EL ULTIMO VIAJE DEL "DESTINO"
Pedro Fuentes
CAPITULO XI
A la mañana siguiente, y para no perder la costumbre,
salimos rumbo al NE, la idea con las primeras luces del día, aunque tuviésemos
que abusar del motor, para pasar el delta, rozando la punta de la baña lo más
temprano posible para evitar los fuertes vientos que suele haber en aquella
zona, luego, casi manteniendo el rumbo, si soplaba el Levante, como estaba
previsto, lo cogeríamos de bolina. La intención era llegar a Vilanova a eso de
las veinte horas, si nos retrasábamos, entraríamos en Torredembarra.
La primera parte de la etapa, aprovechando el terral y el
motor, la navegación fue bastante tranquila.
Me quedé yo al timón y dejé a Gracia que durmiese todo lo
que quisiera, ya que luego, sobre todo si se levantaba el viento previsto, lo
mismo teníamos que navegar muchas horas.
Queríamos llegar cuanto antes a Blanes ya que nos esperaban y además nos
habíamos prometido unos cuantos días de asueto hasta volver a Murcia a por “El
Solitario”.
A las nueve teníamos por proa y a babor el cabo de Tortosa,
Gracia salió de la cabina con cara de sueño pero con un par de tazas grandes de
café humeante y dos bollos.
¡Hola, amor! ¿Qué tal vamos?
Bien, la estamos a medio delta, allí aparece el cabo de
Tortosa y por ahora no aparece nada de viento, pero no tardará, ya se empieza a
rizar el mar un poquito, tendremos levante.
Nos pusimos a desayunar el uno junto al otro bien abrigados
porque el sol todavía no calentaba lo suficiente. A estribor teníamos varios
barcos arrastrando y nos íbamos cruzando con las palangreras de San Carlos,
Vinaroz y Benicarló.
¡Gracia! ¿Cómo vas de cansada?
No, no estoy cansada, me siento bien, jamás me había sentido
tan libre y en paz conmigo misma, el día que nos conocimos en Maó, estaba
hundida totalmente, mis amigas me “sacaron” aquella noche porque me veían
totalmente hundida, me parece que incluso fue mi madre la que las llamó al
verme como estaba, encima era fin de curso, siempre quise ser maestra y lo soy
muy a gusto, pero no te puedes imaginar lo que quema, y no por los críos, que
al fin y al cabo no son malos, el mayor problema que tenemos los maestros son
los padres de los alumnos.
Llevamos navegando un par de semanas, pero te juro que es lo
mejor que me ha podido pasar, sería capaz de dar clases durante dos años
seguidos sin vacaciones. Parece como si llevase toda la vida en este barco y
contigo.
Si, a mi también me parece que llevemos toda la vida juntos,
además, disfruto navegando contigo, nos compenetramos del todo, claro que hasta
ahora hemos tenido mucha suerte, ya veremos cuando nos pille una rasca buena y
en una de esas travesías que llegas al punto de no retorno y tienes que seguir
para delante pase lo que pase, o que por avería o mal tiempo nos encontremos a
la deriva durante un par de días como les ha pasado a muchos.
No llames al mal tiempo y mientras tanto disfrutemos del
bueno.
Supongo que cuando nos encontremos, responderemos como hemos
aprendido y con la experiencia necesaria.
Empezaba a arreciar el levante y allí se acabó la charla, a
partir de entonces el viento fue subiendo y cada vez la mar se encrespaba más, los rociones empezaban a ser continuos, el
barco se comportaba bien en la ceñida pero la ola era alta y la proa la rompía
y de vez en cuando los pantocazos estremecían todo el barco, al final
terminamos poniendo el toldo anti rociones.
Gracia reía y me decía:
¿Ves lo que pasa por hablar del mal tiempo?
Aquel día nos movimos más que un garbanzo en la boca de un
viejo, pero el barco se estaba portando, bajamos algo la velocidad, pero
tampoco tanto que nos hiciese meternos en puerto antes de lo calculado,
entramos en Vilanova cuando ya empezaba a oscurecer, las oficinas ya estaban
cerradas y el vigilante, al decirle que saldríamos temprano, nos dio amarre en el
lateral de la gasolinera, que ya estaba cerrada, le dimos un manguerazo rápido
al barco y nosotros una buena ducha, luego nos marchamos al restaurante del club
por cenar algo caliente.
Las previsiones para el día siguiente eran de sur, sería una
etapa, la última con buena mar y viento a favor, sesenta millas y el único
problema cruzar la entrada al puerto de Barcelona, habría mucho tráfico y
encima los barcos fondeados esperando para entrar en puerto, o sales mar
adentro, con lo cual pierdes mucho tiempo o te dedicas a sortear los barcos y
entre ellos al Milenium y similares, que parece no encomendarse a nadie cuando
entran y salen.
Después de cenar salimos a pasear por Vilanova y la Geltrú,
hacía mucho tiempo que no pasaba por aquí, las sucesivas ampliaciones del
puerto deportivo han sido de gran envergadura y la zona de grandes yates algo
que se estaba necesitando, han sabido pensar en el futuro y han apostado por un
turismo náutico de gran calidad. Cosa que no han sabido hacer en muchas
poblaciones que a pesar de estar junto en la costa, han vivido de espaldas al
mar sin saber invertir en un turismo de calidad y con futuro que es el que no
va a fallar cuando llega la crisis.
Después del paseo volvimos al barco, nos fumamos un par de
cigarrillos, tomamos una copa de hierbas menorquinas y nos fuimos a dormir.
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