EL CHOCOLATE
Pedro Fuentes
Corrían
los años 90, casi ya en el dos mil, cuando un día por la mañana llegó Luis a la
oficina y le dijo a Ricardo:
Vamos
a tomar café.
Ricardo
se levantó y se fueron a la planta donde estaba instalada una cafetera de
monedas. cuando se tomaban el café, Luis sacó una pastilla marrón de unos 8
centímetros por 6 y le dijo:
¿Sabes
qué es esto?
Sí,
una pastilla de chocolate.
¡No!,
no es porque la he probado y no sabe a chocolate.
“No,
hombre no, del que se fuma, resina de hachís, pregúntale a Juan, él entiende
algo de esto, trabaja con chavales y supongo que algo sabe.
Juan,
que en sus ratos libres se dedica a montar conciertos para jóvenes, ha
comentado que alguna vez ha visto al hijo pequeño de Luis por los conciertos.
Está
en su despacho, Luis y Ricardo entran en él, Luis saca la pastilla y le pregunta:
¿Sabes
qué es esto?
Sí, contestó, es resina de hachís, pero está
lavada, eso le ha quitado algo de calidad. ¿Dónde la encontraste?
En el
bolsillo de una camisa de mi hijo pequeño, la mujer la vio cuando la sacó de la
lavadora, pero no puede ser, solamente tiene 14 años.
Si no
te lo crees, pregúntale Miguel, ese es un experto, le contestó Juan.
El
tal Miguel, joven, de veinte y tantos
años, en sus ratos libres toca la batería en un grupo heavy metal y trabaja de
mecánico en la misma empresa.
Fueron
hacia él, lo encontraron en el taller, los tres se acercaron y Luis le espetó:
Miguel,
¿Tú sabes qué es esto?
Miguel
cogió la pastilla con aire de curiosidad,
la olió, cortó un pequeño trozo, se lo puso en la boca, se lo pasó de un
lado al otro como si fuese un enólogo y sentenció:
Es
resina de hachís, está lavado con agua fría, es de Marruecos, buena calidad, de
la zona de Rissani, 4.000 pesetas la pastilla.
FIN
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