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jueves, 31 de enero de 2013

LA ABDUCCION DE FERNANDO

Hoy celebro la publicación número cien de relatos, es un gran día para mi, en un principio tenía prefijada una meta, un año de publicaciones, viendo que esto era posible, marqué otra, las cien publicaciones, ya está aquí, será hoy con los capítulos IV y V de "EL EXTRAÑO CASO DE F. N. B."

Publico dos capítulos porque el V es más bien un epílogo.

Además, como relato anterior está "Me llama María" uno de mis favoritos, sobre todo porque es uno de los más significativos de mi amigo Ricardo y quizás el que más marcó su vida futura.

Quiero dar las gracias a todos los lectores que me leen desde tantos paises, Nunca imaginé que tantas personas se iban a fijar en mi blog.

Gracias a todos. He de deciros que ahora mismo hay relatos para por lo menos otras cien publicaciones.


       EL EXTRAÑO CASO DE F.N.B.

   Pedro Fuentes

   CAPITULO IV

      
 
  Mantuve el contacto con Fernando durante dos años, nuestro grupo y la revista se  disolvió en el tiempo. De todos, solamente Julián y yo seguimos manteniendo la amistad, pero cada uno estaba dedicado a sus actividades y si alguna vez nos reuníamos, eran otros temas los que nos preocupaban.

Los archivos que teníamos decidimos que se los quedara Julián que en cierto modo era el motor de aquella idea.

Pasaron 40 años y por motivos laborales tuve que ir a Huesca. Entonces me acordé de la vez anterior, así que un día que tenía libre me fui de excursión a Ayerbe.

Pasé por los campos donde sucedió todo, ahora había unas granjas abandonadas, no se veían viviendas, todo estaba tan yermo como antes, por las montañas de la izquierda volaban unos buitres leonados, paré el coche y anduve un rato por donde Fernando había visto el O.V.N.I. había un círculo en el que no crecía la hierba, al lado, en el exterior, alguien plantó una cruz de madera.

Llegué a Ayerbe, recorrí la población pero había cambiado bastante y yo no recordaba mucho, así que por donde  creía que vivía Fernando pregunté. Me indicaron una casa tipo chalet con dos plantas, llamé a la puerta y me abrió una mujer de unos 40 años ataviada con una túnica tipo hippy de los años sesenta y un pañuelo anudado a su cabeza.

Me preguntó qué deseaba y si iba para ver al “profesor Amelio”.

No, verá usted, hace cuarenta años, en los años sesenta conocí a un joven que vivía creo que por aquí, antes de llegar a Los Corrales, le ocurrió algo que lo hizo desaparecer durante diez días, yo estuve investigando el caso, ahora he venido a Huesca y al acordarme me he acercado para ver en qué había quedado todo.

Espere, me dijo mientras cerraba la puerta en mis narices y me dejaba en la calle.

A los cinco o seis minutos me abrió la puerta la misma mujer y me hizo pasar a una sala de espera. Me senté en un sofá algo raído, las paredes estaban llenas de especies de diplomas de asistencia a cursillos y congresos de telepatía, sanadores, averiguadores del fututo, grabados con cartas del tarot, un cuadro con una estampa de más de medio metro de la Milagrosa, en un rincón un S. Pancracio con su perejil y todo, Unas fotos entre las que reconocí al momento a Antonio Ribera con Próspera Muñoz, a Enrique de Vicente en un programa de televisión y otra de un personaje vestido de gurú también en la televisión en la que me pareció reconocer a Fernando, encima de la mesa tenía varias revistas de UFO, Año Cero, Muy Interesante y algunas revistas varias.

Al cabo de 15 minutos más, apareció Fernando-Profesor Amelio, llevaba una túnica azul turquesa que solo le dejaba ver los pies, vestidos con unas sandalias de cáñamo, al cuello le colgaba una especie de platillo volante metálico fiel representación del que en su día había bajado del cielo en su presencia, las luces estaban representadas por esmeraldas y rubíes, supongo que falsos, porque si no valdrían una pequeña fortuna, su cabeza estaba coronada por un turbante rojo que colgaba por detrás de su cuello haciendo la forma de una pequeña capa que cubría sus hombros.

Cuando vi aquella aparición, tuve la sensación de que cuarenta años antes, a mis compañeros y a mi nos habían tomado el pelo, lo saludé y le dije: ¿Me recuerdas, Fernando?

Si, después de aquello, a los seis o siete años de la aparición, empecé a tener visiones de lo ocurrido, os estuve llamando, pero no os pude localizar, entonces alguien se enteró e incluso me llamaron para hacerme una entrevista en un programa de la 2 de tve de no me acuerdo como se llamaba el presentador, a partir de ahí me hice bastante famoso, seguí intentando localizaros, pero alguien me dijo que ya no existía la revista. Vinieron otras personas y me llevaron también a Madrid, me hicieron regresiones, incluso me llevaron a Estados Unidos.

Con el tiempo fui notando que se producían cambios en mi persona y que solamente con tocar a las personas, les curaba sus males, adivinaba el futuro, empezó a venir gente a consultarme, incluso gentes con grandes negocios en expectativa, artistas y últimamente políticos, no puedes ni imaginarte como se pone esto cuando va a haber elecciones.

Así transcurrió una hora y media de charla, tras la cual, le dije: ¿Te importaría que viniese otro día con Julián y los datos que sacamos en su día y hagamos unos análisis?

No hay problema, cuando queráis, pero avisarme con una semana de anticipación porque tengo la agenda muy ocupada.

Así nos despedimos. Cuando salí de allí, lo primero que hice fue llamar a Julián, contarle lo sucedido y pedir que viniese a Ayerbe con todo el expediente que completamos en su día.

A los dos días, Julián y yo estábamos en el terreno de los hechos, queríamos comprobar algunas cosas antes de la entrevista. Pasamos cinco días analizando todo y luego fuimos a ver al santón al que desde el primer día le pedimos hora.

Cuando llegamos a casa del gurú, tardó en recibirnos tres cuartos de hora, tiempo que empleamos en ver y analizar toda la parafernalia que había en la salita. Había hasta cartas de agradecimiento de los “sanados” en sus respectivos marcos.

Cuando entró el profesor Amelio, vestido de la misma guisa que el día anterior, Julián me miró y se le escapó una sonrisa que el mago no llegó a adivinar.

Fernando o ¿prefieres que te llame Amelio? Le pregunté.

Amelio, recibí un mensaje que decía que me llamara Amelio, porque vi vida, desde lo de la nave era otra y ya no me pertenecía.

Bueno, profesor Amelio, ¿Nos puedes contar lo que ocurrió dentro de la nave?

Allí había tres seres más, me tumbaron en una especie de camilla y allí me hicieron pruebas y análisis de todo tipo, se quedaron extrañadísimos al ver mis órganos, ellos se reproducen de otra forma, cuando van llegando a una avanzada edad, se reproducen como las células, el nuevo ser se “alimentan” del ser anterior hasta completar su desarrollo, ellos no comen, no tienen boca, hablan por telepatía y viven unos trescientos años de su planeta, que está más allá de la Vía Láctea, viajan más deprisa que la luz.

Cuando me cogieron, despegaron y salimos al espacio exterior, el tiempo que estuvimos fuera, se “escondieron” en la cara oculta de la Luna, allí hay varias bases subterráneas de varias civilizaciones, no hay problemas ni de guerras ni envidias, todos se ayudan y comparten los estudios. Van seleccionando a personas de la Tierra y le encomiendan misiones.

Después de media hora más de charla, le dije: Bueno, profesor Amelio, Ahora tenemos que seguir con nuestros análisis y volveremos a llamarte si no te importa.

En absoluto, no hay problema, llámenme cuando quieran.

Julián y yo pasamos todavía cuatro días investigando y al fin, nos fuimos a Madrid. 






Capítulo V


Nota de prensa publicada en varios periódicos del país el 24 de Mayo de 2.006


Después de 40 años, el equipo formado por Julián M  y Pedro F, han resuelto el caso de la desaparición de un joven durante diez días, en la provincia de Huesca en los que dijo fue abducido por un platillo volante.

El joven en cuestión estuvo desaparecido durante diez días, al cabo de los cuales volvió y contó que fue abducido por los seres de un platillo volante. A su vuelta fue sometido a regresiones a base de hipnosis y contó unas historias casi inverosímiles, ahora vive en su mismo pueblo y se ha convertido en un gurú que se dedica a sanar y a predecir el futuro, gozando de gran clientela, incluidos políticos de renombre, empresarios y gente de la farándula.

Los dos investigadores citados, que ya lo trataron en 1.966, han vuelto a verlo e investigar ahora y han llegado a la conclusión de que todo ha sido un montaje.

El lugar de la desaparición, una especie de vaguada cerca de Ayerbe, Huesca, en el año de la desaparición y donde aparecieron huellas de tierra quemada emitía unas radiaciones, así como el joven que se hace llamar profesor Amelio.

Ahora se ha podido demostrar que las radiaciones beta, fueron producidas por cloruro de potasio enterrado en el lugar, este mineral se utiliza como abono y para los animales en pequeñas proporciones, enterrado hoy todavía se encuentran restos.

El terreno está totalmente árido formando un círculo todavía ahora. Hay restos de sal bajo la primera capa de tierra.

Se decía entonces que en aquella zona se veían luces, hay restos de una sustancia fosforescente, todavía, después de cuarenta años, las luces de los coches, las noches oscuras, hacen iluminarse pequeños puntos semejando luces que se mueven.

La noche de la desaparición, el entonces Fernando, fue recogido por un coche Renault 4 L rojo que fue visto dirección a Huesca con dos personas a bordo. Este coche corresponde por las señas a la novia de Fernando, esta mujer, falleció de cáncer hace 13 años, dejó una hija que ahora tiene 39 años que trabaja con el profesor Amelio en la consulta y que es hija de éste.

Según los investigadores, Fernando estuvo escondido en casa de su novia los 10 días, después de los cuales fue devuelto al campo donde apareció.

La cicatriz que Fernando tiene en el cuello, no fue hecha por “alienígenas” sino que se la hizo su primo, de niños jugando con unas cañas.

En lo básico, lo que nos contó a nosotros, se lo repitió a todo el mundo, pero el tiempo que estuvo “anestesiado” se lo explicó a otros estudiosos del tema con pelos y señales.

Julián y Pedro, que desde el primer momento sospecharon que se guardaba algo, piensan que fue “vendiendo” el resto de la historia hasta conseguir la fama que necesitaba para dedicarse a embaucar a la gente.



FIN



ME LLAMA MARIA   (R)
Pedro Fuentes


Ricardo tenía unos 16 años cuando conoció a su primer amor, se llamaba Enriqueta y  había terminado el bachillerato elemental. Estaba preparando el ingreso en la Escuela de Magisterio. En los años sesenta ese era el proceder. Después tres años de carrera y si  eras aplicado podías salir de maestro a los dieciocho años, luego no hacía falta oposición, si querías ejercer como Maestro Nacional entrabas en la bolsa de trabajo y según puntuación, solicitabas una plaza de las que quedaban vacantes en el territorio nacional.
Se conocieron de casualidad en un “guateque” en casa de un amigo de Ricardo. Desde el primer momento se gustaron.
Al salir de la casa, ya a las nueve de la noche, en una noche fría del invierno de Madrid, Ricardo le dijo a Enriqueta si le podía acompañar, ella asintió y se dirigieron andando desde la plaza del Conde del Valle de Suchil, donde vivía el amigo. Subieron a Fernando el Católico y salieron a S. Bernardo y luego a la Glorieta de Quevedo para luego subir por la calle Eloy Gonzalo hasta Juan de Austria, donde vivía Enriqueta, al lado de Hermandades del Trabajo y muy cerca del Mercado de Olavide.
A los cuatro o cinco días de salir con los amigos y asistir a algún “guateque” más, se separaron un poco del grupo y empezaron a verse entre semana algún rato, cuando los estudios se lo permitían, ella con Magisterio, en la calle Ríos Rosas y él con el selectivo de Peritaje Industrial, en Embajadores.
Pronto empezaron también a reunirse para estudiar juntos. Allí se vio la vocación de Enriqueta, con sus métodos de estudio y su disciplina obligaba a Ricardo, que se veía acabando la carrera antes por la obligación de estudiar a la que era sometido.
Al poco tiempo descubrieron algo extraño, entre los dos parecían los polos positivo y negativo de una energía extraña. Cuando estaban juntos, vieron que tenían un enorme poder, oían conversaciones, adivinaban el pensamiento de las personas que estaban a su alrededor, veían imágenes de cosas que luego ocurrían, se empezaron a dar cuenta de que algunas veces las personas de la cafetería donde se reunían a estudiar, en la glorieta de Iglesias , les contaban y decían cosas que “ya sabían”, era un poder extraño que al principio les hizo gracia y aprovecharon sin darse cuenta de que no debían hacerlo, pero el caso era que luego, por separado no ocurría nada de todo esto.
En aquellos tiempos la juventud no tenía gran poder económico. Cuando no había sino lo justo para pagarse unos cafés, sin saber cómo llegaba el dueño de la cafetería o algún cliente habitual y los invitaba, incluso a chocolate con churros, especialidad de la casa.
 En la cafetería de al lado, más lujosa, había un señor mayor, que vendía tabaco, cerillas, fichas para el teléfono público, etc.. Ellos, le compraban el tabaco  y cuando económicamente andaban mal, tres pesetas de “Bisonte”, cinco cigarrillos que se repartían, si la situación era peor, compraban 2 pesetas de “Antillana”, también cinco cigarrillos pero negro y sin filtro. Bueno, pues en esos malos momentos económicos de la pareja, Rosendo, el cerillero les llegó a regalar hasta un paquete de “Chester”.
Ricardo vivía en casa de su hermana que lo había recogido cuando llegó a Madrid para  estudiar,  no tenía más familia, ella estaba casada con un buen hombre que se pasaba la vida trabajando, no tenían hijos y se ocuparon de Ricardo, le dieron casa, estudios y familia. No iban sobrados, tampoco pasaban estrecheces, pero Ricardo era prudente en ese sentido y muchas veces por no pedir dinero hacía algún trabajo esporádico o se pegaba largas caminatas para ahorrar el dinero que le daban para transporte.
Enriqueta no conocía a su madre, había muerto cuando tenía dos años y su hermana mayor, Luisa, cuatro, su padre se había vuelto a casar y las niñas, entonces de 3 y 5, no se llevaban bien con la madrastra ni ella con las niñas. Para su padre eran dos ángeles, pero era un industrial que trabajaba más de dieciséis horas al día y rara vez veía a sus hijas salvo el domingo.
En aquellos tiempos, Ricardo estaba bastante interesado por todo lo esotérico, no es que fuese un ferviente seguidor, pero había leído mucho sobre el tema y últimamente leía a Lobsang Rampa, hasta entonces Lama y luego al parecer un fraude para vender libros. A Ricardo le subyugó el tema de los viajes astrales y juntamente con Enriqueta trataban de aprender las técnicas.
 D. Ramón, el padre de Enriqueta, decían que tenía poderes extra sensoriales y se le conocían algunos hechos de predicciones, Ricardo, que trabó amistad con él, había sido testigo en la pequeña fábrica de piezas de automóvil de su propiedad. Una vez incluso mandó a una operaria a su casa para que se preparase porque le tendrían que operar. A las 8 horas era internada en un hospital con un ataque de apendicitis.
Una noche, Ricardo en su casa, ya en la cama se dedicó a sus ejercicios de relajación y concentración, intentando poner en práctica los “viajes astrales”, tanto por lo que había leído en algunas publicaciones, difíciles de encontrar en aquellos tiempos en España, así como lo que explicaba Logsam Rampa en su libro “El cordón de plata”.
 La fórmula era la siguientes: Acostado encima de la cama, con los pies unidos por el interior, los brazos pegados al cuerpo hasta los codos, los antebrazos sobre el cuerpo hasta unir la punta de todos los dedos de una mano con su par de la otra, inspirar profundamente por la nariz soltando el aire lentamente por la boca intentando vaciar al máximo los pulmones.
Estos ejercicios respiratorios hay que repetirlos durante todo el tiempo, luego, imaginarse que estamos situados en medio de la frente, a la altura del entrecejo, donde está situado el “tercer ojo”.
Mirando hacia abajo, “ver” los dedos de los pies e ir subiendo hacia arriba, notando como las sensaciones van desapareciendo y van desconectando, hasta llegar a la frente, dejando al cuerpo insensible y totalmente desconectado, entonces se produce el despegue y vemos cómo flotamos y el cuerpo se queda inerte encima de la cama, y lo “vemos” entonces nos vamos desplazando por la habitación.
Cuando tenemos una cierta práctica, salimos por el resto de la casa, luego, con la experiencia, saldremos de la casa e iremos recorriendo los alrededores, reconociendo muy bien el camino para poder volver siguiendo el “cordón de plata” que nos une al cuerpo yacente. 
Estaba ya Ricardo “viajando” en dirección a casa a de Enriqueta, con la que había “quedado” en el recorrido para ver si era posible, cuando se dio cuenta de que no podía seguir, que alguna fuerza extraña tiraba desde atrás por el “cordón”, y por más fuerza que hacía, la resistencia era mayor, hasta tal punto que decidió abandonarse y dejarse guiar.
 Al fin llegó a un parque, le pareció que pasaba por encima del Estanque del Retiro, pero lo vio en blanco y negro, como en tiempos pasados, luego, después de pasar algunos parterres, entró en una glorieta bordeada por unos bancos antiguos, en uno de ellos había una señora joven, extremadamente delgada, vestida con un camisón, blanco con puntillas en el cuello y en las mangas, su cara era cadavérica y las cuencas de los ojos parecían vacías, con unas grandes ojeras, lo llamó con la mano y le dijo: Ricardo, ven y siéntate a mi lado.
¿Quién eres? Le preguntó Ricardo.
Me llamo María y soy la madre de Enriqueta, he venido a avisarte, no podéis usar los poderes que tenéis para vuestro provecho, ahora sois jóvenes y no lo comprendéis, de todas formas, los dos unidos podéis ser muy peligrosos, podríais sin querer destruiros, ahora vete y dile a Ramón que tenga cuidado, que ahora su fábrica va bien pero las gentes para las que trabaja se van a hundir y pueden arrastrarlo a él, ahora vete y cuéntaselo a Enriqueta.
Ricardo se dejó arrastrar por el “cordón de plata” y despertó en su cama recordándolo todo perfectamente.
La tarde siguiente, Ricardo fue a recoger a Enriqueta a la Escuela de Magisterio porque tenía clase por la tarde, decidieron ir andando, salieron a Cea Bermúdez y subieron por allí hasta Bravo Murillo, por donde bajaron hasta la glorieta de Iglesias, una vez allí entraron en la cafetería churrería a tomar un café y charlar un rato.
 Ricardo le contó a Enriqueta lo de la noche anterior, ésta, sorprendida le dijo. ¿Sabes que yo solamente he visto una foto de mi madre?.  Era en el Retiro, ya cuando estaba muy enferma, pero era con un vestido y una rebeca, pero ya estaba muy delgada, se la descubrí a mi padre en la mesa del despacho que tiene en casa, se dejó la llave de los cajones puesta y le estuve revolviendo, luego, cuando vayamos a casa, subes y mientras yo entretengo a Adela, tú le explicas lo que te pasó a mi padre.
Así lo hicieron. Cuando Ricardo le explicó todo al padre de Enriqueta, éste se quedó lívido, abrió un cajón, sacó una foto y se la entregó a Ricardo. Este la miró y dijo:
Si, es ella, pero vestía un camisón blanco con encajes.
Ese camisón que tú dices, se lo compré un mes antes de morir y le gustó mucho, me hizo prometer que la enterraría con él.
En cuanto al trabajo, es correcto, la cosa no anda nada bien, la fábrica matriz está al borde de la suspensión de pago, si cae, me deben tantos pedidos que me dejarán en la ruina y ellos son los principales clientes, para reconvertirlo todo, hace falta tanto dinero que tememos que sería la ruina no solo para mí sino para muchos del sector, pero te pido por favor que no comentes esto con las niñas ni con  Adela.
Quince días después, D. Ramón se arruinó, mal vendió lo que pudo salvar y con algo de dinero que tenía ahorrado se dedicó a otros negocios y salió adelante.
Enriqueta y Ricardo se fueron dando cuenta de que cada vez se adentraban más y más en un mundo lleno de sensaciones desconocidas, se les hacía muy grande conocer los hechos antes de que ocurrieran, además, cada vez terminaban más agotados por el esfuerzo mental que realizaban.
Acudieron a un jesuita antiguo profesor de Ricardo, el padre Lázaro. Este, gran aficionado y estudioso del tema, les aconsejó que como ya se acercaba el verano y Enriqueta se iba fuera a hacer el Servicio Social, aprovecharan para no verse ni estar en contacto para estudiar qué pasaba.
Al regreso del verano, se encontraron de nuevo, habían pasado todo el verano sin agobios ni premoniciones, de mutuo acuerdo decidieron seguir cada uno por su lado.
Muchos años después, se encontraron por casualidad, hablaron de sus vidas y del pasado, no tuvieron ninguna sensación extraña ni la habían tenido desde que se separaron.
Se despidieron como amigos.
FIN
 

jueves, 24 de enero de 2013

LA ABDUCION

Hoy tenemos el capítulo III de "El extraño caso de F.N.B." y la reposición de "Mr. Hyde y el Dr. Jekill" Este último uno de los favoritos publicados en este blog.

He abierto un correo para que todo aquel que quiera enviarme algún relato o simplemente desee saludarme y no quiera entrar en espacio de comentarios de cada publicación.

lashistoriasdelbuho@hotmail.com

Hoy además quiero saludar a un nuevo lector incorporado a este blog desde Bielorusia.

Y ahora....

       EL EXTRAÑO CASO DE F.N.B.

   Pedro Fuentes

   CAPITULO III

Ya en Madrid, lo convencimos para que se alojara en casa de un amigo y colaborador nuestro que utilizaría la técnica de hipnotismo para hacer una regresión y averiguar si se podía qué había ocurrido.

Las secciones de hipnotismo eran muy largas pero bastante espaciadas unas de otras para evitar cansar a Fernando y al hipnotizador.

Lo primero que conseguimos fue una descripción de lo ocurrido cuando las visión.

Paré el 600 en la zona que estuvimos el otro día, la noche era muy oscura, por eso no apagué las luces del coche cuando me alejé un par de metros mientras me preparaba para orinar, cuando ya terminaba me vinieron un par de temblores, la noche era muy fría, 8 ó 10 grados bajo cero, miré al cielo despejado, de pronto vi como se movía una estrella bastante grande, no era una fugaz, además no dejaba rastro, un escalofrío me recorrió la espalda y pensé en las gentes de los pueblos cercanos que decían que allí se veían luces.

Todo ocurrió muy rápido, con la luz cegadora miré al coche y las luces estaban apagadas, el motor del coche no lo sé, porque el zumbido de aquello no me dejaba oír otra cosa, llegó hasta casi el suelo, pero no se posó, se sujetaba como por tres patas de humo como un metro sobre el suelo, era como dos platos soperos unidos por el borde, parecía color metálico pero no puedo asegura que lo fuese por la luz que parecía desprender todo él, por la parte más estrecha, y por arriba y abajo tenía luces blancas, verdes y rojas que giraban vertiginosamente,

De pronto, en el lado que daba hacia mi se abrió como una puerta, hacia abajo con escaleras y hacia arriba totalmente lisa y blanca, yo estaba petrificado, no podía moverme ni gritar ni nada, soy valiente pero hubiese salido corriendo como alma que lleva el diablo,

Del interior vi como salían unos como seres a dos patas, de unos dos metros, con los brazos muy largos, plateados, pero era lisos, completamente lisos, no tenían nariz, ni orejas, a la altura de los ojos eran como los de las serpientes, estaban como debajo de la piel, eran pequeños y redondos.

O llevaban un mono que les cubría todo el cuerpo, sin ningún bolsillo ni abertura ni nada o iban completamente desnudos pero sin “nada”, los pies eran anchos por delante y estrechos por detrás, como los patos, no parecían andar sino deslizarse.

El primero que llegó a mi, acercó su mano, solo le vi cuatro dedos, pero eran como tubos y luces verdes en su extremo, me tocó con uno en el cuello, donde tengo la cicatriz y noté como si me perforase, a partir de ahí, perdí totalmente el conocimiento, pero no caí, entre los dos me cogieron por los sobacos y los tobillos como si fuese una pluma, mi cuerpo estaba rígido, a partir de ahí, no recuerdo nada, era como cuando me operaron de apendicitis, solamente notaba como si me pusiesen tubos o quizás fuesen los dedos, sé que me hablaron y los entendía, les contestaba sin hablar, no sé lo que decía pero si que no podía esconder nada.

Cuando desperté no sabía qué me pasaba, fue como cuando sales de la anestesia, pero no tenía ni ganas de devolver ni de otra cosa, me costaba andar como cuando te despiertas después de dormir muchas horas, pero sentía dentro como paz, tranquilidad, no estaba asustado, solamente pensaba en coger mi coche y marcharme.

Hasta aquí fue la primera sección de hipnotismo, decidimos dejarlo descansar y nos fuimos a comer y luego por la tarde fuimos a recorrer un poco de Madrid y por la noche, después de cenar llevamos a Fernando a una sala de fiestas, nos interesaba verlo en algún sitio alegre y divertido, a veces se entera uno de más cosas así que en la consulta.

Nada, era una persona seria, según los amigos con los que hablamos en Ayerbe, desde los sucesos ocurridos, era otra persona, intentamos que se divirtiera, que bebiera, incluso que bailara con una de nuestras colaboradoras, no hubo forma, incluso nos pidió retirarse temprano para seguir al día siguiente con los estudios.

Ya no hubo forma de poder sacar nada más, parecía totalmente como si después de la primera pérdida de conciencia, hubiese entrado en otra más profunda, recordaba solamente luces, grandes luces que le hacían daño a los ojos, no oía nada, solamente la sensación de que una música suave y adormecedora le invadía todo el cuerpo.

A los diez días, desistimos de seguir analizándolo, todo era normal, solamente aquel pequeño índice de radiación, que sería normal si lo hubiesen sometido en los últimos días a varias radiografías, cosa que al parecer no ocurrió.

La cicatriz que tenía en el cuello parecía antigua salvo una pequeña inflamación. Nada extraño, salvo lo contado y la pérdida de memoria que sufrió durante diez días que no podía recordar.

Por los casos ocurridos de los que nosotros teníamos constancia, eran muy similares y siempre o casi siempre, al cabo de unos meses o años habían empezado a tener flashes de imágenes o recuerdos y al someterlos a otra sección de regresión se averiguaba algo más.

Decidimos acompañarlo al pueblo, fuimos de nuevo Julián con él en el 600 y yo con mi Renault Dauphine color crema, queríamos hacer unas fotos sobre el terreno, porque muchas de las que hicimos en el campo, por una extraña circunstancia, estaban veladas.

A los dos días volvimos a Madrid y nos reunimos todo el equipo de la revista que editábamos sobre estos temas, hicimos un pequeño reportaje y lo publicamos con el título de “El extraño caso de Fernando N.F.” Omitimos la situación geográfica y algunos detalles para evitar que otros estudiosos nos fuesen a pisar el caso. Habíamos hablado con Fernando sobre este tema y nos aseguró que no lo comentaría con otros medios, esperaríamos unos meses para intentar seguir con las regresiones.


MR. HYDE Y EL DR. JEKYLL
Pedro Fuentes
El gato de Luisa, Mini, era un gato tranquilo, como todos los gatos, le gustaba jugar con cualquier cosa o más bien practicaba en un piso su instinto de caza, una pelota era el más divertido de los ratones, solamente había que tocarlo un poquito para que echase a correr y saltar sobre él y cazarlo, un moscardón volando era ejercicio para toda una mañana, cuando estaba solo, porque su ama estaba trabajando y él era el dueño de toda la casa, cuando se cansaba iba a la cocina, bebía un poco de agua, comía algo de pienso si tenía hambre y luego era la hora de que diera el sol en el sofá, allí se echaba a dormitar hasta que se aburría o un moscardón le pasaba cerca con su zumbido.
Un día, ya avanzada la primavera, se dio cuenta de que en la cocina, la puerta del pequeño balcón  que había estaba abierta, salió fuera y vio que desde allí con un pequeño salto, podía pasar, a través de una pequeña cornisa a una terraza llena de plantas y pajarillos que se acercaban,  un paraíso, allí era totalmente feliz,  además, con tantas macetas, el sitio ideal para hacer sus necesidades, sin tener que recurrir a aquel cajón lleno de arena y mal oliente que tenía en su casa.
Cada mañana, cuando su ama se iba y no oía ningún ruido en los pisos de al lado, cuando el sol empezaba a dar, hacía la excursión diaria hasta la terraza nueva, allí estaba hasta que presentía, con ese sexto sentido que tienen los gatos, que su ama estaba al llegar, cruzaba la cornisa y entraba a la casa justo para salir de la cocina y saludar a su dueña.
Luisa que no sabía de las escapadas de Mini, se fue dando cuenta de que el animalito cada día estaba más contento, además, le seguía a todos lados, cuando se ponía en la mesa a comer, Mini no paraba de arrastrarse y refregarse por entre su piernas maullando y runruneando. Los días siguientes saltaba hasta el sofá, de allí pasaba hasta un sillón, corría como un loco hacia su pelota y la perseguía.
Un día persiguiendo una mosca, se subió encima de la mesa, cosa que jamás había hecho y no se le metió en el plato de Luisa de milagro, luego saltó detrás de la mosca y no se estrelló contra el cristal de la puerta del balcón de casualidad.
Al cabo de unos días Luisa empezó a preocuparse, se dio cuenta de que Mini comía poco de su pienso y estaba algo más delgado, pensó que sería debido al ejercicio que hacía. Además, alguna vez  vio que Mini no coordinaba sus movimientos, iba andando y saltaba sobre  sus cuatro patas a la vez como si tuviese hipo.
Se dedicó a estudiarlo, intentaba fijarse en lo que hacía, alguna vez lo encontró en el pasillo apoyado a la pared, llegó a pensar que estaba borracho. Se recorrió toda la casa buscando cualquier bebida, o algo que comiese, incluido detergente, nada, no dejó nada a su alcance, luego por la noche dormía como un vendito, tenía la costumbre de echarse a los pies de la cama e incluso si hacía frío se metía debajo del edredón, estas costumbres no las cambió, pero de vez en cuando le notaba un sueño agitado, como si tuviese pesadillas.
Cuando llegó el primer fin de semana y no tuvo que ir a trabajar, el animal hizo una vida totalmente normal, jugaba lo normal, se tumbaba en el sofá a dormitar, si Luisa se sentaba a ver la televisión se acurrucaba en su regazo, era el gato equilibrado de siempre, era un gato feliz.
Pero llegó el lunes y a las tres y cuarto de la tarde, cuando Luisa llegó de trabajar, Mini había vuelto a las andadas parecía Mr. Hyde y el Dr. Jekyll.
No se lo pensó más, preparó el transportín, metió a Mini dentro, con muchísimo trabajo, cosa extraña porque era un animal muy dócil y esa vez terminó con las manos y muñecas llenas de arañazos, cogió el coche y se fue al veterinario.
Después de un rato de espera en una salita, Mini pareció irse calmando, luego pasó a la consulta  con el veterinario.
Luisa le contó el extraño comportamiento del gato y mientras tanto colocó la jaula encima de la mesa, el veterinario abrió la puerta y sacó al minino, cuando el animal se vio en sus manos, se dio cuenta de quién mandaba allí y le runruneó.
Después de un  breve análisis visual dijo: Este gato ha comido algo extraño, tiene las pupilas dilatadísimas y los latidos de su corazón son muy rápidos pese a su aparente estado de tranquilidad, ¿Puede ser que haya algo a su alcance que coma sin que usted se de cuenta?
Eso pensé al principio, recogí y guardé todo aquello que no fuese su agua y su comida, no hay nada comestible ni parecido a su alcance, todo está guardado en sitios que él no puede abrir.
¿Y dice que solamente le pasa de lunes a viernes cuando está solo?
Si, cuando llego a casa está como una moto, luego se va tranquilizando y se queda tranquilo, salvo de noche que parece que sueñe y dormido y todo pega unos votes tremendos, como si se asustase.
Los fines de semana ¿Está tranquilo?
Si, lo normal, juega con su pelota, me sigue por la casa, intenta jugar con el mocho si friego, luego se tumba en el sofá y allí pasa el día tan tranquilo, como siempre ha hecho desde que  dejó de ser cachorro.
Pues yo no le veo nada anormal salvo lo que le he dicho, le voy a dar un jarabe que es más bien un tranquilizante y purgante, sería conveniente que si vomita recogiese los desechos y me los traiga para analizarlos. De todas formas, intente controlar lo que hace.
Luisa a la vuelta hacia casa iba pensando en lo que le había dicho el veterinario,  no podía imaginar qué le pasaba a Mini, pero de pronto le vino una idea a la cabeza, su amigo Damián llevaba por lo menos un mes dándole la paliza con lo que estaba vendiendo. Damián era un comercial con agencia propia, representaba varios productos, de hecho cuando una fábrica quería introducir un producto en el mercado, recurría a agencias de distribución como la suya y últimamente tenía la exclusiva de un vigilante electrónico para las casas, como  alarma o control de interiores de casa.
Cuando llegó a casa llamó a su amigo Damián y le contó lo que le estaba pasando con el gato pero tampoco quería gastarse ningún dinero más solamente por controlar al gato.
Damián se comportó como un buen amigo y le dijo que aquel fin de semana le instalaría un equipo como si fuese de prueba.
Aquella semana Mini siguió con sus costumbres, vomitó un par de veces pero la primera era la clásica bola de pelo y la siguiente jugos gástricos, Luisa los recogió y se los llevó al veterinario que le dijo que tendría que esperar semana y media.
El sábado a media mañana llegó Damián con una serie de mini cámaras y un receptor tipo vídeo, se pasó el resto de la mañana instalándolas, una en el salón, otra en el pasillo, otra en la habitación grande, otra en la pequeña, una en la cocina y otra en el cuarto de baño, cuando terminó las sintonizo en el receptor y las probaron con el televisor. Era justo la hora de comer y a Luisa le tocó invitar a Damián a comer.
Salieron dejando todo montado y fueron a un restaurante del barrio. Luego volvieron a la casa y comprobaron los movimientos del gato, no pasó nada raro, las cámaras funcionaron correctamente cuando el gato se ponía en la zona de grabación, pero Mini no hizo ningún movimiento extraño ni comió nada que no fuese su comida.
El lunes Luisa conectó las cámaras y se fue al trabajo, durante todo el fin de semana el gato pasó por un gato modelo.
Cuando el lunes a las tres y media llegó Luisa el minino le salió a recibir con aquella cara alegre y feliz de los días de entre semana. Su dueña lo saludó y se fue a conectar la televisión para ver la filmación.
Allí se enteró de parte de la doble vida de Mini, le perdió de vista a la media hora de salir ella, vio como se iba a la terraza de la cocina y desaparecía por el lado derecho y volvía a entrar un cuarto de hora antes de llegar ella y totalmente convertido en Mr Hyde.
Así fue durante toda la semana, el sábado volvió a la serena vida del hogar. Luisa por más que miraba, no sabía qué hacía el gato, porque el punto de la terraza donde saltaba era un ángulo muerto, tendría que llamar a Damián para cambiar alguna cámara. Estaba en esto cuando sonó el timbre del piso, salió a abrir y se encontró con un chico joven, su vecino.
Luisa, ¿Sabes que he encontrado las macetas de mi terraza llenas de caca de gato y un olor apestoso a meados de tu animalito?
No puede ser, si Mini no sale de casa sino para ir al veterinario.
Pues de alguna forma lo hace, ¿Quieres pasar a verlo?
Entraron los dos en el piso de enfrente y ya en el balcón vio Luisa lo que le decía el vecino y desde allí se veía mejor la cornisa. Pero había algo más, en un rincón del balcón Luisa vio unas plantas medio comidas y le dijo ¿Esto también ha sido él?
¡La madre que lo parió! Dijo el vecino, ¡Se me ha comido la mariguana

FIN

lunes, 14 de enero de 2013

El extraño caso de F.N.B. y La cabra y la higuera (R)

Aunque no es viernes todavía, como estoy fuera de casa publico el capítulo II de "El extraño caso  de F.N.B." y "La cabra y la higuera" (R) otro caso real como la vida misma,

Espero que os gusten.
Y ahora........

       EL EXTRAÑO CASO DE F.N.B.

   Pedro Fuentes

   CAPITULO II
      
Cuando llegamos a Ayerbe, pueblo donde vivió  D. Santiago Ramón y Cajal durante diez años de su vida, nos encontramos gratamente sorprendidos, ya que era una población muy agradable y con varias casas y monumentos importantes.

Después de varias averiguaciones, nos dieron las señas de Fernando, un joven agricultor que vivía con sus padres. Para verlo, tuvimos que ir a unos campos a la salida del pueblo en dirección hacia Riglos, allí nos presentamos, Fernando era un hombre de unos veinticinco años, moreno, fuerte, de piel curtida por el sol y de un metro ochenta de estatura.
Cuando nos acercamos a él, se nos quedó mirando dubitativo, le contamos a qué íbamos, en principio pareció dudar pero luego empezó a hablar con ganas de contarnos todo lo que sabía. A mí en un principio me pareció que no nos lo contaba todo.

Yo venía por la carretera para casa, desde Huesca donde había estado con una chica, hay una subida a la izquierda y luego baja, haciendo una vaguada en la que se divisan todos los campos, luego hay otra subida y al llegar arriba se ven las luces de Ayerbe, pero en la vaguada, no hay ninguna luz ni casas, y queda muy oscura porque los pueblos cercanos están tapados por las dos subidas y el llano tiene bien un par de kilómetros. Cuando llegué al llano, metí el coche en una explanada que hay al lado de la carretera para orinar, salí del coche, y al lado de éste, por el lado del campo y con la puerta abierta me puse a la faena. De pronto vi como un resplandor que me cegaba, pensé que había mirado a las luces del coche, pero estaban en dirección contraria, al momento me acordé que algunos de los pueblos de por allí decían que habían visto luces, yo siempre decía que serían cazadores furtivos y me reía de ellos.

Aquella luz parecía estar a unos cincuenta metros de mí, sentí una fuerza irresistible que me atraía, luego no me acuerdo de nada más, caí en un profundo sueño, como cuando me operaron de apendicitis hace unos años. Cuando desperté tenía la sensación de haber dormido unos veinte minutos o media hora, fui hacia el coche y no estaba, miré a la luz y no se veía nada, anduve al lado de la carretera sin saber qué hacer, me dolía mucho la cabeza y estaba mareado, en esto vi una carreta que venía y paró a mi lado. Era un conocido de Los Corrales que iba al mercado, cuando me vio pegó un salto, bajó, me abrazó y me dijo: ¡coño! Fernando, ¿Dónde estabas?

Me bajé del coche a mear y me caí desmayado, cuando desperté no estaba el 600.

Pero ¿No sabes que te hemos estado buscando desde hace ya diez días? Menuda la que debiste coger en Huesca, lo raro es que pudieses llegar hasta aquí, pero ¿Dónde te has metido?

Me llevó hasta Los Corrales y allí llamé para que avisaran a mis padres y a la Guardia Civil.

Me vinieron a recoger, me ha visto el médico, tengo una cicatriz en el cuello, debajo de la oreja derecha, mi madre dice que cree que ya la tenía de niño, pero no me han encontrado nada, yo sigo sin saber dónde he estado, han recorrido varios kilómetros a la redonda y nadie me vio.

Nosotros conocemos de oídas varios casos, en España y en el extranjero, incluso estuvimos hablando con una señora en Murcia que le pasó algo similar pero a ella fue cuando era niña y no se ha podido saber hasta ahora, que se ha acordado, haciéndole una especie de hipnosis. Pero tendría que venir a Madrid unos días, nosotros correríamos con los gastos.

Julián y yo nos dedicamos unos días a visitar los lugares del extraño suceso, buscamos huellas, senderos, alguna edificación o ruinas, incluso medimos la radioactividad de los alrededores, ahí nos encontramos con algo curioso, Fernando marcaba algo de radioactividad, no una cosa alarmante, pero si superior a lo normal. Fuimos siguiendo un posible camino con el contador y lo encontramos, había un punto, un círculo, donde Fernando decía que había visto la luz que contador marcaba una lectura  similar a la detectada en Fernando.

Nos contó la misma historia palabra por palabra.

 Estuvimos en el pueblo hablando con su familia, amigos y vecinos, todos coincidían en que era otra persona diferente, de amigo de las bromas y divertido se había convertido en serio, taciturno y preocupado.

Hablamos también con el médico, no lo conocía mucho, pero pensaba que con el shock de lo ocurrido, su mente se había bloqueado en el momento de antes hasta el momento de después, Algo ha ocurrido, dijo el doctor, y continuó, Yo no creo en platillos volantes ni apariciones, pero algo ha visto este chico, y lo ocurrido no parece cualquier cosa, la mente de una persona adulta y normal, y me consta que la de este chico lo es, no se bloquea por cualquier cosa.


A los cinco días volvimos a Madrid, Julián con la moto y yo con Fernando en el 600.



LA CABRA Y LA HIGUERA   (R)

Pedro Fuentes

En un pequeño pueblo, dedicado casi por completo a la agricultura, donde viven tranquilos y felices unos setecientos habitantes, lejos de carreteras importantes y sin ferrocarril, D. Florián, el cura,  descubrió, en la torre del campanario, en un sitio inaccesible, equidistante de la ventana de la campana y el suelo, una higuera de esas que germinan campanarios y tejados de las  iglesias. En la mata, unos pájaros están haciendo un nido.  
En el bar, según jugaban al dominó, se lo comentó a Manolo, el alcalde, Anselmo, el boticario, Francisco, el médico y a algún parroquiano más que había por allí. Manolo comentó que el ayuntamiento tenía una escalera bastante larga pero que no llegaba ni a la cuarta parte de la altura. ¿No se podría llegar desde el campanario? No, dijo D. Florián, hay tanto como desde el suelo.
Anselmo dijo: Yo he oído que las cabras se lo comen todo, y más si se le ha hecho pasar algo de hambre.
Sí, hombre, dijo Francisco, vamos a buscar al gitano ese del pueblo de al lado, el que viene con la cabra, la escalera y la trompeta y como esa ya pasa bastante hambre, la ponemos allí, con la escalera al lado del campanario, le tocan la trompeta y ella solita sube y se come la higuera, se le dan veinte duros al gitano y todo arreglado.
Anselmo miró al médico como si lo quisiese fundir y dijo: Lo que hay que hacer, es poner una cuerda desde el campanario al suelo, se ata a la cabra y se sube poco a poco hasta que llegue a la higuera y seguro que se la come.
Manolo, vio, la jugada y dijo: Bien, eso podría funcionar, luego se dio cuenta de que los demás no habían asentido y si no salía el invento, se llevaría él todas las culpas, así que preguntó: ¿Qué les parece a ustedes, señores? Todos asintieron menos el cura, que dijo: No sé, no sé, yo pienso que el animal, al verse suspendido allí, por una cuerda, se asustará y no se comerá la mata.
Anselmo, que se veía dueño de la idea, intentó solucionarlo de otra forma y comento: Si la cuerda se tira desde el campanario y llega hasta el suelo, quizás sea muy larga, si subimos a la cabra al campanario y la vamos bajando poco a poco, al ver que va hacia el suelo, irá más tranquila.
Todos asintieron  y Manolo comentó mandaré al alguacil a buscar al gitano y yo le  explicaré lo que tiene que hacer y que se ganará cuarenta duros.
Cuando Evaristo, el gitano de la cabra fue al ayuntamiento a tratar con el alcalde, no las llevaba todas consigo, eso de tener que ir al ayuntamiento, aunque fuese al pueblo del al lado, porque le van a ofrecer un “negocio” no le suena muy bien, en tratos con payos, puede salir muy perjudicado, su padre se lo ha dicho siempre, si tienes que tratar con payos, guarda bien la cartera y no te fíes que son muy mala gente.
Manolo le explicó el caso a Evaristo y a éste en principio no le pareció mal pero por menos de sesenta duros, su cabra y él no trabajaban, porque yo tengo que estar debajo tocando la trompeta para que Rosita esté tranquila dijo.
Quedaron para el viernes siguiente y por la tarde para que el lado aquel del campanario tuviese sombra, porque Evaristo había dicho que la higuera tendría que estar fría para que no le hiciese mal a Rosita que las higueras y los higos calientes son muy malos.
Se corrió la voz y el viernes, a las seis y media de la tarde la plaza del pueblo parecía de fiesta  mayor. Eligieron a seis mozos, los más fuertes, la cabra llevaba desde las doce sin probar bocado, la habían ordeñado a las cinco y el bicho no andaba de muy  buen humor, lo de subirse a la escalera en fiestas, también con hambre y rodeada de chiquillos no le parecía mal, pero ahora presentía algo, era cabra pero no tonta.
Cuando le ataron las patas, le vendaron los ojos y entre los seis mozos turnándose de dos en dos empezaron a subir las escaleras del campanario, empezó a dar patadas. Una vez arriba, cuando aquella gente a los que no conocía le pusieron,  una especie del cinturón que en principio le apretaba pero a base de saltar se lo soltaron un poco al arnés le ataron una cuerda gruesa, luego, al collar del cencerro ataron otra más fina, para poderla poner de cara a la higuera, a la voz de ya, Evaristo empezó a tocar “España Cañí” y los mozos empezaron a bajar la cabra, que dentro de lo que cabe, se había tranquilizado.
Cuando llegó a la altura de la higuera la cosa empezó a ponerse mal, no podían dirigirla bien y la planta quedaba en el culo de la bestia, cuando la intentaron girar sobre sí misma, le restregaron las ubres por las ramas, y eso no le gustó, empezó a patear para todos los lados. Los mozos que sujetaban la cuerda fina trataron de enderezarla, Rosita saltó, se desequilibró y no se sabe cómo, se deshizo del arnés y se quedó colgando por el collar, la pobre cabra pateaba, intentaba balar  y solamente le salía una especie de chillido,  Evaristo dejó de tocar y gritaba ¡Subirla, subirla rápido! ¡Qué me vais a matar a Rosita!
Fue una premonición, cuando Rosita llegó arriba ya era cadáver. Cuando la bajaron, los mozos iban serios portando al pobre animal, toda la familia de  Evaristo,  que habían ido a ver la actuación de éste y Rosita, corrieron hacia ella, que yacía en el suelo, todos empezaron a llorar a la vez, si lo hubiesen ensayado no habría salido tan acorde. ¡Rosita!, ¡Rosita!, ¡Era de la familia! Ella nos daba leche y ganaba dinero para nosotros, ahora terminaremos en la ruina y sin Rosita, la mejor cabra en el mundo, y todo por culpa de estos payos que encima se ríen de las desgracias ajenas.
Después de muchos tiras y aflojas, al final Manolo, en colaboración con el cura y la colecta que se hizo en el pueblo, indemnizaron, a Evaristo, que salió llorando del ayuntamiento pero con el dinero necesario para comprarse diez cabras.
Los pajarillos se asustaron y se fueron a hacer el nido en el tejado del campanario, la higuera se secó con los calores del verano, que fue más seco de lo habitual.  Evaristo, que vio la oportunidad de su vida ahora se dedica a hacer quesos de cabra de artesanía e incluso se ha comprado a plazos un motocarro de segunda mano para ir por los pueblos cercanos vendiendo los quesos.
FIN





martes, 8 de enero de 2013

VOLVER A EMPEZAR


Ya han pasado las fiestas y con ellas las pequeñas vacaciones y hay que volver a empezar, otro año, otras historias, otras vidas. Lo importante es seguir abriendo brecha en esta selva.

Quiero dedicar la publicación de hoy, de esta semana a: Patti Page, fallecida a principios de año, una de mis cantantes preferidas de country y entre sus canciones para mi "Tennesse waltz" No os puedo subir esta canción por aquello de los derechos de autor y tal y tal, pero si teneis ocasión (La podeis oir por google) creo que os gustará, por lo menos si sois tan románticos como yo.

Siguiendo con mi costumbre, hoy comenzamos con el primer capítulo de una historia que comenzó en los años sesenta y termina ya en el siglo XXI, está basada en un hecho real. Los nombres y lugares han sido modificados para conservar el anonimato (o no).

La otra historia, la reeditada, es una de las primeras publicadas por este blogg.

Hasta la semana que viene, que volveremos al viernes.

¡Ah! FELIZ AÑO 2.013 PARA TODOS.

      
       EL EXTRAÑO CASO DE F.N.B.

   Pedro Fuentes

   CAPITULO I



Nota de prensa del día 10 se Febrero de 1.966
Ayer, a las 8 horas de la mañana, ha sido encontrado
con vida y en buen estado de salud F N B Que desa-
pareció el pasado día 1 entre Los Corrales y Ayerbe,
              su residencia.

Como recordarán nuestros lectores, el Seat 600 de
F.N.B. fue encontrado al borde de la carretera, bien
aparcado pero con las luces encendidas y el motor
en marcha. En el momento de su encuentro, andaba
desorientado por un campo cercano y sin saber qué
               hacia allí ni qué había ocurrido.
Fue trasladado a íuesca, al Hospital Provincial don-
                de ha sido sometido a un profundo examen.



Tras esa escueta nota de prensa, en un periódico de provincias, me pareció ver algo extraño, el espíritu investigador del equipo de una pequeña publicación dedicada a los “platillo volantes”, todos nosotros, aficionados, nos pareció que algo grande se abría a nuestros ojos, primero hicimos unas llamadas al periódico local para informarnos del caso, resultó algo extraña la contestación,
El tal, llamaremos Fernando, iba para su casa en Ayerbe el miércoles uno de febrero después de haber estado toda la tarde con su novia en Huesca.

 Serían las 2 horas del la madrugada del día 2 cuando una pareja de la Guardia Civil que también se dirigían a Ayerbe, después de todo el día de trabajo, cuando vieron aparcado, al lado izquierdo de la carretera, en un pequeño llano, un Seat 600, color azul oscuro, tenía las luces encendidas, el motor en marcha y la puerta del conductor abierta, en principio pensaron que el conductor abría parado por alguna necesidad fisiológica, pero como en aquel tramo, en el sitio que estaba el coche, se veía de lejos y ya había pasado un rato prudencial, pararon por si ocurría algo, como después de diez minutos no aparecía, uno de los guardias se acercó a Ayerbe por si sabían algo y dar parte, desde allí llamó al cuartel y se dio la orden de búsqueda, pese a todo no se supo nada de el propietario del 600.

Diez días después, el conductor caminaba al lado de la carretera cuando un campesino que se dirigía a Huesca lo vio.

Después de lo expuesto, la redacción se llenó de júbilo, parecía algo interesante y no parecía que se hubiese levantado la liebre, por lo que si se daban prisa, llegarían a lugar del suceso antes que nadie, ya que el periódico local, no parecía darle importancia al caso.

Julián y yo fuimos los encargados de la noticia, así que cogimos su Montesa Impala 175, ya que yo tenía el coche en el taller, algo de ropa y partimos hacia Huesca.

Aquel año hizo un frío atroz, por lo que tuvimos que rellenar nuestras cazadoras de periódicos para poder resistir las bajas temperaturas. Tardamos en llegar diez horas hasta Huesca, donde paramos a dormir y descansar hasta el día siguiente.




EL MENTALISTA   (R)
Pedro Fuentes

Hace unos cuantos años, unos 25 ó 28 años, mi hijo tocaba en una banda de música infantil y acudíamos a poblaciones cercanas para amenizar y hacer el pasacalles en fiestas populares, una mañana, nos tocó ir a una población cercana, donde se celebraba una fiesta como homenaje a las personas mayores de la localidad, era un pequeño pueblo lleno de encanto entre las provincias de Barcelona y Gerona pero de tierra a dentro, a unos 20 kilómetros de la costa.
Normalmente estos desplazamientos se realizaban en autobús, para evitar que hubiese algún problema con el traslado de unos cuarenta  músicos menores de 14 años, con ellos íbamos varios padres responsables de ellos.
Aquella mañana, cuando llegamos, nos presentamos ante la organización de la fiesta y dejamos a los chicos con ellos, allí, reunidos, antes  de empezar el pasacalle, los llevaros a tomar algo de desayuno, ya que luego había que acompañar a los ancianos homenajeados a misa y luego, después del pasacalles, normalmente había alguna actuación y después de un par de piezas de música, finalizaba la fiesta  para nuestros críos, los padres volvíamos a hacernos cargo de ellos, cogíamos el autobús y nos marchábamos.
Cuando los padres quedamos libres mientras empezaba la fiesta, nos fuimos andando a un bar que habíamos visto a la entrada del pueblo, que era muy pequeño, a desayunar. Justo cuando habíamos salido de la plaza Mayor, a unos cien metros de ella, un Citroen  gris paró a mi lado, iban dos personas, un hombre conduciendo y una mujer que consultaba un plano, en el asiento de detrás, pude ver varios planos desplegados más. La Sra. Que iba de copiloto me preguntó,”oiga, por favor, ¿Este es el pueblo que celebran una fiesta para los ancianos? Y que se llama “no sé qué”.  “Si”, le contesté. “¿Y dónde es? “Mire, siga por esa calle estrecha unos  cien metros, entrará en una plaza y verá al fondo un escenario, allí es” le volví a decir. “Menos mal, ya era hora”, me contestó quitándose un gran peso de encima.
Se hizo el pasacalle, fueron a misa con los ancianos, salieron de la iglesia y acompañaron a la comitiva a la plaza Mayor, hubo el discurso de rigor y empezó el espectáculo, el plato fuerte fue un mago y mentalista , hizo una actuación muy meritoria, en,  el colofón final pidió voluntarios para subir al escenario, entre ellos varios músico de los mayores, allí primero, su ayudante les pidió el carnet de identidad y les solicitó varios datos sin que el mago se enterase, la actuación del mago consistía en adivinar todos los datos que la ayudante le pedía a los voluntarios , incluidos nombres y datos de carnet que previamente había solicitado. Nada, ni un solo fallo, una actuación perfecta, a mi lado, uno de los padres que iban conmigo me dijo “¿No te gusta?” Le contesté: ¿Te has fijado que el mentalista es el conductor del coche que se habían perdido y que ni con mapas encontraban el pueblo?”.
Años más tarde una noche viendo la tele lo presentaron como el mejor mentalista de todos los tiempos.

F I N