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jueves, 25 de abril de 2013

LLEGA LA POLICIA CIENTIFICA "El afilador III)

Bueno, la cosa empieza a animarse, ha llegado la policía científica, un viejo amigo de Ricardo ha llegado a intentar descubrir al asesino, José Miguel es el comisario que investigó la trama de "El viaje I, II y III".

Espero que os agrade esta nueva historia.

Y ahora...........

EL AFILADOR

Pedro Fuentes

CAPITULO  III
A la mañana siguientes, cuando salí a pasear al perro, de dirigí sin dudarlo hacia el puerto, allí me encontré con las personas de siempre, todos hablaban de lo mismo, decían los periódicos que la mujer asesinada, por lo visto era de la población. Al conocerse que  era uno de los dos que se encontraron el cadáver, todo el mundo me preguntaba,  al final, me marché de allí asqueado por lo macabro de las preguntas y el querer saber de los detalles.
Nuevamente me encontré con Rodolfo y el mastín amigos de  Trouvé y mío. Ninguno de los dos, Rodolfo y yo, queríamos volver al río.
Recorrimos el camino comentando lo pasado, Rodolfo estaba un poco indignado, no le había gustado la actitud de la policía, habiendo querido colaborar con ellos, se había sentido acosado por la policía, como se  fuese un sospechoso.
¡Che! ¡No querían que leyese la declaración! Me dijo en su acento porteño.
No te preocupes, son formas de hablar, no pasa nada, a mí también me lo hicieron y le contesté y le dije que si no le gustaba que viniese su jefe.
Ya a la vuelta, en el quiosco de periódicos de casa compre el periódico y me fui al apartamento a leerlo.
La prensa no contaba gran cosa, habían identificado a la víctima, era una mujer de mediana edad, le estaban haciendo la autopsia pero no se sabían más detalles, solamente que parecía que había un sospechoso al que estaban interrogando.
Al parecer se estaba esperando a un grupo de la policía científica que llegaría de Madrid, lo que daba veracidad a rumores de que había habido tres casos similares en la provincia pero que se habían acallado por no sembrar el terror entre la población.
Aquella tarde, a eso de las cinco, recibí una llamada telefónica.
¡Sí! ¿Quién es? Contesté
¿Ricardo? Hola, soy José Miguel ¿Te acuerdas de mí? Del caso de “La misteriosa dama de negro”
Estoy en la policía científica y he venido para investigar el caso de  “El afilador” y al ver tu nombre relacionado, me gustaría hablar contigo ¿Puedo verte esta tarde? Nada oficial, ¿Puedo acercarme a tu apartamento?
Desde luego, ¿A qué hora vendrás? Además estaré encantado de saludarte.
Vale, te espero en una hora.
A la hora en punto llegó José Miguel, Trouvé pareció conocerle y se lanzó hacia él.
Le saludé como a un viejo camarada y después le ofrecí un café y un whisky que no despreció.
Nos sentamos en sendos sillones, uno frente al otro, encendimos unos cigarrillos, nos contamos las últimas novedades sobre nuestras vidas y brindamos con el alcohol.
El caso es que ya estaba un poco arto de la antiterrorista y conseguí meterme en la científica, una especie de CSI pero con menos medios y más modesta, vamos a la española.

 

jueves, 18 de abril de 2013

EL ASESINO ESTA SUELTO "El afilador" Capítulo II

Ya estamos entrando en materia, la cosa se va poniendo seria.
Vereis que hay referencias a "El viaje I, II y III" Los hechos que se relatan esn "El afilador" y varis de sus personajes son los mismos, si seguís este relato, ya os dareis cuenta de por qué esas referencias.
Espero que os guste y que no descubrais hasta el final quien es el asesino suelto, se lo haceis, me gustaría que me lo contáseis en los comentarios de este blog.
Un saludo a todos y ahora..........

EL AFILADOR

Pedro Fuentes

CAPITULO  II

Tal y como es costumbre, a eso de las siete y media, Trouvé suele saltar sobre la cama y me despierta para ir a pasear, así que me toca levantarme, arreglarme, tomar un café con leche y salir a la calle.
Aquella mañana, como tantas otras nos fuimos hacia el río, por lo que llamamos familiarmente “la ruta del colesterol” a esas horas hay muchas personas corriendo, otros simplemente andando, muchos siendo paseados por sus perros, uno de ellos, un mastín gigantesco y amigo de Trouvé. Como seguíamos el mismo camino, Rodolfo, su dueño y yo decidimos seguir mientras charlábamos de todo como casi cada día que nos vemos.
Cuando llegamos al río, soltamos a los perros y se dedicaron a perseguirse y jugar. Por lo general Trouvé sale revolcado varias veces, incluso a veces se  mosquea y le gruñe a Pibe el  mastín, el cual no le hace ni caso.
Después de jugar un rato, Trouvé, seguido de Pibe, se adentró por entre la vegetación y a los dos o tres minutos nos sobresaltaron con los ladridos, cosa que no suelen hacer, corrimos hacia donde estaban pensando que no se hubiesen encontrado con alguna alimaña.
Cuando llegamos a donde estaban, nos quedamos parados de golpe, lo que allí vimos era terrible, en el suelo, semi desnuda y cosida a puñaladas había una mujer, su cabeza parecía separada del cuello y un gran tajo corría de oreja a oreja.
Cogimos rápidamente a nuestros perros y los separamos.
Sin hablar cogí el teléfono móvil y llamé a la policía.
Nos separamos del lugar sin mirar aquello.
Yo había visto varios casos de accidentes, y muertes violentas pero aquello me dejó tan mal que me desplacé hacia el río y estuve vomitando hasta que llegó la policía,
A partir de aquel momento empezó a aparecer gente, los que iban llegando al río y veían lo que allí pasaba se quedaron. Siempre me ha horrorizado lo macabra que es la gente cuando hay alguna cosa de estas.
La policía local, rodeó la zona con una cinta de plástico, al poco rato llegó la policía científica, el juez para el levantamiento del cadáver, una ambulancia y varias docenas de personas a las que la policía local trataba de dispersar.
Se hicieron mediciones, se buscaron restos o pistas.
 Rodolfo y yo tuvimos que contar lo ocurrido varias veces, nos hicieron fotos del calzado, ya que aquella noche había llovido algo y había huellas en el barro.
Alguien, de los que miraban comentó:
En mi pueblo dicen que cuando se oye el silbato del “afilaor”, anuncia una muerte.
Otra dijo:
Pues en el mío dicen que va a llover y anoche llovió.
Sí, pero también hubo muerte, replicó otra.
Se nos acercaron varias personas y nos preguntaron si conocíamos a la víctima.
No, no podemos hablar, nos ha dicho la policía que no podemos hablar con nadie.
Al fin, después de varias horas de interrogatorios, tanto “in situ” como en el ayuntamiento, donde habían habilitado un despacho para la policía judicial que había venido de la capital.
Por la tarde, por separado, tuvimos que ratificar las declaraciones tanto Rodolfo como yo.
Cuando llegué allí, otra vez me tomaron todos los datos referentes a nombre, domicilio, carné de identidad, etc. Luego me sacaron tres folios escritos a máquina y un policía me dijo:
¡Firme aquí!
Con mucho gusto, pero antes permítame que lea el escrito. Le contesté.
Ya empezamos mal si no se fía de nosotros. Me dijo.
Oiga, perdone, yo me fio de todo el mundo, pero esto es una cosa muy seria y cualquiera se puede equivocar, así que si no le importa, leeré primero estas hojas, y si no le gusta, avise a su superior y se lo diré a él. Le contesté ya con un tono seco y serio.
Bueno, bueno, ¡Léalo!
Después de leer lo firmé, era mi declaración, igual desde el primer momento.
Bueno, ya puede irse, pero no se marche de la población sin nuestro consentimiento.
Buenas tardes, dije y me apresuré a salir de la habitación.
Ya en la puerta principal, al salir me crucé con el afilador que entraba custodiado por dos agentes.
Aquella noche ni siquiera cené, tenía el estómago bastante revuelto, me metí en la cama, pasé la noche en un duerme vela lleno de pesadillas y escenas del cuerpo cosido a puñaladas, me vinieron a la mente las muertes violentas ocurridas hacía algún tiempo en Menorca y Porto Pino. Trouvé notó mi nerviosismo, saltó sobre la cama y se puso a dormir a mi lado.
Por la ventana, a través de los cristales apareció una luna llena esplendorosa, por mi columna vertebral corrió un escalofrío y empecé a temblar, alargué la mano hacia donde notaba a Trouvé y este me lamió la mano como muestra de cariño.
Los recuerdo pasaron por mi cabeza, todo aquello quedaba atrás, cuanto tiempo parecía haber transcurrido y sin embargo solamente había pasado un año de los hechos relatados en “El viaje I, II y III”.

 

jueves, 11 de abril de 2013

EL AFILADOR Capítulo I

Hoy comenzamos con "El afilador" Esta es un novela corta, la última aventura de Ricardo, son 20 capítulos, con lo cual el que quiera seguir la trama, tendrá entretenimiento hasta después del verano. Como ya he dicho, es una novela corta, llena de misterio, protagonizada por Ricardo y José Miguel, el policía de "El viaje III. A mí, como biografo de Ricardo, me toca también un papel, ya que está escrita sobre la marcha y según fueron ocurriendo los hechos.

Espero que os guste, creo que vais a disfrutarla de principio a fin.

Y ahora....................

EL AFILADOR

Pedro Fuentes

CAPITULO  I

Martes 18 de Marzo, estaba en mi apartamento,  escribiendo unas notas para mi amigo Pedro, “mi biógrafo”,  cuando oí en la calle, por un megáfono alguien que gritaba machaconamente:
¡Ya está aquí el afilador, se afilan cuchillos, navajas, tijeras, hachas, todo tipo de utensilios de cocina, máquinas de embutidos! Y hacía sonar un característico silbato de varias notas.
La retahíla duró unos 25 minutos hasta que se perdió en la lejanía,  me trajo recuerdos de el Rastro de Madrid, en los años sesenta, cuando en algún puesto se anunciaban “¡Cuchillos, navajas, mecheros, mujeres en cueros!”. Los tres artículos primeros en voz alta y clara y lo último bajo y entre dientes, para burlar a la censura y a la vez hacerlo más misterioso y apetitoso, se refería entonces a calendarios de bolsillo en el que por delante había fotos de chicas muy ligeras de ropa.
Seguí con mis notas y me olvidé del “afilaor”.
El pueblo donde resido, es una población costera de unos veinticinco mil habitantes, con una larga playa y al fondo de ésta la desembocadura de un río en el que escasamente hay agua.
Las edificaciones no llegan sino a la mitad del paseo que continúa unos dos kilómetros más a lo largo de la playa.
Luego en verano, esa parte del pueblo se llena de turistas, ya que es en esa zona donde están los hoteles y apartamentos, pero eso solamente pasa a partir de mediados de junio, cuando los críos terminan el colegio.
Ahora  había perdido el hilo, la cancioncilla del “afilaor” seguía machacona en mi cabeza mezclándose con la del Rastro, así que decidí coger a mi perro, Trouvé y salir a pasear, Trouvé es un pincher enano, mi gran amigo desde que lo salvé de las garras de Satanás en una de mis aventuras, escrita por Pedro, mi amigo de toda la vida.
Como hacía buen día salimos rumbo al río.  Por las mañanas solemos ir en dirección al puerto, para de camino echarle una ojeada a mi barco y asegurarme de que todo estuviese bien. Pero ese paseo había sido por la mañana temprano.
Al final de las últimas edificaciones me encontré de nuevo con la furgoneta y el megáfono del afilador, tenía las puertas traseras abiertas y con una piedra de afilar iba trabajando, mientras por el megáfono seguía el eslogan. Media docena de mujeres esperaban turno para afilar mientras el individuo les contaba chistes y anécdotas subidas de tono.
Llegamos al río por donde solamente había un hilo de agua, allí solté a Trouvé y estuvo corriendo de un lado para el otro persiguiendo una pelota de tenis que yo le tiraba y con la que él soñaba que era el mejor de los conejos por cazar.
Era la una del medio día cuando volvimos a casa.
Después de comer y hacer diez minutos de siesta frente al televisor me metí en el despacho hasta las ocho que mi perro se puso a pasear nervioso ante mí. Era la forma de decirme que ya era hora de salir a pasear. La verdad es que aquel animalito gozaba sacándome a pasear.

jueves, 4 de abril de 2013

¿DONDE ESTAS, AMOR? Capítulo IV

Esta semana tenemos el desenlace del relato ¿Dónde estás, cariño?  espero que os guste. Es uno de mis relatos preferidos, son muchos los escritos, pero hay algunos por lo que siento un cariño especial, cuando tuve conocimiento de los hechos que sirvieron de base a esta historia, tenía unos ocho años, de eso ya hace muchísimo tiempo, pero sigo sintiendo como un pequeño escalofrío cuando lo releo.

Y ahora.........

¿DÓNDE ESTÁS, AMOR?
Capítulo IV
Pedro Fuentes

El martes, que por casualidad era además trece, a las cuatro y media de la tarde se reunieron las cuatro amigas en casa de Carmiña, primero tomaron café y luego pasaron a una habitación pequeña, oscura, iluminada por una docena de velas, en medio una mesa redonda, tipo camilla y encima el tablero de la “ouija”, al lado un vaso pequeño, de los usados para ron en los bares. En el techo, encima de la mesa un espejo circular reflejaba las luces de las velas. En una especie de trinchante que había en la pared del fondo se encontraba extendida la camiseta de Canillo, el delantero centro del Mensajero, alrededor varias imágenes y un cuadro con una foto del difunto Federico flanqueada por dos velas rojas.
Entraron las cuatro amigas y se sentaron alrededor de la mesa en cuatro sillas que a tal fin se encontraban allí.
Mientras os acostumbráis a la penumbra, os vuelvo a repetir que todas las preguntas las haré yo, ya las tengo preparadas para que sean breves y concisas. No os asustéis, no pasa nada, no habléis ni gritéis porque podemos enfadar a los espíritus y entonces la podrían tomar con nosotras y castigarnos. Tú, Aurora te sentarás a mi derecha, pondremos el dedo índice de la mano derecha encima del vaso invertido, tocando cada una con la punta el culo del vaso. Con la mano izquierda, abierta tocareis con los dedos índice y corazón el tablero hacia el centro de la mesa procurando que no se mueva.
 Este tablero lo conseguí en Galicia, perteneció a una buena mujer que murió quemada en la hoguera porque la acusaron de bruja. Dijo Carmiña y continuó: si no hay ninguna duda poned vuestras manos como os he dicho y empezaremos.
¿Estamos todas tranquilas?
Las cuatro asintieron con la cabeza.
¿Estamos relajadas?
Nuevamente asintieron.
Sabéis que estamos aquí para invocar el espíritu de Federico o de algún amigo que nos pueda informar.
¡Yo te invoco Federico para que te acerques!
¡Federico! ¿Estás aquí?
Nada pasó, Aurora repitió por tres veces la pregunta y no pasó nada.
¡Yo te invoco a ti, espíritu desconocido para que me informes de Federico!
La llama de varias velas se movieron impulsadas por una corriente de aire frío que giró en redondo sobre las cabezas de las cuatro mujeres.
¿Hay alguien aquí? Preguntó Carmiña.
El vaso movido como por un resorte se desplazó hacia el ángulo superior derecho donde podía leerse “SI”
¿Eres amigo?
El vaso giró sobre sí mismo sin moverse del “SI”
¿Eres Federico?
Ahora el vaso se desplazó al extremo inferior izquierdo donde ponía “NO”
¿Conoces a Federico?
El vaso volvió al “SI”
¿Lo has visto recientemente?
“SI”
¿Está cerca?
“SI”
¿Podrá venir?
“NO”
¿Podremos verlo pronto?
“SI”
¿Dónde?
El vaso pareció volverse loco yendo de letra en letra:  C I R C O  D E  M A R T E  R I Ñ A  D E   G A  L  L O S
¿Cuando?
Nuevamente el vaso empezó el baile:  D O M I N G O  1 8  T A R D E
¿Cómo lo veremos?
E L  O S  V E R A. Comunicó el vaso y siguió: L L E V A  C A M I S E T A  C A N I L L O.
Carmiña le preguntó nuevamente. ¿Está bien?
El vaso ya no se movió.
¿Te has marchado?
Nada, ningún movimiento del vaso.
¡Chicas! Esto se ha terminado.
Se levantaron de la mesa y salieron de la habitación, Aurora lloraba sobre la camiseta de Canillo.
Carmiña sirvió agua fría para todas y se pusieron a organizar el domingo y a pensar qué le dirían al marido las dos casadas.
Las cuatro mujeres llegaron al Circo de Marte el domingo a las cuatro de la tarde, todas llevaban gafas de sol y procuraban pasar desapercibidas y que nadie las conociese. Pidieron un palco y allí medio se escondieron, pusieron a Aurora delante con su camiseta de Canillo y esperaron.
Empezaron las peleas, nadie parecía mirar a los palcos, en esto la puerta se abrió y asomó un hombre que se le notaba algo bebido.
Perdón, me he equivocado, buscaba el lavabo.
En ese momento ya empezaba la quinta riña, pesaron a los gallos, les echaron unas gotas de limón en los laterales de los picos, los azuzaron el uno contra el otro y a la señal del árbitro los soltaron, el uno blanco y de nombre Tenisqueño, el otro colorado y por nombre Brutus. Al primer picotazo de Brutus, Tenisqueño debió pensar que más valía vivir sin honra que morir desangrado y pegó un salto y un revoloteo y fue a caer en la falda de Aurora.
Aurora gritó: ¡Federico, amor mío, has vuelto!.

FIN