La semana que viene, seguiré con "TARDE DE TOROS" siguiendo la costumbre.
Y ahora...............
ALGO HUELE A PODRIDO EN ………….
Pedro Fuentes
Capítulo I
Justo a las
diez de la mañana, del día primero de Abril, Albert cogió el teléfono móvil y
marcó el número que tenía en un papel,
para ello, antes, en otro papel había calculado que al número escrito, había
que deducirle diez de las dos primeras cifras, cero cuatro de las dos
siguientes y sumado dos mil catorce a las cuatro siguientes, una vez calculados
los dígitos resultantes, los marcó en su móvil, dejó que sonara la señal de
llamada cuatro veces y colgó.
Justo diez
minutos más tarde, un teléfono móvil que tenía en el bolsillo sonó, se apresuró
a cogerlo y dijo:
Estoy al
habla y preparado.
Bien, coja
el encargo y deposítelo dentro del buzón indicado de la consigna de la estación
elegida envuelto en papel de regalo. Le indicó una voz en el móvil.
Acto seguido
metió los papeles con los números en la destructora de papeles, sacó las
tarjetas de memoria de los teléfonos y en un cenicero que tenía en la mesa,
después de rociarlas con unas gotas de gasolina de una lata de recarga de un
mechero “Zippo” y les prendió fuego. Cogió de la caja fuerte de su despacho un
cartón de tabaco “Ducados”, lo envolvió en papel de regalos y le puso un
adhesivo que decía “Felicitats”, lo metió en una bolsa de papel de un estanco y
salió de la oficina, a su secretaria le comunicó que no volvería hasta la tarde
y marchó. Cogió su coche y se fue dirección a la estación de Sants, una vez
allí aparcó el coche y en la consigna depositó el “regalo” en la taquilla que le habían indicado.
No habían
pasado ni treinta minutos cuando una mujer, rubia, de unos treinta y cinco
años. Bien vestida y con unos zapatos de tacón a juego, una pamela y gafas de
sol, llegó a la estación, abrió la consigna, cogió el paquete y marchó. En la
puerta de la estación subió a un “porsche” que le estaba esperando, al volante
un hombre de unos cuarenta años y gafas de sol, puso el motor en marcha y ambos
marcharon.
No se
percató Albert de que en su camino y estancia a la estación fue seguido por un
taxi y un hombre de aspecto normal, moreno, de estatura media, gafas de montura
de concha y bigote.
Al día
siguiente, en otro despacho, en otro rincón de la ciudad, ocurría un hecho
similar, esta vez el destino fue el aeropuerto del Prat.
Durante
varios días en diferentes empresas sucedieron hechos similares, variaban los
sitios de destino de los paquetes y las personas que recogían los “regalos”, a
veces era la mujer de buena presencia pero con diferentes modelitos, algunos de
ellos no tan llamativos, otros era un hombre, el que había conducido el porsche
la primera vez, vestido de traje chaqueta azul, camisa a juego, gafas de sol
“Ray Band” y sombrero.
Nadie se
fijó en el taxi o el Ibiza blanco que los siguió en todo momento y tampoco se
dieron cuenta de aquel hombre de mediana estatura y gafas de concha que a una
prudente distancia observaba todas las operaciones en las diferentes consignas
de estaciones y aeropuertos ni aquel viajero que con su maleta pasaba por allí
en cualquier momento.
El porsche
negro también paso desapercibido, era un modelo nuevo, el Boxster, pero la gente ya se había acostumbrado a ver
coches deportivos.
Las
recogidas siempre eran paquetes de tiendas de postín y la carga de su interior
era prendas y objetos de regalo que pasaban inadvertidos en poder de aquellas
personas arregladas y con un poco de distinción.
Bueno, dijo
el conductor del porsche, la pesca ya está completa, cuando llegue al garaje de
casa, con todos los “regalos” podremos cargar el doble fondo del maletero
delantero.
¿Cuánto
llevaremos? Dijo la rubia sin mostrar ningún interés.
Lo
suficiente, mientras menos sepas, mejor para ti.
Por lo que
hemos recogido estos días, llevamos más que la vez anterior.
Si, dos
veces más, pero de aquí hay que repartir entre mis padres y el Gran Jefe.
¿El también?
Toma, claro,
el negocio es de todos y no sabemos lo que puede durar.
¿Cuándo
marcharemos?
Ya te
avisaré, mejor que no sepas nada, mientras menos sepas menos riesgo corres. Ni
siquiera sabemos mis hermanos o yo parte de las cosas, ni mi padre lo sabe
todo, simplemente hace lo que coordina mi madre.
Je, je, je,
quien iba a sospechar de tu madre.
CAPITULO II
A la mañana
siguiente, a las nueve, Jordi legó a la puerta de la casa de apartamentos de la
parte alta de la ciudad, en la puerta le estaba esperando la mujer de la
pamela, esta vez vestida con tejanos y una blusa estampada, atado a la cintura
llevaba un jersey rojo. Paró el porsche negro de su amigo y subió, le rozó
levemente los labios con los suyos, el coche roncó y salieron en dirección a la
salida de Barcelona, rumbo a Puigcerdá. Una vez allí, llegaron hasta Bolvir, a
las afueras, se acercaron a una gran mansión cuya verja se abrió
automáticamente. No tardaron en salir sino tres minutos, tomaron la carretera
de pas de la Casa y se dirigieron a Andorra.
A la media
hora, de la misma mansión salió otro porsche negro, el mismo modelo del
anterior y la misma matrícula, todo fue visto desde un bosque cercano por un
hombre de mediana edad con gafas de concha y bigote que portaba unos gemelos de
gran alcance, luego se metió en un Ibiza blanco y marcho detrás del Porsche
negro a una distancia prudencial rumbo a LLivia.
A mitad de
camino, ya en la frontera con Francia, pararon y le cambiaron las placas de la
matrícula por unas francesas. Todo fue observado por el hombre del Ibiza
blanco.
En la parte
española de la frontera con Andorra, el primer Porsche fue detenido e invitados
sus ocupantes a salir del coche, fue revisado pero no se encontró nada
sospechoso, por lo que se les dejó marchar.
En esos
mismos momentos, el Porsche con matrícula francesa entró en Francia y se
dirigió a La Tor de Querol, allí se perdió dentro de una gran mansión. El
hombre de las gafas de concha y bigote hizo una serie de fotografías.
Tres días
después, alguien recibió una llamada en un pueblecito del pre pirineo de Gerona.
¿Señor?
Si, dime.
La entrega
ya está en Méjico.
Bien, ejem,
¿Ya están hechas las partes?
Sí, todas,
más el 3,5 por ciento.
FIN
NOTA DEL
AUTOR
Esta
historia no, repito, NO está basada en la realidad, cualquier parecido con
personajes reales y situaciones reales, es pura coincidencia.