Y ahora...............
LUCÍA
Pedro Fuentes
Capítulo XVIII
Llegó al hospital y subió a la
planta donde estaba su madre, no iba nada animada, le costaba llegar, quería a
su madre que además se había dedicado toda su vida a sacarla adelante, pero no
era una mujer nada expresiva, era incapaz de decirle una palabra cariñosa,
encima, los últimos días, desde que se había enterado de su historia con
Ricardo, agravado con su trabajo en un bar de alterne o de “putas” como ella
decía, no había forma de hablar con ella ni que ella le comprendiese en lo más
mínimo, para su madre la vida era así, o eras como dictaban las normas o eras
una pecadora, quizás a otras personas las hubiese perdonado, incluso a su prima
la hubiese comprendido o aceptado, pero a ella, a su hija, a ella no, su hija
era una pecadora.
No es que fuese Engracia muy
religiosa o una beata, que no lo era, no había sido nunca, era el qué dirán,
era de esas personas que de los diez mandamientos le sobraban nueve, el pecado
era el sexo.
Antes de entrar en la
habitación, la enfermera habitual, se cruzó con ella y sonriendo le dijo:
Ha pasado el doctor, ha dicho
que mañana saldrá, que todas las constantes son buenas y goza de muy buena
salud.
Si, pero ahora entraré yo, dijo
Lucía y verás como parecerá que se esté muriendo.
Esta mañana he estado en la
habitación un rato, me he sentado al lado de ella y me ha estado contando tu
vida y milagros, a mi no me importa en absoluto lo que hagan las personas, a ti
te veo como una mujer adulta que sabes lo que haces y no ye preocupa lo más
mínimo los comentarios de tu alrededor, y lo veo muy bien, tu vida es tuya y
solamente tuya.
Si, pero ¿Tú sabes lo que es
vivir con una persona así que te machaca constantemente?, es imposible, ya no
tengo ganas ni de venir a verla, si no fuese porque es mi madre, desaparecería
y no la volvería a mirar a la cara.
Va, venga, anímate, piensa que
está aquí encerrada y aburrida, verás como cuando llegues a casa todo irá
mejor.
Lucía le sonrió ligeramente y
marchó para la habitación. Su madre estaba sentada mirando por la ventana, ya
no llevaba ni gotero ni estaba conectada a ningún aparato.
¡Hola! Madre dijo y se agachó para
besarla en la mejilla, su madre se quedó estática sin mover ni un solo músculo
y le dijo un hola que pareció un adiós.
¿Te ha dicho el médico que
mañana nos vamos a casa?
Si, ya me lo han dicho, luego,
a la tarde recoges todo lo que puedas y así mañana iremos más de vacío.
Esta mañana he ido a comprar
para el domingo cuando venga Rosario a comer.
Supongo que ahora empezarás a
ir a ese sitio por las noches, te habrá faltado tiempo para decirle que pronto
irás, no me explico como Genaro se ha metido en esos negocios y encima meterte
a ti también, claro que con la vida que lleva….., ya se tuvo que ir del pueblo
por los escándalos que dio con un forastero que vino destinado allí, claro, que
el otro, como no lo conocía nadie, se quedó hasta conseguir otro destino, hasta
tu padre, su hermano, dejó de hablarle, al poco tiempo murió, yo creo que del
disgusto.
Mi padre murió de un accidente
con un tractor.
Si, pero seguro que iba
distraído preocupado con lo que había pasado.
Pues cuando el hijo de puta del
notario nos echó del pueblo, bien que recurriste al tío Genaro, que si no llega
a ser por él, a saber que hubiese sido
de nosotros. Además, ya te hemos dicho todos que aquello es un bar normal y
corriente, solo que abre por las tardes y está atendido por camareras que no se
van acostando con los clientes.
Pues tú fue lo primero que
hiciste y seguro que lo metiste en mi casa
en mi ausencia.
Ricardo tiene su piso aquí
cerca y gracias a él yo he podido estar arriba y abajo porque me ha llevado en
su coche.
Sí, también el otro te estuvo
llevando en su coche y quien sabe si tú no te insinuaste.
A Ricardo lo quiero y me gusta,
además, si cuando termine la mili se marcha y no lo volveré a ver, me quedará
su recuerdo. Piensa en una cosa, si cuando se marche me dice que me vaya con
él, no me lo pienso, ni siquiera cojo ropa interior, ni te aviso, me marcho con
él al fin del mundo, ya estoy más que harta de que me trates como una puta
cuando he estado atendiéndote en cada momento y encima a mi tío Genaro, que ha
sido el único que te ha ayudado, lo tratas de maricón para arriba cuando a ti
no te debe importar lo que hagan las personas en su vida privada.
Me voy a fumar a la calle,
piensa un poco en lo que te he dicho y espero que recapacites. Se puso el
abrigo sobre los hombros, sacó del bolso un paquete de LM y una caja de
cerillas y salió por la puerta de la habitación apresuradamente para que su
madre no viese las lágrimas que aparecían en sus ojos.
Cuando salió al pasillo, la que
si la vio, fue la enfermera con la que había hablado a su llegada
¿Qué te pasa, Lucía?
Nada, lo de siempre, que no
tolera que tenga un amigo, me echa la culpa de todos sus males y encima, como
trabajo de camarera en un bar de copas dice que soy una puta. Tengo
veinticuatro años y jamás he salido con ningún chico en serio, ahora que tengo
un amigo que si no fuese por él, no aguantaría lo que estoy pasando con mi
madre, me dice que soy una perdida y que no perdonará jamás que nos fuésemos
del pueblo y que la gran ciudad me está devorando, porque hasta según ella,
fumo.
¿Os tuvisteis que ir del
pueblo?
Si, yo tenia 19 años cuando pasó todo….., Lucía le
hizo un breve resumen de lo que ocurrió con Antonio y su padre.
¡Jesús! Menuda vida, ¿Y no
pudiste hacer nada?
No, esa gente tiene mucho poder
en el pueblo y el sargento de la Guardia Civil estaba de su lado y nos metieron
el miedo en el cuerpo.
Gracias a mi tío que me
consiguió un trabajo en su bar, donde lo único que pasa es que está atendido
por camareras y tenemos comisión por las rondas que consumen, ella dice que
estamos practicando la prostitución. Y como encima, el único que nos ha
ayudado, mi tío, que es homosexual y se tuvo que marchar del pueblo por eso, mi
madre dice que somos todos unos perdidos.
¡Jesús! ¡Jesús! ¿Y todavía
pasan esas cosas en los pueblos? Antes de irte, te voy a dar mi teléfono y
dirección por si algún día necesitas algo. Yo vivo en un piso con tres amigas
que en su día vinimos de diferentes sitios a estudiar y nos quedamos aquí para
no tener que dar explicaciones a nadie y no estar atadas a falsos
convencionalismos.
Bueno, me voy a fumar a la
calle para despejarme.
Y yo voy a pasar por la
habitación de tu madre para ver cómo “respira”.
Lucía entró en el ascensor con
el cigarrillo ya en la boca y una caja de cerillas en la mano esperando para
encender el pitillo nada más salir en la planta baja.
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