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jueves, 1 de abril de 2021

¿PERO QUE HE HECHO YO? (CAPITULO V)

 EL VIAJE  III

Pero ¿Qué he hecho yo?

Pedro Fuentes


CAPITULO  V

Cuando terminó aquella tarde de trabajar en el barco hizo lo que tenía por costumbre, irse a Peñíscola a pasear por allí. Había ido por primera vez en el 67, cuando era un pueblecito, unos años después, 11, desde que Berlanga rodó Calabuch y 6 desde el rodaje de El Cid, de Charlton Heston y Sofía Loren, ambas películas en el castillo y la playa norte. Pues bien, en 1967 Peñícola empezaba a despuntar en el turismo.

Le gustaba ver como las gentes se arreglaban para salir a pasear y lucir el bronceado  que había cogido durante el día, mientras se tomaban unos helados antes de la cena. 

Llegó hasta el centro mismo y allí dejo la moto, subió al paseo y no había andado ni diez pasos cuando vio a alguien conocido. Lo había visto en Blanes cuando hizo escala allí llegando de Menorca, en Junio, después de los macabros hechos sucedidos allí.

¡Pedro!, ¡Pedro!, gritó.

Un hombre de su edad aproximadamente, con barba y gafas y acompañado de una mujer, algo más joven y vestidos los dos de esport  y muy morenos por el sol, se dio la vuelta y miró durante unos segundo a Ricardo, luego, más bien recordando al hombre de Blanes que a otra persona, se dirigió hacia él y le dijo: 

Perdone, ¿Le conozco de algo?

¿No eres Pedro? ¿El amigo de Vicente y mío de Madrid?

Yo soy un turista y estoy aquí de paso y me llamo Luis.

Perdone, lo siento, pensé que era otra persona, dijo Ricardo y empezó a retirarse.

¡Ricardo! Hermano de los caracoles(*), que no aguantas ni una broma, coño. Dijo Pedro cuando ya se iba éste.

Fueron el uno hacia el otro y se fundieron en un abrazo.

¡Jo! Ya no me acordaba de los caracoles.


Yo sí, siempre tuve cargo de conciencia por lo que hicimos, pero ¿Te fue bien, verdad?

Nunca más he sufrido del estómago.

Bueno, espera, te presento a mi mujer, Azucena.

Así que tú eres Ricardo, a ver si algún día conozco a Vicente, solamente oigo a Pedro hablar de vuestras aventuras.

¿Por qué no te diste a conocer en Blanes?

Es una larga historia, ya os contaré. ¿Estáis aquí de vacaciones?

No, en Vinaroz, tenemos un barco allí y pasamos todo el verano en él. ¿Y tú?

No, tampoco, vivo en Benicarló y también tengo un barco allí, con el que me dedico a hacer charter y vivir de ello.

¿Estabais en Blanes con el barco?

No, parte del invierno lo pasamos allí, así estamos cerca de los hijos, que viven por allí.

¿Y tú?, ¿Tienes hijos?, ¿Te casaste?

No a la primera y no a la segunda, la verdad es que estuve a punto varias veces pero todo fue mal, ya iremos hablando de todo ello.

Se sentaron en una terraza, a tomarse unas cervezas y contarse de sus vidas, luego se fueron a  cenar y seguir charlando. 

Quedaron para el día siguiente salir a navegar con el barco de Pedro, querían hablar de todo lo ocurrido sin que pudiesen ser espiados por nadie.

Al día siguiente Ricardo fue temprano a Vinaroz, dejó la moto fuera del Náutico, un poco para despistar, entró en un bar a tomar café y luego, al ver que nadie le seguía entró en el club, Pedro estaba esperando con los motores en marcha y las amarras a punto para ser soltadas. 

Salieron a navegar con el trawler, un barco clásico que Pedro y su mujer habían restaurado. 

Salieron del puerto y prepararon las cañas para pescar al “curry”. Pasaron el día pescando, a medio día fondearon al sur de Peñíscola y se bañaron, hablaron de todo lo pasado en esos caminos separados que habían emprendido hacía ya tanto tiempo.

Eran ya las últimas horas de la tarde cuando llegaron a puerto, amarraron, tomaron una cerveza para refrescarse y se despidieron hasta otro día.

Ricardo les habló de una pequeña parte de lo ocurrido por no complicar a sus amigos con sus problemas.

(*)Ver “Los caracoles” del mismo autor.

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