se enterasen las autoridades.

Además había informes de la sangre encontrada en el cuchillo, era humana pero con los sucesivos lavados y detergentes no se sabía el grupo sanguíneo.

Las colillas recogidas en casa de la última víctima, no correspondían a ninguna persona conocida, ni siquiera a la muerta, además, había seis y las seis pertenecían a dos marcas pero ninguna a la misma persona.

En ese momento llamaron al comisario y era un reporte de la policía de Sitges, el camarero no había aparecido por allí, al dueño del piso se le había visto la noche anterior en un club de bastante mala fama con una morena despampanante. Se habían ido luego a la casa de él pero ya no habían salido.

Al oír esto, contado por su amigo le dijo:

Rápido, no perdamos tiempo, vamos a Sitges antes de que vuelen del nido o alguien más se entere.

Corrieron a un coche camuflado y partieron rumbo a Barcelona.

Mientras llegaban, José Miguel avisó a los policías que vigilaban y les dijo que doblaran el control sobre el sospechoso y la morena.

Llegaron a las señas indicadas, preguntaron a los policías y estos les comunicaron que la morena seguía en el piso pero que el dueño había salido con un carro de la compra, un compañero lo estaba siguiendo.

¿Saben si ha entrado alguien más?

Hace tres minutos ha entrado un hombre que parecía no saber muy bien a dónde iba, pero no era ninguno de los sospechosos.

Ricardo cogió a José Miguel por la manga y le dijo:

¡Corre!, sígueme.

El comisario dudó unas décimas de segundo pero inmediatamente corrió tras él.

Ricardo que tenía una buena forma física llegó al tercer piso unos segundos antes, la puerta estaba entreabierta, no se lo pensó dos veces, cargó con el hombro y entró al apartamento, había un pequeño salón, de pie en medio de él una mujer morena se encontraba pegada a la pared y su rostro era una mirada de terror, delante de ella, de espaldas a la puerta, un hombre de anchas espaldas le apuntaba con una pistola. Ricardo, siguiendo la inercia de abrir la puerta, se abalanzó sobre el hombre, que perdió el equilibrio y salió hacia delante. En ese preciso momento sonó un disparo, por la puerta apareció José Miguel y el instinto le hizo sacar la pistola reglamentaria. El hombre de las anchas espaldas cayó al suelo. La mujer morena se revolcaba de dolor, se sujetaba el hombro derecho con las dos manos que estaban manchadas de sangre.

José Miguel desarmó al hombre y le puso las esposas, Ricardo fue a ayudar a la morena y le dijo:

Tranquilo, Anselmo, solo ha sido un rasguño.

Al momento llegaron los dos policías que estaban en misión de vigilancia, el amigo de Anselmo y el policía que lo seguía.

Llamaron a una ambulancia y a un coche policial, José Miguel dio instrucciones para que acompañaran a la víctima al hospital y si le daban el alta después de curarlo que lo llevasen a la comisaría de su pueblo.

La comitiva salió, el comisario pidió permiso a la policía para llevarse al detenido y volvieron.

Pedro le dijo a Ricardo:

¿Cómo lo sospechaste?

Anselmo hace de travesti y por lo visto bastante bien, al decirme que estaba aquí sospeché que lo mismo que lo habíamos encontrado nosotros, también lo podía encontrar Dominic, como así ha sido.

Bueno, Ricardo, dijo José Miguel, caso resuelto, otra medalla para el dúo de sabueso.

No, dijo Pedro, el sabueso es él, yo soy su biógrafo.

No creas, muchas de las pistas me las das tú, claro que sin darte cuenta.

Los tres rieron, pero Ricardo sentenció:

No, el caso no está resuelto, llama a la comisaría y pide que nos reúnan  a todos los encausados para cuando lleguemos, pero que no les digan nada.

Al poco rato llamaron diciendo que lo de Anselmo era un ligero arañazo y que lo llevaban a comisaría junto con su amigo también.

Cuando llegaron a la comisaría, todos los encausados estaban sentados en el despacho de José Miguel en semi círculo con la espalda hacia la pared. Cuando entraron con Dominic esposado, lo hicieron sentarse en un extremo, al rato llegó Anselmo y su amigo y los sentaron en el otro extremo, casi de frente a Dominic.

Los dos amigos se sentaron al otro lado de la mesa, de espaldas a la luz que entraba por la ventana, en las dos puertas se apostaron sendos policías de uniforme.

José Miguel dijo:

Como sabéis, y si no lo sabéis, ahora os lo digo, Ricardo os hablará ahora de unas cuantas cosas que sabemos, ya que los dos son colaboradores de la policía.

Voy a empezar por el principio, dijo Ricardo, Hace veinticinco días apareció degollada una mujer, tenía un corte de oreja a oreja en la garganta mortal de necesidad, luego le habían apuñalado repetidas veces pero meros pinchazos, heridas  nada graves, una vez estirada en el suelo le arrancaron la blusa para hacer creer que era un maniaco sexual y efectivamente fue algo similar.

Aquella mañana, como tantas otras, la víctima iba a afilar los cuchillos con usted, y señaló al afilador, usted, como siempre, intentaba enrollarse con ella, pero ella no solo no quería sino que además se reía y le tomaba el pelo delante de otras mujeres, tenemos testigos de ello, mientras más la acosaba, ella parecía disfrutar dándole calabazas, como sabía de la costumbre de ella de ir a correr hasta el río, una noche la esperó y la mató, no se deshizo del cuchillo, ¿Dónde iba a estar más escondido un árbol que en el bosque? Lo guardó con tantos como tiene siempre, e incluso es posible que se lo cambiase a cualquiera, incluso a alguna de las otras víctimas, como por ejemplo a la tercera. Como así fue. Luego puso a la víctima como si fuese una agresión sexual y se marchó.

Pero de pronto aparece una segunda víctima, hace 18 días, y qué casualidad, poco antes de morir había mantenido relaciones con usted.

Yo no la maté, gritó el afilador, ya le dije el otro día, estuve con ella, pero consintió, pero luego me marché, en el Hamilton la vieron con vida y yo me fui.

Si, claro, “consintió” quizás eso le salvó la vida, de momento.

Pero usted eligió mal y encima se dejó ver con ella después, claro, qué mérito podía tener si no podía presumir de ella. Por eso fue al Hamilton, deseaba que Anselmo el camarero lo supiese, siempre le estaba diciendo que los que tanto presumían, luego, a la hora de la verdad no se comían una rosca.

Pero fue visto por alguien más, por Dominic, éste, cuando usted se fue, llegaba al bar, se acercó a la mujer y le dijo:

De acuerdo, ven conmigo que te pagaré lo que has pedido, pero luego te marchas y no vuelves más.

¿Qué pasaba? Pues bien sencillo, ella conoció a Dominic en Francia, cuando él ejercía de macarra en un club de Marsella y ella de prostituta, en realidad los dos eran amantes. El, por una cuestión de faldas mató a un policía. Como estaba protegido por la mafia marsellesa le buscaron documentación falsa, se enroló en un barco hacia la India, allí, con su nueva documentación, embarcó en otro barco y desapareció. Con el tiempo llegó a Barcelona y luego, ayudado por la mafia marsellesa le pusieron el Hamilton.

Existe en Francia una orden de busca y captura, cuando le enviemos nota a la Interpol le reclamarán, pero antes tendrá que cumplir pena en España por asesinato con premeditación e intento de asesinato de Anselmo, aquí presente.

Al cabo de unos años apareció, de casualidad por aquí Michelle, Reconoció a Dominic y le pidió trabajo, éste se lo dio, pero ella quería más, le hizo chantaje, usted, en principio dijo que no, pero luego le dio una cantidad no muy grande, al cabo del tiempo fue más lo que pidió, así que Dominic/Domingo, el día que la vio llegar con el afilador se aprovechó de la oportunidad y la llevó al bosquecillo y la mató.

Anselmo, que había estado cerca cuando se reconstruyó el primer crimen le había contado a su jefe cómo había sido y Dominic aprovechó y puso a la víctima como la primera, así, el primer sospechoso sería el primer asesino.

Estuvo bastante cerca de conseguirlo, pero cometió un error, no se dio cuenta de que cuando se fue con ella, fue visto por Anselmo, que había salido del bar a un recado y volvía, cogió la moto y los siguió, no llegó hasta el sitio porque estaba todo bastante solitario, regresó al bar.

Cuando al día siguiente se descubrió el crimen, Anselmo ató cabos. Vio que corría peligro y avisó a su amigo, éste lo esperó en casa vigilando desde el balcón, dejó todo bien recogido y dejó una pista para que la policía pudiese llegar hasta ustedes, Una colilla de Ducados.

Anselmo aparcó la moto un poco antes en la carretera, la cerró y la tiró a la playa de piedras, con la idea de que la policía se daría cuenta y lo buscaría, cuando su amigo lo vio, bajó, cogió su moto que la tenía aparcada fuera y marcharon a Sitges.

Dominic supo que su camarero se había ausentado del trabajo y tardado bastante, pensó que quizás Anselmo sabía algo y empezó a sonsacarle. Tenía la sospecha de que sabía demasiado, cuando Anselmo desapareció ya fue certeza, pero él ya había desaparecido, una de las camareras le dijo que quizás estaba con su amigo, lo localizó y fue a por él. Nosotros llegamos justo a tiempo, al entrar de golpe en el apartamento falló el tiro y lo hirió ligeramente.

Ya tenemos dos crímenes iguales, pero un sádico se supone que sigue matando y entonces aparece el tercer cadáver, las mismas circunstancias y el mismo tipo de cuchillos, el afilador tiene los días contados, una lo despreció, otra tuvo relaciones con él ¿Y la tercera?

La tercera también murió por culpa de un chantaje. Un buen día se le ocurre que ya está bien de mantener una relación ilícita, que quiere a su hombre para ella sola y para toda la vida.

Su amante aprovecha la ocasión y como sabe las circunstancias de las otras dos muertes, repite la escena del crimen y las pistas y muere la tercera.

El asesino, cuando llega a su casa descubre que ha perdido una gorra de de lana con el escudo del Atlético de Madrid y al día siguiente se dirige al lugar del crimen, pero por el camino se encuentra conmigo, cuando vemos el cadáver, ve él también la gorra y cuando yo me despisto, se acerca al cadáver, está limpia, la recoge y se la pone. No me doy cuenta hasta el día de después del intento del cuarto asesinato, él también se da cuenta de que sospecho, así que decide montarme el numerito, para lo cual se aprovecha de Elisabeth, a la que también conoce, y la vigila, lo mismo que a mi.

En el momento que coincidimos ambos en el final del paseo, él que ya espera, hace su aparición para que yo lo vea, asusta a su amiga y hace ver que el asesino es zurdo, con lo cual piensa que yo, que sé que él es diestro, dejaré de sospechar.

No siempre parecen las cosas lo que son. Si hay tres muertas ¿Por qué no puede haber tres asesinos?

José Miguel se levantó, llamó a los policías que estaba fuera y dijo:

Detengan a esos tres hombres por asesinato e intento de asesinato.

En cuanto a los demás pueden marcharse, están libres de cargos, pero recuerden que serán citados a declarar cuando se celebren los juicios.

Al día siguiente se reunieron los tres amigos para despedirse.

Bueno, dijo José Miguel, os han nombrado agentes honorarios colaboradores con la policía, eso quiere decir que cuando se me tuerza alguna investigación puedo llamaros para que me ayudéis.

En cuanto a la pesca, queda en pie, en cuanto consiga unos días de vacaciones me vendré a pescar con vosotros, mientras tanto, cuidaros y por favor, no os metáis en más líos.

 

FIN

jueves, 4 de mayo de 2023

EL AFILADOR (Capítulo XIX)

 

 

EL  AFILADOR 

 

Pedro  Fuentes

 

CAPITULO XIX

 

El día siguiente, a las ocho de la mañana salía Ricardo con Trouvé a su paseo mañanero, no sabía bien hacia dónde se encontraría a Rodolfo con su mastín Pibe, decidió ir dirección al puerto y de camino echarle una ojeada al barco.

A los doscientos metros del paseo se encontró con Rodolfo y Pibe.

Hola, Ricardo, ¿Qué tal? ¿Cómo vamos?

Bien, estamos bien, un poco liado, con mis dos amigos aquí, no paro, además, como me ha pedido el comisario que colabore con él, pues bueno, entretenido, es algo que me gusta.

¿Lo conoces desde hace mucho tiempo?

Si, un poco, a Pedro desde casi la infancia, al policía de menos, pero no sé si te acordaras que hace algún tiempo hubo por aquí la detención de un comando terrorista que quería cometer un atentado en nombre de Al Qaeda, José Miguel y su equipo fueron los que descubrieron y detuvieron al comando, unos de los cabecillas alquilaron mi barco para un viaje y Pedro y yo nos vimos envueltos  y a raíz de eso hicimos una buena amistad.

Por cierto, dijo Rodolfo, ¿Es verdad que han intentado asesinar a otra mujer?

¿Quién te ha dicho eso? Respondió Ricardo.

Resulta que la mujer, Elisabeth, inglesa es conocida de mi mujer y mía y ayer me llamó nerviosa para contárnoslo, como mi mujer había ido a Valencia a casa del hijo, que está con gripe yo quedé con ella y me lo contó, por lo visto fuiste tú el que la salvó.

Bueno, yo estaba por allí paseando a Trouvé y al oír los gritos de ella corrí y el individuo salió huyendo.

Es curioso, dijo Rodolfo, parece extraño que volviese al mismo cuando no lo había hecho nunca, y más al último, que se supone estás más vigilado.

Ricardo no quiso seguir hablando del tema, ya que no le podía dar ninguna pista de lo que pensaba la policía, así que procuró el cambio de tema, pero no había forma, Rodolfo volvía al mismo tema, quería conocer cualquier detalle por insignificante que fuese, por lo que recurrió a que tenía mucha prisa porque le esperaban en el barco y adelantando el paso se distanció del argentino.

Todo estaba bien en “El Solitario” su velero, Trouvé corría por cubierta contento, se debió imaginar que iban a salir a navegar, luego, cuando Ricardo puso el motor en marcha para cargar baterías y a la vez que circulase el aceite por el motor y el agua por los circuitos de refrigeración, se fue rápidamente a las amarras de popa porque sabía que eran las primeras en soltar, la verdad es que entre unas cosas y otras, últimamente no salían a navegar sino lo indispensable y en invierno no solían alquilar el barco muy a menudo, pero pronto vendría el buen tiempo y ya tenía comprometidos varios viajes a Columbretes de fin de semana, a Ibiza por lo menos cuatro de semana y dos pasando por Columbretes, Ibiza, Formentera, Mallorca, Menorca y luego vuelta directos. El que menos le gustaba era el de Ciudadela por San Juan, ese le traía los malos recuerdos de los sucesos ocurridos con los árabes.

Una vez comprobado todo, se sentó un rato en cubierta a fumar un cigarrillo y esperar que los motores funcionaran un rato más. Trouvé se estiró a sus pies como en las largas travesías, parecía mentira que no recordase su terrible vida anterior.

Cuando faltaba una hora para reunirse con sus amigos, recogió y salió para casa, allí dejó a Trouvé que se puso a dar saltos de alegría cuando vio que estaba allí Hortensia, la señora de la limpieza.

¡Hortensia! Por favor, cuando termines ¿Le podrías dar una vuelta a Trouvé y ponerle la comida? Tengo que salir y no sé a qué hora volveré.

De acuerdo, y si ves que no llegas hasta tarde, avísame y vendré a sacarlo a las ocho, no hay ningún problema.

No sé que haríamos Trouvé y yo sin ti.

Ya sabes que el animalito es mi perro preferido.

Ricardo salió de nuevo ahora ya con el tiempo justo para llegar a la hora fijada.

En la entrada de la comisaría habilitada en el ayuntamiento se encontró con Pedro que iba con el tiempo justo también.

José Miguel les estaba esperando.

He hecho llamar al afilador, más que nada para ponerlo un poco nervioso, le he mandado el recado de venir a medio día para que no pierda trabajo.

También le he puesto vigilancia a Dominic. ¿Tú has hablado con el porteño?

Si, dijo Ricardo, dijo que se había visto con Elisabeth de “motu proprio” pero además ha intentado interrogarme, al final le he dicho que tenía prisa, pero no le he confirmado nada ni como sucedió todo, claro que la inglesa se lo habrá explicado. De todas formas me parece que está aprovechando que la mujer está fuera para echa una cana al aire. Quizás habría que hacerle un sutil chantaje para ver si canta algo nuevo o un tango.

Ya me han avisado de que en Sitges tienen localizado al amigo del camarero, todavía no hay nada, hace su vida normal y la casa está igual de cerrada que siempre, he pedido una orden judicial para pincharle el teléfono, también a Dominic, pero ahora con los móviles es más difícil.

Bueno, y ahora nos vamos a ir al piso de la tercera víctima, ya tengo la orden judicial para inspeccionar aquello, quizás encontremos algo que nos sirva.

Salieron los tres amigos y cuatro agentes.  Llegaron hasta el piso, allí les esperaba el ex marido que había sido avisado por José Miguel para que estuviese presente.

Todo parecía estar en su sitio, se de dedicaron a recoger alguna colilla de los ceniceros, revisaron la bolsa de basuras, ésta estaba vacía, parecía que a la hora de salir a correr se la había llevado para tirar, pero un par de ceniceros tenían colilla sin limpiar, se apreciaban dos marcas diferentes de tabaco, del cuarto de baño se recogieron varios cabellos, se buscaron direcciones, números de teléfono y no parecía que hubiese nada sospechoso, de todas formas, se recogió todo para investigar.

Ricardo miraba una serie de fotos encima de una repisa y de pronto dijo:

¡Mirad! ¡Mirad lo que he encontrado! Mostró una foto enmarcada a los dos amigos y les dijo:

¿Qué veis?

A la víctima con un perro. Contestó José Miguel.

Buena vista, comentó Ricardo. ¿Nada más?

Pues no, dijo Pedro

Este perro es el de Rodolfo, Pibe.

Todos los perros son iguales, dijo el policía.

No, yo entiendo de perros y son diferentes, los chinos parecen todos iguales y no lo son.

Esto quiere decir que Rodolfo conocía a la muerta y más de lo que él ha confesado, ahora me empieza a cuadrar todo, solamente necesito un par de cosas para poder acusar a alguien, necesito algo más que indicios razonables.

Desde la cocina uno de los agentes llamó:

Comisario, venga, por favor.

Cuando llegó le enseñó un cuchillo de grandes proporciones. Lo enfocó con la linterna de rayos ultravioletas y estos delataron manchas de sangre en exceso.

Pueden ser de animal, pero si el cuchillo se afiló aquel mismo día, como dijo el afilador, no creo que tuviese tanta sangre.

Nos lo llevaremos para hacerle pruebas.

Ricardo le dijo al agente:

Supongo que no tiene huellas dactilares.

No, no las tiene.

Muy raro, por lo menos tendría que tener las del afilador y la muerta.

Se supone que aunque lo hubiesen lavado, tendría los de la dueña.

Bueno, ha aparecido el arma del crimen pero ¿Por qué aquí? Dijo Pedro

Elemental, querido Watson. Fue la última víctima.

¿Y el intento de asesinato posterior?

Eso fue puro teatro, me quisieron engañar y me montaron una escena de crimen sangriento. Pero ya lo tengo bastante claro, hay que encontrar al camarero, pero supongo que lo pillaremos pronto. Hay que saber también de dónde viene Dominic/Domingo.