EL ULTIMO VIAJE DEL "DESTINO"
Pedro Fuentes
CAPITULO IV
El sábado amaneció despejado pero con una pequeña calima que anunciaba poco viento y estable, me dirigí al mercado municipal, al lado de la iglesia del Carmen y compré unos embutidos, pan, agua y unas cervezas, volví al “Destino” y lo estibé todo en su correspondiente sitio. Puse la nevera a tope para luego poderla apagar si navegábamos a vela, me acerqué a las oficinas y avisé que permanecería fuera hasta el domingo por la tarde que volvería.
Faltaban diez minutos para las once cuando Gracia apareció radiante, lucía unos pantalones tipo bermuda blanco y una blusa azul celeste, el pelo recogido y envuelto en un pañuelo pirata. Lo primero que me fijé fue en el calzado, era el adecuado, unas bambas blancas con una suela antideslizante. Luego miré sus ojos, dos turquesas parecían rivalizar con el mar.
Nos besamos en la mejilla y subí al barco para alargarle la mano y ayudarle a subir. La sensación era buena, se movía por cubierta con toda seguridad.
Has pasado muchas horas en la mar ¿Verdad?
Si, desde niña, en Menorca pocas son las personas que no conviven con el mar, mi padre era un gran aficionado, tenía un llaut e incluso hice vela latina con él, además de vela ligera. Mis dos hermanos, que viven uno Ciudadela y el otro en Alicante, son unos apasionados de la vela.
¿Qué prefieres, norte o sur?
Norte, hoy hará un buen viento para disfrutar, además te llevaré a Addaia ¿Conoces esa parte?
Si, pero no entré nunca en el puerto, me han hablado muy mal de los bajos de “les illes d’Addaia”.
Pues hoy vamos a entrar hasta la cocina, además por dentro, mi padre me enseñó cómo y por donde hay que pasar “por dentro” ellos vivían todo el verano en cala d´en Pitt, ahora viene mi madre y mi hermano, el de Ciudadela se trae el velero aquí, mi otro hermano viene en agosto para las vacaciones.
Pues entonces, rumbo a la mar, ¿Coges el timón? En cuanto salgamos del Náutico izaremos velas.
Pongo rumbo al viento e izaremos la mayor, luego el génova y empezaremos los bordos para salir del puerto, luego, pasada La Mola llevaremos rumbo directo a Faváritx.
A sus órdenes, patrona, creo que seremos buenos amigos, tenía ganas de encontrar una marinera con dos mares en sus ojos. Dije mientras cumplía las órdenes, una vez realizada la maniobra me senté a su lado en la bañera y le dije:
Me gusta como navegas, no te pondré el piloto automático.
Pasamos la isla del Rey por estribor justo cuando el Ferry de Barcelona pasó por nuestro babor. Los pasajeros al vernos allí abajo nos saludaron.
Cuando terminemos de pasar la isla, haremos un bordo a babor, que ganaremos velocidad. Dijo Gracia.
Perfecto, como tú digas, me siento feliz y seguro, ya era hora que empezarais las mujeres a navegar. Le contesté.
¿Sabes que un antepasado mío, según cuentan era un pirata de los que invadieron la isla? Como ya sabrás, Menorca es una mezcla de ingleses, franceses, piratas y españoles.
Una pregunta indiscreta, ¿Eres morena o rubia teñida de morena? Porque esos ojos turquesa no parecen ser de una morena.
Soy morena, como buena española y menorquina, por lo visto los ojos se los debo al pirata, nadie más en mi familia tiene los ojos turquesa.
Cada vez que te miro me acuerdo de cala Turquesa.
¿Te encargas del génova? Yo de la mayor, a tres, una, dos y tres.
Ricardo pasó el génova a babor y cazó, al mismo tiempo Gracia soltó la mayor y la ajustó, Un par de vueltas al winch por parte de Ricardo y empezaron a ganar velocidad.
Perfecto, patrona, maniobra perfecta. ¿Quieres beber algo? ¿Te apetece una cerveza y un poco de jamón?
Con mucho gusto, Ricardo.
Ricardo se levantó y bajó a la cabina a preparar un par de bocadillos y la bebida, le parecía raro hacer las cosas con tanta tranquilidad sabiendo que el “Destino” estaba en buenas manos.
Cuando terminaron de comer, estaban frente a Villacarlos, a la altura del hotel Hamilton, prepararon otro bordo y pusieron rumbo a La Mola. Se sentaron los dos en la bañera uno frente a otro y sacaron unos cigarrillos y se pusieron a fumar.
¿Has estado casado? Preguntó Gracia.
No, he vivido en pareja algún tiempo pero no he tenido suerte en el amor, he conocidos a varias mujeres maravillosas pero siempre se ha truncado la historia, una murió y otras no pudo ser, la última, quizás porque me he quedado sin trabajo o por cualquier otra razón se marchó con otro y la verdad es que no lo sentí mucho, pero la herida siempre queda, por eso me decidí a salir a navegar y me vine aquí. No hay nada como una buena travesía para rehacer la vida.
¿Y tú? ¿También estás huyendo?
Si, después de tres años descubrí que era la segunda. Tres años y no fui capaz de enterarme, fue un palo, decía que estaba enamorado, iba a Barcelona a cada momento, por trabajo y allí tenía una y un hijo. Lo descubrió mi hermano, me lo contó pero antes le partió la cara. Lo quería mucho y todavía no he podido olvidarlo, entré en una depresión y anoche fue una de las primeras veces que salía con mis amigas, creo que organizaron lo de la echadora de cartas y luego, cuando Carmen te divisó dijo: Ya tenemos al pájaro y fue a por ti, luego, al ver que no hacías sino hablar conmigo desaparecieron.
Cuando vino Carmen a buscarme yo estaba pensando la estrategia para acercarme, aunque en el fondo sabía que tenía muy reciente la ruptura, pero quería hablar con alguien, he vivido solo la mayor parte de mi vida y no he sentido la soledad, pero ayer si un poco.
Mi vida ha sido bastante dura, pero pienso que todo pasa porque tiene que pasar y todo te hace madurar.
Mis padres murieron cuando yo era un crío, me cuidó mi hermana y su marido, pero estos murieron en un accidente cuando tenía 17 años, me he apañado solo, dicen por Aragón que el buey solo bien se lame. Y es verdad, a todo te acostumbras.
Entre lo que me dejaron mis padres y mi hermana, que no tenían hijos, he podido ir viviendo sin problemas económicos, trabajando pero sin problemas, ahora estoy pensando en cambiar de vida, tengo este barco vendido, estoy buscando algo más grande, un ketch, o algo así y me dedicaré a hacer charters y a vivir en él.
Hicimos la última bordada y salimos a mar abierta, pasamos la punta de s´Esperó y seguimos rumbo a Faváritx la mar estaba en calma, un ligero viento del SE nos empujaba.
Entre charlas y silencios fue transcurriendo la mañana, pasado Faváritx empezaron a divisar les illes de Addaia.
Ahora, cuando lleguemos a las rocas, arriaremos velas y pasaremos a motor, el paso es muy estrecho y a vela podríamos tener algún contratiempo, aún así, habrá que vigilar la sonda ¿Tienes alarma?
Si, la tengo, dije.
Ponla a tres metros, por si acaso.
Cuando pasemos, entraremos en la pequeña bahía de Na Macaret a darnos un baño, si te parece.
Como tú digas, hoy eres el patrón, aprovéchate, yo soy el chino cocinero.
Pasamos sorteando las secas y rocas de les illes de Addaia, Gracia al timón no parecía titubear lo más mínimo, yo no sacaba el ojo de la sonda, pero ella sabía perfectamente lo que hacía, allí se habían hundido muchas embarcaciones de recreo.
Cuando llegamos a las balizas que marcan la entrada de la cala, éstas quedaron a estribor, habíamos pasado por medio de todo el peligro y adelantamos unos veinticinco minutos.
Viramos a babor y empezamos la maniobra de aproximación a la pequeña cala de Na Macaret, preparé el ancla y a la voz de Gracia la dejé caer por proa, cuando tocó fondo y con cadenote suficiente, Gracia dio atrás ligeramente y el ancla se hundió en la arena, entonces paró el motor y me dijo:
¿Has pasado miedo?
No, estaba en buenas manos. Le contesté.
¿Sabes que mi padre hundió una menorquina de treinta y seis palmos aquí? Me dijo riendo.
Nos bañamos durante una media hora y tomamos el sol. Preparé un par de cervezas con unas patatas fritas y Gracia dijo:
Aquí, en cala en Pitt hay un restaurante que se come muy bien, ¿Quieres que llamemos? Tienen emisora.
Asentí con la cabeza y Gracia cogió la emisora por el canal nueve y llamó, cuando dijo quien era le dijeron que se acercase al pantalán debajo del restaurant que le harían un sitio.
Gracia vio que el amarre de su hermano estaba vacío, ya que todavía no había traído el barco desde Ciudadela, así que amarramos en el sitio de su hermano.
Una vez amarrado, bajamos a tierra. Gracia dijo:
Ahora podemos hacer varias cosas. La casa de mi madre ahora está vacía, ven, te enseñaré la casa y luego iremos a comer, podemos pasar la noche en casa o en el barco aquí o entrar hasta el puerto.
Avisamos al restaurante de que iríamos en media hora a comer y nos dirigimos a la casa de Gracia, era un chalet de dos plantas a 50 metros de la orilla y mirando al mar, enfrente quedaba el pantalán y allí, en un mar totalmente en calma estaba el “Destino”. La casa la mandó construir el padre de Gracia y había pensado en el futuro, quería que cada uno de sus tres hijos tuviesen su habitación doble y un par más para invitados, todas ellas en el piso superior, en el inferior se había reservado una gran suite para él y su mujer, un gran salón mirando al mar, un comedor independiente y una cocina enorme. Arriba había dos cuartos de baño y abajo otro y otro más pequeño y sin ducha.
Comimos espléndidamente y luego subimos a la casa, Gracia decidió que nos quedásemos en el chalet.
No hay comentarios:
Publicar un comentario