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jueves, 17 de diciembre de 2020

LA MUJER DE NEGRO (Capítulo III)

 EL VIAJE



La misteriosa dama de negro



Pedro Fuentes



CAPITULO III








El día 21, sobre las 12, llamaron  al canal del Náutico de Ciudadela, encontraron amarre de casualidad, en las fiestas de S. Juan en Ciudadela, no cabe ni un alfiler, tuvieron suerte porque llegaron dos días antes, aún así, les asignaron amarre en el dique sur, con lo cual hay que dar toda la vuelta para llegar a los lavabos, pero bueno, por lo menos hay más tranquilidad. 

Lara esperaba a su novio para el día 22 a la hora de comer, dijo que estaba muy cansada del viaje y que no se movería del barco, solamente quería dormir. Ricardo se encontró libre para ir a visitar a la familia de su querida  Gracia.

Volvería a la hora de cenar. 

Para dejar a Lara libre de molestias le dijo que si quería se llevaría a Cerbero, cosa a la que accedió y se encontró libre de compromisos. En animalito pareció enterarse de todo y se puso a saltar de alegría. Ricardo, al que gustaban los animales, se dio cuenta de que el perro era un capricho de la niña.


Por la noche, a eso de las nueve, llegó Ricardo con Cervero al barco, Lara estaba recostada en el sofá, comiéndose un bocadillo con una cerveza y viendo la televisión. No había salido del barco para nada. Ricardo le preguntó si quería cenar. 

No, con este bocadillo tengo bastante, no soy de mucho comer. Dijo Lara y añadió luego, mañana, sobre el medio día vendrá mi novio, no queremos que se nos vea mucho, él es un poco conocido y pasaremos la mayor parte del día en el barco, tú puedes hacer lo que quieras, pero el día 23, si el tiempo lo permite, querríamos salir, como quedan siete días de alquiler, iremos a Túnez, allí desembarcaremos y tú quedarás libre, te pagaremos un suplemento por las molestias y el trayecto más largo. 

Bueno, no era lo previsto pero tú pagas y tú eliges, yo ahora me voy a dormir, mañana, cuando venga la persona que esperas, si no hay ninguna novedad, yo estaré en casa de mis amigos y de fiesta, seguramente pasaré la noche en con ellos, si hubiese alguna novedad, ya tienes mi teléfono móvil. 

Vendré por la mañana y zarparemos al medio día, las previsiones son buenas y el veintiséis podemos estar en vuestro destino. Lo que no puedo es llevarme a Cervero conmigo este día y medio, os tendréis que hacer cargo de él, le respondió Ricardo.

Dicho esto, se preparó un bocadillo y una cerveza y se fue al exterior a cenar y fumar. Le desagradaba el perfume o colonia de la niñata, como él ya se había habituado a denominarla, era un olor dulzón, en exceso, a jazmín.

A media mañana del día siguiente, se marchó de nuevo con sus amigos, Ciudadela ya hervía con los viajeros que habían llegado para las fiestas, antes de nada, pasó por las oficinas del club y les dijo que le preparasen la cuenta para el día siguiente, que se tenían que ir. Lamentaba no quedarse a la fiesta pero no era la primera vez que estaba, de hecho, normalmente Ciudadela para S. Juan y Mahón para la Virgen de Gracia en Septiembre, eran charter casi seguro. Además, para él Menorca le traía recuerdos muy especiales.


jueves, 10 de diciembre de 2020

LA MUJER DE NEGRO (Capítulo II)

 

EL VIAJE

La misteriosa dama de negro



Pedro Fuentes



CAPITULO II


Cerbero, que así se llamaba el perrillo, no se separó de Ricardo en ningún momento. 

Cuando terminó de cenar, después de recogido todo, salió a la bañera, en popa a fumar un cigarrillo y tomar un culín de whisky como tenía por costumbre cuando las cosas iban bien. 

El animal salió con él y Lara se fue a dormir. Le había asignado el camarote posterior, éste se encontraba en popa. Para acceder a él, hay que bajar dos escalones, desde el salón comedor cocina, a donde se llega desde la bañera bajando un escalón y desde la bañera por popa. En la banda de estribor, está la cocina, nevera, horno, y microondas. La mesa está al otro lado y alrededor de ella, por la banda de babor y proa hay un sofá rinconera. La mesa se baja y se convierte en otra cama de matrimonio. En el salón hay dos escaleras, una por popa, por donde se llega a un pasillo en el que  a ambos lados, hay dos puertas más que conducen a sendos camarotes, cada uno con dos literas, un armario y una pequeña mesa practicable que al abrirla deja el espacio justo para pasar una persona, en el mamparo de popa de estos camarotes hay una estantería que sirve de mesilla de noche y debajo se guardan dos sillas de madera plegables, a unos 30 centímetros sobre la litera superior hay un ojo de buey rectangular.  La cama superior es practicable y al abatirla, la inferior se convierte en un sofá. 

Siguiendo por el pasillo, a la  derecha según se baja, babor, se encuentra un armario, a la izquierda está la puerta de un baño completo, lavabo, debajo del cual hay otro armario, wáter y ducha. 

Al final del pasillo, hay otra puerta que conduce al camarote grande, entrando en él, en el lado de estribo*r, pegada por un costado y la cabecera, está la cama doble, al otro costado, hay una mesita, también adosada al panel de popa, es este lugar, debajo de la mesa Ricardo colocó el baúl. A una altura de un metro sesenta centímetros y en ambos costado, hay dos ventanillas alargadas que se pueden abrir, como los ojos de buey abatibles hacia arriba, por el interior de estas, hay unas cortinillas muy tupidas para evitar la claridad del amanecer.

A proa* del salón, está la otra puerta, en el centro del mamparo, a la derecha, estribor, está el puesto de gobierno, a la izquierda de la puerta, y de espaldas al sofá, la mesa de cartas, donde se guardan las cartas de navegación y los útiles necesarios. Esta puerta lleva, bajando otros dos escalones, a un armario a estribor, un lavabo completo a babor y dos literas en forma de uve y unidas por los pies, al frente, aquí, es donde se aloja Ricardo cuando lleva pasajeros.

Viendo que Cerbero no se separaba de él, decidió darle un pequeño paseo por el muelle, así lo cansaría un poco y estuviese más tranquilo durante las veinticuatro horas que tendrían de viaje al día siguiente. 

Media hora después regresaron al barco, el animal se quedó en el salón, y Ricardo se fue a su camarote donde durmió de un tirón hasta las siete que le sonó el despertador. 

Ricardo se levantó, preparó café para el desayuno y avisó a Lara con una voz, al rato apareció vestida más normal, llevaba un chándal azul marino y unas bambas, el pelo lo llevaba recogido y una gorra encima, Ricardo le había advertido contra las insolaciones, ya que ella no parecía tomar el sol con asiduidad y su piel era blanca en exceso.

A las ocho y media, soltaron amarras y salieron del puerto a motor, Lara no tenía ni idea de navegación, así que como Ricardo era experto y además lo llevaba todo bastante automático, ya fuera del puerto, puso rumbo al viento, una ligera brisa que soplaba, desenrolló la mayor, sacó el génova y con el piloto automático fijó el rumbo, el viento era poco pero favorable, si seguí así, en unas seis horas pasarían al norte de las  Islas Columbretes, pasadas éstas pondrían ya rumbo directo a Ciudadela, una vez fijado el rumbo, desenrolló también la mesana y el barco se estabilizó, la mar estaba casi plana y les cogía por el NW, casi por popa, con lo cual cabeceaba muy poco, lo malo era el calor que iban a pasar. Eran unas 156 millas marinas, con lo cual, tardarán una 26 horas si todo va bien.


jueves, 3 de diciembre de 2020

LA MUJER DE NEGRO (Capítulo I)

EL VIAJE

La misteriosa dama de negro


Pedro Fuentes


CAPITULO I


Cuando Ricardo se decidió a vivir en la mar y con la mar, se pasó mucho tiempo buscando lo que sería su hogar, al fin, después de varios años encontró el barco que le pareció ideal, un ketch* de 14 metros de eslora, dos palos, mayor* y mesana*. Un salón bastante espacioso, en el que hay una cocina, un comedor y un puesto de gobierno, además del existente en popa en la bañera. Equipado con velas mayor, mesana, génova y foque, bastante cómodo para navegar incluso en solitario.

La idea de Ricardo es vivir en el barco y ganarse la vida realizando algún que otro charter por el Mediterráneo, su puerto base está en la provincia de Castellón, un pequeño puerto, seguro y muy marinero.

El año no estaba siendo muy bueno, había hecho el mantenimiento y pintura de su barco “El Solitario” en Mayo y ahora, a primeros de Junio, no tenía ninguna reserva hasta el día 20 que iría a Menorca.  

Suponía que a Ciudadela a las fiestas de S. Juan y luego la vuelta a la isla. Sabía que traían un perro, un pinscher enano de unos 4 quilos. Al principio dijo que el perro no, que la travesía duraba más de 20 horas y el perro tendría que hacer sus necesidades. La persona que le llamó para alquilar el barco le dijo que no era problema, que el animalito estaba acostumbrado a una caja de gatos y que hacía sus cosas allí.

Hasta la fecha solamente salían alguna excursión de fin de semana, pero este año, que el tiempo tampoco era muy estable, no  tenía nada, por lo que había aceptado aquel viaje, de una mujer sola y su perro, claro que estaba bien pagado y por adelantado. 

Mientras llegaba la fecha, dedicaba su tiempo en pequeñas mejoras, leer y pasear por los alrededores del puerto. 

El día 19, por la tarde, a última hora, llegó al puerto en un taxi una chica muy joven, era Lara, llevaba el pelo, teñido de negro y suelto sobre los hombros y hasta media espalda, muy liso le, tapaba las orejas, además, el flequillo, muy largo le cubría las cejas y parte de los párpados, lucía un vestido negro, con falda tres cuartos y un cinturón, también negro y con una gran hebilla plateada. 

El conductor del taxi bajó del maletero un gran baúl de cuero negro y cerrado con dos grandes bandas de cuero, también del mismo color y cerrados con un par de candados de unos ocho centímetros. En los brazos llevaba un pequeño perro, un pinscher enano negro, con la pechera roja color fuego. Ricardo, al que siempre le habían gustado los perros y durante su vida había tenido varios, lo encontró precioso, le acercó la mano y el animal, después de olerla, sacó la lengua y se le lamió, luego se dejó acariciar, levantando la cabeza, ofreciéndole el cuello para que le rascara, así sellaron una amistad duradera.

Ricardo se presentó y le dijo a Lara que el baúl era un inconveniente en las estrechuras de un barco, pero ésta le contestó que habían cambiado de planes y después de llegar a Menorca, no querían volver, sino trasladarse a Alicante, dentro del plazo de la reserva, y que le pagaría un suplemento por las molestias.

Con gran trabajo lograron embarcar el equipaje. Ricardo le ofreció cenar algo, para luego ir a dormir. 

Las previsiones del tiempo eran buenas y tendrían que salir a primera hora de la mañana para llegar a Ciudadela al amanecer del siguiente día. 

jueves, 26 de noviembre de 2020

PREPARADO PARA MORIR Capítulo IV



PREPARADO  PARA  MORIR


Pedro  Fuentes


Capítulo IV


El miércoles a las dos de la tarde, de un día soleado de primavera, en la puerta del tanatorio se empezó a reunir la gente.

Jack organizaba todo, vestía de negro absoluto, con un bombín negro, gafas de sol, guantes blancos y una banda de tela negra con ribetes plateados y letras también color plata en la que se podía leer la ya famosa frase: “I was his friend best friend”. Al lado suyo a la derecha de la puerta, estaba el director de la Vieja Banda contratada para la ocasión, todos vestidos de negro, bombín, gafas de sol y guantes blancos. Llevaba el director una pequeña sombrilla negra y el borde exterior blanco. Detrás dos tubas, dos trombones de varas, cuatro trompetas, cuatro saxos y cuatro clarinetes. La percusión era portada por dos cajas, un tambor y un bombo en cuya piel se leía “Good save  Federico”.

Al otro lado de la puerta estaban los amigos de Federico vestidos de pantalón negro, camisa blanca, gorra de plato y guantes blancos con sus instrumentos de música. También estaban su ex viuda, sus seis sobrinos y primos lejanos, solamente faltaba Alfonso.

Llegó a la puerta del tanatorio un coche fúnebre descubierto, con cuatro penachos negros en los vértices del techo que en el centro lucía una peana con una bola negra encima. Dos caballos negros, con herrajes negros y con un penacho negro encima de cada testa. Dos cocheros negros, vestidos de negro y con sombrero de copa guiaban el carruaje.

La banda empezó a tocar un blues triste y melancólico, justo en ese momento aparecieron en la puerta del tanatorio ocho negros de gran altura, vestidos de negro y con camisa blanca portando el féretro, de color plata con ribetes dorados. A mitad de camino del coche,  Jack sacó de dentro de su chaqueta un silbato que llevaba colgando de un cordón plateado y pitó dos veces, el director cerró y abrió la sombrilla dos veces, uno de los trompetas dio un toque de atención y empezó a sonar una marcha alegre y llena de ritmo. Los ocho portantes del féretro levantaron la caja con una mano todos lo que pudieron, luego fueron haciendo saltar el ataúd al ritmo de la banda. 

Así llegaron hasta el coche, depositaron al difunto en él y se pusieron cuatro a cada del carro.

Jack, con el director al lado empezaron a andar delante, la banda les siguió y los caballos fueron a continuación.

Después entraron en la formación dos rollizas negras, vestidas de negro, pero bastante escotadas y con faldas ligeramente cortas y marcadas, llevaba unos pañuelos blanquísimos en donde no paraban de echar sus lágrimas y suspiros. Cada una de ellas llevaba a su lado un fornido negro vestido a juego y con una sombrilla cada uno, iguales que la de Jack, con ellas daba sombra a las muchachas.

Justo detrás de las plañideras, marchaba la ex mujer de Federico de luto riguroso y unas gafas con las que intentaba taparse la cara.  Llevaba una pancarta en la que se veía una foto de medio cuerpo de Federico y debajo decía en letras doradas “I love Federico”

A continuación marchaban los familiares de luto riguroso, detrás los amigos que iban tocando piezas algo más alegres que las de la banda principal, luego iban amigos y conocidos, todos ellos bailando al son de la música cuando era animada y compungidos cuando la marcha era triste.

Detrás de los amigos se arremolinaba una inmensa cantidad de gente que se habían unido al grupo y bailaban sin saber, que iban en un entierro.

De todos lados, en las aceras salían personas con cámaras y teléfonos móviles para grabar el acontecimiento, aquello fue seguido por la televisión local e incluso apareció por allí un equipo de televisión nacional.

A medida que avanzaban, Jack abría paso andando y bailando a la vez, ahora avanzaba con el pie derecho hacia fuera, desplazando todo el cuerpo, al siguiente el izquierdo, de vez en cuando daba palmas y cuando quería cambiar el ritmo, tocaba el silbato tres veces para ir a lento y dos para rápido, entonces el director cerraba y abría la sombrilla dos o tres veces según fuese necesario, el trompeta primero hacía un toque de atención y uno de los tambores daba un redoble, el bombo golpeaba también dos o tres veces y cambiaba el ritmo, las plañideras con el ritmo lento lloraban y suspiraban a moco tendido, si cambiaba la música con más swing, cogían las sombrillas de sus acompañantes y bailaban con ellos. La ex daba varias vueltas en redondo como las muchachas que en los combates de boxeo anuncian el round.

En fin, tardaron en llegar a la iglesia una hora cuando se tardan diez minutos andando. 

Llegaron a la iglesia y todo el mundo, en señal de respeto calló, salió el sacerdote con su roquete blanco y su estola negra, le acompañaba Alfonso con el isopo y el agua bendita. El sacerdote hizo una corta plegaria, bendijo el ataúd, Alfonso se santiguó cristianamente mientras un par de lágrimas rodaron por sus mejillas y entraron a la iglesia, se cerraron las puertas y entonces Jack, poniéndose al frente de la banda, sacó el silbato y pitó tres veces. Entonces todos los músicos empezaron “When the saint go marching in”, ya seguiría esta pieza hasta llegar al crematorio, mientras todo el mundo bailaba y algunos músicos hacían algún solo con alguna variación de la más pura jazz sección.

A la llegada al crematorio, los ocho acompañantes del coche de caballos vuelven a coger el féretro y lo llevan dentro bailando y haciendo bailar el ataúd, lo depositan en una mesa que hay dispuesta al fondo y la gente ahora entra en silencio y se sienta en los bancos ordenadamente, de la cortina de detrás de la caja salen un grupo de hombres y mujeres ataviados con túnicas lilas y se ponen a los lados, el director da la señal y comienzan a cantar “Swing low sweet chariot”.

Cuando terminan de cantar, la mesa va entrando lentamente por entre las cortinas mientras un bajo interpreta “Deep River”. Cuando termina, de entre las cortinas sale Jack. Se pone en el sitio donde antes había estado la mesa con el ataúd y dice:

Hermanos, nos hemos reunido hoy aquí para rendir homenaje y despedir a nuestro gran amigo Federico, muchos son los que han venido porque lo querían, otros por el interés, alguno por curiosidad y uno, no ha venido porque no quería ver a su tío envuelto en semejante jolgorio el día de su funeral. Me dirán que faltaba otra persona, para ver lo que él había creado. Cuando organizó todo este sarao me dijo: 

Lástima, yo no lo podré ver. Y yo le contesté:

Yo soy tu mejor amigo, te doy mis ojos para que lo veas y mis oídos para que lo oigas, y mi nariz para que huelas y todos mis sentidos para que tengas i vivas un entierro como los de New Orleans.

La idea fue de él, pero yo la hice posible, todo por mi mejor amigo, y diciendo esto, puso las dos manos sobre sus orejas y estiró.

En la sala se oyó un grito aterrador, alguno se desmayó, Jack se sacó una careta y allí estaba Federico.

No os asustéis, no he muerto, solamente quería ver mi funeral. Gracias a todos por venir, y ahora os espero en mi casa para comer frijoles rojos y arroz al más puro estilo de New Orleans y cerveza de barril Abita recién traída de Louisiana.


FIN 

jueves, 12 de noviembre de 2020

PREPARADO PARA MORIR (Capítulo II)

 



PREPARADO  PARA  MORIR


Pedro  Fuentes


Capítulo II


A los cuatro meses recibieron, todos sus amigos y parientes, una carta fechada en New Orleans con un membrete que decía en letras negras “JACK” y debajo “I am his best friend”.

La carta, en una mala traducción del inglés venía a decir:

Hola: Soy Jack. El mejor amigo de Federico en New Orleans, próximamente me trasladaré a España durante una larga temporada.

Federico me ha pedido que sea su albacea y lleve a cabo las instrucciones que ha dictado como últimas voluntades en caso de que fallezca, cosa que deseo que sea muy tarde y que todos estemos presente.

Como todos ustedes sabrán, Federico quiere un entierro muy especial y al estilo de aquí, así que cuando llegue iré citando a todos sus amigos y conocidos para explicarles el papel de cada uno.

Atentamente,

Al cabo de 15 días apareció en la pequeña localidad de provincias, Jack. 

Jack era un negro más bien grueso, de pelo blanco y rizado, muy corto, lucía una barba, continuación de su cuero cabelludo y con un bigote fino como un reguero de hormigas, todo ello también blancos y con unos labios carnosos como si se hubiese pasado la vida tocando la trompeta y cantando “only you”, tenía una voz ronca y hablaba bastante aceptable el español, con un ligero acento cubano, donde había residido algún tiempo.

Llevaba Jack una carta escrita de puño y letra por Federico, éste había marchado a París por unos días para visitar a una íntima que allí tenía. Mientras tanto la dependienta de en la tienda se encargaba de todo.

En la carta pedía a todo el mundo la colaboración con Jack en lo que les iba a proponer.

Los primeros en recibir al amigo de Federico fueron los amigos del club, estos, aunque un poco bohemios y amigos de la juerga, pensaron que toda la población se iban a estar riendo de ellos por los siglos de los siglos, desde luego pensaban que Federico se iba a poner el mundo por montera, sería lo más sonado en aquella ciudad desde que una avioneta en un aterrizaje forzoso había aterrizado en la plaza Mayor y se había estrellado contra el Ayuntamiento. Lo único que les iba a salvar era que Federico viviese más que todos ellos.

Posteriormente fue recibido Jack por los familiares lejanos y su ex mujer. Jack les hizo comprender que lo que quedará del testamento sería heredado por sus familiares y ex esposa, ésta, ambiciosa por naturaleza,   pensó que sería como un trabajo de una mañana, pagado con dinero a espuertas pese a lo que se gastase en el entierro.

 Los papeles de la familia eran de aquí te espero, como ya hemos dicho, su ex fue la primera en aceptar, ya que Federico tenía entre otras cosas varias fincas heredadas de sus padres, ricos terratenientes, los sobrinos lejanos dijeron también que si, solamente Alfonso, un primo hermano, el familiar más cercano dijo que no, que no estaba dispuesto a semejante mamarrachada organizada con una cosa tan seria como la muerte de un familiar, renunció inmediatamente a la parte que le hubiese correspondido a favor de los otros. Quería para su primo un funeral católico como Dios manda.

Los amigos de Federico tuvieron que poner en contacto a Jack con un montón de personas incluidas en el entierro y de otras poblaciones, ya hemos dicho que la localidad era una pequeña ciudad de provincias donde no abundaba de casi nada de lo que pedía “El mejor amigo de Federico”.

Mañana vuelve Federico de París dijo Jack, le explicaré cómo está todo, luego iremos a Madrid a localizar unas cosas y desde allí me marcharé a Louisiana, luego volveré, me encanta esta ciudad y España, dijo Jack y se marchó. 

Federico volvió al negocio, a sus compromisos y a sus actuaciones sobre todo con el saxo.

La gente se fue olvidando de sus ideas sobre el funeral, había pasado un año y medio cuando se marchó a Francia, se fue a París, Jack le había escrito diciendo que iba con una dixieland band jazz y Federico no se quiso perder la ocasión, tanto de ver a su amigo como seguir a la dixieland band, una prestigiosa banda de New Orleans.


jueves, 5 de noviembre de 2020

PREPARADO PARA MORIR (Capítulo I)

 

PREPARADO PARA MORIR

Pedro Fuentes

Capítulo I

Federico era una persona previsora y quería tener siempre todas las situaciones controladas. A sus 55 años, separado de su primera y única mujer, vivía una existencia tranquila y feliz, tenía una tienda de música en la que vendía de todo, instrumentos, discos de baquelita, CD, partituras, equipos de música para profesionales. En fin, vivía de la música y para la música, tocaba el piano, la guitarra, el saxo y el clarinete. No como profesional, pero si para reunirse un día por semana hacer jazz, en un viejo local que a duras penas ganaba para subsistir, esa era su pasión junto con los espirituales, el blues, el big bang, había viajado varias veces a New Orleans a ver y participar en los carnavales, conocía los famosos entierros a base de espirituales y blues y había entrado en todos los antros de jazz a los que un blanco pudiese entrar.

Una vez, en una de su jazz sección, con sus amigos, en una pausa, mientras se refrescaban y curaban los labios con whisky, se puso muy serio y dijo:

¡Escuchad! Como sabéis acabo de volver de New Orleans y he decidido que el día que me muera, quiero que me incineren, pero que me lleven a la iglesia con una banda de jazz, tocando y cantando espirituales, en una carroza con penachos negros, tirada por dos caballos negros y detrás unas plañideras negras, de redondas curvas, totalmente enlutadas, luego la banda, de riguroso negro y con bombín y detrás los familiares, amigos y curiosos que no tengan vergüenza de asistir, de la iglesia al crematorio lo mismo y luego mis cenizas las lleven a New Orleans.

¿Sabes cuánto te va a costar eso? Dijo el dueño del local que tocaba el bangio.

Ni me importa, tengo lo suficiente, no tengo hijos ni familiares directos y encima mi ex mujer va a cobrar una pensión vitalicia por haber estado casada conmigo, hay cuatro sobrinos lejanos. Si queda algo, que si quedará, se reunirán como cuervos a ver lo que pillan.

Todo lo que nos digas no vale de nada si no haces oficial la petición.

En eso estoy, ya tengo medio redactadas las últimas voluntades e irá a la vez que el testamento, una ligada con el otro, si no se cumplen las voluntades, el testamento será otro, lo que si os voy a pedir es que si me sobrevivís, acatéis lo que espero de vosotros, que os lo hará saber mi amigo Jack, el de New Orleans.

Bueno, ahora ya se ha terminado el descanso, ¿Seguimos tocando media hora más?

Todos asintieron, cogieron sus instrumentos y siguieron ensayando. No se volvió a hablar del funeral, se fue olvidando porque Federico no lo volvió a nombrar.

Siguieron con sus ensayos y sus vidas, de vez en cuando los llamaban para actuar en algún sitio no profesional y se divertían haciéndolo.



martes, 3 de noviembre de 2020

PREPARADO PARA MORIR (Capítulo III)

 





PREPARADO  PARA  MORIR 

Pedro  Fuentes



Capítulo III


A los cinco días Ernesto, el dueño del local donde actuaba Federico con sus amigos recibió un telegrama urgente, decía: Federico muerto terribles accidente Stop Vuelvo a casa con cadáver embalsamado Stop Preparen funeral Stop I was his best friend JACK.

Al día siguiente llegó Jack con el ataúd, fue depositado en el Tanatorio. Lo primero que hizo fue pedir todos los permisos incluido el de esperar a enterrarlo seis días después, como venía embalsamado desde Francia no había problema, fue más complicado el Ayuntamiento, el entierro tenía que salir del Tanatorio, bajar una avenida hasta la iglesia a la que pertenecía Federico. El cura puso todas las pegas del mundo y decidieron que llegaría la comitiva a la plaza de delante del templo, allí el párroco saldría, diría un responso y seguiría el cortejo hasta el crematorio, que estaba en la carretera de salida de la población pero por el otro lado, por lo que había que pasar por la primera avenida, arteria principal de tráfico, suerte que había un paseo central, luego, por la calle Mayor hasta la iglesia, pasarían por la tienda de Federico y luego una calle de muchísimo tráfico hasta salir a la carretera y ya el cementerio y crematorio.