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jueves, 23 de julio de 2020

EL NAUFRAGO DE SAN BORONDON (Capítulo I)




EL NAUFRAGO DE SAN BORONDON



Pedro  Fuentes


Capítulo  I


1.915 fue un año de mucho hambre en Canarias, sobre todo en las islas periféricas.

Nuestra historia se desarrolla en La Palma y comienza en Tazacorte.

Tazacorte dos años antes, era una zona estratégica para la producción de plátanos y tomates, la Fyffes Límited  de Irlanda había adquirido terrenos y había llegado al acuerdo con una distribuidora, Hudson que tenía conexiones en Canarias y transportaban los productos de Tazacorte, pero la primera guerra mundial abrió un paréntesis de grandes proporciones en Canarias, produciendo en Tazacorte un lamentable estado de hambre y miseria.

En estas circunstancias se desarrolla nuestra historia
.
Norberto, un pescador de Tazacorte, que cada día salía a pescar con la barca de D. Elías, un rico pescadero que poseía tres pequeñas embarcaciones, una de ellas la de Norberto, vendía el pescado que cogían y les daba a los pescadores una pequeña parte para que a duras penas   sobreviviesen.

Aquel día salió rumbo al suroeste, donde le comentaron que se habían visto bonitos, además, en aquel tiempo las corrientes predominantes venían de allí y así, luego, a la tarde, a la hora de volver no se haría tan pesado y cansado el remar.

Eran ya las cuatro y empezaba a volver, el día no se había dado mal, llevaba una docena de bonitos, al poner proa a Tazacorte, ahora que el sol ya empezaba a declinar vio a semi contraluz algo raro a como una milla por el oeste, en principio le pareció un calderón llamado también  ballena piloto, luego, al ver que estaba estático pensó que estaría muerto y decidió acercarse por si se podía aprovechar.

Puso proa hacia el objeto y ya llevaba media milla cuando se fue dando cuenta de que era algo parecido a una embarcación muy rara, además, por su costado de babor parecía haber una tela o trapo.

Cuando llegó vio que la embarcación era como de cuero impregnado de alquitrán, no había visto nada igual.

Miró dentro y estaba llena de hojas de helechos mayores de lo que vio nunca, algunas frutas estaban medio cubiertas por las hojas, pero éstas de pronto se movieron y no era el viento, vio  aparecer un brazo velludo con una mano grande, fuerte y llena de callos.

Después del susto, con uno de los remos hurgó dentro, el susto fue grande, pero también para el hombre que medio muerto allí estaba.

El hombre era muy mayor, pero no tanto como aparentaba, llevaba unas grandes barbas y vestía con unas pieles que parecían de cabra y calzaba una especie de mocasines también de cabra, olía a demonios y su cara estaba llena de ampollas del las quemaduras del sol.

Sacó Norberto un pellejo en el que llevaba agua y le dio a beber, el hombre sorbió el agua despacio, como si quisiese que le durase lo más posible.

¿Quién eres? ¿De donde vienes?

Solamente entendió:

Borondón, San Borondón. La Cruz del sur.

No entendió qué quería decir, San Borondón era un barrio de Tazacorte y una isla de la que hablaba la gente, “la no encontrada” o algo así.

Norberto decidió, por prudencia y miedo tirar un cabo y remolcar la especie de chinchorro con el hombre dentro rumbo a Tazacorte.

Así, al remar mirando a popa, siempre lo vería si se movía y podría cortar el cabo si notaba algo sospechoso.


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