Cesto con flores
Oleo sobre tela (24 x 20)
Y ahora el capítulo de hoy.
EL VIAJE
LA MISTERIOSA DAMA DE NEGRO
(Pedro Fuentes)
CAPITULO VI
Llegó al puerto de La Escala, casi al comienzo del golfo de León y bastante cerca de la frontera, y como es un puerto bastante grande, decidió pasar unos días allí, además, quería arreglar unos papeles, así que pagó el amarre para 15 días y dijo que tenía unos asuntos urgentes que arreglar, preguntó cómo podía ir a Barcelona, se lo indicaron y al día siguiente partió en un autobús de línea hasta Gerona, donde cogió el primer tren que salió para Barcelona, quiso alquilar un coche, para lo que se fue al aeropuerto del Prat, porque allí pasaría más desapercibido. Cuando llegó a Barcelona, de pronto le vino a la memoria la imagen del barbudo, era Pedro, el amigo de Vicente y suyo, hacía años que no los veía, desde el asunto de los caracoles.
Cogió el coche de alquiler, y por la misma carretera de Tarragona, se dirigió a Benicarló, donde tenía el pequeño apartamento donde vivía, cuando llegó hizo lo que tenía por costumbre desde Menorca, comprar todos los periódicos de tirada nacional, recogió la correspondencia, abrió la casa y revisó por encima como estaba todo, la Sra. de la limpieza había pasado por allí, lo hacía una vez por semana cuando estaba fuera, a regar las plantas, echar una ojeada y limpiar si hacía falta. Tenía que ir al banco, a arreglar unos papeles, pero ya era tarde, iría mañana por la mañana. Se preparó algo para cenar y se puso a escuchar la tv mientras revisaba el correo, nada, cuatro facturas, varios anuncios y el aviso de pasar a recoger la nueva tarjeta de crédito por el banco.
Revisó la prensa de arriba abajo, nada, no salía nada sobre los hechos, todo parecía tranquilo menos los políticos de España en periodo de elecciones, la crisis cada vez se veía más negra, pero nada más.
A la mañana siguiente fue al banco, arregló lo de la tarjeta y otras cosillas, luego consultó dónde se podría invertir un dinero que le tenían que pagar y prefería algo que aunque no le diese mucho, tampoco se viera demasiado.
Terminadas las gestiones, le dejó a la Sra. Herminia un sobre con dinero para que se cobrara lo que le correspondía y por si salía algún imprevisto, le dio el número del teléfono de tarjeta prepago y le dijo que estaría ausente seguramente un par de meses.
Cogió el coche y se dirigió al aeropuerto de Madrid, allí devolvió el coche y se fue a Madrid a la estación del AVE, sacó un billete para Barcelona en el primer tren, subió a él, se puso los auriculares para oír música y entornó los ojos, pero no durmió en todo el viaje, por entre los párpados medio abiertos tenía controlado todos los movimientos del vagón. Ya en Barcelona, cogió un tren que le llevó muy cerca de La Escala, en Figueras, y allí un autobús de línea hasta el centro de La Escala, desde allí, andando, fue hasta el puerto en el otro extremo, su barco estaba como lo había dejado, nadie parecía mirarle o vigilarlo, pasaba totalmente desapercibido. Entró en las oficinas y preguntó si había algún recado para él, nada, negativo.
Ninguna noticia hablada o escrita sobre los muertos en Menorca. Parecía que se hubiese corrido un tupido velo sobre el asunto ¿Quizás por no asustar al turismo? ¿Tal vez porque era tiempo de vacaciones y pasaba desapercibido?
En realidad a él la única persona que podía relacionar a Lara era el taxista que la había llevado a la puerta de la marina de Benicarló y no vio el barco, en él ni se fijó, era de noche y bastante trabajo tenía con bajar el baúl del coche.
Pasó 15 días no dejándose ver mucho, le llamaron un par o tres veces para alquilarle el barco, pero pensó que era mejor decir que estaba ocupado para el resto del verano, todas las veces comentó que estaba en diferentes puertos del Mediterráneo español.
Cuando pasaron los quince días que había pagado de amarre, se marchó, en el club dijo que iba a poblaciones del sur de Francia y puso rumbo hacia el norte, como hacía buena mar, decidió pasar el peligroso cabo de Creus y quedarse en LLansá, a muy poco tiempo de Francia, en un pueblo marinero que ahora, en pleno julio estaba a rebosar y con constantes entradas y salida de embarcaciones de recreo.
Llevaba ya siete días comprando la prensa cada día, había llamado a la Sra. Herminia por si había novedad y nada, Ricardo se iba relajando, se comportaba como un turista, incluso conoció a una turista francesa, algo más joven que él y pasaron cuatro días, hasta que ella se fue a Paris incluso le dio sus señas por si se acercaba por allí.
El día 25 de Julio, por la mañana, hizo lo que cada día desde que marchó Michel, la francesa, desayunó y se fue a andar y a comprar los periódicos, luego se sentó en la terraza de una bar a tomar otro café y a leer la prensa, nada, todo tranquilo cuando en la última página, una pequeña nota, fechada el día 22 en Porto Pino, Cerdeña, en la playa habían aparecido dos cuerpos, al parecer una pareja, totalmente mutilados, parecía que los hubiese atacado unos lobos, animales que por allí no había.
Ricardo se puso pálido, se levantó, dio medio tumbo, no llegó a caer, pero el camarero se dio cuenta y le pregunto: ¿Se siente mal? No, ha sido un pequeño mareo, pero ya se ha pasado, gracias. Se alejó de allí y dijo para si: ¡Dios mío! Si lo tiré a más de 100 millas de allí, no puede ser… salvo que sea el mismo… ¡demonio!.
FIN
Este es el último capítulo de "El Viaje " pero próximamente empezaré a publicar "El Viaje II" que se llama "En busca de la puerta del infierno" y como vereis, enlaza con el final del primer relato y promete grandes emociones. Lo que no sé todavía si se llegará a publicar "El Viaje III", eso depende de la aceptación que tengan el I y el II.
Qué interesante final. Ya tengo ganas de leer la segunda parte!! Para cuándo?
ResponderEliminarY cuánto me gusta leer que toca este puerto y este otro... Cuántos recuerdos de tantas buenas travesías! Sólo espero no encontrarme ningún "bicho raro"... Mantendré los ojos bien abiertos en las noches de luna llena.