1.500 METROS
LISOS
Pedro Fuentes
Advertencia: Esta pequeña historia es verídica, los nombres y algunos datos
significativos han sido modificados para conservar la privacidad de las
personas, el autor declina toda responsabilidad si alguien se pudiese dar por
aludido.
Corría el año sesenta y nueve del siglo pasado
cuando a la gente joven, sobre todo estudiantes, les entró la fiebre del
atletismo, los que tenían la suerte de ser de buena familia y estudiaban
carrera universitaria si además estaban afiliados al Sindicato Español Universitario
(SEU) podían entrenar en las pistas de la Ciudad Universitaria de Madrid, allí
comienza y termina nuestra historia, en la que casi todos sus protagonistas se conocían.
Alfredo era un corredor de medio fondo que no
destacaba gran cosa aunque luego, años más tarde algunos se encargaron de decir
que era un corredor de gran porvenir.
Era un chico joven, bastante amigo de las
bromas, tenía una alopecia fulminante, pese a su corta edad, acababa de entrar
en la universidad, con dieciocho años,
bastante acomplejado de su calvicie, pese a su carácter bromista, lucía una
boina que creo no se quitaba ni para ducharse, por lo cual fue rebautizado como
“El Boina”. La verdad es que en la pista de atletismo, corriendo y desde la grada
no se apreciaba bien si era boina o una medio melena morena.
Se celebraban por aquellas fechas los
preparatorios y clasificatorios de aquel año para el campeonato de España y
Alfredo, como tantos otros se entrenaba para 1500 y 3000 metros.
En aquellos tiempos el equipamiento deportivo
no era nada del otro mundo, Alfredo corría con una camiseta imperio blanca y un
pantalón de baño negro, quiero recordar que con una fina tirilla blanca en los
laterales. Sus zapatillas Puma de clavos, todo un lujo en aquellos tiempos y su
ya conocida boina, chico de poco peso y poca estructura como cualquier corredor
de fondo, con el pelo, poco, por detrás algo más largo de lo habitual para
aquellos tiempos y la boina más parecía un famélico músico moderno con más
cabeza que cuerpo.
Cuando fueron avisados los participantes para
una serie de 1.500 metros, entre ellos Alfredo, se dirigieron a la salida, eran
tres vueltas y media. El juez de salida mandó a los corredores a sus marcas,
entre ellos “El Boina”.
Cada uno ocupó su lugar, se dio el disparo de
salida y todos los corredores se apelotonaron, “El Boina” se situó en la
segunda calle y de la mitad para atrás.
La carrera iba bastante igualada y la media
vuelta primera y la segunda fueron muy similares, salvo dos corredores un poco
adelantados, Alfredo seguía por la calle exterior ligeramente rezagado de su
predecesor y emparejado a otro corredor. A las tres vueltas alguien comentó,”El
Boina” se ha retirado, en el pelotón no está y otro respondió y en la cabeza
menos.
Nadie vio a Alfredo retirarse, no acabó la
carrera, “El Boina” había desaparecido,
nadie supo de él hasta que un empleado que recorría las pistas viendo si los
clavos de las zapatillas habían causado desperfectos, se encontró con un
agujero de unos setenta centímetros de diámetro y más de dos metros de
profundidad, de las que salía un lamento que decía “socorro, socorro, por Dios,
sacadme de aquí” era Alfredo alias “El Boina”. Se lo había tragado la tierra,
se había abierto un socavón y “El Boina” había caído en él sin que nadie se
enterase. Ni que decir tiene que no se clasificó.
Según algunos comentarios, dejó el deporte, a
otros he oído decir que se dedicó a los cien metros lisos, que como era más
corta la carrera, si le pasaba algo se sabría antes.
Al cabo del tiempo me lo encontré un día. Se
había dedicado a la política.
FIN
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