Y ahora........
LUCÍA
Pedro Fuentes
Capítulo XVII
Cuando Lucía se quedó sola,
pensó:
Bueno, no me apetece meterme
sola en casa, es temprano, me voy a acercar al bar a charlar un rato con mis
compañeras y con Pepe.
Estaba llegando a la Glorieta
de Iglesias, así que tomó Eloy Gonzalo hasta Quevedo, eran las ocho y media de
la tarde, hacía mucho frío, se subió el cuello del abrigo, se apretó la bufanda
y marchó con paso decidido.
Cuando llegó a Magallanes, a la
puerta del “Wayquiqui”, tiró de la puerta y abrió, una nube de humo de tabaco
le dio en la cara y le irritó los ojos, dio un paso hacia dentro y al verla las
tres muchachas y Pepe pensaron que lloraba, una exclamación salió de sus bocas
pensando que traía malas noticias, dejaron lo que estaban haciendo y salieron
de la barra para abrazarla, cuando Lucía se dio cuenta del pensamiento de sus
compañeros, sonrió y les dijo:
No son malas noticias, al
contrario, es el humo del tabaco que ya no estaba acostumbrada.
Las cuatro muchachas se
abrazaron al unísono, Pepe se quedó un paso atrás esperando su momento, los
clientes que la reconocieron se alegraron de verla de nuevo, ahora ya la
conocían como Lucía “la encargada”, aquella chica seria pero leal y de trato
agradable. Pepe cuando llegó su turno le dijo:
¿Qué tal, Lucía, como va todo?
Bien, mejor, este fin de semana
la enviarán a casa y la vecina me ha dicho que ella la cuidará mientras yo
vengo a trabajar.
Entraron a la barra y cada una
de las muchachas siguió con lo que estaba cuando llegó Lucía, Pepe la cogió de
la mano y estiró de ella hasta hacerla llegar al final de la barra, donde no
había nadie, allí pudieron mantener una conversación sobre la enfermedad de la
madre y el estado de ánimo de la hija, también preguntó por Ricardo, que no
había llamado desde hacía unos cinco días.
Bueno, son los últimos días
antes del fin de semana que juran bandera y los tienen más ocupados, hasta el
domingo por la tarde no sale del campamento y luego tendrá una semana de
permiso hasta incorporarse a su unidad, según me dijo, luego tendrá más tiempo
libre. Dijo Lucía.
Parece un buen chico, no me
gustaría que te hiciese daño.
No, Pepe, yo ya se el final de
esta historia, estoy preparada para ello y no me hará más daño que el de una
despedida como amigos, es bonito mientras dure y aprovecharé la felicidad ese
tiempo, sé que somos de mundos
diferentes y que él se tiene que ir, pero es tan bonito cuando estamos
juntos.
Bueno, Lucía, veo que lo
entiendes y que estás hecha a las circunstancias.
Nuestro mundo está lleno de
prejuicios, las gentes no piensan nada bueno de nosotros y no admiten las
circunstancias que nos traen a este ambiente, se aprovechan de nosotros, viven
de nosotros y con nosotros, pero no esperan que salgamos de detrás de la barra.
Antes de conocer a “Geny”, yo tuve varias relaciones, pero éstas no querían
sino un rato de placer, mientras todo fuera en las penumbras y a escondidas, no
había problemas, en nuestro mundo hay mucha promiscuidad, casi nadie quiere ser
de una sola persona y o te adaptas a eso o tienes que vivir solo y sin amor, yo
he tenido la suerte de encontrar el amor de mi vida y él también, pero lo
normal es vivir solo y desesperado. Si tú comprendes eso y sabes que lo tuyo
con Ricardo ha tenido un principio y un final, búscate unas metas para cuando
esa bonita historia termine.
Si, Pepe, lo se, el final de la
historia de Ricardo y yo se acerca, pero
pienso exprimir este tiempo que nos queda hasta el último momento. Mi madre
dice que soy una puta porque mantengo esta historia con un hombre sabiendo que
no hay futuro, dice que somos unos amantes, que soy la querida de Ricardo, pero
no me importa lo que diga, cuando estoy con él, abrazada a él y sintiendo sus
besos y caricias, soy la mujer más feliz de este mundo y que solamente de sus
recuerdos podré vivir el resto de mi vida y no me importará lo que digan de mi,
y si antes de que llegue el fin de mi vida, noto que su recuerdo ya no me hace
vibrar, será el momento de planteárselo de otra manera.
Veo que tienes claros tus
sentimientos, sigue adelante y se feliz mientras puedas al fin y al cabo la
felicidad son breves momentos rodeados de bellos recuerdo.
En fin, dijo Pepe, espero que
sepas lo que hacer en cada momento y cuando llegue el día del adiós, sepas que
ha llegado.
Así el lunes ¿ya puedo contar
contigo?
Si, según me ha dicho el
cardiólogo, el sábado nos iremos para casa, quizás pueda venir ese mismo día,
pero como mi madre está tan rara, esperaré a que se serene un poco. Por cierto,
el domingo ha quedado en venir a casa Rosario, una prima segunda mía, amiga
además del pueblo y sobrina de Geny, me la encontré en la calle, se vino del
pueblo después que yo y está aquí sirviendo, se empeñó en ir a ver a mi madre y
vino a la residencia, mi madre, que está cabreada conmigo, le hizo un gran
papel, ya veremos que pasa el domingo.
A lo mejor, dijo Pepe, pero lo
mismo le da por ponerla contra ti y entre las dos te hagan la vida imposible.
Yo espero que mi prima esté de
mi parte, Rosario ya el otro día estuvo hablándole en mi defensa y haciéndole
ver que los tiempos han cambiado.
De todas las formas, coméntale
esto a Geny y seguro que él le dará un repaso a tu madre, el otro día en el
hospital, le habló muy bien y la dejó suave. Asimismo, procura hablarle al
cardiólogo por si eso fuera un problema para su corazón.
Ya lo he hecho, me ha dicho que
yo tengo que hacer mi vida y que mi madre intentará ahora hacerme un chantaje
emocional, que si se pone a llorar, no me preocupe y si veo que le suben las
pulsaciones, yo le diga que tenemos que volver al hospital, con el miedo a
tener que volver y quedarse diez o quince días y dejarte sola, mejorará
automáticamente.
Bueno, Pepe, me voy para casa,
ya te llamaré y diré algo, en cuanto vengamos a casa.
Pasaron por el lado de fuera de
la barra y Lucía se fue despidiendo de sus compañeras.
Cuando salió a la calle, el
frío le dio en la cara, se apretó la bufanda, se puso los guantes y subió el
cuello de su abrigo, apretó el paso, llegó hasta la glorieta de Quevedo y subió por Eloy Gonzalo
hasta Juan de Austria y empezó a bajar, prefirió ir por ese camino, por la
noche, siempre hacía ese recorrido, era el más iluminado y transitado.
Cuando llegó a su casa, llamó a
la vecina por si había novedades. Nada, todo seguía igual.
Le comentó a la vecina que todo
seguía bien y que seguramente llegarían el sábado por la mañana.
Cuando se quedó sola, ya en su
casa, se preparó un poco de cena, luego se encontraba tan cansada que se metió
en la cama y durmió hasta que es despertador le llamó, eran las ocho, arregló
un poco la casa, y fue a comprar al mercado de Olavide cuatro cosas por si el
sábado venía su madre, tener algo para comer y para el domingo atender a su
prima Rosario que vendría a comer.
Le encantaba ir al viejo
mercado de Olavide, ya por poco tiempo, pues se hablaba de que lo iban a tirar.
Para Lucía había dos cosas que
le daban carácter a aquella parte del barrio, el mercado de Olavide en la misma
plaza y Las Hermandades del Trabajo en la calle Juan de Austria lugar donde se
reunían por las tardes trabajadores de todas las especialidades para hacerse
compañía disfrutando con sus hobbies. Ella y su madre aprovechaban para ir a
comer algunos domingos allí, era limpio, barato y acogedor.
Cuando tuvo todo comprado,
cogió algo de ropa para muda, para su madre y marchó andando hasta la plaza de
Emilio Castelar, donde cogería el autobús. Parecía que alargara el tiempo de
llegar a La Paz, ya sabía el panorama que se encontraría.
El día era frío, pero el sol
estaba en todo lo alto y apetecía andar. Llegó a la parada del autobús y a los
tres minutos pasó éste, a aquella hora no había mucha gente y se pudo sentar.
Lo hizo, al lado derecho, el de la acera
y estuvo todo el viaje relajándose viendo a la gente que pasaba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario