EL VIAJE III
Pero ¿Qué he hecho yo?
Pedro Fuentes
CAPITULO VI
A los pocos días Ricardo tuvo que hacer unas reparaciones en el casco del barco, cuestiones de fibra y recordó que Pedro le había comentado de un chico tunecino que le había trabajado en su barco, así que le pidió el teléfono y le llamó. El mismo día por la tarde vino Habel a hablar con él.
El tal Habel, de rasgos árabes, era muy delgado, pero fibroso, se le notaba fuerte pese a su aspecto y cojo de la pierna derecha, luego supo que había tenido una operación de rodilla para corregir una parálisis ocasionada por una poliomielitis y tenía la movilidad reducida.
Le enseñó lo que había que hacer. En una maniobra al ir a amarrar, había golpeado la amura de estribor y se produjo un desconchón y un desplazamiento del candelero que podría producir una entrada de agua entre las capas de fibra.
Habel hizo un presupuesto y quedó con Ricardo para a la mañana siguiente ir a comprar los materiales necesarios, la obra no era costosa, pero había que realizarla en varios días seguidos para permitir que los materiales secasen lo mejor posible.
Durante varios días Habel estuvo trabajando en el barco, el primer día, cuando ya llevaba tres horas trabajando, Ricardo le dijo a Habel:
¿Quieres beber algo? Yo me voy a tomar una cerveza.
Si, yo también.
A partir de ese momento, Ricardo estuvo hablando con él durante bastante rato cuando hacían un descanso o después de terminar la jornada.
Habel llevaba veintitantos años en España, su padre había venido a trabajar, cuando ya estaba establecido aquí, se trajo a toda su familia, su mujer y tres hijos, lo que le hizo tomar esa decisión fue el precario estado de salud de su mujer y la poliomielitis del niño. La madre fue sometida a varias operaciones, la última del corazón y seguía viviendo, ahora en casa de la hija desde la muerte del padre.
Cuando tuvo una edad suficiente, a Habel lo casaron con una tunecina y se la trajo también. El había trabajado en aquella zona y su hermano menor, ebanista, ahora ambos en el paro, sobrevivían de las ayudas y los trabajos que iban haciendo. En realidad eran buenos profesionales.
Se las daba Habel de medio español, pero en el fondo seguía amarrado a las raíces árabes.
Ricardo, al que le gustaba saber de las gentes y de otras culturas, lo interrogaba muy sutilmente sobre religión y costumbres.
Un día, ya próximo a acabar el trabajo, cuando ya se había ido Habel hasta el día siguiente, Ricardo se fue a sentar en una terraza del puerto, después de pasear a Trouvé, mientras esperaba a Pedro para tomar unas cervezas, en la mesa de al lado había dos chicos de unos treinta años y con aspecto de estar de vacaciones.
Al poco rato le pidieron fuego, Ricardo se lo dio y encendió un cigarrillo que le ofrecieron.
Uno de los muchachos le preguntó:
¿Conoce a ese árabe que venía con usted cuando salió a pasear al perro?
Si, Me está haciendo un pequeño arreglo en el barco, poca cosa, me lo recomendó un amigo y así le echamos una mano ya que tiene familia a su cargo y está en el paro, pero solamente le conozco de eso.
Ricardo, después de varias preguntas más, notó que le estaban interrogando, pero no por lo que había ocurrido con la pareja de Menorca, era algo diferente, sobre islamistas, querían saber algo sobre Habel. ¿Estarían buscando trabajadores ilegales?
Cuando llegó Pedro, saludó a Ricardo, cogió a Trouvé en brazos y le hizo cuatro carantoñas, luego se sentó y pidió una cerveza.
Ricardo le dijo:
Estos dos chicos me preguntan si conozco a Habel, les he dicho que me lo había recomendado un amigo, ¿Te hizo algo a ti?
Si, me estuvo arreglando la cubierta, pero no lo conozco sino de eso, nos lo hemos recomendado unos a otros, a mi no recuerdo bien quién lo hizo, alguien del club de Vinaroz, supongo que otro socio, es un chico que trabaja bien y barato, yo lo tuve durante dos semanas e incluso le comenté que por qué no se establecía con su hermano que es ebanista y por cierto muy bueno, y tendrían bastante futuro en los barcos de recreo. Luego estuvieron trabajando para otros.
¿Hablaron de cuestiones religiosas?
No, pero ya sabéis que clase de gente es, te hacen creer que son muy liberales, muy europeos, pero luego los ves por ahí y llevan a las mujeres tapadas hasta las cejas y dominadas totalmente, muchas sonrisas y buena cara pero luego te la clavan por menos de nada.
Ricardo, viendo el cariz que tomaba aquello, que era un interrogatorio solapado, les dijo: Bueno, ya está bien, ¿Para quién va el interrogatorio y qué queréis saber? ¿Quiénes sois? ¿A qué venís?
Mira, dijo el más hablador de los dos sacando una chapa de la policía. Somos policías y no traemos ninguna orden ni nada parecido, no somos de por aquí, venimos de Madrid y ni los propios policías de la zona o trabajando por aquí nos conocen, pertenecemos directamente a las más altas esferas de Interior y estamos investigando células islamistas, pero nadie os va a creer y nadie nos va a reconocer, así que si queréis contestarnos nos haréis un favor.
Os voy a contar una cosa, ya que sois, creo, sinceros. A mí me está pasando algo que os voy a explicar, todo empezó porque alquilé mi barco a una chica que iba a hacer un crucero con su novio o llevarlos a algún sitio que no me dijeron, a él no lo vi en ningún momento. Ricardo les contó con pelos y señales todo lo que ya le había contado a los otros policías y a los árabes.
¿Y esos árabes dices que están también en contacto con los nuestros? Dijo el más callado.
Eso dijeron. Contestó Ricardo.
El más hablador se separó unos quince metros del grupo y se puso a hablar por el móvil, estuvo así durante unos quince minutos, luego colgó y se aproximó al grupo, siguieron hablando sobre el asunto y al cabo de diez minutos sonó el teléfono del policía “hablador” y éste contesto:
Así que va por ahí la cosa, bueno, nosotros creemos que este señor está colaborando y los “moros” buscan algo más, miraremos de identificarlos.
Si aparecen por aquí de nuevo, tenga esta tarjeta y llámenos. Y se despidieron.
Cuando marcharon, Ricardo y Pedro se miraron. El primero en hablar fue Pedro.
Menuda se está montando, aquí hay cuatro grupos distintos o no tan distintos, por lo que he llegado a entender, parece como si lo de la muerte de esa pobre chica y su novio, no tuviesen nada que ver o ha sido el desencadenante de algo muy gordo, y tú estás metido hasta las cachas y de rebote voy yo. ¿Averiguaste quien era el chico árabe que murió con la chica? ¿Era el novio o alguien que se metió por medio?
Mira, Pedro, tienes razón, la cosa está muy negra y yo estoy en medio, y por cómo se está desarrollando todo, te pido, por favor, que ahora que puedes, que no te han implicado en nada, sino por haberme recomendado a Habel, haz el favor de apartarte, mientras esto dure, sepárate de mí, pero no te alejes mucho, tú eres más cerebral que yo, siempre lo has sido, vamos a estar en contacto, si quieres, pero solamente a escondidas, cuando queramos vernos, por algo importante nos llamaremos a preguntar cualquier tontería de navegación o del tiempo, y quedamos para comer o cenar en algún sitio más bien solitario que podamos controlar a las personas de alrededor. Mientras tanto mejor que no te acerques, piensa en lo sucedido y a ver qué se te ocurre.